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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 92 | Marzo 1989

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Guatemala

Una negociación secuestrada

La política interna e internacional de Guatemala corre el peligro de convertir a este país en rehén de la doctrina de la seguridad nacional y de los intereses geopolíticos de Estados Unidos. Por eso, la negociación del conflicto está hoy secuestrada.

Equipo Envío

El análisis de la situación guatemalteca se centra en estos puntos:
1) Los tres proyectos de alcance nacional que se configuran hoy para dirigir hegemónicamente la sociedad guatemalteca.
2) La valoración de la hipótesis de que Guatemala experimenta un proceso de reinserción en la economía internacional.
3) La periodización de los principales acontecimientos políticos ocurridos durante 1988, tratando de situarlos en el contexto de los dos temas anteriores.
4) La dimensión regional e internacional de Guatemala en el último año.
5) Conclusiones y perspectivas generales de mediano plazo. Los resultados de este análisis

Tres proyectos se disputan el país

Existen tres proyectos de alcance nacional que se disputan hoy la dirección del proceso sociopolítico y económico de Guatemala.

El primero de ellos es el proyecto de estabilización estatal, que viene desarrollándose desde 1982, y cuyo objetivo es la búsqueda de un equilibrio en la sociedad a partir de la concertación de cinco factores de poder: el militar, el económico, el político, el social y el geográfico.

Naturalmente, el factor militar de poder esta representado por el ejército, y éste, o por lo menos su cúpula, entiende que su papel en el proyecto es el ser el eje de la sociedad, alrededor del cual y en base a su concepción de la estabilidad nacional tiene que articularse todos los otros factores de poder para desarrollar políticas nacionales que aseguren la reproducción del sistema socioeconómico.

El factor político comprende a la clase política en su conjunto: partido de gobierno, partidos opositores y burocracia estatal. Se trata de un factor de poder débil política, organizativa e ideológicamente. Poco articulado a la sociedad civil y carente de una visión nacional de conjunto. Sin embargo, cuenta con cuadros jóvenes dinámicos y con políticos experimentados que en determinada coyuntura podrían convertirse en agentes eficaces del proyecto de estabilidad. La mayoría de estos políticos se sitúan en el centro de espectro político, y se caracterizan por una visión moderna o consensual de las formas de ejercicio del poder.

El factor económico es visualizado como el más difícil de incorporar al proyecto, puesto que hoy el poder económico esta articulando su propio proyecto. Pero esta dificultad de incorporarse al proyecto de estabilidad tiene que ver además con la difícil relación existente entre burguesía y Estado en los últimos veinte años, relación particularmente tensa en lo que va de los años 80.

En el factor social se incluye a todo el resto de la sociedad civil, que cuenta con una capacidad de poder relativamente escasa. Se estima que dentro de este factor el elemento mas importante es la Iglesia Católica, por ser junto al ejército una de las instituciones mas permanentes de la sociedad y por poseer una estructura estable a nivel nacional. La Iglesia es un sector que ha estado cerca del proyecto de estabilidad en su fase de transición política, aunque siempre con un espíritu critico y autónomo. Uno de los puntos todavía pendientes de resolver en la relación con este sector es el espacio que se le permitirá, sobre todo en el área rural, para poder impulsar sus proyectos de desarrollo comunal. Las experiencias de los años 70 y 80 hacen que haya una mutua desconfianza.

Otros sectores que se incluyen aquí son el movimiento popular, las asociaciones profesionales, las cooperativas, etc. La percepción que hay sobre este sector es que esta en proceso de reconstrucción. Existen divergencias entre los militares sobre el espacio y control que debe ejercerse sobre este sector, particularmente en lo que se refiere al movimiento popular. Existe la visión -es la del General Alejandro Gramajo- de que en el pasado, bajo el argumento de evitar que los sectores populares fueran "manipulados" por el movimiento revolucionario, se destruyeron las organizaciones y se descabezó a su dirigencia.

Según esta visión, eso fue un error porque eliminó los colchones sociales necesarios para evitar una polarización política. Según otra visión, hay que distinguir entre movimiento popular "genuino" y movimiento popular "infiltrado" ("masas"), cuyo crecimiento e influencia habría que limitar. En todo caso, los militares han desarrollado su propia estrategia para "preparar el terreno de la guerra" y desde 1983 se han encargado de alentar un "nuevo tipo" de sindicalismo, muchas veces con cuadros profesionales provenientes del mismo ejército. El objetivo seria asegurarse que en el proceso de desarrollo de las organizaciones populares, tendrá un control desde dentro que les permita conocerlo a fondo para poder desconectar a tiempo el mecanismo que podría hacer estallar la "bomba", pero sin destruir a toda la organización.

El factor geográfico ha sido comprendido e incorporado al proyecto de estabilización estatal muy recientemente. Se refiere a la visión del espacio donde deben movilizarse y organizarse los actores del proyecto para la ampliación desde arriba de los aparatos necesarios (descentralización del poder estatal). Esta descentralización se ha venido impulsando desde hace varios años, a través de las Coordinadoras Inter-institucionales y el gobierno demócrata cristiano ha impulsado políticas de regionalización que comprenden la organización de Consejos de Desarrollo y la descentralización administrativa. Un punto fundamental en esta visión es la reconceptualización del poder local como pilar del Estado en la sociedad. Aunque la visión parte de la situación de emergencia militar planteada en el altiplano del país desde principios de los 80, y por tanto, tiene un fuerte componente militar (Patrullas de Autodefensa Civil, Aldeas Modelo, Polos de Desarrollo), en los últimos años esta visón se ha extendido a todo el país, y de hecho, el aparato estatal se ha venido adecuado para atender estas necesidades de fortalecimiento del poder local. Por ejemplo, se ha destinado un 8% de los gastos estatales para distribuirlos directamente entre las municipalidades.

El segundo es el proyecto de modernización neoliberal. En Guatemala hablar de negoliberalismo no equivale, como en otros países, a rasgos reformistas en un proyecto oficial. Por eso, sería mas preciso vincular el proyecto neoliberal guatemalteco a la visión que defienden, por ejemplo en Estados Unidos y Francia, los neoconservadores.

El proyecto de modernización neoliberal es formulado por un sector emergente y aún débil dentro de la empresa privada: los nuevos ricos que acumularon capital en el transcurso de la crisis de los 80 a través del control y dirección de las principales corrientes de transferencia de capital, tanto como desde el extranjero, siendo directores, gerentes y altos técnicos de los negocios de la vieja oligarquía. Son débiles económica y políticamente, pero poseen una visión de la economía, la política y la sociedad bastante coherente. De hecho, en los últimos cinco años han estado al frente de las cámaras patronales y le han impreso una nueva dinámica al sector empresarial, sobre todo en lo que se refiere al papel de la burguesía frente a la sociedad y frente al Estado, reemplazando el viejo discurso de la oligarquía, ramplón y anticomunista. Muchos de ellos son egresados de la Universidad Franciso Marroquín de Guatemala, de la de Monterrey (México) y de universidades de los Estados Unidos.

Lo mas desarrollado en el proyecto neoliberal es lo económico. Plantear la reinserción de la economía guatemalteca en el mercado internacional con exportaciones no tradicionales -incluyendo maquila- al estilo de los "Cuatro Tigres" del sudeste asiático. Reciben apoyo institucional de la Agencia Interamericana para el Desarrollo (AID) y con ese financiamiento han constituido sus organizaciones gremiales (Cámara Empresarial, Cámaras de Libre Empresa, FUNDESA, FUNDAE, FUNTAG) y readecuando otras (Asociación de Amigos del País). Los impulsores de este proyecto consideran que para la reinserción de la economía de Guatemala existen dos grandes obstáculos: el Estado, con sus funciones empresariales y reguladores dentro de la economía y la poca cualificación de la mano de obra del país a efectos de conseguir mayor productividad.

Sostiene este grupo que la reinserción de Guatemala en el mercado internacional debe hacerse a partir de una visión de competitividad que sustituya la vieja visión de las ventajas comparativas. A partir de estas ideas se identifican varias necesidades. Entre ellos la capacitación de la mano de obra nacional. Para abordar esto, una de las dificultades mas graves es la persistencia de un analfabetismo superior al 50% en la población económicamente activa, población que en los últimos tres o cuatro siglos vivió totalmente al margen del "desarrollo capitalista" y -todavía más- cuyo marginamiento y miseria fue condición "sine qua non" para la acumulación capitalista el agro. Este mal histórico se presentan ahora como un obstáculo al desarrollo.

Replantean, en consecuencia, que esa población sea incorporada a la economía y para ello se lanzan un serie de iniciativas de alfabetización y programas privados de salud y capacitación -con muy escaso alcance en el marco de la grandes necesidades nacionales-. Con ello, la burguesía ensaya programas de acercamiento a la población, con los que quiere no sólo dejar de ser un gesto en la sociedad, sino también demostrar la incapacidad del Estado para llevar a cabo estas funciones que le son propias. Independientemente de los resultados de estas iniciativas y programas, una cosa parece cierta: la burguesía guatemalteca esta elaborando una visión de la sociedad en su conjunto que en un determinado momento podría llenar los contenidos ideológicos que el Estado un tiene incipientemente desarrollados.

Otro elemento importante en la visión neoliberal es el del espacio físico del país, no en el sentido de impulsar programas que reduzcan las desigualdades regionales, sino en el de incorporara nuevas regiones -dentro del esquema de reinserción económica- al mercado internacional. Las regiones tradicionales de inserción a la economía ya están agotadas, no pueden dar mas de si, por lo que es necesario añadir otras regiones, que serían los departamentos del altiplano central (Chimaltenango y Sacatepéquez) y algunas regiones del oriente del país, que en los últimos 10 ó 12 años han venido incorporando la producción de cultivos no tradicionales a su estructura de producción agrícola y manufacturera (maquila). Dos elementos mas sobre el proyecto de modernización. Es encabezado por un sector emergente de la burguesía, pero los sectores mas modernos de la oligarquía no han descuidado la oportunidad de participar en él. Un ejemplo lo dan las familias Castillo, Botrán, Gutiérrez, Bosch y otras. El viejo capital oligárquico, que se desarrolló a partir del cultivo del café y posteriormente del algodón y del azúcar, y que no fue capaz de diversificar ni controlar sectores claves de la producción, ve todavía con suma desconfianza este proceso de reinserción. Prefieren esperar y ver cómo les va a los "pioneros" de la reinserción para arriesgarse luego ellos. Entretanto, mantienen una actitud de inercia, sustituyendo el cultivo del algodón por el de maíz o peor el ganado, subutilizando la tierra y al contratación de mano de obra.

El otro elemento es el escaso desarrollo del componente político del proyecto neoliberal, hecho relacionado no sólo con la incapacidad de la clase política de articular un proyecto coherente de alcance nacional, sino además con la visión de inmediatez del sector empresarial, con su carácter corporativo, con sus contrataciones internas y con sus luchas de poder.

Por todo esto, el proyecto neoliberal es hoy por hoy políticamente disperso, sin dirección única y, por tanto, con escasos instrumentos de mediación ante el poder estatal.

El tercer proyecto es el proyecto revolucionario. Aunque esta en desventaja frente a los dos anteriores, en la medida en que entren ambos en contradicción, podría encontrar mayores perspectivas de concreción.

Si tuviéramos que señalar la característica fundamental del proyecto revolucionario en los tres últimos años, elegiríamos su tremenda flexibilidad táctica en el terreno político y militar. Esta flexibilidad táctica se manifiesta a través de la proposición de una agenda para lograr una solución negociada a la guerra en Guatemala, iniciativa que le ha permitido incidir en la agenda de los otros dos proyectos e incluso precipitar contradicciones y fisuras en el proyecto hegemónico. Esta flexibilidad ha permitido también que el proyecto revolucionario se mantenga vigente en el debate y en las expectativas de los sectores populares.

La flexibilidad política habría que verla no como sustituta de la presencia militar, sino mas bien como agregada a la estrategia militar de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), que ha logrado: mantener y defender su retaguardia estrategia no obstante las ofensivas lanzadas por el ejército de manera concentrada durante seis meses entre 1987 y 1988, ampliar los teatros de guerra de 5 departamentos a los que había sido reducida en 1985-66 a 11 (la mitad del total de departamentos del país, es decir, 50 mil kilómetros cuadrados) y revincularse con los sectores populares, tanto en el campo como en la ciudad.

¿Hay reinserción en el mercado internacional?

Es una realidad que el proyecto neoliberal va imponiendo su agenda en el terreno económico y a través de políticas económicas de aparente corto plazo van viabilizando su proyecto para un mediano y largo plazo.

Lo que mas destaca en una rápida visión de las variables macroeconómicas de 1986 a 1988 es que se ha logrado contener el deterioro de la situación económica, que había sido persistente desde finales de los 70. El PIB por ejemplo, tuvo crecimiento cero en 1986, pero en 1987 ya tuvo un crecimiento de 2.5% y en 1988 de entre 3.5 y 4.1%. Otro hecho positivo es que las principales variables financieras han sido sometidas a control de políticas y metas. La inflación ha crecido a un promedio del 10% en los 2 últimos años, el tipo de cambio se ha mantenido estable (salvo la devaluación del 8% en junio/88) y el circulante ha crecido a un ritmo mucho mas pausado de lo que señalaban las metas. La emisión monetaria inorgánica alcanzo en el segundo semestre de 1988 signos negativos.

Esta contención del deterioro de las macrovariables se ha dado particularmente a partir del manejo adecuado de las políticas monetarias, particularmente severas y restrictivas en 1987 y 1988. La mayor parte de los analistas económicos de Guatemala coinciden en señalar que la persistencia de tal manejo puede ser, a mediano y largo plazo, bastante peligrosa, ya que lo mas destacado de la recuperación económica se basa en el aliento de ahorro externo y en la fuerte dependencia que la economía tiene en su sector terciario.

Respecto del ahorro externo, las transferencias de capital externo fueron en 1988 de 700 mil dólares diarios como promedio y subirán a casi 1 millón en 1989. Las facilidades de acceso al crédito externo (tasas de interés del 14% en comparación al 19-20% del crédito interno, exención del pago del impuesto de timbres, garantías por pérdidas cambiarias, etc.) han hecho que el crédito interno disminuyera en términos reales en un 1% en 1988. A ello habría que sumar la lentitud de los trámites -hasta 6 meses- y el sin fin de garantías prendarias que solicita la banca local. De esta manera, los sectores mas afectados son los pequeños y medianos productores, que no tienen acceso al crédito rápido del exterior.

En cuanto al PIB, en su composición sectorial destaca el acelerado crecimiento del sector terciario y la lentitud con que se desarrollan los sectores primario y secundario. Esto, que ha sido una característica de todo el ultimo quinquenio, fue visible también en 1988. Mientras la agricultura y la industria tuvieron un crecimiento promedio del 2.5% -inferior al crecimiento poblacional-, el sector financiero se incremento un 12% y el comercio un 30%. El crecimiento de la construcción en un 18% podría resultar alentador por su efecto multiplicador sobre la economía, pero también resulta un crecimiento sin perspectiva de largo plazo. Por un lado, por el tipo de construcción (un 300% en comercio y sólo un 2% en vivienda, muy por debajo del crecimiento demográfico y del déficit habitacional), y por otro lado, porque la construcción fue uno de los sectores mas golpeados por la crisis de los 80 (se redujo en mas de un 60%), con lo que el crecimiento actual solo debe ser considerado como un inicio de recuperación.

El actual tipo de crecimiento de la economía guatemalteca esta generando desequilibrios que ejercerán efecto desestabilizador a mediano plazo. Por una parte, se esta ahondando al desequilibrio en la redistribución del ingreso. Dos o tres indicadores pueden dar una idea de esto. La población que en 1980 no tenía acceso a una canasta básica de consumo representaba 1/3 del total nacional, para 1985 era ya de los 2/3. Para un 75% de los guatemaltecos el salario promedio es de 200 quetzales, mientras que una canasta básica cuesta 258.

Los datos sobre empleo son preocupantes. Según una encuesta del Instituto Nacional de Estadística hecha en 1987, 2/3 de la población económicamente activo esta subempleada, un 3% desempleada abiertamente y sólo un 35% tiene pleno empleo. El bajo índice de desempleo abierto se explica porque en Guatemala una persona que no trabaje en alguna actividad, por improductiva que esta sea, simplemente no puede sobrevivir.

La situación en el campo se ha deteriorado gravemente, sobre todo en el altiplano donde la tierra ya no es una fuente suficiente de soporte para la sobrevivencia del campesino, lo que le esta obligando a abandonar masivamente sus tierras. En los años 70 el numero de minifundios se duplicó, peor la extensión de tierra sobre la que se dio tal crecimiento solo fue de un 35%. El resultado fue una disminución neta del tamaño de las tierras campesinas. Se trata también de tierras ya agotadas. Cuando se viaja por el altiplano es frecuente ver el maíz con hojas amarillentas y elotes desdentados, signos inequívocos de falta de nutrientes en el suelo. El resultado es la baja productividad. Un estudio que compara la situación de 1976 y la de 1988 indica que en la composición del ingreso de la población campesina lo que provenía del cultivo de la tierra representaba un 50% hace 12 años. Ese porcentaje se redujo ya a un 25%, marcándose una fuerte tendencia a la proletarización en las propiedades medianas. De aquí a unos años esto podría provocar una reconcetración de la tierra, principalmente en el altiplano.

En la ciudad la situación no es menos grave. El cierre y la ampliación de la capacidad ociosa de la planta industrial ha incrementado el desempleo. La importancia de las actividades informales, como vía de sobrevivencia, es cada vez mas grande en el ingreso familiar. Pero no se trata de una informalidad estimulada por la elevada producción, como puede suceder en Italia, por ejemplo, sino que es producto de la misma crisis: de la baja promedio anual, entre 1982 y 1985, de un 24% de la inversión privada; y de la incapacidad de la economía formal de absorber a 80 de cada 100 jóvenes que cada año se incorporan al mercado de trabajo. El resultado es una informalidad donde el 90% de la población tiene ingresos menores a los 200 quetzales mensuales, y que debe trabajar 60 horas semanales para reproducir su fuerza de trabajo, un 50% mas de tiempo que el que tendría que emplear en actividades formales.

Otro desequilibrio se da en el sector externo. Esta relacionado con el financiamiento del crecimiento económico y con la reinserción deficitaria de los ejes de acumulación en la economía internacional. La reinserción deficitaria de la acumulación económica está señalada por la fuga de capitales del orden de los 3 mil millones de dólares (cifra oficial) entre 1982 y 1985, por el estancamiento de las exportaciones de bienes desde 1980 hasta hoy a causa del deterioro de los términos de intercambio y por el aumento galopante de las importaciones.

Después de acumular un crecimiento negativo de 36.6% entre 1980 y 1987, las exportaciones de bienes volvieron a sufrir un estancamiento en 1988 (crecieron 0%), a pesar de que las exportaciones no tradicionales crecieron en un 50%. Por su parte, las importaciones crecieron un 40% en 1987 y un 20% en 1988, recuperando así los niveles históricos de 1980. Esos datos cruzados reflejan problemas en la cuenta corriente de la balanza de pagos.

El problema se complica mas en la cuenta de capital. Es un enorme financiamiento externo el que mueve la economía guatemalteca. En 1988, por ejemplo, entraron al país 323 millones de dólares por concepto de préstamos (casi el triple que en 1987); la AID donó 75 millones de dólares y el FMI liberó 58 millones de un "stand-by" que suscribió con el gobierno a mediados de año. En total, la entrada de divisas oficiales ascendió a 237 millones de dólares (145 millones mas que en 1987) y las divisas privadas fueron del orden de los 465 millones de dólares, buena parte por concepto de líneas de crédito y prestamos, aunque también hubo repartición de capitales.

Sin embargo, las salidas de divisas fueron superiores a las entradas. Por la vía oficial salieron 208 por pago del servicio de la deuda (y aun así quedaron 168 millones acumulados que no se pudieron atender) y 345 millones por la vía privada. Como consecuencia de estos movimientos, la balanza de pago quedó nuevamente en rojo y las reservas monetarias internacionales empeoraron. Para la primera semana de diciembre de 1988, el saldo de las reservas netas ascendía a 600 millones de dólares en negativo (como en los peores año de 1981-82) y las reservas brutas alcanzaban únicamente par cubrir 5 semanas de importaciones.

Cuando se observa la composición de las importaciones en Guatemala puede verse que por esa vía se esta alimentado un crecimiento ficticio, pues se trata de compras al extranjero, en la que los artículos de consumo duradero ocupan un lugar cada vez mas creciente, en tanto los bienes de capital permanecen prácticamente estancados. No es muy difícil comprobar esto cuando uno sale de los supermercados o a las calles donde venden los informales: la mayor parte de los artículos de consumo, desde los vinos hasta los jabones son ahora importados. Las implicaciones que esto tiene sobre la producción local son sumamente graves y hasta ahora no han sido evaluadas.

El ultimo dato importante de mencionar es el del financiamiento del gasto público. Históricamente, el presupuesto del ingreso de la nación tenía un componente de financiamiento externo que rara vez sobrepasó el 15-20%. Para 1988 este financiamiento llegó al 40% y crecerá aún mas en 1989. Estos niveles solo son comparables a los de El Salvador y Honduras, calificados como países extremadamente dependientes.

Con todos estos datos, parecería que hacia ahí marchaba Guatemala: a ser un rehén del financiamiento externo, particularmente norteamericano. Otra conclusión que nos permiten estos datos es que la desvinculación entre economía real y economía simbólicamente es cada vez grande y el aterrizaje podría ser violento. Además, es poco probable que el nuevo eje de acumulación a partir de las exportaciones no tradicionales pueda experimentar un empuje significativo: su característica dominante es mas bien la inestabilidad de precios y mercados a causa de la sobreoferta. Las consecuencias de un crecimiento así diseñado, su superficialidad, su imposibilidad de generar movimiento en la base de la economía y por consiguiente, de generar ahorro interno y empleo, pueden ser muy graves. Se trata de un crecimiento de burbuja, sin pilares para un crecimiento sostenido. Un crecimiento que ahonda los problemas de la redistribución del ingreso y de la dependencia del exterior no puede ser la solución.

Los principales acontecimientos del año 1988

En 1988 se distinguen dos grandes períodos: el primer semestre, caracterizado por el aislamiento creciente del gobierno demócrata cristiano, que da paso a acciones desestabilizadoras; y un segundo período, que propiamente se inicia en agosto y que se distingue por el cese de las acciones desestabilizadoras y la búsqueda de nuevos acuerdos entre los factores de poder, así como por la reorganización de las diferentes fuerzas políticas preparando ya la plataforma del relevo electoral para 1990.

De hecho, los principales acontecimientos de los primeros meses del año son consecuencia de los enfrentamientos provocados por la reforma impositiva, que cubrieron todo el segundo semestre de 1987. La disputa se vio directamente entre el gobierno y el sector empresarial organizado en el CACIF, y trascendió al plano político y militar cuando se cruzaron las coordenadas de la guerra (ofensiva militar de fin de año y dialogo con la URNG) y la economía (alza de tarifas eléctricas, liberación de precios tope), todo lo cual vino a retroalimentar la crisis.

En este contexto, los sectores populares fueron abriendo brecha y a finales de 1987 constituyeron la Unidad de Acción Sindical y Popular (UASP), alrededor de UNISITRAGUA (Unidad Sindical de Trabajadores de Guatemala), la CUSG (Confederación de Unidad Sindical Guatemalteca), FESEBS (Federación Sindical de Empleados Bancarios y de Seguros) y FENASTEG (Federación Nacional de Trabajadores del Estado de Guatemala) a la cual se sumaron mas tarde organizaciones populares como GAM (Grupo de Apoyo Mutuo), AEU (Asociación de Estudiantes Universitarios), CUC (Comité de Unidad Campesina) y otras. En diciembre/87 y enero-febrero/88, la UASP logró las movilizaciones populares más grandes de los últimos 10 años (30 mil personas promedio). La derecha económica también enfilo sus ataques contra el gobierno y azuzó a políticos ultraderechistas y sectores desplazados dentro del ejército ("militares atrasados", les llamó Gramajo) ya algunos medios de comunicación para conspirar contra la administración demócrata-cristiana.

Ante este aislamiento, el gobierno de Cerezo buscó atraerse a algunos partidos centristas, quienes acudieron al llamado para constituir una multipartidaria que diera apoyo al proceso institucional, pero cuando vieron que no había voluntad de formar un gobierno de unidad nacional -esto implicaba repartir algunos puestos ministeriales- pronto se alejaron. La única posibilidad que quedaba era una alianza con la UASP. El 8 de marzo el gobierno propuso una serie de cláusulas en las que concedía la casi totalidad de la demandas del movimiento popular, tanto en materia de control de precios, abastecimiento, política agraria, derechos humanos, como en cuanto a legalización de entidades populares, incluido el CUC. A cambio, la UASP aceptó el incremento de precio de la energía eléctrica, que en noviembre-diciembre había sido el detonante de las manifestaciones populares.

Sin embargo, pasados los 40 días dentro de los cuales debían cumplirse todos estos compromisos, el gobierno dio marcha atrás. Eso creó un nuevo vacío de alianzas, pero esta vez la UASP, con algunos problemas internos, ya no fue capaz de movilizarse para el cumplimiento de los acuerdos. Esto dejó espacio a las fuerzas ultraderechistas, que arreciaron sus ataques, haciendo abiertos llamados al golpe de Estado.

Los intentos desestabilizadores de la ultraderecha estallaron el 11 de mayo con el levantamiento en dos bases militares del interior del país que contaron con el apoyo del Agrupamiento Táctico (base militar aérea) en la capital. El intento fracasó y ciertamente no reflejó la fuerza de todos los sectores opositores. Sin embargo, sí arrancó una serie de concesiones al gobierno(compra de armas, desaceleración de la política de neutralidad activo, inhibición del establecimiento de relaciones diplomáticas con gobierno socialistas, cambios en la dirección de las fuerzas de seguridad interna, mayor control sobre la corrupción administrativas, congelamiento de reformas al código laboral), que lo mantuvieron semiparalizado por lo menos durante 90 días.

Todos estos acontecimientos estaban repercutiendo negativamente sobre el proyecto de estabilización estatal, ya que fracasaba en sus propósitos fundamentales: la concertación de los factores de poder y la implementación de políticas desarrollistas. A principios de agosto, el Consejo de Comandantes (comandantes de zonas militares con mando de tropa) se reunió en la capital y exigió al gobierno la reactivación de las políticas desarrollistas, cambios en la dirección de las políticas económicas y el reforzamiento de la planificación nacional y regional rechazando la privatización de las empresas estatales tal como lo exigía el CACIF y como estaba dispuesta la AID para financiar.

A pesar de tratarse de condiciones que venían una vez mas a poner al gobierno contra la pared, este aprovecho para tomar la ofensiva. La primera tarea fue la búsqueda de nuevos acuerdos con los factores de poder. El CACIF estaba muy interesado en hacerlo y busco la mediación de algunos partidos de oposición. A finales de agosto, la UNC (Unión Nacionalista de Centro), el CAN (Comité de Acción Nacional), el PR (Partido Revolucionario) y el PSD (Partido Social Demócrata) propusieron la realización de un pacto social entre el CACIF, organizaciones sindicales y el gobierno para negociar precios y salarios. el pacto sufrió un primer tropiezo cuando la UASP se negó a asistir, argumentando que primero el gobierno debe cumplir con los acuerdos del 8 de marzo. Inmediatamente después, el CACIF ganó que la discusión empezara por un tema espinoso para el gobierno -rebaja a los precios de los combustibles-, con lo que el pacto empezó a peligrar. El CACIF no tardó en retirarse y el gobierno se quedó solo con sus organizaciones afines -algunas de ellas fantasmas, que aparecieron repentinamente pocos días antes del inicio del pacto-.

Así fracasó el primer intento de concertación después de la crisis del 11 de mayo. Ante el desgaste del gobierno, se propuso que fuera la Comisión Nacional de Reconciliación, creada a raíz de los acuerdos de Esquipulas II, la que convocara a un dialogo nacional con la participación de todos los sectores sociales. Pronto surgieron problemas. El gobierno vetó la participación de la URNG y el ejército se automarginó. Con ello estaban ausentes los dos protagonistas principales del conflicto militar.

Luego, la realización del dialogo se fue retrasando a causa de diferencia internas en la Comisiónpara determinar la participación de los diferentes sectores. Finalmente, el dialogo fue convocado el 7 de noviembre para iniciarse en enero/89. Con criterios ambiguos como legitimidad, legalidad y representatividad se quiso normar la participación de los delegados. Los sectores populares han mostrado entusiasmo para participar en el dialogo nacional y han discutido una posible agenda, donde el tema de la guerra interna, los derechos humanos, refugiados y desplazados, y el alto costo de la vida constituyen los temas principales. Sin embargo, el CACIF ha mostrado una actitud poco participativa y a principios del año, luego de una nueva posposición del dialogo para febrero/89, no estaba claro aun si participaría en la mesa del dialogo.

Coincidiendo con la búsqueda de estos acuerdos, los partidos políticos comenzaron a hablar de candidaturas presidenciales y a llamar la atención sobre nuevas alianzas políticas. En este escenario, el primero en aparecer fue Fernando Andrade Díaz, postulado por el PNR (Partido Nacionalista Revolucionario) y negociando el apoyo del PR y de otras fuerzas de centro-derecha. El MLN (Movimiento de Liberación Nacional) desempolvó la figura de un viejo general, Héctor López. Alfonso Cabrera comenzó a copar las instancias de gobierno para reforzar su propia candidatura. El general Ríos Montt también anuncio su retorno a la política y no faltaron partidos que le manifestaran su apoyo.

A lo largo de todo el año se siguieron violando los derechos humanos, con fuerte incremento en mayo, agosto y noviembre, coincidiendo con el estallido de contradicciones al interior del ejército. Este año hubo unas 150 víctimas entre muertos y desaparecidos por motivos políticos, las organizaciones populares fueron objeto de constante acoso, varios de sus lideres fueron asesinados y otros tuvieron que salir al exilio. Además de la represión selectiva observada en los últimos 3 años, también se notó una creciente autonomía de los comandantes militares en sus zonas de control par el manejo de métodos represivos contra la población. Es el caso de la masacre de El Aguacate, a finales de noviembre, en la que fueron asesinados 22 campesinos. Hay un apoyo incondicional del partido de gobierno y particularmente de Vinicio Cerezo a los hechos represivos del ejército.

En este contexto, marcado por la preeminencia de la lucha política entre el proyecto de estabilidad del estado y la burguesía tradicional, hay que enmarcar la continuación del conflicto bélico interno, que ya dura 28 años. Al mismo tiempo que se tuvieron las primeras conversaciones directas entre representantes del estado guatemalteco y la URNG en octubre/87, comenzó la ofensiva "Fin de año" sobre tres zonas del conflicto de las mas duras -la del triángulo Ixil y la del Ixcán, en el departamento del Quiché y la de Solalá, al sur del lago Atitlán-. El ejército buscaba asestar un golpe decisivo a la zona de retaguardia estratégica de la URNG y recuperar o exterminar población campesino-indígena en resistencia. La fuerza desplegada en esta ofensiva -8 mil tropas contra el triángulo Ixil e Ixcán y 5 mil contras contra Sololá, apoyados por artillería pesada, aviones y helicópteros- fue excepcionalmente grande y costosa. Otras fuentes guatemaltecas de probada seriedad afirman que el ejército implico en esta ofensiva y en su continuación hasta abril/88 -la "Fortaleza 88"-. 20 mil soldados.

Ambas ofensivas -en realidad una sola- no lograron el éxito pretendido. El ejército no ha podido presentar fotografías de bajas guerrillearas. Sin embargo, los medios de comunicación han sido testigos -invitados por el mismo ejército- de la dureza de los combates y los vecinos del hospital militar capitalino, del despliegue de seguridad ante la mucha mayor afluencia de heridos. La URNG afirma haber causado al ejército 1.824 bajas, haber destruido total o parcialmente 15 instalaciones militares y haber averiado 17 helicópteros.

El ejército, probablemente por el costo financiero, no pudo mantener su plan de ataque en varios frentes y suspendió el de Sololá tras varias semanas para poder concentrarse en el Quiché. El estudio de la Iglesia Guatemalteca en el Exilio (IGE) "Guatemala: Seguridad, Desarrollo y Democracia", publicado en enero/89, afirma en base a testimonios directos, que en el triángulo Ixil la ofensiva del ejército consiguió desplazar a 7 mil personas y logro la captura o la entrega por hambre de mas de 3 mil. El Ministro de Defensa de Guatemala declaró en septiembre/88 que "les quitamos (a la guerrilla) casi cinco mil cautivos (sic) que tenían al norte del Quiché". En esa zona, pues, el golpe a la población en resistencia o en áreas de refugio, que intenta evitar el control del ejército en aldeas modelo, fue importante. En la zona del Ixcan, en cambio, el ejército no logro afectar a la población en resistencia o en areas de refugio, pero si practico una política de tierra arrasada y dificultó fuertemente las siembras.

El intento de golpe de Estado del 11 de mayo fue probablemente provocado también por la falta de éxito estratégico de una ofensiva tan gigantesca, que causo el ejército tantas bajas frente a una fuerza guerrillera que, según uno de los comandantes de la URNG, Pablo Mosanto, cuenta sólo con 3 mil o 3.500 combatientes. Además de los efectos ya mencionados de dicho intento de golpe -el principal de ellos, el veto al dialogo gobierno-URNG o la participación de esta en el dialogo nacional-, parece que el fracaso estrictamente militar del ejército ha llevado a este a forjar una modificación de su estrategia. Mantiene hostigamientos militares en menor escala, aumenta presencia militar permanente en las zonas dispuestas y, sobre todo, intenta un plan de repoblación de estas zonas, amenazando con el despojo definitivo de su tierra, tanto a la población de decenas de miles de refugiados en México como a la de miles en resistencia dentro del país.

Sin embargo, el año 88 ha visto un aumento de la capacidad militar de la URGN. En zonas muy cercanas a la capital (Acatenango, departamento de Chimaltenango) se dieron en julio y agosto golpes guerrilleros con resultados de mas de un centenar de bajas al ejército. La masacre de 22 campesinos en El Aguacate, aldea del mismo departamento de Chimaltenango, esta claramente vinculada al nerviosismo del ejército por esa presencia guerrillera, fuerte y cercana.

Tanto mas importante es entonces el esfuerzo continuo de la URNG por negociar políticamente el final del conflicto bélico, manteniendo desde su fuerza militar no la demanda de "un poder revolucionario, sino la participación de las fuerzas revolucionarias en un poder de nuevo tipo, concebido conjuntamente con las fuerzas progresistas, nacionalistas y verdaderamente democráticas (Comandante Pablo Monsanto). Para la URNG no es el intento de golpe del 11 de mayo el acontecimiento mas importante del año, sino la derrota de dos ofensivas del ejército (Comandante Rolando Moran). La Comisión Nacional de Reconciliación, reuniéndose en agosto y en Costa Rica con la URNG mostró, al menos, que considera crucial para la solución del conflicto guatemalteco el reconocer a ambos contendientes y el establecer entre ellos un dialogo hacia el futuro. Pero tanto el ejército como el gobierno han logrado ocultar hasta el momento las proporciones del conflicto a un gran sector de la población, sobre todo en la capital.

Política hacia el resto de Centroamérica y hacia el mundo

Hay algunas variantes en la política internacional de Guatemala. En primer lugar, la cancillería abandono su política de respaldo a El Salvador, la que le había venido causando serios problemas por el agudo aislamiento internacional de Napoleón Duarte. Guatemala volvió nuevamente a la línea de apoyar a los países latinoamericanos y de impulsar las negociaciones multilaterales. En segundo lugar, el país perdió importantes apoyos en Europa Occidental por problemas relacionados con la violación de los derechos humanos (masacre de campesinos, tráfico de niños). Los europeos han comenzado a presionar en los organismos internacionales para que Guatemala vuelva a ser considera caso grave en la violación de los derechos humanos. En tercer lugar, Guatemala sufrió tropiezos al intentar formar parte de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, hecho que se interpreta como una perdida de credibilidad internacional. En cuarto lugar, y como contrapartida, Guatemala se benefició apoyando la política de bloque del Grupo de los Ocho. Y con eso evitó un mayor deterioro de su imagen internacional y condenas fuetes en el terreno de los derechos humanos.

En 1988 la cancillería dio un paso importante en la dirección de reorganizar su aparato para disponerlo a la búsqueda de mercados y a la ampliación de relaciones comerciales. Aunque los resultados no se podrán observar en un corto plazo, esta reorganización apuntan a lo que es el tercer objetivo funcional de la política exterior del país. El primero fue un objetivo militar (aislamiento del conflicto bélico interno). El segundo fue un objetivo político (neutralidad militar y beligerancia político-ideológica en el conflicto centroamericano, particularmente frente a Nicaragua).

En el primer objetivo se sacrificó al éxito militar frente a la guerrilla el respeto de la comunidad internacional. La falta absoluta de frenos en la violación de los derechos humanos era necesaria para el éxito militar, aunque eso trajera consigo el aislamiento internacional. En el segundo objetivo se pretendió la neutralidad en el conflicto centroamericano para impedir una regionalización del mismo que hiciera peligrar una consolidación del éxito de la política guerrillera. Y se completó la neutralidad con una beligerancia en favor de la democracia, diseñando la vuelta a un régimen constitucional y a un civilismo producto de elecciones para legitimar la neutralidad, hacer compatible la realidad guatemalteca con los objetivos de la política exterior norteamericana y lograr asistencia económica y apertura de mercados. Al mismo tiempo, se lucho agresivamente par disminuir el impacto de las violaciones a los derechos humanos en la escena internacional, pero en 1988 el éxito en este capitulo ha comenzado de nuevo resquebrajarse.

Se esta ahora preparando el triángulo hacia un tercer objetivo de la política exterior: contribuir a una nueva inserción de la economía guatemalteca en la economía internacional. En este supuesto, es probable que la política exterior mantenga su línea relativamente progresista, a menos de que el proyecto de estabilidad del Estado se vea amenazado por una intensa y/o prolongada disputa por el contenido de las políticas económicas entre el ejército-gobierno y la burguesía, o por una modificación estratégica del conflicto bélico en El Salvador o por un recrudecimiento del conflicto bélico de Guatemala en grado similar al que ha prevalecido en El Salvador.

Sin embargo, mantener una cierta modulación de progresismo no es equivalente a lograra una política exterior relativamente autónoma. Mientras sea imposible en Guatemala afianzar la reactivación de la economía a través de serias reformas que fomente la ampliación del mercado interno y la integración consiguiente entre la sociedad y el Estado, al orientación de la economía hacia el exterior amenaza con una creciente dependencia al servicio de la acumulación oligopolio de la burguesía. Si Guatemala sigue queriendo financiar su expansión exportador con fondos directos o indirectamente norteamericanos, correrá el peligro de convertirse de nuevo en rehén de la geopolítica norteamericana. Entonces, la política exterior ira perdiendo su capacidad de contribuir a la estabilidad del Estado y a evitar o retardar una nueva crisis de poder.

Tres perspectivas hacia el futuro

¿Cual de los dos proyectos? Los dos proyectos que se diputan la dirección del desarrollo nacional en Guatemala no caminan hacia la integración mutua. Entre el proyecto de estabilidad del Estado y el proyecto neoliberal de fomento de exportaciones no tradicionales y la reinserción en la economía internacional existen muchos desacuerdos, pero el más importante concierne al papel del Estado y del Ejército dentro de él. El proyecto de estabilidad del Estado intenta extender el influjo del Estado en todos los ámbitos de la sociedad, incluido el económico y pretende un gesto creciente para evitar el deterioro del nivel de vida de las mayorías pobres. El proyecto neoliberal insiste en la privatización de la economía y en programas de capacitación de la fuerza de trabajo en educación y en salud, así como en el uso económicamente innovador de regiones geográficas de poca importancia económica tradicional.

El ejército intenta solventar este desacuerdo a través de continuas iniciativas como el "Foro Nacional" del 12 de agosto de 1987 y sobre todo, la creación del Centro de Estudios Estratégicos para la Estabilidad Nacional (ESTNA), donde se pretende que oficiales, políticos, empresarios y lideres sindicales discutan juntos sus diferentes filosofías, se conozcan mas, sinteticen sus lenguajes diversos y lleguen a formular "estrategias integrales" par el interés general de la nación. Se pretende pues, la creación de una nueva clase política, de un "establecimiento" guatemalteco unificado. Los últimos años del siglo XX van a ser la prueba de fuego para estos dos proyectos. Pero es probable que a la larga se imponga la tendencia que supedita el proyecto de estabilidad del Estado al de reinserción en la economía internacional. Los conflictos y desequilibrios entre ambos van a ser la plataforma de oportunidad para el avance del proyecto revolucionario. Este ultimo tiene que profundizar propuestas alternativas que tomen en cuenta las dificultades del proceso nicaragüense y plantean programas capaces de desafiar el predominio ideológico de los otros dos proyectos.

¿Israelización de Guatemala?

Si se mantiene la debilidad fundamental de la economía guatemalteca, consistente en la continua crisis de liquidez y en la necesidad de financiamiento externo, y si este financiamiento proviene sobre todo -directa o indirectamente- de los Estados Unidos, Guatemala llegaría a ser un estado rehén de la geopolítica de esa superpotencia. Podría darse entonces un especie de "israelización" de Guatemala. Se podría potenciar el desarrollo de una industria que fabricaría armamento par otros países y municiones par el M-16, fusil tipo de los ejércitos del istmo.

También en base a una cierta costumbre de marcar margen de autonomía respecto de los Estados Unidos y la pericia del ejército guatemalteco en guerra sucia, podría emerger un nuevo papel de este ejército: encargado de trabajo sucios en otros países o como sustituidos o como auxiliares de asesores militares norteamericanos. Ya el ejército argentino se presto a jugar ese papel en Honduras antes de la guerra de Las Malvinas y es notoria la administración que elementos del ejército salvadoreño tienen por los métodos bélicos del ejército de Guatemala. Tanto mas probable seria esta metamorfosis si en El Salvador variara estratégicamente la relación de fuerzas entre el ejército y el FMLN o si este extendiera sus acciones al occidente de ese país, limítrofe con Guatemala, con la misma potencia con que opera en otras regiones.

¿Ascenso del movimiento popular?

Es probable que el movimiento popular guatemalteco crezca en el futuro cercano. Su capacidad para mantener la unidad como madurez durante el año 88, a pesar del incumplimiento del pacto social por parte del gobierno y su capacidad de este de convocarlo a un dialogo nacional sin haber rectificado, muestran un grado de avance significativo. El dialogo nacional bajo los auspicios de la Comisión Nacional de Reconciliación, aunque no tenga probabilidades de éxito por la autoexclusión del ejército, el rechazo del CACIF a participar y la exclusión de la URNG, no dejara de crear un nuevo espacio de participación potencialmente apto para la expresión de reivindicaciones, denuncias y formulaciones pragmáticas. El reciente estallido en la costa agroexportadora de la mayor huelga de trabajadores del campo desde 1980 indica también un nuevo nivel de beligerancia, respondido por el gobierno con la militarización de los ingenios azucareros y el cerco militar de las fincas.

Hay aun lentitud en la formación de cuadros, defectos de democracia interna y diversidades ideológicas. Hay también un contra-ataque de la burguesía con el fomento del solidarismo. Pero el déficit social de los proyectos no revolucionarios es condición objetiva de la movilización popular y el hecho de que esta haya crecido indica el comienzo de la superación de las huellas que dejó en el pueblo la época del terror.

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