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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 91 | Enero 1989

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Nicaragua

Creyentes y progresistas: encuesta a jóvenes de Managua

¿Son religiosos o no los jóvenes de Managua? Los cambios revolucionarios, las tensiones al interior de la Iglesia y entre sectores de la jerarquía católica y la revolución, ¿han hecho variar sus posiciones entre ellos? ¿Más que entre los adultos? ¿Crece o no el número de los evangélicos? ¿Las corrientes "tradicional" y "popular" de la Iglesia están representadas igual entre los jóvenes mayores?

Equipo Envío

Hasta ahora se respondía a preguntas como éstas a golpe de intuición o con puras especulaciones o se recurría a la experiencias personales que se tenían más a mano. Aunque en Nicaragua no hay casi tradición sobre encuestas de opinión, ya empiezan a hacerse algunas. Sus resultados permiten análisis mucho más acertados. Y aportan algunas sorpresas.

La primera encuesta de opinión sobre la religión hecha a jóvenes de Managua muestra que alrededor de un 9% dice no creer en Dios y otro 4% cree en Dios aunque no se identifica con religión alguna. Los jóvenes son, pues más religiosos que la población en su conjunto, pues casi un 20% de ésta afirmó en otra encuesta del mismo año no tener religión alguna.

Las condiciones revolucionarias de la sociedad nicaragüense no parecen hacer caminar a la juventud hacia el ateísmo. La encuesta juvenil muestra además que son una minoría (17%) los que piensan que nuestra fe cristiana y actuación de la revolución hay grandes desacuerdos. Y que son una mayoría (58%) los que afirman la compatibilidad entre ser cristiano y no cumplir con el servicio militar. Parece, pues, que entre los jóvenes de Managua tiene más espacio la postura de ser a la vez cristiano y revolucionario que la contraria.

El 44% de los jóvenes se identifica con la corriente "popular" de la Iglesia y el 31% con la "tradicional", invirtiendo así las proporciones que se dan entre la población global de Managua (18% vs. 47%). El 72% de los jóvenes dicen ser católicos y el 10% se confiesan protestantes o evangélicos, pero la mayoría de ellos no alcanzan a dar una respuesta cristiana sobre el significado de ser cristiano. Lo identifican con "creer en Dios", afirmación teísta que puede no tener mucho que ver con la fe en el Dios de Jesús de Nazaret o con la búsqueda del Reino de Dios y su justicia. La fe de los jóvenes tiende a querer realizarse y practicarse en la historia revolucionaria que se está desarrollando en Nicaragua. Pero la fe teísta, demasiado abstracta, que la educación religiosa transmite, no ayuda a ese objetivo. No es extraño, entonces, que la mayoría de los jóvenes católicos tengan una débil pertenencia a la Iglesia, como se puede ver por varios indicadores.

La encuesta fue hecha en los primeros días de agosto a jóvenes de 16 años a 24 años de Managua -en el momento del triunfo revolucionario tenían entre 7 y 15-, que estudian en centros escolares de secundaria, en normales, institutos técnicos, militares o vocacionales, en la universidad o en la educación de adultos. La muestra se basó en datos facilitados por el Ministerio de Educación sobre la población escolar de Managua.

Se procesaron 882 respuestas, que representan a un universo de 49.831 estudiantes de toda la capital. No se entrevistó a jóvenes que trabajan ni estudian, por problemas estadísticos. Por eso, el 62% de los opiniones son de muchachas y el 38% de varones, ya que el servicio militar ha hecho mayoritaria la presencia femenina en los centros de estudio de la capital. Las opiniones de los jóvenes no encuestado - los que no trabajan o ni trabajan ni estudian mostrarían probablemente mayor religiosidad, pero teñida de rasgos más tradicionales, dado su menor nivel de educación. La iniciativa de la encuesta fue del Departamento de Teología de la Universidad Centroamericana de Managua y su elaboración corrió a cargo del Centro de Investigación Itztani, entidad autónoma asociada a la Universidad, que fue quien pasó la encuesta.

Los resultados globales de la encuesta se incluyen al final de este artículo. El 8% de los encuestados está soltero. El 6% ha comenzado o terminado primaria. EL 68% ha comenzado o terminado secundaria. El 25% ha iniciado la universidad. EL 59% no trabaja mientras estudia y el 41% sí. El 72% dijo ser católico (en la encuesta a población global de Managua 69.3% se manifestó católico); el 10% dijo ser protestante o evangélico (8.9% en la encuesta global); y el 83% dijo profesor alguna religión (78% en la encuesta global).

Cruzada la afiliación religiosa que declaran los encuestados (respuestas a la pregunta 9) con otras muchas respuestas, se pueden establecer cuatro perfiles religiosos entre los jóvenes: católicos, protestantes, evangélicos y sin afiliación religiosa.

Los católicos: entre el progresismo y el conservatismo por la fractura eclesial

Los jóvenes católicos presentan un perfil de opiniones teológicos que los coloca a medio camino entre un cristianismo tradicional y otro marcado por la renovación del Concilio Vaticano II y de Medellín. Tradicionales, porque el 52% ve aún como significado de ser cristiano el "creer en Dios", siendo ésta una afirmación puramente teísta y no específicamente cristiana; y también porque sólo un 25% lee el Nuevo Testamento diario o semanalmente, faltándole así a la mayoría la posibilidad de relacionar la historia con la fe bíblica, mucho más penetrada de historia que los catecismos doctrinales. Pero renovados porque un 49% reconoce en el "amor al prójimo" y no en deberes legales o de mero culto el principal deber cristiano; además el 52% cree que Jesús es "Hijo de Dios y hombre verdadero", mientras que sólo uno de cada cinco cree que Jesús es "hijo de Dios pero no un hombre como los otros", afirmación que puede obstaculizar el objetivo de actuar en la vida y en la historia como Jesús hizo. También se acercan a la mitad (48%) los que aceptan el derecho de los otros a ser ateos o la necesidad de convivir con ellos o de apoyarlos, actitud que facilita la cooperación en objetivos históricos coincidentes.

No es muy sólida entre los católicos la pertenencia eclesial: sólo un 39% acude a la iglesia "por convicción", "por estar en comunidad" o "por comunicarse con Dios". En este grupo pesan más que en el de los protestantes y evangélicos las razones de tradición familiar o de compromiso social en la asistencia al templo. No llega a la mitad (45%) el porcentaje de los que tienen confianza para contar sus intimidades a un sacerdote o a una religiosa. Desciende aún más el porcentaje de los que confían en el ministro eclesial de su barrio (39%) y solo el 44% está dispuesto a entregarse al servicio voluntario de su Iglesia de por vida o por algunos años.

Esta última proporción es alta, si bien mucho menor que la de protestantes o evangélicos, pero además es dudoso que pase de ser buen deseo o que tenga plataformas organizativas en que concretarse. El 62% prefiere el matrimonio eclesiástico o el civil y el eclesiástico entre, aunque es mayor esta preferencia entre protestantes y evangélicos. La conciencia moral de los jóvenes católicos está en transición ante dos principios oficiales de su Iglesia mientras una gran mayoría (79%) rechaza cualquier tipo de aborto, el 53% afirma que las relaciones prematrimoniales son compatibles con la voluntad de Dios. Nos e hizo en la encuesta pregunta alguna sobre la conveniencia o no de legalizar el aborto.

Esta pertenencia eclesial no muy sólida se puede aplicar si se considera que son más los jóvenes católicos que se identifican con la corriente "popular" de la Iglesia que con su corriente "tradicional" (45% vs. 37%), haciendo de este grupo el más dividido respecto del modelo eclesial, y que no se fomentan ni son bien vistas por la jerarquía las organizaciones eclesiales que permitan a los jóvenes católicos y revolucionarios expresar religiosamente y canalizar prácticamente esa identificación.

Respecto a la relación entre fe cristiana y revolución, sólo el 19% considera que la actuación de la revolución contradice la fe cristiana y se dividen casi por mitades los que creen que la revolución ha estado totalmente o bastante de acuerdo con los principios cristianos (36%) y los que piensan que a veces ha estado de acuerdo y a veces no (38%).

Una mayoría piensa que el recibimiento al Papa en Nicaragua fue excelente o bueno (64%) y el 57% piensa el servicio militar es compatible con la fe cristiana. Finalmente, el 35% ve en el Cardenal Obando o el padre Bismarck Carballo la personalidad cristiana más admirable y sólo el 18% ve esa personalidad en los sacerdotes Miguel D'Escoto, Ernesto y Fernando Cardenal. El 34% no tiene ninguna personalidad cristiana a quien admirar.

Los protestantes: religión conservadora y eclesialidad abierta

El perfil teológico de estos jóvenes - 7% del total- es ligeramente más conservador que el significado fundamental de ser cristiano es "creer en Dios", sólo el 42% considera el "amor al prójimo" como el principal deber cristiano y sólo el 29% muestra tolerancia hacia los ateos. Sin embargo, su imagen de Jesús es más progresista: el 61% lo considera "Hijo de Dios y hombre verdadero" y sólo el 14% no lo considera "un hombre como los otros". Además el 65% lee el Nuevo Testamento diario o semanalmente.

La pertenencia eclesial de los protestantes es más sólida que la de los católicos. El 77% dice que acude al templo "por convicción", "por estar en la comunidad" o "por comunicarse con Dios"; el 58% tiene confianza en el pastor de su barrio; el 67% declara estar dispuesto a entregarse de por vida o por algunos años al servicio voluntario de su Iglesia y el 74% prefiere el matrimonio eclesiástico y el civil. El único signo de menor afiliación es que confían menos que los católicos en sus pastores para contarles sus problemas (36% lo hace), aunque hay que recordar que la tradición protestante deja a la persona más sola y responsable que la católica en cuanto a la "confesión" o "dirección espiritual". La conciencia moral de los jóvenes protestantes está más acorde con las posiciones oficiales de sus Iglesias: el 61% rechaza la compatibilidad entre relaciones prematrimoniales y voluntad de Dios y el 86% rechaza cualquier tipo de aborto. La tensión entre corriente "tradicional de la Iglesia - el 18% se identifica con ella- y corriente "popular -que atrae al 45% - es claramente menor que entre los católicos. Parece que los jóvenes protestantes que a la vez son revolucionarios experimentan menor conflicto por la mayor cabida que sus Iglesias dan a la opción de ser cristiano y revolucionario.

Entre estos jóvenes sólo el 15% ve contradicción entre la actuación de la revolución y la fe cristiana. El 38% cree que ha habido bastante o total acuerdo entre fe y actuación revolucionaria y el 33% piensa que el acuerdo ha mezclado con el desacuerdo. Es menor que entre los católicos el número de quienes piensan que el Papa fue recibido en Nicaragua de manera excelente o buena (57%), aunque, como es lógico, es mayor el porcentaje de los que no saben o no responden. Algo menor es, respecto de los católicos, la mayoría de los que creen compatible el servicio militar con la fe (51%). Y también es mucho menor -lógicamente- la minoría que señala al Cardenal Obando (12%) o a los sacerdotes católicos mencionados (5%) como personalidades cristianas a quien admirar. El 4% encuentra en Sixto Ulloa, dirigente del CEPAD (Comité Evangélico pro Ayuda al Desarrollo) y representante por el FSLN en la Asamblea Nacional, esa personalidad.

Evangélicos: los más conservadores y los más eclesiales

El perfil teológico de los evangélicos con -3% del total- es bastante más conservador que el de protestantes y católicos. El significado de ser cristiano se reparte entre afirmaciones teístas (28%), aspectos "carismáticos" (21%) y deberes legales (15%): en total el 64% piensa así. "Amar al prójimo" pierde en este grupo primacía que tiene en los otros tres como principal deber cristiano: sólo el 31% lo escoge como tal; en cambio, el 37% elige el "anunciar el evangelio". Si bien la proporción de los que creen en Jesús como "Hijo de Dios y hombre verdadero" (58%) es más alta que entre los católicos, es también mucho más alta que entre los católicos, es también mucho más alta que en los otros tres grupos la de quienes no creen que Jesús sea "un hombres como los otros" (29%). La tolerancia para con los jóvenes ateos (el 30% la expresan) es equivalente a la de los protestante y menor que la de los católicos. Los evangélicos son el agrupo más beligerante a la hora de querer convertir a los ateos (un 60%) lo quiere hacer frente a un 55% de protestantes y un 39% de católicos). Es el grupo con más frecuente lectura diaria o semanal del Nuevo Testamento (70%, aunque probablemente se trata de una lectura fundamentalista, literal.

La pertenencia eclesial de los jóvenes evangélicos es la más sólida entre los cuatros grupos. EL 72% va al templo "por convicción" o "por comunicarse con Dios". Son ellos quienes más confianza tienen en sus pastores para descubrirles sus intimidades (63%) y con mucho son los que más confianza demuestran en el pastor de su barrio (84%): Su disponibilidad para ofrecer toda su vida o algunos años de ella al servicio voluntario de su Iglesia (67%) es tan alta como la de los protestantes y mucho mayor que la de los católicos. Su preferencia por el matrimonio eclesiástico e también la más alta (86%)., La conciencia moral de los evangélicos es la que está más en consonancia con los principios oficiales de sus denominaciones: el 69% rechaza la compatibilidad entre relaciones prematrimoniales y voluntad e Dios y el 10% rechaza incondicionalmente el aborto.

La fuerza de atracción de la corriente "popular" de la Iglesia (30%) es la menor entre los cuatro grupos. Parecería que la parte de estos jóvenes evangélicos atraída por la corriente "popular" de la iglesia encontraría conflicto en las posiciones fundamentalistas de sus denominaciones. Pero la facilidad de estas denominaciones de constituir nuevos grupos independientes les permitiría una flexibilidad mayor que a los jóvenes católicos para mantener sus opciones religiosas-políticas a la vez que su pertenencia al evangelismo.

Respecto de las relaciones entre fe y revolución, el 20% de los jóvenes evangélicos ve contradicción entre actuación de la revolución y fe cristiana, proporción similar a la que se da entre los católicos. Otras diferencias entre este grupo y fe cristiana, proporción similar a la que se da entre los católicos. Otras diferencias entre este grupo y el de los católicos respecto a este tema no son significativas: el 34% afirma que hay bastante o total acuerdo entre fe y actuación revolucionaria y el 40% acuerdo y 6 desacuerdo mezclados. El porcentaje de quienes piensan que el recibimiento del Papa fue excelente o bueno (58%) es menor que el de los católicos y equivalente al de los protestantes. Un 56% piensa que el servicio militar es compatible con la fe cristiana: la misma proporción que entre los católicos, El Cardenal Obando es admirado por el 14%, aproximadamente con entre los protestantes, el 8% ve en los tres sacerdotes católicos mencionados personalidades admirables. El 65% no encuentra ninguna personalidad así, siendo éste el mayor porcentaje de los cuatro grupos.

Los que no tiene afiliación religiosa: identidad reciente y en transición

El 12% de los jóvenes encuestados afirmó no profesar religión alguna. Sin embargo, cruzando esta respuesta con la dada a la pregunta sobre si creen o no en Dios, resulta que la tercera parte de los no religiosos afirma creer en Dios. Incluso las dos terceras partes de que dicen no creer en Dios prefirieron, en la pregunta sobre si profesan religión o no, la respuesta de que no la profesan en vez de la respuesta también ofrecida de que son no creyentes. Parece, pues, que más que el ateísmo ya arraigado lo que se encuentra entre juventud es principalmente un desligamiento de la pertenencia religiosa a las Iglesias.

En cuanto a sus opiniones teológicas, el 35% cree que ser cristiano es "amar el prójimo "; sólo el 23% considera a Jesús "Hijo de Dios y hombre verdaderos "un hombres justos y profeta" o "el más grande los hombres", siendo éste el grupo que más da esta respuestas. Sólo el 6% lee el Nuevo Testamento diaria o semanalmente y la tolerancia para los jóvenes ateos alcanza, naturalmente, el grado más alto entre los cuatro grupos (58%), aunque, en coherencia con el hecho de que una tercera parte aún tiene fe, el 22% piensa que los jóvenes ateos "están equivocados" y el 5% afirma incluso que "hay que convertirlos".

Lógicamente, la pertenencia eclesial de estos jóvenes es mínima, aunque no está totalmente ausente, reforzando esto aun más la ambigüedad de su identidad religiosa o apuntando tal vez a lo reciente de su proceso de alejamiento de la religión. El 6% dice acudir a la iglesia o al templo "por convicción", el 9% tiene confianza en los ministros religiosos para descubrirles sus intimidades; el 12% la tiene en le cura, pastor o monja de su barrio; el 24% prefiere matrimonio eclesiástico o eclesiástico y civil, y más sorprendente, el 11% dice estar dispuesto a dar toda su vida o algunos años de ella al servicio voluntario de su Iglesia - ¿La tienen o no? -.

Entre estos jóvenes al corriente "tradicional" de la Iglesia cuenta con el 13% de identificación, mientras que el 41% se identifica con la corriente "popular" y un porcentaje mayor que el que aparece en los otros tres grupos (42%) no se identifica con ninguna de las dos corrientes. La conciencia moral de este grupo difiere bastante de los principios oficiales de las Iglesias. El 71% no ve incompatibilidad entre las relaciones prematrimoniales y la voluntad de Dios y el 32% favorece el aborto.

Respecto de las relaciones entre fe y revolución, el porcentaje de los jóvenes no religiosos que dicen que la actuación de la revolución ha sido "totalmente o bastante de acuerdo" con los valores cristianos es el más alto de los cuatro grupos (51%) y sólo el 4% entre ellos piensa que ha habido contradicción. Lo mismo ocurre en la opinión que encuentra compatible el servicio militar con la fe cristiana (74%). También encontramos entre ellos el porcentaje más alto (72%) de quienes piensan que le recibimiento del Papa en Nicaragua fue excelente o bueno, aunque siempre es una mayoría en los cuatro grupos la que así lo considera.

Sólo el 4% de este grupo ve el Cardenal Obando como la personalidad cristiana más admirable; el 10% señala a los tres sacerdotes católicos mencionados y el 20% destaca a Sixto Ulloa como tal personalidad. El porcentaje de quienes no encuentran a nadie a quien señalar (53%) es mayor que entre los católicos, aunque menor que entre los protestantes y los evangélicos.

Mirando a esto datos, parecería que la desvinculación de la mayor parte de estos jóvenes de sus pertenencia religiosa a las Iglesias tiene que ve bastante con sus opiniones sobre compatibilidad entre fe y actuación revolucionaria, mucho más favorable que las de los otros cuatro grupos y más encontraste con las posiciones oficiales de bastantes jerarcas católicos y de no pocos líderes evangélicos.



El cuadro parece indicar que los católicos y los jóvenes sin afiliación religiosa tienen una posición económica más desahogada que la de los otros grupos, si bien los no religiosos, por tener entre ellos más casados, estarían sometidos a alguna mayor presión. Los evangélicos tendrían a su vez una posición económica algo mejor que la de los protestantes. Estos datos son también indicativos de que los jóvenes católicos es de donde salen probablemente la mayoría de los jóvenes que dejan de tener afiliación religiosa, pues los jóvenes católicos están más representados en la educación universitaria que los protestantes evangélicos. Por otros estudios sabemos que es en la universidad donde se encuentran una presencia más consolidada de jóvenes sin afiliación religiosa.

¿Por qué pierden la fe, por qué tienen dudas de fe?

Parece que los que han dudado fuertemente de su fe o la han perdidos (24%) lo han hecho porque la educación en la fe ha sido débil: no ha definido claramente lo que significa ser cristiano o lo ha definido como una afirmación abstracta de Dios y no como una afirmación del Dios de Jesús.

Cuando se cruzan las respuestas a la pregunta 24 - "¿Por qué ha dudado o perdido su fe?" - con la pregunta 10 "¿Qué significa para usted ser cristiano o perdido su Fe "por la educación concebida" (9%) o "por debilidades en las creencias (4%), es decir por falta de coherencia intelectual en la fe, dispersan sus respuestas entre lo que ser cristiano significa: para unos es "creer en Dios", para otros "una responsabilidad" o "cumplir los mandamientos". Podría deducirse que la indefinición del significado de ser cristiano -mostrada en la dispersión de las respuestas- habría contribuido a la duda de la fe o a su pérdida entre aquellos que han sentido la necesidad de mayor coherencia intelectual en su fe.

En cambio, quienes han dudado o perdido su fe porque ésta "no responde a los clamores" (de los pobres, del pueblo, etc.) -son un 11%-, señalan muy mayoritariamente (71%) que para los cristianos es "creer en Dios". Parecería, pues, que en quienes han dudado o perdido la fe por sensibilidad social, el significado del cristianismo como simple fe en Dios contribuyó a la duda o pérdida de la fe. Un Dios abstracto que no sea el Dios de Jesús de Nazaret, el Dios de los pobres, probablemente dice poco quienes escuchan el clamor de mayor justicia que viene del pueblo.

Los motivos para dudar o perder la fe se cruzaron también con las respuestas a la pregunta 41 -"¿En qué tipo de organización de la Iglesia ha participado usted?"-. De quienes respondieron que han dudado o perdido la fe porque ésta "no responde a los clamores" (de los pobres, del pueblo, etc. ) -son un 11%-, tres cuartas partes ha participado en diversas organizaciones de la Iglesia. Esto querría decir que ha habido una búsqueda de actividades religiosas organizadas que ha terminado por no satisfacer las sensibilidad social de bastantes.

Por otro lado, de quienes respondieron que han dudado o perdido la fe "por la educación recibida" (9%), una gran mayoría no ha participado en ninguna organización de la Iglesia. Esto implicaría que las deficiencias de coherencia intelectual en la fe recibida habrían impedido un compromiso orgánico con la actividades desarrolladas por las organizaciones eclesiales. Probablemente esta falta de inserción orgánica habría retroalimentado, a su vez, una falta de respuestas a los interrogantes sobre la fe. Por fin, de quienes respondieron que la duda o pérdida de la fe se debió a "debilidades en las creencias" (4%), menos de la mitad no había participado en organizaciones de Iglesia y más de la mitad sí. Esto sugeriría que la debilidad de la fe aprendida habría empujado a la mayoría a buscar un sentido más sólido con la participación den actividades desarrolladas por la Iglesia.

¿Corriente "tradicional" o corriente "popular"?

Cruzando la pregunta 15 (identificación con la corriente "tradicional" o con la "popular" de la Iglesia) con otras muchas preguntas, resaltan enseguida varios perfiles característicos alrededor de diferencias notables (de mayor a menor) en las respuestas. Veamos el primer perfil, el más diferenciante (de 32 a 21 puntos de porcentaje):



Este perfil más diferenciante contiene respuestas que se pueden agrupar en cuatro puntos: compatibilidad entre fe y revolución, juicios sobre ambas corrientes en el Iglesia, opinión sobre el Cardenal Obando y moral sexual. Sin embargo, hay que tomar en cuenta dos matices. Primero, aunque los jóvenes que se identifican con una tendencia tienden a juzgarla más favorablemente que los que se identifican con la otra, prevalece en todos la benevolencia hacia ambas corrientes. Parece haber entre los jóvenes mayor tolerancia mutua e incluso mayor benevolencia mutua que la que existe entre los ministros religiosos o agentes de pastoral y aun entre adultos cuando se trata de opinar sobre la corriente de la Iglesia con la que no se identifican. Segundo, ninguno de estos jóvenes encuentran una personalidad cristiana que provoque admiración mayoritaria. En definitiva, las diferencias que más separarían a estos grupos tienen que ver con el juicio sobre la compatibilidad o incompatibilidad entre la actuación de la revolución y la fe y con el juicio sobre la compatibilidad entre un aspecto de la moral sexual y la voluntad de Dios.

El segundo perfil es menos diferenciante (de 19 a 15 puntos de porcentaje):



Las respuestas diferenciantes de este segundo perfil se refieren en su mayoría a aspectos de pertenencia eclesial (práctica religiosa, relaciones con los ministros de la Iglesia solidez de la fe). En general, quienes se identifican con la corriente "tradicional" presentan mayor pertenencia eclesial que los otros. La diferencia en el juicio sobre el carácter del recibimiento al papa pierde relieve cuando se ve que en ambos grupos una mayoría lo considera bueno o excelente. Queda finalmente la diferencia en el juicio sobre qué distingue más en ambas corrientes de la Iglesia.

Sobre estos dos perfiles que más diferencian a estos dos grupos de jóvenes hemos ensayado a introducir otras dos variables, el sexo y el haber iniciado o no la universidad, para ver si influían en las respuestas de ambos grupos. EL sexo influye notablemente pero no se percibe influencia en el haber iniciado o no la universidad. En las respuestas dadas por la corriente "tradicional", las muchachas están bastante más representadas que en el total de las respuestas. En cambio, en las respuestas dadas por la corriente "popular", los varones están bastante más representados que en el total de las respuestas. Así pues, ser mujer influye para identificarse con la corriente "tradicional" de la Iglesia y ser varón influye para identificarse con la "popular". Por el contrario, no hay uniformidad de influjo en las respuestas de ambos grupos según se sea o no universitario.

Finalmente, hay un tercer perfil diferenciante en menor grado (aquí las diferencias oscilan entre 14 y 10 puntos de porcentaje):



Las respuestas diferenciantes de este tercer perfil se refieren a opiniones teológicas y morales, a prácticas y compromisos religiosos, al grado con que l fe responde a los problemas de los jóvenes y al trabajo en que sus padres están ocupados. En general, destaca en los que se identifican con la corriente "popular" de la Iglesia una menor coincidencia con las posiciones oficiales de la Iglesia, una menor satisfacción con la fe, menor práctica e implicación eclesial, es decir una mayor secularización. La diferencia en cuanto a las ocupaciones de los padres puede no significar mucho en el caso de los que trabajan en el gobierno, pues en ambos grupos son muchos más los que no tiene padres que trabajen en el gobierno. Tal vez, en cambio, porcentaje de padres que trabajan por cuenta propia, en el grupo "tradicional", haya tenido su influjo.

Una fe que es eclesial y también es política

Desde un punto de vista práctico, si en las Iglesias no se toman medidas pastorales que hagan que los jóvenes identificados con la corriente "popular" - que son más que los otros - se sientan más en su casa, es previsible que, al pasar a la edad adulta vaya disminuyendo una práctica religiosa que ahora puede considerarse incluso alta. El hecho de que los jóvenes identificados con la corriente "popular" comulguen menos frecuentemente que los otros, sientan menos respuesta de la fe a sus necesidades espirituales, asistan a la iglesia o al templo con menor convicción, tengan más dudas de fe, menor disposición para comprometerse en un servicio voluntario a su Iglesia y menor confianza en los ministros de ella, apunta hacia este mismo desarrollo previsible.

No aparecen en los diversos perfiles diferenciantes, porque apenas existen diferencias, las respuestas a algunas preguntas teológicas (qué es ser cristiano, qué peso tiene el amor al prójimo en la fe cristiana, etc.).Tampoco hay diferencias significativas en la frecuencia de lectura del Nuevo Testamento (cerca de un tercio lo lee diario o semanalmente), en el conocimiento de la Doctrina Social de la Iglesia (muy poco) o en el del último documento de los obispos nicaragüenses (mínimo). Muy pocos en ambos grupos piensan que la educación religiosa persiga un compromisos con el pueblo. A esta pregunta la respuesta abrumadora fue "formar buenos fieles". El sentido de esta respuesta debe interpretarse respecto a otras sobre el significado de ser cristiano o cuál sea el principal deber del cristiano. Esta falta de diferencias en estos aspectos hace que el desarrollo previsible por los aspectos diferenciantes tenga tanta mayor probabilidad.

Globalmente, podía decirse que aunque los jóvenes de Managua manifiestan un interés religioso grande y bastante mayor del que se podría haber previsto, perciben la fe más como un alinearse con posturas eclesiales contrapuestas ante el fenómeno revolucionario que como una dimensión autónoma con exigencias frente al mundo, la historia y la sociedad. La integración entre pertenencia eclesial e historia está más consolidada entre los jóvenes que se identifican con la corriente "tradicional" de la Iglesia, lo que sería lógica dada irrupción reciente de la segunda corriente. Pero en general el interés religiosos de los jóvenes tiene un tinte claramente "eclesial", es decir, está vinculado a un grupo de pertenencia, a una corriente social activa que en Nicaragua tiene, quiérase o no, su clara dimensión política. Sólo un 20% no se identifica con ninguna de las dos corrientes y otro 5% no sabe o no responde. Esta realidad constituye un desafío para la revolución y para las Iglesias.

El reto que los jóvenes plantean a las Iglesias

Naturalmente, la encuesta muestra que hay una corriente correspondencia entre tener una fe más elaborada, mejor formulada y una más sólida pertenencia a la Iglesia. Esto es obvio. Pero, la mayor elaboración y mejor formulación no garantiza en Nicaragua que esa fe haya sido educada según la renovación del Concilio Vaticano II, Medellín y Puebla. El hecho de que los encuestados haya reaccionado ante la pregunta de qué significa ser cristiano con la respuesta mayoritaria, no específicamente cristiana, que de ser cristiano significa "creer en Dios", apunta a una educación religiosa bastante conservadora. Se trata de una educación que no habría destacado que ser cristiano significa ante todo "seguir a Jesucristo", "actuar hoy recreando a Jesús", "buscar sobre el Reino de Dios y su justicia "y así ponerse, como Jesús, en favor de las aspiraciones y de la causa de los pobres y entrar en conflicto con todas las estructuras y actitudes que no las favorezcan.

La encuesta, al comparar los perfiles de los que se identifican con la corriente "tradicional" o "popular" de la Iglesia, también muestra que hay otra correspondencia entre una religión más conservadora y una más sólida pertenencia eclesial. También esto es obvio en las presentes circunstancias de Nicaragua. Sin embargo, ello hace que muchos jóvenes están en conflicto de pertenencia con la Iglesia por causa de su inclinación a practicar su fe comprometiéndose con la revolución nicaragüenses.

Ambas constataciones dan que pensar. En primer lugar, estarían reclamando un plan seriamente renovar de la educación cristiana que tratara de acercar a los jóvenes a posiciones más acordes con el evangelio de Jesús y los desafíe a buscar hoy el modo de seguir a Jesucristo y no sólo afirmar un Dios que pueda no ser el Dios de Jesús, el que quiere que los hombres construyan una sociedad nueva y un hombre nuevo.

Estas constataciones reclamarían mucha más fe en la juventud de este países de parte de los dirigentes de las Iglesias. Los jóvenes managuas, en su gran mayoría, no ven contradicción entre la fe cristiana y la actuación concreta de la revolución. Tampoco dejan de ser críticos desde su fe, pues bastantes de entre ellos ven que en esa actuación no siempre ha hablado acuerdo con las exigencias cristianas; creen más bien que la obra históricas; de la revolución ha tenido acuerdos y desacuerdos con esas exigencias. Respecto de la defensa de la patria es donde más divergencias muestra la mayoría de la defensa de la patria es donde más divergencias muestra la mayoría de los jóvenes con la reticencias que las Iglesias han señalado al servicio militar patriótico. Hay aquí un reto al instinto cristiano de las Iglesias.

Finalmente, el hecho de que ninguna personalidad eclesial alcance ente los jóvenes un porcentaje de admiración mayor de un 27% y que incluso el Cardenal Obando sea señalada como personalidad admirada por menos de la mitad de los jóvenes que se identifican con la corriente "tradicional" de la Iglesia (45%), apunta a la falta de organización eclesiales que encaucen la energía de la fe juvenil. Las personalidades admiradas no se dan en el vacío de organización o en un ambiente de choque al interior de las Iglesias .

Los resultados de esta encuesta indican que en Managua subsiste aún la fe entre los jóvenes en proporciones muy grandes. Esto, a pesar de que existen minorías sectarias, distintas del pueblo y de los jóvenes, que piensan que la fe de los jóvenes que piensan que la fe de los jóvenes debería estar extinguiéndose, incluso cuando en casi todos los regímenes socialistas el ejemplo nicaragüense de la convergencia entre fe y la revolución esté moviendo a revisar la concepción sobre la religión y la práctica frente a ella. Por otro lado, la división en las Iglesias junto con la intolerancia frente a la posibilidad de unir fe y práctica revolucionaria, no parecen estar en sintonía con lo que siente una notable parte de la juventud de Managua.

Sin diálogo, sin tolerancia frente a la división de opciones políticas dentro de las Iglesias, aumentará la debilidad de la pertenencia eclesial de muchos jóvenes. Como muestra la encuesta, los jóvenes quieren esa pertenencia. Acoger a los sectores que hace tiempo piden diálogo eclesial con sus opciones creyentes y revolucionarias es un deber del corazón amplio a que todo líder eclesial debe aspirar. Esa nueva actitud favorecerá la fe de muchos jóvenes. No suprimirá el conflicto pero hará que la fe se fortalezca porque se acrecienta el amor y una sociedad en conflicto que busca elementos de solidaridad para un proyecto nacional.

La persistencia de la fe de los jóvenes, incluso cuando no pueden compartir posturas coyunturales de algunos de los líderes institucionales de su Iglesia, es indicio de que en nuestro países la fe y el grupo pertenencia eclesial se sustentan en factores culturales que rebasan a la institución: la familia,. las fiestas religiosas, las imágenes de santos, los momentos cruciales de la vida y la misma fuerza de semillas del evangelio que han dado fruto en actitudes éticas culturales . Es también indicio de que el redescubrimiento de las exigencias proféticas de la fe y de sus consecuencias políticas ha prendido ya en una parte de los jóvenes y no cede fácilmente a presiones institucionales .

Los restos que hoy se imponen a Nicaragua, sobre todo para emprender una batalla por la economía, que es una batalla para salvar la vida de los pobres, exigen que renazca la misma generosidad ética que antes del triunfo llevó a tantos a arriesgar la vida en acciones de cambio radical contra la dictadura. Estos retos exigen que se mantenga la misma indignación y comprensión - cristiana y revolucionaria- frente a la miseria injusta y que el sacrificio heroico de la insurrección y la defensa tenga traducción en la austeridad cotidiana, el trabajo serio y el entusiasmo creativo por un futuro viable. De lo contrario, se pierde la fuerza moral, el valor superior de la lucha por una nueva sociedad, simplemente porque la escasez más peligrosa es la escasez de mujeres hombres nuevos. La juventud está esperando estos ejemplos y necesita que la fe cristiana, mayoritariamente en ella, sea desafiada hoy en Nicaragua desde revolución y desde las Iglesias.

RESULTADOS PRIMERA ENCUESTA DE OPINION DE JOVENES SOBRE RELIGION










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