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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 91 | Enero 1989

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Nicaragua

¿Hacia dónde vamos? Socialismo y acuerdos de Esquipulas

Reagan se fue, la Revolución se quedó, y la paz se ha acercado. Pero, ¿cómo se conjuga la construcción del socialismo y el proceso de Esquipulas?

Equipo Envío

1989 es un año de transición. Si las tendencias actuales se consolidan, en este año habrá finalizado la fase de defensa político-militar de la revolución sandinista y habrá comenzado, con fuerza, la fase de defensa político-económica. Ambas fases constituirían la etapa de liberación nacional en el largo camino hacia la construcción del socialismo nicaragüense.

Fases de la revolución, hitos del socialismo nicaragüense

El desarrollo de la fase político-militar de la revolución nicaragüense (1979-1989) consta fundamentalmente de dos momentos Tras los primeros meses posteriores a la toma de poder -en donde se trazan directrices generales para el desarrollo del proceso, se comienza a conformar el gobierno y las fuerzas armadas, y se realizan importantes mejoras sociales en el área de educación salud y vivienda urbana- Ronald Reagan sube al poder en Estados Unidos. Buscando el resurgimiento del poder imperial, debilitado fuertemente en la década del 70, Reagan opta por el derrocamiento del gobierno de Nicaragua.

El primer momento fundamental de esta fase abarca los años 1981-1984/5 y se caracteriza porque, en términos generales, el gobierno de Estados Unidos toma la ofensiva estratégica usando como punta de lanza la agresión militar. Pese a importantes iniciativas tácticas, Nicaragua en su conjunto está estratégicamente a la ofensiva. En el segundo momento fundamental de esta fase (1984/5-1989) los términos de la lucha se invierten Nicaragua rompe la lógica que había imperado y toma la iniciativa estratégica. El gobierno de Estados Unidos, aunque resiste fuertemente en el plano táctico, queda abocado al declive estratégico.

Desde 1981 hasta 1984/5 se produce el ascenso militar de la contrarrevolución llegando a sumar aproximadamente 15000 hombres; aproximadamente queda reducida hasta 6000 efectivos armados. En la Costa Atlántica la problemática técnico-militar tiene su punto de quiebre cuando se inicia, en 84/85, el camino hacia la elaboración y aprobación de la ley que posibilita la realidad autonómica de esa región. Hacia esas mismas fechas los resultados de las primeras elecciones, después del triunfo revolucionario, aislan del panorama político a la abstencionista y reaganistas Coordinadora Democrática Nicaragüense (CDN) y, por un tiempo, a sus expresiones escritas (diario "La Prensa") y radiales. Los problemas religiosos en el ámbito interno se agudizan tras una conflictiva carta enviada por Juan Pablo II a los obispos del país y su posterior visita en 1983; la expulsión de muchos sacerdotes de sus parroquias, y en algunos casos incluso del país, por no ser políticamente afines a un sector de la jerarquía eclesiástica, culminan con el nombramiento de Monseñor Obando como Cardenal en 1985.

La contrapartida vino de nuevo en ese mismo año con el inicio de la "insurrección evangélica" encabezada por le ayuno del P. Miguel D'Escoto, continuada en 1986 por un vía crucis por todo el país con la participación de cien mil cristianos y una marcha ecuménica en zonas de guerra, mientras, por una lógica distinta, el gobierno expulsaba del país a un obispo y varios sacerdotes acusados de atentar contra el orden jurídico del país.

En el ámbito internacional el Grupo de Contadora que estaba desfalleciendo acosado por las presiones norteamericanas en 1985, recibió gran impulso con la constitución del Grupo de Apoyo en Lima, permitiendo a "los 8" países latinoamericanos impulsar el proceso de paz centroamericano, aprovechado posteriormente la llegada al poder de Vinicio Cerezo en Guatemala y de Oscar Arias en Costa Rica. Esquipulas II fue expresión del declive estratégico de la Administración Reagan y lo potenció cualitativamente. Aunque el costo económico que Nicaragua debió y debe pagar por esta defensa y contraofensiva estratégica es muy alto, la dinámica hacia la paz, con la consiguiente vigencia del sandinismo en Nicaragua, continuó su ascenso.

Al mismo tiempo que se desarrolló ese proceso, y de una manera separable solo analíticamente del mismo, se fue constituyendo un modelo de transición nicaragüense al socialismo. La dinámica de la flexible adaptación a las correlaciones de fuerza nacionales e internacionales, entrelazada con el mantenimiento de los principios fundamentales de la Revolución, eran los polos definitorios del proceso. Algunos hitos importantes en ese camino fueron: el surgimiento e impulso nicaragüense al Grupo de Contadora en febrero/83 lo que implicaba de fondo la aceptación de una negociación con Estados Unidos, con sus inevitables concesiones por ambas partes; las posiciones y propuestas de Nicaragua en ese contexto a partir de ese mismo, año; la celebración de elecciones multipartidarias en 1984 como parte de un proceso periódico; la elaboración de la Constitución Nicaragüense con la definición de la economía mixta, la democracia participativa y representativa, y el no alineamiento, como cauces para alcanzar los objetivos de soberanía nacional, democracia real, transformación social en favor de las mayorías e impulso a un orden internacional justo que engendre la paz.

Puede discutirse si este camino democrático de transición al socialismo fuer resultado de un cambio de orientación sandinista en donde lo táctico se habría vuelto estratégico o si, por el contrario, se trató de variantes a un diseño estratégico que respondía desde el principio a esa forma democrática de transición hacia una nueva sociedad. Caben incluso otras posiciones mas complejas. Pero lo que es cierto es que a partir de 1983 se observa de forma creciente, a través de los hitos históricos que hemos señalados, una progresiva coherencia en el camino democrático de la transición difícil. Todo ello se ha realizado, en lo fundamental, mucho antes de la llegada de Mijail Gorbachov al poder en la Unión Soviética y, más aún, de su consolidación interna.

Si enlazamos la dinámica de la fase de defensa político-militar de la revolución con el desarrollo ideológico del modelo de transición, Esquipulas II no puede dejar de entenderse como un pivote fundamental definitorio de esa doble dinámica entrelazada. Con los acuerdos de Esquipulas II, Nicaragua impulsa, con fuerza, ambas dinámicas en un solo movimiento. Pero terminar de derrotar estratégicamente Ronald Reagan no sería fácil.

El Plan de paz resultante de la segunda cumbre presidencial celebrada en Guatemala en agosto/87, tuvo una contrapartida en ese mismos mes: el plan Abrams. Si Esquipulas II pretendía ser un plan definitivo para completar el proceso de paz entre los países de Centroamérica en un plazo de cinco meses, el Plan Abrams calificaba la cumbre de presidentes como preliminar pretendiendo sabotearla, polarizando a los países del istmo. Si Esquipulas II buscaba iniciar o completar la democratización de los países de la región de acuerdo a sus propias Constituciones, el plan Abrams buscaba hacer renacer a la reaganista Coordinadora Democrática Nicaragüense (CDN), aprovechando la mayor apertura democrática y la situación económica, buscando violentar las normas constitucionales de Nicaragua. Se debería provocar un cierre democrático. Si Esquipulas II llamaba a todos los países del área a impedir cualquier tipo de apoyo a fuerzas militares que buscaban desestabilizar a otros gobiernos (llamados a potencias extraregionales a cesar el apoyo a esas fuerzas), el plan Abrams buscaba que, polarizando a los países centroamericanos y provocando un cierre democrático en Nicaragua, el Congreso de Estados Unidos apoyara económicamente las acciones militares de la contrarrevolución.

La confrontación entre Nicaragua y Estados Unidos quedaba pues planteada principalmente en tres áreas: el área centroamericano, el área político económico interno, y la relación Congreso-contras. A través de Esquipulas II, Nicaragua buscó llevar al presidente Reagan a la mesa de negociaciones; a través del plan Abrams, la administración estadounidense buscó revertir su tendencia al declive que se había mostrado desde 84/85. la deteriorada economía nicaragüense era u factor que fomentaba las ilusiones de Abrams. 4 cortos períodos nos llevarían de Esquipulas II a Esquipulas IV.

Nicaragua a la ofensiva: nueve meses más

En el primero de los cuatro breves períodos que van de Esquipulas II a IV, Nicaragua continuó la ofensiva. La administración Reagan por medio del Plan Abrams no logró revertir a tendencia dominante en casi nueve meses ( de julio/87 a marzo/88).

El ámbito centroamericano fue un primer campo de batalla. Fuertes presiones cayeron especialmente sobre El Salvador y Honduras. Nicaragua comenzó a ser acusada de violar el plan de paz La Comisión Internacional de Verificación y Seguimiento tuvo grandes dificultades para realizar su labor. Honduras objetó una inspección total in situ para no poner en apuros a los contrarrevolucionarios acampados en su territorio. Si originaron numerosos discusiones en torno al concepto de simultaneidad. Sospechosos incidentes fronterizos, de diversos tipo, fueron provocados en las fronteras de Nicaragua con Honduras y Costa Rica...

Esquipulas III, en enero/88, fue el mayor intento de sepultar el proceso de paz centroamericano. En contra de la posición de Nicaragua, fueron dejados de lado el "grupo de los 8" y los Secretarios Generales de la ONU y OEA de la Comisión Internacional de Verificación y Seguimiento (CIVS). Honduras y El Salvador objetaron su dictamen. El mecanismo de una simultaneidad circunscrita a plazos específicos fue drásticamente alterado por un cumplimiento incondicional y unilateral que ponía la lupa sobre Nicaragua. Sin embargo, aún cediendo en puntos importantes, Nicaragua logró que se refrendara el contenido esencial de los acuerdos de Guatemala -la sustitución de la lucha militar por la política y las medidas específicas para alcanzar la paz y la democracia en la región-. El plan Abrams no logró matar Esquipulas en nombre de Esquipulas.

La situación interna de Nicaragua fue el segundo campo de batalla. El Gobierno formó la Comisión Nacional de Reconciliación (CNR) encabezada por el Cardenal Obando y contó, entre otros, con representantes de partidos que concurrieron a las elecciones de 1984 y con quienes no concurrieron. Se anunció la apertura de la "La Prensa", Radio Católica, y se levantó la censura previa en los medios de comunicación del país. Posteriormente la Constitución de la República quedaría plenamente vigente al suspenderse el Estado de Emergencia.

Los partidos políticos fueron llamados a un diálogo nacional que tenía en el horizonte las elecciones para el Parlamento Centroamericano y las municipales. Inicialmente los partidos reaccionaron desconcertados, revivieron viajes divisiones y algunos, automarginados a la política, fueron casi obligados a renacer por Estados Unidos. "¡Levántate y anda!", dijo Abrams a la CDN. Y el Congreso norteamericano sopló sobre ellos una donación de 250 mil dólares. Mucho más dinero les llegó por organizaciones de fachada de la CIA, a lo que hay que añadir la legítima ayuda que algunos recibieron de partidos extranjeros afines, cuyos países no están en guerra contra Nicaragua. Alrededor de quince sesiones sostuvieron estos partidos con el Gobierno como parte del diálogo nacional sin que faltaran algunos enfrentamientos callejeros.

Sin embargo el diálogo más importante fue el que se venía realizando entre los contrarrevolucionarios y el Gobierno de Nicaragua y que, en este breve período, culminó en Sapoá. El mandato de Esquipulas III, implementado por Nicaragua, logró ese acuerdo en marzo/88 fracturando políticamente a la dirigencia contrarrevolucionaria. Pese a dos ataques relativamente exitosos realizados por la contra en la carretera al Rama y en las minas del Atlántico a finales del 87, el Ejército Popular Sandinista (EPS) lanzó, del 3 al 20 de marzo/88, la mayor ofensiva de toda la guerra: la "Operación Danto". Con la participación de 4200 efectivos del EPS y tres ramas del ejército, fueron golpeadas importantísimas fuentes de suministro y logística de la contrarrevolución. Además se causó alrededor de 1000 bajas a un ejército que no superaba los 7000 hombres. Un día después comenzaba del diálogo en Sapoá que el Gobierno sandinista inició declarando un cese al fuego unilateral, que se ha venido renovando mensualmente hasta la fecha.

La relación contras-Congreso fue el tercer campo de batalla. En febrero/88 se realizó la primera votación post-Esquipulas para conseguir financiamiento militar a los contras en el Congreso de Estados Unidos. Ronald Reagan había retrasado la votación desde agosto/87 esperando mejores condiciones. Además, había reducido los 270 millones de dólares propuestos inicialmente a un paquete de 36 millones, de los cuales solo 3.6 eran presentados como financiamiento militar. Después de diez horas de encendidas discusiones al resultado fue de 219 votos vs. 211 en contra de la propuesta republicana.

Un mes después, un paquete de "ayuda humanitaria" propuesto por el demócrata Jim Wright como alternativa de compromiso a la ayuda militar, fue también sorpresivamente derrotado. Los republicanos, opuestos a cualquier tipo de financiamiento a la contra que no fuera militar, votaron junto con aquellos demócratas que no deseaban ni financiamiento militar ni humanitario. En consecuencia fuer derrotada la corriente centrista de Wright.

El resultado de las dos votaciones, la primera de carácter decisivo y la segunda muy circunstancial, fue una contrarrevolución sin ayuda militar y, momentáneamente, sin ayuda humanitaria. Ese factor, aunado al resultado de Operación Danto y a las negociaciones de Sapoá; a la mayor apertura democrática de Nicaragua con un diálogo iniciado con los partidos político; a la mejoría de las relaciones con la Jerarquía Eclesiástica tras el nombramiento del Cardenal Obando como presidente de la CNR; a la revalidación de Esquipulas II lograda en Esquipulas III; y al éxito político inicial de la reforma monetaria lanzada en febrero/88, fue una avalancha aceleradora del declive estratégico de la Administración Reagan y de la transición democrática al socialismo.

Reacomodo táctico: el imperio contraataca

El plan había sido golpeado en su tres frentes. Paralelamente se entró de lleno en el octavo y último año presidencial de Reagan, incrementándose su debilidad ante Nicaragua. En esta carrera contra el tiempo, Gobierno estadounidense cedió en su ofensiva maximalista tendiente a revertir la dinámica iniciada en 84/85, y comenzó a buscar un objetivo menor: heredar al futuro presidente de Estados Unidos una contrarrevolución con apoyo militar, empeñada activamente en potenciar el deterioro económico de Nicaragua. De paso, eso evitaría que el gobierno sandinista lograra su objetivo maximalista: obligar a Reagan a negociar en su momento de mayor debilidad. En todo este tiempo el presidente Ortega lanzó numerosos llamamientos al diálogo directo Nicaragua-Estados Unidos.

Con estas variantes, el plan Abrams continuó su lucha en las mismas áreas de batalla. Pese a la tendencia adversa, no todo había estado perdido en el breve período anterior. En el ámbito centroamericano, solo la gran habilidad de Nicaragua había logrado salvar Esquipulas III. Se había logrado cerrar en gran medida los márgenes de autonomía de los presidentes Duarte y Azcona. Incluso Cerezo y Arias no mostraban el mismo grado de autonomía que nueve meses antes. Las presiones norteamericanas y los problemas internos comenzaban a minarlos. En el Congreso estadounidense la derrota clave de febrero había sido sólo por un margen de ocho votos; únicamente de 4 personas. Además, en la votación del mes siguiente, por la "ayuda humanitaria", los congresistas republicanos mostraron gran unidad y coherencia rechazando ese paquete para poder insistir posteriormente en el financiamiento militar.

Dentro de Nicaragua la situación económica era difícil. Un indicador de ello era el ritmo inflacionario: en 1984 fue de 33%, 85 del 220%, en 86 del 675% y en 87 1200%. La reforma económica iniciada en febrero/88 era un gran riesgo. Había que insistir en fortalecer por diversos medios a la oposición política y aprovechar la presencia del Cardenal Obando en la CNR. Debía provocarse el cierre democrático de Nicaragua. Paralelamente había que fortalecer la unidad de la contra en favor de la corriente militarista y lograr que los sandinistas rompieran el cese al fuego. Es decir, con el cierre democrático, la reanudación de acciones militares en Nicaragua y con la mayor docilidad de los demás países centroamericanos a Washington, la votación en el Congreso norteamericano se podría revertir. La contraofensiva se inició en el segundo trimestre del 88. No en vano Reagan había declarado: "el telón no ha caído aún".

Los primeros efectos de esta contraofensiva se comenzaron a sentir dentro de Nicaragua. En abril/88, Richard Melton fue nombrado embajador de Estados Unidos en Nicaragua. La oposición del país necesitaba un líder político para aglutinar en un solo frente opositor al mayor número posible de partidos políticos. Potenciando un trabajo preexistentes, Melton logró fortalecer a 14 partidos o fracciones de partidos, teniendo como eje a la reaganista CDN compuesta por 7 de esos partidos o fracciones de partidos. Este grupo de "los 14", con matices muy diversas según su ideología, lanzó a las centrales sindicales, dirigidas por ellos, a una huelga de hambre demandando reivindicaciones económicas imposibles de satisfacer en la situación por la que atraviesa el país. Los políticos acuerparon a sus centrales logrando por ello bloquear el diálogo nacional con el Gobierno, argumentando además la necesidad de 17 reformas constitucionales. La dinámica política interna quedó bloqueada.

Seguidamente Melton impulsó a la oposición a tomarse las calles. Estas manifestaciones no se distinguieron precisamente por la gran influencia de simpatizantes ni por mostrar mucha unidad interna o intra partidaria. Pero, a cambio, los ataques violentos a instituciones estatales, quemas de vehículos gubernamentales, etc. Con buena resonancia en medios de comunicación internacional, suplieron aquellas deficiencias. Los asalariados de la Administración Reagan en lo político debían alcanzar la misma "mística" que los contras, sus asalariados en lo militar.

Esto significa que todos los integrantes del grupo de los 14 partidos siguieran acríticamente las orientaciones de Melton. Algunos de ellos habían participado en las elecciones del 84 mostrando una franca posición nacional. Sin embargo, colocados en medio de los programas y estrategias coherentes del sandinismo y el reaganismo, contrapuestas radicalmente, no lograra ser opositor al sandinismo y suficientemente independiente de Estados Unidos. No lograron, pese a tener simpatizantes reales o potenciales en los sectores medios, fracciones burguesas semipatrióticas, y en algunas corrientes políticas internacionales europeas. Por eso quedaron al vaivén de los acontecimientos, encerrados en un marco cortoplacista y vulnerable a personalismo, a errores del sandinismo en su trato con ellos, y a la atracción ejercida por el plan Abrams.

El bloqueo al diálogo nacional, el hipócrita apoyo de los grandes patrones a las demandas reivindicativas de los asalariados para catalizar la crisis económicas, el impulso a violentos disturbios callejeros, etc., adquirió en julio/88 su sentido pleno. La CDN y el Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP) proclamaron un "Gobierno de Salvación Nacional". Ese "gobierno" estaría formado por estos grupos ultraconservadores, la contrarrevolución, otros partidos opositores y también, según precisó "La prensa", por algunos sandinistas. En el centro de ese acto estuvo Richard Melton, vitoreado en varias ocasiones por los participantes. Había nacido el líder. La demanda era desmantelar al Gobierno de Nicaragua.

La contrarrevolución vivía un proceso similar. Tras la factura interna de los contras en Sapoá, la Administración Reagan realizó un esfuerzo extraordinario para "unirlos" de nuevo. Abrams jugaba, en relación a la contra, un papel similar al de Melton con los partidos opositores nicaragüense. En un accidentado proceso, el coronel somocista Enrique Bermúdez quedó designado con máximo jefe de la contrarrevolución. Al mismo tiempo había que bloquear las conversaciones posteriores a Sapoá. Tras cuatro sesiones cumbres entre el Gobierno de Nicaragua y los contras encabezados para ese momento por Bermúdez- el diálogo murió. En junio/88 la contrarrevolución propuso, dos horas antes de que se agotara el plazo de esa cumbre, una propuesta que en definitiva pedía el desmantelamiento del Gobierno de Nicaragua. Bajo otra forma y otro nombre era un planteamiento equivalente al "Gobierno de Salvación Nacional". El plan Abrams era el común denominador. EL Cardenal Obando, presidente de la CNR, formulaba por su parte opiniones políticas coincidentes en gran medida con determinadas demandas opositoras.

Con esos avances del plan norteamericano en Nicaragua el propio Secretario de Estado, George Shultz, entró en escena en el área centroamericana. Su objetivo era unir a los países del área en un conjunto de exigencias y presiones que resultaran inaceptables para Nicaragua y que dieran por resultado el bloqueo de Esquipulas II y III ante la "intransigencia" sandinista. Los dos viajes de Shultz a la región en julio y agosto/88 respectivamente, encontraron a sus presidentes con situaciones más delicadas que un año antes, cuando se firmó Esquipulas II.

En El Salvador las elecciones legislativas y municipales habían dado el triunfo a la ultraconservadora ARENA, la guerrilla continuaba sus ataques, y se producía una profunda ruptura interna dentro del partidos gobernante. EN Honduras sobrevino el caso-Matta con el consiguiente estallido popular contra la Embajada de Estados Unidos. Fuertes rumores de divisiones en las Fuerzas Armadas hondureñas se propagaron en torno al caso, siendo a la implicación en el narcotráfico de un sector militar uno de los puntos de fricción. En Guatemala el gobierno enfrentaba una fuerte oposición del CACI, máximo organismo federado de los capitalistas, conflicto que tuvo su expresión en intentos de golpes de Estado. Arias mientras tanto, veía cuartearse la unidad de su partido en un marco de críticas de la población por el deterioro de su gestión interna en beneficien de la externa. Narcotráfico era la palabra más escuchada. Los mejores argumentos de Shultz ante estos presidentes, para avanzar su plan, fueron económicos. Bajo diversas formas entregó 75 millones de dólares a Guatemala, 125 a El Salvador, 57 a Honduras y 85 a Costa Rica.

Melton, Bermúdez y Shultz fueron la expresión de la contraofensiva estadounidense. En agosto-septiembre/88 Robert Dole cerró el círculo con una propuesta en el Senado norteamericano de 47 millones de financiamiento para la contrarrevolución, 20 de carácter militar y 27 "humanitaria". La aprobación de este financiamiento de ayuda debería ser la coronación del plan Abrams.

Reagan se va: la ofensiva final sandinista

Llegado el tercer trimestre del 88, el gobierno de Nicaragua ve con claridad que su plan maximalista negociar con Reagan- no era viable. Cualquier arreglo, en todo caso, sería posible con el futuro presidente de Estados Unidos. Lo que debía hacerse ahora era derrotar la posibilidad de que la contrarrevolución quedara con apoyo militar y reanudara las hostilidades. Al mismo tiempo debía crear un situación en que las opciones posibles al próximo presidente, fuera demócrata o republicano, lo forzara a abandonar la vía militar y a decidirse por la solución política negociada. La campaña electoral norteamericana estaba entrando en su recta final, y el tema de la contrarrevolución trataba de ser evitado por unos y por otros. El financiamiento militar a los contras no gozaba de mucha simpatía en el electorado estadounidense. Bush se mostraba parco; Dukakis no lo apoyaba. Desde la perspectiva nicaragüense hacía falta desmantelar el plan Abrams aprovechando esta coyuntura.

Estallaron los disturbios violentos de Nandaime a mediados de julio/88. Era la política de provocación y desacato a las leyes nicaragüense impulsada por Melton. Sin un grupo contrarrevolucionario atacó a un grupo de mujeres y jóvenes civiles como parte de las progresiva violaciones del cese al fuego de la contra-, pero inmerso en la racionalidad de la dinámica coyuntura, el Gobierno de Nicaragua, apoyado en las leyes del país, expulsó de Nicaragua a Richard Melton. Caía la cabeza de la contrarrevolución política. Era la primera vez que ocurría esto en la historia de Centroamérica y el Caribe. En esa misma circunstancia, cuatro de los principales dirigentes de la reaganistas CDN incluido su presidente Carlos Huembes, que habían sido de los principales acusadores en las manifestación de Nandaime fueron encarcelados para responder ante la ley por esos desacatos. El diario "La Prensa" y Radio Católica, considerados los principales voceros de esas posiciones, fueron suspendidos temporalmente. Poco después, ante la paralización de todas las CNR de los países centroamericanos por el impasse de Esquipulas II, el gobierno de Nicaragua congeló esa instancia -presidida por el Cardenal- hasta que se redifiniera ese papel en Esquipulas IV.

En el plano internacional el FSLN, en su calidad de partido -no de gobierno-, realizó asambleas de solidaridad con el FMLN de El Salvador en el Centro de Convenciones Olof Palme; Fidel Castro por su parte condecoró al Presidente de Nicaragua con la Orden José Martí. ¿Querían los presidentes centroamericanos atizar el fuego del área? ¿Querían los congresistas norteamericanos que su próximo presidente asumiera el poder sin tener más opción que una guerra generaliza en la región? ¿Se atreverían a proporcionar financiamiento militar a los contras, arriesgando que Nicaragua cediera por su parte cohetes tierra-aire a los revolucionarios salvadoreños, en plena recta final de sus elecciones?

Con las respuestas en el plano interno e internacional, el país estaba desafiando las tres áreas vitales del plan Abrams: la situación centroamericana, la relación Congreso contras y la situación interna de Nicaragua.

Llegaron las respuestas. En el plano centroamericano, en agosto/88 Shultz no logró recoger la firma de los cuatro cancilleres centroamericanos con una condena a Nicaragua;, a cambio surgió un documento genérico y sin trascendencia. La propuesta de Robert Dole en el Senado fue derrotada en ese mismo mes por 57 votos vs. debate político cambiaron sustancialmente: los partidos se vieron cometidos a una atomización pocas veces vistas, y el reclamo principal del sector ultraconservador fue excarcelación de los reos de Nandaime. Ya no fue el "Gobierno de Salvación Nacional". La dirigencia contrarrevolucionaria volvía a dar muestras de divisiones mientras esperaba el resultado de la contienda Bush-Dukakis.

El telón prácticamente se había cerrado. Un estancamiento fundamental, con algunas pequeñas muestras de dinamismo, envolvieron las últimas semanas previas a la elecciones norteamericana. El plan Abrams no logró su objetivo maximalista de agosto/87, tendiente a revertir el declive estratégico de la Administración Reagan hacia Nicaragua iniciado en 1984/85. Tampoco pudo heredar una contrarrevolución unida, con apoyo militar y plena operatividad bélica. Nicaragua por su parte tampoco pudo conseguir su objetivo mayor de negociar con Reagan y conseguir la paz. Pero sí logró que la contrarrevolución, organismos principal de la agresión norteamericana, quedara derrotado. El declive estratégico iniciado en el 85 se había convertido en debacle. Ese factor básico, entre otros, dejaba el futuro presidente de Estados Unidos, pese a la crisis económica de su adversario, con muy pocas posibilidades militares contra Nicaragua y abocado a la solución política . Quedó fortalecido por tanto el camino hacia la paz y la transición democrática al socialismo.

Esquipulas IV: la vigencia de Sandino

Nicaragua buscó avanzar el proceso de paz centroamericano. Despejando el camino de la paz impulsó en la Asamblea Legislativa una serie de leyes que fortalecían las institucionalización del pluralismo político (municipalidades, ley electoral, etc.), continuó llamando a Estados Unidos a negociaciones centroamericanos a reunirse en Esquipulas IV.

La cumbre presidencial fue pospuesta en cinco ocasiones. Finalmente se realizó el 13 y 14 de febrero en La paz, departamento de El Salvador. Los acuerdos alcanzados fueron fundamentalmente doce:

1) los compromisos adquiridos en Esquipulas II y III son obligantes para todos los países del área;

2) por disposición del presidente Daniel Ortega, Nicaragua realizara elecciones para presidente, representante de la Asamblea Nacional, municipalidades y Parlamento Centroamericano, a más tardar el 25 de febrero de 1990;

3) mediante diversos mecanismos específicos, que incluyen la presencia de observadores de la ONU y la OEA en todos los distritos electorales, se asegurará la pureza de ese proceso electoral;

4) Nicaragua excarcelará prisioneros de conformidad con la clasificación que ha hecho la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (OEA);

5) por propuesta del presidente Ortega e iniciativa del presidente Azcona, los presidentes centroamericanos elaboraran en un plazo no mayor de 90 días en un plan para la desmovilización,

6) repatriación o reubicación en terceros países de miembros de la contrarrevolución y sus familias, contando con la asesoría de Naciones Unidas;

7) se reitera con firmeza que gobierno regionales o extrarregionales cesen toda ayuda a fuerzas irregulares o insurgentes excepto si esta contribuye a su desmovilización;

8) la comisión ejecutiva - los cancilleres centroamericanos- promoverán de inmediato reuniones técnicas para verificar la seguridad nacional de los países del área de acuerdo con las conservaciones celebradas recientemente en Nueva York con el Secretario General de Naciones Unidas;

9) se reafirman las facultades de las Comisiones Nacionales de Reconciliación;

10) se llama a la comunidad internacional a apoyar el proceso de recuperación socioeconómica de las naciones centroamericanas;

11) por iniciativa de Nicaragua se decide promover un acuerdo de cooperación regional para la erradicación del tráfico de drogas;

12) los presidentes se reunirán nuevamente para analizar asuntos pendientes en la República de Honduras. (Véase el texto completo de los Acuerdos al final de este artículo).

El resultado de Esquipulas IV fue expresión clara de la tendencia señalada en este análisis y acelera aun más el fin de la fase de defensa político - militar de la revolución sandinista y el inicio de la fase de defensa político-económica. Si la esencias de Esquipulas II era trasladar a lucha militar a la lucha política Esquipulas IV asegura el desmantelamiento de la contrarrevolución armada mientras Nicaragua, de acuerdo a su propia Constitución, realizará nuevamente elecciones libres tras la de 1984.

A la Administración Bush se le cierran aún más sus opciones hacia Nicaragua. La intervención directa no es razonable y la prolongación estratégica de la guerra de los contrarrevolucionarios tampoco lo es. Solo le queda la alternativa de la solución política. Obviamente no es de esperar que todo marche sobre ruedas. Sin duda muchas zancadillas y dificultades surgirán en las diversas áreas de lucha, pero difícilmente ser revertirá la contraofensiva iniciada en los años 84/85. A tan solo 25 días del fin de su largo mandato, Esquipulas IV expresa la derrota militar de Reagan. Significativamente tan solo un día después, el 14 de febrero, los soviéticos salían derrotados militarmente de Afganistán. Con significados ideológicos radicalmente distintos y sin hacer una falsa simetría entre Afganistán y Nicaragua, ambos países muestran sin embargo, de muy diversas manera, que el tercer mundo es cada vez más ingobernables por las grandes potencias, aún en aquellas áreas que ellas autodefinieron como presunta parte de su seguridad nacional. La emancipación del tercer mundo, en un contexto internacional multipolar, sigue su marcha. Gorvachov ha reconocido esta realidad; Estados Unidos opone tenaza resistencia. En El Salvador, tras la audaz propuesta del FMLN para decidir el conflicto por una vía política, los conservadores pragmáticos de la Administración Bush tendrán un nuevo test.

Como parte de el proceso que llevó a Esquipulas IV, el Gobierno de Nicaragua inició semanas ante un proceso de concertación económica y político con productores privados y partidos opositores para fortalecer el régimen de economía mixta y pluralismo político. Este proceso de concertación se produjo paralelamente a la continuación del proceso de reforma económica que se inició en febrero/88. Encendidos debates han proliferados en torno a este conjunto de medidas. Un sector productores privados y partidos políticos están dispuestos a avanzar en esa dirección mientras otros se niegan con diversos matices. La reforma económica avanza incorporando la experiencia de 1988 con una gama que va, desde críticas constructivas de revolucionarios nicaragüenses, hasta rechazos radicales por parte de sectores ultraconservadores. Los pequeños y medianos productores Agricultores y Ganaderos (UNAG) se preparan para grandes batallas desde la lógica de las mayorías populares . Todos estos factores muestran que la batalla por la defensa político-económica de la revolución, es decir, la nueva fase de la transición democrática la socialismo ha empezado sin que aún termine totalmente la fase de defensa político-militar.

La nueva fase que se ha abierto no será fácil. El 10 de febrero la Asamblea Nacional ratificó una reducción del presupuesto anual del Gobierno en un 35%. Eso eliminarían 30 mil puestos de trabajo en la planilla del gobierno. Aún no es posible saber cuántos irán realmente al desempleo pues ese número incluye la supresión de plazas vacantes y se desconoce cuántos lograrán ser reubicados en actividades productivas. De cualquier modo es una medida fuerte: se: calcula en 170.000 los trabajadores presupuestados. "No es justo pero es imprescindible" dijo el diario Barricada, órgano oficial del FSLN, al comentar la medida. La pobreza aumentará en lo inmediato y también la delincuencia. La policía también será reducida. La población en su conjunto tuvo además que soportar un 20000% de inflación en 1988.

Desde otro ángulo complementario, las víctimas de guerra que Nicaragua ha tenido después del triunfo revolucionario son superiores en un 169%, si se comparan a las víctimas que los Estados Unidos han tenido en sus cuatro principales guerras del siglo XX: la primera y segunda guerra mundial, Corea y Vietnam. Las personas o instituciones solidarias con el pueblo de Nicaragua en el ámbito internacional tienen ahora la obligación de ayudar a consolidar lo que ayudaron a forjar. Se ha ganado la guerra y se deberá ganar la paz para consolidar el camino estratégico y original de la revolución.

Mas allá de la etapa de liberación nacional espera el socialismo que, al igual que la transición difícil deberá ser, por ley de la historia, un socialismo hecho con arcilla nicaragüense. Hace exactamente veinte años le preguntaron a Carlos Fonseca: "Usted quiere quitar a Nicaragua de la tutela de Estados Unidos. ¿Quiere usted decir que quiere poner a ese país bajo la tutela de un estado socialista?". Mucho antes de los acuerdos de Esquipulas, de la perestroika, del a rectificación cubana, de las nuevas experiencias chinas, etc. Carlos Fonseca respondió. "Nosotros queremos u estados socialista al estilo de Nicaragua". Y desde 1957, antes incluso de la fundación del FSLN, el mismo Carlos Fonseca refiriéndose a Hungría había señalado: "Mi desacuerdo se debe a que la política de ese partido (el partido comunista húngaro) tenía en su mayor parte por objeto remedar servilmente los métodos usados por los comunistas de Rusia". El Jefe de la Revolución Nicaragüense, desde esa convicción, encontró en Augusto C. Sandino la llave metodológica para hacer carne de su carne y sangre de su sangre la dialéctica revolucionaria.

El pensamiento de Augusto C. Sandino cobra vigencia en esta nueva fase de lucha. Sandino culminó con éxito su lucha militar contra la intervención estadounidense. Comenzó entonces, en 1933 y 1934, una nueva fase política de negociaciones y concertaciones sin descuidar -contra lo que generalmente se cree- lo aspectos militares. Su objetivo era formar un gobierno desde la lógica de las mayorías. El contexto en que se movía era sumamente complejo en lo económico -había crisis internacional y el país, además, estaba desgastado por la guerra-. Los partidos tradicionales del país, pese a ser testigos de la victoria militar de Sandino, no querían separarse de la tutela norteamericana aunque tenían importantes fisuras. La era de las intervenciones de Estados Unidos en Centroamérica iba finalizando; el imperio tenía importantes puntos que atender en otras regiones del mundo.

Y dijo Sandino: "Oigame bien usted que está joven, óigame estas palabras porque pueden resultar proféticas.... aunque sin duda alguna son las marines los que han causado este daño y destrucción, para el efecto de un resultado práctico todos los nicaragüenses debemos compartir la responsabilidad de la reconstrucción .... Con la expulsión de los marinos de Nicaragua, no terminan los problemas de la nación. Hay muchos peligros internos y externos. Estos, porque los Estado Unidos, si bien pueden darse el lujo de convertir una derrota en un acto de sabiduría por reconocer su error y retirar sus tropas, carecen de la liberalidad de espíritu necesario para reconocer los derechos ajenos por encima de las ambiciones comerciales y no van dejar de intrigar y manipular para sustituir la intervención armada por otra, tan sutil, que no se puede combatir con las armas sino únicamente con la dignidad y honestidad de nuestros políticos, algo que no por ahora sólo existe en grado ínfimo. Esto es el principal peligro interno y constituye una condición que sólo a muy largo plazo ya costa de grandes sacrificios se podrá superar... Por lo menos dejaré la semilla sembrada y algún día fructificará... Y yo no tengo la menor duda que el pueblo de Nicaragua es tierra fértil y generosa, aunque habrá que regarla con abundante lágrimas y sangre de nuestro pueblo. Un día, quizás lejano, fructificará inesperadamente e irresistiblemente, y tanto más largo se a el período de germinación, tanto más hermoso será el fruto. ¡No pierda nunca la fe! ¡Usted lo verá!."

ESQUIPULAS IV:
TEXTO DE LA DECLARACION CONJUNTA
DE LOS PRESIDENTES CENTROAMERICANOS

"Los Presidentes de El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Costa Rica, reunidos en el Departamento de La Paz, República de El Salvador los días 13 y 14 de febrero de 1989, analizaron la situación del proceso de paz en Centroamérica y adoptaron decisiones necesarias para su vigencia, en el entendido de que los compromisos adquiridos dentro del marco de Esquipulas II y la Declaración de Alajuela, constituyen un todo común e indivisible.

Los Presidentes de Costa Rica, El Salvador, Guatemala, y Honduras conocieron la disposición expresada por el Presidente Constitucional de Nicaragua, Daniel Ortega Saavedra, de desarrollar un proceso de democratización y reconciliación nacional en su país, en el marco de los Acuerdos de Esquipulas II, de conformidad entre otras con las siguientes acciones:

- Una vez efectuada las reformas a la legislación electoral y a la legislación que regula la expresión del pensamiento, la información y el régimen de opinión pública, de modo tal que se garantice la organización y la acción política de los partidos en su sentido más amplio, se abrirá un primer período de cuatro meses para la preparación, organización y movilización de los partidos, y, acto seguido a su vencimiento, un nuevo período de seis meses de actividad política, al final del cual se celebraran los comicios para Presidente, Vicepresidente, Representantes a la Asamblea Nacional, Municipalidades y Parlamento Centroamericano. Las elecciones deberán realizarse a más tardar el 25 de febrero de 1990, salvo, que de común acuerdo, el Gobierno y los partidos políticos de oposición, decidan que se efectúen en otra fecha.

- El Gobierno de Nicaragua integrará el Consejo Supremo Electoral con la participación equilibrada de representantes de los partidos políticos de oposición. En ese sentido, los Presidentes hacen un llamado a los partidos políticos de Nicaragua a participar en el proceso electoral. Se invitará a participar a observadores internacionales, especialmente a delegados de los Secretarios Generales de las Naciones Unidas y de la Organización de Estados Americanos, a hacerse presentes en todos los Distritos Electorales durante las dos etapas ya mencionadas, con el fin de constatar la pureza del proceso.

- El Gobierno de Nicaragua garantizará el libre funcionamiento de los medios de comunicación, mediante la revisión y modificación de la Ley de Medios, y el acceso igualitario en horario de transmisión y duración, a todos los partidos políticos en la televisión y radiodifusoras estatales. El Gobierno de Nicaragua autorizará a todos los medios de difusión para que puedan proveerse en el propio país o en el exterior, según su conveniencia, de todos los materiales, implementos y equipos necesarios para el cabal cumplimiento de sus labores.

- De acuerdo con la propuesta del Presidente de Nicaragua y la iniciativa del Presidente de Honduras, los Presidentes Centroamericanos se comprometen a elabora, en un plazo no mayor de 90 días, un Plan Conjunto para la desmovilización, repatriación o reubicación voluntarias en Nicaragua y en terceros países, de los miembros de la Resistencia Nicaragüense y de sus familiares. Con ese fin, solicitarán asesoría técnica de organismos especializados de las Naciones Unidas.

Con el objeto de contribuir a crear condiciones para desmovilización, reubicación o repatriación voluntarias de los nicaragüenses que se han involucrado en actividades armadas directas o indirectas y que se encuentran en territorio de Honduras, el Gobierno de Nicaragua ha decidido proceder a la excarcelación de prisioneros, de conformidad con la clasificación que ha hecho la Comisión Interamericana de Derechos humanos.

- Dicho plan también contemplará la asistencia para la desmovilización de todas aquellas personas que estuvieron o están involucradas en acciones armadas en los países de la región cuando voluntariamente lo soliciten.

Para cumplir con los compromisos de verificación de seguridad, se encarga a la Comisión Ejecutiva que promueva de inmediato las reuniones técnicas destinadas a establecer el mecanismo más apropiado y eficiente de acuerdo con las conversaciones celebradas en Nueva York con el Secretario General de las Naciones Unidas.

Los presidentes reafirmaron las facultades de las Comisiones Nacionales de reconciliación para que continúen el desarrollo de las funciones específicas de verificación en las áreas que señalan el Procedimiento de Guatemala y la Declaración de Alajuela y que informe periódicamente a la Comisión Ejecutiva sobre los resultados de sus labores.

- Los Presidentes centroamericanos reiteraron con toda firmeza, la solicitada contenida en el numeral 5 del Acuerdo de Esquipulas II para que los gobiernos regionales y extrarregionales que, abierta o veladamente, proporcionan ayuda a las fuerzas irregulares o movimientos insurreccionales en el área cesen de inmediato esa ayuda, con excepción de la ayuda humanitaria que contribuya a los fines de este documento.

- Los Presidentes instan a todos los sectores y, en especial a los movimientos insurreccionales y fuerzas irregulares que actúan en el área que se incorporan a los procesos políticos constitucionales de cada país. En este sentido formulan un llamamiento a todos los sectores salvadoreños a participar en las próximas elecciones.

- Los Presidentes reiteraron la importancia que tiene el Parlamento Centroamericano como foro, en el que los pueblos del área por medio de sus representantes elegidos libre y directamente, discutirán y formularán recomendaciones apropiadas sobre los problemas políticos, económicos, sociales y culturales de Centroamérica.

- Los Presidentes hicieron un llamado urgente a la Comunidad Internacional para que apoye el proceso de recuperación socioeconómica de las naciones centroamericanas, tanto en el corto como en el mediano plazo tomando en consideración la gravedad del problema en la deuda externa y la necesidad de una recuperación de los niveles del comercio intrarregional como factor básico del fortalecimiento del proceso de integración. Muy particularmente solicitaron el apoyo de la Comunidad Europea para la realización del programa de reestructuración reactivación y fortalecimiento del Proceso de Integración Económica del istmo centroamericano, que fue oficialmente presentado en Guatemala el pasado mes de enero. Asimismo, acogieron con gran beneplácito el informe de la Comisión Internacional para la Reconstrucción y Desarrollo de Centroamérica, el cual constituye un significativo aporte para la consolidación de la democracia y la creación de un sistema de bienestar y justicia económica y social en la región.

- Los Presidentes quedan comprometidos a buscar predominantemente soluciones directamente negociadas para superar los conflictos surgidos por efecto de la crisis centroamericana.

- Los Presidentes convinieron en crear la Comisión Centroamericana de Ambiente y Desarrollo, como mecanismo regional de cooperación para la utilización óptima y racional de los recursos naturales del área, el control contra la contaminación y el restablecimiento del equilibrio ecológico. La Comisión Ejecutiva, en su próxima reunión, integrará la citada comisión y la convocará de inmediato, para que elabore el proyecto de Convenio que regule su naturaleza y funciones.

De igual manera, los Presidentes otorgaron su decidido apoyo a la celebración de la Conferencia Internacional sobre Refugiados Centroamericanos (CIREFCA), en Guatemala, en mayo del año en curso, pues su realización coadyuvará positivamente a encontrar soluciones al flujo de refugiados y desplazados afectados por la crisis de la región.

Acordaron promover un Acuerdo de Cooperación Regional para la erradicación del tráfico ilegal de drogas. Para tal fin, la Comisión Ejecutiva elaborará un proyecto de acuerdo que deberá ser entregado a los gobiernos afectados. Asimismo, expresan la voluntad de sus Gobiernos de apoyar la iniciativa tendiente a la formulación de la Convención de los Derechos del Niño en el ámbito de las Naciones Unidas.

Los Presidentes acordaron reunirse en fecha a fijarse ulteriormente en la República de Honduras.

Los Presidentes de Guatemala, Honduras, Nicaragua y Costa Rica, agradecen al Pueblo y Gobierno de El Salvador y muy especialmente a su Presidente, Ingeniero José Napoleón Duarte, por la hospitalidad brindada, que ofreció el marco adecuado para la celebración de esta reunión."


Departamento de La Paz, El Salvador, 14 de febrero de 1989.

Oscar Arias Sánchez
Vinicio Cerezo Arévalo
José Napoleón Duarte
José Azcona H.

Daniel Ortega Saavedra.

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