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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 88 | Octubre 1988

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Nicaragua

Los últimos movimientos de la recta final

La aprobación en el Congreso norteamericano de un nuevo paquete de ayuda a la contrarrevolución es la última decisión bipartidista que republicanos y demócratas hacen en contra de Nicaragua antes de las elecciones que los enfrentarán el 8 de noviembre y que podrían significar un importante giro en la política de Estados Unidos hacia Centroamérica.

Equipo Envío

En el estancamiento dinámico que caracteriza desde hace meses el proceso de paz en la región, especialmente en Nicaragua, a la espera del resultado de las elecciones norteamericanas, la votación del Congreso es una victoria relativa en el corto plazo del proyecto de guerra de los republicanos, una errática decisión de los demócratas y un signo más de los límites que tienen los políticos de Estados Unidos para estructurar una política hacia Centroamérica.

El último paquete de la era Reagan

Los últimos cinco años de la guerra contrarrevolucionaria han estado marcados por el rito de los votos en el Congreso para financiar esa guerra. Un rito que llegó a hacerse rutinario, y que aún disimulado en sus complejos vericuetos jurídicos, no logró ocultar nunca el carácter de intervencionismo ilegal e inmoral por el que optó el Legislativo norteamericano. En cinco años, el Congreso votó 23 veces a favor de la contrarrevolución.

El 30 de septiembre el Congreso votó el último paquete de ayuda a la contra de la era Reagan. Lo habían diseñado los demócratas en el Senado un mes antes y al final, fue incluido dentro del presupuesto general de defensa. El paquete votado y aprobado de esta forma es por valor de $27 millones 140 mil en ayuda logística para la contrarrevolución y de $ 5 millones en ayuda para las víctimas de guerra en Nicaragua, a ser administradas por la Iglesia Católica nicaragüense. Otros $45.5 millones en ayuda militar (armas, municiones, transporte para esas armas y seguros para esos transportes) fueron también aprobados en el mismo paquete, pero su entrega a los contrarrevolucionarios sigue condicionada a que el mismo Presidente Reagan la solicite y lo someta al voto de ambas Cámaras, si juzga él mismo que se han dado determinadas circunstancias. La ayuda logística aprobada, que según el paquete no puede ser administrada por la CIA, garantizará vivienda, vestido y alimentación a los contras -la mayoría ya en Honduras- hasta marzo/89.

Analistas norteamericanos y nicaragüenses daban por segura la aprobación de este paquete. Dan también por seguro que Reagan hará lo posible para dar a luz verde a los $41.5 millones que forman el componente militar del mismo, pero pronostican que éste no será aprobado por los demócratas.

EL voto positivo de los legisladores norteamericanos sobre este último paquete de ayuda a la contra es una victoria relativa para Reagan, que ha conseguido con él el objetivo mínimo que se había planteado en su última etapa de gobierno.

Reagan logró mantener viva a la contrarrevolución con apoyo bipartidista y dejarla en herencia al próximo presidente de Estados Unidos. Este triunfo relativo lo consiguió Reagan apoyándose en la ambigüedad, el temor y también la inercia que caracteriza la política de los demócratas, que han evitado por todos los medios enfrentarse seriamente a los republicanos en un tema tan polémico en período electoral.

El voto estuvo precedido por debates demócratas republicanos, entre los que sobresalen unas inesperadas declaraciones del demócrata Jim Wright, "speaker" de la Cámara de Representante, en las que responsabilizó a la CIA de desarrollar acciones encubiertas en Nicaragua para desestabilizar así al gobierno sandinista, obligarlo a medidas represivas y perjudicar de esa forma el proceso de paz. Estas acciones -según Wright- habían sido articuladas por la CIA con partidos derechistas de Nicaragua, empresarios y sectores de la Iglesia Católica.

Las declaraciones resultaron explosivos en Estados Unidos en el marco de la campaña electoral, y en Nicaragua, donde los implicados en las naciones denunciadas pro Wright denunciaron a su vez a éste por irrespetar a la oposición -suponiéndola artificialmente activa por el dinero de la CIA- y por comprometerla, arriesgándolo a caer en manos de la "represión sandinista".

Wright vino a confirmar implícitamente en septiembre lo que en julio los dirigentes sandinistas habían denunciado como "Plan Melton". Aunque al principio, algunos analistas vieron -o quisieron ver- en sus declaraciones un anuncio de que los demócratas se decidirían por fin a cerrar el paso en la Cámara al último paquete de ayuda a la contra, todos parece indicar que las declaraciones de Wright fueron provocadas por previas declaraciones de los dirigentes contras y de Elliott Abrams que molestaron al líder de la Cámara y que lo obligaron a hacer una aclaración contundente. La contundencia de las declaraciones fue directamente proporcionales a las conocidas desavenencia contrarrevolucionaria y con sus padrinos en Washington.

Al igual que Reagan no ha variado en nada su opción por la guerra, los demócratas tampoco han variado su opción por tibias soluciones de compromiso hasta que no pasen las elecciones y puedan evaluar, si ganan, qué harán con la contra que han querido heredar libre y conscientemente. Sólo después del 8 de noviembre será más claro cuál será el destino de esta contrarrevolución, bien alimentada hasta marzo. Y sólo en marzo de 1989, de ganar los demócratas, éstos podrán decidirse a poner punto final a una guerra que desde hace años la Corte Internacional de la Haya condenó y llamó a terminar.

Los penúltimos cartuchos que dispara Reagan

Aunque con la aprobación de esta último paquete, Reagan ha conseguido su objetivo mínimo para esta etapa, todo indica que no aspira sólo a ese mínimo antes de abandonar la Casa Blanca.

En su última comparecencia en la ONU, Reagan dio nuevamente una desproporcionada trascendencia al "caso Nicaragua". Así habló el frustrado aspirante a Premio Nobel de la Paz!

"Faltaría a mi deberes i no mencionara aquí la única excepción a los avances logrados en los conflictos regionales. Me refiero al continuo deterioro de los derechos humanos en Nicaragua y al rechazo de la mínima élite que hoy gobierna esa nación a cumplir las promesas de democracia que hizo a su propio pueblo y a la comunidad internacional. Es por eso que, como Presidente, continuaré urgiendo al Congreso y al pueblo americano para que apoye a aquellos que resisten este intento de imponer un régimen totalitario al pueblo nicaragüense."

Confirmó así Reagan la permanencia de su patología política, que en los último días de su gobierno -ganen o pierdan los republicanos- podría degenerar en decisiones irracionales.

Esta es la conclusión a la que llega el análisis que el ex-agente de la CIA, David Mac Michael, hizo público este mes, anunciando que el gobierno Reagan estaría preparando un doble golpe en Centroamérica: contra el Panamá de Noriega -y más específicamente contra Noriega- para capitalizar con ese golpe votos a favor de Bush. Y contra la Nicaragua sandinista después de las elecciones, gane o no Bush, como un revanchista "final feliz" para su visceral anti-sandinismo, e incluso para dejarle a Bush, si gana, la posibilidad de negociar en mejor posición.

Como en anteriores coyunturas, la posibilidad de un golpe así tendría en el caso de Nicragua su prólogo en la provocación de incontrolados incidentes en la frontera con Honduras. Ya empieza a escribirse ese prólogo. En la segunda quincena del mes de septiembre, y casi a diario, ha habido disparos de armas pesadas desde el lado hondureño al nicaragüense, principalmente en la zona de Murupuchí, en las nor-occidentales montañas segovianas. También se han detectado vuelos exploratorios de aviones hondureños sobre territorio nicaragüense y una creciente concentración de fuerzas contrarrevolucionarias en el lado hondureño que se corresponde con la Región II de Nicaragua, al más occidental del país.

El permanente servilismo del gobierno hondureño a la política del gobierno norteamericano facilita más que ningún otro factor los planes de Reagan, pone pólvora a esos últimos cartuchos que podría disparar en contra de Nicaragua el vaquero de la Casa Blanca. Por otra parte, el convenio al que el gobierno de Honduras ha decidido llegar con el gobierno de los Estados Unidos para que éste pueda instalar en territorio hondureño bases militares, puertos y aeropuertos con carácter de perpetuidad, va a convertir al país vecino de Nicaragua en la base de cualquier potencial agresión anti-sandinista, no sólo en estos meses sino en cualquier otro momento, con un gobierno republicano o demócrata.

Todos estos penúltimos cartuchos de la administración Reagan y la coherencia mantenida en su política antinicaragüense obligan a no descartar la posibilidad de que antes del 20 de enero de 1989, Reagan lleve a cabo alguna aparatosa venganza contra el pequeño país que puso en el centro de la mira de su gobierno.

Dinamismos por la paz

A pesar del estancamiento del proceso de paz, Nicaragua ha seguido actuando tenazmente en la dirección de quebrarlo.

- Apoyando decididamente la gestión del presidente guatemalteco Vinicio Cerezo, que este mes viajó por toda Centroamérica para reactivar Esquipulas II planificando lo que sería Esquipulas IV. Los cinco presidentes centroamericanos se comprometieron por fin a esta cumbre, que celebrarían en la segunda quincena de noviembre en San Salvador. Es significativa la fecha elegida: sólo después que se sepa quién es el próximo presidente de Estados Unidos podría empezar a descongelarse el proceso de paz. Previamente los cinco cancilleres de Centroamérica se reunirían en Nueva York para elaborar la agenda de la cumbre.

-Intentando reactivar el proceso iniciado en marzo con los acuerdos de Sapoá, celebró un encuentro con la contrarrevolución, a nivel delegaciones técnicas, en Guatemala, el 19 y 20 de septiembre, que en principio estaba programada para 2 días y que apenas duró 4 horas. En el caso de los contras, es evidente la total dependencia en la que están para hacer el más mínimo acuerdo, aún táctico hasta no saber el resultado de las elecciones norteamericanas. Este mes, y de nuevo unilateralmente, Nicaragua prorrogó el cese al fuego de operaciones ofensivas hasta el 31 de octubre.

-Enviando un claro mensaje para que republicanos y demócratas optaran de una vez por la paz, al negar la entrada en Nicaragua de ayuda del gobierno norteamericano para huérfanos de guerra. Esta ayuda, por valor de casi $18 millones, formaba parte del penúltimo paquete de "ayuda humanitaria" aprobada por los congresistas en junio/88 y empezaba a llegar a Nicaragua a través de agencias gubernamentales de Estados Unidos en el mes de septiembre, cuando el Presidente Daniel Ortega anunció que ni un centavo de ese dinero podría entrar hasta que el Congreso negara toda ayuda a la contrarrevolución, tanto la militar como la logística, la que el Congreso llama "humanitaria", la cual, por estar paralizado el proceso de Sapoá, es violatoria de Esquipulas II. Nicaragua querían llamar seriamente la atención de los legisladores estadounidense antes de que decidieran con su voto aceptar o no la "herencia" de la contra. Aunque no consiguieron su objetivo, ahí quedaron, señalando el cinismo de los legisladores norteamericanos, pretenden financiar a la vez, a los que disparan y a los que son víctimas de esos disparos.

A la par de estos dinamismos del gobierno de Nicaragua en favor de la paz, también ha habido movimientos de la oposición nicaragüense en función de los cambios que se prevé habrá en la política de Estados Unidos. El más significativo de estos movimientos fue el de la "tercera vía". Este mes, y en conferencia de prensa en Managua, el dirigente del Partido Social Cristiano Erick Ramírez, anunció que se aliaba a Edén Pastora,, quien fue hace años dirigente del grupo armado ARDE, para crear con él "un amplio bloque de oposición cívico-político que, sin caer en la polarización de las extremas izquierda y derecha, represente una oposición nacional de tercera vía. " Esta iniciativa no aglutino ni un poco a la oposición nicaragüense, como tal vez pensaron sus promotores. A otros partidos de la proreaganista Coordinadora Democrática -a la que pertenece el PSC-, les molestó el protagonismo que Ramírez quiso asumir. Los partidos presentes en la Asamblea adujeron razones similares y, en el caso de los partidos más patrióticos, fue criticada la pretensión de introducir a un hombre como Pastora -opción armada- en el actual espectro político del país, en el que la lucha por hallar líderes y vías que resulten eficaces y a la vez atractivas a los demócratas de Dukakis es cada vez más urgente entre los opositores al sandinismo.

Contribuyó también a enconar divisiones entre la oposición la decisión tomada por el Congreso norteamericano de votar y aprobar $2 millones en ayuda para "la promoción de la democracia en Nicaragua", que serían entregados a los partidos más derechistas a través del "Nacional Endowment for Democracy", u organismo gubernamental de los Estados Unidos.

Más allá de los dinamismos en favor del a paz y de los dinamismos tácticos de la oposición, el dinamismo generado por los ajustes decididos por el gobierno sandinista para administrar y controlar la crisis económica es, sin duda, el que marca con más fuerza la coyuntura interna de Nicaragua. Lo económico es lo que mayor influencia política tiene hoy sobre el pueblo nicaragüense. A informar sobre la marcha y sobre algunos de los principales efectos de estos ajustes dedicamos varias páginas al final de este análisis.

El fracaso centroamericano de la política Reagan

El relativo triunfo de Reagan al conseguir su objetivo mínimo de heredar la contra, sea a Bush o sea a Dukakis, no puede ocultar el fracaso global de su política centroamericana después de 8 años de gobierno empecinado en "resolver las cosas" a su favor en esta área del mundo.

La revolución nicaragüense ha sobrevivido al proyecto al militar de Reagan y al término de su mandato es todo un símbolo el que muchos contrarrevolucionarios, desencantados de una guerra pérdida -aunque siga siendo financiada, estén vendiendo sus armas norteamericanas a la guerrilla salvadoreña. "Que no se preocupen los congresista norteamericanos: su dinero ya está en buenas manos", declaró este mes, con ironía, un alto dirigente del FMLN.

Dejando a un lado tanto el éxito logrado por la política Reagan en Honduras, al profundizar en estos 8 años el servilismo del gobierno y el ejército de ese país,, como la ambigua política que caracteriza a Costa Rica, es obvio para todos el fracaso de las fórmulas "centristas" implementadas por Estados Unidos a través de gobiernos demócrata-cristianos -"terceras vías"- en Guatemala y El Salvador.

La crisis del pacto social promovido por Vinicio Cerezo -la "concertación"- es ya un hecho. La empresa privada agrupada en el CACIF abandonó el pacto este mes, creando un serio problema a Cerezo. Por todo flanco -el más determinante- los continuos amagos de golpe militar son índice de la debilidad de esta fórmula cívica para superar los problemas del país.

Más claro es el fracaso del modelo norteamericano en El Salvador, que ha hecho agua por todos lados en esta larga y dramática recta final hacia las elecciones de marzo/89. El previsible triunfo de la ultraderechista ARENA, que propugna una estrategia de genocidio - de la que hay ya señales en la creciente actividad de los escuadrones de la muerte- y que encuentra aliados de peso entre militares del Estado Mayor que defienden la fórmula de una "guerra total" rápida contra las fuerzas populares, cuestiona la viabilidad del modelo reformista que articuló el gobierno Reagan desde 1982. Por otro lado, el incremento de las actividades político-militares del FMLN y el auge del movimiento popular por todo el país lleva un ritmo tan acelerado que desborda los planes norteamericanos ya obsoletos y obliga en poco tiempo a articular otros, acordes con los intereses del imperio. Difícil tarea de el nuevo gobierno de la Casa Blanca.

El "doble poder" que ha existido en El Salvador tiene hoy sus polos en un pueblo crecientemente organizado y en rebeldía, que aspira al poder y que cuenta con el respaldo de un poderosos ejército popular, y en un poder formal -el duartista- en descomposición y al que acecha una oligarquía dispuesta todo por conservar su poder tradicional al margen de cualquier reforma. Por cualquier reforma. Por cual costado, el proyecto diseñado por Reagan está, como Duarte, sentenciado a muerte por un cáncer terminal.

En Panamá también ha fracasado la política Reagan. Pese a que el pueblo panameño no simpatiza con Noriega y que busca un proyecto nacionalista y popular auténticamente torrijista, y a pesar de que el gobierno de Estados Unidos conspira contra Noriega a diario, ansioso de desembarazarse de él el General mantiene realmente el poder del país y el control de las fuerzas armadas. Estas, que no pueden compararse a las represivas fuerzas armadas salvadoreñas o a las guatemaltecas, parecen estar dispuestas a dañar estratégicamente el canal si los norteamericanos intentaran algún golpe drástico contra Noriega. El "partido" mejor organizado de Panamá son sus fuerzas de defensa. Mientras Noriega mantenga su control, mantendrá el poder y, al hacerlo, pondrá en evidencia el fracaso de esa política de "paz por la fuerza" que Reagan proclamó en la ONU como exitosa, en la ONU, pero que en tierras centroamericanos ha cosechado maduraso fracasos.

El proceso de paz, tanto en el proyecto centroamericano que significa Esquipulas II como en el proyecto nacional que significa Sapoá, continúa estancado. La guerra sigue, la paz no llega. Los escasos signos de una posible puesta en marcha del proceso de paz apuntan todos a después del 8 de noviembre, cuando se despeje la incógnita electoral en los Estados Unidos.

A la espera de lo que suceda en noviembre y mientras transcurre el paréntesis peligroso de las llamadas "sorpresas de octubre" -¿Un golpe-sorpresa de Reagan en Panamá?- los nicaragüenses resisten la crisis económica y los salvadoreños avanzan en su proceso de liberación, con la confianza de que las enseñanzas del fracaso de la política centroamericana de Reagan sirvan para algo e impulsen unas relaciones más constructivas de Bush o de Dukakis con pueblos que ya nunca más volverán a ser "patios traseros" del imperio.

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