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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 87 | Septiembre 1988

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Nicaragua

¿Qué pasó con la Costa? Hablan Uriel Vanegas y Hazel Law

Muchas teorías se han planteado en torno al problema étnico en Nicaragua y en torno a sus vías de solución. El diálogo que el gobierno sandinista comenzó en 1985 con los indígenas alzados en armas se considera un hito en la historia moderna de nuestros países latinoamericanos.

Uriel Vanegas, Hazel Law y Douglas Carcache

El conflicto de los indígenas de la Costa Atlántica nicaragüense, que se alzaron en armas en 1981 contra el gobierno revolucionario, es uno de los fenómenos más debatido por los sectores políticos afines y opuestos al Frente Sandinista. Una forma nada teórica de explicar el conflicto y el proceso que llevó a este diálogo histórico es el testimonio de algunos de los protagonistas de estos acontecimientos, llenos de contradicciones.

Ofrecemos dos largas y detalladas entrevistas con dos calificados protagonistas. Uriel Vanegas, joven mískito que en 1981 fue dirigente de base y que después se convirtió en uno de los principales comandantes de las fuerzas alzadas, desalzándose en 1987. Y Hazel Law, miembro de la dirigencia de la organización Misurasata en 1981, una de las gestoras del diálogo entre el gobierno y los indígenas y actualmente diputada sandinista en la Asamblea Legislativa. La historia del conflicto y del inicio de su solución son clarificados con estos dos testimonios. Douglas Carcache, periodista nicaragüense, obtuvo con este trabajo el primer premio en el I Concurso convocado por Envío.

Entrevista con Uriel Vanegas

El joven que está frente a mí, sentado en su escritorio viejo y polvoroso, rodeado de sacos repletos de botas y uniformes militares podría confundírseme en otras circunstancias con un estudiante soñador o un muchacho vago que entre sonrisas maliciosas trama nuevas diabluras. O bien podría ser uno de esos tantos jóvenes taciturnos del servicio militar, recién ingresados. Pero no. A la par de este joven enjuto de ojos tristes y sonrisas pícaras, hay otro joven también uniformado que, por su actitud, uno comprende que es su escolta. Nuestra conversación se ve interrumpida frecuentemente, porque otros uniformados entran y salen a consultar cualquier cosa y él sólo ordena. Quien lo ve a primera vista y sin conocerlo, porque además de flaco es bajito, no se lo imagina comandante de 400 hombres. La cosa cambia si sabemos que él es Uriel Vanegas, el jefe del Comando Regional "Bruno Gabriel" de la organización indígena armada YATAMA. En 1981, cuando se inició en la guerra como un destacado miembro de la Juventud de MISURASATA, Vanegas tenía tan sólo 16 años. No por causalidad su seudónimo fue "Playni" (El Cumiche).

Este joven, que en 1981 juró vengarse de los sandinistas, sorprendió a todos los promotores de la guerra de los indígenas cuando el 3 de octubre de 1987 dejó los montes del Atlántico Norte y con sus 400 hombres entró a Puerto Cabezas a dialogar con los dirigentes de la revolución. Entraron en fila india, con armamentos y pertrechos nuevos porque semanas antes había sido abastecidos desde el exterior.

El Ministro del Interior, comandante Tomás Borge, viajó a Managua a Puerto Cabezas a entrevistarse con Vanegas, con el que se firmó un importante acuerdo de cese al fuego definitivo. Entre otras cosas, los acuerdos señalaban que al no existir contradicción entre la revolución popular sandinista y la lucha indígena, se considera el respeto de la ley de autonomía como la máxima expresión para el logro de la unidad nacional. Por otro lado, los acuerdos suscritos por Vanegas reconocían "la subordinación total de las fuerzas indígenas a lo interno de las estructuras ya creadas de las Fuerzas Armadas Sandinistas".

"Los sandinistas querían que dejáramos de ser mískitos"

-¿Por qué te alzaste contra el gobierno revolucionario?

-Yo era parte de la Juventud Indígena desde 1978, mucho antes de que se creara Misurasata. Cuando Misurasata se fundó en noviembre de 1979, yo era ya un líder de esa juventud y en esta región noratlántica demostramos a la Juventud Sandinista que éramos un poder. Tenía 15 años y bajo mi responsabilidad estaba el sector minero -Siuna, Bonanza y Rosita-, toda la zona del río Prinzapolka y Musawás, la capital de los indios sumus. Cuando comenzó la Alfabetización en Lenguas, fui uno de los primeros en participar en los talleres representando a la Juventud Misurasata. Después pasé al estado mayor del Ejército Popular de Alfabetización. A los jóvenes indígenas nos dijeron claramente que no podríamos participar en la alfabetización en castellano porque luego habría una alfabetización en mískito, sumu y creole, que sería de nuestra responsabilidad. Lo que hicimos fue iniciar proyectos pilotos de alfabetización y los dirigentes nos dividimos territorios. Sobre todo ayudamos a corregir la cartilla en lenguas.

-Es en ese momento que comenzás a disentir de la revolución?

-Hay que entender que el gobierno sandinista al inicio quiso imponer todo. Trajeron un plan estratégico y táctico, militar, económico y político. Querían que dejáramos de ser lo que éramos, querían que dejáramos de ser mískitos, que dejáramos de ser indígenas y nos convirtiéramos en unos nicaragüenses más. Muchos miembros del Frente Sandinista se burlaban de nuestra habla, lo que en el fondo era burlarse de nuestra dignidad. Además querían quitarnos la tierra, nacionalizar toda la Costa Atlántica. Y eso es imposible para nosotros. Hay un dicho que dice que indio sin tierra no es indio. La tierra es nuestro padre y nuestra madre, es nuestra fuente de sobrevivencia. Nosotros comprendemos a la revolución, pero creemos que no todos debemos ser sandinistas, aquí debe existir libertad.

El que quiera que sea sandinista y el que no quiera, pues no. Uno bien puede no ser sandinista, con tal que no afecte a la revolución. Creo que eso fue lo que se mal interpretó aquí al principio. Lo mal interpretó el gobierno y el problema aumentó cuando encarcelaron a Steadman Fagoth. Yo tenía dos años de conocerlo cuando cayó prisionero. Habíamos trabajado juntos desde 1979, al igual que con Hazel Law y Brooklyn Rivera, pero en el fondo no sabíamos cuál era su pasado. Por eso, cuando los encarcelan, no podíamos creer que todos nuestros dirigentes eran de la seguridad somocista. Ahora se volvieron antisandinistas y dirigen grupos guerreristas, pero yo no creo que antes hayan sido de la Seguridad Somocista. Entonces apresaron a todo el mundo, lo que nos indicaba no sólo que Fagoth era de la Seguridad de Somoza, sino que nuestro proyecto no tenía lugar dentro de la revolución en aquel momento. El gobierno sandinista había decidido destruirnos y convertirnos por la fuerza en sandinistas. Eso fue lo que no aceptamos.

Hubo otro problema. No sé si fue una información falsa de la Seguridad del Estado o fue un plan preparado cuando nos acusaron de promover el separatismo. Toda la juventud de la Costa Atlántica se reunió en Tuapí, el 16 de enero de 1981. Invitados a representantes de los demás sectores y a los dirigentes. Recuerdo que llegó el comandante Manuel Calderón (Rufo), el jefe sandinista de entonces. Conversamos con buena intención y definimos nuestro proyecto como "Plan 81". Mucha gente ha mal interpretado ese plan, diciendo que pretendía desbaratar al gobierno. Y era lo contrario. Queríamos el desarrollo y nuestra integración al resto del país, pidiendo que el habla mískita se convirtiera en idioma oficial a nivel nacional, que en las universidades se enseñara mískito, que desde el pre-escolar hasta el quinto grado también se enseñara mískito, que todos los profesores aquí fueran mískitos, por ser su misma lengua.

La tragedia de nuestros jóvenes es que podés pasar cien años enseñándoles en castellano y cuando son bachilleres no saben nada. A eso se debe en parte nuestro atraso. Es como si a vos, que sos de habla española, yo quisiera educarte en mískito: jamás me entenderías. A partir de ese análisis, comenzamos a elaborar nuestro "Plan 81". Al gobierno le dijimos: éste es nuestro plan, esto nos proponemos: que un 80% de la economía que genera la costa Atlántica se destine en los primeros años al desarrollo de la misma región y que el 20% restante lo utilice el gobierno central. Planteábamos que trajeran empresas extranjeras, incluso de países socialistas, para que explotaran los recursos pesqueros, mineros y forestales, lo que nos permitiría muchas fuentes de trabajo y desarrollo económico. o creo que eso haya sido malo, pero los oficiales de la Seguridad lo mal entendieron yo no sé si para entonces el gobierno no aceptaba eso. Por eso trataron de destruirnos, de acabarnos por completo.

"No se nos puede acusar de separatistas"

-¿En qué te basas para asegurar que quisieron destruirlos?

-Porque de inmediato comenzaron una propaganda para acusarnos de que el 6 de enero habíamos planeado introducir armas desde el exterior, por la zona de Bilwaskarma, que nosotros teníamos centenares de fusiles listos para abrir fuego contra el gobierno. Pero resulta que nosotros éramos unos civiles y no tratábamos nada e armas.

-El gobierno dice que ustedes coreaban consignas separatistas, amenazando con sacar de la Costa a mestizos y criollos...

-A nosotros no se nos puede acusar de separatistas, aunque entre los indígenas hay gente muy radical. Pero eso es otra cosa. Es como dentro del Frente Sandinista, que también hay gente radical, gente que no sabe lo que son ni lo qué quieren ser. Así mismo entre los mískitos hay quienes no quieren saber nada del habla castellana, pero no son una mayoría, como tampoco son una mayoría los radicales en el Frente Sandinista. En estos días, por ejemplo, escuché en las calles algunas consignas con las que los alzados en diálogo no estamos de acuerdo. No nos gustan porque son ofensivas y ya se lo dijimos al subcomandante Pérez. Nosotros también podríamos gritar consignas que le pondrían los pelos de punta a los sandinistas, pero no lo hacemos porque en este proceso de paz no buscamos ofender sino defender la patria. En lo político podemos estar a la ofensiva, pero en lo militar estamos a la defensiva.

-¿Cuáles son esas consignas ofensivas que escuchaste?

-Prefiero no mencionarlas.

-¿Sos tolerante con los radicales?

-Un poco. Son gentes radicales que o quieren salir de un determinado lugar, que quieren seguir allí. Debemos comprender que el movimiento político aquí o tuvo tiempo de ser profundizado, fue más de forma que de fondo. El Frente Sandinista, aunque tiene tantos años de lucha, aún te encontrás con compañeros que no saben por qué han luchado, que equivocan los principios de la revolución. ¿Por qué crees que al principio de la revolución hubo muchas equivocaciones? Porque no supieron interpretar los principios de la revolución. Hasta hoy los entienden, pero antes tuvo que darse una intensa campaña política. Sin embargo, aún yo no puedo ir a sitios públicos así nomás, porque de acuerdo a mis fuerzas de inteligencia hay compañeros con deseos de venganza. Son aquellos cuyos hermanos o primos murieron en la guerra y que se quieren desquitar con nosotros. Así hay gentes radicales que no comprenden nada de política.

-No me respondiste a lo de las consignas separatistas que ustedes gritaron al principio....

-Cuando el Frente nos acusa de separatistas toman en consideración una consigna que nosotros mucho gritamos. Dice: "Sólo el indio salva al indio". Pero te aseguro que esa consigna no tenía ninguna mala intención, porque debemos entender que el campesinado se entiende mejor con el campesinado, así como el profesional con el profesional. Entonces, un negro se entiende mejor con un negro porque habla el mismo idioma, tienen la misma cultura. Por eso gritábamos la consigna de que Solo el indio salva al indio. Debemos entender que hay millones de indios en América y todos esos gobiernos no los han entendido. Los indios aún son perseguidos, asesinados, encarcelados, sufren hambre, marginamiento y son explotados. Nosotros también pensamos en esos indígenas. En ese sentido se gritaba la consigna. También gritábamos la consigna Patria libre o morir. Yo no creo que eso haya sido una ofensa para el gobierno, porque el mismo Frente la grita. Nosotros somos nicaragüenses y también podemos gritar esa consigna. No le veo sentido a discutir esas cosas.

" Mi objetivo era vengarme"

-Cuando te decidiste por la guerra ¿qué ideas te guiaban, qué esperaban conseguir?

-Al inicio me sentí ofendido porque me había quitado el derecho de ser un estudiante. Me perseguían y alguna gente cooperó para sacarme del país. No descansé en aquellos días. Todos lo dirigentes de Misurasata estaban presos y entre febrero y marzo de 1981 aproveché para agitar a la gente. Hicimos manifestaciones en los minerales, en Puerto Cabezas, en Waspam. Era un fuerte movimiento político que nosotros vanguardizamos, todo clandestino. Prácticamente, desde el 19 de febrero nosotros pasamos a la clandestinidad, tuvimos que escondernos y levantar a las masas para exigir la liberación de los dirigentes.

En efecto, logramos la libertad de todos con excepción de Fagoth, a quien le dieron la casa por cárcel. Pero logramos el objetivo de movilizar al pueblo, una manifestación enormemente seria que nunca se había visto en la Costa Atlántica. Hicimos manifestaciones de hasta 30 mil personas. De todas las comunidades venían. No sé cómo se alimentaban, sólo sé que se refugiaban en la Iglesia Morava. Lo mas que hacíamos nosotros era enviar cartas a las comunidades, cartas clandestinas, para que nos enviaran arroz, frijoles. La gente que estuvo manifestándose aquí en Puerto, pasaba hasta tres días sin comer, pero no se iban. Y cada vez venían más camiones. Aquello era incontrolable. Ibamos por las calles en manifestaciones y nosotros en medio, claro, no sacábamos la cara. Ya de último, recuerdo, tuvimos unas seis reuniones clandestinas, la última fue el 4 de abril de 1981, en el cementerio, a las nueve de la mañana. Logramos reunirnos 19 dirigentes. De mi casa salí a las cinco de la mañana un 5 de abril, en dirección a la frontera. En Waspam me recogieron unos compañeros y fuimos en carro hasta Bilwas. Dos días después llegaron dos mískitos hondureños para guiarme.

Al inicio me sentí ofendido, yo pensaba vengarme. Sólo pude llegar hasta el cuarto año de secundaria. Sentía que tenía que vengarme del Frente Sandinista. Estaba claro que no teníamos armas i nada. Lo único que pensábamos era recuperar las armas del mismo Frente y pasamos casi dos años sin que el gobierno norteamericano nos apoyara, porque los Estados Unidos siempre han estado en contra de los derechos indígenas y no nos quería dar armas. Fue en septiembre de 1982 que yo conocí las primera armas. Desde entonces, me nombraron jefe de la región minera, donde comencé a operar con más de 250 sumus. Fue mi primera experiencia de manejar hombres en medio de la guerra, porque anteriormente, casi un año, fui oficial de la inteligencia militar. Creo que yo fui el primero en trabajar en inteligencia militar porque los otros estaban adiestrándose. Mi objetivo era vengarme y eso me convirtió en fanático de la guerra. Quizá aun lo sigo siendo porque no me desmoralizo, pero ahora estamos en movimientos políticos y debemos ubicarme en la posición del dirigente que soy. Mantener una lucha política constante, no militar, porque ésta ya no conviene al pueblo ni el momento político lo permite.

-¿Utilizaron la Alfabetización en Lenguas para conspirar contra el gobierno?

-En parte creo que sí, porque aprovechamos que la cartilla era en mískitos y la ideología de mi pueblo está enmarcada en eso. Al igual que en la cartilla en castellano, en la mískita aparecían Sandino, Carlos Fonseca y todo el historial del Frente Sandinista. Entonces, nosotros profundizamos todo eso, pero desde la perspectiva indígena, no como FSLN. Además, nosotros fuimos los primeros que salimos a los proyectos pilotos y rectificamos la cartilla, la borramos dos veces. A nuestros brigadistas los preparamos como cuadros políticos beligerantes. La alfabetización la enmarcamos en la lucha indígena. Nuestro objetivo principal era profundizar la autonomía indígena.

-¿Qué le decían a la gente?

-Que las tierras de la Costa eran de los pueblos indígenas. Utilizamos la palabra indígena por el hecho de que hay una larga historia de los indígenas que hay que tomar en cuenta. Yo no puedo llamar "españoles" a los habla castellana. Creo que también son indígenas, provienen de la sangre indígena. Españoles, según entiendo, se les llama a la gente de España. Incluso, todos los nicaragüenses son indígenas en el término que hablamos. ¿Quiénes son los que tienen el problema de separatismo? Los ancianitos, porque ellos combatieron militarmente contra fuerzas extranjeras que trataron de quitarles estas tierras. Si ellos no pelearon, al menos lo hicieron sus abuelos o tatarabuelos. Son herencias. Ellos consideran que quienes crearon los problemas son los colonialistas, los que vinieron en el siglo XVI con Gil González tratando de quitarles las tierras de la Costa, pero que fueron rechazados muchas veces.

Son los colonialistas españoles. Aquí en la Costa no fue posible esa colonización porque ha habido una lucha constante. Entonces, a los mískitos los ha sostenido esa idea de luchar contra los de habla castellana, a quienes consideran los malos. Pero con la juventud mískita eso cambia. A veces nosotros entramos en debates con los ancianitos, nos dicen que estamos vendiendo nuestra patria a los españoles. Yo les explico que no, que no son españoles, que son nicaragüenses.

"Los pastores moravos son la gente más querida"

-¿Qué papel jugó la Iglesia Morava como forjadora ideológica de los indígenas que se alzaron?

-Yo creo que el indio está enormemente unido. Ustedes podrán escuchar que por aquí hay una organización indígena y por allá otra, pero en lo ideológico no tienen ninguna diferencia. Las diferencias son mas por interés económico y por poder, entre los dirigentes. Pero en lo ideológico son lo mismo. Casi el 90% es lo mismo. En la aplicación de la política sí puede haber diferencias pero son sólo de forma, nada de fondo. En ese contexto, la religión morava ha jugado un papel importante en el desarrollo y educación de los habitantes de la Costa Atlántica. Asimismo en lo ideológico, porque fue una de las primeras religiones que llegaron. Digamos que ellos son dirigentes del pueblo indígena. Un pastor es muy respetado por el pueblo indígena.

Hubo tiempo en que a los reverendos se les consideró como dioses. Sin duda, son la gente más querida y lo que dicen se les cree, hay plena confianza en ellos. Casi todos los pastores son simpatizantes de la lucha indígena, fueron los forjadores de esa lucha desde antes de que emitieran los dirigentes políticos. Por eso, nosotros, antes de irnos a la guerra le dimos lugar a todos los pastores para que se hicieran dirigentes. Nosotros lo que hacíamos era aclararles la situación política y profundizarles la cuestión ideológica. Todos nos fuimos a Honduras, pero ellos, los pastores, se quedaron aquí manejando la situación política-ideológica.

Mientras nos preparábamos militarmente no nos preocupábamos, porque teníamos líderes que le mantenían bien caliente la cabeza a la gente. Indudablemente, ellos como pastores arrastran mucha gente y el pueblo indígena cree todo lo que los pastores le dicen. A través de ellos manutuvimos el mensaje constante. Por eso, cuando nosotros queremos hacer una reunión urgente, lo más sencillo es acudir donde el pastor, le explicamos el asunto y él toca las campanas. Es la forma más fácil de convocar al indígena. Sin duda esa fue una de nuestras mejores armas. Mejor dicho, sigue siendo. Los pastores juegan un papel importante en este proceso. Hubo un tiempo en que el Frente capturó a muchos pastores, hostigó a muchos pastores, censuró a muchos pastores y ellos se sintieron muy reprimidos. Entonces, como con el Frente no podían hacer nada, los pastores tenían que irse con la otra tendencia.

-¿Cómo ha evolucionado Uriel Vanegas después de estar seis años en la guerra?

-Con el tiempo y las experiencias uno ve las cosas más ampliamente. De acuerdo al tiempo y el espacio, las cosas tienen otra cara. Ahora este pueblo no quiere guerra, mientras que en 1981 quería guerra y por casi dos años nos mantuvimos sin el apoyo de los Estados Unidos. A finales del 82 y todo el 83 nos apoyaron, pero después nos volvieron a abandonar a finales del 84 y todo el 85. En este período el pueblo nos mantuvo. Ya en el 86 Estados Unidos nos apoyó de nuevo. El pueblo ha estado siempre a nuestro lado. Aunque en 1985 el pueblo cambió de opinión. Mucha gente se equivoca y cree que nosotros estamos cansados de la guerra. Se equivocan. Nosotros no estamos cansados de la guerra, sino que es el deseo de este pueblo, que quiere la paz. Antes de meternos al diálogo, tuvimos reuniones con todas las comunidades indígenas para tomar esa decisión para el día de mañana no aparecer ante un consejo de ancianos indígenas que nos digan: éstos fueron los que llevaron al pueblo por ese camino. Yo les respondería en tal fecha nos reunimos en tal lugar y ustedes decidieron que yo me metiera en esto. Entonces tengo salvación. El indio camina sobre las leyes. Las leyes del indio son bien severas.

Yo estoy claro que de una u otra manera voy a aparecer frente a un consejo de ancianos indígenas que va a juzgar si he hecho la verdad o si he hecho la mentira. Por eso, antes de hacer algo lo consulto con el pueblo. Si esto ha tenido cambios es por la misma situación y por la capacidad que adquirí con el tiempo. Conozco a muchos universitarios que nos saben nada de política. Están en su profesión, están felices de la vida y no saben nada de la política. Es que hablar a este niel es cuestión de sacrificio y sentado uno no adquiere la experiencia.

Esta evolución no es solo mía, también del pueblo. Quizás al inicio mucha gente creyó que la guerra es fácil y por eso querían la guerra, porque después muchos compañeros nos decían: ustedes nos trajeron aquí y no hay armas, queremos armas. Yo les decía que no éramos millonarios. A diferencia de muchos dirigentes de la FDN, los indígenas no somos millonarios y dependíamos del gobierno de Estados Unidos. Muchos con el tiempo obtuvieron experiencia porque antes no habían visto que a un hermano se le quebraba una pierna, ni nunca habían visto morir a un compañero a su lado en una trinchera, nunca habían sido bombardeados por varios aviones y helicópteros. Los muchachos nunca habían aguantado hambre en su casa ni las muchas enfermedades de la montaña. Pero si el pueblo no hubiera evolucionado, yo no estaría aquí. El pueblo evolucionó. Por eso hay combatientes que buscan la paz.

-Esas demandas que hacía Misurasata en 1981 sobre las tierras, ¿las contempla la Ley de Autonomía?

-No deseo abordar mucho ese tema, porque para el indio es un tema bien serio. Diría que nosotros no hemos estudiado realmente el asunto de la tierra en la Ley de Autonomía, pero lo tenemos pendiente y pediremos reformas a la ley.

-¿Qué conceptos manejas en ese sentido?

-No pedimos una independencia. Que no haya equivocaciones. Es falso que nosotros queremos toda la tierra de la Costa Atlántica y adueñarnos de ella. Eso es mentira. Hay tierras que deben de pertenecer al indígena y hay tierras que deberán permanecer en manos del Estado de acuerdo a la realidad existente, pero tampoco queremos que nos hagan maniobras y que el gobierno se aproveche de las tierras de mayor beneficio económico. Debemos tener en consideraciones que las comunidades necesitan buenas tierras para su desarrollo.

-Tengo entendido que en la Asamblea Multiétnica se hicieron aportes al respecto. ¿Por qué ustedes no se definen aún?

-Estamos claros que mucha gente participó, pero no todas las comunidades indígenas. Yo estuve en muchas comunidades y no vi comisiones de autonomía haciendo esas preguntas. Lo único que escuché por la radio, en esa fecha, fueron entrevistas con personas de Puerto Cabezas. Los más afectados somos nosotros, no podemos descuidar nuestros intereses, sin olvidar tampoco los intereses de nuestros aliados, que en este caso es el Frente Sandinista. Es una situación flexible, negociable. Podemos tener entendimiento y por eso hay un proceso de diálogo.

"Ya manché mi futuro y no tengo la libertad de otros"

-Uriel, con cuatro años de bachillerato y 24 años, ¿qué futuro anhelas?

-A veces decido y a veces o decido mi futuro. Quisiera estudiar, quiero ser un profesional, pero soy un joven perseguido. Ya manché mi futuro y no tengo esa libertad de otros. Tengo que cuidarme mucho porque sabemos que la CIA ha ordenado eliminarme físicamente. Ya no tengo esa libertad de andar en la calle, en lugares públicos, Mi futuro está oscuro. Sería hablar con los dirigentes de la revolución y tal vez me podrían ayudar. La cosa es cómo podrían protegerme, porque protección sé que hay, pero ya en esos términos es difícil.

-¿Te considerás un buen militar?

-Me considero un buen militar por mi preparación y experiencia. porque soy un poco de todo en la carrera militar, menos paracaidista.

-Y hablando de otros jefes indígenas, se comentaron mucho los pleitos en la cúpula de los alzados mískitos. ¿Cuáles son las contradicciones entre Brooklyn Rivera, Fagoth y Wycliffe Diego?

-El problema, en síntesis, es que ellos no tienen diferencias ideológicas, pro sí políticas, más que todo en lo estratégico. Unos dicen que debe haber negociaciones con el gobierno porque la lucha indígena es más que todo política. Otros alegan que no se puede negociar con el gobierno porque han matado a gente indígena. Entonces, el problema está en la estrategia pro no en la ideología.

-¿Cómo clasificar ideológicamente a los tres?

-Ideológicamente, Brooklyn es un hombre más de fondo en la cuestión indígena. Después le sigue Wycliffe Diego, como pastor que ha sido,y que conoce el problema del pueblo indígena. Fagoth es un agente de la CIA, pero ideológicamente es un indígena.

-¿Como murió Eduardo Pantin?

-Recuerdo que el 21 de junio nos acostamos hasta las tres de la mañana. Teníamos nuestro frente de abastecimiento. Me dormí y recuerdo que Pantin se levantó como a las seis de la mañana y me estaba llamando. Levántate, me decía, que la gente ya va a venir, ya son las siete, la gente va a venir. Hombré, dejame dormir, le dije. El se levantó y se bañó. Yo me quedé acostado. Como a las ocho llegó a decirme que la gente había llegado. Me levanté, me puse un short y le dije que los atendiera para mientras desayunaba. Miré que entraron a reunirse. Eran unas doce personas. Yo estaba cerca, en la casa de Igal Ignacio. Recuerdo que sólo me senté en la mesa y cuando agarro el café y me lo llevo a la boca, escuché un tiro. Solo volteé a ver y me dije: es Pantin. El andaba una pistola que Tomás Borge le había regalado. Yo siempre le decía en broma: vos vas a morir con esa pistola. También le habían regalado una grabadonara pequeña y un reloj. Es Pantin, me dije, y por la puerta miré al radioperador parado, pensativo, preocupado. Fui a la casa y miré a Pantin todo pálido, estaba herido. Fue un accidente, me dijo el paramédico. Nadie se mueva de aquí. Ordené. Noté que los civiles mískitos estaban horrorizados. La mayoría eran civiles. ¿Cómo fue? pregunté. Vi que la bala le había penetrado por el pecho, le salió por la espalda y atravezó el zinc. Eran las 8:35 de la mañana del 22 de julio, en la casa de Elizabeth Downs, en Yulu. Todo indica que fue un accidente.

-¿Por qué cuando viniste a Puerto Cabezas para dialogar, dijiste que lo hacías al margen de los acuerdos de Esquipulas, porque éstos no tenían que ver con la situación de los indígenas?

-En los acuerdos de Esquipulas II, para comenzar, no se habla nada de los pueblos indígenas. Podemos revisarlos. Entonces, si nuestra pláticas queremos hacerlas en base a lo acordado en Esquipulas, resulta que ahí no se contempla diálogo, sólo amnistía. Eso significaría entregar estas benditas armas y formalizar nuestra vida, casarnos, estudiar, trabajar y se acabó. Nos estaríamos negando nuestro derecho, justo y necesario. En Esquipulas II no se habla de una negociación armada, sólo de una amnistía y nosotros no estamos en el marco de Esquipulas II. Pero sí estamos impulsando por Esquipulas II y tratamos de hacer la paz, aunque en un ambiente diferente.

Entrevista con Hazel Law

En el debate del conflicto indígena nicaragüense sobresale un personaje controvertido y crítico que en 1981 era de los principales dirigentes de Misurasata y en 1984 resultó electa diputada sandinista en representación de los grupos étnicos de la Costa Atlántica. Es Hazel Law.

Hazel Law es una mískita nacida el 26 de julio de 1958 en Sují, una pequeña comunidad de la ribera norte del río Coco. Prácticamente, fue el único dirigente de Misurasata que se quedó legalmente en Nicaragua después de que en 1981 esa organización indígena se fue al exilio y se alzó en armas contra el sandinismo.

Law guardó prisión en febrero de 1981, al igual que Brooklyn Rivera, Steadman Fagoth y el resto de líderes de Misurasata. Fagoth fue el primero en huir a Honduras, una vez que se revelaron sus conexiones con los cuerpos de Seguridad del depuesto régimen somocista. Rivera se fue después, a pesar de haberle prometido al pueblo indígena que no cometería el mismo error de Fagoth. Hazel se quedó y por insistencia suya el FSLN aceptó dialogar con los indígenas alzados, sin lo cual no hubiera sido posible comenzar el proyecto de autonomía para las minorías étnicas. Fue Hazel Law la que convenció al Frente Sandinista de la necesidad de dialogar con Brooklyn Rivera, iniciativa que se concretó en 1984. Sin embargo, Rivera ha trastabillado tanto que prácticamente quedó fuera de escena.

Entre febrero de 1981 y julio de 1982, Hazel Law estuvo distanciada del Frente Sandinista y prácticamente exiliada en Managua sin poder volver a la Costa, hasta que el comandante Lumberto Campbell la buscó para que trabajara en el proyecto de educación bilingüe. Hazel es ahora diputada de la bancada sandinista y en Puerto Cabezas tiene una oficina done recibe a los indígenas mískitos que salen de sus comunidades en busca de quien les resuelva sus problemas.

"Seis meses eran nada para siglos de negación"

-¿Qué es autonomía para los indígenas nicaragüenses?

-En términos conceptuales hay diferencias sobre qué es autonomía. Quienes más han contribuido a la autonomía son los que menos pueden definir teóricamente qué es autonomía. Tienen sus propios conceptos, sus expectativas, de acuerdo a su realidad. La gente del Río Coco empezó a interpretar la autonomía como la posibilidad de vivir en su lugar de origen y de retornar a sus comunidades. Para esa gente, autonomía será entonces reconstruir sus comunidades, sembrar, superar las necesidades que no lograron cubrir en otros tiempos, la educación en lenguas. En la educación hay un progreso. Ya tenemos un método bilingüe hasta tercer grado, que se puede ir masificando en la medida en que logremos normalidad en las comunidades.

El reto es que la Ley se ejecute. Vamos a pasitos por las limitaciones que impone la guerra, por las limitaciones mismas de la región. Aunque acordémonos que el pueblo mískito, sumu y creole fue capaz de impulsar sus propios proyectos de alfabetización en lenguas con el apoyo de las instituciones gubernamentales. Hubo dificultades porque había que vencer algunos problemas de conciencia en las instancias estatales, pero fue el pueblo el que alfabetizó al mismo pueblo. fue una de las experiencias más ricas que tuvo la revolución antes de la autonomía.

-¿Satisface la Ley de Autonomía las demandas que hizo Misurasata en 1981?

-El Plan 81, por el que estuvimos en la cárcel, el denominando plan separatista, era la opinión, el consenso, de las bases de Misursata de entonces. El Plan decía que si el Instituto Nicaragüense de la Costa Atlántica (INNICA) tenía un ministro nombrado por el FSLN, ¿por qué una de las organizaciones representativas, la más fuerte en esa época, no podía nombrar otro ministro, sin quitar al Ministro que había puesto el Frente? En términos técnicos eso se llama cogestión.

Nosotros no decíamos cogestión, pro sí proponíamos la congestión en el organismo de coordinación estatal para la Costa Atlántica. También planteábamos la creación de un viceministerio de educación para la Costa Atlántica, donde además de atender la educación en lengua materna, que no la habíamos logrado en aquel momento, se atendiera también la educación en español. Pero creíamos que ese viceministerio debía estar en manos de los sujetos interesados, de los beneficiarios, lo que sería una práctica de un principio de la revolución. La experiencia de la cruzada en Lenguas nos había enseñado que necesitábamos una estructura propia de los costeños para avanzar en aquellos proyectos de interés exclusivo de nuestro pueblo.

Otro de los planteamientos era la asignación de becas de acuerdo a los potenciales de la región, para ingeniería forestal, minería, navegación, medicina. Todo lo que la región demandaba y aún demanda. Lo relevante era eso y la formalización de los títulos comunales sobre las tierras, de cuerdo a un proyecto que Misurasata elaboró desde 1980. Otra petición, aunque no fundamental, era que Misurasata tuviera un representante en la Junta de Gobierno. Esto era sugerencia de los asesores de Steadman Fagoth, sobre todo de Eddy Matute que estaba vinculado con el Movimiento Democrático Nicaragüense (MDN) de Alfonso Robelo. Dado que nosotros éramos la organización fuerte en la Costa Atlántica, Matute decía que Misurasata era la organización de base más fuerte en el país, después del frente sandinista. ¿Por qué entonces no podía tener un miembro en la junta de gobierno de reconstrucción nacional? Matute opinaba que Córdoba Rivas no representaba más que a su familia. de ahí la propuesta de que Misurasata pidiera un lugar en la Junta.

-¿Cómo reaccionó el Frente Sandinista?

-Si el Frente Sandinista o el Gobierno, hubieran entendido, si lo hubieran discutido, se habrían dado cuenta que nada perdían con darnos un ministro para la organización. Nos llevaron a la cárcel, nos acusaron de separatistas y finalmente hubo una respuesta militar. Fuimos liberados 14 días después, el 19 de febrero de 1981, pero la rebeldía, sobre todo de nuestra juventud que estaba terminando la alfabetización, fue toda una batalla dentro de un proceso popular, una batalla de las comunidades indígenas. ¿Vos te imaginar interrumpir a un brigadista para encarcelarlo junto con sus lideres cuando está culminando la experiencia más importante de su historia, de su vida...?

Era la primera vez que nuestra juventud hacía algo pro su pueblo, la primera vez que las comunidades estaban con verdadero entusiasmo haciendo algo que por años fue imposible. Entonces, por las capturas que se dieron, era lógica la rebeldía que provocó en la juventud y en la comunidad; la forma cómo se manejó y el tratamiento posterior cuando Fagoth llamó a la guerra como miembro de la "Legión 15 de septiembre" y anunció que su organización se llamaría Misura. Le quitó la coltia "Sata" que indicaba la unidad con los sandinistas. La única organización para los mískitos era Misurasata y el Frente Sandinista intentó trasplantar los CDS y otras organizaciones como AMNLAE, a las comunidades. Pero todos los costeños se volcaban hacia Misurasata porque recogía las aspiraciones indígenas, como lo demuestra el Plan 81.

Las contradicciones no eran antagónicas, sino propias de una sociedad que no se conoce a sí misma, que en un proceso de transformaciones empieza a confrontarse en su ignorancia, en sus métodos, en su historia. Las experiencias de lucha de las organizaciones que forjó el Frente Sandinista en los 18 años que antecedieron al triunfo de la revolución, tienen particularidades y distancias respecto a la experiencia de lucha de los indígenas. Esas contradicciones eran naturales, era un debate popular que enriquecía a esta revolución. Aunque no estuvieran convencidos los mestizos del Pacífico, se hizo la alfabetización en lenguas; hubo una voluntad del gobierno revolucionario. Se tardó seis meses para decidirlo, pero respondió. Seis meses eran nada para siglos de negociación y para 50 años de dictadura. La misma participación de la juventud indígena por primera vez en un proyecto así, era un pilar de enriquecimiento de la revolución sandinista, de la plataforma del Frente. La revolución sandinista está en el corazón de América, la revolución sandinista está frente a todos los pueblos de América y los indígenas son parte de los pueblos de América.

-¿El Frente Sandinista vino con buenas intenciones, entonces?

-En el período que va del 79 hasta el momento de la captura de Fagoth, dentro de una dinámica contradictoria pero rica, croe que se hicieron cosas buenas y si el gobierno no se hubiera precipitado a encarcelar a todos los lideres y brigadistas de la alfabetización, creo que la autonomía la hubiéramos empezado desde 1983. Sin embargo, se cedió el paso a la violencia. Los indígenas mískitos y sumus, a raíz de su rebeldía por una repuesta inadecuada, fueron un terreno fácil para las pretensiones guerreristas de la CIA.

Recordemos que a mediados de 1980 se fraguó la creación de un frente intento en Nicaragua en el que Fagoth jugó un papel apoyando las protestas que promovía el COSEP, el MDN y todos los partidos de la ultraderecha. En los primeros años de la revolución, en la Costa hubo grandes avances, principalmente en el Atlántico sur, como el teléfono de Blufields y la repetidora de la televisión; mientras que en el norte siempre ha existido sólo una radioemisora. Esas incomunicación que va desde los medios de información hasta las dificultades del transporte, determina mucho lo que el pueblo conoce y entiende de la revolución.

"Brooklyn Rivera no es un verdadero dirigente"

-¿Los planteamientos de Misurasata fueron separatistas o no?

-Globalmente, como organización, no. El Plan 81 no era separatista, pero había actitudes de Fagoth, su comportamiento en el consejo de Estado y otras delante del pueblo, que eran inducidas por sus asesores. El problema fue que el comportamiento de Fagoth, por ser uno de los máximos líderes, afectó a la colectividad. La desconfianza hacia Fagoth fue proyectada hacia todos los cuadros locales de Misurasata, donde había todo un potencial. Hoy te encontrás a muchos dirigentes de comunidades que fueron de Misurasata y que están contribuyendo con el proceso de autonomía.

Se presumía que eran separatistas las demandas sobre la tierra. Fue lo que asustó al Frente y había algunas razones, pero creo que debimos haber platicado. A nosotros ya nos había llamado la gente que nos financiaba como organización, para decirnos que estábamos pidiendo más de lo que correspondía a las comunidades porque se abarcaba más de 45 mil kilómetros cuadrados sólo para los mískitos, sumus, ramas y creoles. ¿Donde quedaban las tierras de los mestizos? La preocupación del Frente era porque los mestizos han sido su base aquí en el Atlántico Norte, desde antes del triunfo de la revolución. Nosotros hubiéramos comprendido esa situación, porque si queríamos que respetaran nuestros derechos, no íbamos a velar los de otros. Pero el Frente no argumentó el problema técnico de cómo hizo Misurasata su delineación de los títulos comunales. El topógrafo, Mauricio Polanco, murió hogado en el río Coco cuando sólo había cubierto once comunidades. Entonces, los abogados para no perder su dinero, trazaron el resto con un lápiz en el mapa dejando un total de 45 mil kilómetros cuadrados.

-¿Cómo intepretarías la evolución ideológica de Brooklyn?

-En primer lugar, hay que reconocer que la formación de Brooklyn es de tipo religioso. Sus posiciones sobre los derechos de los pueblos las adquirió dentro del movimiento e la Juventud Bautista. El fue miembro de la Juventud Nacional Bautista, se crió en la Iglesia Morava y después hizo estudios de teología en un colegio bautista. Su sustentación ideológica es religiosa, en cierta medida progresista. Es muy calmo, muy reflexivo, sin embargo no tiene posiciones ideológicas o políticas firmes, es influenciable por quienes están más cerca de él. En un tiempo fue simpatizante de algunas organizaciones guerrilleras, sobre todo de aquella que incluían a los indígenas.

Era muy responsable, no era derrochador cuando estuvo aquí, mientras que Fagoth era todo lo contrario. Aunque por su falta de firmeza puedo decir que no es un verdadero dirigente. Quizás esa era la debilidad mas grande que yo empecé a percibir en él cuando fuimos lideres del mismo movimiento. Lo cierto es que Brooklyn intentó trabajar aquí hasta agosto de 1981, pero los espacios políticos y organizativos se fueron cerrando por el Frente Sandinista. Sin embargo, su decisión de irse a Honduras no fue correcta, porque ante la última asamblea en Tuapí y ante algunos compañeros de solidaridad de la RFA, se había comprometido a no hacer lo de Fagoth. Dimos declaraciones públicas de que la lucha de la guardia somocista nada tenía que ver con la causa indígena. Por eso, para mi fue una gran sorpresa su viaje a Honduras.

Después me di cuenta de sus contradicciones con Fagoth, porque la misma juventud indígena no estaba de acuerdo en la subordinación a los exguardias. Y vimos que no formó de inmediato la Misursata armada. Comenzó con un grupo de la juventud disidente de la línea de Fagoth. La organización indígena comienza a fraccionarse desde 1981. Otros líderes nos quedamos aquí, en cierta medida tratando de rescatar a Misurasata. Estaba Rafael Zelaya y Jorge Frederick, algunos con temores de que los echaran presos. Comenzamos gestiones con la Cruz Roja y el Cepad, pero poco después este grupo se desintegró. Rafael Zelaya se fue a Costa Rica diciendo que el Frente lo perseguía, y así otros. La iniciativa de rescatar la organización era muy débil, la gente estaba confundida y observábamos las actitudes de Brooklyn. Yo le escribo en 1982 para que me aclare, porque tenía un compromiso con la organización. Le pido que me diga por qué se fue a Honduras. Desde ese momento dije: bueno, el Frente Sandinista no nos va a matar, nos podrá reprimir porque desde 1981 había represión para la organización, nos podrá cerrar los espacios, pero nada más.

-¿Quién los apoyó en esas circunstancias?

-Le escribí al presidente del Consejo Mundial de Pueblos Indígenas (CMPI), José Carlos Morales, para que mediara y cuidara a Brooklyn. Porque además se fue nuestro dirigente que atendía los sindicatos, Roger Herman. Herman me llamaba desde costa Rica porque sabia que yo buscaba apoyo internacional para que el Frente dialogara con nosotros y desde ese mismo momento excluimos a Fagoth. Herman también andaba buscando a José Carlos Morales,para que lo apoyara, pero este dijo que no podía hacer mucho. La ultima llamada que recibí de Herman fue para decirme que se iba a Venezuela donde su hermano, que no hallaba alternativas de apoyo en San José. Ahí perdimos todo contacto. Cuanto salgo en abril de 1982, con la idea de concretar la mediación del Consejo Mundial de Pueblos Indígenas -una idea mía-, fui a Costa Rica y esperé que Brooklyn llegara, pero mandó en su lugar a Armstrong Wiggings con una carta. Brooklyn había huido de Honduras porque el DIN lo perseguía, pero como no llegó a San José, no hubo reunión. El objetivo del encuentro era promover la mediación con el grupo de Brooklyn. Amstron pidió que en el análisis del CMPI se incluyera la posición de Fagoth.

Wiggings iba en representación de Brooklyn, pero no habló nada de las posiciones de Brooklyn. Como nosotros sabíamos cuáles eran las posiciones de Fagoth, me paré y pedí al presidente del CMPI y a los hermanos de México y San José que aisláramos a Amstron. En efecto, le decretaron la ley del hielo, se fue de la reunión y no volvió a llegar. Quedamos en que el CMPI promovería una reunión en Nicaragua en julio de 1982, con un miembro de la Comisión de Derechos Humanos o del Grupo Trabajo. Seguí esperando y llegaron las noticias de que Brooklyn había hecho una alianza con Robelo. El documento decía que la Alianza Revolucionaria Democrática (ARDE) se comprometía a garantizar el desarrollo de las comunidades indígenas de la Costa Atlántica. Le volví a escribir a Brooklyn. Aunque casi no recibía notas de él, teníamos relación indirecta por medio de periodistas. "Estás confundiendo la naturaleza de la lucha indígena con ese acuerdo con Robelo", le mandé a decir. "¿Por qué Robelo no ayudó a los indígenas cuando era dueño de toda la red de supermercados "La Colonia"? ¿Por qué no vio entonces la pobreza en que vivían los indígenas?", le escribí. Ahora sí, porque los pueden utilizar como instrumento de la guerra, ahora sí buscan alianza.

"Las comunidades andaban sin dirección y totalmente resentidas"

-¿Cómo te reconciliaste con los sandinistas?

-En julio de 1982 me comencé a acercar al Estado, porque llegó el comandante Campbell a buscarme. Yo andaba en la onda de que pusieran en práctica la educación en lenguas que se aprobó en el Consejo de Estado y él me propuso que formulara un proyecto. Acepté encantada, eso me daba posibilidades de volver a Puerto Cabezas. al venir, empiezo a ver que las comunidades andan revueltas, sin dirección y totalmente resentidas. Era noviembre del 82. Todas las medidas aquí eran de tipo militar. si la cuota de racionamiento era de una libra por persona, en las comunidades era media libra. Vine como investigadora del CIDCA, para apoyar el proyecto bilingüe, pero era lo que menos hacía.

La mayor parte del tiempo lo pasaba oyendo a la gente queme contaba sus problemas. Me di cuenta que la gente te sigue viendo como su líder y que si no asumís vos no hay quién. Las más persistentes eran las mujeres. Estaba de fondo el problema de los traslados, el caso de Tasba Pri, que no era la solución para la gente. Había problemas en abundancia. La gente te hablaba de los combatientes indígenas de la misma manera que la población del Pacífico hablaba del Frente Sandinista antes del triunfo. ¿Te acordás que el pueblo del Pacífico, para la insurrección, se refería a los guerrilleros como "los muchachos"? Pues los indígenas también les llamaban "muchachos" a sus alzados, mientras el Frente Sandinista los trataba de contras. En las comunidades los apoyaban, les daban de comer y la gente prefería ser apaleada pero no decían nada. Decían que luchaban contra el Frente Sandinista por sus tierras, por el reconocimiento de sus derechos, por el respeto, mientras que el gobierno los trataba como contrarrevolucionarios. Entonces empezamos a batallar por el cambio, por convencer que había que cambiar la política.

Tratamos de incidir en los dirigentes de la región y encontramos eco en el subcomandante José González, delegado del Ministerio del interior, y en algunos miembros del Frente Sandinista, como Alvaro Reyes, jóvenes que por su experiencia en la insurrección -fueron combatientes en Matagalpa- entendieron el asunto. Además, escucharon a la gente, porque les llevábamos a la gente. Antes de la amnistía de diciembre de 1983 logramos que el gobierno y la Cruz Roja Internacional promovieran vuelos para que a los prisioneros los visitaran sus familiares. Esa gestión interna trascendió, la conocieron los grupos alzados y llegó a costa Rica. Cuando logramos la amnistía del 83, hasta Brooklyn declaró que era un paso positivo pero que hacían falta más.

Hice un sondeo entre los padres que tenían hijos en Misurasata, que si ellos consideraban posible un diálogo, que si lo apoyarían en caso de darse. La gente dijo que si el gobierno aceptaba, estaban de acuerdo. Me pidieron que, si el gobierno no aceptaba, que no mencionara sus nombres. La gente decía las cosas con temor. Para entonces, el delegado del Frente era William Ramírez y le dije que era necesario plantear otra vez el diálogo. Me respondió que no se podía. Yo insistí y seguí trabajando con los que mas o menos entendían. En 1984, en febrero, el Frente Sandinista me dio la respuesta aceptando negociar. Llamé a Brooklyn y le dije: "Decime la verdad. De acuerdo a tus declaraciones, vos no luchás para derrocar a la revolución sandinista. ¿Estás dispuesto a entrar en un diálogo con el Frente Sandinista por los derechos indígenas?" Si -me dijo- yo no lucho por derrocarlos, lucho para que nos respeten. Está bien -le dije-, el Frente Sandinista dice que sí y te vamos a apoyar. Después me dijo que necesitaba apoyo internacional. Es por eso que, aunque la respuesta la tenemos desde febrero, las pláticas con Brooklyn empiezan en octubre. Y cuando él entró a las pláticas lo hizo con un espíritu positivo.

-¿Por qué las conversaciones comenzaron en Nueva York?

-Con la visita del Presidente Daniel Ortega a Nueva York, Brooklyn buscó un encuentro. Estaba preocupado por las condiciones de nivel. Quería un diálogo a alto nivel. Después que lo llamé por teléfono en febrero, me dijo que sí, que quería dialogar. Fui a San José y tuvimos un encuentro fraterno porque éramos de la organización. Miré que tenía buena voluntad, pero también desconfianza por el famoso apoyo internacional. Ahí comienza a buscar a los asesores del senador Kennedy, busca periodistas y todo. Ahí también comienza uno de sus errores. Yo había tenido choques con el Indian Law Rosource Center (ILRC) desde 1983. Estuve en una de sus conferencias, en la que había organizaciones indígenas que reflejaban su realidad, la represión en Estados Unidos, cómo los han sacado de sus tierras, criticaban las reservas que más bien esclavizan al indígena al vicio del alcohol, a la marihuana, hasta que terminan viviendo de la caridad. Precisamente así es le pueblo de Russel Means.

Después, a través del ILRC donde trabajaba Armstrong Wiggings, nos llevaron a una organización de supuestos empresarios indígenas y me salió el FBI. Un señor me dio su tarjeta, me llamó por mi nombre y me dijo: yo soy fulano de tal. Y en la plática que tuvimos ya sentados en la mesa me dijo que el FBI podía hacer un trabajo a favor de los indígenas nicaragüenses.

"La CIA se aprovechó de las debilidades de Brooklyn"

-Si Brooklyn entró a las pláticas con buena voluntad, ¿qué le hizo cambiar después?

-Los métodos de la CIA de dividir partidos políticos, organizaciones. Porque si no compra, divide o corrompe. Aprovechan las debilidades de las personas. Eso explica todo el apoyo, a través de los demócratas, para Brooklyn. Nosotros también tenemos un poco de culpa, por ingenuos. Era la primera vez que lo estábamos haciendo. La gente del ILRC sirviéndole de secretario privado, tratando de adivinarle todo. Cuando el vino aquí, a pesar de la euforia, nosotros hubiéramos querido que él pensara como alguien que estaba dentro del país. Era normal, sí, el comportamiento de él, la euforia de hablar después de tanto tiempo en una concentración en el estadio y de hablar un poco fuerte.

El otro problema de Brooklyn es la dependencia económica, porque el ILRC es el que paga sus gastos en Costa Rica. Al comienzo, el diálogo no era un proyecto de la CIA, aunque sin duda uno de sus asesores debe ser de la CIA. En Naciones Unidas me dijeron que me fijara bien en el acceso que tienen, como nadie, a la Cámara y a las oficinas de la ONU. Por ahí va el trabajo. Primero, por la dependencia económica del ILRC, que según ellos es el apoyo de sus agencias donantes, que son los organismos religiosos mas conservadores de Estados Unidos.

Yo digo que después de la ronda de conversaciones en México, la CIA comienza a diseñar su estrategia para llevar a Brooklyn a donde ellos quieren. Es un trabajo fino. Una de las debilidades de Brooklyn es la mujer y por eso lo hacen sentirse una estrella. Cuando iba a Colombia se hospedaba en un hotel de lujo que no tenía la delegación nicaragüense. Como yo era de la delegación de Misurasata, también iba al hotel lujoso y me daba cuenta del tratamiento. Aunque me miraban de reojo los asesores, por mis posiciones. Recuerdo que en 1983, cuando fui a la reunión del grupo de trabajo de la ONU, al ver la propuesta del plan quinquenal del ILRC, los cuestioné frontalmente. Les dije que estaban planteando la preservación del medio ambiente del indígena, como si nuestro medio ambiente se hubiera conservado intacto y nuestros bosques no estuviera deforestados. También decían que los indígenas éramos una isla dentro de una nación.

¿Por qué? Si nosotros los indígenas vivimos con mestizos, creoles, todos juntos. Entré en un debate de posiciones. Les dije que sus planteamientos eran ahistóricos. Después, cuando Brooklyn vino aquí, le dije que me había dedicado a leer experiencias relacionadas con la lucha y asuntos indígenas y que la posición del ILRC no concuerda con nosotros, con la realidad de América.

-¿Quiénes te apoyaron internamente en tus presiones por la autonomía?

-Hubo otro grupo de indígenas, como Marcelo Zúñiga y Armando Rojas, que plantearon algo similar pero con menos persistencia. Yo decía: bueno, si esto no funciona me voy por lo bilingüe, y si no, voy por otra cosa, pero vos tenés que ir por algo. Por eso aparezco, prácticamente, de manera individual. Detrás de mí, al menos en la gestión del diálogo y de las medias del retorno al río, hubo otras personas. Se ha dicho que el retorno se dio por el dialogo de Brooklyn, pero no; eso lo habíamos ganado las mujeres de Bu Sirpe, los sandinistas que empezaron a oír al pueblo y otras comunidades. Sabíamos que el gobierno aceptaría el retorno al Río Coco. Eran propuestas que nosotros teníamos antes de iniciarse las pláticas. Pero como todo tiene un proceso, cuando Brooklyn vino a su primera ronda trajo una agenda tan escueta que le dije que hiciéramos un planeamiento global, par que no nos pasara como en 1981, que negociamos la libertad de Fagoth y no quisimos volver a discutir el Plan 81. "Mirá -me dijo- yo tengo un grupo que está trabajando en Costa Rica'. Ese es otro de sus errores: trabajar afuera. Uno tiene que trabajar dentro del pueblo.

-¿Creés que Brooklyn pueda reivindicarse?

-Recuerdo la discusión que tuve en Ginebra con Brooklyn, en julio de 1985. El había roto las pláticas con el gobierno y me dijo que estaba dispuesto a reanudarlas. Pero a raíz de lo de enero de 1986 -entró clandestino a Nicaragua con indígenas norteamericanos-, él utiliza un lenguaje similar al de los contras somocistas, por ejemplo. Luego me dice que está dispuesto a aliarse con quien sea, menos con el Frente Sandinista. Después vemos las publicaciones del "Washington Post" sobre el escándalo Irangate, donde el asistente de George Bush declara que a Brooklyn Rivera le dieron tantos millones de dólares. Creo que aún con esos millones de dólares recibidos, todavía tenía una posibilidad, pero él mismo va perdiendo crédito porque su gente su empieza venir de Costa Rica. Eso demuestra que ya hay contradicciones, igual que en 1981. Es un proceso lento que a veces el pueblo lo termina. Creo que la caída mas fuerte de Brooklyn fue unirse al proyecto de la CIA. Y dentro de ese proyecto se formó en mayo de 1987 la organización Yatama, según ellos para garantizar las posiciones guerreristas. Yatama está dirigida, de hecho, por el coronel del ejército hondureño Erick Sánchez.

-¿Cómo ha repercutido eso en la población mískita?

-Es una serie de acontecimientos y yo solo digo que estoy decepcionada. Es evidente que los sectores indígenas han empezado a perder la confianza en él. Quien tiene ahora la palabra es el gobierno con su ley y sus instituciones. Yo, ya no me meto, me decepcioné. Tampoco quiero decir que no ha habido frutos de este esfuerzo. Porque abrimos el diálogo, y hubo cese al fuego, repatriación. A consecuencia del diálogo que iniciamos en 1984 surgió el diálogo interno. También somos gestores de ese diálogo, porque a mí intentaron secuestrar en 1985. Yo no había gestionado el diálogo con Misura. Entonces decían que yo estaba privilegiando a un grupo sin reconocer que Misura es el mismo indígena. Toda esa experiencia me fue enseñando que nuestra organización estaba fraccionada. Y estoy convencida de que nuestra organización estaba fraccionada. Hay que reunir a todo esta conjunto de sectores progresistas, que realmente, a debatir y a comparar la autonomía con el Plan 81, con el lineamiento general de Misurasata, no hay que tenerle miedo. Eso es lo que va a convencer a los indígenas.

-¿Cómo es que Hazel Law se convierte de pronto en diputada sandinista?

-Esa interrogante también hay que hacérsela a la dirección del Frente Sandinista. El Frente tiene sus organizaciones sectoriales o gremiales, tiene sus lideres para los obreros o para los trabajadores del campo, para los maestros y las mujeres. Dentro de los indígenas, por historia -nos guste o no como haya sido el proceso- la experiencia de las organizaciones indígenas empiezan con Al promisu, siguen con Misurasata y se mantienen con las comisiones de paz y autonomía y los grupos de alzados por la paz. Nosotros venimos -me enorgullezco de decirlo- del movimiento indígena. Tengo una experiencia de movimiento, no de partido. También me honra, me enorgullece que el Frente Sandinista me invitara a participar en las elecciones. Hay un sector que reconoce que la crítica eran necesaria aunque había lagunas, y que la historia puede dar luz para interpretar una serie de fenómenos. No podríamos entender la revolución sin la historia.

Es algo que yo le señalé al FSLN en su momento. A mí me llamaron "contra" durante varios años. Yo sabía que era producto de un oscurantismo, no entendían la situación. Me llamaron contra compañeros sandinistas, compañeros mískitos. Porque llegaba al asentamiento de Tasba Pri a decirles que la gente tenía razón, que la gente debía regresar al Río Coco. ¿Qué decirte? Nosotros somos el resultado de una experiencia que desembocó en la violencia.

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