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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 447 | Junio 2019

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Nicaragua

Las torturas en los centros de detención

“Volviendo a ser humano” es un informe preliminar sobre las torturas en los centros de detención del régimen. Fue elaborado por el Colectivo Nicaragua Nunca +, integrado por defensores de derechos humanos que pertenecieron al CENIDH (Centro Nicaragüense de Derechos Humanos) y que tuvieron que exiliarse en Costa Rica, tras la oleada represiva de diciembre de 2018. La importancia del documento es ser la primera aproximación al horror que han vivido, y aún viven, las personas apresadas por oponerse al régimen Ortega-Murillo tras la rebelión cívica de abril de 2018.

Colectivo Nicaragua Nunca +

El preso político Alex Pérez, al responder a nuestro saludo ¿Cómo estás…?, cuando lo entrevistamos después se ser excarcelado, nos respondió: “Aquí, volviendo a ser humano”. Su experiencia en la cárcel, marcada por los abusos sufridos, nos dejó en evidencia la falta total de humanidad en el trato recibido en la cárcel. Para Pérez, padre de Kevin y Kitzel Pérez Valdivia, que también estuvieron presos y también fueron excarcelados, el regreso a la vida familiar y a la comunidad, luego de sufrir torturas y encierro, será un proceso difícil. Son muchas las presas y presos políticos a los que se les sucederá igual.

LAS ENTREVISTAS


Las protestas iniciadas el 18 de abril de 2018 contra las reformas a la Seguridad Social y la respuesta represiva del Estado, calificada por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) como “persecución judicial y criminalización de la protesta social” dejó como saldo el secuestro y detención de más de 5 mil personas, de las que al concluir este informe, 3 de mayo de 2019, al menos 600 continuaban encarceladas en centros penitenciarios, en delegaciones policiales y también en la Dirección de Auxilio Judicial de Managua.

La información que compartimos en este informe preliminar se basa en 17 entrevistas con personas excarceladas y en la información que otras brindaron a medios de comunicación.

Toda la información recogida evidencia los tratos crueles, humillantes y degradantes que recibieron y las violaciones a las garantías al debido proceso y a la protección judicial que experimentaron. Incluso, una vez excarceladas estas personas se encuentran en incertidumbre jurídica, ya que el gobierno no les ha permitido tener acceso al documento que les obligaron a firmar sin leer su contenido.

El Relator especial para las personas privadas de libertad de la CIDH, Joel Hernández, dijo que el proceso de excarcelaciones que estaba llevando a cabo el gobierno de Nicaragua debía ser “ordenado, acelerado, transparente y con certeza sobre el estado legal de los liberados”, lo que no se está cumpliendo.

LAS AMENAZAS


“Han pasado los días y soñamos que nos agarran...” Todas las personas que entrevistamos rememoran con angustia el temor con que vivieron el momento de su captura.

Antes, prácticamente todas habían sido amenazadas y estaban incluidas en listas. Las amenazas las recibieron personalmente, por redes sociales o en notas escritas que les dejaron en sus casas. En bastantes casos las amenazas fueron también contra sus familiares: que les apresarían, que les violarían, que les matarían, que destruirían su vivienda...

Las personas más amenazadas eran las que habían pertenecido hasta abril al partido de gobierno y las que habían participado, de cualquier forma, en tranques o barricadas. Quienes las amenazaban eran integrantes de los Consejos del Poder Ciudadano (CPC), miembros de la Juventud Sandinista, universitarios afines al partido de gobierno y en algunos casos, también vecinos y hasta sus propios familiares.

LAS DETENCIONES


Prácticamente todas las detenciones fueron acompañadas de un uso ilegítimo y desproporcionado de la fuerza y como castigo a la participación en protestas cívicas. “Te has puesto en contra de nuestro presidente y eso se paga muy caro”, le dijo un jefe policial de Chinandega a una persona al detenerla.

Las listas en las que aparecían los nombres de las personas detenidas las tenían, incluso agentes de tránsito. Un entrevistado nos refirió que fue detenido en un retén policial en las Cuatro Esquinas, Carazo: “No sé cómo tenían ellos fotos de las personas que andaban buscando. El policía me dijo que si yo era el de la foto que él tenía ahí y cuando le dije que sí me dijo: Quedas detenido”.

En junio, julio, agosto y septiembre de 2018 las detenciones fueron realizadas, en su mayoría, por operativos combinados de policías y parapolicías o paramilitares. Cuando los que detenían eran sólo parapolicías -documentamos tres casos- los de¬tenidos fueron llevados a centros clandestinos.

El uso ilegítimo e irracional de la fuerza y el empleo de armas de fuego en la detención lo protagonizaron tanto parapolicías como agentes de la Policía Nacional. Todos los agentes actuaron en muchas ocasiones con odio contra las personas que detenían: “Entró en nuestro carro una oficial mujer y empezó a insultarnos... Al levantar la cabeza, la mujer me pegó una patada en la sien izquierda e hizo un disparo diciendo: ¡Hay que matar a estos perros delincuentes! El disparo le dio a nuestro conductor y de la bala le cayeron charneles a mi hermana en su pierna. El conductor decía: Me dieron, estoy herido... y la oficial dijo: ¡Nos vale verga, ahí morite desangrado!”

Otro detenido en ese mismo operativo relata: “Me dieron un culatazo que perdí la audición del oído izquierdo, también me dieron en la nariz y tengo problemas para respirar, sólo respiro por una de las fosas. También me sacaron un diente y la oficial cargó el AK apuntándome en la sien”.

Todas las detenciones que hemos documentado se ejercieron con violencia verbal, amenazando con armas de fuego y con violencia física, empleando puños y patadas, el bastón policial o culatas de armas de largo alcance. Los detenidos eran lanzados a la tina de la camioneta “como animales”. Allí tenían que permanecer cabeza abajo y, para asegurarlo, un oficial se encargaba de ponerles la bota en la cara. Persona que alzaba la vista era golpeada.

Tres personas coincidieron en que en el traslado a los centros de detención fueron amenazadas con tirarlas en la Cuesta del Plomo en Managua o en el Faro en Granada. Cinco personas refirieron que las amenazaron con violarlas o violar a familiares. “¡Vamos a violar a tu mujer!” amenazaron a uno. Las personas que fueron llevadas a cárceles clandestinas llegaron allí encapuchadas o con los ojos vendados y amordazadas.

CÁRCELES CLANDESTINAS


Hay evidencias en nuestras entrevistas de la existencia de centros clandestinos de detención. Algunos fueron instalados en casas conocidas como “zonales del Frente Sandinista”, otros en lugares alejados.

Las detenciones para trasladar a personas detenidas a estos lugares las hacían fuerzas parapoliciales, que operaban generalmente encapuchados y se movilizaban en camionetas de la Policía Nacional o en camionetas Toyota Hilux blancas o de color claro con vidrios polarizados y sin placas. “Trabajando con la Policía había extranjeros”, identificados por su acento. Generalmente iban ocho, todos con armas de alto calibre.

Estos operativos se caracterizaron por su rapidez: la persona detenida era emboscada, encañonada, esposada, cubierta con una capucha, amordazada y subida a la fuerza en la camioneta, en donde la golpeaban y la amenazaban de muerte. Quienes fueron secuestrados así permanecieron en estos lugares clandestinos desde un día hasta una semana, para posteriormente o ser liberadas o trasladadas a un centro policial.

En estos lugares los interrogatorios los realizaban parapolícias, empleando una violencia física que se iba incrementando gradualmente a medida en que no obtenían respuestas. En los “zonales” empleaban puños, patadas y armas blancas y contusas. En los lugares alejados utilizaban “taser” o pistolas eléctricas, anclas en donde colgaban al detenido, golpes constantes en los testículos, “ruleta rusa” y otros métodos de tortura, sin dar al detenido ni comida ni agua. Otro método de tortura era asegurarles que tenían las ubicaciones de sus familiares.

Según nuestros entrevistados, uno de los centros clandestinos está en una finca ubicada a 6 kilómetros “yendo de Poneloya a León, luego de pasar un río”. En ese lugar estuvo secuestrado uno de nuestros entrevistados con 12 ó 14 personas más, una de ellas “un muchacho chele, gordito, alto, que los brazos los andaba tatuados, a él le decían teacher”. Al ser trasladado a León nuestro entrevistado supo que a este muchacho lo habrían ejecutado...

Él nos contó lo que le hicieron en el lugar: “Te colgaban con la punta de los pies para arriba y te daban golpes hasta dejarte inconsciente”. Otro entrevistado expresó que estuvo secuestrado en el zonal del FSLN en Matagalpa, donde fue herido con arma blanca en brazos, manos, torso, pecho y muslos, para después ser “liberado” lanzándolo cubierto de sangre a un predio. En ese mismo zonal otro entrevistado fue golpeado, según nos dijo, por órdenes del alcalde Sadrach Zeledón.

PRESENTACIÓN PÚBLICA
DE LAS PERSONAS DETENIDAS


Analizamos los testimonios de ocho personas presentadas a los medios de comunicación como “terroristas”, encontrando cuatro graves violaciones de sus derechos, cometidos en otros muchos casos.

Fueron presentadas sin haber sido puestas a la orden de un juez, pasando más de 48 horas desde su detención. Fueron golpeadas, torturadas y amenazadas previamente. A algunas se les “sembraron” armas que no tenían para acusarlas de portarlas. Fueron presentadas con ropa diferente a la que tenían cuando fueron capturadas. Un detenido le dijo a su madre: “Me pusieron la primer camisa que encontraron, porque la que yo traía estaba demasiada llena de sangre de todos los golpes que me dieron”.

EN EL CHIPOTE Y EN LOS MUNICIPIOS


16 de las personas entrevistadas estuvieron detenidas en las celdas de la Dirección de Auxilio Judicial en Managua conocida como El Chipote. Todas denunciaron haber sido torturadas y aisladas.

También recibimos denuncias de torturas similares en las estaciones policiales de Sébaco, Masaya, Matagalpa, León, en La Garita (Carazo), en el Centro de Procesamiento Policial Félix Carrillo de Granada y en Chinandega.

Once personas entrevistadas fueron torturadas y brutal¬mente golpeadas por policías y parapolicías en celdas policiales de sus municipios o de municipios aledaños, antes de ser trasladadas a El Chipote. Una característica en las celdas policiales locales era que los policías incitaban a los presos comunes a golpear a los presos políticos, que el hacinamiento es mayor y que los parapolicías que torturan son de otras localidades: los de Managua operaron en Granada y los de Matagalpa en Sébaco.

LA LLEGADA A EL CHIPOTE


A El Chipote las personas detenidas llegan esposadas. Al ingresar no se les permite alzar la vista. Primeramente las pasan a una sala: “Desde que entré comenzaron los oficiales a ofender, amenazar, que mejor deberíamos estar muertos por estar contra el gobierno...”

Los obligan a desnudarse, aun frente a oficiales del sexo opuesto y a otras personas detenidas. Deben hacer 50 sentadillas seguidas. Un entrevistado nos relató: “A nosotros nos dijeron que nos iban a meter a una celda para que nos golpearan los presos comunes, que hasta violados íbamos a salir de allí”.

En el ingreso se les toman datos a las personas detenidas y se les realiza la prueba de parafina para ver si han usado un arma. Un detenido que estuvo en un centro clandestino nos refirió que primero le hicieron disparar un arma y después le hicieron la prueba. Les sacan fotografías y les toman las huellas dactilares. Seis personas nos dijeron que les obligaron a firmar un documento donde aceptaban ser “terroristas”.

El paso siguiente es el traslado a la celda preventiva: “Nos tienen ahí como animales de exhibición”. Es una celda con verjas y los funcionarios que pasan ofenden a las personas detenidas, les toman fotos o videos. Están desnudas o en ropa interior, esposadas con las manos hacia atrás, lo que causa un gran dolor. Usualmente pasan al menos cuatro horas en esa celda, que tiene apenas dos metros cuadrados y un asiento de cemento. Aunque ahí sólo cabe una persona, a veces meten a tres.

LOS INTERROGATORIOS


Al salir de la celda preventiva las personas detenidas son llevadas a interrogatorio, siempre acompañado de torturas. Las modalidades de los interrogatorios varían según la información que buscan y la persona que entrevistan. Las amenazas a la familia, esposa e hijos son constantes, para que firmen documentos en blanco inculpando a otras personas. En nueve casos, las personas detenidas fueron interrogadas en ropa interior o con sus ropas ensangrentadas por los golpes.

Los interrogatorios tratan de doblegar la resistencia de las personas, no sólo con amenazas a sus familiares, también desprestigiando su causa, haciéndoles sentir indefensos, aduciendo que determinada persona en la que confían no los va a salvar. Con personas con liderazgo había especial saña en la tortura.

Todas las personas entrevistadas refirieron que fueron entrevistadas los primeros días al menos dos veces diarias, incluso en la madrugada, en interrogatorios agotadores, de media hora o más, estando generalmente esposadas con las manos hacia atrás, sentadas en un banco tan pequeño que estaban casi en cuclillas. También son interrogados de pie o incluso de rodillas.

Los interrogatorios fueron antecedidos por golpes y privación de sueño y evidencian métodos para mantener en alerta permanente a las personas detenidas.

Identificamos varias modalidades en los interrogatorios. En una, un oficial investigador está de frente y dos oficiales, generalmente encapuchados, a la espalda de la persona detenida, encargados de golpearla si no responde. En algunas ocasiones las preguntas las guía un oficial, que no se dirige al detenido, sino que le indica al oído las preguntas a otro oficial. En otra modalidad, actuaban dos oficiales alternados, uno presionando sicológicamente a la persona detenida y otro agrediéndola físicamente, incluso antes de cualquier pregunta. Otra modalidad incluía practicar la tortura al hacer las preguntas.

Algunos entrevistados mencionaron áreas específicas de tortura en los subterráneos de El Chipote, en un lugar conocido como El Caracol. En ese lugar y en las celdas de castigo los interrogatorios son acompañados de torturas más violentas.

¿QUIÉNES LOS FINANCIAN?


La violencia sexual y las agresiones sexuales son constantes, al obligar tanto a mujeres como a hombres a estar desnudos ante oficiales del mismo sexo o del sexo opuesto. A una entrevistada la desnudaron completamente y abrieron la puerta de la sala de interrogatorios para que cualquier persona que pasara pudiera verla así. Las amenazas de violación a las personas detenidas o a cualquiera de sus familiares son frecuentes. Hay testimonios de violaciones sexuales a detenidas y detenidos en medios de comunicación.

Aunque los interrogatorios buscan provocar dolor más que obtener información, por no dar información se reciben golpizas o ataques sexuales. También, amenazas: privación de la visita familiar, 30 años de cárcel, daños a sus familiares, quitarles sus hijos, amenazas de muerte... “Yo jamás pensé que iba a llegar a sentir tanto miedo”, nos dijo un entrevistado, a quien le enseñaron fotos de su mujer esposada, amenazándolo con procesarla también a ella y diciéndole que sus hijos quedarían sin padres. Un entrevistado nos relató que lo sacaban esposado de su celda, encapuchado y apuntándole con un arma en la cabeza cuando iba al interrogatorio.

“Cambiaban los oficiales, pero las preguntas eran siempre las mismas”. Independientemente del lugar, la forma, el horario o de quién realizara los interrogatorios, siempre había tres preguntas: quién los financia, dónde están las armas y dónde están los líderes. Aunque no hubiera respuestas, insistían en las preguntas y siempre aducían que era imposible que nadie los financiara.

Al finalizar los interrogatorios, el investigador o la investigadora trataban de hacerles firmar un documento o de filmar un video en el que la persona detenida inculpara a otras personas, aceptara los hechos por los que la acusaban o leyera lo que ellos les indicaban fuera de cámara. En la mayoría de las ocasiones no lo conseguían, aunque sí los hacían firmar un documento que no podían leer.

LAS CELDAS DE INTERROGATORIO


Varias salas diferentes de interrogatorios fueron descritas por las personas entrevistadas. Algunas fueron interrogadas en una celda limpia, totalmente cerrada, de unos 6 metros cuadrados, con un escritorio, una silla o un banco pequeño.

Dos personas mencionaron El Caracol como lugar de interrogatorios. Uno de los entrevistados aseguró haber estado allí, a donde se llega bajando escalones. Otros dos entrevistados relataron haber estado en una celda subterránea, sucia y oscura, donde esposados a una silla les aplicaban choques eléctricos y al salir el oficial la llenaban de agua hasta las rodillas del detenido. Otro entrevistado aseguró haber escuchado el testimonio de “un señor” que también estuvo ahí.

Una persona nos dijo que era la celda número 17. Otra celda mencionada es “totalmente sellada, muy caliente”, con sólo seis hoyos pequeños en una pared. Otras celdas de interrogatorios fueron recordadas por tener a la vista del detenido instrumentos de tortura: tasers, armas de fuego, chacos, esposas, alicates, tenazas, bates, machetes... Tres personas nos dijeron que en ellas torturaban hombres con acento cubano y venezolano.

Los golpes, torturas y condiciones insalubres en El Chipote, sumados a la negligencia en responder a los problemas de salud de los detenidos, tienen repercusiones en quienes salen de la cárcel. Algunos quedan afectados por dolores constantes.

LAS TORTURAS


Los interrogatorios se realizan a menudo en la madrugada y con desmedida violencia física y saña. Más que investigar, lo que buscan es infligir dolor. Tres personas mencionaron el alicate. Uno refirió que al cuarto día de estar detenido le pusieron en la clavícula un alicate, lo mojaron y le hicieron varias descargas eléctricas hasta que perdió el conocimiento. Con alicate le arrancaron las uñas de las manos a uno de nuestros entrevistados. A otros los amenazaron con hacerles eso. Otro entrevistado explicó que tenían una máquina rudimentaria para arrancar uñas, con una aguja que insertan bajo la uña y la halan a presión. A un joven de 17 años le quemaron las plantas de los pies.

También se tortura a los hombres con golpes y patadas en los testículos. Dos entrevistados mencionaron la quema de sus testículos con cigarrillos encendidos. Los aplican también a otras partes del cuerpo. Un entrevistado relató que un torturador, con tijeras en mano, lo amenazó con cortárselos.

La presa política Olesia Muñoz Pavón fue brutalmente torturada en la delegación policial de Masaya por apoyar el tranque de Niquinohomo. “Tu familia ya está muerta”, le dijeron al apresarla. Sus familiares denunciaron que en El Chipote le pusieron una bolsa de plástico en la cabeza para asfixiarla y frecuentemente una oficial con el rostro cubierto llegaba por las noches a bañarla en agua helada, método que usaban con otras personas detenidas.

“¡Aquí solo hay huevones!”, gritaban oficiales de El Chipote, que actuaron con especial saña humillando a varias personas con distinta orientación sexual. Según relataron sus compañeras, “Kisha”, mujer transgénero, no paró de llorar por dos días seguidos en su celda y cuando pudo hablar sólo les gritó -única forma de comunicarse entre las celdas- que le “habían hecho cosas terribles” y siguió llorando.

LAS CELDAS DE DETENCIÓN


Las celdas de detención de El Chipote están diseñadas para hacer sufrir a las personas detenidas, que las recuerdan como oscuras, hediondas, calientes, pequeñas y sucias, sin mínimas condiciones. Estar en ellas ya constituye una tortura. A excepción de la celda número 33, los servicios higiénicos de todas son un hueco en el suelo de unas 4 pulgadas y una pila de 20 centímetros de profundidad donde cae el agua que usan las personas detenidas para bañarse y para almacenarla y beber.

El agua aparece sólo dos veces al día y por 10 minutos: a las 4 de la mañana y en la noche. Conocimos de cuatro casos que sólo la recibían una vez al día o, como castigo por no “hablar” en los interrogatorios, ni una sola vez. En esas celdas no hay cómo lavar y secar la ropa interior, por lo que tratan de lavarla y se la tienen que poner húmeda. A las mujeres no les permiten toallas para la menstruación y a tres de ellas les quitaron la ropa interior.

Todas las personas entrevistadas nos dijeron que sus familiares les llevaban a El Chipote comida, agua y objetos de aseo. Para hacerlas sufrir, la comida y el agua se las daban hasta dos días después y los objetos de aseo hasta dos semanas después.

En todas las celdas hacen dos requisas diarias, una en la mañana entre las 5 y las 6 y una en la noche entre las 8 y las 9. En algunas ocasiones, a las 12 de la noche. En esas requisas los oficiales sacan a las personas detenidas de la celda con las manos en la cabeza. En la celda, suelen quitarles en¬¬seres y alimentos. Para evitarlo, los detenidos los esconden en las rejas del techo.

EL AISLAMIENTO:
“EL INMENSO DESEO DE PLATICAR CON ALGUIEN”


En la mayoría de las celdas hay dos literas de cemento, una celda las tenía de madera. Las personas detenidas están generalmente totalmente solas o con otra persona. Si son familiares los separan en distintas celdas. La comunicación entre las celdas es a gritos.

El excarcelado Carlos Valle refirió a medios internacionales: “Nuestros compañeros eran los gatos que llegaban a pedirnos comida por los barrotes del techo. Les dábamos y hasta hablábamos con ellos para no volvernos locos... Era tan inmenso el deseo de platicar con alguien”. El espacio del techo con barrotes por donde llegaban los gatos mide 30 centímetros cuadrados. Sólo en algunas celdas por ese espacio entra el sol.

Las puertas de las celdas son “herméticas, pesadas y enllavadas con candados”, nos dijo un entrevistado. En la puerta hay un espacio abierto de 30 centímetros cuadrados por donde pasan la comida. También lo abrían en las madrugadas para alumbrar la celda e interrumpirles el sueño. Y a veces abrían la puerta, que chilla al abrirse. Nos dijo un entrevistado: “Clase de terror, clase de incertidumbre sólo oír esas llaves... Era lo más horrible, creías que venían a sacarte para golpearte”.

EN LA MODELO Y EN LA ESPERANZA


Al ser trasladadas las personas a los centros penitenciarios La Modelo (en Tipitapa), y la cárcel de mujeres La Esperanza (en Managua), el ingreso dura todo el día, tiempo en el que no comen ni beben y aguantan el extremo dolor que produce estar esposadas con los brazos hacía atrás.

Ya dentro, se les aísla y se les prohíbe a los presos comunes hablarles y ayudarles. Se les priva de cualquier actividad física y de recreación. Se les pone en Régimen de Adaptación, lo que es ilegal porque este régimen es para personas con sentencia firme y con comportamientos previos violentos.

El ser trasladados a La Modelo y La Esperanza no representa para las personas detenidas nada positivo.

Todas las personas retenidas en ambos centros penitenciarios coinciden en la pésima calidad del agua, lo que tiene repercusiones en su salud. También es mala la comida en estos lugares. Las personas detenidas le llaman “la chupeta”: arroz y frijoles en una bolsa. “Llega con cucarachas, mierda de ratones, tucos de saco, vidrio, colochos de metal como viruta... El arroz es masoso, el gallopinto y el guineo hediondos”. Un preso político excarcelado logró sacar un poco de esa comida para solicitar la examinaran en un laboratorio. El resultado dio que contenía arsénico

El régimen que les imponen sólo les permite tener visitas conyugales y familiares cada 21 días, no cada 15 días, como tiene el resto de personas presas. Las visitas, en vez de durar tres horas, duran la mitad de tiempo y no son presenciales, sino a través de un vidrio y con un teléfono, teniendo siempre cerca o a la par a un custodio. Suspenderles las visitas es una amenaza con que los oficiales les intimidan.

En las visitas familiares dejan llevarles comida. Durante el resto del tiempo, el ingreso de alimentos, medicinas y ropa es sumamente estricto. Antes de recibir la visita de sus familiares las personas son desnudadas, obligadas a hacer sentadillas y en ocasiones golpeadas. Al ir a visita conyugal desnudan a los hombres, les revisan el pene y también desnudan a sus parejas, les toman fotos y también a sus hijos.

Las personas presas se mantienen desinformadas. En ambos centros es prohibido el acceso a medios de comunicación escritos o televisados. Los presos comunes pueden usar el radio, pero deben mantenerlo a muy bajo volumen. A veces lo escuchan los presos políticos: “Desde octubre hablan de nuestra liberación… Ya nos han liberado como diez veces... Es una tortura”.

Salir al patio a tomar el sol se les permite sólo dos veces al mes de 10 a 40 minutos. El permiso es discrecional. Antes de salir a caminar, las personas detenidas son desnudadas y obligadas a hacer sentadillas. En el patio los fotografían para demostrar que gozan de sus derechos. A los presos comunes les prohiben relacionarse con ellos en el patio.

ALGUNOS NOMBRES DE TORTURADORES


En la cárcel Modelo agentes penitenciarios se encargan de mantener en constante asedio y acoso a los presos políticos.

Once de los entrevistados, excarcelados de las celdas 001 y 004 se refirieron a que con frecuencia llegaban agentes penitenciarios a ofenderlos y a amenazarlos gritándoles: “¡No se duerman! ¡Los vamos a rafaguear, sólo estamos esperando las órdenes!” En otras ocasiones llegaban sólo a golpearles los portones de las celdas haciendo gran ruido para despertarlos.

Los presos políticos se han manifestado reclamando las violaciones a sus derechos humanos. Entre los ejecutores de la represión contra ellos señalan a dos hombres, uno apodado Tropikong” y otro, “Mayorga”, cuyos físicos describieron. Durante el ingreso a La Modelo, el primer alguacil, Vladimir Chávez Chávez, llegó a amenazarlos, advirtiéndoles que ahí dentro no existen derechos humanos que valgan y que él les puede golpear las veces que quiera. Lo describen como una persona alta, recia, morena y con poco pelo.

Cualquier objeto azul y blanco es prohibido. También lo es cantar el himno nacional y cuando lo hacen son reprimidos. Por esta razón ha habido ataques represivos importantes, por ejemplo, el del 31 de diciembre de 2018. Ese día, los presos políticos quisieron celebrar el año nuevo y “olvidar el rato”. En una carta escribieron lo ocurrido: “Cantamos un himno cristiano y acto seguido el himno nacional para hacer honor a los que impunemente fueron asesinados por criminales que se encuentran libres en las calles. Este gesto humano fue vilmente reprimido por un grupo de oficiales del sistema encabezado por el alcaide, de apellido Palacios, y por el primer alguacil Vladimir Chávez Chávez, quienes entraron a nuestra galera de forma agresiva con palabras soeces y amenazas de muerte portando tanques de gas pimienta, acompañados de técnica canina y fusiles AK-47...”

Uno de los entrevistados contó que entraron amenazando: “¡Quien no esté en su camarote es hombre muerto!”. El operativo estaba compuesto por unos 200 oficiales penitenciarios, entre ellos agentes vestidos de negro de la Dirección de Operaciones Especiales de la Policía.

LOS OPERATIVOS MASIVOS


El 19 de febrero, hubo otro operativo violento. Según testimonios “por órdenes de Venancio Alaniz”, director del Sistema Penitenciario, iban a cambiar a unos presos políticos de una galería por un problema en las duchas. Al momento del traslado, los de la otra galería, no sabiendo a dónde los llevaban, comenzaron a cantar el himno nacional. Se desató entonces la represión. Los funcionarios golpearon y lesionaron al menos a 13 presos políticos, fracturándole a uno el brazo izquierdo. Usaron nuevamente bombas lacrimógenas, gas pimienta y piedras, mientras los presos políticos se defendían lanzándoles avena, pinol y jabones...

La última agresión que conocimos ocurrió el 8 de marzo. Desde La Modelo la describió así un preso político encerrado en las celdas conocidas como “el Infiernillo”, las más inhumanas de todas: “Fuimos sacados de las celdas con grilletes en nuestros pies y esposas en nuestras manos. Nos metieron en una celda de castigo donde nos colgaron de cabeza y fuimos cobardemente golpeados por un gran número de funcionarios... Llegué a escuchar a “Guevara” decir: Les voy a enseñar cómo golpea un hombre de verdad. Él, junto a Ignacio Matus y William Trujillo, nos atacaron salvajemente... Todos los custodios que trabajan en la Modelo se dieron el gusto de darnos una paliza a cada uno... Era como una fiesta para ellos... Los presos comunes suplicaban misericordia para nosotros…”

SON PRESOS POLÍTICOS,
SON CRÍMENES DE LESA HUMANIDAD


Todas las presas y presos políticos entrevistados coincidieron en testimoniar que fueron víctimas de torturas, sometidos a tratos crueles, inhumanos y degradantes, más como castigo por oponerse al gobierno, que con el fin de obtener “confesiones”.

Todas las personas que fueron detenidas ilegalmente y estuvieron detenidas prolongadamente y enfrentaron posteriores procesos judiciales pasaron por esto como consecuencia de una política de represión gubernamental por expresarse contra el gobierno. Esto los convierte en presas y presos políticos. Las detenciones y las torturas con que les maltrataron tenían la finalidad de desmovilizar la protesta social, imponiendoles terror a ellas y a sus familias.

Todos los centros de detención, policiales, penitenciarios y clandestinos, emplearon torturas.

La privación ilegal de la libertad y las torturas, incluyendo la violencia sexual, dirigidas de forma sistemática en contra de presas y presos políticos constituyen delitos de carácter nacional e internacional. La responsabilidad de quienes han cometido estos delitos debe establecerse a fin de evitar la impunidad.

Todos los testimonios recabados evidencian que el Estado de Nicaragua es responsable de una política de represión, persecución, criminalización y discriminación, ejecutada a través de sus instituciones. Sus funcionarios deberán ser investigados para encontrar la verdad, la justicia, la reparación y para garantizar la no repetición.

“Volviendo a ser humano” es un informe preliminar que quiere contribuir a la recuperación de la memoria de presos y presas políticas. Documentar el horror que han vivido contribuirá a conocer la verdad, a hacer justicia, a promover la reparación y a que estos horrores no se repitan nunca más en Nicaragua.


RESUMEN Y EDICIÓN DEL INFORME PRELIMINAR
“VOLVIENDO A SER HUMANO”, ELABORADO
POR EL COLECTIVO NICARAGUA NUNCA+
PUBLICADO EN COSTA RICA EL 3 DE MAYO DE 2019.

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