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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 80 | Febrero 1988

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Nicaragua

Esquipulas III: jaque a la guerra

En el cruce del proceso norteamericano y del centroamericano surge, en este mes, Esquipulas III. Sus resultados, pese a todas las obstrucciones, son un jaque a la guerra. Jaque a la guerra que marcará la dinámica del octavo año de confrontación entre Reagan y Nicaragua.

Equipo Envío

La confrontación entre la pequeña Nicaragua y la política imperial de Ronald Reagan está entrando en su octavo y último año. Lo que Nicaragua ha defendido en siete años, llenos de dolor, muerte y esperanza, es el derecho a la soberanía y autodeterminación de los pequeños pueblos pobres del Tercer Mundo. Ronald Reagan quiso mostrar al mundo el resurgimiento imperial tomando como caso test a Centroamérica y especialmente a Nicaragua. Siete años después los pobres de Nicaragua han mostrado a Reagan la fuerza humilde pero digna que surge de la debilidad. E incluso Centroamérica, con el proceso abierto por Esquipulas II, ha mostrado significativos márgenes de autonomía. Tras el proceso centroamericano por la paz se esconde, atravesado por distintas fuerzas antagónicas que lo acosan desde dentro y desde fuera, la propuesta de una nueva forma de relación de los pueblos centroamericanos con Estados Unidos. En la metrópoli imperial, por su parte, se debate con una lógica diversa continuidad de una política de guerra o el recambio hacia posiciones de paz.

La novedad de Esquipulas III

La novedad de Esquipulas III se pone de manifiesto con claridad si comparamos el Acta de Esquipulas II con la Declaración Conjunta de los mandatarios centroamericanos tras la cumbre presidencial de Costa Rica.

Los acuerdos de Esquipulas II, firmados el 7 de agosto en Guatemala, tienen como objetivo que las fuerzas sociales que luchan en Centroamérica sean éstas regionales o extrarregionales, consigan pro medios políticos lo que han buscado alcanzar mediante mecanismos militares. Para los alzados en armas y quienes los apoyan, implica el abandono de la guerra como forma de lucha teniendo los gobiernos centroamericanos, como contrapartida, que ampliar sus espacios políticos internos para propiciar la gestión democrática. Por eso los acuerdos de la cumbre guatemalteca son esencial y simultáneamente acuerdos por la paz y la democracia. Los presidentes centroamericanos determinaron que sus acciones por la paz y la democracia se ejecutarían dentro del marco constitucional de cada país, fijaron plazos para un cumplimiento simultáneo de los compromisos, constituyeron a los cancilleres centroamericanos en Comisión Ejecutiva y nombraron una Comisión Internacional para que verificara y diera seguimiento a los acuerdos suscritos.

El 15 y 16 de enero tuvo lugar una nueva cumbre presidencial en San José, Costa Rica, conocida como Esquipulas III. En ellas se concluyó que las acciones realizadas en el área de la paz y la democracia por los gobiernos del istmo no habían sido enteramente satisfactorias. En consecuencia surgió el compromiso de completar las obligaciones contraídas de una manera "incondicional y unilateral", "total e inexcusable". La cumbre reconoció el esfuerzo de la Comisión Internacional de Verificación y Seguimiento (CIVS), pero señaló las reservas planteadas por algunos presidentes a su dictamen y la reveló de sus obligaciones sustuyéndola en sus funciones por la Comisión Ejecutiva la CIVS está conformada por los Secretarios Generales (o sus representantes) de las Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos así como por los cancilleres del Grupo de Contadora, del Grupo de Apoyo y de América Central. La Comisión Ejecutiva está conformada únicamente por los cancilleres centroamericanos. Respecto a los plazos, se determinó que los compromisos deberán ser cumplidos "inmediatamente" (Véase el texto completo en la sección de documentos de este número).

De la contraposición de texto entre Esquipulas II y Esquipulas III surgen tres elementos significativos. Primero, la cumbre de Costa Rica no anula sino que refrenda el contenido esencial de los acuerdos de Guatemala (la sustitución de formas militares de lucha por formas estrictamente políticas) y ratifica, sin añadir ni quitar nada, todas las medidas específicas que los gobiernos centroamericanos y extrarregionales deben cumplir para alcanzar la paz y la democracia en la región. Segundo, Esquipulas III altera drásticamente el procedimiento para el cumplimiento de los acuerdos sustituyendo el mecanismo de una simultaneidad circunscrita a plazos específicos, por el de un cumplimiento incondicional y unilateral de los gobiernos en el más breve lapso de tiempo. Tercero, La cumbre de Costa Rica otorga a los cancilleres centroamericanos, conformados en Comisión Ejecutiva, el mandatos en Comisión Ejecutiva, el mandato de verificación y seguimiento que la cumbre guatemalteca había otorgado a la CIVS. Aunque la Comisión Ejecutiva podrá gestionar el apoyo de otros Estados Unidos u organismos internacionales, esta medida tiene la intención dejar de lado la función que, tras los acuerdos de Esquipulas II, había jugado América Latina por medio del Grupo de Contadora y Apoyo y, también, las gestiones d los Secretarios Generales de la ONU y la OEA. Analicemos pues las causas e implicaciones de cada uno de estos tres elementos fundamentales.

El mandato de verificación y seguimiento

En la primera semana de enero al CIVS, por medio de una Comisión Ad-Hoc, realizó una gira por cada uno de los países centroamericanos para analizar, de acuerdo al mandato recibido de los presidentes del istmo en Esquipulas II, el progreso en el cumplimiento de los acuerdos de Guatemala. La delegación estaba conformada por Alvaro de Soto y Harry Bellevan en representación de los Secretarios Generales la ONU y la OEA respectivamente, los cinco vicecancilleres de Centroamérica, y los ocho vicecancilleres que pertenecen a los Grupos de Contadora y de Apoyo. Con la Comisión de la CIVS llegaban a Centroamérica un importante momento para comprobar la verdad de lo cumplido por cada país.

El 5 y 6 de enero esa Comisión Internacional estuvo en Nicaragua donde recibió informes del Cardenal Miguel Obando, del vicepresidente Sergio Ramírez, del Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP), de los partidos de oposición, de diversos medios de comunicación social y de otras instituciones del país. "Ha habido un diálogo muy rico y con la representación de una amplia gama de sectores de la sociedad nicaragüense" dijo Alvaro de Soto, vocero de la Comisión, al abandonar el país.

Al finalizar la gira por la región, la Comisión de la CIVS se reunió en Panamá el 11 de enero para elaborar su informe. El día 12, se hicieron presentes en Panamá los propios cancilleres de Contadora, Apoyo y Centroamérica quienes, con los representantes de la ONU y la OEA, dieron los "toques finales" al informe oficial. La reunión finalizó el 13 de enero, dos días antes de la reunión de presidentes. Aunque no trascendió lo discutido, fuentes diplomáticas que participaron en las sesiones declararon a medios periodísticos que se habían presentado "posiciones encontradas", pero que finalmente había privado "la voluntad de continuar los esfuerzos pacificadores".

En esos mismos días el Gobierno de Estados Unidos presionó a Honduras, El Salvador, Costa Rica y Guatemala, según revelaciones hechas por The New Yok Times y The Washington Post, con el fin de que señalaran a Nicaragua como el principal obstáculo en el cumplimiento de los acuerdos de paz. Tras esa pretensión se buscaba hacer naufragar la cumbre presidencial de San José.

Poco antes de la cumbre presidencial recorrieron la región -excepto Nicaragua-, el Asesor para Seguridad Nacional de Estados Unidos, Teniente General Colin Powell; el Secretario de Estado para Asuntos Interamericanos, Elliot Abrams, y el Embajador Especial norteamericano para Centroamérica, Morris Busby. Powell habías advertido a los presidentes visitados que podrían peligrar ayudas económicas adicionales de Estados Unidos a su países si, como efecto de sus posiciones en Esquipulas III, se llegaba a cortar la asistencia a los contras. El diario neoyorkino Newsday se refirió a la situación expresando que el propósito de la gira Powell-Abrams era "presentar el punto de vista de la Administración Reagan de que hay que suspender el Plan de Paz".

EL presidente salvadoreño José Napoleón Duarte, quien había besado la bandera norteamericana durante el más reciente encuentro que sostuvo con el presidente Reagan en octubre pasado rompió el fuego contra Nicaragua en San José, sede de Esquipulas III. Al arribar a esa capital declaró que Nicaragua no había cumplido con los compromisos adquiridos y que "hoy le diré frente a frente a Ortega que debe cumplir"; la otra cara de la misma moneda norteamericana vino a continuación al calificar el informe de la CIVS de "parcial" y "rechazable". El presidente hondureño José Azcona demostró su disgusto con la CIVS al llegar a declarar que ésta "nos había metido a todos en el mismo saco". Ambos se dieron cita en Costa Rica un día antes de la cumbre contribuyendo así a enrarecer el ambiente. La falta de democracia en Nicaragua era, a juicio de ambos, el problema principal de Centroamérica.

Mientras Azcona ofrecía estas declaraciones, en San Pedro Sula (Honduras) fue asesinado el vicepresidente del Comité para la Defensa de los Derechos Humanos, Miguel Angel Pavón. Pavón había declarado la semana anterior a la CIVS, cuando ésta visitó Honduras, que el gobierno de Azcona no había cumplido con los compromisos de paz y que en el país se continuaban violando los derechos humanos. En el Salvador, pocos meses antes, había sido asesinado el presidente de la Comisión de Derechos Humanos. Los ministros de Defensa de El Salvador y Honduras, Vides Casanova y Regalado Hernández respectivamente, no dejaron esta vez viajar solos a sus presidentes como lo hicieron cuando la cumbre guatemalteca y declararon que la "parcialidad" del informe de la CIVS debía abocar a su "rechazo" por parte de los presidentes centroamericanos.

La posición del presidente de Nicaragua Daniel Ortega, expresaba en San José antes del inicio de la cumbre, fue diametralmente opuesta. "Nosotros, los presidentes centroamericanos -dijo Ortega, somos parte del conflicto centroamericano y no jueces; es la CIVS quien, de acuerdo a lo firmado en Esquipulas II, tiene el criterio más balanceado y objetivo de la situación. Yo me remito, respeto y acato lo que se dijo en ese informe". Por su parte los presidentes de Guatemala y Costa Rica, Cerezo y Arias, no tomaron posiciones claras antes de la reunión sobre el papel jugado por América Latina, la OEA y la ONU, en el seguimiento y supervisión de los acuerdos de Guatemala.

Cuando los presidentes se reunieron a puertas cerradas, las pocas noticias que se filtraron a los medios de comunicación mostraban la existencia de un fuerte debate en torno al informe y al futuro de la CIVS. De no llegarse a acuerdo en este punto la reunión habría fracasado y Powell, Abrams y Busby habrían logrado su objetivo. Reagan, en consecuencia, tendría un amplio margen para incrementar la guerra contra Nicaragua con el aval del Congreso norteamericano.

Cuando finalizó la cumbre presidencial pudo advertirse que la declaración conjunta de Esquipulas III hace a un lado a la CIVS sustituyéndola por los cancilleres centroamericanos, y señala que el informe que presentó fue recibido "con reservas" por algunos de ellos. Posteriormente el presidente Ortega, al conmemorar el 18 de enero el aniversario del nacimiento de Rubén Darío, declaró que "hasta el último momento no estuvimos de acuerdo con que apartara a la CIVS" pues se trataba de una "modificación sustantiva" de los acuerdos de Esquipulas II. Ese "aspecto negativo", informó Ortega, fue decidido por mayoría entre los presidentes centroamericanos.

Este duro golpe al esfuerzo latinoamericano en Centroamérica se inscribe en una larga lucha del presidente Reagan por la descalificación de Contadora y el grupo de Apoyo para propiciar el aislamiento de Nicaragua y derrotar a A.L. en su pretensión de abordar sus conflictos conforme a sus intereses especiales y no de acuerdo a los intereses de los EE.UU.. Era también un elemento contenido en el plan original de paz de Oscar Arias. El presidente Ortega logró, sin embargo, que la Declaración Conjunta del 16 de enero señalara que los cancilleres centroamericanos, para cumplir con su gestión deberán solicitar la colaboración de Estados y organismos internacionales de "reconocida imparcialidad y capacidad técnica" que han manifestado sus deseos de colaborar en el proceso de paz regional. Cediendo en un punto esencial de Esquipulas II, Nicaragua logró, de esa manera, que la reunión no fracasara y dejó abierto un debate para que, en la próxima reunión de cancilleres, se determine cuáles serán los países invitados.

Con el trasfondo de la presión de la presión norteamericana, la causa inmediata del rechazo de la CIVS pro algunos presidentes, reside en el dictamen final que ofrece el cumplimiento de los acuerdos de Esquipulas II. El documento final de la CIVS, que consta de 175 páginas (envío publica sus conclusiones en la sección documental de este número) está lejos de ser prosandinista. En relación a Nicaragua incluye valoraciones de la oposición al gobierno y, en general busca ser muy equilibrado como es natural en este tipo de documentos internacionales.

Sin embargo de su lectura se extraen claramente tres consecuencias que resultan opuestas al dictamen que la Administración Reagan vendió a algunos presidentes centroamericanos por medio de Powell, Abrams y Busby.

Primero, Nicaragua no resulta culpabilizada por las deficiencias del proceso de Esquipulas II; por el contrario, "en el caso de Nicaragua -dice el documento final- la CIVS ha podido comprobar que, pese a la gravedad del hostigamiento bélico que el país sufre, se han dado pasos concretos para la puesta en marcha de un proceso democrático".

Segundo, Para que se cumplan plenamente los acuerdos de Esquipulas II, absolutamente todos los gobiernos del istmo tienen aún compromisos pendientes por cumplir. En aspectos militares todos los países, excepto Guatemala, fueron acusados por algún Estado del área de brindar algún tipo de apoyo a movimientos armados. Fue Honduras quien bloqueó la posibilidad de comprobar o no las acusaciones al oponerse a la verificación in situ por parte de la CIVS condicionándola a que Nicaragua cumpliera primero con todas sus obligaciones de democratización e incluso excluyendo en principio, del proceso de verificación, a las instalaciones militares hondureñas. En los aspectos de democracia las deficiencias van desde El Salvador y Guatemala donde existen pocos prisioneros políticos porque han sido asesinados, hasta Costa Rica donde muy pocas huelgas han sido declaradas legales en los últimos diez años. En Nicaragua se tomó nota, entre otras, del a conveniencia de proceder a una diferenciación más neta entre las instituciones estatales y partidarias.

Tercero, La CIVS comprobó que "pese a la exhortación de los presidentes centroamericanos subsiste la política y la práctica por parte del gobierno de Estados Unidos de América de prestar asistencia, militar en particular, las fuerzas irregulares que operan contra el Gobierno de Nicaragua" y advirtió que "el cese definitivo de esa ayuda continúa siendo un requisito indispensable para el éxito de los esfuerzos de paz y del procedimiento en su conjunto".

Las tensiones entre los Estados y organismos que integran la CIVS algunos estados centroamericanos no eran nuevas. desde su fundación el Grupo de Contadora había tenido que lidiar con el "triángulo de Tegucigalpa" (Honduras, El Salvador y Costa Rica), portavoz en gran medida de las posiciones norteamericanas. En el proceso post-Esquipulas II, las tensiones se hicieron sentir en el seno de la CIVS. ¿Podían los centroamericanos ser juez y parte?

En el documento final presentado en enero a los presidentes, se sugiere que la modalidad de participación de la cancilleres centroamericanos sea distinta de los no centroamericanos en la medida que los primeros son parte directa del conflicto y los segundos. A juicio de los no centroamericanos (Contadora, apoyo, la OEA y la ONU) eso les permitiría un marco más operativo para la toma de decisiones. El resultado de la reunión de presidentes, por los factores que hemos analizados, fue exactamente el contrario. Los cancilleres centroamericanos desplazaron totalmente a los no centroamericanos.

Los plazos de cumplimiento y la simultaneidad

Un segundo problema se presentó ante los plazos de cumplimiento. En Esquipulas II se manifestó que el cumplimiento debía ser simultáneo y no exceder el plazo de 150 días. Cuando Honduras impidió la verificación is situ para comprobar que no prestaba apoyo a fuerza irregulares, y el Congreso norteamericana aprobó a instancias del presidente Reagan fondos para los contrarrevolucionario en dos ocasiones, la CIVS no pudo certificar ante Nicaragua el cumplimiento de esas dos obligaciones contenidas en los acuerdos de Guatemala. Los decretos de amnistía y de levantamiento del estado de emergencia, aprobados y firmados por el presidente Ortega, no pudieron entonces entrar en vigencia al estar ésta condicionada al informe de la CIVS. Eso generó un debate en torno al concepto de simultaneidad.

En su documento final la CIVS ofreció una solución para salir del atolladero. Reconociendo que el concepto de simultaneidad fue la fórmula que zanjó diferencias aparentemente irreconciliables en el marco de Esquipulas II, advirtió que necesitaba complementarse con un plan cronológicamente ordenado para la ejecución del procedimiento. Las fechas específicas para el cumplimiento de cada país suponían una negociación y, a juicio de la CIVS ésta podía recibir un impulso decisivo en la reunión de presidentes. En otras palabras esos supondría la extensión de los plazos, pero asegurando que éstos no se prolongaran innecesariamente porque se enmarcarían en un plan cronológicamente ordenado para su ejecución, negociado por los presidentes.

La extensión de los plazos y más aún el eventual acuerdo de los presidentes centroamericanos en un plan cronológicamente detallado para la simultaneidad de su ejecución, planteaba serios problemas al presidente Ronald Reagan. Entrando en su último año de gobierno y de cara al Congreso de su país, los planes de Reagan son ya una carrera contra el tiempo. Por tanto, desde la perspectiva imperial había que eliminar los plazos y, si esto se lograba, la cumbre quedaría otro vez abocada al fracaso.

Nuevamente el presidente Duarte se pronunció en la misma dirección de Reagan proclamándose enérgico opositor a la extensión de plazos. Agitando una copia del acuerdo de Esquipulas II en las manos, declaró antes de entrar a la cumbre: "no voy a ser alcahuete de nadie; vengo a exigir que cumpla todo aquel que no ha cumplido... los plazos terminaron, yo he cumplido". Azcona se manifestó en términos similares; al descender del avión, en San José, declaró: "¿Para qué más plazos?"

Según versiones extraoficiales de miembros del gobierno de Cerezo, el presidente guatemalteco estaba anuente, en principio, apoyar la propuesta de la CIVS. El presidente de Nicaragua también llegó a la cumbre dispuesto a apoyar la propuesta de la CIVS pero, de manera contraria a la que sus detractores pudieran pensar, buscaba que el nuevo plazo fuera corto. "Estados Unidos no se ha involucrado en el cumplimiento de los acuerdos -declaró- y una prolongación indefinida en su ejecución plantearía más exigencias a Nicaragua pero no a Estados Unidos, y eso no se correspondería con el espíritu de los acuerdos (la simultaneidad)".

La postura del presidente Arias se asemejaba a la de Duarte y Azcona. En carta dirigida poco antes de la cumbre al presidente Ortega, argumentaba que la elección que se debía realizar en toda Centroamérica, en 1988, para constituir el Parlamento Centroamericano, necesitaba que "desde ya" se removieran los obstáculos (ley de emergencia) para iniciar campañas de opinión.

Queriendo olvidar que le cumplimiento de esos acuerdos obligaba a Estados Unidos a cesar la agresión contra Nicaragua, Arias arguyó que, "por muy adversas que puedan ser las circunstancias económicas o de otra índole. No podrán utilizarse como excusa para postergar el proceso democratización". La agresión de la mayor potencia imperial contra Nicaragua fue simplemente calificada por Arias como circunstancia "de otra índole" que la económica. De esta manera se desplazaba peligrosamente el concepto de simultaneidad, esencial en Esquipulas II, y se buscaba sustituirlo por la unilateralidad.

Arias coincide entonces con Duarte y Azcona: "no hay plazos". Tras ese debate, nuevamente, se escondían las presiones de Powell, Abrams y Busby. En la declaración conjunta, emitida por los presidentes cuando finalizó la cumbre, puede leerse que "por no estar (los presidentes) enteramente satisfechos de los cumplimientos de Esquipulas II, se comprometen a satisfacer obligaciones incondicionales y unilaterales que obligan a los gobiernos a un cumplimiento total e inexcusable...(éstas) deberán ser cumplidas inmediatamente". Arias, al exigirle a Nicaragua condiciones unilaterales, explotaba su prestigio recién ganado de Nobel de la Paz. Renunciando, sin embargo, en la Carta a Ortega y en Esquipulas III, al lenguaje duro contra la ayuda militar a la contra, usado por él en su declaraciones y discursos alrededor de la concesión del Nobel, permitía que nuevamente se impusiera la voluntad imperial.

Vino entonces la sorpresa porque inmediatamente, apenas finalizó la cumbre presidencial, el presidente Ortega manifestó en rueda de prensa que: a) a partir de esa misma fecha se suspendía el Estado de Emergencia en Nicaragua; b) el gobierno nicaragüense convocaba a los contrarrevolucionarios a un cese al fuego y, par quitarles pretextos, serían pláticas directas entre las partes y habría representantes nicaragüenses; c) la Ley de amnistía, que estaba condicionada al dictamen de la CIVS, sería aplicada al lograrse la concertación de un cese al fuego. o en caso contrario, se liberaría a esos individuos si el gobierno de Estados Unidos, o cualquier otro gobierno no centroamericano, decidía acogerlos en su territorio (éstos podrían retornar a Nicaragua al cesar la guerra); d) ratificaba que Nicaragua celebraría elecciones para el Parlamento Centroamericano en los plazos de previstos, igualmente llevaría a cabo las elecciones municipales de acuerdo con la Constitución de Nicaragua. Ningún otro presidente anunció alguna medida de las que le correspondían. Ni Duarte ni Cerezo, por ejemplo llamaron a pláticas al FMLN o la URNG para concertar un cese al fuego; Arias y Azcona no decretaron el cierra de emisoras contrarrevolucionarias que operan en sus países,... etc.

De esta manera, con gran rapidez y habilidad, el presidente Ortega dio vuelta a los objetivos de Duarte, Arias y Azcona respecto a los plazos. Al no poder sacar adelante la propuesta basada en la simultaneidad planteada por los CIVS, y ante el peligro del fracaso de la Cumbre, tomó la propuesta de la unilateralidad y radicalizó la inmediatez de su ejecución. La medida evidenció que varios de los presidentes de las "democracias" centroamericanas no podían tomar decisiones inmediatas sin contar con los altos mandos militares (el presidente Azcona ni siquiera se atrevió a dar conferencia de prensa después de la cumbre)... y puso al presidente Reagan contra la pared y contra el tiempo.

Daniel Ortega había logrado salvar la cumbre con gran flexibilidad e inteligencia. En la base de esa capacidad está el pueblo de Nicaragua pues Daniel Ortega y la Dirección Nacional del Frente Sandinista, partido en el poder, confían en ese pueblo al que convocan a elecciones, pese a que la guerra imperial ha causado en Nicaragua proporcionalmente más muertos que los que ha tenido Estados Unidos en todas sus guerras de este siglo, y que la inflación en Nicaragua fue alrededor de 1200% en 1987. ¿Ni en esas condiciones piensa Reagan que sus contras y los partidos de oposición pueden ganar las elecciones? ¿Ni en estas condiciones piensan los sandinistas que perderían el apoyo popular? La decisión de Reagan de pedir más fondos a la contra y la del presidente Ortega de celebrar elecciones, muestran cómo perciben realmente, ambos contendientes, al pueblo de Nicaragua. Este parece ser el único punto en que Reagan y los sandinistas coinciden: las mayorías humildes y empobrecidas de Nicaragua no se han vendido, no se ha rendido y mantienen vigente su esperanza. Augusto César Sandino, héroe nacional y expresión de la dignidad de los tantos humillados, está resucitado y se ha multiplicado.

El rescate de Esquipulas II

Daniel Ortega, al ceder puntos importante y contra-atacar políticamente desde las mismas concesiones, no logró simplemente salvar a la cumbre presidencial de su fracaso. En la medida que la salvó, haciendo fracasar la estrategia reaganista de Powel, Abrams y Busby, mantuvo intactos los puntos específicos que Esquipulas II obliga a cumplir, no solo a las fuerzas regionales, sino también a las extrarregionales. El cese de la ayuda a las fuerzas irregulares que atacan Nicaragua es un "elemento indispensable", según la cumbre guatemalteca, "para lograr la paz a estable y duradera en la región". "El cumplimiento de los Acuerdos de Esquipulas II -reafirma Esquipulas III-, comprende compromisos cuya observancia por los gobiernos es objeto de una imprescindible verificación específica, particularmente el cese de la ayuda a los grupos irregulares y el no uso del territorio para apoyar a los mismos".

El presidente Reagan no aceptó el olivo de la paz. Desde antes de la cumbre presidencial de Costa Rica había iniciado una campaña en Estados Unidos a fin de lograr el financiamiento del Congreso para las fuerzas contrarrevolucionarias. Los resultados de Esquipulas III no le hicieron variar sus objetivos. Un día después del acuerdo de los presidentes centroamericanos, el vocero de la Casa Blanca, Román Ropladuk, subrayó que Reagan "está decidido a apoyar a la resistencia nicaragüense cuya presión llevó a los sandinistas a la mesa de las negociaciones... (porque) hasta el momento sólo hemos evidenciado una serie de promesas no cumplidas, mucha retórica y algunas medidas cosméticas". Reagan, conociendo la debilidad de sus argumentos, redujo a 36 millones de dólares su petición al Congreso.

Eso dificultaría la negativa de los senadores y diputados indecisos. El presidente norteamericano sabe que la aprobación del financiamiento, por pequeño que fuera, daría luz verde a la guerra. Por otro lado la pequeñez de la cantidad no puede hacer olvidar que esa cifra se pide para un plazo de cuatro meses (hasta el próximo junio),implicándose con ello que entonces se solicitará de nuevo su ampliación. Reagan sólo ha renunciado a pedir de una vez lo que cree que necesita para dejar a la próxima administración embarcada en su política de solución militar al conflicto. El abastecimiento estrictamente militar a la contrarrevolución podría implementarse, como se ha hecho tantas veces, a través de las maniobras militares con Honduras que escapan al control del Congreso.

Por eso, el presidente Ortega declaró el 16 de enero que no es el monto la ayuda para los contras lo importante. Un solo dólar aprobado se transformaría en millones a través de los mecanismos de la CIA y el Pentágono. Lo que está en juego es el aval político bipartidista a la aventura bélica "Frente a este esfuerzo de paz que ha significado Esquipulas II -Aclaró Ortega el 18 de enero-, esperamos que el Congreso norteamericana no siga aprobando fondos para las fuerzas mercenarias, porque eso no lo podemos admitir. Eso lo dejamos bien claro en la reunión de Costa Rica, consta en la letra y espíritu de Esquipulas II, fue ratificado por Esquipulas III, y estuvieron de acuerdo los presidentes centroamericanos. Si el Congreso opta por la guerra dejaría las manos libres al gobierno de Nicaragua para tomar todas aquellas medida que sean necesarias a fin de defender y la soberanía, la autodeterminación y la independencia de nuestro país". Por eso, el plazo para la paz o para la guerra es el 3 de febrero, cuando los congresistas norteamericanos avalen la política de Ronald Reagan o se distancia de ella.

En la segunda quincena de enero, Nicaragua completó los acuerdos de Esquipulas II y III al plantear nuevamente el presidente Ortega, mediante carta personal a Ronald Reagan, la necesidad de reanudar el diálogo Estados Unidos Nicaragua. Nicaragua ha expresado en varias ocasiones que el establecimiento de límites al ejército y armamento del país, la prohibición de asesores militares extranjeros, la negatividad nicaragüense a instalar bases militares extranjeras, y la prevención activa del uso de territorio nacional para amenazar o subvertir países vecinos, son temas sobre los que puede llegarse a acuerdo en un diálogo directo con Estados Unidos, siempre y cuando Washington demuestre, con hechos y palabras, su disposición a respetar la soberanía de Nicaragua de acuerdo al derecho internacional.

De esta manera quedaba claro el rescate de Esquipulas II en su letra y en su espíritu. Las concesiones del presidente Ortega posibilitaron esto. En la continuación del diálogo indirecto que se ha abierto entre sandinistas, republicanos y demócratas tras Esquipulas II, es el Congreso de Estados Unidos el que tiene ahora la palabra .

Mientras tanto los sandinistas continuaron su ofensiva internacional. El presidente Ortega viajó en la última semana de enero a España, Italia incluyendo al Vaticano-, Noruega y Suecia. El objetivo fundamental del viaje "por la paz y la democracia en Centroamérica", fue buscar le apoyo europea la verificación y seguimiento de los acuerdos de Esquipulas II y III. Esta misión podría abarcar a toda la región si esos países de Europa son aceptados por el resto de los gobiernos centroamericanos. En caso contrario, el presidente Ortega les pidió certificar el cumplimiento de Nicaragua. La gira del presidente Ortega ha sido calificada como exitosa por muy diversos medios, pues encontró receptividad en los Jefes de Estados de los países visitados.

Estas gestiones no buscan sustituir sino fortalecer los organismos regionales existentes. Por eso, mientras el presidente Ortega recorría Europa, el Padre Fernando Cardenal recorría lo países de Contadora y de Apoyo con peticiones similares. Estos países ratificaron su apoyo al proceso Esquipulas y se pronunciaron en contra de la ayuda a las fuerzas contrarrevolucionarias. La ofensiva diplomática nicaragüense, en su conjunto, busca dificultar un eventual proceso de aislamiento de la problemática centroamericana tras el golpe propinado a la CIVS. Eso es necesario tanto si tras la votación en el Congreso se fortalece el camino de la guerra como si se impulsa el proceso de paz.

¿Se rinden los sandinistas?

Las posiciones del gobierno de Nicaragua en Esquipulas II ha originado distintos comentarios nacionales e internacionales. Para unos, los sandinistas se han rendido. Estos sectores consideran que la presión de Estados Unidos, por medio de la contrarrevolución y el Congreso norteamericano, ha desgastado económicamente y doblegado finalmente a la revolución nicaragüense, cambiando sustancialmente su naturaleza original. Para otros, los cambios de los sandinistas son meramente "cosméticos". Quienes piensa de esta última manera sostienen que las medidas tomadas por Nicaragua tras Esquipulas II son fácilmente reversibles por el Gobierno sandinista, y que se trata, por tanto, de simples variaciones tácticas para vencer a Reagan. Otros, en fin, se sitúan entre ambas posiciones, afirmando que los sandinistas han hecho concesiones de carácter estratégico. Sin embargo, las posiciones del Gobierno de Nicaragua tras la firma de los acuerdos de Guatemala, si se leen a la luz del proceso revolucionario nicaragüense en los últimos diez años, muestran resultado distintos.

Quienes, desde posiciones de izquierda o de derecha, piensan que la revolución nicaragüense se ha rendido, ha hecho concesiones estratégicas, o simplemente realiza ajustes tácticos, lo hacen porque generalmente piensan que el camino que lleva hacia una nueva Nicaragua necesariamente pasa, o debería pasar, por una dictadura de carácter popular como forma de gobierno. Al comparar el tipo de sociedad nicaragüense que surgiría en caso de que todas las fuerzas regionales cumplieran con Esquipulas II y III (llegándose a una solución negociada con Estados Unidos), se produce un desface entre la sociedad pensada y la sociedad real. El grado de desfase es medido entonces con cualesquiera de os calificativos que hemos señalado.

Para comprender adecuadamente el proceso nicaragüense es necesario profundizar en ciertos lineamentos que reseñaremos son meramente. Primero, la revolución de Nicaragua busca la creación de una nueva Nicaragua y, para hacerlo, no parte de un modelo histórico de sociedad al que había que referirse con menor o mayor sofisticación, como guía permanente. Bayardo Arce, a quien las agencias norteamericanas buscan presentar como de "línea dura" y opuesta a la de los "pragmáticos" en el seno de la Dirección Nacional del FSLN, lo explicó hace muchos años:

"Se los voy a poner en un lenguaje más gráfico -dijo entonces: si ustedes me preguntan si yo quiero que la revolución nicaragüense sea como la soviética, les digo que no. Como la cubana, les digo que no. Como la checa, como la vietnamita, no; porque Nicaragua no es ninguno de estos países; nuestro pueblo no es ninguno de esos pueblos y por lo mismo ninguna revolución calza con la revolución nicaragüense. Tampoco vemos a seguir un modelo sueco, francés, alemán, gringo o mexicano".

Segundo, la larga etapa de transición hacia una nueva sociedad nicaragüense tiene como eje conductor la tarea por la liberación nacional que, aunque conlleva un profundo contenido social, no se identifica con éste sin más. Humberto Ortega, otro a quien las agencias norteamericanas califican de "duro" también lo explicó hace varios años.:

"Yo por lo menos siempre he tenido bastante clara la etapa histórica que Nicaragua debe cumplir en este siglo. Y creo también que vale para América Latina. Esta etapa que nos toca cubrir es fundamentalmente la de la liberación nacional. No podemos atender la liberación nacional y social al mismo tiempo, sería muy difícil. Primero debemos cubrir una etapa de independencia, liberación nacional con profundo contenido popular, que permita sentar las bases para resolver los grandes problemas de orden económico, social y político que hemos venido arrastrando. Por eso me parece que es un error tratar de encasillar esa tarea esencialmente práctica en una ideología totalmente ortodoxa, en un estereotipo determinado de transformación y ordenamiento social del cambio".

Tercero, la posibilidad teórica del proyecto revolucionario nicaragüense encuentra en la ideología sandinista. El sandinismo, como ha señalado Tomás Borge que junto con Arce y H. Ortega consolida la trilogía de los "duros" según las agencias norteamericanas-, "es una ideología flexible que, lejos de presentar una dificultad para la comprensión del proceso revolucionario es parte de su definición". La razón de esa flexibilidad está en los componentes de esa ideología. Bayardo Arce los identificó, hablando en nombre de la Dirección Nacional del FSLN, al conmemorar el 50 aniversario de la lucha de Augusto C. Sandino. Son: el nacionalismo, representado por las luchas tradicionales del pueblo nicaragüense y en especial por la de Augusto C. Sandino; el cristianismo, presente liberadoramente en la cultura insurreccionada del pueblo y el marxismo, leído críticamente desde las experiencias revolucionarias de otros pueblos.

Si se parte, tanto, del deseo de crear una nueva sociedad con base en las propias realidades, de la convicción que Nicaragua está abocada a impulsar un proyecto de liberación nacional en el presente siglo, y que cuenta para ello con una ideología profundamente popular y flexible por riqueza de su componentes, podemos comprender que la revolución nicaragüense, teniendo bien afianzado el carácter popular del Estado como instrumento de las grandes mayorías, optó desde mucho antes que las cumbres de presidentes centroamericanos, por una forma de gobierno democrática en la larga transición hacia la nueva sociedad.

Estos principios y el afán democrático del gobierno nicaragüense ha quedado especialmente plasmado en la Constitución del país (Veáse envío, enero de 1987). La aspiración a la consolidación de la soberanía nacional, a la democracia real, a un orden internacional justo que engendre la paz, y a una transformación social en favor de las mayorías , constituyen la expresión jurídica más alta de los nuevos fundamentos sociales. La economía mixta, la democracia participativa y representativa, y el no alineamiento, son cauces consagrados constitucionalmente, para ir creando el modelo revolucionario nicaragüense.

Los rasgos coercitivos que la revolución nicaragüense ha mostrado en ocasiones, responden, en gran parte, a las medidas de excepción que todo estado tiene derecho de emplear cuando es víctima de una agresión. A diferencia de otros gobiernos, que proclaman los estados excepción según la autointerpretación que ellos mismos hacen de sus dificultades, en el caso de Nicaragua es el máximo tribunal mundial, la Corte de La Haya, quien ha dictaminado que Nicaragua sufre una injusta agresión por parte de Estados Unidos.

Según decíamos, diversos sectores de derecha o de izquierda, han calificado como concesiones de principio, estratégicas o tácticas, las medidas que Nicaragua ha tomado en el marco de Esquipulas II y III aduciendo, como explicación, el desgaste de la economía nicaragüense. Sin embargo difícilmente puede juzgarse bajo cualquiera de esas tres formas un proceso que, de fondo, lo que hace esencialmente es poner en plena vigencia la propia Constitución en la medida que cese la agresión extranjera, único factor que había limitado su aplicación. Y este es el fondo de Esquipulas II y III en lo que a Nicaragua se refiere.

Presuponiendo lo anterior, ciertamente Nicaragua ha demostrado gran flexibilidad en el proceso negociador de Esquipulas . Un ejemplo de ello es el recién analizado comportamiento del presidente Ortega en la cumbre de San José. Pero no debe de perderse de vista que esa flexibilidad está referida a medios que es conveniente poner para llegar ala verdadera raíz de la negociación contenida en el marco de Esquipulas. Por tanto difícilmente puede calificarse como "grandes concesiones" -estratégicas o de principio- a lo que son medios instrumentales para poder llegar a una negociación de fondo que, si culmina exitosamente, finalizará la guerra, facilitará el desarrollo económico y llevará a la plena vigencia de la propia Constitución. Supuesto el contenido democratizador de la Constitución nicaragüense tampoco puede calificarse de "cosmética" o "táctica" el objetivo y los medios de la negociación que el sandinismo ha propuesto e impulsado.

El Gobierno de Nicaragua buscó este tipo de solución desde 1983 cuando apoyó y fortaleció el proceso iniciado por el Grupo de Contadora. En ese marco realizó importantes propuestas de diálogo a Estados Unidos. Pero es hasta 1987, tras el declive estratégico de la contrarrevolución y por la nueva correlación de fuerzas existentes en Centroamérica y en Estados Unidos, que esa iniciativa se ha viabilizado.

Esquipulas II y III permitieron el marco, como hemos señalado anteriormente, para propiciar un diálogo indirecto entre sandinistas, demócratas y republicanos. En este diálogo los republicanos, encabezados por Reagan, no aceptan los términos de la negociación y continúan empeñados en el derrocamiento militar de la revolución sandinista. Un gran sector del partido Demócrata piensa que la vigencia plena de la Constitución nicaragüense puede lograr la derrota electoral del sandinismo y su caída o, al menos, una situación aceptable para Estados Unidos. Llegados a este punto son los demócratas y los republicanos quienes deben ponerse de acuerdo. La próxima votación en el Congreso norteamericano, el 3 y 4 de febrero, se enmarca en esta situación. Nicaragua quiere la paz, pero también está dispuesta a continuar la guerra para defender la dignidad nacional y la causa de los oprimidos. Sólo si fracasa, el proceso de Esquipulas II habrá resultado táctico. Nicaragua habría entonces hecho perder a Reagan un tiempo precioso y entraría políticamente fortalecida a la nueva fase de la guerra, tras haber demostrado al mundo su voluntad democrática y de paz.

Mientras se produce la votación en el Congreso norteamericano, Nicaragua no se ha cruzado de brazos. Tras Esquipulas III se han efectuado dos diálogos de características diversas para lograr el cese al fuego. Uno, con la contrarrevolucionaria "Resistencia Nicaragüense" realizado en Costa Rica el 28 y 29 de enero; el otro con Brooklyn Rivera (realizado del 26 y 28 de enero en Managua), quien encabeza el último sector de los mískistos que aún no se has unido al proceso de paz en la Costa Atlántica.

En el primero de estos diálogos, el Gobierno de Nicaragua ubicó su propuesta en el marco de Esquipulas II. Fundamentalmente se propone a la contrarrevolución al abandono de las armas a cambio de amplias garantías para mas a cambio de amplias garantías para participar, personal o grupalmente, en la vida política del país. Como garantía para verificar el cumplimiento por parte del Gobierno nicaragüense, éste mismo propone conformar una Comisión Internacional Especial que podría estar compuesta por: Naciones Unidas, Organización de Estados Americanos, Partido Republicano y Demócrata de Estados Unidos, Grupos de Contadora y Apoyo e Internacional Demócrata -Cristiana, Socialista y Liberal. Por su parte, la autollamada "Resistencia Nacional" propone, esencialmente, que el Ejército Popular Sandinista (EPS) se disuelva para fundirse con la contrarrevolución en un solo "ejército nacional"; que se realice una negociación política tripartita entre el Gobierno, la oposición cívica y la cúpula mercenaria; y una serie de aspectos técnicos para concertar el cese al fuego. Las pláticas estuvieron centradas en los aspectos técnicos y se acordó una próxima cita para el 10 de febrero en Guatemala, una semana después de la votación en el Congreso.

En el segundo de esos diálogos, realizado con Brooklyn Rivera del Grupo YATAMA, concluyó nombrado una comisión conciliadora compuesta por la Iglesia Morava y el Comité Ecuménico para Ayuda al Desarrollo (CEPAD), decretando un alto temporal de las actividades militares ofensivas mientras duran las negociaciones, e invitando a Canadá, Costa Rica, Cuba, Dinamarca, Finlandia, Holanda, Noruega y Suecia a ser testigos de los acuerdos y a apoyarlos moral y materialmente. El 1 de marzo, 26 días después de la votación en el Congreso norteamericano, se reanudarán las negociaciones sobre aquellos aspectos en los que no se llegó a acuerdo. Aunque el pequeño grupo que lidera actualmente Rivera no está en capacidad de alterar el proceso de pacificación que vive la Costa, el Gobierno de Nicaragua -cuyo representante en este diálogo es el Comandante Tomás Borge- ha ratificado su voluntad de llegar a la plena pacificación de la región atlántica por medios políticos.

Para los primeros días de febrero se espera recomenzar un tercer diálogo, éste de carácter estrictamente político, entre los partidos de oposición y el Gobierno. El diálogo está suspendido desde el 15 de diciembre cuando la oposición política no aceptó las propuestas gubernamentales tendientes a avanzar en la realización de algunas reformas constitucionales. La nueva propuesta del Gobierno de Nicaragua busca superar esos escollos para poder llegar a concertar con la oposición las fechas para la celebración de elecciones municipales y para el Parlamento Centroamericano.

Mientras tanto, la precaria unidad de los partidos de oposición frente al Gobierno ha recibido fuertes golpes por parte de el partido reaganista, la Coordinadora Democrática Nicaragüense (CDN). Este partido ha sido criticado por el resto de los partidos opositores por haber celebrado en enero reuniones tendientes a la explícita unidad operativa con las fuerzas de la contrarrevolución armada. Sin embargo, la diversidad de posiciones entre los partidos opositores hace difícil que éstos lleguen a acuerdos -globales o de bloques-, antes de la votación en el Congreso norteamericano. Desde otra perspectiva así sucede con la contrarrevolución armada y las fuerzas de Brooklyn Rivera. La dinámica política está atravesada por el diálogo indirecto de sandinistas, republicanos y demócratas. Tras Esquipulas III, y la respuesta corresponde a los norteamericanos. Nicaragua se está preparando para responder militarmente si se impone como opción la continuación de la guerra y para responder políticamente si se avanza en el proceso de paz. En cualquier caso ambos caminos presuponen un reajuste económico.

Economía: ¿colapso inminente?

En el último mes, las filas para conseguir gasolina y los cortes de agua y luz en Nicaragua, impactaron fuertemente la conciencia popular de los nicaragüense. Los medios internacionales, por su parte, transmitieron los sucesos como signos del inminente colapso de la economía, antesala de la protesta política masiva contra el Gobierno de Nicaragua.

Aunque los dirigentes sandinistas siguen dando prioridad casi absoluta a la guerra y a la lucha diplomática internacional (signo del abismo que separan la interpretación de la crisis económica desde la perspectiva de Washington y desde la perspectiva sandinista), ya reconocen que la economía ha llegado a ser un factor que afecta todos sus esfuerzos diplomáticos y militares. La gravedad de la crisis ya no permite movilizaciones políticas y militares sin esfuerzos simultáneos para involucrar al pueblo más directamente en la solución de su problemas económicos.

La economía "de un solo piso"

Las filas y los cortes de luz y agua no son signos de un próximo colapso de la economía nicaragüense como piensan los analistas de Washington. Ellos empezaron a pronosticar el inminente colapso de la economía nicaragüense por primera vez en 1984. A lo largo de esos cuatro años han vuelto a repetir vez tras vez la misma profecía del "fin de la economía nicaragüense." Sus pronósticos y profecías no han atinado con la realidad del país por dos razones: no han logrado captar la naturaleza de la economía nicaragüense y, además, interpretan la libertad de crítica popular al Gobierno en asuntos económicos. como signo de posiciones políticas proimperialistas en vez de verlas como señal de una nueva cultura surgida después de 1979.

La economía nicaragüense se habría derrumbado si tuviera el tamaño y la complejidad industrial de las economías de Chile, Colombia o México. La economía nicaragüense no se ha hundido porque es una economía "de un sólo piso" y lo que es de un piso se conmueve pero no cae fácilmente. La baja de las exportaciones, el déficit fiscal, la escasez de divisas y la hiperinflación, que hubiera subvertido regímenes políticos en países más industrializados, no ha tenido ese impacto en Nicaragua.

Para reproducir una economía simple como la nicaragüense, lo esencial es un flujo de divisas para importar lo que se produce en otros países cuyas economías son más sofisticadas pero menos resistentes a una recesión fuerte. Lo que no han notado en Washington es que, a pesar de la caída en las exportaciones, no ha habido una fuerte caída en las importaciones, que se han mantenido a un nivel de 800 a 900 millones de dólares en cada uno de los ocho años de revolución. Los más recientes pronósticos del Gobierno de Nicaragua para el período 1988-90 indican que se va a poder conseguir esa misma cantidad de importaciones anualmente. Aunque la devaluación del dólar norteamericano y el creciente porcentaje de divisas atadas a convenios comerciales limitaran el valor económico real de un paquete de SU$900 millones de importaciones, éste sería suficiente para reproducir la economía nicaragüense en los tres años que vienen.

El hecho de que la economía no se va desbarrancar -o "irse al guindo" como se dice en Nicaragua- no quiere decir que todo está bien en la casa económica de la revolución.

Detrás de las escaseces puntuales de luz, agua y gasolina existe profundas problemas financieros y estructurales. Aunque la solidaridad de los pueblos con la pequeña Nicaragua revolucionaria puede garantizar una reproducción mínima de la economía y la continuada resistencia al proyecto y la continuada resistencia al proyecto norteamericana, ha llegado el momento de sanear algunos problemas de fondo que se deben sobre todo a una extrema audacia o idealismo sandinista en el manejo de la economía.

El sandinismo, confiado en su base social de apoyo, intentó realizar tres enormes tareas simultáneamente: 1) construir "un segundo piso" de la economía, un sector nuevo, importando modelos económicos y tecnologías sofisticadas; 2) llevar a cabo una profunda transformación del primer piso de la economía en términos de igualdad y justicia social; 3) financiar una costosa guerra para defender su soberanía nacional y para rescatar la dignidad latinoamericana en un hemisferio todavía dominado por los Estados Unidos.

Sin la guerra hubiera sido posible intentar el desarrollo de un y más sofisticados sector de la economía mientras se continuaba reforzando la economía existente. Los problemas económicos de enero (problemas de luz, gasolina, etc.) son signos claros de la imposibilidad de seguir financiando las tres tareas simultáneamente. Los cortes de luz y agua han sido un termómetro que muestra la urgente necesidad de parar la construcción del "segundo piso" de la economía antes que se hunda "el primero". En todo el país se sintió que el idealismo económico sandinista había llegado a su fin.

Las filas en las gasolineras revelan el imperativo económico de devaluar la moneda nacional para parar el regalo de bienes importados al consumidor de clase media o al especulador (mercader de nuevo cuño que toda guerra engendra ), para hacer frente a la inflación y para volver a una moneda nacional que sirve para hacer cálculos económicos.

¿Qué hay detrás de las filas y los cortes?

Detrás de los cortes de luz y agua, yace el problema de la priorización de la construcción del "segundo piso" de la economía sobre la necesidad de mantener "el primero". Mientras que el Gobierno hacía grandes inversiones económicas para el año 2.000 en energía, azúcar, lecherías, riego y mecanización de las cosechas, la revolución no asignó suficientes divisas y recursos para mantener la infraestructura de generación eléctrica. Aunque el Plan 87 señalaba los peligros económicos involucrados en no atender a la urgente necesidad de reposición de la infraestructura productiva y social del país, continuó la construcción del "segundo piso" de la economía. Un año más tarde, tres plantas eléctricas están paradas por falta de reposición de su equipo y Managua ya esta experimentando en forma dramática las quebraduras en las murallas del "primer piso".

Lo que pasó con las plantas eléctricas está pasando en cada rincón del primer piso de la economía nicaragüense. Aunque el café y la ganadería son los rubros más tradicionales y menos tecnificados del agro nicaragüense, son por ahora y a mediano plazo los rubros que pueden liberar al país de su crisis de divisas. Estos rubros están mayoritariamente en manos de pequeños y medianos productores y de las cooperativas.

Sin embargo, los programas de inversión y de crédito han favorecido al Area Propiedad del Pueblo (APP) y los grandes productores privados en otros rubros que, debido a su modernización tecnológica relativa, son parte del "segundo piso" de la economía. Además se ha producido un desfase profundo entre las transformaciones hechas en el "primer piso" de la economía y el plan de inversiones. En 1980, el APP y los grandes productores privados controlaban más o menos un 55% del plan de siembra y "la parte del león" de las diversiones.

En 1988, después de la reforma agraria, los pequeños y medianos productores, los campesinos pobres y los cooperativistas controlan dos tercios de las 900 mil manzanas del plan de siembra. Sin embargo, el perfil de inversiones y de créditos no ha sufrido mayores cambios a los largo de estos ocho años y no ha potenciado adecuadamente a un sector agropecuario que está crecientemente en manos del campesinado y la burguesía "chapiolla" (los medianos productores no tecnificados sofisticadamente). Aunque la guerra ha golpeado a los productores de café y ganado montaña adentro, el deterioro de la capacidad productiva y de mercadeo en esa población se debe en gran parte a la falta de atención y a la inadecuada asignación de recursos.

Todos estos problemas salieron a flote el 25 de enero en un "De cara al Pueblo" que el presidente Ortega sostuvo con la Unión Nacional de Agricultores y Ganaderos (UNAG) en el cual los dirigentes campesinos criticaron fuertemente al Ministerio de Desarrollo Agropecuario y Reforma Agraria (MIDINRA) y a las otras instituciones públicas que asisten al sector agropecuario.

Lo que pasa en el campo también queda reflejado en las ciudades. Desde 1990, el ambicioso programa de inversiones, luego el enorme costo de la guerra, han minado fuertemente los niveles de consumo del pueblo desde 1980 en quizás un 40%, calculado con las cifras oficiales. Es obvio que no se puede seguir financiando la construcción del "segundo piso" de economía en medio de una guerra porque los costos para el pueblo serán inaguantables dado el imperativo económico adicional de devaluar la moneda nacional.

En junio del año pasado, los medios internacionales dieron seguimiento a los problemas entre Nicaragua y varios países socialistas que recortaron su abastecimiento de petróleo. El problema era que los países socialistas no querían recortar sus fondos para reconversión industrial negándose la posibilidad de vender su petróleo en el mercado internacional, donde un galón de gasolina al consumidor cuesta hasta dos dólares en Europa, a cambio de donarlo a Nicaragua, donde el consumidor a Nicaragua, donde el consumidor paga el galón a menos de diez centavos de dólar.

A pesar de la baja en el abastecimiento, el Gobierno siguió subsidiando el precio de la gasolina a precios tan favorables que un par de refrescos, sin ningún componente importado, eran más caros que un galón de gasolina. El resultado fue una escasez aguada mientras Nicaragua esperaba el arribo de los buques tanques soviéticos para los primeros días de febrero.

Lo que pasa con la gasolina para con todos los productos importados: la escasez pronunciada por una política de subsidios, determina que un dólar de bienes importados por el Estado valga sólo 310 Córdobas mientras un dólar de bienes exportados vale 6.000 Córdobas. Un dólar de bienes y servicios, comprados en el mercado nacional, vale unos 20.000 Córdobas en promedio. En estas situación es mejor importar que exportar y mejor importar que comprar o producir en el mercado interno. Es decir, la misma política del Estado es una de las causas principales de la falta de divisas y de la inflación porque por cada dólar que exporta imprime 6.000 Córdobas mientras que por cada dólar que importa sólo cobra 310, dejando con cada transacción más moneda en circulación y aumentando la demanda hacia los escasos bienes importados.

Este subsidio a los productores privados y a las empresas de la APP. ha sido otra parte del idealismo económico sandinista, un intento de contentar a todos y de llevar a cabo simultáneamente todos sus proyectos. La base política relativamente racional para este modo de proceder radicó en el deseo de no provocar fisuras en la unidad nacional en tiempo de guerra. El problema es la desigualdad de los sacrificios que, como consecuencia, se pidieron a los diversos sectores de la población.

La inflación: impuesto de guerra que ya no sirve a los frentes de guerra

No se puede frenar la inflación, en esta coyuntura, con medidas meramente financieras tales como devaluación o el cierre de la brecha entre las tasas de cambio para bienes importados y exportados. La historia del último ajuste financiero lo demuestra ampliamente- .

A principios de 1985, el Gobierno nicaragüense no tenía la capacidad de implementar un paquete económico para controlar la inflación. La contrarrevolución en ese tiempo tenía 15.000 alzados y no se había dado todavía el declive estratégico de sus fuerzas. El Gobierno devaluó la moneda en una forma muy leve, eliminó algunos subsidios al consumidor y cerró la brecha entre las distintas tasas de cambio en un intento de eliminar el subsidio a todos los productos incluyendo la empresas del Estado.

Sin embargo, a las pocas semanas, dejó su programa de reajuste restaurando con creces la brecha entre las tasas de cambio y el subsidio a los productores privados y a las empresas del Estado. Y -lo más importante- el Gobierno no paró el programa de inversiones. De hecho, por no tomar medidas más austeras, el Gobierno incrementó la inflación que estamos experimentando hoy en día como consecuencia de la guerra de agresión.

La inflación ha sido, en términos reales, un "impuesto de guerra". Ha sido además un impuesto para mantener programa de inversiones y el subsidio productivo al sector privado y al APP, un subsidio que ampara niveles altos de ineficiencia y desperdicio de bienes importados. Es un triple "impuesto" que paga toda la población, algunos a corto plazo y todos a largo plazo. Sin una devaluación más fuerte y sin la eliminación de los subsidios para los productores y las inversiones en los complejos proyectos de MIDINRA, se crea una fuerte presión inflacionaria. La consecuencia del primer paso en 85 fue una fuerte reducción en los salarios reales de los trabajadores: un "impuesto". En un segundo momento, la fuga al sector informal y la indisciplina laboral debilitó la producción creando más inflación. En un tercer momento, la inflación llegó a ser hiperinflación haciendo cada vez más difícil producir e incentivando más la especulación. Al final, el "impuesto" que sirvió para dar golpes estratégicos a la contrarrevolución empezó a socavar la economía.

El nuevo paquete económico ya es imprescindible para seguir en la defensa de la patria. Este paquete tendrá que diferenciarse del ajuste de 1985 para no seguir cargando sobre la espalda del pueblo un programa de inversiones que no tiene lugar en medio de una guerra, sobre todo si se consideran los bajos niveles de eficiencia productiva tanto en el APP como en el sector privado de grandes productores. Para el pueblo, aunque se recorten los "impuestos de guerra" Sin embargo, a diferencia del último paquete que produjo hiperinflación, un nuevo paquete, con austeridad tanto para el Estado como para el pueblo, podría rectificar algunos problemas económicos, acercando al país a sus posibilidades reales: una economía de sobrevivencia para tiempos de guerra. De ella se ha hablado mucho sin poner los mecanismos imprescindibles para lograr. Este es el problema.

Hacer un ajuste económico sin reservas internacionales, sin las divisas líquidas que el FMI normalmente presta a un día, es similar a practicar cirugía sin anestesia. Lo que en Nicaragua sustituye al apoyo del FMI es la voluntad nacionalizadora del pueblo, su dignidad para sostener sacrificios y conseguir así la liberación nacional. Si el Gobierno de Nicaragua y el FSLN como partido en el poder, realmente tuvieran dudas acerca de su base social y del apoyo popular, no intentaría un ajuste en estas condiciones con los precios relativos en tanto desorden y sin suficientes divisas en el Banco Central.

Es obvio que habrá que parar en seco el programa actual de inversiones. El problema será cómo convencer a los acreedores para que transfieran esos recursos, de reposición de equipos, de créditos para renovar la producción tradicional perdida en zonas de guerra, y de importación de productos de consumo básico como arroz, frijol, y aceite sobre todo cuando la brutal sequía del año 87 ha añadido un condicionamiento más ala producción de bienes alimenticios básicos y no menos a la de las cosechas de exportación.

El remedio de la devaluación que la economía necesita es una medicina muy fuerte. La devaluación tiene como propósito favorecer a los productivos y castigar a los improductivos, bajar los salarios reales de los trabajadores para incentivar la actividad empresarial. En esta coyuntura, sin embargo, es una medicina tan fuerte que eventualmente puede dañar a los mismos agentes productivos porque cuando los precios de todos los insumos importados suban, puede producir una recesión o baja de producción.

Los grandes proyectos de inversión, el subsidio para el sector productivo, la necesidad de reposición de equipos de infraestructura productiva, etc., están compitiendo por recursos que no existen. El resultado: la hiperinflación que socava las bases de economía en su conjunto.

La pregunta normal en su ajuste estructural de tal magnitud es: ¿"Quien pagará el costo?" En Nicaragua es bien posible que la respuesta sea: "todos". El gran desafío en la economía nicaragüense es encontrar las medidas compensatorias que permitan repartir en la forma más igualitaria posible los costos entre los profesionales, empresarios, artesanos, funcionarios públicos, trabajadores, campesinos, uniformados y no uniformados... costo altísimos, todos ellos, que el pueblo sigue pagando por su libertad.

El ejército, sin menoscabo de sus acciones militares, deberá contribuir a partir de su propia estructura organizativa, a que esa carga sea más llevadera. En otros países, muchos ejércitos populares han dado muestra de esto en diversas situaciones de guerra. En Nicaragua, pueblo y ejército, conscientes de que las tareas de defensa y sobrevivencia económica están íntimamente ligados, deberán fortalecerse como "un solo ejército" en la realización de nuevas tareas, armadas y productivas, para impulsar una nueva fase, económicamente crítica, de la revolución nicaragüense. Si la paz se va acercando poco a poco a Nicaragua, el ejército, la estructura victoriosa sobre las fuerzas contrarrevolucionarias, deberán asumir paulatinamente tareas productivas junto a las militares para consolidar. por esa vía, lo que ha conquistado por las armas. La dinámica del proceso apunta en esa dirección.

Esquipulas III, pese a sus ambigüedades, ha puesto en jaque a la guerra. El Congreso norteamericano tiene ahora la palabra. Si opta por la guerra, Nicaragua hará los cambios necesarios para fortalecer la ofensiva militar, ajustar el paquete económico y mantener la ofensiva diplomática.

Si por el contrario, el Congreso norteamericano ratifica la dinámica de paz, impulsada desde que se inició el declive estratégico de la contrarrevolución, se abrirán una serie de complejos pero esperanzadoras tarea. Complejas, porque el presidente Reagan no se resignará a perder. Esperanzadoras, porque con el cumplimiento nicaragüense de Esquipulas II y III, se fortalecerá el camino hacia la paz. Como parte de ese proceso se deberá llegar a una negociación directa de Nicaragua con el próximo gobierno norteamericano teniendo como tema las legítimas preocupaciones de seguridad nacional mutuas. Cuando en esas pláticas se llegue a un acuerdo, habrá estallado la paz.

No será fácil. El Presidente Reagan buscará interferir en la dinámica de cumplimiento de Esquipulas II y III. En el ámbito regional intentará la continuación de los ataques mercenarios desde países vecinos (Honduras, Costa Rica y El Salvador) y buscará sacar el máximo provecho del golpe sufrido por la CIVS en Esquipulas III. A lo interno de Nicaragua tratará de bloquear el proceso electoral mucha probabilidad, se iniciará en el segundo semestre del 88. Recaerán por tanto fuertes presiones sobre partidos de oposición para que obstaculicen al máximo esa dinámica. La Administración Reagan buscará implementar, paralelamente, violando los acuerdos de Esquipulas, la continuación de los ataques contrarrevolucionarios. El año 88 se presentará entonces como un año análogo al 84 pero desde una lógica: la guerra ha sido puesta en jaque.

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Esquipulas III: jaque a la guerra

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Revolucionar la salud: un complejo reto

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Declaración conjunta de Esquipulas III
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