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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 406 | Febrero 2016

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Nicaragua

Boceto pre-electoral

Aunque la certeza de que Daniel Ortega será reelecto por cuarta vez en noviembre, se trata de imponer en la propaganda oficial, ese proyecto tiene fisuras. Y no son pocas las barajas que aún falta por ver en el tablero electoral. Lo que tenemos hoy es apenas un boceto.

Equipo Envío

Nicaragua es el único país latinoamericano que ha visto derrumbarse la credibilidad en la vía electoral como mecanismo cívico para cambiar gobierno. En dos elecciones municipales (2008 y 2012) y en las elecciones presidenciales de 2011 el partido de Ortega obtuvo una mayoría de alcaldías y la mayoría absoluta de legisladores de forma fraudulenta.

EL FANTASMA


Los fraudes electorales provocaron en su momento pruebas, denuncias, manifestaciones, informes internacionales con recomendaciones que no se han cumplido… El fantasma de un nuevo fraude recorre todos los análisis pre-electorales. ¿Recurrirá de nuevo Ortega al fraude?

Los fraudes han erosionado su legitimidad interna e internacional, aun cuando denuncias y evidencias no se han traducido en efectos económicos o políticos que parezcan importarle, ya que después del escándalo inicial, parece privar la indiferencia internacional.

Este año, sin embargo, quienes aseguran su inevitable triunfo en noviembre de 2016 no dejan de reconocer la necesidad, incluso la urgencia, de que los resultados de la jornada de noviembre sean incuestionables, aceptados por todos en el país, y validados internacionalmente.

LOS ÁRBITROS


El reclamo de elecciones justas y transparentes, que ha convocado ya a más de 40 jornadas de protestas cívicas en Managua y en otras cabeceras departamentales, ¿ha resonado en Ortega?

La transparencia que se demanda debería haber iniciado por cambios de los más altos funcionarios del Consejo Supremo Electoral (CSE). Después de no dar ninguna señal en este sentido, Ortega cambió algo en el CSE antes de que hiciera por fin la convocatoria oficial a los comicios. ¿Estrategia gatopardista?

Ya en julio de 2015, por la defunción del magistrado liberal del CSE, José Marenco Cardenal, fue designada para sustituirlo una mujer, Judith Silva, del partido de gobierno.

Desde enero de 2016 corre el rumor de que el cuestionado presidente del CSE, Roberto Rivas, pasaría al cuerpo diplomático. También en enero, otros dos magistrados leales a Ortega y de “la vieja guardia” del FSLN, Johnny Torres y José Luis Villavicencio -vocero habitual del CSE-, renunciaron inesperadamente a sus cargos, alegando ambos que lo hacían para que se ampliara “la política de género” en el Poder Electoral.

Para ambos cargos, Ortega propone a dos mujeres formadas en la Juventud Sandinista, una de ellas Norma Moreno. La Coalición por la Democracia (PLI-MRS-UDC-PANAC) propuso a seis candidatos, entre ellos a cuatro mujeres. Las designadas desde el Ejecutivo serán las electas.

LAS CONTRADICCIONES


Estas nuevas figuras en el CSE no convencieron a nadie en el ámbito político nacional. ¿Son un maquillaje, una capa de barniz, aderezos para convencer a la comunidad internacional, para ganar alguna legitimidad?

La salida de Rivas tiene, sin duda, cierto peso simbólico, por haberse centrado en este funcionario las críticas sobre el pésimo desempeño del CSE, pero no tiene más significado que el de un símbolo. La presidencia del CSE está desde hace meses en manos de Lumberto Campbell, muy cercano a Ortega.

¿Qué significan los nombramientos de mujeres en el CSE? No hay organización de mujeres en Nicaragua que no cuestione la política de género del gobierno ante la evidencia de que casi todas las designadas no tienen ni iniciativas ni voz que resuene en el ámbito político.

Por otro lado, existiendo un conflicto latente, no resuelto y creciente entre “la vieja guardia” del FSLN (la que luchó contra Somoza, la que vivió la guerra de los años 80, la que permaneció leal a Ortega en los 90, la que ahora se ha visto en muchos casos desplazada y olvidada) y los nuevos contingentes juveniles -también femeninos- que Rosario Murillo ha promovido en el partido de gobierno, éstas y otras voces interpretan los cambios como una concesión a Murillo: una recomposición en el CSE más equilibrada a su favor (tres contra cuatro). El CSE es crucial para garantizar continuidad al proyecto de poder familiar que Ortega preside actualmente.

En más de treinta años, desde 1984, el FSLN no ha tenido otro candidato presidencial que Daniel Ortega, que aspira ahora a un nuevo período de cinco años. Aún falta saber quién lo acompañará este año como fórmula. ¿Un empresario? ¿De nuevo un militar? ¿Una mujer? La última encuesta nacional de CID Gallup (7-12 de enero) muestra un escenario dividido: el 49% opina que es bueno que Murillo sea la Vicepresidenta, el 42% dice que no lo es y el 10% no responde.

EL RECLAMO


Más allá de cambios en la dirección del CSE, la demandada transparencia en las elecciones se viene concentrando principalmente en la exigencia de que las elecciones cuenten con observación internacional y nacional. Los simpatizantes de Ortega la quieren para que el gobierno de su líder recobre legitimidad. Los adversarios, porque confían en que eso impediría el fraude e impedirlo daría garantías de que se le puede derrotar. En uno y otro bando argumentan que si Ortega sale tan bien en todas las encuestas no debería temer que su reelección fuera refrendada por la observación.

La última encuesta de la firma nacional M&R Consultores (12-29 de diciembre 2015) indica un abrumador consenso: el 83.3% de los entrevistados demandan la observación nacional y el 82.1% la internacional. Un 72.2% demanda, sin precisarlas, “reformas” en el sistema electoral “para devolverle credibilidad al proceso”. Entre ésos, un 74.9% se identificaron como simpatizantes del FSLN.

QUIÉNES Y CUÁNDO


El sandinista ex-alcalde de Managua, Dionisio Marenco, leal a Ortega, aunque excluido desde hace años de las decisiones del partido de gobierno, ha sido concreto al decir quiénes deberían ser invitados por el CSE: las misiones de la ONU, de la OEA, de la Unión Europea y del Centro Carter y entre los nacionales, los equipos de observadores de IPADE y de Ética y Transparencia.

La observación -no sólo en los días previos a las votaciones, sino semanas, incluso meses antes de los comicios- debería garantizar, entre otras cosas, la cedulación sin discriminación de toda la población apta para votar, la depuración del padrón electoral, pues en él aparecen extranjeros, difuntos y menores de edad, y un monitoreo preciso de cómo el CSE cumple y aplica la Ley Electoral, en vista de las irregularidades que ha organizado en anteriores comicios.

EL RECHAZO


En el discurso pronunciado por Ortega días antes de las elecciones parlamentarias en Venezuela, el 1 de diciembre, en la ceremonia de graduación de nuevos cadetes del Ejército, se puede leer la renuencia de Ortega a admitir la observación electoral.

Ese día auguró la victoria del PSUV, calificó al nuevo secretario de la OEA, Luis Almagro, como “un sirviente de los yanquis” por sus declaraciones sobre los comicios venezolanos, afirmó que “cada día da más vergüenza estar en la OEA” y habló en estos términos: “¡Que se olviden de aquellas épocas donde las tropas norteamericanas contaban los votos, qué vergüenza! Algunos quisieran que eso pasara de nuevo aquí en Nicaragua. Pero esa política de vergüenza quedó enterrada en el pasado y ahora son los pueblos los que deciden. Y los mejores observadores que tienen los pueblos en las elecciones son los fiscales, los que están ahí en cada junta de votación. Los demás, esos grupos de observación internacional, manejados sobre todo por los que siguen viendo a nuestras naciones como colonias, no son más que instrumentos de injerencia y de intervención”.

¿LA RECTIFICACIÓN?


¿Habrá hablado así Ortega confiando ciegamente en el triunfo del PSUV y la contundente derrota del partido de Maduro le habrá hecho reflexionar?

Negarse a una observación confiable y creíble o aceptarla parece ser uno de los dilemas aún no resueltos por él. Y, naturalmente, abrir puertas a la observación podría abrir fisuras en la seguridad con la que camina hacia su reelección.

A finales de enero, Gerardo Icaza, director del Departamento para la Cooperación y la Observación Electoral de la Secretaría para el Fortalecimiento de la Democracia de la OEA, respondió en nombre de Almagro a la carta enviada en noviembre por partidos políticos de oposición y organizaciones de la sociedad civil solicitándole su atención al crítico panorama electoral nicaragüense. La OEA respondió que está comprometida en los procesos democráticos del hemisferio.

LAS VENTAJAS OBJETIVAS Y SUBJETIVAS


Las ventajas políticas objetivas con las que Ortega cuenta son indiscutibles. Nicaragua exhibe una estabilidad que, a pesar de los grupos rearmados que se mueven hoy en el Norte y en el Caribe, y a pesar de cada vez más visibles conflictos sociales, la situación nicaragüense contrasta con los muy trágicos y convulsos escenarios que vemos en los países del Triángulo Norte (Guatemala, Honduras y El Salvador).

Otra importante ventaja de Ortega deriva del éxito de la estrategia emprendida por el FSLN desde que perdió en 1990 las elecciones -dividir a la oposición política-, alcanzando en este objetivo un hito estratégico con el pacto Ortega-Alemán que cerró el siglo 20 en Nicaragua.

Desde siempre la dirigencia del FSLN ha mostrado una importante capacidad de maniobra para dividir, enfrentar, comprar o cooptar a la oposición liberal, que ha colaborado a esa estrategia con interminables pugnas internas y una variopinta complicidad.

Del contexto de estabilidad nacional y de los resultados de esa habilidad política derivan dos de las ventajas subjetivas con las que Ortega cuenta hoy. Después de diez años de gobierno, y perdido el miedo al Ortega “de los años 80”, la mayoría de la población identifica la democracia con la paz y la ausencia de conflicto. La mayoría percibe a Ortega invencible, cuasi todopoderoso, y también lo imagina peligroso si fuera desplazado del gobierno, recordando su actuar cuando gobernó “desde abajo” en los quince años posteriores a la derrota electoral del FSLN en 1990.

LA JUVENTUD


Aunque se discute cuánto ha crecido el voto duro de Ortega desde que, con un 38% de la votación, recuperó en 2007 el gobierno, es indiscutible el apoyo que tiene entre la juventud votante de 16-24 años.

Entre esa gente joven, que no ha conocido otros gobiernos y ha sido “tocada” por las continuas iniciativas promovidas y desarrolladas a través de la Juventud Sandinista (programas de comunicación y de acceso a Internet, proyectos culturales, asistenciales, ambientales, educativos, festivos, deportivos…), es donde tiene mayor apoyo Daniel Ortega.

Según la última encuesta de Cid-Gallup, el 57% de los entrevistados dicen que su partido de preferencia es el FSLN “porque tienen el mejor programa para la juventud”.

LOS PROGRAMAS SOCIALES


A este respaldo juvenil, mayoritariamente urbano, hay que sumar el respaldo popular que Ortega ha conseguido con los programas sociales con los que ha beneficiado a sectores empobrecidos, entre los que ha creado expectativas de recibir más, mientras que en los grupos que aún no recibieron nada ha sembrado la esperanza de recibir algo…

“Por fin hay un gobierno que se acuerda de nosotros” se escucha con frecuencia en sectores empobrecidos. Dar “ayudas” para recibir a cambio agradecimiento, lealtad política y votos ha sido una constante durante los diez años de gobierno de Ortega.

El Plan Techo (entrega gratuita de láminas de zinc para componer viviendas precarias), el Bono Solidario (complemento salarial a los empleados estatales con salarios más bajos), las Casas para el Pueblo (viviendas populares vendidas a crédito y a bajo costo), el Bono Productivo o Hambre Cero (entrega de animales y semillas dadas a crédito a mujeres propietarias de alguna tierra), el Usura Cero (entrega de pequeños créditos a mujeres de zonas urbanas para emprender pequeños negocios) han contribuido a acrecentar el respaldo a Ortega.

LA ZONA RURAL


A excepción del programa Hambre Cero, todos estos programas han beneficiado esencialmente a sectores urbanos empobrecidos. Como en los años 80, la estrategia del FSLN ha priorizado el consolidarse en los sectores urbanos. El aumento consistente del salario mínimo y la expansión del empleo en el Estado son decisiones igualmente marcadas por la apuesta a consolidar bases urbanas. El mismo objetivo tiene la construcción de 100 parques en Managua y decenas en zonas urbanas departamentales, con canchas deportivas, juegos infantiles y acceso gratuito a wi-fi.

En los sectores rurales el proyecto reeleccionista podría encontrarse con fisuras. La falta de apoyo a la economía rural, la presencia imperiosa del Ejército en zonas que no han olvidado las huellas dejadas por la guerra de los años 80, la inconformidad generada por el proyecto canalero, la alianza con grandes capitales que han revivido el latifundio, el fraude municipal que impuso en zonas no sandinistas a alcaldes del partido de gobierno, han ido espesando un caldo de cultivo opositor y rural que podría desbordarse en los comicios.

LA IGLESIA CATÓLICA


Obispos, sacerdotes, religiosas, también la feligresía católica, resienten la continua manipulación que el gobierno hace del discurso y de los símbolos religiosos y, especialmente, están a la expectativa de que el gobierno responda al documento que el 21 de mayo de 2014 los obispos de Nicaragua presentaron al Presidente Ortega, planteándole inquietudes sobre “la familia, los grandes problemas sociales, los derechos humanos, la relación entre el trabajo evangelizador de la Iglesia y algunas políticas del Gobierno, ciertos aspectos problemáticos de la Costa Atlántica y el problema institucional del país”.

En ese texto, titulado “En búsqueda de nuevos horizontes para una Nicaragua mejor”, los obispos dirigían directamente estas palabras a Ortega: “Le pedimos con todo respeto que ofrezca su palabra de honor para garantizar en el 2016 para Nicaragua un proceso electoral presidencial absolutamente transparente y honesto, con nuevos y honorables miembros al frente del CSE, en el que brille, sin ningún tipo de duda, la voluntad popular; con un sistema de cedulación independiente del mismo CSE, que le garantice a cada nicaragüense su cédula en tiempo y forma antes de las elecciones; y con un proceso electoral abierto irrestrictamente a observadores de instituciones nacionales y extranjeras”.

LA ECONOMÍA


Nada o casi nada de lo que ha hecho Ortega en estos diez años se explica sin la cooperación venezolana. Pero la oportunidad excepcional que tuvo, al disponer de un volumen de recursos con el que nunca contó ningún gobierno anterior para con ese dinero iniciar la transformación productiva, social y educativa de Nicaragua, se está agotando.

La estrepitosa caída de los precios del crudo ha reducido el monto del crédito petrolero que quedaba en el país y en manos de Ortega. De igual modo, Venezuela ha venido recortando las importaciones que hacía de productos nicaragüenses, con los que Caracas se convirtió en los últimos años en el segundo socio comercial de nuestro país. Los 2 millones de dólares que exportaba Nicaragua a Venezuela en 2006 se convirtieron en 376 millones en 2014.

Las cosas han cambiado y hoy Caracas le debe a Nicaragua. “El Diario Las Américas” de Miami publicó una carta del 18 de diciembre de 2015, que Francisco López, Vicepresidente de Albanisa y tesorero del FSLN, dirige a varias autoridades venezolanas, a nombre de Alba-Alimentos -intermediaria monopólica entre el empre¬sariado nica y Caracas- reclamándoles que le paguen a Nicaragua una deuda de 173.3 millones de dólares en concepto de exportaciones de café, carne, frijoles y lácteos.

LOS AJUSTES


En 2016 Ortega aspira a su reelección con una disminuida disponibilidad de recursos venezolanos, en un panorama económico internacional en el que han bajado los precios internacionales de nuestras exportaciones, y con la perspectiva de una de las corrientes de El Niño más negativas de las últimas seis décadas, como anunció la NASA, lo que afectaría al país con un tercer año consecutivo de sequía.

El crecimiento económico de 2015 -principal argumento con el que se suele legitimar la gestión gubernamental- no llegará al 4% por primera vez en varios años, anunció en diciembre la institución nacional FUNIDES y también el Banco Mundial. Porcentajes más o menos, el desempleo sigue siendo el principal problema económico que la población nicaragüense señala en todas las encuestas. Y es por el desempleo que la emigración no deja de crecer.

¿Cómo influirá en la reelección de Ortega una economía nacional más frágil y una economía internacional más compleja que la de los últimos años? ¿Será la economía determinante o no en su reelección? ¿Abre una situación económica más desfavorable una fisura en su proyecto?

Desde que en 2015 empezó a caer el precio del petróleo, el gobierno comenzó a tomar previsiones para prepararse a enfrentar el descenso de la cooperación venezolana. Hoy ya todos los programas sociales que se financiaban con petrodólares han sido trasladados al presupuesto nacional. El gobierno no está dispuesto a cancelarlos en un año electoral y el crecimiento económico de los últimos años le permite al gobierno disponer de recursos para mantenerlos.

VENEZUELA


Durante años Hugo Chávez contó con la suerte de que el barril de petróleo costara por encima de los 100 dólares. Chávez afirmó en varias ocasiones que con el barril a menos de 40 dólares sería insostenible la situación en Venezuela. Sin embargo, aunque se recuperara el precio del petróleo en los próximos meses, Venezuela ya es otra.

Las elecciones del 6 de diciembre han hecho “otro” a ese país, tanto en lo económico como en lo político. Y aunque no es prioridad de la oposición, los acuerdos de Petrocaribe podrían variar sus condiciones y hasta desaparecer.

De hecho, Venezuela ya ha tenido que reducir la entrega de petróleo a Nicaragua. Según datos del Banco Central, seguidos acuciosamente por el economista Adolfo Acevedo, en octubre de 2015 la importación de petróleo y derivados desde Venezuela se redujo en un 59.8% con respecto a octubre de 2014. La reducción, que representa 517 millones de dólares, se debe al menor volumen y al menor precio del petróleo suministrado por Caracas.

A pesar de todo esto, ninguna información ha compartido Ortega o sus principales funcionarios con la población sobre la repercusión que en Nicaragua han tenido, tienen o tendrán los cambios ocurridos en Venezuela. Sólo ha hablado, y con displicencia, el asesor presidencial para temas económicos Bayardo Arce: “Nosotros no dependemos de Venezuela. Todo el mundo debe estar tranquilo aun si la Asamblea Nacional de Venezuela nos corta todo”.

ESTADOS UNIDOS


Si las restricciones económicas que enfrenta Ortega en esta reelección son las más severas desde su reelección en 2011 y si el panorama económico nacional no le es el más favorable, tampoco le es propicio el ámbito internacional y el lugar que él mismo se ha labrado en él.

Las elecciones en Nicaragua se celebrarán tan sólo dos días antes de las de Estados Unidos. No hay análisis que no considere que, tanto si ganan los republicanos que van en punta (Ted Cruz, Donald Trump, Marco Rubio...) como si ganan los demócratas con Hillary Clin¬ton, la situación se le complicaría a Ortega, aún más si para ganar recurre a un fraude que pueda documentarse.

AMÉRICA LATINA


En América Latina la retórica izquierdista de Ortega se ha hecho obsoleta. Los gobiernos progresistas han ido desapareciendo. ¿Por conspiraciones del imperio para provocar “golpes blandos” y desestabilizaciones?

El incuestionable pensador de izquierda estadounidense Noam Chomsky considera que en Argentina, Brasil y Venezuela la magnitud de la corrupción desacreditó a los liderazgos de la nueva izquierda, quienes además desaprovecharon “un montón de oportunidades prometedoras” que les brindaban, tanto la popularidad con que llegaron al gobierno como los nuevos mecanismos de integración regional. Apoyados en esos dos pilares pudieron haber diseñado e impulsado modelos de desarrollo económico y social autóctonos. En lugar de seguir ese camino, fueron seducidos por el extractivismo, por las exportaciones a China de productos primarios y de recursos naturales.

EL CAMPO INTERNACIONAL


En el continente, nadie como Ortega ha sido tan derrotado con la derrota de Maduro, aún no concluida. ¿Quiénes son hoy sus aliados? ¿Cuba, que busca entenderse con Estados Unidos? ¿La Rusia de Putin? Y a la orfandad de su principal socio en América Latina hay que añadir los innecesarios y muy visibles “papelazos” que Nicaragua ha venido protagonizando, queriendo protagonizar un liderazgo de izquierda anti-imperialista que no convence y que aísla a Nicaragua.

Los más recientes, en enero de 2015 en la reunión de la CELAC en la capital costarricense, cuando boicoteó la reunión al retirarse antes de tiempo y querer imponer como representante de Nicaragua a un político portorriqueño para que denunciara a Estados Unidos por no conceder independencia a la isla.

En noviembre de 2015 en el SICA (Sistema de Integración Centroamericana), al oponerse de forma obstinada a dar paso por territorio nicaragüense a miles de migrantes cubanos que llegaban desde Costa Rica, a los que detuvo con tropas del ejército y violencia, negándose después a cualquier salida humanitaria del conflicto, buscando erigirse como portavoz en la denuncia de la política migratoria de Estados Unidos hacia Cuba.

En diciembre de 2015 en la cumbre de París, cuando el representante de Nicaragua, Paul Oquist, apostó a liderar protagónicamente la inconformidad que generaron las insuficiencias del acuerdo climático, como explica en páginas siguientes Víctor Campos, director del Centro Humboldt, presente en ese foro global.

LAS LECCIONES DE VENEZUELA


En el boceto pre-electoral nicaragüense el resultado de las elecciones parlamentarias en Venezuela -una mayoría opositora en el Parlamento y el desgaste político que eso anuncia- están demasiado presentes.

Desde la oposición a Ortega se resalta que fue la unidad opositora y la votación masiva las que impidieron el fraude que el gobierno tenía preparado si los márgenes de diferencia entre la MUD y el PSUV eran pequeños.

Que ese fraude estuviera preparado lo demostró la oportuna comparecencia del alto mando del Ejército garantizando que se respetarían los resultados, cuando ya el gobierno de Maduro sabía las dimensiones de su derrota. El papel de árbitro de los militares resultó trascendental para el inicio de una transición que aún no sabemos en que concluirá.

Las lecciones del 6-D en Venezuela han sido analizadas al derecho y al revés por quienes juegan en el tablero electoral nicaragüense, aun cuando todavía no hay unidad de la oposición ni aparece un candidato atractivo que desafíe a Ortega.

El diputado del PLI, Eliseo Núñez, opina así: “En la medida en que el voto fue masivo se le hizo mucho más complicado al régimen chavista ensayar todo lo que tenía preparado. A pesar de este Consejo Supremo Electoral, si logramos incentivar el voto y lograr una votación masiva, habrá una gran presión que disminuirá la capacidad de Ortega de hacer lo que hizo en 2011 y 2012, cuando hubo fraudes mucho más estructurados y con menos cantidad de pruebas que en el de 2008”.

José Pallais, ex-diputado del PLC, hoy en la coalición que lidera el PLI, cree que el paralelismo no es tan sencillo. “El sistema electoral venezolano estaba montado sobre la certeza de que el pueblo jamás votaría contra Chávez. El diseño electoral no contaba con el fraude. En Nicaragua está montado sobre el convencimiento de Ortega de que el pueblo votará contra él y por eso está diseñado para el fraude”. Pallais también señala que el Ejército no actuaría como el venezolano, “porque ya ha sido cómplice de los fraudes de Ortega”.

LA COMBINACIÓN TEMIDA


Edmundo Jarquín, candidato a la Vicepresidencia en fórmula con Fabio Gadea en 2011, pensando en los sandinistas de la “vieja guardia” y en otros que se han ido distanciando del orteguismo, opina que entre las lecciones del 6-D “hay una de singular importancia”. Y la explica así: “Necesitamos que a Venezuela le vaya bien porque si le va bien, muchos sandinistas entenderán que un triunfo de la oposición en Nicaragua orillará al orteguismo, al igual que el chavismo, sin dejar de serlo, orilló a Maduro”.

Una consideración interesante, porque poco después de la jornada electoral en Venezuela supimos que, tan decisivo en los resultados fue el voto masivo favorable a la oposición, como la abstención de buena cantidad de chavistas, como explica en un texto de este mismo número el periodista Aram Aharonian, quien fuera director de Telesur. Aharonian resalta la importancia crucial que tuvo el abstencionismo con que el chavismo crítico castigó a Maduro.

Desde esa perspectiva, lo que más puede temer Ortega en noviembre es una mezcla similar a la que vimos en Venezuela: una votación masiva por un líder opositor con atractivo y capacidad de provocarla, combinada con la abstención masiva, por “ausencia-castigo” de un buen número de sus simpatizantes.

Aunque aún falta ese líder opositor, el descontento y la animadversión que provocan en tantos territorios del país los secretarios políticos del partido de gobierno, por su arbitrariedad, por el discrecional uso que hacen de los recursos públicos y por el poder omnímodo que exhiben, sin ningún contrapeso en las autoridades municipales, es otro caldo de cultivo para que al acercarse noviembre podamos prever un escenario como ése.

LA SEGURIDAD SOBERANA
Y LA TRANQUILIDAD


Impedir ese liderazgo y prevenir las fisuras y rellenarlas serán prioridades de Ortega y de su gobierno hasta el mismo día de las votaciones.

Antes de la Navidad entró en vigencia la Ley de Seguridad Soberana, que pone en marcha un nuevo sistema nacional de seguridad coordinada por el Presidente de la República y dirigida por la DID (Dirección de Información para la Defensa), la sección de inteligencia del Ejército. A ese sistema se deben subordinar un buen número de instituciones estatales. La misión de este nuevo sistema será determinar los riesgos, amenazas y “otros factores” que el cuerpo militar considere atentan contra la seguridad soberana.

Como complemento “desde abajo” a la ley, y en los mismos días en que entraba en vigencia, la Coordinadora de Comunicación y Ciudadanía dio a conocer un extenso documento que llamó “Estrategia de Tranquilidad y Seguridad de las Familias y Comunidades”. En ella convoca a todas las estructuras de base del partido de gobierno a “a detectar signos de alerta” en las comunidades. Días después, añadió a este texto un listado de “puntos” que concretan la estrategia. Entre ellos se lee: “Nos corresponde analizar a fondo todas las voces, todas las expresiones, todas las señales, todo lo que represente ruptura con patrones tradicionales…” En síntesis -dice-, “esto quiere decir poner atención a las formas que hoy adopta la lucha conocida entre el Bien y el Mal”.

En el boceto pre-electoral, y cuando en el tablero se inicie el juego, si éste resulta auténticamente competitivo, ¿cómo se aplicarán esa ley, esa estrategia y esos puntos? ¿Funcionarán como mecanismos de presión, de intimidación, de represión...?

NUEVAS BARAJAS


A casi ocho meses de la contienda, éste es sólo un primer boceto pre-electoral. Todo, algo, nada o casi nada puede cambiar a medida que se acerque la fecha decisiva. Pero, como en Nicaragua siempre hay que contar con imprevistos y sorpresas, es probable que vayan apareciendo nuevas barajas sobre la mesa del juego y lo definan con mayor claridad que hoy.

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