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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 402 | Septiembre 2015

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Honduras

Lo que las calles ganaron (y lo que pierden...)

Tres meses de lucha cívica y pacífica en las calles con antorchas encendidas en mano, fueron el detonante de un diálogo que no ha sido el que esperábamos. Sin embargo, todo lo que se logre hoy en cualquier espacio se habrá logrado por la energía y la presión de las antorchas que decenas de miles de personas encendieron por todo el país al clamor de ¡Fuera JOH! y ¡Queremos la CICIH! Las antorchas dieron un giro inesperado y positivo a la coyuntura, pero no controlaron sus resultados. Ahora hay que unir a los resistentes de 2009 con los indignados de 2015.

Ismael Moreno, SJ

La vida siempre es compleja. Y en política la complejidad se extrema. Todo se puede prever y anticipar. Y todo puede ocurrir distinto a lo que se previó y anticipó. Y si es en Honduras, todo es más complejo. Lo que comenzó en la calle, con antorchas y con gritos de ¡Fuera JOH! y demandando la instalación de la CICIH, se ha trasladado ahora a una mesa de diálogo y a negociaciones de cúpulas. De la calle al palacio. Las calles continúan llenas y convocan, pero, ¿quiénes las están sabiendo aprovechar? ¿Qué han ganado las calles? ¿Qué han perdido? ¿Qué nuevos escenarios se abren?

“ESA COSA DE LAS ANTORCHAS”


Juan Orlando Hernández jamás hubiese convocado a un diálogo ni antes de las antorchas ni sin las antorchas. Las antorchas en las calles lo obligaron a llamar al diálogo. No porque crea en el diálogo o porque quiera escuchar a sus detractores para alcanzar consensos y acuerdos compartidos. Sus hechos lo delatan. Nunca llamó a dialogar antes que la Corte Suprema de Justicia reformara la Constitución y decretara, sin Congreso Nacional y sin plebiscito ni referéndum, la reelección indefinida del Presidente de la República.

Jamás se le ocurrió convocar a un diálogo para crear la Policía Militar del Orden Público ni mucho menos llamó a dialogar a los sectores de la sociedad para aprobar las Ciudades Modelo, ahora llamadas Zonas Especiales de Empleo y Desarrollo Económico (ZEDEs). Mucho menos dialogó para conceder territorios enteros a las corporaciones para la explotación minera y de vertientes acuíferas.

Juan Orlando Hernández no es un político que dialoga. 32 días pasaron los indígenas tolupanes en huelga de hambre y ni por asomo los mencionó en ninguno de sus continuos discursos, mucho menos que se acercara a escuchar sus demandas. Multitudes se han movilizado con antorchas en mano por las calles de la capital y de las principales ciudades del interior del país y no ha hecho una sola referencia a esto.

El jefe de bancada en el Congreso de su partido, el Partido Nacional, Óscar Álvarez, sí se refirió a esto con una frase, que sin duda es la de la mafia política cuando conversa privadamente: “Esa cosa de las antorchas no puede hacernos cambiar de parecer”.

JOH NO CREE EN EL DIÁLOGO


Juan Orlando Hernández es un político de “ordeno y mando”. El diálogo nunca entró en su estilo de gobernar.

Así lo dejó establecido durante sus cuatro años como presidente del Congreso. Y así lo ha ratificado en sus casi dos años como Presidente de la República. Sus modos son los de un militar de saco y corbata, los de un dictador rodeado de gentes obedientes, serviles y aduladores que cumplen lo que él les ordena.

Cuando ya las antorchas iluminaban las calles semana tras semana, Juan Orlando Hernández tuvo que llamar al diálogo. Lo hizo el 23 de junio y a su modo y manera. Dijo que sería un diálogo social sin condiciones y con una propuesta: la creación del Sistema Integral Hondureño de Combate a la Impunidad y Corrupción (SIHCIC), jugando con la misma pronunciación de lo que la gente estaba pidiendo en las calles: la instalación de la CICIH (Comisión Internacional contra la Impunidad en Honduras) JOH enfatizaba lo nacional para evitar lo que llamó una intervención internacional.

Convocó un diálogo porque se tambaleó el piso de todas sus seguridades. Su recurso al diálogo respondía a su miedo y a su fracaso. Al caer en la cuenta de que, ante muchísima gente, no era el político que el mismo promocionaba, que su propuesta continuista despertaba más repulsión que adhesiones, decidió cambiar de estrategia. Pero para alcanzar el mismo objetivo. No cree en el diálogo, sigue creyendo en él y cree que está ungido por Dios para ser Presidente hasta su muerte.

Dialogará hasta donde le sea útil para ese objetivo. Su visión es utilitarista, como han evidenciado sus años en la vida política.

Hoy, la presión de las antorchas se ha trasladado a amplias oficinas de elegantes hoteles y aunque continúa en las calles, las energías se invierten ahora en pláticas entre la gente de Juan Orlando Hernández, alguna de la gente de los indignados -que JOH se vio obligado a incluir- y los consabidos representantes de la llamada sociedad civil hondureña, que no es más que unas cuantas ONG con sede en la capital y financiamientos de agencias del gobierno de Estados Unidos, de gobiernos de países europeos y de la ONU.

JUNIO, JULIO, AGOSTO:
VARIAS ETAPAS DEL DIÁLOGO


La primera etapa del diálogo fue condicionada por el publicitado llamado que hizo en junio el Presidente a diversos sectores y organismos muy afines a sus intereses. Culminó con el nombramiento de los “facilitadores” del diálogo, entendidos como parte del sector oficialista. Sectores, instancias y organizaciones de los indignados quedaron fuera y rechazaron ese diálogo.

La segunda etapa del diálogo, a partir de la mitad de julio, contó con representantes de la OEA y de la ONU. La ONU había enviado antes una comisión exploradora, que habló con los diversos sectores del bloque oficialista y se negó a hablar con los sectores indignados. Los más de treinta huelguistas de hambre instalados en los alrededores de Casa Presidencial se movilizaron a la sede de la ONU para solicitar una entrevista, con los dos “exploradores”, pero les cerraron las puertas. Los de la ONU pasaron una semana en Honduras y el 31 de julio los huelguistas levantaron su ayuno sin que nadie, ni los de la oficialidad nacional ni los de la internacional escucharan sus demandas.

En agosto se presentó en Honduras el nuevo Secretario General de la OEA, Luis Almagro, en compañía del facilitador propuesto, el chileno John Biehl del Río. Además de reunirse con el Presidente y con su bloque, este facilitador buscó a representantes del bloque opositor indignado. A mediados de agosto volvió a su nido en Washington, después de lograr no sólo pláticas bilaterales con diversos sectores de la sociedad de ambos bloques, sino una amplia y prolongada sesión de diálogo con la participación de sectores representativos de ambos bloques.

La comunidad internacional ha protagonizado la segunda etapa del diálogo, alcanzando el objetivo de abrir un camino para dar legitimidad al Presidente de la República sacando el diálogo del oficialismo para hacerlo aparecer como un auténtico diálogo nacional. Una de las últimas expresiones del facilitador antes de subir al avión fue: “El Presidente Juan Orlando Hernández tiene toda la voluntad de trabajar con todos los sectores. Él es víctima de falta absoluta de credibilidad”.

UN DIÁLOGO CALCADO
EN LOS 5 PASOS DE UN MANU

AL
Después de siete horas de una prolongada sesión de diálogo, el 13 de agosto, un importante sector de indignados lo rechazó considerando que se trata de un proceso orientado a “controlar” a los indignados como oposición, no sólo para cooptarlos, sino para sustituirlos por liderazgos de la llamada sociedad civil. La lectura política de este amplio sector de indignados ve el diálogo conducido por la OEA como una copia calcada del manual de “desactivación de los procesos ciudadanos de desobediencia civil contra un régimen en control del Estado”.

Este manual -afirman- propone cinco pasos. Primero, generar espacio para el desahogo. Esto lo logró el “facilitador” de la OEA al promover que las más de sesenta organizaciones presentes en la prolongada sesión de diálogo dijera cada una y en cinco minutos todo lo que le viniera en gana.

Segundo paso: Desprestigiar a los rivales. Esto ocurrió infiltrando personas bien identificadas, que el 14 de agosto y ante el “facilitador”, provocaron acciones vandálicas, lo que llevó a que Biehl del Río lamentara que los indignados dieran esas muestras de salvajismo. Y, aunque luego pareció retractarse, su primera declaración fue decisiva para desprestigiar las marchas de las antorchas.

Tercer paso: empantanar los reclamos ciudadanos, buscando crear confusiones, contradicciones y confrontaciones al interior de las organizaciones indignadas con el propósito de desvirtuar los contenidos de su lucha ciudadana. Cuarto paso: Penetrar y controlar el movimiento con liderazgos extraños y externos a quienes presionan en las calles. Líderes y vocerías de algunos organismos de la llamada sociedad civil, los mismos que reciben abundante financiamiento de agencias del gobierno de Estados Unidos, se prestaron a esto. Quinto paso: Convertir toda la lucha de la indignación en una auténtica, reconocida y oficializada “oposición controlada”.

DE YORO A EL PROGRESO:
NUEVAS ANTORCHAS


¿Se ha avanzado en la desactivación del movimiento de indignación? Tres meses de lucha pacífica en las calles con antorchas en mano fueron el detonante del diálogo. Y nada hace prever que este movimiento se detenga porque las calles y las antorchas no tienen dueños ni nadie puede identificar los hilos que las dirigen o las conducen.

Las antorchas han seguido y no pierden su creatividad, ampliando su eco al irrumpir en zonas rurales, como ocurrió con la peregrinación de representantes de grupos juveniles católicos de la parroquia de Yoro llevando antorchas por las montañas del noreste hondureño.

Por propia iniciativa y viendo las luces de las antorchas encendidas en la capital y en otras ciudades del país, y experimentando en carne propia la corrupción y la impunidad en su zona, atestada de narcotraficantes, políticos
y funcionarios públicos coludidos con el crimen organizado, el 17 de agosto, este grupo de jóvenes salió muy temprano de la ciudad de Yoro para recorrer más de 150 kilómetros hasta llegar el 22 de agosto en la tarde a tiempo para unirse a la marcha de las antorchas en la ciudad de El Progreso.

PASTORES AL MARGEN


La iniciativa juvenil reanimó las antorchas en esta zona del valle de Sula y alentó la adhesión de sectores laicales de la Iglesia católica, no animados a la indignación por sus pastores, tan ocupados en sus agendas y para quienes la creatividad popular, en lugar de abrir puertas a sus pastorales, despiertan más sospechas y nuevos encierros. Y cuando descubren una luz como la de las antorchas, no saben sumarlas a la luz del Evangelio y sólo dan rienda suelta a más prudencias y nuevos escepticismos.

¿CÓMO MEDIATIZAR ESTO?


Las sorpresas llegan cada semana. Y cuando parece que se debilitan las antorchas en una localidad, se encienden en otra. El último fin de semana de agosto, cuando el “facilitador” anunció su segunda visita para proseguir el diálogo nacional, en comunidades rurales del valle de Sula las antorchas se convocaron para dar un rotundo NO al diálogo mientras no se garantice la instalación de la CICIH.

Son las calles las que han obligado a abrir las puertas al diálogo e incluso a negociaciones entre cúpulas. Se sabe de reuniones de ex-Presidentes que, dejando a un lado colores partidarios, y con la presencia de políticos internacionales, se han reunido para buscar respuestas al fenómeno de las antorchas. Se sabe que diversos sectores empresariales se reúnen con políticos y hasta con dirigentes populares en espacios semiclandestinos para recabar informaciones que les den pistas para definir estrategias ante los indignados. Mediatizar la fuerza de las antorchas es el objetivo.

NADA SIN LAS ANTORCHAS


A pesar de la capacidad de cooptación que tiene la mafia política en Honduras, a pesar del desgaste de la repetición de marchas semanales, y de los conflictos internos en los liderazgos de los indignados por protagonismos, nada de lo que se alcance en las mesas de diálogo, en las negociaciones bajo la mesa y en las recomposiciones en las cúpulas de poder, habría sido posible sin la presión de las antorchas en la calle.

Como bien se sabe en las organizaciones populares, en el gobierno y en la cúpula empresarial, nada se logra sin la presión y la lucha. Sabiendo esto, todo lo que se vaya alcanzando en las diversas mesas formales y no formales, oficiales y paraoficiales, visibles y subterráneas, será por la fuerza, la energía y la presión de las antorchas que decenas de miles de ciudadanos, mayoritariamente jóvenes y de clase media, han alzado a lo largo de incontables viernes y sábados en la capital, en las principales ciudades del país y en otros lugares a lo largo y ancho del territorio hondureño.

LOS DOS BLOQUES


Los contrastes son profundos. En un lado, el movimiento de indignados lucha contra la corrupción y la impunidad con la consigna de ¡Fuera JOH! porque identifica al Presidente como responsable principal y directo de la mafia que ha saqueado varias instituciones públicas y protege a los principales responsables de los saqueos.

En el otro lado, Juan Orlando Hernández y su equipo se esmeran en convertir la presión indignada en una oportunidad para aparecer dialogantes y liderar el proceso que los conduzca a su único objetivo: permanecer en el poder y protegerse a sí mismos y a los suyos de investigaciones y judicializaciones por la corrupción del Partido Nacional.

LOS “PUENTES”


Entre estos dos extremos se encuentra la comunidad internacional -gobierno de Estados Unidos, gobiernos europeos, la OEA y la ONU- y las organizaciones de la llamada sociedad civil hondureña, que se esfuerzan en ser un puente entre las demandas de la sociedad indignada y lo que quieren conseguir los representantes internacionales.

La confianza de estos “puentes” llega en escasas dosis a los sectores indignados. Es más la desconfianza, la sospecha y también el rechazo. Están a medio camino entre lo que quiere el gobierno y la comunidad internacional y lo que piensan y buscan los indignados y eso los coloca en algo así como en un limbo, lugar neutral que no existe en la política, menos en el caso de estas organizaciones. Su balanza se acaba inclinando a favor de quienes los financian.

EL RELEVO Y LA MISIÓN


Estas organizaciones juegan el papel que las quintacolumnas juegan en las guerras. Hablan de democracia y de derechos humanos, pero de la democracia y los derechos humanos que más conviene a sus patrones internacionales. Más leales a los intereses de los de afuera, torpedean los de adentro. Varios de sus miembros se acercan a los 40 años y se rumora que aspiran a ser la generación que relevará a los actuales dirigentes de los partidos políticos. Muy bien educados, tienen los mismos estilos de decidir de las cúpulas. Miran hacia el Norte y dan breves giros hacia la izquierda sólo para tomar impulso y regresar a sus compromisos de derecha ilustrada.

Estos liderazgos están al acecho para sustituir al de los indignados y asegurarse de que las calles que estremecieron al país les sirvan de escaleras para negociar en palacio y para que Juan Orlando Hernández continúe con su proyecto.

Con una oposición tan indignada como controlada cumplirán su misión. De las calles a las negociaciones entre cúpulas y de las negociaciones a una oposición aliada del gobierno y de la comunidad internacional.

LOS EXTREMISTAS


Con todo, las calles han sido decisivas para lograr algunos cambios. Las calles iluminadas con miles de antorchas crearon las condiciones para que todos se estremecieran y apuraran nuevos acuerdos. Algunos líderes de la izquierda más extrema advirtieron y cuestionaron que lo de las antorchas era sólo salir a las calles viernes y fines de semana. Exigían un paro nacional. Y los más entusiastas -quizás ilusos- pedían, en un país tan destartalado y desarticulado como Honduras, una huelga general…

ALGUNOS CONGRESISTAS


Aunque las antorchas no lograron cambios radicales como proponían algunos entre los grupos más extremistas, hicieron temblar a las mafias políticas y pusieron en movimiento a sectores prudentes, nacionales e internacionales.

Desde Estados Unidos algunos respaldan a rajatabla a Juan Orlando Hernández, pero unos veinte congresistas demócratas escribieron el 19 de agosto una carta al Secretario de Estado, John Kerry, exigiéndole la suspensión de todo tipo de apoyo financiero a las estructuras militares y policiales hondureñas, por estar muchos de sus oficiales comprometidos con el crimen, la corrupción y la impunidad.

NEGOCIACIONES
TRAS BAMBALINAS


Un escenario es el del diálogo abierto, reconocido y publicitado, en el que hay voces diversas y fervores públicos. Tras ese escenario hay negociaciones que se realizan detrás del telón, en las bambalinas.

Sería impensable un escenario de diálogo abierto sin negociaciones previas en escenarios cerrados a los medios y a los mismos que se sientan, hasta con buena voluntad, en el escenario público. Aunque nada se sabe de lo que se habría negociado en las oficinas de Juan Orlando Hernández y, sobre todo, en las de su prestidigitador político, el Canciller Arturo Corrales, es muy difícil que, tanto el gobierno de Estados Unidos como la OEA y la ONU, hayan dado un respaldo a su administración sin nada a cambio.

Ya se sabe que Juan Orlando Hernández ha renunciado a sus pretensiones reeleccionistas ante la comunidad internacional. Se ha comprometido a esto en una coyuntura adversa, aunque su ambición no le permite romper aún en serio con una aspiración que concibe como un designio divino.

LA INNEGOCIABLE MINERÍA


En el diálogo todo se puede negociar menos lo innegociable: dar continuidad al modelo neoliberal.

Mientras Juan Orlando Hernández convocaba con fervor al diálogo nacional y se hacían los primeros acercamientos para la gran “sentada”, se divulgaba la nueva ley marco de seguridad social que, tras el atraco al Seguro Social -fue lo que generó la indignación antorchada-, banqueros y empresarios se apresuraron a presentar para su aprobación en el Congreso Nacional. Y los grandes inversionistas, no conformes con la aprobación de la nueva ley privatizadora de la salud, lograron que Juan Orlando Hernández incorporara al menos veinte cambios sustanciales al texto que ya había sido aprobado. Esto ocurrió mientras se realizaba el gran diálogo nacional con la facilitación de la OEA...

Y a la par de las jornadas del diálogo nacional, mientras el “facilitador” cabildeaba para ablandar posiciones, especialmente las de los indignados, se realizaba en San Pedro Sula el que llamaron Primer Cónclave Mundial
de Minería, con la participación de unos 38 países y bajo el lema “Honduras lista para la minería”. El tema de la minería nunca, ni por asomo, entró en la agenda del diálogo, porque todo se puede negociar menos la entrega del territorio y de los bienes naturales a las corporaciones transnacionales.

ACUERDOS DEL “GRAN DIÁLOGO”


Las rondas de diálogo continuarán, el “facilitador” de la OEA estará yendo y viniendo, conversando con unos y ablandando a otros. La ONU buscará tener presencia, sin meterse tan a fondo como la OEA. Y de todo este proceso se avanzará probablemente a acuerdos que se expresarán, sin duda, en el adecentamiento de algunas instituciones. Habrá decretos que raudo y veloz el Congreso aprobará y, como en los pasados recientes, se concluirá que todo debe dirimirse en el siguiente escenario electoral.

Y como siempre, para muchos ése será el mayor logro del “gran diálogo nacional… Pastores de las iglesias darán gracias al Altísimo por “el acercamiento de la gran familia hondureña” y dirán que los acuerdos expresan “la reconciliación de la patria”... Y borrón y cuenta nueva, se escuchará en espacios profanos y sagrados, civiles y militares, sociales y políticos.

SI NO TOCAN EL PODER DE JOH...


Aún cuando haya avances en los posibles acuerdos a los que llegue el gran diálogo nacional, hay tres factores que si no se tocan y a fondo, todo quedará en un maquillaje a la crisis nacional. Y peor aún: los acuerdos serán un muro que impedirá la resolución de la conflictiva e inestable situación nacional.

El primer factor es precisamente el Presidente de la República. En este país, la gente podrá ser muy pobre y sin mucha formación académica y política, pero repudia a toda persona afanada con vehemencia en concentrar poder. Y ése es Juan Orlando Hernández. Si los acuerdos de un diálogo nacional no tocan la concentración de poder en JOH, diversas expresiones de malestar volverán a manifestarse más temprano que tarde.

SI NO TOCAN LA IMPUNIDAD
Y LA CORRUPCIÓN...


El segundo factor que hay que tocar es la impunidad y la corrupción. La gente ha manifestado un abierto repudio hacia funcionarios públicos muy ligados a la administración de Juan Orlando Hernández. No bastará con judicializar algunos casos. Se trata de investigar y llevar a juicio a los responsables del saqueo a las instituciones públicas, aunque sean de la más alta alcurnia política. Los acuerdos que no lleven al compromiso de JOH de solicitar a la ONU la instalación en el país de la CICIH, muy difícilmente lograrán apagar las antorchas y la indignación que en ellas arde.

Y en esto de la corrupción, si JOH no toma decisiones personales que impliquen a su propia familia, nada le quitará el membrete de corrupto y de protector de corruptos, por mucha que sea la publicidad que eleve su perfil como “perseguidor de los corruptos” y por más alianzas internacionales que acuerde en torno a la transparencia.

Mientras Juan Orlando Hernández mantenga a su hermana Hilda en uno de los puestos de mayor confianza, será muy difícil que cualquier acuerdo del diálogo suprima las antorchas que expresan el descontento, la desconfianza y la movilización de los sectores indignados de la sociedad.

SI NO TOCAN ESTE MODELO...


El tercer factor tiene que ver con el modelo neoliberal y con las expresiones radicales que hoy tiene en Honduras. La indignación más de fondo ni siquiera es contra JOH. Él encarna la implementación extremista de ese impopular modelo. La corrupción y la impunidad se remiten a un modelo que ha empobrecido a la sociedad hondureña y ha concentrado recursos y poder en una reducida élite. Juan Orlando Hernández concentra tanto poder en su persona porque el modelo ha concentrado una extrema riqueza en un grupo muy reducido de familias y lo ha hecho en proporción inversa a la pérdida de oportunidades y de dignidad de la inmensa mayoría de la sociedad hondureña.

Si los acuerdos del diálogo no tocan las concesiones a las mineras, la privatización de la salud y de otros servicios públicos, las ZEDEs o Ciudades Modelo; si se quedan en resoluciones económicas y productivas cosméticas y de carácter asistencial, la indignación se podría contener por unos días, por unas semanas, quizás por unos meses, pero volverá a aparecer y con más agresividad que como se manifestó en los tres meses de esta experiencia de lucha pacífica en la que participaron decenas de miles de personas.

¡FUERA JOH!
¡QUEREMOS LA CICIH!


En todas las marchas de antorchas se escucharon las consignas ¡Fuera JOH! y ¡Queremos la CICIH! En ambos reclamos se expresa lo que hay en el fondo de la indignación de mucha gente.

La ambición desmesurada de Juan Orlando Hernández, la corrupción e impunidad que caracterizan a los que lo rodean, la concentración de riquezas y bienes en élites que él privilegia y protege, causaron que la lucha contra la corrupción adquiriera dimensiones de lucha política, sin que la presencia de los partidos de oposición fuese relevante en ella, como ha querido hacer ver la publicidad oficialista para desprestigiar los liderazgos de las marchas.

UN PRÓXIMO PROCESO CRUCIAL


A pesar de los temores y temblores provocados por las antorchas, mantener intacto el modelo neoliberal, radicalizado por la mafia política liderada por JOH, parece un objetivo que sigue en pie. La comunidad internacional respalda a JOH y las negociaciones buscan cómo dar legitimidad al gobierno con una leve apertura a la oposición.

Mientras la OEA impulsa el papel de “facilitador” en el proceso, la Corte Interamericana de Derechos Humanos aceptó la invitación de JOH para realizar su 53 sesión ordinaria en Tegucigalpa del 24 al 28 de agosto. En esos mismos días se puso en marcha el proceso de selección de los nominados a ser elegidos como nuevos magistrados de la Corte Suprema de Justicia.

Este proceso, aparentemente participativo, tiene desde su comienzo -en agosto- hasta su final -el 23 de enero de 2016-, cuando el Congreso Nacional elija a 15 magistrados de los 45 que presente una Junta Nominadora, el control total del partido en el gobierno, y específicamente el de Juan Orlando Hernández. En el contexto de diálogo el resultado será: Derechos humanos y aplicación de la justicia bajo estricto control del Ejecutivo y con el aval de la comunidad internacional.

EL CAMINO DE JOH


Hoy estamos ante tres caminos: El primero es el único que de hecho se está construyendo y recorriendo. Es el del proyecto que impulsa la mafia política liderada por Juan Orlando Hernández. Es el que ha despertado el repudio de la ciudadanía que levanta las antorchas. Este camino conduce al control de los poderes y las instituciones del Estado con una concepción personalista, autoritaria, dictatorial y arbitraria. Es un proyecto que hoy se sostiene sobre cinco pilares:

EMPRESARIOS Y MILITARES


El primer pilar que sostiene a JOH es la élite empresarial, socia menor de las corporaciones transnacionales. Cuentan con el aval de la comunidad internacional. Es la gente más rica de Honduras, la que le abre las puertas al capital multinacional, primordialmente al extractivista y depredador del ambiente.

El segundo pilar de JOH son los militares. En un país inestable, deteriorado y colapsado, es necesaria la fuerza militar. Las armas son el sostén de la política y de la economía. Las hondureñas son fuerzas militares que responden a la política de seguridad del gobierno de Estados Unidos, empeñado hoy en controlar las redes del crimen organizado negociando con sus principales capos para que queden bajo el liderazgo de estructuras del gobierno estadounidense.

Veinticinco años después de que las élites hondureñas apoyaran la política de Estados Unidos de disminuir el poder a los militares porque el neoliberalismo ya no los necesitaba, hoy los llaman de nuevo y elevan su perfil. Los necesitan para proteger sus intereses en tiempos de alta inseguridad y presión, tanto por la delincuencia organizada como por las demandas ciudadanas. Los militares están siendo un factor decisivo en todas las negociaciones en curso.

LOS MÁS EMPOBRECIDOS


El tercer pilar que sostiene a JOH es una base leal entre los sectores más empobrecidos, que ven al Presidente como una persona bonachona y paternalista que les “ayuda”. En el presupuesto, el rubro de “inclusión social” lo maneja personalmente JOH, con sumas un 446% superiores a las de 2014. Los programas de asistencia social y crediticia para la gente más pobre se multiplican y cada semana aparece uno nuevo. Los fondos los manejan activistas del partido en el gobierno y las ayudas las entregan selectivamente a personas y familias pobres que garanticen su adhesión
al Partido Nacional y se comprometan a respaldar al Presidente cuando se los demande.

LA PUBLICIDAD
QUE MANEJA HILDA


El cuarto pilar es el enorme aparato de publicidad oficial que maneja personalmente la hermana del presidente, Hilda Hernández, en la mayoría de medios de comunicación de alcance nacional. Imágenes y textos oficiales pagados con fondos de un abultado presupuesto llenan los medios, sin necesidad de amenazar a ninguno. Así se evitan denuncias contra el gobierno.

JOH: EL PREDESTINADO


El quinto pilar en que se sostiene este proyecto es el argumento divino. Juan Orlando Hernández sostiene que impulsa su plan de gobierno en respuesta a un mandato divino. Afirma que desde niño fue predestinado por Dios para gobernar Honduras como lo está haciendo. Cambiar su manera de proceder por voluntad personal sería contravenir el mandato divino.

Este pilar divino tiene una importante base material en el apoyo que da a iglesias evangélicas y eventualmente a algunos sectores de la jerarquía católica, especialmente en el campo de la comunicación y la educación religiosa con sumas que salen del presupuesto de Casa Presidencial.

El designio divino al que alude JOH tiene el respaldo de importantes sectores religiosos. Se expresó, por ejemplo, en la acelerada presencia con que respondieron al llamado del Presidente para apoyarlo en el diálogo nacional controlado y para defenderlo con el argumento de que la figura presidencial representa la hondureñidad, por lo que no se debe pedir su renuncia, a pesar de las pruebas de su vinculación con la corrupción y la impunidad.

LA MAFIA MANTIENE LOS HILOS


Con el fenómeno de las antorchas, Juan Orlando Hernández y su mafia no han cambiado de objetivo. Sólo han cambiado de táctica. Las antorchas trastocaron la coyuntura con que JOH garantizaba su reelección. Las antorchas le dieron un giro impactante a la coyuntura. Pero no controlaron ese resultado.

Los hilos los siguen controlando y conduciendo JOH y su mafia. Y los cinco pilares de su proyecto, en lugar de debilitarse, se han reforzado. De manera muy especial, ese pilar que es la base social de los más pobres.

En los peores días de la sequía de agosto, JOH convocó una cadena nacional para decretar emergencia, destinando recursos para los trece departamentos más afectados por la falta de lluvias. Ordenó también a sus ministros salir de sus escritorios y hacerse presentes en lugares estratégicos del país para atender las necesidades de la gente.

EL CAMINO JUVENIL
DE LAS ANTORCHAS


El segundo camino que tenemos hoy delante es el abierto por las antorchas, que representan a diversos sectores: juventudes universitarias, sectores medios urbanos, profesionales, mediana y pequeña empresa, académicos,
ONG y empresarios medio-altos descontentos con el servilismo oficial ante el capital transnacional.

En este camino se insertan dirigentes políticos del partido PAC, algunos sectores del Partido Liberal, del Partido Innovación y Unidad y los sectores más liberales del partido LIBRE.

Este camino lo lideran jóvenes que convocan en Tegucigalpa la marcha semanal de las antorchas, algunos más unidos a unos partidos políticos, otros independientes. En su conjunto representarían una línea política de centro derecha moderada que defendería ante Estados Unidos propuestas nacionalistas, de respeto a la soberanía nacional. Este camino podría derivar políticamente hacia propuestas electorales en una alianza que lideraría el Partido Anti Corrupción (PAC).

EL CAMINO DE LA IZQUIERDA


El tercer camino que tenemos ante nosotros es el más difuso. Es el representado por los sectores más inclinados hacia la izquierda, liderada hoy por un sector del partido Libertad y Refundación, LIBRE, fundado por Manuel Zelaya y al que se unirían ONG, campesinos, sindicatos y sectores vinculados a luchas en defensa de los bienes naturales y los territorios.

Es el camino de una propuesta democrática popular que tendría como estrategia avanzar hacia una asamblea nacional constituyente que elabore una nueva Constitución, en donde se exprese un nuevo pacto social que refunde la sociedad hondureña.

En las condiciones hondureñas este camino resulta inviable, aunque sea deseable para diversos sectores progresistas y de izquierda.

TENDER PUENTES
ENTRE DOS CAMINOS


Ante un camino tan consolidado y bien trazado como el primero, el de JOH, hay voces que proponen establecer puentes entre los del segundo camino y los del tercer camino, entre el centro derecha y la izquierda democrática
y popular.

Se construiría así el camino de la resistencia indignada, se daría una alianza entre la resistencia popular que lideró la lucha contra el golpe de Estado y los indignados que irrumpieron con sus antorchas en la lucha contra la corrupción y la impunidad. Entre todas construirían una moderada propuesta de centro izquierda, la que después de una profunda reforma a la ley electoral y a la ley de partidos políticos se concretaría en una alianza entre LIBRE y el PAC.

Querer apurar alianzas electorales sin afianzar antes alianzas políticas sería un seguro fracaso y provocaría la desmovilización social, fortaleciendo el camino de la “democracia autoritaria y dictatorial” de JOH.

UNIR A INDIGNADOS
Y A RESISTENTES


El peor servicio a una alianza que articule lo político popular con lo político de centro derecha es usar las marchas de las antorchas y las luchas contra la corrupción y la impunidad para organizar corrientes internas de partidos.
Eso generaría divisiones, desconfianzas, confrontaciones y disputas por espacios y por cuotas de poder.

Hay que abandonar cualquier agenda proselitista pro-electoral y promover la construcción de una amplia alianza social y política no partidaria que luche contra la corrupción y la impunidad, que demande la instalación de una Comisión Internacional Contra la Impunidad en Honduras (CICIH), que exija la renuncia del Fiscal General y su Adjunto, que reclame y elabore una reforma a la ley electoral y a la ley de partidos políticos y que enfrente los proyectos y decretos basados en las ZEDEs o Ciudades Modelo, la explotación minera y la depredación de los bienes naturales.

Unir a los resistentes de 2009 con los indignados de 2015 es el camino de una nueva esperanza.

CORRESPONSAL DE ENVÍO
EN HONDURAS.

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