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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 66 | Diciembre 1986

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Nicaragua

"Contragate": estalla la ilegalidad

"Noviembre negro" ha sido este mes para la Casa Blanca. Para Nicaragua, el escándalo internacional por la venta secreta de armas a Irán y la transferencia de parte de esas ganancias a los contrarrevolucionarios no resulta tan negro.

Equipo Envío

Si bien es cierto que con el llamado "Contragate" se abre la posibilidad de un peligro inminente, también es cierto que el proyecto antisandinista de Reagan sufre un golpe tan duro con este escándalo que con él se da un giro muy importante en una coyuntura especialmente tensa.

Un gigantesco escándalo con una larga cadena de precedentes

La trascendencia de este gigantesco escándalo dentro de Estados Unidos hay que medirla por otros que la precedieron: el caso de espionaje militar de Israel en los Estados Unidos, el descubrimiento de una amplia campaña de desinformación contra Libia, el mal manejo del caso Daniloff, la incertidumbre provocada por la política de Reagan en la cumbre de Reijkavik, el caso Hasenfus... En muy poco tiempo, la política exterior norteamericana apareció plagada de fallos. Y hay que medir, sobre todo, la trascendencia del escándalo por el fracaso interno que supuso la pérdida de los republicanos en las elecciones legislativas del 4 de noviembre, a pesar del empeño personal que puso Reagan en la campaña. Si después de dos años de mandato, empieza el lógico ocaso de cualquier presidente -es un "pato cojo", se dice en Estados Unidos- el Contragate estalló en el momento preciso, limitando aun más los movimientos de un "pato' ya en declive.

Para Nicaragua, la trascendencia del Contragate hay que medirla por la alta tensión a la que estaba llegando la coyuntura. Después de la aprobación de los $100 millones, el Presidente, todos los primeros compases de espera, se disponía a jugar su jugada final. El período entre las elecciones legislativas y el receso del Congreso (noviembre/86) y el inicio de las campañas previas a las elecciones presidenciales (octubre/87) se presentaba como el tiempo más propicio para que la Administración diera su golpe definitivo en Nicaragua. Todo indicaba que iba a ser así, todo estaba preparándose en esta dirección. desde hace varios años, en el mes de noviembre confluyen situaciones que tensionan aún más la difícil coyuntura nicaragüense. 1986 no ha sido la excepción. Este noviembre acumuló muchas jugadas, orientadas aceleradamente al jaque mate. Y aun cuando el Presidente Reagan fracasó en sus elecciones legislativas, esto no pareció detenerlo. Cuatro días después de los comicios ya presentaba al nuevo Congreso cuál seguía siendo su prioridad: el apoyo bipartidista a los contrarrevolucionarios.

Lo de siempre y lo inesperado

La maquinaria de guerra aceitándose aceleradamente, todas las fichas alineándose en el tablero... y en eso, estalló el Contragate, planteando las alternativas de siempre, pero desde perspectivas totalmente inesperadas.

La confrontación entre la Administración Reagan y el gobierno de Nicaragua ha tenido la característica de un enfrentamiento entre la ilegalidad de la prepotencia y la legalidad de la debilidad. La aprobación por el congreso de los Estados Unidos de $100 millones para la contrarrevolución, por una parte, y el fallo favorable a Nicaragua en la Corte Internacional de La Haya, por otra, son los hechos de meses pasados en los que se sintetiza más claramente esta prolongada confrontación. A su vez, estos hechos, han seguido desencadenando nuevos pasos en las respectivas dinámicas. Después de la aprobación de los $100 millones, la Administración norteamericana ha seguido profundizando su comportamiento ilegal y después del fallo de La Haya, Nicaragua ha recurrido con más asiduidad a la fuerza de la ley como escudo protector frente a la agresividad norteamericana.

Cuando la confrontación entre legalidad e ilegalidad estaba en un punto crucial, al estallido del Contragate vino a revelar de forma clamorosa el ilegal comportamiento de la Administración norteamericana. Vino a alterar -o a detener- la lógica hacia la "jugada final". Vino también a abrir posibilidades para que los sectores pragmáticos de los Estados Unidos busquen fórmulas de negociación y de legalidad para convivir con la Nicaragua sandinista.

La dinámica de Reagan: dinámica de ilegalidad

El caso Hasenfus puso de manifiesto la ilegalidad de las acciones de la Administración Reagan y reveló muchas de las conexiones de esta red de ilegalidad en la que se apoya la guerra contrarrevolucionaria decretada contra Nicaragua.

El 15 de noviembre, Eugene Hasenfus fue sentenciado por el Tribunal Antisomocista (TPA) a 30 años de cárcel. La sentencia fue exactamente a 30 años por el delito de atentar gravemente contra la seguridad del estado y a 3 años más por el delito de asociación para delinquir, quedando finalmente en sólo 30 años, ya que ésta es la pena máxima que existe en Nicaragua desde el triunfo revolucionario.

Aunque la ley permite apelar a la segunda instancia del TPA, Hasenfus, su abogado nicaragüense y los asesores estadounidenses decidieron renunciar a este derecho y hacer, por medio de Sally Hasenfus -esposa del sentenciado-, una petición de clemencia al Presidente de la República.

Con esto, el caso quedó semi cerrado. Abrirlo con un indulto -que por la ley nicaragüense requeriría no sólo de voluntad de la Presidencia sino de la aprobación de la Asamblea Nacional- es una posibilidad que el gobierno de Nicaragua no ha descartado. Aunque se ha especulado mucho en los Estados Unidos con la eventualidad de que ese indulto pueda producirse a corto plazo, las autoridades nicaragüenses han insistido en que una decisión en este sentido será siempre una decisión política que sólo se tomaría si lleva, de hecho, a una modificación de la intansigencia de Estados Unidos a negociar con Nicaragua.

Un mensaje: "La suerte está echada"

Aunque el caso Hasenfus fue seguido con abundancia de información en los Estados Unidos no logró ni cuestionar ni alterar los planes de guerra ilegal de la Administración norteamericana. Un avión estadounidense destrozado, dos norteamericanos muertos, otro capturado, juzgado y sentenciado como delincuente y un cúmulo de datos comprometedores sobre la "guerra sucia", no fueron escándalo suficiente para hacer variar ni un ápice la dinámica de guerra para la que Reagan consiguió un frágil consenso y una forzada "legalidad" en el Congreso con la aprobación, en agosto, de los $100 millones.

Preparando un amplio plan para la escalada de la guerra con el incremento sustancial del armamento de la contrarrevolución, con la puesta a punto de toda la infraestructura militar del área y con el aislamiento diplomático de Nicaragua, el gobierno norteamericano rompió el compás de espera que siguió a la aprobación de los $100 millones y empezó ya a dar pasos hacia "la solución final".

Un paso clave en esa dirección fueron los viajes que por América Latina emprendieron este mes Philip Habib, embajador especial para Centroamérica, y Elliot Abrams, adjunto para Asuntos Interamericanos y cabeza política e ideológico del proyecto iniciado con la aprobación de los $100 millones.

En los primeros días de noviembre, Abrams visitó a los gobiernos de Brasil y de Uruguay -dos países del Grupo de Apoyo-, y se reunió también con las representaciones diplomáticas norteamericanas de Brasil, Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay. En Brasil hizo públicas las intenciones del gobierno de Estados Unidos: "derrocar al gobierno sandinista" e instaurar en Nicaragua un gobierno "como el de Costa Rica".

El 17 de noviembre, Philip Habib inició visitas a Honduras, Costa Rica, Guatemala, El Salvador, Colombia y México -estos dos últimos, países de Contadora-.

En estas giras, los dos funcionarios llevaron por toda América Latina, un mensaje que podría resumirse así: para la Administración norteamericana la sobrevivencia de la revolución sandinista es inaceptable y está decidida a acabar con ella por los medios que sea. A nadie le conviene oponerse. Era un mensaje informativo, no consultivo. Se informaba sobre el jaque mate y se dejaba en claro que ningún peón ni ningún alfil podría modificar la intención de llegar a esta jugada. Había amenaza en la comunicación: Ninguna gestión de paz merecía ya ningún esfuerzo. Se requería, pues, de resignación, no de aprobación. Y menos aún, de resistencia. Más allá de las amenazas, la crisis de la deuda externa abonaba el terreno para la resignación.

Estos viajes y este mensaje explican en gran media las múltiples declaraciones de gobernantes, medios de prensa, grupos políticos y organismos solidarios de toda América Latina que a lo largo de este mes cargaron de más alarma que nunca su palabra para advertir sobre la tragedia que supondría una guerra generalizada en Centroamérica y una intervención de Estados Unidos en Nicaragua.

En este marco de alarma justificada debe inscribirse la "dura condena" hecha por la Unión Soviética a la política norteamericana en Centroamérica. En declaración oficial del 16 de noviembre el gobierno de la URSS instaba a Estados Unidos "a la discreción, al realismo y a la responsabilidad", a la vez que declaraba "con toda responsabilidad, que la URSS no creó y no crea en Nicaragua ninguna clase de bases militares".

Efectos inmediatos del "mensaje fatal"

El mensaje "fatal" de Estados Unidos tuvo inmediatos efectos en los gobiernos de Centroamérica. Nunca fueron más antisandinistas y anti-nicaragüenses los discursos del Presidente Arias de Costa Rica. Y hasta el Presidente Guatemalteco, Vinicio Cerezo, hizo alusiones críticas al gobierno de Nicaragua. En su discurso a los empresarios de su país dijo que el proceso nicaragüense no era "ni democrático ni pluralista", responsabilizando al gobierno de Nicaragua de estar creando las condiciones para un enfrentamiento que va a destruir al país. Este discurso fue pronunciado tan sólo unas horas después de que Habib abandonara Guatemala .

Los ocho países de Contadora y del Grupo de Apoyo, que habían salido de un largo silencio haciendo público, el 1o. de noviembre, en el solemne marco de la Asamblea General de la ONU, un documento que llevaba por título "La paz es posible en Centroamérica", recibieron, una vez más, una bofetada de los Estados Unidos, que lanzaba su contra-mensaje en las visitas de Abrams y de Habib: con una Nicaragua sandinista sólo es posible para Estados Unidos la guerra.

Los países latinoamericanos no se dieron por vencidos y a partir de ese momento buscaron en la ONU y en la OEA nuevos espacios vitales para continuar activos en su dificilísima misión por la legalidad y la paz, a la vez que, tan fuertemente presionados por los Estados Unidos, no dejaron de presionar a Nicaragua para que hiciera algunas concesiones a Estados Unidos, según la permanente dinámica de Contadora.

Los preparativos: el escenario está listoM

La ilegalidad de las posiciones norteamericanas, que desprecian sin ningún pudor el fallo de la Corte Internacional y la voluntad negociadora de América Latina, no es sólo una amenaza retórica. Es una ilegalidad traducida diariamente en preparativos para una guerra que logre destruir la revolución sandinista.

La máquina de guerra continuó aceitándose. El acelerado entrenamiento de los contrarrevolucionarios por asesores de la CIA se inició en distintos lugares de Estados Unidos (Florida, Georgia, Texas). Según informaciones de la contrarrevolución, los primeros entrenados en Estados Unidos son 100 "oficiales" seleccionados de la FDN. También los voceros de la contrarrevolución informaron que han recibido ya en nuevos armamentos 60 de los $100 millones aprobados. (Los restantes $40 millones se entregarán en febrero/87). El hecho de que los contrarrevolucionarios tengan que ser entrenados en territorio norteamericano -en Estados Unidos o en sus bases militares en otros países- es un índice claro de la contradicción que esta guerra ilegal causa en América Latina. En este mes, tanto el gobierno de Belice como el de Puerto Rico quisieron distanciarse del asunto, declarando el Gobernador puertorriqueño, Hernández Colón, que este entrenamiento crearía en la isla "más controversias que en otras zonas".

Para tener listo todo el escenario para la escalada militar, Estados Unidos puso a funcionar este mes todas sus bases militares en Centroamérica, especialmente las construidas estos años en Honduras. También creó y puso en marcha un nuevo puesto de mando naval en el Comando Sur de Panamá, para control de todo el tráfico bélico, naval y aéreo, en la zona.

Por otra parte, desde el 13 de noviembre, barcos de guerra norteamericanos -fragatas, destructores dotados de misiles y portaaviones, naves todas habilitadas también con equipo para el espionaje electrónico y la intercepción de las comunicaciones de Nicaragua- comenzaron a acercarse a las costas del Atlántico nicaragüense, estando el día 19 a menos de 100 kms. de las ciudades atlánticas de Puerto Cabezas y Bluefields. Frente a los mares costarricenses también fueron detectados naves de guerra estadounidenses.

Esta situación no es nueva. Desde 1981 se repite. Desde enero de este año, por ejemplo, han permanecido fijos en distintos puntos de la costa del Pacífico de Nicaragua barcos espías y fragatas de guerra en número variable. La "política de las cañoneras" no es un recurso obsoleto del siglo pasado. Estados Unidos lo sigue empleando. En el actual contexto de la escalada bélica, las cañoneras colocadas en el Atlántico parecen estar en relación con una estrategia de aislamiento o de bloqueo naval; con el apoyo militar desde el mar a los contrarrevolucionarios que intentarían tomarse una zona de territorio del litoral atlántico para instalar allí un "gobierno provisional" o con el ataque a objetivos estratégicos del país, que podrían alcanzarse disparando desde los barcos, pues los misiles que llevan tienen un alcance de 150 kms.

Honduras: el peón militar

Estados Unidos creó este mes un Comando integrado por jefes de la FDN y jefes del ejército hondureño para dirigir las acciones contrarrevolucionarias y anunció que entregaría a la Fuerza Aérea de Honduras, como donación, cazas supersónicos de combate para potenciar la capacidad de los 12 aviones Super Myster con que ya cuenta este país. El anuncio se hizo después de que el Congreso entrara en receso, para evitar así la legalidad de una discusión con el Legislativo. Está aún por determinar qué tipo de cazas serían: si los Kfir, de fabricación israelí, o los F-5 norteamericanos (El más moderno, el modelo F5-E, el que está solicitando Honduras, cuesta entre 8 y 10 millones de dólares).

La entrega de estos aviones, que no tiene ningún otro país centroamericano, desequilibra militarmente la región, entrando así la decisión en abierta contradicción con la solución propuesta por Contadora este año, basada fundamentalmente en una moratoria regional de armamentos, especialmente los de carácter ofensivo, como son claramente estos cazas.

Se dieron también este mes en Honduras desacostumbrados movimientos de tropas -hondureñas y norteamericanas- en la frontera oriental de Honduras y hubo combates de importancia en el borde fronterizo centro-occidental, cuando un buen número de contrarrevolucionarios intentó penetrar en territorio nicaragüense. Según informaciones del gobierno de Nicaragua, en 5 días de combate (24-29 de octubre) para detener esta penetración, los contrarrevolucionarios sufrieron 200 bajas (80 muertos y 120 heridos) y el ejército sandinista, 37 bajas (21 muertos y 16 heridos) .

Después de estos combates -los más fuertes de 19860 continuaron los choques fronterizos entre el ejército nicaragüense y los contrarrevolucionarios. La alta tensión en la frontera comenzó a agravarse aún más el 30 de noviembre -después del Contragate y, evidentemente, en relación a esta crisis interna en Estados Unidos- con el desplazamiento de efectivos norteamericanos, con artillería pesada y helicópteros de combate a tan sólo 15 kms. de la frontera nicaragüense, en la retaguardia de nuevos combates entre la FDN y el ejército sandinista. Aproximándose así a la frontera, Estados Unidos violó la condición impuesta por el Congreso al aprobar los $100 millones, según la cual los norteamericanos no debían acercarse a menos de 30 kms de esa frontera.

Llama la atención que ha sido Washington quien se ha encargado de denunciar, con insistencia y alarma, que el ejército de Nicaragua habría penetrado en Honduras en sus enfrentamientos con la FDN, mientras que durante varios días el gobierno hondureño guardaba silencio y los oficiales hondureños lo negaban, hasta que no les quedó más remedio que referirse a ello. Esta curiosa situación se produce porque para el gobierno y el ejército de Honduras no es deseable la guerra con Nicaragua a la vez que es cada vez más insostenible la presencia de los contrarrevolucionarios en su territorio. Los contrarrevolucionarios, aliados a los oficiales hondureños de las zonas que ocupan en el suroeste del país, han llegado a ser ya también una fuerza económica -por el mucho dinero que manejan-, creándose rivalidades con oficiales de más alto rango de Tegucigalpa y con los empresarios cafetaleros de la zona.

Por esta y otras razones distorsionadoras de la realidad hondureña, la prolongada presencia de contrarrevolucionarios en el país ha provocado la que es hoy el mayor de los consensos de Honduras: todos -empresarios privados, campesinos, organizaciones religiosas, gobernantes, opositores- todos están "contra la contra".

Es por esto que, en algunos momentos, el gobierno y el ejército hondureño tratan de hacerse la vista gorda sobre los choques que se dan entre el ejército nicaragüense y los contrarrevolucionarios en el borde fronterizo. En otros momento, la presión norteamericana se hace más fuerte y estas posiciones evasivas no tienen cabida. En cualquier caso, la "contra-contra" hondureña es también uno de los límites que plantea al gobierno norteamericano la fabricación de un incidente fronterizo que involucre a Honduras en una guerra con Nicaragua. Hay que destacar que, al referirse a las tensiones fronterizas de comienzos de este mes, el Ministro de Defensa de Nicaragua señaló que no se habían producido choques entre ambos países gracias a la disciplina del ejército de Nicaragua y también a la actitud de las unidades del ejército hondureño en esas zonas conflictivas.

Costa Rica: el peón político

En Costa Rica también ha habido preparativos. A la presencia de barcos de guerra norteamericanos en aguas ticas, hay que añadir la operación limpieza llevada a cabo en la frontera norte del país, preparando una especie de retaguardia logística para el momento en que empiece la guerra, también con la eventualidad de un incidente en esta frontera. Bien significativas fueron en este sentido las declaraciones del ex-Ministro de Seguridad de Costa Rica y hoy embajador en México, Angel Edmundo Solano, quien se refirió a las presiones de que fue objeto por el ex-embajador norteamericano en San José, Curtin Windsor, que en 1984 le propuso simular el ataque de "un ejército extraño" a raíz del cual, Estados Unidos, acogiéndose al TIAR, intervendría en Nicaragua. Si estas presiones se llevaron a cabo hace un año, en una situación en que la neutralidad de Costa Rica tenía más base, no es aventurado pensar que el gobierno norteamericano continue preparando esas situaciones.

Costa Rica es cada vez menos neutral en el conflicto Estados Unidos-Nicaragua. Como parte de la "ofensiva final" y como un signo más del jaque mate que el gobierno de Estados Unidos prepara, se celebró este mes el complemento político de los preparativos militares: los contrarrevolucionarios de la FDN, los de BOS (Bloque Opositor Sureño) y los de MISURASATA se reunieron en San José para estructurar un futuro "gobierno provisional", un "estatuto de derechos" y una "carta magna", para así relanzar internacionalmente su deteriorada imagen, publicitando las "leyes" con las que piensan gobernar Nicaragua cuando derroquen al gobierno sandinista.

La reunión suponía no sólo un gran esfuerzo en la búsqueda de la difícil unidad contrarrevolucionaria sino un importante lanzamiento propagandístico de la UNO como alternativa de gobierno "legalizada" protestando por esta reunión ilegal, que viola las leyes de neutralidad ticas y que avala una guerra declarada ilegal por la Corte Internacional de Justicia. Al día siguiente, el Contragate estallaba dentro de la reunión, salpicando de ilegalidad a todos los participantes, especialmente a Adolfo Calero, señalado como receptor de los millones transferidos desde Irán. Los planes publicitarios se vinieron abajo, haciéndose prácticamente inviable el relanzamiento de la UNO como "alternativa legal" en el conflicto.

Entrenamiento y equipamiento acelerado de las fuerzas contrarrevolucionarias, aceleramiento también en las condiciones para incidentes fronterizos, tanto en Honduras como en Costa Rica, viajes por todo el continente en busca del aislamiento diplomático de Nicaragua y de la resignación latinoamericana frente a la escalada militar, las cañoneras en aguas centroamericanas y el relanzamiento de la imagen política de la contrarrevolución: todos estos eran los pasos, dados simultáneamente por la Administración. Presagiaban un notable incremento de la guerra y momentos difíciles en Nicaragua y en la región. Fue entonces, cuando ya el mensaje estaba anunciado y el escenario listo, cuando estalló el Contragate. La lógica de los acontecimientos se quebró.

Estados Unidos necesita de la ilegalidad de Centroamérica

La reunión contrarrevolucionaria de San José es solo un ejemplo en el que pone de manifiesto que para llevar adelante su escalada militar el gobierno de Estados Unidos necesita de la continua colaboración de los gobiernos centroamericanos, especialmente de los gobiernos vecinos de Honduras y Costa Rica. Esto ha sido así desde el comienzo de la guerra de agresión pero en la medida en la que ésta entra en escalada, se pone más de manifiesto esta complicidad.

La guerra contrarrevolucionaria, la presión militar sobre Nicaragua y la eventualidad de la intervención directa, precedida de incidentes fronterizos, bombardeos quirúrgicos o cualquier otra modalidad de ataque, se verían seriamente limitadas si no existiera el apoyo de estos gobiernos, que ponen sus territorios y su política (votaciones en foros internacionales, declaraciones, boicot a Contadora, etc) al servicio del plan norteamericano.

Aunque la complicidad de Honduras ha sido más sostenida y burda que la de Costa Rica -que declaró en 1983 "neutralidad activa y perpetua"- el hecho es que la crisis económica costarricense y otros factores de su política interna han acercado cada vez más las posiciones costarricenses a las hondureñas, y han llevado a los dos países a jugar el papel de peones en manos norteamericanas para facilitar al gobierno de Reagan su jaque mate. Aunque sean distintas las posiciones de ambas fichas en el tablero internacional y aunque al peón hondureño se le asigne el rol militar y al peón costarricense, el rol político, la función de los dos países es complementaria en la búsqueda de los mismos objetivos.

Después del fallo de La Haya, que ilegalizó definitivamente ante el mundo la política de guerra norteamericana, Nicaragua decidió recurrir también a La Haya para que juzgara sobre la complicidad que en esa política ilegal tenían Honduras y Costa Rica. El gobierno nicaragüense, antes de tomar esta decisión, hizo públicos e insistentes esfuerzos por resolver bilateralmente con Honduras y Costa Rica los problemas fronterizos. con Honduras o ha habido nunca receptividad. Con Costa Rica sí, e incluso se lograron ciertos acuerdos con la mediación de Francia y se diseñaron planes para la desmilitarización de la frontera común, pero las presiones de Estados Unidos han podido más y todos los intentos han abortado. Es por eso que Nicaragua ha recurrido a La Haya, para denunciar esta "ilegalidad complementaria" y para forzar con esta denuncia a los dos países de volver al terreno de la legalidad, del diálogo y de las soluciones negociadas.

Para Honduras y Costa Rica -especialmente para este último país- la decisión de Nicaragua representa un duro golpe a su imagen internacional. Como revancha y sirviendo a los permanentes objetivos norteamericanos de bloquear a Contadora, tanto Honduras como Costa Rica han declarado que no volverán más a la mesa de negociadores de Contadora hasta que Nicaragua no retire su demanda. Y ya han puesto en practica esta decisión: cuando este mes, en Guatemala y con ocasión de la Asamblea General de la OEA, los 8 cancilleres de Contadora y Apoyo convocaron a los 5 cancilleres centroamericanos, sólo acudieron a la reunión Nicaragua y Guatemala, costa Rica, Honduras y El Salvador -este por "solidaridad" con los demandados- no asistieron, declarando el Canciller hondureño que el proceso de Contadora estaba "completamente destruido".

Persiste el boicot a Contadora

La línea de boicot a Contadora que permanentemente ha implementado el Bloque de Tegucigalpa -Honduras, Costa Rica y El Salvador- se basa actualmente en argumentar que la demanda nicaragüense bloquea el proceso de Contadora. Hay que resaltar, en este sentido, que Contadora no ha expresado ninguna crítica a la decisión nicaragüense. No podría expresarla tampoco. Sería contradictorio que un proceso por el diálogo, la paz y la solución negociada -como es Contadora- rechazara un recurso a un medio legal y pacífico como es el arbitraje de La Haya. Más bien, Contadora encuentra en la Corte -como ya sucedió en el caso de la demanda contra Estados Unidos- más espacio y nuevo oxígeno para continuar su difícil gestión negociadora.

Por otra parte, Nicaragua confía en que los dos largos años que son el plazo legal para que los países presenten sus memorias y contra-memorias sirvan también de plazo político suficiente para que Honduras y Costa Rica rectifiquen y se distancien de la ilegal política norteamericana. De momento, el propósito de Nicaragua es forzar a ambos países a iniciar un dialogo, aunque ambos están usando la demanda como un pretexto, precisamente para o dialogar, dejando con esto mayor vía libre a la solución militar de Estados Unidos. Analizando objetivamente las tensiones, susceptibilidades e indignaciones suscitadas por la demanda nicaragüense, resultan al menos sospechosas pues el cuestionamiento o el rechazo a este recurso jurídico es casi equivalente a un rechazo de la ley internacional y de los caminos para una solución pacífica.

La dinámica de Nicaragua: dinámica de legalidad

Desde que se produjo el fallo de La Haya y Estados Unidos lo desconoció, quedando así al margen de la ley internacional, Nicaragua ha insistido en buscar en la legalidad interna e internacional el fortalecimiento de la revolución agredida.

Con el respaldo del mundo

En el nivel internacional, Nicaragua -además de la demanda legal contra Honduras y Costa Rica en la corte Internacional de Justicia ha buscado más espacios en los foros de la ONU y la OEA, espacios que también han querido abrir Contadora en su gestión en favor de la solución negociada. Son varias las victorias diplomáticas que en el marco de la legalidad internacional alcanzó Nicaragua en la ONU durante la celebración de la 41 Asamblea General del organismo internacional:

-El 3 de noviembre se aprobó una resolución en la que se "urge" a Estados Unidos a acatar el fallo de La Haya. (Votación: 94 países a favor; 47 se abstuvieron, entre ellos Honduras, Guatemala y Costa Rica y 3 en contra: Estados Unidos, Israel y El Salvador).

-El 5 de noviembre se aprobó una resolución condenando el reclutamiento, financiamiento, entrenamiento, tránsito y empleo de mercenarios para desestabilizar a los gobiernos de Centroamérica y de Africa Meridional. Costa Rica, El Salvador y Honduras intentaron introducir enmiendas favorables a las posiciones norteamericanas, pero fracasaron, (Votación: 106 países a favor, 6 abstenciones y 10 en contra).

-El 18 de noviembre y como conclusión de un largo y polémico debate sobre Centroamérica -punto de agenda en la 41 Asamblea General- se aprobó por consenso una resolución que apoya las gestiones de Contadora y el Grupo de Apoyo.

-El 21 de noviembre se introdujo una resolución en la que se deplorar el embargo económico contra Nicaragua y se insta a Estados Unidos a revocarlo "inmediatamente", ya que dos de los 15 dictámenes de La Haya así lo indican. Esta resolución, y similar a la que se había aprobado ya en 1985, incorpora en su preámbulo una reafirmación de la soberanía de los países centroamericanos y de su derecho a elegir sus sistemas políticos, económicos y sociales sin injerencias externas. (Esta resolución se votó definitivamente el 5 e diciembre. Votación: 83 a favor, 44 en contra y 2 abstenciones (Estados Unidos e Israel).

Por otra parte, este mes se produjo una novedosa conjunción de esfuerzos entre la ONU y la OEA, también en apoyo a la gestión de Contadora.

Del 10 al 16 de noviembre se celebró en ciudad de Guatemala la 16 Asamblea General de la OEA, siendo los tres temas de agenda la situación creada por Gran Bretaña con su decisión unilateral de extender su área de pesca en las islas Malvinas, la gestión pacificadora de Contadora y el problema del narcotráfico. Costa Rica, El Salvador y Honduras intentaron introducir un proyecto de resolución en el que se instaba a Nicaragua a retirar las demandas en La Haya, pero no tuvo eco. Más bien se aprobó una resolución apoyando la gestión de Contadora e instando a los 8 países involucrados a continuarla.

La ilegalidad del comportamiento de Estados Unidos -miembro de la OEA- fue puesta de manifiesto en varias intervenciones. Luis González Posada, embajador peruano, la señaló claramente: "¿Cómo entender que un estado miembro de la OEA apruebe "legalmente" financiar, entrenar y armar un ejército irregular para que ataque a otro Estado miembro de esta misma organización?"

Al término de la Asamblea, la OEA, en conjunto con la ONU, inyectó nuevas posibilidades a la gestión de Contadora, con una iniciativa conjunta que los secretarios de ambos organismos llamaron un "menú" para que los países involucrados en Contadora puedan elegir. Entre los "platos" de ese "menú", la OEA y la ONU ofrecen:

-observadores para la vigilancia de las zonas fronterizas.

-lugares de reubicación para las fuerzas irregulares.

-desmantelamiento de bases e instalaciones militares.

-protección a refugiados y ayuda para su eventual repatriación.

-mecanismos de observación y verificación de los acuerdos sobre armamentos, maniobras y asesores.

-mecanismos de observación y supervisión de procesos electorales.

-investigación sobre denuncias respecto a violación de los derechos humanos o a las de otras materias.

-mecanismos de coordinación para la ayuda económica a los países centroamericanos y para la reestructuración de la integración regional.

Con el Respaldo de Pueblo Nicaraguense

Tres acontecimientos ocurridos este mes en Nicaragua muestran que también en lo interno la dinámica de la revolución se orienta más y más hacia la legalidad y el diálogo, la distensión y el consenso. Se celebró el Congreso Eucarístico, se aprobó la nueva Constitución y se llevó a acabo un gran desfile militar en Managua.

El congreso Eucarístico

Del 16 al 23 de noviembre se celebró en Nicaragua el Congreso Eucarístico Nacional, convocado por la Conferencia Episcopal de Nicaragua en abril de 1986. A esta celebración religiosa, que tuvo como lema "Unidad y Reconciliación", la jerarquía de Managua invitó a obispos de varios países del mundo. El Papa Juan Pablo II envió, como delegado, al Cardenal Opilio Rossi, que presidió varios actos masivos -los de Granada (12 mil asistentes) y Matagalpa (7 mil)- y la misma campal que cerró el Congreso el domingo 23.

Esta misa, celebrada en el Colegio Don Bosco de Managua, fue seguida por unos 35 mil fieles. Participaron en ella unos 160 sacerdotes de todo el país y de todas las tendencias eclesiales, los obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua y 13 obispos más de América Latina y Estados Unidos, entre los que los más significativos fueron: por los Estados Unidos, el Cardenal Bernard Law (Boston); por Centroamérica, el Arzobispo de Panamá, Marcos Mc Grath; y por América Latina, el Presidente y Secretario del CELAM, Antonio Quarracino y Darío Castrillón. La invitada más popular de todos fue, en cualquier caso, la Madre Teresa de Calcuta, Premio Nóbel de la Paz. Durante la semana del Congreso visitó también Nicaragua Mons. James Hickey, Arzobispo de Washington.

El gobierno de Nicaragua ofreció a los obispos apoyo para el Congreso: facilidades para las movilizaciones masivas, tanto en los Departamentos como en la capital, y alojamiento, transporte y protocolo para los invitados internacionales. El Comité Organizador del Congreso -jerarquía de Managua y algunos laicos vinculados al sector de la empresa privada- hicieron público que había declinado todos estos ofrecimientos, a excepción de los privilegios de protocolo, aunque reconocieron el clima de distensión en las relaciones Iglesia-Estado en el marco del cual se estaba celebrando el Congreso.

Los medios de comunicación del país -prensa, radio y TV- informaron diariamente de las actividades del Congreso y el Presidente Daniel Ortega tuvo entrevistas con la mayoría de los obispos extranjeros que llegaron a Nicaragua para participar en los actos religiosos y también con la Madre Teresa, que al término de su plática con el Presidente, comunicó jubilosa -primero a los periodistas y después a un numeroso grupo de religiosos de Managua, con los que se reunió- que el Presidente le había autorizado para que sus religiosas, Misioneras de la Caridad, vinieran a trabajar a Nicaragua. "Y que vengan no cuatro, sino 400, a trabajar con los más pobres, me dijo el Presidente", contó.

El Congreso, que era esperado como una especie de test para medir la realidad y la viabilidad del nuevo clima abierto con el diálogo entre el gobierno y la jerarquía y la gestión del nuevo Nuncio, demostró que este clima es un hecho y que se avanza hacia la distensión, en beneficio del pueblo de Nicaragua. El mensaje del Papa desplazó el tema de la "reconciliación" -muy connotado politicamente como sinónimo de "diálogo con la contrarrevolución" desde que los obispos nicaragüenses propusieran esta "solución" en abril de 1984- a otro plano. Insistió Juan Pablo II en los contenidos específicamente teológicos de la reconciliación y en la necesidad de la reconciliación intraeclesial. No hubo en el mensaje del Papa referencias críticas explícitas o implícitas a la "Iglesia Popular" -como otras veces la ha llamado él mismo-, ni tampoco ninguna alusión a la "persecución a la Iglesia", a la que también se ha referido en anteriores mensajes.

Gestos de distensión por ambas partes manifestaron ante el pueblo de Nicaragua que la legalidad revolucionaria no está en contradicción con la dinámica religiosa y que la Iglesia institucional tiene sus espacios garantizados en la nueva Nicaragua. También hubo en el Congreso signos de distensión intraesclesial, como fueron la participación de más de 40 sacerdotes que apoyan a la revolución en la misa de clausura y el seguimiento que se dio en todas las comunidades de base del país al tema eucarístico, centro de las celebraciones. Por su parte, el público que asistió a los dirigentes actos del congreso ratificó mayoritariamente con sus actitudes durante las ceremonias que participaba en actos religiosos y de devoción a la Eucaristía, lejos de la connotación política que algunos, minoritariamente, pudieran haber querido darles.

Después de una celebración como ésta resultará más simplista que nunca el esgrimir el argumento de una "Iglesia perseguida" o el de la "falta de libertad religiosa" para justificar la guerra contra Nicaragua.

Aprobada la nueva Constitución

El 20 de noviembre concluyeron en la Asamblea Nacional los debates sobre el texto de la nueva Constitución Política de la República de Nicaragua, aprobándose sus 202 artículos. La nueva Ley Fundamental será promulgada el 10 de enero de 1987, al cumplirse los dos años de iniciadas las tareas de la Asamblea Legislativa.

La realidad es que, a pesar de lo difícil que se contemplaba al iniciarse los debates, el logro del consenso necesario para tantos artículos polémicos, este consenso se fue consiguiendo poco a poco y cada vez más sólidamente a lo largo de los 49 días que duró el debate, calculándose que todos los artículos de la Constitución cuentan con el consenso de un 78% de los legisladores.

Los partidos de oposición al FSLN no abdicaron de sus posiciones ni el FSLN los forzó con presiones políticas. Más bien, una observación asidua de los debates mostró que éstos se fueron convirtiendo en una especie de Gran Cabildo, donde las 7 fuerzas políticas del país supieron debatir con franqueza sus diferencias ideológicas y, al calor de todo lo que una Constitución sugiere, quisieron también, más allá del debate jurídico, dialogar a calzón quitado sobre sus puntos de vista sobre cualquier otro tema de la vida nacional, al margen de que después esto tuviera traducción en la juridicidad constitucional. "Era tentador para todos hablar de sus propias utopías", dijo a envío Roberto Everstz, asesor legal de la Asamblea Nacional, tratando de explicarnos y de explicarse también él mismo el rumbo que tomaron los debates.

Como él, los dirigentes de todos los partidos reconocen el clima de diálogo franco, de distensión y de sana confrontación que se dio en la Asamblea y del que ha nacido un texto que algunos pueden considerar eléctrico, pero que en Nicaragua suena mas realista. Un texto frente al que el PLI se felicita por la Constitución más liberal de la historia de Nicaragua y en el que socialistas, conservadores y socialcristianos reconocen gran parte de sus propios ideales políticos. La única oposición beligerante al texto en su conjunto y a la mayoría de sus artículos la mantuvo el Movimiento Marxista-Leninista (2 parlamentarios).

Los mayores obstáculos se tuvieron que sortear a la hora e discutir la parte dogmática o de principios. El obstáculo se salvó evitando muchas definiciones. El momento de mayor crisis en la búsqueda del consenso se dio a la hora de dejar plasmado el nombre de las Fuerzas Armadas. Sin embargo, lo polémico del nombre "ejército popular sandinista" -como quedó- se compenso añadiendo que las Fuerzas Armadas son "de carácter nacional", solución que satisfizo a la oposición.

En la parte orgánica, el momento más crítico se dio frente al tema de la reelección o no-reelección. Durante dos días la oposición abandonó los debates, expresando de esta manera la importancia que daba a que se estableciera la no reelección como garantía de democracia, posición que tiene su explicación tanto en la experiencia histórica de las continuas reelecciones de los Somoza como en la interpretación de esas reelecciones como causa básica del sistema dictatorial. Por fin, no se estableció la no-reelección, pero la oposición volvió a los debates. Venció el espíritu de compromiso, al comprobar que era imposible -ante un punto tan diversamente resuelto en otras muchas constituciones- hacer de él una condición indispensable de la democracia.

La observación diaria de los debates permite afirmar también que nunca los 6 partidos opositores llevaron propuestas ni líneas comunes, y que a veces las bancadas de cada partido tampoco llevaban propuestas comunes -este fenómeno se dio también en la misma bancada sandinista-. Pero esto, más que expresar división expresaba la total espontaneidad y la falta de "amarres" previos que hubo en los debates. El parlamentario que jugó más el papel de "voz de la oposición" fue el conservador Rafael Córdova Rivas, muy hábil orador. Los que esperaban que el liberal Virgilio Godoy asumía ese rol lo vieron asistir a la mayoría de los debates sin que jamás hiciera uso de la palabra.

Los debates fueron larguísimos -12, 14 horas diarias- y a ellos asistieron, como promedio, 80-82 e los 96 parlamentarios de la Asamblea Nacional. "El debate apasionado, ingenioso, amistoso, logró enamorar a la oposición y hacerla participar hasta el final y al FSLN le hizo flexibilizar muchas de sus posiciones. El debate ha hecho que todos consideren la Constitución como algo suyo. Este clima explica el desarrollo de la aventura política que vivimos estos días", dijo Everstz.

Después de elaborar, discutir y aprobar la Ley fundamental de Nicaragua, paso trascendental en el proceso de institucionalización de la revolución, se anunció la revisión de unos 21 códigos y Leyes que han quedado obsoletos con el texto constitucional. Entre ellos, el Código Civil, el Código del Trabajo, el Código de Instrucción Judicial, etc. Se anunció también la celebración de elecciones municipales en 1987. Sobre esta próxima consulta popular los partidos de oposición tiene acumuladas grandes expectativas. Servirán, sin duda, para legalizar aun más la realidad de la nueva Nicaragua.

Un solemne desfile militar

La legalidad y la distensión, caminos por los que la revolución sandinista busca transitar, tanto en el terreno internacional como en el nacional, es una legalidad armada. Estados Unidos no ha dejado otra posibilidad, al imponer a un país tan pequeño una guerra tan cruel, tan prolongada y tan ilegal, atentando contra el derecho de autodeterminación que es patrimonio de todos los países, pequeños o grandes.

El 8 de noviembre se celebraron solemnemente en Nicaragua los 25 años de fundación del FSLN y los 10 de la caída en combate del Comandante Carlos Fonseca, fundador del FSLN. La celebración que reunió en Managua a delegaciones de 130 partidos de los 5 continentes, tuvo dos momentos. Uno, más extendido en el tiempo y en la geografía de Nicaragua, que consistió en actos de "rendición de cuentas", en los que los militantes del FSLN en fábricas, oficinas, ministerios, cooperativas y otros centros de trabajo realizaron asambleas para evaluar el cumplimiento de las metas productivas, la vivencia de las actitudes revolucionarias, los métodos de trabajo, etc. Este aspecto de la celebración muy autocrítico, constituyó para muchos observadores de la realidad nacional la dimensión más importante de la celebración.

El otro momento, más puntual y masivo, fue una concentración en Managua, en la que la Dirección Nacional del FSLN, por boca del Presidente Daniel Ortega, rindió cuentas ante el pueblo sobre los 15 puntos del Programa Histórico del FSLN, diseñado por Carlos Fonseca en 1969. El momento fundamental del acto, en el que participaron con un mensaje tres de los cuatro veteranos de guerra norteamericanos que ayunaron en las escalinatas del Capitolio, fue un gran desfile militar.

Durante más de 90 minutos desfilaron por la plaza unos 8 mil soldados, fundamentalmente representantes de las unidades de reserva de la capital y de las unidades milicianas urbanas y campesinas, habiendo también representaciones de los batallones de lucha irregular -que llevan el peso de la guerra- y de los cuerpos de infantería del ejército de Nicaragua. En el desfile se vieron decenas de tanques T-55 de fabricación soviética, BM-21 o "katiuskas", obuses, "flechas" anti-aéreas, modernos radares... También los helicópteros MI-8 y MI-24, que juegan un papel decisivo en la actual guerra. Fue una muestra del armamento defensivo con el que hoy cuenta Nicaragua.

Amigos y enemigos de la revolución coincidieron en calificar el desfile de "impresionante" por el grado de desarrollo, equipamiento, disciplina y organización demostrado por un ejército hecho de la nada en tan pocos años. Impresionante lo juzgó también el pueblo que siguió el acto por la televisión. "Hemos entendido el mensaje", dijo el portavoz del Departamento de Estado norteamericano a las pocas horas de concluir el desfile.

Los orígenes de este nuevo y poderoso ejército quisieron ponerse claramente de manifiesto al elegir para encabezar el desfile a unos 50 ancianos, veteranos del ejército del general Sandino, que marcharon por la plaza al son de "la Adelita' y a otros tantos ex-combatientes de la insurrección e 1978 y 1979, que llevaban en sus manos los viejos fusiles y las bombas de contacto con las que el pueblo combatió y derrocó a la dictadura somocista.

Presenciaron el desfile en la plaza más de 250 mil nicaragüenses, en su mayoría de Managua. El día 7, en la víspera de la concentración, miles de managuas se movilizaron también realizando vigilias en muchos barrios de la capital para recordar a "los héroes y mártires", a los caídos por la liberación de Nicaragua. Misas, cantos, reuniones, visitas a las casas de los familiares de los caídos, exposiciones de fotografías, actos culturales, fueron también parte de la celebración, en donde el FSLN quiso probar de diversas maneras la legalidad que el pueblo otorga al poder conquistado en 1979.

En el largo discurso hecho por el Presidente Ortega ante el cuarto de millón de managuas que resistieron a pie firme durante cuatro horas e ardiente sol, destaca la autocrítica con la que se señalaron los compromisos para el futuro: menos métodos artesanales en la organización, menos burocratismo, más humildad, mejor gestión gubernamental, más austeridad, lucha más decidida contra los vicios del pasado...

El discurso tuvo un marcado tono internacional. Más bien parecía una declaración de principios de política exterior. Entre otras cosas, Nicaragua expresó su apoyo a las propuestas de desarme nuclear hechas por la URSS, al fin del apartheid, pidió castigo para los responsables de la muerte de Samora Machel, expresó viva solidaridad con la Argentina en su reivindicación de la soberanía de las Malvinas, señaló la necesidad de un diálogo en El Salvador, del fin de la guerra Irán-Irak, de la reunificación de Corea, etc.

Con esta acto masivo, especialmente con el desfile militar, el gobierno de Nicaragua reafirmó ante el mundo y ante los gobiernos centroamericanos su disposición a defender un proceso revolucionario que debe ser considerado ya como irreversible en la región, por el consenso político interno e internacional que ha sabido conquistar y por el poderoso ejército que garantiza el nuevo poder.

Estalla el "Contragate": estalla la ilegalidad

Los densos acontecimientos de este mes tenían ya al rojo vivo la confrontación entre la dinámica de ilegalidad del gobierno Reagan -enfrentado a la Corte de La Haya, a la OEA, a Contadora, a la ONU, a toda América latina y prácticamente a toda la comunidad internacional- y la dinámica de legalidad de Nicaragua, recurriendo a todos los foros y legalizando sus mecanismos internos con el fin de hacer frente con la fuerza de la ley a la irracionalidad de la fuerza.

En esta ya alta tensión, estalló el Contragate. El descubrimiento de que funcionarios de alto rango en al Casa Blanca había vendido armas al gobierno iraní causó desde comienzos de noviembre un gran escándalo. Negociar con "terroristas" -el Irán de Jomeini es símbolo del peor terrorismo para Reagan y también para el pueblo de Estados Unidos- ponía en cuestión toda la "moralidad" y "legalidad" pregonadas por el ultraderechista equipo reaganiano. Cuando unos días después se descubrió que parte del dinero obtenido con esta venta fue desviado hacia los contrarrevolucionarios, el escándalo llegó al extremo. La "moralidad" internacional estaba violada. Y también lo estaban las leyes internas, que prohibían la ayuda oficial a la contrarrevolución desde 1984.

¿Qué va a pasar ahora, cómo va a influir el Contragate en el curso de la actual confrontación? Aunque al cerrar el balance de los acontecimientos del mes, el escándalo apenas comenzaba, hay ya clara una conclusión: el Contragate limita seriamente a Reagan para escalar la guerra, según los planes elaborados desde que consiguió el precio consenso bipartidista con la aprobación de los $100 millones. Este consenso tiene ya una irreversible fisura.

El proyecto de Reagan requiere de la resignación de América latina y el mundo ante el hecho de que no hay más camino que aceptar la guerra. Y esta guerra está basada en el hecho de que la contrarrevolución cuenta con un apoyo sostenido, político y económico, por parte de los Estados Unidos. Esto es lo que ha cambiado esencialmente. Lo menos que harán los demócratas opuestos a la política Reagan será -como ya lo han anunciado- cortar definitivamente el apoyo a los contrarrevolucionarios cuando se reabran las sesiones de un Congreso donde los republicanos han dejado de controlar las Comisiones y no tiene ya la mayoría. La imagen de la contrarrevolución, siempre débil, maquillada permanentemente por la Administración, lleva manchas muy difíciles de disimular. "Obviamente, este asunto lo ha trastornado todo", dijo un vocero de la FDN. Decir "todo" no es simple retórica. El proyecto de Reagan, tal como se venía diseñando, como estaba a punto de ser implementado, ha quedado dañado seriamente.

¿Qué va a pasar tras tan formidable estallido de ilegalidad?

En este formidable estallido de ilegalidad hay un mensaje muy serio para los sectores pragmáticos que en Estados Unidos buscan fórmulas de convivencia con la Nicaragua sandinista. El Contragate expresa a gritos el desgaste político que supone para la Administración mantener su proyecto militar contra nicaragua. En ese sentido, el Contragate podría estar acercando la hora de la vuelta a la legalidad, la hora de la negociación con una revolución que ha demostrado en siete años de vida las raíces de su irreversibilidad y que, en definitiva, sólo reclama que la dejen en paz. Esta es una alternativa.

Pero, ante la magnitud de este escándalo no puede descartarse la posibilidad de que la Administración, acorralada en sus propios errores, acosada por este descalabro en sus planes, trate de rehacer su desastre con otro desastre: con un ataque irracional a Nicaragua. El Presidente podría querer justificar el mal uso de fondos como un mal menor, necesario en función de frenar un mal mayor: la "agresividad sandinista". Tendría entonces que justificar esta agresividad "fabricándola". De fondo, un incidente fronterizo, un pretexto, el tiro suelto que de pie al ataque final, al ansiado jaque mate. Esta es otra alternativa. Y los dos próximos meses, antes de que el Congreso reabra sus sesiones, se prestarían a una acción de esta naturaleza.

Finalmente, la tercera alternativa: descartada la presión militar sostenida de la contrarrevolución descartada la solución negociada, mantener -también los demócratas- un paz hostil con presiones políticas, diplomáticas y económica, que limiten prolongadamente las posibilidades de desarrollo de Nicaragua.

En cualquiera de las tres alternativas, el Contragate no es un episodio más. Llegó en un momento decisivo a cambiar las piezas en el tablero. Y marcará decisivamente el curso de los acontecimientos en los próximos meses.

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