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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 62 | Agosto 1986

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Nicaragua

Un paso más: los cabildos abiertos

Nicaragua está empeñada en llevar adelante, con amplia participación popular directa, otro paso en la institucionalización política de su proceso revolucionario: la elaboración de una nueva Constitución.

Equipo Envío

No fueron pocos los que en el mundo interpretaron las elecciones realizadas en Nicaragua el 4 de noviembre de 1984 como algo arrancado a la fuerza al gobierno sandinista por la presión internacional, que urgía un "proceso de democratización". Ni la opinión de los observadores directos ni el estudio pormenorizado de lo que significó esa elección libre y pacífica del pueblo nicaragüense lograron hacer cambiar esa interpretación tan prejuiciada.

Menos habrá de creerse que Nicaragua está ahora empeñada en llevar adelante, con amplia participación popular directa, el siguiente paso de la institucionalización política de su proceso revolucionario: la elaboración de una nueva Constitución.

Hacia la aprobación de la nueva Constitución

Del 18 de mayo al 30 de junio Nicaragua vivió una nueva experiencia de participación popular en los que se llamaron Cabildos Abiertos. En el camino hacia la aprobación de la nueva Constitución estaba prevista una etapa de consulta popular masiva, en la que todos los sectores de la población expresaran su opinión sobre los contenidos del proyecto de Constitución elaborado por una Comisión Especial de 22 legisladores de los 7 partidos políticos presentes en la Asamblea Nacional.

La fórmula elegida para realizar esta consulta popular fue la del Cabildo Abierto, tradición política de los pueblos indígenas de Centroamérica, que después fue incorporada parcialmente por la Corona española al gobierno colonial.

El éxito cuantitativo y cualitativo de los Cabildos superó las expectativas del gobierno revolucionario y cuestionó los prejuicios que tenían sobre ella algunos partidos de oposición. Hoy están ya tabulados los aportes hechos directamente por todos los sectores el pueblo y los legisladores nicaragüenses se preparan para una nueva etapa en el camino hacia la Constitución: la discusión del proyecto en plenarios de la Asamblea. Para los representantes de los partidos políticos, la voz del pueblo, expresada abiertamente en los Cabildos Abiertos, es ya un punto de referencia, es una pregunta importante a tener en cuenta y es también una respuesta a los muchos interrogantes políticos que están contenidos en el proyecto de Constitución.

Tres obstáculos que se superaron

De entrada, tres circunstancias ayudan a valorar mejor lo que estos Cabildos significan como expresión de una democracia participativa y un pluralismo político realmente vigentes en Nicaragua:

Primero, el desgaste económico provocado por la guerra ha generado innegablemente un empobrecimiento y, por consiguiente, una fatiga y malestar social en el pueblo de Nicaragua. Políticamente podría haber pensado el FSLN, partido mayoritario en la Asamblea, que los Cabildos serían la ocasión para un repudio abierto de la economía vigente y para un acrecentamiento del malestar popular. Sin embargo, asumió el reto, con su eventual costo político, valorando más la participación popular directa, como una nueva afirmación del principio de democracia con el que quiere actuar la revolución.

Segundo, en un pueblo fundamentalmente religioso y acostumbrado por años -aun durante el somocismo- a discusiones entre liberales y conservadores, los Cabildos habrían de darse necesariamente como un debate ideológico, fácilmente manipulable desde el exterior, como un medio para agudizar la crisis de desgaste. Acusaciones como la falta de libertad de expresión y la de "persecución religiosa" podrían haber dado pie a un escepticismo paralizador entre los sectores convocados a Cabildo. Sin embargo, en aras del pluralismo político ideológico, la Asamblea hizo caso omiso de estos presagios y confió una vez más en quien es la base y el soporte de la revolución, el pueblo mismo.

Tercero, los Cabildos coincidían con importantes momentos de discusión en el Congreso de los Estados Unidos sobre la ayuda militar y económica a la contrarrevolución. Esto podría haber hecho pensar que en medio de una amenaza militar y terrorista tan descarada por parte de Estados Unidos, era superfluo el pensar en la Constitución, cuando lo que está en juego es la existencia misma de todo el pueblo. Sin embargo, en la decisión e no frenar ninguno de los quehaceres programados, está la afirmación de una esperanza que sigue espiando la hora del amanecer pleno y trabaja cada día, como si nada, para lograrlo.

Los Cabildos fueron, por todo esto, una apuesta por un futuro de libertad y democracia. Y el pueblo, más que la misma Asamblea, ganó la apuesta con su participación plena, diversificada y espontánea.

Un primer objetivo: desmitificar la Constitución

"El Proyecto está listo, ¡Que hable el pueblo! A partir de ahora, el pueblo tiene la palabra".

Con estas palabras terminó el Comandante Carlos Núñez, Presidente de la Asamblea Nacional y de la Comisión Especial Constitucional, la presentación que hizo el 21 de febrero de 1986 del trabajo realizado por los 22 miembros de dicha Comisión para la elaboración el proyecto de Constitución. Habían sido escuchadas las posiciones de los partidos representados o no en la Asamblea y las dirigencias de las distintas organizaciones del país, y se habían estudiado las Constituciones de 19 países: Argentina, Bulgaria, Colombia, Costa Rica, Cuba, España, Francia, Inglaterra, Suecia, URSS, Venezuela...

Para que el pueblo dijera su palabra, en ese mismo discurso de presentación del Proyecto, Carlos Núñez instó a los miembros de la Asamblea a asumir como tarea inmediata la de organizar los Cabildos Abiertos "medio a través del cual los distintos sectores del país podrán expresar directamente sus juicios sobre el primer Proyecto de Constitución".

No se trataba de un "referéndum" con que el pueblo aprobara cada uno de los 221 artículos del Proyecto ni el Proyecto en bloque. Los Cabildos habrían de ser un acto de participación directa, en el que el pueblo discutiera, rechazara, modificara, ratificara, complementara todo lo propuesto en el proyecto. Movilizándose para ello, la discusión intentaba ser ya, en sí mismo un ejercicio político con el que el pueblo "fortalecerá su educación política" y "una demostración más de la vocación de paz" que lo anima. Desde el comienzo, los Cabildos fueron concebidos "como asambleas populares" y habría de ser la misma Asamblea Nacional quien los rectoreara.

El Estatuto Fundamental que orienta y rige el trabajo de la Asamblea, al darle a ésta en 1985 el mandato de elaborar la Constitución en un plazo de dos años, no la condicionó ni a consulta ni a referéndum. La Asamblea es soberana al elegir la forma de cumplir este mandato. Pero después de escuchar a la dirigencia de las 16 organizaciones que expresaron sus posiciones para la elaboración del proyecto, los 7 partidos de la Asamblea estuvieron totalmente de acuerdo en conocer a Cabildos. Un primer objetivo unificó esta decisión: desmitificar la Constitución, sobre todo en América latina, en donde las Constituciones son tema sólo para los expertos en derecho y, por eso mismo, son vistas como algo revestido del carácter de lo sagrado, intangible para los sectores profanos y populares.

A medida que el anuncio y preparación de los Cabildos iba tomando forma, los partidos fueron asumiendo diversas posturas como un medio de presión política. Los Conservadores (PCN) discutieron sobre la representatividad que habrían de tener esas asambleas. En el fondo, parecían querer decir que "el pueblo no tiene capacidad". Divididos entre sí, acabaron por no participar en los Cabildos.

El Partido Popular Socialcristiano (PPSC) cuestionó la consulta, en el sentido de que los Cabildos y las opiniones que se expresaran en ellos no deberían condicionar las futuras discusiones en la Asamblea. El PPSC propuso, como fórmula complementaria de participación popular, un referéndum final en el que el pueblo aprobara o rechazara la Constitución. Los liberales (PLI) se retiraron desde el comienzo de la organización y realización de los Cabildos. Una fracción de los Conservadores alegó que el Estado de Emergencia les impedía participar, cosa que resultaba legalmente infundada y que la realidad práctica demostró un falso prejuicio. No era momento de pensar -decía esta fracción- en una Constitución, sino que era el momento de disolver la Asamblea Nacional y de convocar nuevas elecciones, coincidiendo en este planteamiento con el de la Administración Reagan. Los partidos Comunista y Marxista-Leninista aceptaron los Cabildos y se reservaron sus opiniones más de fondo a la participación en los mismos.

El 11 de marzo quedó oficialmente constituida la Comisión de Consulta nacional, encargada, bajo la presidencia de Juan Tijerino, de "elaborar, aprobar y ejecutar todos los planes, acuerdos y tareas relativas a la Consulta Nacional Constitucional".

Convocados todos los sectores del pueblo

Los diferentes medios de comunicación social, jugaron su papel en la educación política y en la convocatoria. El pueblo fue teniendo oportunidad de conocer el sentido y la importancia de un Constitución. A lo largo de 140 años de República (1838-1979) Nicaragua tuvo 12 constituciones diferentes, sin contar otras 4 que no llegaron a promulgarse. El periódico La Prensa tomó también por parte en este camino preparatorio. El artículo "La constitución como utopía", del venezolano Arturo Uslar Pietri, alertaba sobre el peligro de una nueva Constitución idealista, sin fundamento en la realidad social, como tantas veces sucedió en no pocos países de América Latina. A pesar de esta advertencia, apelaba sin embargo el artículo a una participación popular que hiciera llegar a los legisladores de la Asamblea la situación y las aspiraciones reales de los nicaragüenses.

En esta fase preparatoria, más de una vez surgió la experiencia de la que dejó testimonio Lope de Vega en aquellas dos líneas:
-"¿Quién mató al Señor Comendador?
-Fuente ovejuna, Señor".

Porque eso pretendía ser el Cabildo Abierto: "todos a una", más allá de aquel Cabildo formado por los miembros del tradicional Ayuntamiento colonial español con "los principales vecinos de la localidad", antecedente histórico de la fórmula intentada en Nicaragua. Aun sin experiencia de democracia, por los largos años de somocismo, el pueblo nicaragüense, con su participación en los Cabildos, podría reafirmar el brío y la creatividad mostrados en la hora de la insurrección, cuando dio un vuelco a la historia, en busca de derechos que fueran más allá de los postulados en la Revolución Francesa.

A mediados de marzo se anunció que el primer Cabildo Abierto se celebraría el 21 de ese mes. Sin aviso oficial, la fecha fue cancelada. se habló entonces del 14 de abril para el inicio de la consulta. Pasó también ese día sin que nada se realizara. Reconociendo esto como una falla, el Presiente de la Comisión de Consulta Nacional, Juan Tijerino, habría de dar la explicación de esa doble dilación:

"Por recomendaciones de varios partidos políticos que demandaban una mejor organización en la etapa previa; en atención a la solicitud de los partidos PSN, MAP-ML y PCdeN, que demandaban mayor flexibilidad en la proporcionalidad de las mesas directivas de los Cabildos; por las serias limitaciones de recursos que causaron retrasos en las publicaciones y en las tradiciones del proyecto para la lenguas de las etnias de la Costa Atlántica; y en el afán de lograr un máximo de nivel en la participación del pueblo, en el contexto de la situación de brutal agresión imperialista que sufre Nicaragua, nos vimos obligados a postergar en dos ocasiones el arranque de los Cabildos Abiertos".

En búsqueda de una mejor organización, se tuvieron durante algunas semanas de abril talleres de capacitación para los equipos técnicos que prestarían su apoyo a la Comisión. Para eso se pidió y se tuvo la colaboración de los estudiantes de Derecho.

Previendo los gastos obvios, de publicidad, transporte, etc. se contó no sólo con una parte del presupuesto calculado para todo el proceso constitucional, sino que se pidió y se obuto ayuda financiera y material (microbuses, máquinas de escribir, papel, bolígrafos, dictáfonos, cassettes, grabadoras, cámaras fotográficas...) de Finlandia, Hungría, Holanda, Polonia, República Federal Alemana, Noruega, Bulgaria, República Democrática Alemana, Yugoslavia, Suecia.

Aparte de la propaganda en TV, radio, murales, periódicos, los diferentes partidos acudieron a sus cuadros para impulsar la participación de sus bases. Los grupos cristianos contaron con el apoyo del semanario El Tayacán, que muy pedagógicamente difundió el sentido de los Cabildos, la forma de participar en ellos, las preguntas de fondo que habría que plantearse sobre cada artículo y aportes específicos que los cristianos querían hacer llegar a la Comisión.

Se editaron 150,000 ejemplares del Proyecto de Constitución. Los diferentes grupos y organizaciones tuvieron así posibilidad de estudiar y discutir previamente los artículos para preparar sus aportes.

Previendo medidas de seguridad durante la movilización y el desarrollo de los Cabildos por todo el país, y en particular en las zonas de mayor infiltración y ataques de la contrarrevolución, se pidió apoyo al ejército.

El 13 de mayo se lanzó la convocatoria oficial. El primer Cabildo coincidía con la fecha del natalicio de Sandino, el 18 de mayo. Ese mismo día se dio a conocer el reglamento de los Cabildos, indicando el papel que tendrían en ellos el Presidente y los Secretarios de la mesa, la agenda y el procedimiento. Los representantes de los diferentes partidos presentes en la Asamblea estarían presentes en los Cabildos, pero no podrían ni presionar ni orientar la participación del pueblo de ellos.

La programación detallada para cada una de las Regiones y Zonas Especiales quedó establecida en esa misma fecha: del 18 de mayo al 14 de junio habrían de realizarse 75 Cabildos, con la indicación de los sectores convocados a cada uno con su fecha y lugar correspondiente. Periodistas y trabajadores de la Cultura, profesionales y técnicos, mujeres, obreros agrícolas, comerciantes, jóvenes y maestros, ejército, Ministerio del Interior, etnias, pequeños productores, cristianos, pobladores urbanos... Todos estaban convocados a participar en los más diversos locales cerrados o al aire libre.

A todo lo ancho y largo de Nicaragua

De los 75 Cabildos Abiertos programados, se realizaron 73. Dos fueron omitidos por medidas de seguridad ante posibles ataques contrarrevolucionarios. En estos 73 Cabildos tomaron la palabra 2,500 personas. 1,800 entregaron por escrito sus aportes.

Las incontables horas de grabación -entre aplausos, ovaciones, risas, algún silencio- dieron pie para que esa misma Comisión y los equipos técnicos de apoyo elaboraran más de cien cuadros en que han quedado sistematizadas todas las opiniones expresadas.

Según Cómputos preliminares, no menos de 100,000 personas estuvieron presentes en los 73 Cabildos celebrados. Tras estos 100,000 y representados por ellos cuántos miles más de nicaragüenses de cooperativas agrícolas, habitantes de zonas urbanas, jóvenes en el servicio militar, miembros del ejército, religiosos y religiosas, obreros, maestros y alfabetizadores, estudiantes.... No puede olvidarse que Nicaragua cuenta sólo con tres millones de habitantes, en su mayoría niños y adolescentes. Cien mil, reunidos en nombre de los que tienen la ciudadanía oficial por la mayoría de edad, es un dato que habla por sí mismo. De hecho, participó todo un pueblo. Quienes no quisieron o no pudieron estar presentes en alguno de los Cabildos de su propia Región o Zona, siguieron lo más relevante de los debates a través de programas especiales de las diferentes emisoras y de la TV.

Fueron especialmente relevantes por el calor de los aportes los Cabildos de las mujeres y de los campesinos. Por su capacidad de multiplicadores y por estar reunidos en el primer Cabildo, en Managua, el de los periodistas y trabajadores de la cultura. Por hablar desde lo más duro de la agresión y la cercanía de la muerte, los de los miembros del ejército. Por las contradicciones internas y por tratar de temas de particular interés, el de los cristianos -católicos y protestantes-. Por ser la reforma agraria piedra angular de la transformación emprendida en Nicaragua, los Cabildos de los campesinos y trabajadores de la agroindustria...

Releyendo las notas y crónicas acumuladas día a día, resulta no sólo simbólico sino aun emocionante constatar que el 23 de junio y casi a las mismas horas, profesionales y técnicos se reunían en Jalapa, León, Managua, Granada y Jinotega. Que las mujeres nicaragüenses acudieron masivamente a la convocatoria y hablaron desde Ocotal, Waslala, León, Managua, Granada.. El 24 de mayo fue el turno de los jóvenes y maestros en Estelí, León, Managua, Matagalpa, Granada, Boaco... Los parlamentarios de la Asamblea Nacional se repartieron por todos los sitios en que se realizaban los Cabildos.

El empeño por no hacer de los Cabildos una campaña propia y exclusiva del FSLN fue claro. Los representantes de partidos opositores se mostraron en este punto los más celosos vigilantes, reclamando y sosteniendo el pluralismo. Es innegable, con todo, que predominó entre los participantes de los Cabildos el número de los simpatizantes del FSLN. Quien encare y acepte la realidad, no verá en esto un "totalitarismo", sino la reconfirmación del voto dado al FSLN en las elecciones de las que nació la Asamblea Nacional. La oposición es marcadamente minoritaria y en los Cabildos también se puso esto de manifiesto.

En todos los Cabildos estuvieron presentes, como observadores, extranjeros y periodistas. Una delegación de seis diputados guatemaltecos, presididos por Rodolfo Maldonado Ruiz, Presiente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso de Guatemala, asistió al primer Cabildo de Managua.

"Esta es una experiencia realmente nueva, por lo menos en toda el área centroamericana, que permite conocer no sólo las expresiones de respaldo al Gobierno, sino también críticas muy importantes", comentó Maldonado.

Aun los que por decisión propia se abstuvieron de participar directamente en las elecciones del 84 y también en estos Cabildos, se sintieron llamados a decir, en todo el tiempo en el que duró la experiencia, su propia palabra. La Prensa publicó, así, sus críticas y aportes. En una entrevista con el jurista norteamericano Dr. Albert Blaustein, éste reflejó y resumió el propio pensamiento del diario:

"Si los Cabildos son las reflexiones del pueblo, es excelente; pero he aquí la pregunta, porque si el Cabildo sirve para ratificar algo decidido o elaborado de antemano, es todo lo contrario".

Y definió así la finalidad de los Cabildos, que para esa fecha -12 de junio- llegaban casi a su final, al añadir:

"Los Cabildos son para controlar el contenido de una Constitución y no otorgar poderes absolutos a los que detentan el poder".

Controlar lo que ha de ser la Constitución y por consiguiente, a quienes gobiernan la nación, fue lo que quisieron hacer con su participación los mineros de Rosita, Bonanza y Siuna; los panificadores y zapateros de Nagarote, los campesinos, cristianos de El Rama, Nueva Guinea, Santo Domingo, Muelle de los Bueyes y Juigalpa; los pobladores de Tasba Pauni, Rio Grande, Kara, Kukra Hill, Orinoco, Kama, Bluefields, en la Costa Atlántica; los productores de San Ramón, Waswalí y San Dionisio, los comerciantes de Masaya...

Los campesinos de Las Azucenas cerca de la frontera con Costa Rica, tuvieron que esperar más de una hora el 3 de junio el comienzo del Cabildo: otros campesinos, que venían de la zona de San Miguelito, tenían que llegar. Inútil espera: en la carretera Acoyapa-San Miguelito los que habían de transportarlos al Cabildo habían sido emboscados por los contrarrevolucionarios. Gabino Reyes, Narciso López y Julia Amador: otras tres víctimas civiles de los "paladines de la libertad", esta vez víctima de la lucha democrática de este pueblo. Cabildos en tiempos y sitios de guerra. Ni las balas, ni las lluvias frenaron la participación de los que quisieron decir su palabra.

Mientras el pueblo cristiano daba su aporte en Estelí, Somotillo, Chontales, Puerto Cabezas, y la Comisión Evangélica de Promoción de la Responsabilidad social llamaba a todos los pastores y miembros de las Iglesias evangélicas a participar en los Cabildos, crecía la expectativa por saber si también la jerarquía de la Iglesia Católica tomaría parte en esta actividad constitucional.

El silencio quedó roto el 9 de junio. A nombre de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, su Secretario Mons. Bosco Vivas Robelo, dio a conocer a través del diario La Prensa un "Aporte Pastoral" sobre la Constitución. A pesar de que varios de los temas que tradicionalmente captan la atención de las autoridades eclesiásticas habían levantado polémica en los Cabildos -aborto, enseñanza de la religión, enseñanza privada, unidad familiar- el texto episcopal no fue confrontativo sino más bien, una acumulación de textos pontificios y conciliares. De fondo, legitimaba el proceso de consulta y de elaboración de la Constitución.

Sandinistas y opositores, pueblo cristiano y su Jerarquía, grandes y pequeños productores, campesinos y obreros agrícolas madres y jóvenes milicianos, sanos y mutilados, los de la derecha y los de la izquierda extrema, los ganaderos y las "vivanderas" del mercado, desde el Atlántico hasta el Pacífico, desde la frontera con Honduras hasta la de Costa Rica, en grandes ciudades o pequeños poblados: todos participaron de una u otra forma, en los Cabildos Abiertos.

La intención con que unos u otros tomaron parte en esta consulta fue muy diferente. La mayoría -lo habrían de decir en sus propias intervenciones- se movieron por la alegría de poder dar sus aporte a una Constitución que "es la primera que hacemos nosotros, lo que nunca pudimos hablar". El costo de estos Cabildos Abiertos no fue simplemente los millones de córdobas gastados, sino el mismo costo que Nicaragua paga cada día por su autodeterminación y por la afirmación de su dignidad nacional con la vida de los suyos; en este caso, con la vida de 3 campesinos de San Miguelito, en la frontera sur.

Los grandes temas de debate

"Si fue con la sangre de mis hijos que se firmó la libertad y si mis entrañas quedaron vacías y mi corazón apagado cuando ellos cayeron, ¿por qué ahora vamos a pedir permiso para que se los venere? ¡Ese punto, compañeros, ni siquiera debe ser discutido!".

Las palabras de la señora Gloria Margarita Martínez Largaespada, en el Cabildo de mujeres celebrado en Managua, no sólo provocaron una de las mayores emociones vividas en esta experiencia de participación sino que dieron el contexto y el marco de referencia en el que nace la Constitución nicaragüense. La nueva Nicaragua nació en una historia de lucha por la libertad. El precio es la vida y la sangre de miles de sus hombres y mujeres. Esta historia y los principios y aspiraciones por los que tantos hijos cayeron y tantos más combatieron y combaten han de ser la base de la Constitución.

Recoger esta experiencia es, en el Proyecto, la finalidad del Preámbulo. Cada uno de los puntos en él señalados como "principios fundamentales" fueron objeto de discusión:

-Veneración de los Héroes y Mártires
-El pueblo como fuerza sobre la que descansa todo el poder.

-Democracia
-Pluralismo Político.

-Economía mixta.

-No alineamiento.

-Antiimperialismo.

-Latinoamericanismo.

-Anti-intervencionismo.

-Defensa de la Patria.

-Independencia Nacional.

¿Cómo entender cada punto? ¿Son éstos todos los principios fundamentales o falta alguno? ¿Habrá que excluir algunos de ellos?

Habían imaginado los organizadores de los Cabildos que los participantes en cada uno de ellos, agrupados precisamente como grupos o sectores sociales específicos, habrían de tocar sólo los artículos del proyecto referentes a su propio campo de acción. Y aunque fue eso lo que predominó, no hubo un solo Cabildo en el que no fuera sometido a debate el conjunto todo de los 221 artículos que conforman el proyecto.

No pocos señalaron la necesidad de un mayor orden, para que los mismos temas -por ejemplo, el de los derechos humanos- no sean tocados en diferentes títulos, sino agrupados en un solo acápite. Abundaron las observaciones puntuales para la corrección de términos y de vocabulario, señal de que el Proyecto había sido minuciosamente estudiado y anuncio de que el debate en la Asamblea será largo y también minucioso. Aun quienes, como las madres de los héroes de los héroes, reclaman sin sombra de duda que la memoria de los caídos quede puesta en la entrada misma de la Constitución, varían al precisar ya si a los Héroes se les debe "veneración", "gratitud", "admiración", "coraje", respeto" o "adoración".

Comerciantes, mujeres, periodistas, obreros, piden que aparezcan en el Preámbulo los nombres de Sandino, Fonseca, Rigoberto López Pérez. Los grupos étnicos de las Zonas Especiales proponen otros nombres.

¿Debe consignarse en el preámbulo el papel que el FSLN jugó como vanguardia de la Revolución? Así lo piden, expresamente, los Cabildos de las Zonas Especiales II y III, los obreros, los trabajadores de la salud ("No se debe omitir la bandera Roja y Negra, por lo que significa"); los jóvenes y maestros (uno pide que el himno del FSLN sea símbolo consagrado por la Constitución). No pocos cristianos añaden la necesidad de que quede destacada en el Preámbulo la participación de los cristianos en el proceso revolucionario.

¿Invocar el nombre de Dios en el Preámbulo? Tema de los más debatidos, desde el primer Cabildo, de periodistas y trabajadores de la cultura. "Si en el Preámbulo de la Constitución no puede faltar el nombre de Sandino, menos puede faltar el nombre de Dios al que Sandino invocó antes de luchar", planteó Clemente Francisco Guido, del PPSC, hijo de clemente Guido, ex-candidato presidencial por el Partido Conservador Demócrata. Por identidad cristiana y por la fe de la mayoría del pueblo nicaragüense lo piden muchas mujeres, grupos católicos -no algunos evangélicos-, jóvenes y maestros y hasta un compañero de las Fuerzas Armadas: "Que se incluya en el Preámbulo a Dios como hacedor universal y en reconocimiento a la lucha de los cristianos". "Nicaragua y los nicaragüenses guardan veneración a Dios y a los Héroes y Mártires", sugirió que se diga uno de los obreros. Por la laicidad que debe tener el Estado moderno y por el pluralismo ideológico que hay en el país, arguyen otros que no se mencione a Dios en la Constitución.

"Somos muchos los que queremos que Dios `particiepe' en nuestra Constitución -hizo reflexionar El Tayacán-. Pero pronunciar su nombre, invocar su nombre, no es lo principal. A lo largo de la historia muchos han tomado su nombre en vano. Y Jesús nos enseñó que no todo el que invoca el nombre de Dios es justo, sino que es justo el que vive y muere por la justicia, aun cuando no invoque su nombre.

(...) Inspirados en esa importante enseñanza de la Biblia, nosotros proponemos que se nombre a Dios allí donde Dios se reveló en Nicaragua: en la lucha, el dolor y la esperanza del pueblo, que murió por sacudirse las cadenas y que hoy sigue dando su vida y su sangre por hacer una patria nueva.

(...) En Nicaragua mostramos al mundo que se puede creer en Dios y ser a la vez revolucionario consecuente, sin que haya contradicción entre ambas convicciones".

"Que la Constitución sea Marxista Leninista", postuló uno de los comerciantes. Es un dato consignado por los tabuladores de los Cabildos en uno de sus 100 cuadros como un aporte "novedoso", porque este calificativo no aparece en ningún artículo del Proyecto, aunque la convicción con que los articulistas de La Prensa, los partidos de la oposición no presentes en la Asamblea, algunos grandes productores - y ciertamente Reagan - están persuadidos que Nicaragua es y está siendo llevada por la fuerza al comunismo y a "esas ideologías extrañas" es grande.Desde una perspectiva revolucionaria o desde su contraria se debatió en los Cabildos la Reforma Agraria, la economía mixta, el cooperativismo, la participación popular en el poder, la expropiación...

"Que las tierras eficientemente trabajadas no sean afectadas por la Reforma Agraria", "La tierra debe darse a los que la explotan eficientemente", "Que se continúen las entregas de tierra, que se dé tierra a los que producen", "La asignación de la tierra es para producir en beneficio de la mayoría": con tan variadas posturas se pronunciaron los productores agropecuarios industriales, con 1, 36, 11 y 6 intervenciones respectivamente para cada formulación.

"Establecer la igualdad económica es una pretensión absurda que contradice la misma naturaleza humana. Siempre habrá diferencias económicas entre las personas porque esta desigualdad nace de factores individuales como la inteligencia, la capacidad, la virtud del ahorro, el amor y dedicación al trabajo, etc.", dice, como aporte extra-Cabildos, desde las páginas de La Prensa un dirigente conservador, de la fracción extraparlamentaria del Partido.

Más conscientes de las causas y estructuras sociales que engendran la desigualdad, el hambre y la miseria, los trabajadores de la salud urgieron en los Cabildos para la dieta adecuada "tanto en valor nutritivo como en calidad higiénica" sea algo a lo que todo nicaragüense tenga real acceso. Desde la Zona Especial I reclamaron otros que de tal manera se apoye el derecho a la educación y su carácter gratuito para todos, que se llegue a incluir "el transporte", el vestuario y un subsidio al escolar". Reclamaron también mayor poder para el Estado: "El Estado, como rector de la educación, tiene la obligación de erradicar de los planes y programas de estudio, los valores que en el pasado permitieron la reproducción de un sistema social injusto".

Todos los Cabildos de las mujeres entendieron de otra manera que los columnistas de La Prensa la igualdad, comenzando por la igualdad entre hombre y mujer, al interior mismo de la familia e hicieron muy variados reclamos: que en la Constitución se diga que también los hombres deben hacer los servicios domésticos; que las mujeres dejen de sr objeto sexual aun ante su propio marido; que sean penados los golpes y palizas que ellas reciben; que la mujer sea reconocida como el jefe de la familia, con todos los derechos, cuando el hombre abandonó el hogar; que no se permita a los padres irresponsables salir del país cuando no han asegurado la pensión de los hijos abandonados; que las causas válidas para el divorcio no sean como ahora, entre otras, el concubinato permanente por parte del hombre, y el simple adulterio por parte de la mujer; que a las mujeres que buscan trabajo no se les pida prueba de no embarazo; que se castigue a los proxenetas y no a las prostitutas, porque es el hombre quien con su explotación las desiguala.

Para salvaguardar el derecho a la vida y la libertad en la formación y educación de la familia ¿se debe penalizar o legalizar el aborto? Punto de los más debatidos, sobre todo en los Cabildos de las mujeres.

Gran pugna también en torno a la educación religiosa en las escuelas, en el tema de la constitución de la familia "a través del matrimonio" o por "la unión de hecho"; en el alcance o arcaísmo de la expresión "patria potestad"; en el carácter partidario o no de los Comités de Defensa barriales; en el mantenimiento de la libertad de expresión con o sin censura...

Imposible dejar constancia en unos cuantos párrafos de los múltiples y, a veces, acalorados debates. Algo resalta de inmediato: sólo quien no tiene oídos para oir podrá decir que en los Cabildos no se dio el más amplio pluralismo, con plena libertad de expresión, principio también consignado en el Proyecto de Constitución.

La Comisión de Consulta Nacional quiso sintetizar en sus cuadros todo el cúmulo de intervenciones en tres grandes apartados: Preámbulo, Parte Dogmática (Derechos y Garantías), Parte Orgánica (Organización del Estado). Los aportes y críticas se centraron especialmente en las dos primeras partes. Pocas pero menos importantes fueron las observaciones sobre los elementos orgánicos que trata la Constitución. Entre éstos, se discutió sobre los poderes del Ejecutivo, la reelección o del Presidente y Vicepresidente, la supremacía de la Asamblea Nacional en la elaboración y aprobación del presupuesto nacional, en el nombramiento del Consejo Supremo Electoral y de la Corte Suprema de Justicia.

Se discutió si el alcalde de Managua debía ser designado por el Presidente o por elección popular directa, sobre el alcance de la autonomía de la Costa Atlántica, sobre el nombre de las Fuerzas Armadas -"sandinistas" o no- sobre si debía haber una o dos Cámaras, y hasta sobre la institucionalización permanente de este tipo de Cabildos, etc. Muchos temas discutidos no son temas constitucionales sino que pertenecen a leyes y reglamentos ulteriores o actualizables. Se calcula que más de 20 leyes de diverso orden tendrán que ser revisadas y actualizadas después de la aprobación de la Constitución.

Digamos, a manera de conclusión general y aun preliminar -porque no sabe cómo van a ser incorporados y asumidos en el texto definitivo de la Constitución tantos aportes de interés- que la experiencia de los Cabildos Abiertos fue un capítulo más de la democracia participativa que trata de construirse en el proceso revolucionario nicaragüense. Fue un acontecimiento de "alfabetización política". Pero no sólo para el pueblo que la protagonizó, sino también para los propios legisladores, a quienes corresponde ahora continuar el trabajo de discusión, como sujetos que son de la democracia representativa que también existe en Nicaragua. Esa dialéctica de los alfabetizados que alfabetizan la expresó así Natán Sevilla, representante del FSLN en la Asamblea Nacional:

"El pueblo nos ha presentado alternativas que jamás se nos hubiera ocurrido a los diputados de la Asamblea. Yo nunca me había imaginado que un niño de 11 años pudiera decirnos qué debe decir la Constitución en materia de economía mixta. Pensamos los Cabildos como una gran campaña de alfabetización del pueblo, pero ahora hemos cambiado la perspectiva. Han sido la escuela práctica para que los representantes aprendamos a legislar según los intereses del pueblo".

Los Cabildos Abiertos fueron sólo un paso más hacia la autodeterminación y consolidación de la nueva Nicaragua. Lo dicho por el Presidente de la Asamblea Nacional, Comandante Carlos Núñez, en la apertura del primer Cabildo, resulta no sólo un propósito sino todo un programa, que Nicaragua quiere llevar hasta el final:

"En estos días, nosotros hablamos de escribir la Constitución, La Carta Magna, la Ley Fundamental, la Ley de Leyes, porque cuando la agresión sea vencida, como tendrá que ocurrir irremediablemente, los nicaragüenses tendrán que dedicarse por entero a sus tierras, a sus herramientas de trabajo, a su familia, a sus periódicos, a sus poemas, a su música, a sus reportajes, a su pintura, a sus deportes, a su libertad lena, porque nosotros vamos hacia el sol de la libertad, hacia la sociedad de hombres libres que soñó Sandino.

La Constitución, entonces, es nuestro compromiso con el futuro, es lo que hemos conquistado y lo que vamos a conquistar, es ley y camino, puerta y meta, es nuestro objetivo fundamental para conseguir los logros y transformaciones de nuestra sociedad. Es nuestra meta para institucionalizar la Revolución".

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