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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 389 | Agosto 2014

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Nicaragua

De espaldas a la Ciencia no habrá desarrollo

Si tenemos un desafío en Bosawás, al que no estamos respondiendo, tenemos otro nuevo, y enorme, en el mar Caribe que el fallo de la Corte de La Haya nos devolvió en noviembre de 2012. En esos mares está la mayor barrera de coral del Atlántico. Nos han entregado un tesoro para estudiarlo y para aprovecharlo sosteniblemente. Las posibilidades son formidables. Pero de espaldas a la Ciencia, como hemos vivido siempre, desaprovecharemos la oportunidad y no estaremos a la altura de ese desafío.

Jorge A. Huete Pérez

El avance de países empobrecidos hacia una economía basada en el conocimiento exige un ambiente propicio para la innovación, y un régimen económico y un marco institucional adecuados. Exige la voluntad decidida de invertir prioritariamente en educación, y en una educación científica. Para avanzar necesitamos de la Ciencia.

LÍMITES EN EL MODELO ECONÓMICO
Y CADA VEZ MÁS DESIGUALDAD

Mientras en el mundo globalizado la creación de conocimiento y su aplicación al tejido empresarial representan la esencia del desarrollo productivo, en Nicaragua han faltado programas que aprovechen la creatividad del pueblo nicaragüense aplicándola a usar los conocimientos nacionales y universales, traduciéndolos en los productos y servicios que requiere una economía competitiva y global. Seguimos promoviendo exportaciones de productos tradicionales, con poco valor agregado o bajo contenido tecnológico y la industria manufacturera instalada en nuestro país consiste esencialmente en actividades de ensamblaje de baja complejidad en maquilas textiles.

La actividad económica nicaragüense se ha basado siempre en el estímulo de la llamada “vocación agropecuaria”, siempre con baja productividad y hoy con grandes limitaciones para competir. A la par de promover una economía de atracciones turísticas y servicios conexos de exigua excelencia, el impulso al crecimiento industrial es escaso.

Los limitados logros de la economía nicaragüense son excesivamente frágiles porque dependen esencialmente de nuestras materias primas tradicionales y de los buenos precios que tengan en el mercado internacional. Pasa el tiempo y seguimos desaprovechando el bono demográfico -reducción de la natalidad y aumento de la población joven en capacidad de trabajar- por la falta de oportunidad de buenos empleos y porque no se prioriza la educación para mejorar nuestros recursos humanos.

Además de la estabilidad macroeconómica, Nicaragua presenta algunas ventajas importantes en materia económica: el marco regulatorio, los incentivos económicos y la política comercial, asuntos claves en la economía del conocimiento. Sin embargo, el crecimiento del PIB que ha tenido nuestro país durante más de dos décadas no se ha traducido en una mejoría sensible de la economía de los hogares nicaragüenses. Según lo respaldan estudios de la CEPAL y del Banco Mundial, el incremento de la desigualdad de ingresos y de oportunidades es cada vez mayor en el país. No es para nadie un secreto que la desigualdad corroe hoy a la sociedad nicaragüense.

SIN EDUCACIÓN NO HABRÁ DESARROLLO

Resulta paradójico que, aunque Nicaragua ha venido presentando buenos rendimientos macroeconómicos, esa estabilidad no se refleje en una mayor y más decidida inversión en educación. Mientras el sostenido avance del crecimiento porcentual anual del PIB en las últimas dos décadas se ubica en promedio en el 3.5–4.5%, el presupuesto asignado a educación se mantuvo prácticamente estancado.

La inversión que en la educación pública hace Nicaragua es de las más deficientes del continente. La mitad de las escuelas del país no cuenta con infraestructura adecuada y hay un déficit de más de 12 mil aulas escolares. Los expertos aseguran que se requieren al menos 10-12 años de escolaridad formal para salir de la pobreza.

Estamos ante un círculo vicioso: baja inversión en educación, baja remuneración del magisterio, falta de calidad de la educación pública… Todo eso se traduce después en el desempleo juvenil, en los bajos salarios de los empleos que consigue la juventud, en la emigración masiva de jóvenes en busca de trabajo en otros países. Estamos desaprovechando el bono demográfico y retrasando, tal vez para siempre, el avance de nuestro país a la sociedad del conocimiento.

Ya se ha determinado que los principales cuellos de botella para el desarrollo de Nicaragua están en la baja calidad de nuestra fuerza laboral y en la insuficiente inversión en capacitación. Esto, lógicamente, se expresa después en bajos niveles de productividad. Hay otros “cuellos”. En el más reciente Índice Global de Competitividad, Nicaragua ocupa el puesto 99 de un total de 148 países. Nuestro país está en una posición muy desventajosa, tanto a nivel mundial como regional. Y aunque hay avances en los trámites para iniciar un negocio, las deficiencias del sistema legal y jurídico y la inestabilidad política y la corrupción afectan también el desarrollo.

DE ESPALDAS A LA CIENCIA
NO HABRÁ DESARROLLO

La apertura comercial y las inversiones, así como el régimen de patentes, podrían favorecer la generación de nuevos conocimientos. Sin embargo, que eso ocurra se ve limitado porque el sistema de Ciencia, Tecnología e Innovación carece de recursos y no se invierte en la promoción de las actividades de centros e institutos de investigación capaces de crear conocimientos, adaptarlos, encontrar nuevas formas de producirlos y comercializarlos. Avanzar en la consolidación de un régimen moderno de patentes y de propiedad intelectual, sin atender a estas necesidades de la innovación nacional, es otro de los contrasentidos del modelo económico que hoy prevalece en Nicaragua. Esa contradicción debilita cualquier avance que logremos en la economía del conocimiento.

Nicaragua nunca se ha planteado un desarrollo sustentado en la Ciencia. Esta negligencia se evidencia no sólo en la ausencia de financiamiento para proyectos científicos, sino principalmente en la falta de impulso a los principales instrumentos que ya existen para promover el quehacer científico y técnico. Es el caso de la Ley de Ciencia, Tecnología e Innovación (CTI), propuesta desde 1995, sin que exista una política de CTI y esté estancado el Plan de CTI elaborado en 2010 y nunca ejecutado por falta de fondos.

LA DESAFORTUNADA CONCESIÓN CANALERA
Y EL DESASTRE EN BOSAWÁS

La concesión hecha por el gobierno al empresario chino Wang Jing en junio de 2013, para la construcción de un Canal Interoceánico por Nicaragua, ratificada en la Ley 840, aprobada en la Asamblea Nacional ese mismo mes, sin consultar ni a la opinión pública ni a la comunidad científica nacional, sin estudios ambientales, es una muestra de la profunda apatía por la Ciencia y de la falta de compromiso político con un proyecto de desarrollo basado en la Ciencia.

Esa desidia y esa falta de voluntad política las hemos constatado antes del proyecto del Canal en la tragedia que experimenta Bosawás, 21 mil kilómetros cuadrados de bosque húmedo, considerados el pulmón de Centroamérica y declarados Reserva de la Biosfera por la UNESCO.

Su acelerada deforestación se explica básicamente por la incapacidad gubernamental para hacer cumplir la ley. El pésimo manejo de la reserva, arrastrado y empeorado al paso de varios gobiernos, anuncia la destrucción de este tesoro natural. Probablemente, lo más grave ha sido la falta de un plan de atención integral para enfrentar los varios desafíos que presenta Bosawás. Y para elaborar un plan así se requiere de ponderaciones científicas.

Incorporar el criterio científico-técnico a una estrategia integral implica nutrirla de perspectivas múltiples y comprehensivas y articularla con la realidad de un país como el nuestro, que alberga casi el 10% de la biodiversidad mundial, un auténtico tesoro para los nicaragüenses y para la Humanidad.

Si se quisieran atender correctamente los desafíos que representa Bosawás se deberían analizar los problemas medulares de orden ambiental, sin ignorar las afectaciones que causa ya el calentamiento global, la sequía y la pérdida de los recursos acuíferos adyacentes.

Las causas de un desastre como éste son consideradas por la Ciencia como extraordinariamente complejas. Una respuesta integral que asegure la conservación de ese “pulmón” necesita también un enfoque multidisciplinario que haga hincapié en las interrelaciones entre el medioambiente, la biodiversidad y las poblaciones que allí viven.

LO QUE NOS EXIGE BOSAWÁS
Y LOS ERRORES QUE REPETIMOS

Un abordaje desde las Ciencias Sociales supone considerar no sólo el impacto material que la destrucción del bosque tiene sobre la vida de las comunidades que han vivido ancestralmente en esa reserva. Exige tener en cuenta también la cultura que esas comunidades indígenas han tenido ante la tierra en la que viven, ante la Naturaleza y ante su patrimonio.

Exige tener en cuenta lo que significa para ellas perder el bosque, medio fundamental de subsistencia. Tener en cuenta también su vulnerabilidad ante los acontecimientos económicos y ante las políticas que se entrecruzan en el actuar de diversas instituciones gubernamentales involucradas.

Una solución integral debe respetar y proteger prioritariamente los valores culturales de las comunidades indígenas y, sobre todo, debe buscar mecanismos efectivos y sostenibles que frenen los abusos y delitos cometidos por los grupos poderosos que hoy saquean el bosque impunemente.
En Bosawás no se ha sabido aprovechar la sinergia que se había logrado hace años como resultado de mucho trabajo entre los ministerios y la sociedad civil. La pérdida de esos vínculos explica, en cierta medida, que actualmente no haya suficientes capacidades para enfrentar eficazmente los desafíos ambientales.

En el caso de la concesión canalera se han repetido los mismos errores: falta de transparencia, poca o nula participación comunitaria en la toma de decisiones y menosprecio por el patrimonio natural.

LA VOZ DE LOS OBISPOS

En el mes de mayo, y en el contexto del diálogo que tuvieron con el gobierno, los obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua se refirieron en el documento que entregaron al Presidente Ortega a la problemática ecológica que representan Bosawás y el proyecto del Canal Interoceánico.

Compartiendo la opinión de los expertos nacionales, los obispos expresan su preocupación por el “creciente y alarmante deterioro y destrucción de nuestros recursos naturales, que representan para el país no sólo un beneficio ecológico, sino también turístico y económico”. Y señalan, sin ambigüedad, que en las zonas afectadas por la defores¬tación operan personas (y compañías) poderosas que depredan “al amparo corrupto de las autoridades municipales y nacionales”.

Al enfatizar las posibles afectaciones a los pueblos indígenas -abusados y despreciados por la clase política del Pacífico- los obispos presentan también de manera clara, precisa y profunda preocupaciones centrales alrededor del proyecto del Canal Interoceánico y su impacto sobre el lago Cocibolca y las reservas naturales. Llaman los obispos a que se escuche la voz de los expertos en la materia -en un proyecto como éste hay que tener en cuenta diversas materias: constitucionales, geológicas, técnicas y ambientales, entre otras-, “sopesando con serenidad los riesgos que comporta tal megaproyecto para la salvaguarda de nuestro medio ambiente y recursos naturales”.

UN DEBATE PÚBLICO SOBRE EL CANAL

Con mucha sabiduría, la Conferencia Episcopal resalta la necesidad de la transparencia en el manejo de los asuntos públicos y la necesidad de un debate público. Estas demandas, que reflejan sin duda el sentir de un importante sector de la población, deberían conducir inmediatamente a varias acciones. A posponer las fechas previstas del proyecto, que se supone arrancará en diciembre de 2014. A que el gobierno estuviera obligado a presentar íntegramente los estudios del Canal, no sólo las conclusiones. También lo obligaría a un estudio de impacto ambiental y no sólo al de factibilidad. También exigiría someter los estudios a una discusión pública informada y de altura, considerando el criterio y recomendaciones de científicos y expertos nacionales e internacionales. Exigiría conformar cuanto antes una comisión científica independiente que vele por los intereses nacionales y no por los de la compañía concesionaria o por la de los individuos interesados en lucrarse directamente con el proyecto. Finalmente, debería conducir a proponer y estudiar proyectos alternativos que nos lleven a un verdadero desarrollo sostenible.

EN LA RESERVA SEAFLOWER:
UN TESORO Y UNA OPORTUNIDAD


Si tenemos un desafío en Bosawás, tenemos otro, nuevo, también enorme, en el extenso territorio que Nicaragua recuperó en 2012 en el mar Caribe por el fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya. En esos mares está el 80% de la reserva marina Seaflower, una de las de mayor biodiversidad en todo el mundo. Este exuberante y valioso patrimonio nacional nos ofrece una oportunidad excepcional para impulsar el desarrollo nacional de forma sostenible, a la vez que para apalancar el desarrollo científico-técnico.

Los arrecifes coralinos de Seaflower son el hábitat natural de un sinnúmero de peces, esponjas, moluscos, langostas, crustáceos, tortugas, ballenas y muchas otras especies, lo que hace de Nicaragua un país aún más excepcionalmente diverso del que ya éramos. La enorme riqueza biológica que se hospeda en estos mares es un recurso valiosísimo para la investigación científica, tanto por su intrínseco valor biológico, como porque esa espléndida variedad de especies nativas y endémicas representa una extraordinaria fuente para la invención.

Con esta riqueza tiene hoy Nicaragua la oportunidad de promover la elaboración de medicamentos de origen marino, enzimas de interés farmacéutico y biotecnológico, biofertilizantes, emulsificadores y otros productos naturales de altísimo valor tecnológico. Como industria emergente, la manufactura de preparados biológicos es fácil de manejar de manera rentable y sostenible y podría darle a nuestro país una ventaja incomparable en la región.

¿SABREMOS APROVECHARLA?

Aprovechar sosteniblemente estas riquezas exige diseñar una estrategia que serviría, a la vez, para construir mejores bases para el desarrollo científico. Sin embargo, no podemos dejar de ser humildes y reconocer que, si el conocimiento de la biodiversidad que tenemos en los mares del Pacífico está poco documentado, lo que sabemos de la biodiversidad del Caribe es aún menor.

Además de investigaciones sobre los complejos ecosistemas marino-costeros en la zona, además de estudios sobre humedales y esteros, resulta indispensable profundizar en la magnitud de la problemática que significa haber asumido este tesoro: hay que estudiar el grado de acidificación de esas aguas, las corrientes submarinas y las posibles afectaciones climáticas. Para investigar a fondo la biodiversidad marina y utilizarla en una industria de alta tecnología, la formación de personal calificado deberá abarcar un sinnúmero de especialidades, desde biología marina y pesquera hasta otras herramientas imprescindibles y más sofisticadas, como la biología computacional, la bioinformática, la genómica y la proteómica.

Además del indiscutible interés que para la Ciencia tiene el territorio marino recuperado, por contener la mayor barrera de coral del Atlántico, estos mares son de un enorme valor para la industria pesquera, porque esos arrecifes sirven de hábitat para gran variedad de peces, crustáceos y moluscos. Los océanos proporcionan a la Humanidad hasta el 20% de la proteína animal y es especialmente valiosa su contribución a la seguridad alimentaria.

La extraordinaria belleza de esta barrera coralina es también un importante recurso turístico, que le generó a Colombia casi un millón de dólares anuales. Se le presenta así a nuestro país la oportunidad para impulsar una amplia gama de actividades: natación, buceo, snorkel, excursiones diurnas y nocturnas, pesca recreativa, deportes acuáticos, giras educativas…

¿OPTAREMOS POR EL LUCRO
Y PRIORIZAREMOS EL PETRÓLEO?

A la riqueza biológica del mar Caribe que hemos recuperado se agrega la posible existencia en la zona de yacimientos petrolíferos. Resulta lamentable que, mientras Nicaragua no ha demostrado un genuino interés por promover la conservación de los recursos biológicos de estos mares, sí ha avanzado resueltamente en la búsqueda en ellos de petróleo. La industria petrolera puede ser rentable, pero es esencialmente contaminante. La quema de combustibles fósiles es la causa central del calentamiento global y, por si fuera poco, el aumento de los niveles de dióxido de carbono tiene un impacto devastador en los océanos.

Optar por la vía petrolera en el mar Caribe es otra señal más de que lo que importa es el lucro inmediato, aunque sea incompatible con el uso sostenible de los recursos marinos. La desacertada elección de concesionar zonas del Caribe para la prospección y explotación petrolera frustra, una vez más, la posibilidad de ensayar nuevas formas de pensar y diseñar nuestro crecimiento. Da continuidad al acostumbrado y sombrío sistema de extracción y saqueo que nos mantiene en el atraso.

PARA DAR EL SALTO QUE NECESITAMOS

En el contexto de la sociedad del conocimiento un sinnúmero de actividades productivas puede beneficiarse del progreso científico-técnico, contribuyendo decididamente al mejoramiento del aparato productivo y aumentando las exportaciones. El mínimo crecimiento económico experimentado en estos años hubiera sido mayor de haberse invertido adecuadamente en investigación y desarrollo.

Para mejorar su crecimiento y transitar hacia una economía sustentada en el conocimiento Nicaragua debe incentivar la generación de conocimiento y su uso en todos los niveles. Una apropiada y más significativa inversión en capacitación y entrenamiento laboral debe enfocarse en la formación de nuestra gente, tanto preparando debidamente a los maestros, como adiestrando con mayor calificación a la clase trabajadora. Una fuerza productiva más tecnificada tendría mejores salarios y las inversiones se orientarían a segmentos industriales prioritarios. Todos los expertos insisten en la necesidad de atender los retos de la educación técnica. Esto debe incluir la formación en sectores emergentes: la nanotecnología, la biotecnología y la cibernética.

Apostar resueltamente por un modelo de desarrollo científico exige formular políticas de Estado que estimulen la apropiación y creación de conocimientos. Urge apoyar las iniciativas surgidas en las Universidades, pero no para que obedezcan al poder, sino para maximizar los beneficios que la población obtenga de esas iniciativas.

Si buscamos prosperar en la sociedad del conocimiento necesitamos consolidar el incipiente sistema nacional de innovación, articulando y creando una visión compartida sobre los objetivos de ese sistema. Es necesario fomentar procesos de innovación capacitando a personas y a instituciones y ampliando las redes internacionales de colaboración científica. Esto contribuiría a que Nicaragua diera el salto de una economía esencialmente agropecuaria a una de productos y servicios de alta tecnología.

DEBEMOS PROMOVER
LOS VALORES DEL QUEHACER CIENTÍFICO

La nueva economía no es una propuesta futurista, extravagante, con personas robotizadas dedicadas a tecnologías ultramodernas. La esencia de la sociedad del conocimiento se expresa, principalmente, en las personas y en su derecho a la información y al conocimiento que necesitan para avanzar en sus emprendimientos individuales y colectivos. Por eso es imprescindible prestar atención a la calidad de la educación en todos sus niveles, estimulando la creatividad y el pensamiento crítico, promoviendo las habilidades que contribuyen a desarrollar una educación científica: el rigor, la responsabilidad, la disciplina, y los valores propios del quehacer científico que son la libertad de pensamiento, el intercambio de ideas y el respeto a la verdad.

Un modelo de desarrollo basado en el conocimiento formulará soluciones nuevas a los problemas viejos, inventará salidas novedosas a los desafíos crónicos de nuestro país y a los urgentes desafíos de un mundo en cambios acelerados. Un modelo así es una oportunidad de encauzar el crecimiento a la solución de problemas económicos y sociales, entre ellos la reducción de las brechas sociales.

POR LAS PRÓXIMAS GENERACIONES

Por responsabilidad con las próximas generaciones, también con las actuales, Nicaragua debe escoger un modelo de desarrollo que sea sostenible y que haga uso del progreso científico técnico. Un modelo así sitúa los ecosistemas y los servicios ecológicos que proporcionan en el centro de los planes de desarrollo socioeconómico. Nicaragua tiene inigua¬la¬bles riquezas naturales y en ellas tenemos la excepcio¬nal opor¬tunidad de utilizar eficientemente la biodiver¬sidad y los bienes naturales en programas sustentados en una visión¬ científica.


BIÓLOGO MOLECULAR. DIRECTOR DEL CENTRO DE BIOLOGÍA MOLECULAR DE LA UNIVERSIDAD CENTROAMERICANA DE MANAGUA. PRESIDENTE DE LA ACADEMIA DE CIENCIAS DE NICARAGUA.

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