Envío Digital
 
Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 388 | Julio 2014

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Nicaragua

Cambio de clima: señales en el Norte…y en el Sur

La presencia en la costa del Pacífico de la corriente del Niño, un fenómeno climático regular, unida a otras señales del cambio climático global, están produciendo lluvias retrasadas e irregulares y han causado alarma por la posibilidad de una severa sequía. Crece la incertidumbre por los efectos que todo esto tendrá en la frágil economía nacional. También llegan señales de un cambio de clima en Estados Unidos y en Venezuela. ¿Cuáles serán sus efectos en la economía y en el escenario político nacional?

Equipo Envío

Después que los obispos de Nicaragua presentaran al Presidente de la República el 21 de mayo un documento en el que señalan un sinnúmero de problemas y desafíos sociales, institucionales, también ambientales, y en el que le proponen un diálogo nacional con todos los sectores del país, prácticamente todos los sectores apalancaron la propuesta, la respaldaron y quedaron a la expectativa.

Al día siguiente del encuentro entre Ortega y la Conferencia Episcopal, la Primera Dama ofreció a los obispos reuniones donde ministros y ministras se reunirían con ellos para “informarles en detalle y más a fondo” sobre los programas y proyectos del gobierno. Un mes después, y según el Cardenal Brenes, eso no había ocurrido. Por su parte, el Presidente Ortega guardó silencio.

“EL DIÁLOGO PARA LA MUERTE”

Un mes después del diálogo con la Conferencia Episcopal, el 20 de junio, en el breve discurso con que inauguró la conmemoración anual de la audaz operación guerrillera que fue el repliegue táctico a Masaya en 1979, en los momentos finales de la insurrección contra Somoza, el Presidente Ortega habló por fin.

Sin que viniera a cuento por la fecha histórica que se celebraba, comenzó su deshilvanado discurso rememo¬rando cómo fue asesinado Sandino en 1934: “Como no pudieron derrotarlo, no les quedó más que recurrir al diálogo, promovieron el diálogo… ¿El diálogo para qué? El diálogo para la traición, el diálogo para la muerte… El Presidente Sacasa recibió a Sandino y le ofreció una cena, y aquella era la última cena… Los yanquis organizaron ese diálogo, los yanquis promovieron y organizaron esa trampa, esa traición, y después de abrazarlo Somoza, después de cenar el Presidente Sacasa con Sandino, cuando bajaba Sandino de la casa presidencial, allí mismo lo capturaron y luego, cobardemente, como suelen hacer los traidores, los vendepatria, ¡lo asesinaron!”

Aunque los obispos no se dieron por aludidos públicamente, en un escenario en el que la palabra “diálogo” había estado diariamente presente en comentarios y análisis, tanto esperanzados como escépticos, desde que los obispos pusieron la idea sobre la mesa, era difícil no sentir en el arranque del discurso presidencial su primera, y tal vez única, respuesta a la propuesta que le presentaron los obispos.

Cargó las tintas el Presidente Ortega al equiparar diálogo con traición y muerte. ¿Era necesario? Ortega no parece urgido, ni siquiera necesitado, de convocar un diálogo en el que participen quienes están preocupados por el rumbo del país, quienes lo adversan, quienes tienen qué decir y qué ofrecer desde distintas perspectivas para resolver los problemas nacionales. Se considera a salvo de ese esfuerzo, siempre propio de un estadista responsable, esté o no en crisis su mandato.

La pasividad que observa en la población que no simpatiza con él, la dependencia que ha ido creando con sus nuevos simpatizantes en los sectores más pobres, la fidelidad con la que cuenta entre quienes siempre han estado con él, la certeza de que la oposición es débil o comprable y, sobre todo, el entramado de leyes que ha armado con la mayoría parlamentaria que se fabricó en las elecciones de 2011, le garantizan el “Ortega forever”.

LA ESTRATEGIA
DE “LOS TRES ÁNGELES”

Hace tres años, en estas mismas páginas, cuando iniciaba el segundo período de gobierno de Ortega, en 2011, nos referimos a la estrategia que le fue aconsejada por uno de sus cercanos allegados para regresar al gobierno “desde arriba” después de perder las elecciones de 1990.

Consistía en neutralizar “las espadas desenvainadas de los tres ángeles que le cerraban las puertas del paraíso del poder”. Esos tres “ángeles” habían sido los más acérrimos enemigos de Ortega en los años 80. Eran la gran empresa privada, la jerarquía de la iglesia católica y el gobierno de Estados Unidos.

¿RECICLARÁ LA ESTRATEGIA?

El documento de la jerarquía de la iglesia católica tiene potencialidad para convertirse en una hoja de ruta. O, en palabras del Cardenal Brenes, tiene la potencia vital que tiene una “semillita” que con el tiempo podría germinar. En cualquier caso, aun cuando no pasara del papel, es una señal de que “la espada” de ese “ángel” no está totalmente “enfundada”. Es una señal de que la neutralización que Ortega y Murillo consiguieron hace diez años atrayendo a su proyecto al Cardenal Obando ha llegado a su fin.

En el año 2004 la celebración del 25 aniversario de la Revolución, con una misa en la Catedral de Managua, concelebrada por dos docenas de sacerdotes, presidida por el Cardenal Obando y a la que asistió el Nuncio, selló simbólicamente la “reconciliación” entre Ortega y la jerarquía de la Iglesia Católica y dio inicio a una estrecha alianza, que sorprendió a muchos.

Hoy, aunque los fundamentos de la religiosidad tradicional que promueve la jerarquía católica entre los fieles no ha cambiado mucho -como reflexiona en páginas siguientes el sacerdote Rafael Aragón-, hay cambios evidentes en la institucionalidad de la Iglesia: hay otro Papa en Roma y otro Cardenal en Managua y desde 2007 hemos asistido a muchos desacuerdos y remiendos de acuerdos entre el gobierno y la jerarquía católica.

Con el declive de la influencia del Cardenal Obando, Ortega busca reciclar su estrategia de neutralización, ahora con el nuevo Cardenal, Leopoldo Brenes. Lo demuestra la cobertura insistente y encomiástica que los medios oficialistas brindan a misas, homilías y visitas a las parroquias del Cardenal Brenes.

Leopoldo Brenes, un obispo muy cercano a la gente, con una personalidad muy distinta a la del Cardenal Obando y con una amistad personal con el Papa Francisco, como nunca la hubo entre el Cardenal Obando y el Papa Wojtyla, se presenta como un objetivo más difícil.

LA ALIANZA
GOBIERNO – GRAN CAPITAL

El segundo “ángel” que Ortega debía neutralizar, los grandes empresarios nacionales, protagónicos en la oposición al gobierno del FSLN en los años 80, repiten hoy que Ortega ha aprendido de sus errores del pasado y señalan como prueba de su arrepentimiento la alianza corporativa y el diálogo continuo que mantienen con él los representantes del gran capital nacional.

Esa alianza mantiene “enfundada” la “espada” que este sector tuvo desenvainada durante años. El presidente del COSEP (Consejo Superior de la Empresa Privada), José Adán Aguerri, alardea de las ventajas que para las cámaras empresariales que él representa tiene el modelo corporativo. Son ya, dice, 81 las leyes aprobadas en consenso en conversaciones entre ellos y el gobierno.

Ahora negocian una nueva reforma a la Ley Tributaria, que aumentará las exoneraciones fiscales que privilegian los negocios de esa élite, negocios en los que el grupo en el poder participa. Ambos aliados justifican ese diálogo: atrae inversiones, genera empleo, hace crecer la economía, incrementa exportaciones… y, por tanto, hace avanzar la lucha para erradicar la pobreza.

A pesar de la prolongada luna de miel del gran capital con el gobierno, son inocultables dos focos de tensión. Saben los empresarios que la crisis de institucionalidad del país, incluida la cadena de fraudes electorales, es una espada de Damocles que les afecta el clima de negocios. Saben también, y lo experimentan, los efectos que en ese clima tiene el favoritismo con que son tratadas por el gobierno las empresas del grupo empresarial del FSLN. Así que la “espada” enfundada tiene razones para mantener su filo…

DE ELLOS NO SE HABLA,
DE ESO NO SE HABLA

Todas las justificaciones de la alianza gobierno – COSEP sobre la bienandanza de la economía configuran un espejismo alimentado por la propaganda oficial. Algunos datos demuestran que esa alianza, a la que atribuyen tantos beneficios nacionales, sólo beneficia a ambos aliados.

¿Quiénes mueven la economía? En el año 2013 los hogares nicaragüenses recibieron 1,202 millones de dólares en remesas de sus familiares emigrantes, un 4.3% de incremento respecto a 2012. Las remesas representaron más del 10% del PIB. Esos recursos mueven la economía, pero los hogares que los reciben los destinan, en gran medida, a suplir carencias, a menudo básicas.

“La economía nicaragüense crece más por el consumo que por la inversión privada -dice el economista independiente Adolfo Acevedo- y eso significa que la mayor demanda se centra en las importaciones y por eso la producción interna crece más lentamente. Debemos hacer crecer la economía dependiendo más de las inversiones”.

Las remesas han crecido. Y la emigración sigue aumentando. La de nicaragüenses a Costa Rica, que es la más masiva, se ha incrementado en los últimos meses en un 20%, según fuentes migratorias costarricenses. El aporte de nuestros emigrantes a la economía nacional, que mejora la vida de tantas familias y que contribuye poderosamente a la estabilidad social, jamás aparece en los discursos del gobernante ni en el de sus aliados empresariales.

Si la propagada de la alianza corporativa gobierno – COSEP sobre los “éxitos económicos” del país no habla de migrantes, tampoco se refiere a algo elemental: crecimiento económico no significa desarrollo sostenible. El “crecimiento” en zonas de Occidente le está costando muy caro al país y a la gente: la extensión imparable de la siembra de caña de azúcar supone concentración de tierras y deforestación continua. Supone latifundio y monocultivo. Y ya conocemos los desastres ambientales y sociales que causan el monocultivo y el latifundio.

¿SE REDUCE LA POBREZA?

A finales de mayo, y como ya es costumbre, el Presidente Ortega obvió el mandato de presentar personalmente a la Asamblea Nacional el informe anual de su gestión y envió al Parlamento al Ministro de Hacienda, Iván Acosta para que lo leyera. El texto presenta los resultados del 2013. Está atiborrado de cifras, sin una sola línea que analice tendencias o explique el porqué de avances, de retrocesos o de obstáculos. Es el estilo del actual gobierno: abrumar con números, con porcentajes y estadísticas, a falta de un debate sobre argumentos.

El informe inicia con esta frase: “Seguimos reduciendo el hambre, la pobreza y la desigualdad”. De ahí salta a afirmar que la pobreza general descendió del 48.3% de la población en 2005 al 42.5% en 2009. Las fechas citadas sorprenden, porque más de la mitad de ese período (2005-2007) corresponde al gobierno de Bolaños (2002-2006) y a lo que ya ese gobierno dejó en marcha en 2006 y cosechó Ortega en su primer año de gobierno (2007).

Según una fuente más reciente, la Encuesta de Hogares 2012 que realiza FIDEG, citada en el informe, aunque sin nombrar a FIDEG, entre 2009 y 2012, la pobreza general se redujo del 44.7% al 42.7%, una reducción mínima en cuatro años de gobierno de Ortega, los de mejores precios en los productos de exportación y los de la más abundante cooperación venezolana. FIDEG explica -aunque el informe gubernamental lo oculta- que sin las remesas de los migrantes, la pobreza general en 2012, en vez de haberse reducido al 42.7%, habría estado en el 46.8%.

LAS RAÍCES ESTRUCTURALES
DE LA POBREZA

La persistencia de tan altos niveles de pobreza en nuestro país está estrechamente vinculada al patrón de crecimiento económico de la última década, al que ha dado continuidad el actual gobierno. Es un patrón estimulado por las políticas de liberalización económica, basado en sectores que relativamente generan poco empleo -el comercio transnacional, la banca, la energía, transporte y comunicaciones, una agroindustria altamente mecanizada (azúcar y maní)- y la ganadería tradicional. La única excepción ha sido la industria de la maquila, principalmente textil, que ha tenido un impacto significativo en la creación de empleos para mujeres jóvenes de zonas marginales urbanas y semiurbanas.

La estrategia de desarrollo del gobierno tampoco ataca las raíces estructurales de la pobreza, que tienen su origen en la aguda desigualdad en la distribución del ingreso y de activos como la tierra, el crédito y el acceso a caminos y mercados. Una investigación de Nitlapan-UCA que apoyó el Banco Mundial revela que casi la mitad de la población rural nicaragüense carece de tierras.

IMPUESTOS:
UNA RAÍZ INTOCABLE

El Presidente del Banco Central, Ovidio Reyes, admitió que las exoneraciones de impuestos, de las que se beneficia considerablemente la élite empresarial equivalen al 6% del PIB, lo que significa más de 600 millones de dólares.

Una raíz de la desigualdad que debería atacar un gobierno que se identifica, incluso constitucionalmente, como de “principios cristianos, ideales socialistas y prácticas solidarias” es una ley tributaria realmente justa, que haga pagar más impuestos a quienes ganan más. Pero la nueva ley tributaria y las reformas que ahora anuncia la alianza Ortega-COSEP mantiene la injusticia: es la gente de menos ingresos la que paga y pagará más impuestos, en proporción a lo que gana, que la gente más rica, que tiene, mantiene y piensa acrecentar los tratamientos especiales que exoneran de impuestos sus negocios.

“Es a través de la política fiscal que se define la esencia y los límites de una comunidad política”, dijo en Managua este mes el politólogo Aaron Schneider, al presentar su libro Construcción del Estado y regímenes fiscales en Centroamérica, un texto que analiza por primera vez los modelos de la construcción de los Estados centroamericanos, expresados en su capacidad para recaudar impuestos.

Según Schneider, lo más singular del caso de Nicaragua es lo frecuentes que son las reformas tributarias: tres en los últimos tres años y tres anunciadas ya por Aguerri para los próximos tres años, hasta 2017. En Nicaragua, con un gobierno de tradición de izquierda, Schneider ve ahora “el momento ideal para presionar a los ricos a pagar impuestos para apoyar con ellos a la construcción del Estado”. Sin embargo, su análisis no conduce a pensar que eso suceda. Piensa, más bien, que nuestro sistema tributario, que caracteriza como “lleno de exone¬raciones, exenciones, y regímenes especiales que exacerban la inequidad”, seguirá siendo como es, injusto.

LA CRISIS VENEZOLANA

Por muy poderosas razones legales, tributarias y de negocios, hasta ahora el segundo “ángel” que Ortega tenía que contrarrestar no sólo ha sido neutralizado, sino que parece plenamente satisfecho. A pesar de eso, la élite empresarial sabe que la alegría es frágil y está atenta a las señales de cambio climático que percibe tanto en el Norte como en el Sur.

Veamos primero hacia el Sur… La situación en Venezuela es cada vez más difícil. En su discurso del 20 de junio el Presidente Ortega coincidió con todos los análisis independientes cuando se lamentó: “En estos momentos la revolución bolivariana está enfrentando las mayores embestidas de las fuerzas enemigas”.

Esas embestidas ya no vienen sólo de la derecha. Se embiste también desde la izquierda. Fuerzas al interior del chavismo cuestionan el liderazgo de Maduro y su ineptitud para enfrentar la crítica situación económica y política. Las luchas de poder y la contradicción de intereses, que han estado presentes desde hace años en el chavismo, y que previsiblemente se expresarían tras la muerte de Chávez, ya comienzan a hacerse públicas. Aunque no conocemos las consecuencias financieras que la crisis venezolana ha causado en las arcas del partido de gobierno, es imposible pensar que no las esté habiendo. El efecto más visible y público ha sido una reducción en las exportaciones a Venezuela y el pago tardío que hace Venezuela de esas exportaciones.

Venezuela es el segundo socio comercial de Nicaragua después de Estados Unidos y el acuerdo petrolero vincula estrechamente la economía nacional a la venezolana. El Banco Mundial pronostica a la economía venezolana tres años de escaso crecimiento y la economía de Nicaragua ha sido calificada como de “alto riesgo” por la agencia Moody´s, que considera que la estrecha dependencia de Venezuela la hace “especialmente vulnerable”.

Además de estas incertidumbres que causa el clima sureño, es en el Norte, morada del “tercer ángel” que Ortega debía neutralizar, donde hay varias señales de cambios de temperatura, nubosidad y presión, varios de los parámetros que configuran un cambio climático.

EL COMUNICADO
DEL CENTRO CARTER

Aunque fue recibido con un total silencio público de la cúpula gobernante, el breve comunicado del Centro Carter del 2 de junio parece haber preocupado más al binomio presidencial que el extenso documento que los obispos les presentaron el 21 de mayo. El hermético silencio oficial es señal de esa preocupación.

El duro comunicado del Centro Carter es una de las señales más claras del cambio de clima en Estados Unidos, una expresión más de que las relaciones del gobierno de Estados Unidos con Nicaragua, aunque “son correctas no son cordiales”, como viene expresando el ex-Canciller de Nicaragua Francisco Aguirre Sacasa, buen conocedor de lo que se guisa y se sazona en las cocinas del gobierno estadounidense.

El Centro Carter nació en los años de la Revolución (1982), cuando el Presidente Jimmy Carter perdió las elecciones frente a Ronald Reagan. Carter, quien jugó un papel decisivo en la salida de Somoza del poder, se mantuvo después siempre atento a lo que ocurría en Nicaragua durante el gobierno revolucionario. Él y el Centro representaban a los amigos del partido demócrata que Nicaragua tenía en Washington.

NOCHE DEL 25 FEBRERO DE 1990

Al frente de los observadores electorales que participaron en las históricas elecciones del 25 de febrero de 1990, demostró esa cercanía cuando decidió jugar su papel en el reconocimiento de su derrota, que, a regañadientes, tuvo que hacer Ortega esa noche.

Así lo contó a Envío Nicho Marenco, testigo de excepción en aquella jornada: “Como a las 10 de la noche Jimmy Carter me llama: “Quiero hablar con el Presidente Ortega”. Le digo: “El Presidente no está”. Me dice: “Dígale que quiero hablar con él”. Pero Daniel no le contestó. Como a las 11 vuelve a llamar, más insistente y me dice: “Dígale al Presidente Ortega que si no se me pone al teléfono yo voy a anunciar que perdió las elecciones, no quiero hacerlo sin que él lo sepa”. A medianoche Carter llegó a la casa de campaña del Frente. Entró Daniel y le dijo Carter: “¿Qué tal, Daniel, cómo estás? Mira, te quiero decir que perdiste las elecciones, pero no te preocupes, eso pasa. A mí me pasó y aunque al principio uno se siente mal, después te vas a componer”. Le dice Daniel: “No, eso no es verdad, todavía faltan los resultados de mil mesas”. Y Carter: “No, no, si vos no reconocés, yo lo voy a decir ya y se va a armar un relajo”. Entonces, Daniel reconoció y lo único que pidió es que no se hiciera público hasta las 6 de la mañana”.

El Centro Carter, que Jimmy Carter, 90 años, ya no dirige, comenzó desde 1989 a observar elecciones en distintos países de varios continentes para validarlas como “libres y justas”. En esa tarea fue ganando credibilidad y prestigio.

Cuando en 2012 Jimmy Carter afirmó, en el discurso anual del Centro, que de las 92 elecciones que habían monitoreado, “el proceso electoral en Venezuela es el mejor del mundo”, esa aseveración fue alzada como bandera por Chávez, Maduro y sus simpatizantes. También en Nicaragua se convirtió en argumento de respaldo al chavismo, pues si Carter lo dice, ¡póngale sello! Eso le da mayor peso al balde de agua helada que significó ahora el comunicado del Centro Carter.

“UN DESDICHADO EPISODIO”

Hacía ya un tiempo que había roces entre el proyecto de Ortega y el Centro. Para las elecciones municipales de 2008 Ortega no permitió ni a la OEA ni al Centro Carter enviar observadores electorales, a pesar de que habían observado todos los comicios desde el de 1990. “No son imparciales”, dijo Ortega.

Para las presidenciales de 2011, el presidente del Consejo Supremo Electoral (CSE), Roberto Rivas, calificó de “ofensivo” un señalamiento previo que hizo el Centro Carter sobre anomalías en el proceso de cedulación y en la elaboración del padrón electoral y concluyó que por eso ya no serían invitados porque se habían “autoexcluido”. En las municipales de 2012 el Centro Carter no estuvo presente.

Después de estas ausencias y desdenes, el comunicado que publicó el Centro el 2 de junio de 2014 es prácticamente un “resumen” de cómo ven la situación en que está hoy la democracia electoral en Nicaragua. Lo emitieron en relación a la reelección de Roberto Rivas y de otros cuatro magistrados electorales el 10 de abril. Esa “decisión -afirman- constituye la pérdida significativa de una oportunidad para el fortalecimiento de la maltrecha institucionalidad electoral del país” y la califican de “desdichado episodio”.

Se refieren a las elecciones municipales de 2008 como las de un “fraude comprobado” y dicen que después de ellas “la imagen y credibilidad del CSE, así como los estándares democráticos y electorales en Nicaragua, decayeron significativamente”. Hablan de las presidenciales de 2011 como “las más opacas de los últimos veinte años en Nicaragua, cuyos resultados, particularmente los referidos a la correcta asignación de escaños de la Asamblea Nacional, fue imposible verificar, estableciendo en consecuencia un precedente nocivo para el futuro de la democracia en Nicaragua”.

PERDIENDO AMIGOS
EN EL NORTE

El Centro Carter cierra su comunicado “invitando a la comunidad internacional a no olvidar y a prestar atención al estado de la democracia en Nicaragua”. Después de haber estado tan cercanos a Nicaragua, el muy crítico contenido del mensaje indica que ellos no olvidan y prestan atención.

Es sólo un caso. A lo largo de estos años el gobierno de Ortega ha ido perdiendo aliados en Estados Unidos. En diciembre de 2011, menos de un mes después del fraude electoral de ese año, se celebró en el Congreso de Estados Unidos una audiencia titulada “Nicaragua: democracia secuestrada”, que entre sus conclusiones “instaba al Presidente Barack Obama, y a la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, a que de forma inmediata adopten medidas significativas para fomentar la restauración del orden constitucional en Nicaragua”.

Al mes siguiente, Hillary Clinton, quien hoy se proyecta como sucesora de Obama en la Presidencia, reaccionaba a esa instancia con una declaración en la que su gobierno asumía las severas críticas de los informes de la OEA y de la Unión Europea sobre las elecciones que llevaron a Ortega a un segundo período de gobierno y anunciaba que, por esas irregularidades, Estados Unidos ejercería un “escrutinio severo” a los fondos de proyectos brindados por el BID y el Banco Mundial a Nicaragua. Fue una primera señal de advertencia. El Partido Demócrata siempre ha sido sensible a los rituales de la democracia electoral. Fue también una señal de que el lobby de la democracia volvía a reavi¬varse en Washington.

UN EMBAJADOR
CON UN DISCURSO DESFASADO

De los amigos, fundamentalmente demócratas, con los que ya no cuenta Ortega en el Norte, “como los tenía en la década de los 80”, habla el ex-Canciller nicaragüense Francisco Aguirre Sacasa. “No es cierto -dice- que Estados Unidos pretenda desestabilizar al gobierno de Ortega, pero sería equivocado pensar que buscará cómo hacerle favores”.

Este mes, en el programa televisivo del político Jaime Arellano, de regreso de Washington, a donde viaja con frecuencia, Aguirre Sacasa dijo que había percibido “en el hoy pequeño universo de latinoamericanistas” el impacto que habían tenido, tanto el documento de los obispos, sobre todo en lo referente al retroceso de la gobernabilidad, como el comunicado del Centro Carter.

La entrevista que el actual embajador de Nicaragua en Washington, Francisco Campbell, brindó a mediados de mayo a la conocida revista Foreign Policy News revela un discurso sobre las relaciones de Nicaragua y Estados Unidos que no sale de los lugares comunes. “Los tres pilares básicos de estas relaciones son la seguridad, el comercio y las inversiones y el desarrollo de energías renovables”, dice Campbell. Ni una palabra sobre la institucionalidad democrática o sobre la democracia electoral.

El discurso resulta desfasado. Son palabras para 2007, cuando Ortega inició su primer período. Para el Departamento de Estado no es lo mismo que Ortega gobierne habiendo ganado legítimamente, que continúe gobernando, de la forma que lo hace, después de varios fraudes electorales. Lo desfasado de ese discurso oficial se puso en evidencia cuando apenas dos semanas después el Centro Carter puso su dedo sobre la llaga electoral.

También con el “ángel del Norte” la estrategia está agotándose… Y habría que reciclarla.

UN FRENTE COMÚN
CON UNA CAUSA COMÚN

Aguirre Sacasa contó que en Washington “algunos ven difíciles de comprender” las armoniosas relaciones del gobierno de Ortega con la gran empresa privada.

Esas relaciones son las que el gobierno y los grandes empresarios fueron a exponer el 25 de junio a Washington, haciendo un frente común con una causa común en un foro sobre el clima político y económico de Nicaragua, organizado por el Consejo de las Américas, uno de los think tanks más influyentes en Estados Unidos, quien tiene al frente de su staff como director a un personaje bien conocido en Centroamérica, John Negroponte.

Para presentarse en Washington Ortega ya no cuenta con otra compañía que el gran capital. Sabe que su capacidad de negociación con Estados Unidos está cada vez más disminuida. Sabe que el gobierno de Obama no le es hostil, pero no es amigo. Sabe que Estados Unidos mantiene en su retrovisor la crisis que atraviesan Venezuela y Cuba y se sabe metido en ese dominó.

EL FORO DE WASHINGTON

El foro de Washington reunió a más de un centenar de políticos, funcionarios de gobierno, congresistas y empresarios estadounidenses y a funcionarios del BID, del FMI y del Banco Mundial.

En las dos horas que duró, habló a nombre del gobierno de Nicaragua el general en retiro Álvaro Baltodano, delegado presidencial para inversiones. A nombre de la empresa privada, José Adán Aguerri. Ambos resaltaron la estabilidad y la gobernabilidad de la que goza el país y ambos la atribuyeron a la alianza entre el gobierno y los grandes empresarios, que garantiza un buen clima de negocios.

Baltodano manipuló la realidad de los niños migrantes que cruzan solos la frontera, tragedia que estaba causando alarma esos días en Estados Unidos, y afirmó que “ningún niño nicaragüense está entre ellos”, presentando esa ausencia como una prueba de la estabilidad, seguridad ciudadana, inclusión social y avances en la educación que asegura el modelo de alianzas de Ortega.

El “contrapeso” político lo puso en el foro Aguirre Sacasa, quien sin negar la estabilidad macroeconómica y la gobernabilidad económica, señaló que existe un retroceso en la gobernabilidad política, que se ha extendido durante años y acarrea consecuencias económicas. Recordó que desde 2006 las elecciones en Nicaragua han sido “viciadas” y que los vicios de las municipales de 2008 le costaron al país el retiro de 60 millones de dólares de los fondos de la Cuenta Reto del Milenio y 90 millones de dólares de la cooperación de la Unión Europea.

Para sustentar su preocupación Aguirre resaltó el mensaje de los obispos del 21 de mayo y el comunicado del Centro Carter del 2 de junio. Y fue honesto al admitir que si los déficits democráticos eran asunto grave para personas como él, las encuestas indicaban que esa percepción no era compartida por la mayoría de la población nicaragüense.

¿SE ACABAN LOS TPL?

La más inmediata de las preocupaciones para la alianza corporativa Ortega-COSEP ante las señales de cambio climático en Estados Unidos es económica: que no se le extiendan a Nicaragua los TPL, un régimen arancelario preferencial con el que Estados Unidos benefició a Nicaragua al firmar el TLC con Centroamérica y República Dominicana. Este privilegio le ha permitido a Nicaragua desde 1994 exportar a Estados Unidos productos textiles elaborados con materiales no producidos en ninguno de los países que firmaron ese TLC.

Los TPL, que Estados Unidos sólo le concedió en exclusiva a Nicaragua, atrajeron a nuestro país a inversio¬nistas extranjeros que instalaron aquí sus maquilas textileras, atraídos por los salarios bajos que se les permite pagar aquí y porque aquí obtenían mayores beneficios, al poder importar materia prima barata de cualquier país y sin ninguna restricción.

¿SE VAN LAS MAQUILAS?

Los TPL caducan en 2014. El fin de los TPL afectaría el favorable clima de negocios que la alianza corporativa presenta como el gran logro del gobierno. Que no se le concedan por más tiempo a Nicaragua depende del clima político en el Norte, también influido por las elecciones al Congreso de Estados Unidos este noviembre. Según Aguirre Sacasa, la continuación de los TPL para Nicaragua se decide en el Congreso, en donde, dice, privan en un 90% de las decisiones los criterios políticos y no los técnicos.

Si no se extienden los TPL, calcula Dean García, director ejecutivo de la Asociación Nicaragüense de la Industria Textil y Confección, los costos de producción se incrementarían en un 30-40% y eso provocaría que los maquiladores emigraran a países con costos menores. Eso podría significar la pérdida de 30 mil de los más de 110 mil empleos que genera la maquila, donde el 53% de las personas empleadas son mujeres jóvenes, gran número de ellas madres solteras.

Paliar el desempleo, aunque sea a costa de bajos salarios y de abusos contra esas trabajadoras, caracteriza el “clima de negocios” hoy tan favorable a las maquilas en Nicaragua. No debemos olvidarlo. Es el caso, por ejemplo, de una maquila coreana en la zona de Diriamba, en la que los coreanos responsables abandonaron el país declarándose en quiebra en octubre de 2013, dejando a miles de trabajadoras sin tres meses de salario. La fuga de los empleadores y el daño a los empleados fue un delito laboral que quedó impune.

NINGÚN NIÑO ES NICA...

Con el beneficio de los TPL Nicaragua se convirtió en el país de la región centroamericana que más ha crecido como exportador de productos textiles y de confección hacia Estados Unidos. Un 60% de las empresas maquiladoras en Nicaragua son de origen estadounidense. Después del gobierno, que ha inflado las planillas de los empleados públicos, las maquilas son el segundo mayor empleador de nuestro país.

Al participar en la 43 cumbre del SICA (Sistema de Integración Centroamericana), celebrada en Punta Cana, República Dominicana, José Adán Aguerri, habló en una sesión especial, a nombre de los empresarios nicaragüenses. Allí se refirió al tema de la no extensión de los TPL y, al igual que Baltodano, aprovechó el sensible tema de los niños migrantes, resaltando que entre ellos no hay nicaragüenses, instando a Washington a tener en cuenta de cuáles tres países huyen y a evitar desestabilizar -con decisiones económicas, como la cancelación de los TPL- a los tres países “estables” de la región: Nicaragua, Costa Rica y Panamá. Estos mensajes olvidan que los niños nicas se van a Costa Rica...

EL MAYOR
CONSENSO NACIONAL

Más allá de lo que ocurra con los TPL, el telón de fondo que agrava el lento, pero seguro, cambio de clima que está sintiendo en las relaciones del partido de gobierno con el establishment de Estados Unidos es el telón electoral.

En poco más de un año estaremos en vísperas electorales. En un país que no consigue consensuar en casi nada, uno de los consensos más amplios que hoy existe es el que considera necesario, urgente, desde todo punto de vista, que las elecciones de 2016 sean arbitradas de forma transparente, justa y honesta.

Daniel Ortega ha manchado su legitimidad por la falta de escrúpulos exhibidos en los cuatro fraudes electorales que le han llevado al gobierno y lo mantienen ahí con mayoría legislativa y con una mayoría de alcaldías.

Este baldón lo distancia de todos los gobernantes de América Latina y de sus pares en el ALBA, que gobiernan después de ganar elecciones sin haber recurrido a esa artimaña. Ortega debería unirse a ese consenso si quiere “heredar a la nación un legado histórico digno de ser recordado por las futuras generaciones”, como le sugirieron los obispos en su mensaje del 21 de mayo.

¿GANARÍA DANIEL ORTEGA?

Hay quienes dicen que si las elecciones fueran arbitradas de forma transparente, justa y honesta, Daniel Ortega las perdería. Hay quienes dicen que todo dependería de quién fuera el candidato con el que tendría que competir. Y hay quienes dicen que con cualquiera que fuera el contrincante, Ortega las ganaría. En este grupo hay aliados corporativos del mandatario. Están seguros que las ganaría, pero insisten en que sería muy beneficioso para mejorar el clima de negocios que las ganara “por las buenas”. Eso los suma al consenso que clama por árbitros honestos que garanticen elecciones limpias.

Lograr eso no es fácil. Porque no bastaría con algo -que ha resultado tan difícil- como cambiar al desacreditado presidente del CSE Roberto Rivas o a todos los magistrados electorales. Habría que cambiar la ley electoral. Y habría que desarraigar de las estructuras electorales, desde las más básicas, las mañas practicadas desde hace años y bendecidas desde el poder. Sería necesaria una auténtica mutación política y ética.

EL TELÓN DE FONDO
ES ELECTORAL

En 2006, después de ganar aquellas elecciones, Ortega comentó que el mejor pacto que había hecho en su vida política lo hizo con su predecesor, Enrique Bolaños, ya que esa alianza le había permitido dividir a los liberales, encarcelar a su líder Arnoldo Alemán, desprestigiar al PLC y comprar y chantajear a los liberales disidentes del alemanismo.

En el lado de la oposición liberal a Ortega sería necesaria otra mutación política y ética, que transformara las consecuencias del pacto del que Ortega presume, una negociación que agudizó los personalismos, los sectarismos y los cortoplacismos que abundan en el liberalismo y en la atmósfera política nacional desde hace mucho.

El gobierno de Estados Unidos, que no tiene relaciones cordiales con Ortega, no confía ya en la oposición liberal de Nicaragua. Tanto en el Departamento de Estado, como entre demócratas y republicanos en el Congreso, se cuestiona por igual a Alemán y a Montealegre como líderes de la oposición.

Tampoco ven en el horizonte a un personaje capaz de jugar el papel que Fabio Gadea asumió como candidato presidencial en 2011 desafiando a Ortega. Periodista, escritor, al frente de la emisora radial más popular del país en zonas rurales, antisomocista, liberal y honesto, Gadea, con un claro perfil de derecha, pero respetado por quienes no comparten su ideario, fue a sus 79 años un válido y validado contrincante para Ortega.

¿HAY OPOSICIÓN?

Con el telón de fondo de las elecciones de 2016, los liberales del PLI y su disidencia y los del PLC y su disidencia están ya iniciando reuniones con el objetivo de recomponer bajo una sola bandera y un único liderazgo la unidad que perdieron cuando Ortega logró dividirlos.

Para lograr una unidad realmente competitiva contra Ortega y a falta de un hombre como Gadea, la familia liberal tiene que tener en cuenta a la disidencia del FSLN, representada políticamente por el Movimiento Renovador Sandinista. Y ahí, la manzana de la discordia la representa el PLC y el alemanismo, que justifica ideológicamente su desconfianza de “esos sandinistas”, considerándolos un partido “de cúpula”, minoritario y sospechoso de trabajar como quintacolumna del FSLN.

En marzo de este año y tras la importante acogida que tuvo en Washington, tanto de demócratas como de republicanos, la dirigencia del Movimiento Renovador Sandinista, fuentes diplomáticas en Managua dijeron a Informe Pastrán, boletín informativo electrónico de tendencia pro-gobierno, que el MRS está siendo visto en Washington como “la verdadera oposición” a Ortega. Lo dijeron considerando que nunca antes un partido de centroizquierda como el MRS había tenido “tanta acogida” en Washington. En aquella ocasión la dirigencia de los dos partidos liberales “prefirió guardar un sepulcral silencio”, escribió el boletín.

HEMOS PERDIDO
UNA OPORTUNIDAD HISTÓRICA

Así están las cosas. Y no sabemos cómo estarán cuando se acerque más el momento de levantar el telón del escenario electoral. Lo que ya está más claro hoy, cuando comienza a cambiar el clima en el Norte y en el Sur, en Venezuela y en Estados Unidos, es que Nicaragua ha perdido una oportunidad histórica.

Las decisiones que tomó Daniel Ortega sobre el uso que iba a darle a la cuantiosa y generosa cooperación venezolana colocan hoy a Nicaragua en una posición muy frágil.

Ortega no apostó por construir, desarrollar y fortalecer al sector de la economía social, transformando los amplios sectores de la economía popular que generan la mayoría de los empleos en el país. El gobierno de la “segunda etapa de la Revolución” no confió en los sectores populares para protagonizar con ellos y con los recursos de Venezuela la transformación de Nicaragua. Optó por la creación, la consolidación y el enriquecimiento de un nuevo grupo empresarial hegemónico alrededor de Albanisa y depositó su confianza en la élite empresarial tradicional y en los inversionistas extranjeros. Eso hace más frágil su proyecto ahora, cuando ya está cambiando el clima.

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