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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 385 | Abril 2014

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México

Qué se aprende en la escuelita zapatista

Los zapatistas me invitaron a inscribirme en su escuela. Mis problemas de salud me impidieron participar. Pude estar en uno de los colectivos que recibieron las videoconferencias y me llegaron los libros. Después, me invitaron a integrar el comité editorial de su revista. Entrevisté a varios de los alumnos de la escuela y revisé las crónicas de quienes de México y del extranjero participaron como alumnos. Con todo ese material llené 500 páginas de información. El resultado es esta breve crónica que da cuenta de una muy novedosa experiencia política.

Jorge Alonso

A mediados de 2013 los zapatistas convocaron a participar en lo que llamaron “la escuelita zapatista”. Pronto, el cupo planeado para agosto -1,500 personas que visitarían las comunidades zapatistas para ver cómo vivían- se llenó. Marcos escribió que hubo más solicitudes de las esperadas, por lo que decidieron repetir el primer curso de la escuelita en diciembre de 2013 y en enero de 2014. Para entonces eran 2,250 los inscritos. Los zapatistas se prepararon para esa tarea. Y denunciaron que, por ese motivo, el gobierno había reactivado a los paramilitares para provocar confrontaciones.

PRIMER CURSO:
QUÉ ES LA LIBERTAD

En un comunicado, Marcos explicó que habría tres equipos de maestros y maestras. El primero, integrado por quienes hospedarían a los que asistieran. El segundo, compuesto por los llamados votanes o guardianes, que tendrían el encargo de acompañar y cuidar a los visitantes. El tercero, los encargados de impartir cursos. A quienes se apuntaran y no pudieran trasladarse se les prometieron los cursos por videoconferencias. Al primer curso lo llamaron “La libertad según los zapatistas”. En varios comunicados se fue explicando quiénes serían los condiscípulos: quienes antecedieron a los alumnos en el inacabado camino a la libertad y cayeron en la lucha. En un primer comunicado se referían al “país de la libertad”, la única nación sin fronteras. Entre los invitados que no podrían asistir estaban numerosos presos, invitados para simbolizar lo absurdo de pretender encerrar la libertad, siendo así que la dignidad
no es vencida ni por guardias ni paredes ni rejas. Los presos invitados a la escuelita dijeron que llegaría un día
en que las puertas de las cárceles se abrirían para ellos y en las celdas recibirían a los banqueros. Los zapatistas les prometieron hacerles llegar los materiales de las clases.

Los zapatistas enumeraron a quienes no habían invitado. Entre ellos estaban los legisladores que han formado la Comisión de Concordia y Pacificación, los presidentes de los partidos políticos con registro, los presidentes de las mesas directivas de las cámaras legislativas y los coordinadores de las fracciones parlamentarias, la Secretaría de la Defensa Nacional, la Secretaría de Marina, el órgano de vigilancia y espionaje gubernamental, la Procuraduría General de la República, la Comisión Nacional de Seguridad, la Secretaría de Desarrollo Social y la Suprema Corte de Justicia
de la Nación.

Si estos funcionarios hubieran asistido hubieran podido constatar la persistencia de lo que con tanto empeño han tratado de destruir: la autonomía indígena. En la lista de los no invitados estaban también el Departamento de Estado de Estados Unidos, la CIA y el FBI. Tampoco “el mandón que realmente los dirige a todos ellos, ante quien se inclinan
y a quien adulan”.

Quienes asistieron a los cursos tendrían como compañeros a “lo mejor del mundo”, aunque echarían de menos
a muchos que han sido, y son, muy importantes para los zapatistas, porque los han acompañado siempre, los han guiado y enseñado con su ejemplo. Son quienes en todos los rincones del mundo no son del EZLN, pero andan
el mismo camino que los zapatistas. Y si alguno de los asistentes se llegara a preguntar por qué no tiene como condiscípulos a los pueblos originarios de México y del mundo los zapatistas les responderán que no están porque han sido y son sus maestros y no fueron invitados a la escuelita pues no tienen nada que enseñarles. Su sola existencia ya demuestra que pueden dar cátedras en la gran escuela del mundo y no necesitan recibirlas. Los zapatistas si tienen que aprender mucho de estos pueblos.

EL PERFIL
DEL ALUMNADO

De los 1,500 que respondieron el formulario de inscripción, poco más de la mitad eran varones, algo menos mujeres. 1,400 son adultos, de ellos más de 200 mayores de 50 años y 2 de más de 90. Habría 200 personas que asistirían al curso en San Cristóbal de las Casas y otras 200 lo tomarían por videoconferencias. Había estudiantes de todos los continentes. Entre los estudiantes, unos 34 con estudios de doctorado, más de 50 son profesores-investigadores universitarios, con escritos traducidos a quince idiomas. Más de 100 son actores, actrices, directores, músicos, promotores, pintores, caricaturistas, fotógrafos, promotores culturales, escritores, editores, políticos, abogados, sindicalistas y luchadores sociales.

Entre otras características, los inscritos -dijeron los zapatistas- “se han conducido, durante toda su vida, con absoluta irresponsabilidad frente al poder en cualquiera de sus formas, han recibido el repudio de sus respectivos círculos sociales por su terco inconformismo, han escandalizado a las buenas conciencias y a policías del comportamiento, han reiterado su rebeldía y su pasión por la libertad a pesar de los asegunes y han militado según su conciencia y no según las modas a modo”.

PERFIL DEL PROFESORADO

En fechas previas a la primera vuelta del primer curso de la escuelita zapatista aparecieron otros comunicados. Decían los zapatistas que “la masa rebelde tiene la manía de traer lo cotidiano a primer plano y cuando el supuesto paladín de la libertad y la democracia de los de arriba, el gobierno norteamericano, espía impunemente, o hace barbaridad y media en todo el planeta, la red se convierte entonces en la mano irreverente que derrumba la escenografía tras la que se oculta la gran obsesión del poder: el control de todo”. Recordaban que los de arriba han aprendido a tapar un escándalo con otro mayor, “pero no se han dado cuenta de que lo que pretenden gobernar ya no existe”.

Los zapatistas informaron que lo único que se necesita para ser discípulo en la escuelita es disposición “para mirar
y aprender”. El lugar de enseñanza-aprendizaje será la comunidad. En esta escuela no hay un maestro o una maestra a la vieja usanza, sino un colectivo que enseña, que muestra, que forma, y en él y con él la persona aprende y, a su vez, enseña.

Los zapatistas recomendaban no esperar encontrarse con el modelo tradicional de escuela. Al estar en la comunidad, cada alumno conviviría con la familia que lo recibe y con ella iría a las labores del campo, cocinará y comerá lo que la familia come. Recordaban que el pueblo zapatista es un pueblo que no sólo ha desafiado al poderoso, que no sólo se ha mantenido en rebeldía y resistencia por veinte años, sino sobre todo, es un pueblo que ha logrado construir la definición indígena zapatista de libertad: gobernar y gobernarse de acuerdo a sus modos, en su geografía y en su calendario.

No encontrarían los alumnos ni un modelo a seguir ni un manual de construcción de libertad. Lo que verán
es lo que en este tiempo viven los zapatistas, sabiendo que vendrán nuevas generaciones que construirán sus propios caminos, porque un concepto de libertad “no hereda esclavitud hacia sí mismo”. Para los zapatistas, la libertad es ejercer el derecho de construirse uno mismo un destino, sin nadie que le mande ni le diga qué sí y qué no. Y eso se construye con rebeldía y dignidad, sabiendo que hay otros mundos y otros modos, y que, cada quien va construyendo su identidad, es decir, su dignidad. Los alumnos serían distribuidos en las comunidades, pero en los Caracoles se encontrarían con algunos que tratarán de responder las preguntas que surjan de esa convivencia.

EL PAPEL CRUCIAL DEL VOTÁN

En sus comunicados los zapatistas fueron explicando el papel que tendría el llamado votán en la escuelita. Sería la columna vertebral. El votán es “el guardián y corazón del pueblo”. A cada estudiante se le asignaría un votán para ayudarle a entender qué es la libertad según el zapatismo. El votán explicará la historia, lo que hacen y quieren hacer los zapatistas, sus logros y errores. Estudiará junto a cada uno los libros que se les entregarán. Al final, la evaluación no será un examen. La realizará la misma realidad con una única pregunta: qué es la libertad según cada uno de los alumnos.

También hicieron muchas precisiones como está: que las familias con las que convivirían no aceptarían regalos personales, porque eso desequilibraba la comunidad, y si querían hacer donaciones las dejarían en la sede de la Universidad de la Tierra en San Cristóbal de las Casas, que las distribuiría entre las Juntas de Buen Gobierno.

Los estudiantes no habían sido invitados para reclutarlos, sino para compartir la vida de los zapatistas. Les propusieron que cuando regresaran del curso dijeran que “al muro del Mandón le hace falta una grieta”. Los estudiantes deberían darse cuenta del esfuerzo organizativo de este tipo de escuela, que los albergaba, los alimenta y les ponía un tutor a cada uno (el votán) llamando la atención de que la luz nace y crece desde abajo y no es producto de un líder, jefe, caudillo o sabio, sino del común de la gente.

En esos comunicados también hablaron de los que llamaron “exentos”, personas que nunca les exigieron sometimiento ni claudicación, que tuvieron una mirada crítica hacia el zapatismo, pero siempre compañera, mostrando que el apoyo no es subordinación. Dieron como ejemplo algunos nombres de “exentos” que ya han partido: Tomás Segovia, José Saramago, Mario Benedetti, Manuel Vázquez Montalbán, Adolfo Sánchez Vázquez, Carlos Montemayor. Y entre
los que seguían interactuando mencionaron a Raúl Zibechi, Pablo González Casanova, Luis Villoro, Eduardo Galeano, Daniel Viglietti, Immanuell Wallerstein, Adolfo Gilly, el obispo Raúl Vera, Ernesto Cardenal y varios más.

ENSEÑAR NARRANDO LA VIDA


Para los que no pudieron asistir hubo videoconferencias. En ellos hablaron tres mujeres y tres hombres de las bases zapatistas, basándose en los cuatro cuadernos que los zapatistas prepararon para este curso, con narraciones de los mismos zapatistas de los cinco Caracoles sobre su vida cotidiana, sus problemas, cómo los resuelven y cómo están construyendo día a día otro mundo al margen del capital y del Estado.

Son narraciones de dos tipos: las que hacen síntesis generales y las que cuentan en detalle muchos casos que tienen que ver con todos los aspectos de su vida de resistencia y de construcción de autonomía.

Los zapatistas están convencidos de que la libertad no va a venir de otro lado, menos de los gobiernos corruptos porque la libertad de los de arriba es mentirosa y los malos gobiernos hablan de una libertad engañosa. Al gobernarse autónomamente los zapatistas experimentan libertad de proponer, analizar, estudiar, discutir y decidir.
La libertad existe cuando el pueblo puede discutir y decidir su propia experiencia. Gobernándose ellos mismos, todos deciden la forma de vivir y nadie les dice lo que tienen que hacer. Es un gobierno colectivo que piensa qué debe hacer por el pueblo y eso lo define y lo decide con la intervención directa del mismo pueblo. Otro aspecto de la libertad entre los zapatistas fue aprender a saber lo que es la coordinación. Enseñan que hay diferencia entre encontrar la libertad y hacer la libertad. Y afirman que mientras no se entienda la libertad no se podrá conquistar. Enseñan que la libertad tiene rostro de mujer y que la han adquirido por medio de la igualdad. En las casas los hombres participan junto a las mujeres y las mujeres que están en el gobierno autónomo no se sienten presionadas
por las cosas de la casa. Todo esto aparece en las narraciones-lecciones.

7 PRINCIPIOS Y 13 DEMANDAS


El gobierno autónomo que han ido construyendo los zapatistas tiene tres niveles: las comunidades, los municipios autónomos y las Juntas de Buen Gobierno.

En estos tres niveles opinan, discuten y deciden teniendo en cuenta sus siete principios. Obedecer y no mandar (se toma la opinión del pueblo). Representar y no suplantar (el representante toma en cuenta lo que dice el pueblo). Bajar y no subir (las autoridades lo son de manera sencilla). Servir y no servirse. Convencer y no vencer (las autoridades tienen que analizar las propuestas que traen antes de presentarlos al pueblo). Construir y no destruir (cuidar la palabra). Proponer y no imponer (estudian, analizan antes de proponer, y hacen asambleas para llegar a decisiones).

A esos siete principios añaden dos grandes inspiraciones: aspiran a colaborar a la construcción de un mundo donde quepan muchos mundos. Y siguen el principio de “para todos todo, nada para nosotros”. Saben que su lucha es para beneficio de todos.

Los siete principios son la guía para poder gobernar en las tres instituciones del gobierno autónomo. Son la ley.
No actúan como el mal gobierno, que practica al revés esos principios.

Los zapatistas mantienen vigentes sus trece demandas: tierra, trabajo, alimentación, techo, libertad, independencia, democracia, justicia y paz. El principio fundamental del gobierno autónomo es mandar obedeciendo y los pueblos se integran en el gobierno colectivo.

EDUCACIÓN, SALUD, AGROECOLOGÍA...


En el gobierno autónomo se vela por la educación, pero en la educación autónoma no se siguen los planes oficiales. Han conservado matemáticas y lectoescritura y añadieron medioambiente e integración. Los pueblos nombran a los promotores de educación. Los primeros recibieron capacitación y después los capacitados capacitan a los que siguen. Hay también lo que llaman nivelación. No hacen exámenes porque el saber se comprueba en los hechos.

Otra área importante del gobierno autónomo es la salud, en donde las mujeres tienen papeles importantes
y hay yerberas, parteras y hueseras. Se han revivido esas tradiciones para no depender de medicamentos del mal gobierno, que son un negocio. En la salud lo más importante es la prevención de las enfermedades. Hay promotores con capacitación. Tienen clínicas, laboratorios, talleres donde hacen prótesis dentales, microclínicas y clínicas centrales, todo coordinado. Han creado un banco autónomo para dar créditos para las enfermedades y las juntas hacen estos préstamos a intereses muy bajos. Quien no puede pagar, paga con trabajo.

Tienen un área de agroecología autónoma. Las juntas impulsan trabajos colectivos que sirven para apoyar a las autoridades, que no tienen paga, y para atender otras necesidades. Se privilegia el comercio justo en la comercialización del café y hay cooperativas de artesanías. La autoridad local se coordina con los gobiernos municipales y éstos con las Juntas de Buen Gobierno. Todo se controla combinadamente entre los tres niveles para beneficio del pueblo.

ASÍ ES LA DEMOCRACIA
Y ASÍ RESISTEN


Lo fundamental de la democracia zapatista es que las autoridades autónomas son nombradas en asambleas, de las que surgen muchas ideas. No todas pueden realizarse. Aunque lo mejor es decidir por consenso, si no lo hay se vota, se adopta la propuesta ganadora y quienes impulsaban la perdedora aceptan.

Los zapatistas saben que la idea que no ganó no fue porque no sirve. Y si la adoptada no funciona, pueden de nuevo examinar qué solución seguir. Hay procesos y cambios y se van probando todas las propuestas. Esto se hace en todos los niveles del gobierno. La democracia se construye desde lo más pequeño. Todo el tiempo se puede opinar y tomar decisiones. Muchas veces las asambleas son prolongadas, porque se necesita tiempo para llegar a acuerdos. Autoridades y pueblo saben que pueden equivocarse y también corregirse.

Hay resistencia autónoma económica, ideológica, psicológica, cultural, política, social. Hay resistencia a la presencia militar, a los ataques de paramilitares y a los ataques económicos del mal gobierno, que induce la división en las comunidades. Los zapatistas dicen que los partidos políticos son para dividir y para que los pueblos no puedan opinar cómo quieren vivir. Dicen que meten la ideología de las votaciones haciendo pensar que con sólo votar hay democracia. Los zapatistas afirman que el cambio no se logra desde el gobierno, sino que viene desde las bases, desde los pueblos, cuando deciden lo que quieren hacer. Ésa es la democracia participativa, y así resisten.

Los zapatistas plantean que el mal gobierno quiere hacer creer que los nuevos gobernantes harán bien lo que los anteriores no hicieron. Pero todo es simulación, pues “no tienen corazón hacia el pueblo” y lo que les importa es el dinero y el poder. Están convencidos de que los tres poderes oficiales sirven para deshacer la resistencia en el país, que se organizan para dominar y para debilitar las luchas sociales.

Para hacer un gobierno en resistencia los zapatistas no necesitaron grandes edificios. Cuando comenzaron, algunos municipios tenían casas prestadas o un techo sin paredes. No tenían capacidad de construir. Hoy sus oficinas son humildes y pequeñas. No requieren un sitio grande ni un salario. Las autoridades autónomas hacen su comida y limpian su ropa. El mal gobierno piensa que lo que debe hacer es mandar y sus autoridades se presentan como poderosos bien atendidos. Las políticas públicas las utilizan para controlar a la gente. Los zapatistas se han organizado
en la resistencia y le dicen al mal gobierno que sus programas son engañosos y a los partidos les dicen que ni los reciben.

LO HACEN POR SÍ MISMOS


Las narraciones que escuchamos en la escuela zapatista muestran cómo han ido ejerciendo una autonomía viva sin necesidad de relacionarse con el mal gobierno. Han tenido apoyos solidarios que han aprovechado, pero lo más
lo han hecho por sí mismos. El apoyo solidario les ha servido para algunas construcciones, secundarias y clínicas. La autonomía es para que el pueblo tenga el poder de decidir su forma de organización política, económica, ideológica y social con una dinámica que va de abajo hacia arriba.

Mientras para el capitalismo la tierra es una mercancía, el zapatismo la defiende y con el trabajo colectivo da vida
a su autonomía. Todo lo resuelven los zapatistas con su acción directa, no quieren recibir nada del gobierno
y demuestran que hacen lo que se proponen. Los trabajos colectivos son para poder sobrevivir, para dar vida a la autonomía. Una mitad del trabajo es para el colectivo y otra mitad es para cada familia. Después de tantos años de capitalismo están resistiendo contra el capitalismo, lo que es difícil, pero van avanzando.

ASÍ ACTÚA LA JUSTICIA


En la escuela los zapatistas comparten cómo ejercen la justicia autónoma. En sus zonas se presentan delitos menores, como robo de animales. El agraviado acude a la autoridad autónoma y se llega a una solución, que es la devolución o el pago. Se presentar también problemas por el alcohol. Entre los delitos también hay violencia intrafamiliar e infidelidad. En todos los casos se buscan soluciones con acuerdos. Las autoridades no se rigen por amiguismo. Si es un familiar de la autoridad el que cometió el error, la autoridad no puede ponerse de su parte. Los zapatistas son cuidadosos de que la justicia no se corrompa y menos que se compre. Al culpable se le castiga, pero no con dinero
sino con trabajo colectivo.

No hay reglamentos escritos. Cada zona tiene sus formas de justicia. Lo único que rige para todas las zonas son los siete principios. El castigo depende del tamaño del delito. En los municipios autónomos se atienden los problemas que no pudieron resolverse en lo local. Saben que todo tiene solución, y hay que buscarla. Lo principal es realizar
las investigaciones sobre lo que pasó. Se llama a las partes y la autoridad es testigo del arreglo. No se dan castigos crueles, se cuida no afectar a las familias. Conforme se van presentando los casos, las autoridades van aprendiendo de cada uno. Son conscientes de que pueden equivocarse. Si no se analizó bien, lo enmiendan y cuidan que siempre prevalezca el cuidado de los derechos humanos.

CÓMO ENFRENTAN
EL ACOSO DEL GOBIERNO


El mal gobierno ataca las tierras zapatistas para despojarlos de ellas quiere confrontaciones. Los presionan para quitarles el agua y hay autoridades ejidales oficiales que los presionan para que paguen el predial y la energía eléctrica y si no lo hacen los persiguen y los sacan de sus comunidades.

Los programas del gobierno producen confrontaciones en las comunidades. El mal gobierno mete bebidas alcohólicas en las comunidades para inducir a los zapatistas a consumirlas y para que los no zapatistas las consuman y se produzcan altercados. El gobierno intenta destruir la vida en común que tienen las comunidades e incita a invadir sus tierras. El gobierno pretende hacer mercancía de los bienes naturales y la biodiversidad. Pese a las provocaciones, los zapatistas siempre buscan soluciones pacíficas. Otra dificultad son las comunidades en donde hay pocos zapatistas, que se desaniman de la resistencia.

UN CAMINO
CON ENSAYO Y ERROR


Los zapatistas han ido experimentando en su gobierno autónomo y hacen recambios escalonados para no perder experiencia. Las mujeres han ido aumentando en las Juntas de Buen Gobierno. Hay propuestas que no salen bien porque no se calculan sus consecuencias. Y se corrigen. En todo han adoptado procesos con ensayo, error y corrección de yerros por medio de la discusión colectiva.

Los zapatistas reconocen fallas por corregir y camino por recorrer. En este camino, hay quienes se desaniman
y regresan con el gobierno.
Las comunidades zapatistas privilegian la dignidad. Hay tradiciones que conservan, y otras no, como el papel supeditado de la mujer. Si al principio querían tomar el poder con las armas, pronto se dieron cuenta de que el pueblo puede construir todo lo que necesita. Si siguen un camino pacífico no es porque tengan miedo, sino porque quieren la vida. Los zapatistas no han respondido a las provocaciones del mal gobierno. Su experiencia
es hacer ver que otro modo de vivir y de resistir es posible.

EN LAS AULAS
DE LA CONVIVENCIA


En la escuela hubo un mutuo aprendizaje: los alumnos aprendían de la vida cotidiana de los zapatistas,
y quienes estaban en contacto con los alumnos preguntaban sobre la vida de quienes los visitaban. Fue una convivencia con la organización social, con su entorno y con la madre tierra.

Los testimonios fueron muy profundos y no se percibió coerción o sumisión en la relación hombre, mujer y naturaleza. Se constató una profunda forma de pensar, de imaginar y de actuar. Se sintió un ambiente de libertad. Se compartieron saberes, vivencias, experiencias sentimientos. Se conoció la geografía zapatista. Se palpó la organización zapatista y esa libertad que se consigue con la resistencia autónoma y con proyectos de autosubsistencia familiar y gastos
para la operación de los tres niveles de gobierno autónomo. No les interesa a los zapatistas convencer a los de arriba sobre la importancia de su proyecto, sino compartir con similares de abajo cómo enfrentan sus problemas
y cómo los resuelven. Quienes acudieron a esta experiencia probaron el sabor de la libertad zapatista, se dieron cuenta de la democracia radical y de prácticas al margen del capitalismo. El aprendizaje se hizo viviendo y compartiendo la vida.

Aprendieron que el poder autónomo emana de los actos colectivos. Quienes acudieron a la escuelita entendieron que la libertad de los zapatistas nace de su historia, de su cultura y del territorio que habitan y cuidan. Son libres porque son dueños de sus formas organizativas y de sus decisiones, construidas entre todos por medio de consensos logrados poco a poco, con paciencia, experimentando, sin imposiciones, de manera horizontal.

Proponen, discuten y acuerdan con la participación de todos en cada uno de los niveles del gobierno. En esa libertad resuelven sus principales demandas y necesidades de alimentación, vivienda, educación y salud. En esa libertad
lo difícil se hace posible, la tristeza y la felicidad son compartidas, se desvanece la distancia entre mandar y obedecer,
y se descubren nuevas formas de comunicación y de vida.

ATRAVESANDO ESPEJOS


Ya en noviembre de 2013 se había anunciado que aparecería una nueva revista, en la que se publicaría la evaluación que han ido haciendo los zapatistas de la escuelita. Prometieron que en la revista aparecerían palabras
de guardianes, maestros y familias, expresando cómo vieron y sintieron a quienes fueron a aprender.

En febrero de 2014 apareció el primer número de “Rebeldía Zapatista”, con la palabra de los zapatistas. En esta, revista, bases de apoyo, guardianes y maestros de la escuelita de los cinco Caracoles reflexionaron sobre esta experiencia y evaluaron el desempeño de los alumnos que habían ido a tierras zapatistas.

También se estuvo preparando otra revista, que se llamará “A través del Espejo”. En vez de un comité de redacción tendría una instancia de “cómplices contra el capitalismo”, un grupo plural que propiciaría la construcción de una herramienta que en estas épocas oscuras mostrara que existe otro pensamiento distinto del que promueve la resignación y el desconsuelo. Después de la escuelita los espejos ya no eran suficientes y habría que “atravesarlos”. El primer número de la revista recoge en crónicas, sentimientos y análisis del significado de la escuelita zapatista.

UNA DIFERENTE LÓGICA EDUCATIVA Y POLÍTICA


Previamente a la aparición de esa revista, Raúl Zibechi -quien participó como alumno de la escuelita zapatista-, reflexionó que la lógica de la escuelita es opuesta a la de la tradicional cultura política, pues no se trató de ir a escuchar a los comandantes, sino a compartir la vida cotidiana de la gente común.

Cada alumno podía formular las más variadas preguntas en la vida diaria que compartió. Habrá un antes y un después de esta escuelita, con un impacto lento que se hará sentir en algunos años. Se trató de una educación no institucional donde la comunidad fue el sujeto que educó. Seleccionando semillas para esparcirlas, su germinación no se puede planificar. Fue un modo diferente de aprendizaje.

UNA EXPERIENCIA INÉDITA


Zibechi destacó que se dio cuenta que los zapatistas habían derrotado las políticas sociales contrainsurgentes, utilizadas para dividir, cooptar y someter a los pueblos rebeldes y vio al lado de las comunidades zapatistas
a comunidades afines al gobierno que han sucumbido a los regalos gubernamentales. Lo relevante es
que hay miles de familias que siguen adelante sin aceptar nada del gobierno. Conocedor de muchos procesos latinoamericanos, Zibechi recalcó que no sabía de otro en el continente que hubiera podido neutralizar las políticas sociales de los gobiernos, con firmeza y capacidad de sacrificio.Esto enseña que es posible derrotar
las supeditantes políticas sociales asistencialistas. Percibió una autonomía integral y da testimonio de que las familias zapatistas viven su vida al margen del capital y del Estado.

Constató Zibechi que los trabajos colectivos son el motor del proceso. Vio a los hombres colaborar en el trabajo doméstico y cuidar a sus hijos cuando las mujeres tenían que ir a cumplir con sus trabajos como autoridades.
Le admiraron las relaciones familiares de cariño y respeto, de armonía y buen humor. No detectó violencia o agresividad en el hogar. Se admiró de la gran cantidad de jóvenes zapatistas.

Comprobó que quienes mandan obedecen al pueblo y destacó que es la primera vez que un movimiento revolucionario realiza una experiencia de este tipo, pues hasta hoy los revolucionarios reproducen los moldes intelectuales de la academia, con un arriba y un abajo. Con las familias zapatistas los alumnos que vivieron esta experiencia aprendieron
con la piel y los sentidos.

LA PEDAGOGÍA
DEL ACOMPAÑAMIENTO


Para los egresados de la escuelita, el mundo no podrá ser el mismo. Neil Harvey destacó varias lecciones aprendidas: los zapatistas le habían mostrado cómo se puede responder de una manera incluyente y creativa a los problemas que se van presentando. Le demostraron quela rehabilitación es la mejor justicia para establecer mayor seguridad
y evitar la corrupción, porque esa rehabilitación, lograda con el trabajo colectivo y el aprendizaje de un oficio, permite la reintegración comunitaria y frena la continuación de delitos.

Para Miguel Concha la escuelita estuvo llena de experiencias, saberes y esperanzas. Reconoció que fue muy oportuna, pues los movimientos, colectivos y las organizaciones sociales tienen necesidad de seguir entretejiendo sus saberes con los de pueblos que resisten. La escuelita le demostró que otro mundo es posible. En una semana de encuentro las personas que asistieron pudieron constatar los avances de la lucha zapatista con una pedagogía
del acompañamiento, del cuidado y de la humildad.

SIN RECETAS


Lo más destacado del complejo proceso educativo horizontal fue que no se dieron recetas para copiar experiencias, sino que se mostró cómo las comunidades zapatistas, al vivir su libertad, van creando autonomía en su vida cotidiana y demuestran que eso es posible.

Los zapatistas invitaron a quienes procedían de muy diversas partes del país a reflexionar creativamente en sus propios colectivos cómo impulsar la construcción de ese otro mundo que no sólo es posible, sino que ya está siendo.

INVESTIGADOR DE CIESAS OCCIDENTE. CORRESPONSAL DE ENVÍO EN MÉXICO.

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