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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 384 | Marzo 2014

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Nicaragua

Tres espejos donde mirarnos

Las elecciones presidenciales en El Salvador, las elecciones municipales en Ecuador y las protestas en Venezuela son tres espejos cercanos en los que el gobierno de Nicaragua podría mirarse para reflexionar, aprender y tal vez rectificar.

Equipo Envío

En el globalizado e hiperinformado planeta en el que convivimos más de siete mil millones de seres humanos es casi imposible evitar símiles entre países, analizar lo que sucede aquí con lo que pasa allá, lo que declaran los de allá con lo que afirman los de aquí. Y aunque sigue siendo válido aquel refrán que dice que “todas las comparaciones son odiosas”, resulta útil comparar algunas realidades porque en el planeta de la información las influencias también se están globalizando. Y lo que pasa allá influye aquí. Y viceversa. No hay que irse tan lejos como a Ucrania o a Turquía, o hace un tiempo, a Túnez o a Libia, para aprender de otras realidades. Este mes, el gobierno de Nicaragua, la sociedad nicaragüense, deberían mirarse en tres espejos cercanos para reflexionar sobre el rumbo del país.

EL ESPEJO DE EL SALVADOR

El 2 de febrero y el 9 de marzo se celebraron elecciones presidenciales en el vecino El Salvador. Por segunda ocasión el FMLN se impuso a ARENA, el partido más sólido y organizado de la derecha centroamericana.

Si hay una organización política en América Latina que pueda considerarse “gemela” del FSLN, por su matriz original, ésa es el FMLN. Ambas tuvieron que hacer la guerra para cambiar décadas de dictaduras. Y finalizados los conflictos militares, ambas pasaron años en la oposición a gobiernos de derecha buscando alcanzar el poder por las urnas. El FSLN logró retomar el gobierno en 2006 con apenas el 38% de los votos y el FMLN llegó al gobierno en 2009 con más del 51%. Para entonces, los rasgos gemelares ya estaban prácticamente difu¬minados.

El espejo salvadoreño refleja una importante divergencia: la legitimidad electoral. La permanencia en el gobierno del FSLN con Daniel Ortega se debe a una decisión inconstitucional de sus magistrados en la Corte Suprema -lo que le permitió la reelección- y a un probado fraude electoral en 2011. La del FMLN -después de ensayar con dos distintos candidatos- se ha debido, en 2009 y 2014, a una victoria incuestionable en elecciones transparentes. El FMLN hizo esfuerzos durante años para conseguir adelantar su proyecto político con la legitimidad democrática que da una mayoría electoral, mientras que el FSLN, siendo minoría electoral, se ha impuesto como mayoría política a través de sucesivos fraudes.

LA LECCIÓN
DE LA TRANSPARENCIA

Las elecciones que le dieron en 2009 la victoria al FMLN con el periodista Mauricio Funes como candidato presidencial, y con Salvador Sánchez Cerén como candidato a la Vicepresidencia, tuvieron resultados avalados y reconocidos por todos los contendientes, también por la derrotada ARENA, que entonces dominaba el tribunal electoral.

Las elecciones presidenciales del 2 de febrero en primera vuelta y las del 9 de marzo de 2014 en segunda vuelta avanzaron en transparencia y, en ese sentido, fueron ejemplares por la rapidez y limpieza con la que se dieron a conocer los resultados. Prácticamente en tiempo real y en línea en Internet cualquier ciudadano podía saber cómo iba la votación y hasta podía revisar las actas de escrutinio, una práctica inédita en Centroamérica.

Sin haber hecho cambios estructurales en el país -porque no se hicieron-, con programas estatales de más calado que los del FSLN, como la emblemática Ciudad Mujer -seis amplios y hermosos complejos donde funcionarias de las instituciones del Estado atienden diariamente a miles de mujeres resolviendo problemas y denuncias, brindando consultas médicas, ofreciendo talleres para emprendimientos económicos…- y con otros programas sociales de corte más asistencialista en las municipalidades -éstos financiados con recursos del ALBA-, Mauricio Funes y el FMLN lograron cautivar a una mayoría de la población, que ratificó con su voto ese proyecto.

Mirándose en el espejo salvadoreño, la Secretaria de Comunicación y Ciudadanía de Nicaragua se fijó únicamente en lo “pacífico” del proceso. Otros voceros del gobierno obviaron también la ejemplar transparencia y criticaron el sentido de las segundas vueltas electorales -a ella se sometió el FMLN y lo mismo hizo el PAC en Costa Rica-, por lo costosas que resultan para países tan pobres y por el desgaste que provocan en la población.

Alguno de esos voceros fue más allá augurando que la reforma constitucional impuesta ahora por Ortega -que elimina la segunda vuelta y suprime cualquier porcentaje mínimo para ganar elecciones- servirá pronto de ejemplo para que la “copien” todos los países de la región.

EL ESPEJO DEL ECUADOR

Otro espejo en donde puede mirarse el gobierno de Nicaragua está algo más al sur, en el Ecuador, país que con Cuba, Venezuela y Nicaragua integra el ALBA. El gobierno ecuatoriano es uno de los encuadrados internacionalmente bajo la etiqueta que Heinz Dieterich bautizó como Socialismo del Siglo 21.

El 23 de febrero se celebraron en el país andino elecciones municipales para elegir a los alcaldes de los 221 municipios del país. Eran comicios cruciales para el proyecto de la Revolución Ciudadana y para el partido Alianza País, fundado por el Presidente Rafael Correa. Después de haber triunfado en dos elecciones presidenciales, en previas elecciones municipales, en un referéndum para cambiar la Constitución y en otras consultas, Correa esperaba un triunfo seguro y, vivió la campaña como un nuevo plebiscito sobre su gestión.

Estaba confiado en que la gran inversión social de su gobierno en salud, educación, seguro social y vialidad -elementos muy aplaudidos por la mayoría de la población- le daría una cómoda victoria. Sin embargo, recibió su primer gran revés político en siete años. Los candidatos de Alianza País fueron derrotados en 9 de las 10 ciudades más pobladas del país, perdiendo Quito, Guayaquil y Cuenca, las tres de mayor población y de mayor importancia. El revés político representó una contundente advertencia de la población.

Estas elecciones fueron también transparentes y sus resultados, avalados por vencidos y vencedores. Es una importante lección para Ortega que Correa, su par en el ALBA, aún en comicios tan cruciales para su proyecto como eran éstos, se sometiera a los votos y no hiciera fraude.

En las elecciones municipales de 2008 en Nicaragua -que fueron también un plebiscito crucial para Ortega sobre su proyecto, y en las de 2011, cuando algo de esto había también- el fraude organizado desde la Presidencia fue probado en detalle en 2008 más que en 2011, pero en ambos comicios faltó transparencia y sobraron todo tipo de irregularidades.

LA LECCIÓN
DEL MESIANISMO AUTORITARIO

Salvadas las distancias de historia y de estructuras sociales y económicas, son varias las similitudes entre el gobierno de Correa y el de Ortega. La base que permite esas similitudes es que Correa consiguió en 2013 -sin fraude- la mayoría calificada en el Legislativo, lo que le está permitiendo hacer y deshacer leyes, reglamentos y códigos.

También se parecen ambos gobiernos en lo abiertas que han dejado las puertas a las grandes transnacionales y por el fomento del extractivismo minero. Al igual que Ortega, con la mayoría parlamentaria Correa se allanó el camino hacia un creciente hiperpresidencialismo.

Hay más parecidos: el Presidente Correa es autoritario. Desde la Presidencia se controla y vigila cualquier forma de organización social que no comulgue con el oficialismo, se descalifica a los adversarios, se judicializa la política, se persigue a las ONG, se busca silenciar a la sociedad civil, se acosa a los medios de comunicación, se rinde culto a la personalidad del mandatario… y todo lo hace “el compañero Presidente” -así le llaman- bajo la bandera de la democracia directa y de la participación ciudadana.

En estas elecciones, y con la conciencia mesiánica que exhibe, Correa se convirtió en jefe de campaña de todos sus candidatos, opacándolos y hasta sustituyéndolos en las tarimas, donde hacía los discursos, cantaba y bailaba. Llamó “traidores” y “agentes del imperialismo” a quienes no votaran por Alianza País. Durante la campaña por Quito llegó a citar a Ignacio de Loyola, al que atribuyó esta frase: “Cuando una fortaleza está sitiada cualquier disidencia es traición”.

SOLUCIÓN: REELEGIRSE

A pesar de todos sus esfuerzos, y a pesar de no reconocer ni con un adarme de humildad lo ocurrido, Correa fue derrotado. “Lo que se ha roto en estas elecciones es el mito de la invencibilidad del líder. También se ha perdido el miedo”, se lee en una crónica que comenta los resultados. Y en otra: “¿Por qué esta inflexión después de diez elecciones y consultas con resultados favorables a Correa? Entre otras razones por el sectarismo político del líder único y la negación del contrario”. Y en otra: “La saturación de la propaganda mostró que ya eran siete años de la misma cantaleta, eso abrió los ojos a la mayoría sobre la falta de aire fresco”.

Y al igual que Ortega, y a la luz de los resultados obtenidos, que pondrían en riesgo, según él, la continuidad de la Revolución Ciudadana, Correa ya anunció que revisará su decisión de no reelegirse por tercera vez. Su partido, con mayoría parlamentaria, puede cambiar la Constitución y proponer la reelección indefinida. En el 2017, nuevamente, Rafael Correa será el candidato de Alianza País.

EL ESPEJO DE VENEZUELA

El espejo en el que se mira a diario, tal vez cada hora, el gobierno de Nicaragua es el espejo venezolano. Es una mirada en la que hay incertidumbre y desazón.

Para el jefe del Comando Sur estadounidense, General John Kelly, si Venezuela, por su crisis interna no pudiera mantener el flujo petrolero a Nicaragua, esto aumentaría los problemas económicos en nuestro país y “sabemos por experiencia -dijo- que cuando las economías comienzan a caer, los inmigrantes comienzan a subir”. El temor del gobierno de Nicaragua es el mismo -reducción del flujo petrolero-, aunque no por incrementos migratorios.

Los millonarios recursos venezolanos han sido claves para el éxito del proyecto político de Ortega. El dinero venezolano le ha garantizado al gobierno recursos, tanto para desarrollar algunos programas sociales, como para ampliar la acumulación capitalista del grupo empresarial del FSLN. A su vez, esos programas sociales han mantenido una tranquilidad y estabilidad que ha beneficiado a la cúpula empresarial: menos conflictos que enfrentar y menos impuestos con los que contribuir a sostener el gasto público. Con estos resultados, los recursos venezolanos han alimentado la tendencia al autoritarismo en Ortega, desestimulando en el gobierno la necesidad del diálogo.

El espejo venezolano refleja rasgos similares al del modelo político nicaragüense: un poder concentrado en el Ejecutivo, que ejerce un férreo control institucional y gobierna autoritariamente, judicializando la política contra la disidencia y anulando la fiscalización del uso y abuso de los recursos públicos. Ahora, la estrecha victoria de Nicolás Maduro en las urnas en abril de 2013, y la amplitud de las protestas estudiantiles en las calles en este febrero de 2014 están mostrando las fragilidades de un modelo político autoritario que responde con retórica ideológica a las carencias de un modelo económico que ha colapsado la estructura productiva de ese país.

ES TIEMPO DE “VACAS FLACAS”

El país que se mira en esos tres espejos no es el de hace apenas un par de años. La situación económica de Nicaragua ha cambiado… y no para mejor. Se han reducido, tanto las exportaciones como el precio internacional de los productos que exportamos. La exportación de alimentos a Venezuela -segundo mercado de Nicaragua desde hace años- ha menguado o se ha estancado por el caos económico que vive ese país.

La crisis del café, tanto por la plaga de la roya, que es lo más grave, como por los más bajos precios internacionales de este producto -el más emblemático de todos los que exportamos-, no sólo se expresa ya en la reducción de los volúmenes cosechados o en la de las divisas ingresadas. Esta crisis toca severamente a miles de pequeños productores de café que tienen ante sí un futuro sombrío, sin encontrar respuestas en el gobierno, y mueve a la migración a decenas de miles de trabajadores agrícolas que, sin empleo en las fincas, enfrentan ya serios problemas alimentarios.

En este contexto, y a través de un decreto extemporáneo, emitido por el Presidente Ortega el 11 de febrero, el gobierno admitía tácitamente el frágil equilibrio de recursos con el que cuenta y la crisis fiscal que enfrenta, agudizada porque no se cumplió la proyección en la recaudación de impuestos que hizo el gobierno al elaborar el presupuesto de 2014.

El decreto sorprendió a la cúpula empresarial. Reformaba el reglamento de la reciente Ley de Concertación Tributaria elevando, entre otros, los impuestos que pagan quienes transan productos en la Bolsa Agropecuaria, que son los productores más poderosos del país. La élite empresarial agrupada en el COSEP reclamó, sin ocultar su indignación. Bastó un novenario de protestas para que Ortega dejara sin efecto el decreto, demostrándonos una vez más que para el partido de gobierno es prioritaria la alianza con los grandes empresarios.

ES TIEMPO DE INEQUIDADES

En el país que se mira en esos tres espejos hay cada vez más inequidad, una brecha que se acrecienta a ojos vista entre quienes tienen muy poco y quienes tienen muchísimo y son “la minoría feliz”, como llama a los más ricos el Papa Francisco.

La crisis fiscal que llevó al Presidente Ortega a emitir el decreto-sorpresa, que ya había exigido antes medidas de austeridad a las instituciones del Estado, y que conducirá a un posible recorte de gastos en el presupuesto aprobado para 2014, tiene varios antecedentes. Entre ellos, “el fracaso recaudatorio” de la Ley de Concertación Tributaria aprobada entre el gobierno y el COSEP hace un año en negociaciones bilaterales “de catacumbas”, como las calificó el experto en derecho fiscal (Envío, octubre 2012) Julio Francisco Báez, porque los aliados evitaron un debate público de sus contenidos.

La tasa proyectada de recaudación, basada en la Ley Tributaria, sobre la que se elaboró el presupuesto 2014, fue 15.3%. Y aunque la recaudación creció, quedó lejos de esta proyección. ¿Por qué?

Sin estar totalmente claras las razones de este fracaso, el economista independiente Adolfo Acevedo señala algunas: “Posiblemente influyeron la complejidad de la nueva Ley, el apresuramiento con que se terminó de negociar y aprobar, sin asegurar una adecuada difusión, comprensión y apropiación, la disminución a la mitad de la tasa efectiva del IR (impuesto sobre la renta) sobre dividendos y rentas financieras y una apreciación incorrecta de la caída recaudatoria que provocaría la eliminación del ISC (impuesto selectivo de consumo) sobre la importación de cantidad de bienes”.

En lenguaje más llano, entre las razones del déficit recaudatorio está la privilegiada posición en que dejó la Ley a los más grandes. Apunta a que los sectores que concentran la renta en Nicaragua -la élite empresarial, principal aliada del gobierno-, se vieron favorecidos al disminuirse a la mitad la tasa efectiva del IR sobre dividendos y rentas y al eliminarse el ISC para gran número de bienes importados, consumidos por las clases medias y por las familias de mayor poder adquisitivo.

LA TÁCTICA DEL MAQUILLAJE

En lenguaje más político, la breve crisis provocada por el decreto presidencial, emitido intempestivamente para recaudar con urgencia más impuestos, expresa el costo que para el gobierno, y para el país, tiene el modelo corporativo con el que Ortega se relaciona con los grandes empresarios.

La Ley de Concertación Tributaria les fue demasiado favorable. El COSEP supo negociar con mayor capacidad a favor de sus intereses, mientras que en el gobierno faltó una visión menos cortoplacista, más estratégica, en defensa de los intereses nacionales y los de la mayorías, no defendidos en la Ley Tributaria, que mantiene un sistema regresivo, basado en los impuestos indirectos y, por tanto, injusto.

Para encubrir esta contradicción, inadecuada en un proyecto que se define “cristiano, socialista y solidario”, ¿brindará el gobierno nuevas cifras que maquillen el fracaso recaudatorio y camuflen el costo del modelo corporativo? Tal vez.

En otros ámbitos de la administración pública también se maquillan datos y cifras. En el texto siguiente de este mismo número, el doctor Leonel Argüello se refiere a esa estrategia en el sistema de salud, señalando que desde la Presidencia se orienta al personal a no hablar de que existen determinadas enfermedades o a alterar cifras que muestran problemas no resueltos o incluso a mantener ocultas informaciones que no conviene difundir. “Tapar la realidad por razones políticas promueve la ineficiencia y la ineficacia”, afirma.

DOS AGENDAS
EN CONTRADICCIÓN

En el país que se mira en esos tres espejos hay una extrema centralización del poder en dos personas, lo que promueve ineficiencia e ineficacia, aunque esto sucede sesgadamente: no las hay en la agenda empresarial y sí en la agenda social.

En la agenda de la economía empresarial corporativa -empresarios tradicionales del COSEP aliados de nuevos empresarios del FSLN al frente de las empresas del consorcio ALBA- hay un buen entendimiento, hay estabilidad, no faltan los recursos para comprar medios de comunicación y acciones en todo tipo de empresas transnacionales. Tampoco faltan negociaciones que limen asperezas y las cosas fluyen siguiendo una visión estratégica de cuáles son los intereses comunes y las prioridades. En esos terrenos hay eficiencia y eficacia.

En cambio, en la agenda de la economía popular y del bienestar social de la población (salud, educación, desarrollo rural, economía informal, producción artesanal, cooperativas) se aprecia una continua inestabilidad y una permanente improvisación. Las prioridades cambian, las actividades se multiplican sin que haya información de los resultados que se obtienen o de si los programas funcionan o no, no se negocia ni con funcionarios ni con expertos, hay desorden, los recursos experimentan altibajos, la corrupción aparece aquí y allá…

MÁS CAMBIOS EN EL GABINETE

Después de la “renuncia” en enero del Viceministro de Educación José Treminio, por haber fallado en las expectativas que le fueron impuestas para el nuevo programa de secundaria rural a distancia, este mes “renunció” otro Viceministro de esa cartera, Marlon Siu, encargado de planificación y programas, aunque no se filtró ni la razón ni siquiera el Ejecutivo lo confirmó.

También este mes, sin dar razones a la población, se conoció de dos “renuncias” más, éstas en el área productiva: Ariel Bucardo y Pedro Haslam. Algunos hablaron de “falta de resultados esperados” y de “entrega de estadísticas poco confiables”. La falta de información para confirmar estos movimientos en el gabinete y para dar las razones de los cambios es una señal de la inestabilidad en el área en donde se juegan los intereses de las mayorías.

LAS “RENUNCIAS”
EN EL ÁREA PRODUCTIVA

Ariel Bucardo, de origen campesino y uno de los fundadores de la Unión Nacional de Agricultores y Ganaderos (UNAG), de la Asociación de Trabajadores del Campo (ATC) y de la Federación Nacional de Cooperativas (FENA-COOP), nacidas en los años 80, dirigía el Ministerio Agropecuario y Forestal (MAGFOR) desde 2007. A pesar de la importancia de esta cartera en un país de economía agropecuaria, poco a poco, la Presidencia le fue quitando a ese ministerio tareas.

Los cambios decididos desde la Presidencia fueron continuos, el último la creación de una nueva institución de sanidad agropecuaria, al frente de la cual Ortega designó a un militar, el coronel Manuel Gutiérrez. Poco a poco, el MAGFOR fue vaciándose y Bucardo “renunció” a administrar ese vacío.

“EL QUE MUCHO ABARCA…”

El caso de Haslam parece ser el contrario. Si a Bucardo se le dejó un cascarón, a Haslam se le entregó un “huevo” muy grande. En julio de 2012 la Presidencia creó un nuevo Ministerio con metas ambiciosas, expresadas desde el nombre que le puso la Primera Dama: Ministerio de Economía Familiar, Comunitaria, Cooperativa y Asociativa.

A la nueva institución le entregó la responsabilidad de hacer crecer en cinco años -el segundo período presidencial de Ortega- en un 20% la economía de los sectores productivos más pobres y marginados, rurales y urbanos, esos que representan el 70% de la fuerza laboral del país y aportan el 40% del PIB nacional.

Le responsabilizaron de ejecutar “de forma integral” políticas, planes, programas y proyectos, entre ellos absorber los dos programas insignia del gobierno: Hambre Cero y Usura Cero, además del Instituto de Desarrollo Rural (IDR), del instituto que atiende a microempresas y a pequeñas y medianas empresas, del programa de seguridad alimentaria, del nuevo programa CRISOL (Cristiano, Socialista, Solidario), que entrega créditos, insumos, tecnología, títulos de propiedad… Le encargaron también la tarea escénica de organizar periódicamente y en todo el país ferias para la comercialización de productos del campo. Unas 15 funciones tenía la nueva cartera.

Al frente de todo este entramado se puso a Pedro Haslam, quien venía de dirigir solamente el IDR. Al final, parece que Haslam pudo “apretar” poco las muchas tareas que la Primera Dama, promotora de la nueva institución y coordinadora de toda la agenda popular y social, le ordenó “abarcar”.

TAMBIÉN
EN LOS MUNICIPIOS

La agenda popular y social es también la agenda municipal. Para dar respuesta a las agendas locales, semanalmente se reúnen los alcaldes de los municipios de cada departamento para recibir las orientaciones de la Presidencia, que les llegan a través de los secretarios políticos del FSLN.

Esta centralización, además de hacer trizas la autonomía municipal, también provoca ineficacia e ineficiencia, porque nada se mueve mientras no llegan las “orientaciones”.

“LA GENTE SE CANSA”

Mirándonos en el espejo salvadoreño surge una pregunta que aparece con frecuencia en los análisis sobre la realidad nacional. Es ésta: Con un tribunal electoral que actuara con la transparencia con la que actuó el tribunal salvadoreño, ¿ganaría el FSLN las elecciones? Y si Ortega y su grupo tienen seguridad de esa victoria, ¿por qué la resistencia a hacer cambios en la cúpula del desprestigiado Poder Electoral, en la antidemocrática Ley Electoral, en el proceso de cedulación ciudadana, que administra discrecional y partidariamente el Poder Electoral?

Y ante los otros dos espejos, ¿qué nos preguntaremos? Tal vez un “¿hasta cuándo”? Hace unos meses el Papa Francisco, recordando el tiempo en que era superior de los jesuitas en Argentina, confesó: “Cuando había que afrontar situaciones difíciles yo tomaba mis decisiones de una manera brusca y personalista. Fue mi forma autoritaria de tomar decisiones la que me creó problemas. Al final, la gente se cansa del autoritarismo”.

Ésa es la lección que refleja el espejo ecuatoriano y el espejo venezolano.

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