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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 374 | Mayo 2013

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Centroamérica

En las “cocinas de la ciencia” sobre migraciones

Exploremos lo que sucede en las cocinas de las que surge el conocimiento actual sobre las migraciones en Centroamérica. Sepamos quiénes son los dueños de las cocinas y quiénes los cocineros que en ellas trabajan. Analicemos qué platos nos presentan y con qué sabores. Descubriremos el triple juego de la dominación.

José Luis Rocha

La producción del conocimiento no ocurre en las asépticas probetas que los abanderados de la neutralidad científica pregonan. El proceso viene lastrado -y enriquecido- por las tradiciones e intereses que informan la actividad de los productores y por los vicios institucionales, trayectorias y deudas -morales, culturales, financieras- de los organismos de producción.

¿DESDE DÓNDE PENSAMOS?

Pierre Bourdieu planteó las raíces individuales de los condicionamientos cuando dijo que “el tipo de ciencia social que se puede hacer depende de la relación que se tenga con el mundo social y, por tanto, de la posición que se ocupe en este mundo”. En versión de Feuerbach: “En un palacio se piensa de otro modo que en una cabaña”. Aplicar estos rancios hallazgos al ámbito de los organismos de producción y financiamiento del conocimiento sobre las migraciones nos lleva a decir: “No se pueden escribir los mismos documentos para Naciones Unidas o la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) que para una pequeña agencia de izquierdas, un proyecto de la Iglesia luterana o un congreso de académicos con afán crítico”.

Los financiadores de las investigaciones sobre fenómenos migratorios tienen su agenda y consiguen marcar las pautas de producción al compás de su cultura y de sus intereses institucionales. No es preciso hurgar muy profundo o cultivar una relación longeva para percatarse de que los grandes financiadores no establecen una relación de mecenazgo con los científicos sociales, sino un vínculo patronal, que se expresa jurídicamente en un contrato, pero que también expande sus ramificaciones a obligaciones no contractuales, implícitas en una relación donde la posición subalterna del productor le obliga a aceptar un paradigma epistemológico -unas coordenadas de lo políticamente correcto que operan como marco conceptual-, el automatismo de los clichés consagrados por el uso y con planteamientos políticos subterráneos, ciertas prácticas laborales -someter el texto a sucesivas revisiones para descafeinarlo- y hábitos organizacionales inscritos en el marco-operacional, entre los que destacan los eventos, los lugares y el público donde el conocimiento debe ser diseminado para que adquiera el rango de “conocimiento con incidencia”.

Bourdieu habló de “las cocinas de la ciencia”. Debemos explorarlas. Allí encontraremos a los financiadores con su agenda más o menos oculta y a los cocineros actuando según un guión que otros escribieron. Hay en las cocinas constricciones político-financieras al conocimiento crítico sobre migraciones: quiénes producen conocimiento sobre migraciones, quiénes los financian, cómo se ejecuta ese financiamiento, qué tópicos son financiados y qué tópicos son descuidados, y qué efectos tienen estas dinámicas sobre las posibilidades de producción de un conocimiento crítico.

Habiendo estado al frente de un organismo no gubernamental que realizó varias consultorías para la OIM y para cinco agencias de Naciones Unidas, conozco de primera mano los hechos de los que escribo que, según he tenido oportunidad de contrastar con colegas de otros países, son comunes a toda la región centroamericana. Los hallazgos quizás tengan incluso una aplicación más extensa.

LAS CUATRO COCINAS
QUE HAY EN CENTROAMÉRICA

En Centroamérica existen cuatro “cocinas” de la investigación sobre migraciones. Las describo en orden de menor a mayor productividad. La primera cocina son las universidades. Sus principales platillos son investigaciones amateurs de estudiantes de pregrado que, con sus muy limitados recursos, realizan breves trabajos de campo y sistematizan la literatura existente para elaborar disertaciones con las que obtienen el título de licenciatura. Se trata de una cocina de baja productividad y de nula diseminación. Las tesis quedan almacenadas en los sitios más recónditos de las bibliotecas universitarias y sólo investigadores muy acuciosos retoman sus hallazgos o su materia prima.

La segunda cocina son las ONG, cien por ciento dependientes de los fondos internacionales. Tienen baja productividad e investigaciones de muy limitado alcance geográfico y conceptual, pues se trata de estudios enfocados en aspectos muy específicos, por ejemplo, la desintegración familiar por efecto de las migraciones en una aldea en particular.

La tercera cocina son las Facultades Latinoamericanas de Ciencias Sociales (FLACSO), que en Costa Rica, Guatemala y El Salvador dedicaron importantes estudios al tema. Tienen la limitación de ser subcontratadas por las grandes agencias, las más de las veces por la OIM y Naciones Unidas.

La cuarta cocina es una cocina múltiple. Es el food court de la multitud de consultores que en Centroamérica venden sus servicios de investigación a las agencias de cooperación externa, a las dependencias de Naciones Unidas, a las instituciones financieras internacionales, a los gobiernos, a las agencias intergubernamentales -como es la OIM-, a la empresa privada y a las ONG.

Quienes realizan estudios de migración suelen ser profesionales con títulos de posgrado que, en los años 90, se desplazaron desde las precarias universidades -que ofrecían predominantemente contratos a destajo por horas de clase- hacia los generosos cuernos de la abundancia de la cooperación internacional. La conjunción de los consultores con Naciones Unidas y la OIM ha dado por resultado la mayoría de los estudios sobre migrantes centroamericanos. De esa dinámica escapa Costa Rica, donde el desarrollo de las universidades -muy superior al del resto de la región- ha posibilitado que numerosas investigaciones hayan sido producidas y publicadas con autonomía académica. Pero incluso allí los investigadores más productivos han crecido a la sombra de Naciones Unidas, la OIM y la Fundación Ford.

UN EJEMPLO INTERESANTE
EN NICARAGUA

La inexistencia de un catálogo completo de las migraciones nos impide ponderar el peso de las distintas plataformas y mecenas de la producción de conocimiento sobre migraciones.

Pero podemos tomar como ejemplo una investigación en particular, con un tema relativamente laxo -Migración internacional y desarrollo en Nicaragua- y echar un vistazo a su bibliografía para caer en la cuenta de que, de los 63 textos que ahí figuran, el 26% lleva el sello de Naciones Unidas y/o la OIM, entidades a las que corresponde el primer lugar en el financiamiento de los estudios sobre migración. El segundo lugar de los textos citados (14%) fueron producidos por consultores al servicio del Banco Mundial o del Banco Interamericano de Desarrollo. El tercer lugar lo ocupa FLACSO (8% de los textos), la mayoría patrocinados por grandes fundaciones como la Ford. El quinto lugar (5%) lo tienen los textos que aparecieron con el sello de las fundaciones.

Aun cuando el 30% de los textos fueron producidos por académicos y publicados en revistas y libros de universidades estadounidenses y costarricenses, son estudios predominantemente sobre desarrollo agrario -no sobre migración- y ninguno fue producido en universidades nicaragüenses. El 17% de la bibliografía abarca informes estadísticos de los gobiernos de Estados Unidos y de Costa Rica, pero los que tratan de migraciones fueron elaborados en el US Census Bureau, que no califica como productor centroamericano de conocimiento.

¿QUIÉNES ESTÁN FINANCIANDO?
¿Y QUÉ QUIEREN FINANCIAR?

Los principales financiadores son las agencias de Naciones Unidas, la OIM, las instituciones financieras internacionales -Banco Mundial, BID- y las fundaciones más poderosas, como la Ford y la Rockefeller, entre otras.

Sus principales requerimientos tienden a minimizar a priori el carácter científico, crítico e independiente de las investigaciones. Los estudios -así lo establecen las agencias- deben ser aplicados -resolver aspectos muy específicos, como calcular el volumen del potencial mercado de ahorrantes que las remesas propician en una aldea-, basados en datos cuantitativos, dirigidos a los tomadores de decisiones. Y deben ser no conflictivos.

La información típicamente requerida son: las dimensiones de los flujos de migrantes, los números de desaparecidos, el volumen y la fluctuación de las remesas, etc. Quieren cifras, números, gráficos… como talismanes que conjuren la carencia de pensamiento. Les cae al pelo a estos financiadores la sentencia del escritor británico Andrew Lang: “Buscan en las estadísticas lo que un borracho en los postes de alumbrado público: más que la luz, un punto de apoyo”.

Puesto que los tomadores de decisión no tienen mucho tiempo para invertir en la lectura de sesudos o extensos tratados, uno de los productos más cotizados en el mercado de las consultorías son los policy briefings, textos concisos que en cuatro plumazos dan la piedra de toque, sin asomo de dudas y con posibilidades de que el conocimiento se convierta en una tecnología, una ciencia aplicada capaz de producir cambios directos e inmediatos en cualquiera de los ámbitos de la realidad.

En otras palabras, se propician obras de ingeniería social, realizadas por lo que Bourdieu denominó “sociólogos o economistas que son ingenieros sociales que tienen por función proporcionar recetas a los dirigentes de las empresas privadas y de las administraciones. Ofrecen una racionalización del conocimiento práctico o semi-científico del mundo social que poseen miembros de la clase dominante. Los gobernantes necesitan hoy en día una ciencia capaz de racionalizar -en el doble sentido de la palabra- la dominación”.

QUIEREN
RECOMENDACIONES PRECISAS

Breve o extenso, todo estudio debe culminar con unas recomendaciones exactas, precisas: qué hacer para bancarizar el dinero de las remesas, cómo disminuir el flujo de indocumentados, qué políticas son adecuadas para reinsertar a los retornados...

Las metas no necesariamente deben ser razonablemente realizables. Basta con que sean políticamente correctas. En este sentido, se puede decir que las investigaciones perpetúan las relaciones de dominación en dos vertientes: dando pistas sobre cómo manipular la realidad a beneficio de un grupo económico -como en el caso de la bancarización de las remesas- o, como ocurre en el caso de propuestas irrealizables, reforzando una determinada visión de la realidad y de las aspiraciones en el terreno del deber ser.

Los investigadores deben cuidarse mucho de señalar culpables -sobre todo si se trata de agencias gubernamentales, como en el caso de los abusos a los derechos humanos-, de explicitar en qué consiste el trasfondo del conflicto que genera migrantes o de mencionar qué políticas estatales desencadenan situaciones riesgosas para los migrantes. Cuando la búsqueda de causas obliga a desentrañar culpabilidades, conceptos abstractos y despolitizados como “desempleo”, “paro friccional”, “globalización de los mercados laborales” y “movilidad poblacional” son los más recurridos y con mejor prensa. O bien aparece el infaltable enemigo colectivo: el crimen organizado, ejecutor de la trata, los secuestros y el coyotaje.

QUIEREN
INVESTIGACIONES DESCAFEINADAS

Esta “descafeinización” de las investigaciones es requerida por la demanda de los “clientes”, agencias, gobiernos y ONG que quieren soluciones en el marco de su ámbito de acción: proyectos muy focalizados, circunscritos a un territorio y, dentro de éste, dirigidos a una población meta. Los estudiosos deben aceptar un marco maniqueo que presenta un universo dividido en efectos negativos y efectos positivos de las migraciones.

Esa dicotomía se encuentra inscrita en los términos de referencia con los que las agencias lanzan las licitaciones. A esos términos deben reaccionar los investigadores con una propuesta situada en las antípodas del talante crítico de la academia. Porque nada despierta tantos anticuerpos en las agencias como una propuesta que tenga visos de culminar en un estudio con altos componentes teoréticos, estilo ensayístico y visión politizada, que, en esos ambientes, es sinónimo de análisis con aroma de izquierda.

¿QUÉ HACEN LOS “DUEÑOS”
DE LA INVESTIGACIÓN?

Las obligaciones contractuales son el corsé que constriñe cualquier intento de crítica de los investigadores. Los contratos de Naciones Unidas y la OIM incluyen generalmente una renuncia a los derechos patrimoniales, con lo cual estos organismos determinan el grado y los espacios de difusión de los hallazgos.

El investigador deja de ser dueño del documento y, bajo impedimento legal, no puede difundirlo ni modificarlo. Incluso todo documento acopiado durante el proceso de investigación pertenece a Naciones Unidas o a la OIM y puede ser requerido en cualquier momento de la vinculación contractual o posteriormente. Extendiendo sus prerrogativas más allá de los límites prescritos por la ley, en abierta violación al derecho de los autores a no enajenar los derechos morales, estos financiadores también exigen el anonimato de la autoría, para atribuirla a sus funcionarios de forma explícita o implícita.

Exigen también la obligatoriedad de usar determinadas fuentes sin ningún tipo de cuestionamiento y someten el texto a una serie de revisiones ad infinitum, destinada a limar todas las asperezas que puedan incomodar a sus contrapartes y socios: gobiernos, instituciones financieras internacionales, entidades bilaterales. Basta con descalificar la fuente para eliminar lo políticamente incorrecto y enviar las críticas incómodas al cajón de “afirmaciones no sustentadas”.

En definitiva, el nuevo propietario del texto puede editarlo, presentarlo como de su creación y guardarlo en una gaveta hasta que, en un día glorioso -que puede ocurrir dos meses o tres años después de terminados texto y contrato- el investigador sea invitado a exponer sus hallazgos en un lujoso hotel -jamás en una universidad o en la comunidad donde realizó el trabajo de campo- ante una audiencia de bostezantes y renuentes funcionarios estatales. Es el día de la incidencia. El aula -magna o parvus- de las universidades ha dejado de ser el ágora donde los estudiosos dan a conocer el fruto de sus pesquisas.

TEMAS PREFERIDOS DE LOS FINANCIADORES

A fin de mantener clientes satisfechos, la OIM y Naciones Unidas seleccionan los temas que anticipan un sesgo en el tratamiento, una especie de compromiso con una versión de los hechos. El tema predilecto suele ser la trata y el tráfico ilícito.

Le sigue, en alianza con USAID y las agencias sanitarias de Naciones Unidas (ONUSIDA, UNFPA y OMS) el marcado énfasis por el vínculo SIDA-migrantes, que en ciertos contextos carece completamente de base o es una cortina de humo para cubrir otras asociaciones más plausibles. Llama la atención, en este sentido, que ninguna agencia de Naciones Unidas se ocupe del muy constatado vínculo SIDA-turismo y que UNICEF no financie estudios sobre la relación entre turismo y prostitución infantil.

Una somera revisión de la bibliografía con sello OIM nos muestra el compromiso de esta institución con una visión criminalizadora del espectro de las migraciones y un enfoque de securitization de las migraciones, con “énfasis en la recolección y distribución de información acerca de lo que se ha nombrado, desde inicios de los años 90, smuggling of migrants (contrabando de migrantes).

Las instituciones financieras internacionales, sobre todo el BID, el Banco Mundial, también agencias de Naciones Unidas como la FAO y la CEPAL, no han dejado de mostrar una marcada predilección por los estudios de remesas que conduzcan hacia su “bancarización”, a su inserción en los circuitos financieros convencionales, promoviendo la cultura bancaria y las virtudes del ahorro entre los migrantes y sus familiares para que pongan sus migajas -que sumadas son fortunas descomunales- al acceso de los inversionistas y especuladores, y por ende, que estén al servicio del casino global.

La OIM también ha entrado en este juego, suscribiendo convenios con los más poderosos y ubicuos bancos privados, financiando la formación en cultura bancaria entre receptores de remesas y diseminando urbi et orbi propaganda bancaria, en flagrante subsidio al sector de pesca más opípara en el revuelto río de las más devastadoras crisis económicas.

EL MIGRANTE IDEAL

Varias agencias de Naciones Unidas buscan diseñar ante nuestros ojos al migrante ideal: el que llega al país de destino sin compañía, trabaja duramente y luego retorna. Este ciclo ejemplar es presentado como una win-win-win situation, donde gana el país emisor, gana el país receptor y ganan los migrantes.

En otras palabras: a las remesas sumisas -canalizadas a través de los bancos hacia sus destinos más rentables- corresponden unos migrantes modositos, que llegan, trabajan y se marchan sin chistar cuando su fuerza física empieza a declinar y antes de que sus familiares dependientes tengan la tentación de unírseles. El capitalismo de las metrópolis no quiere cargar ni siquiera con la reproducción de la mano de obra y envía de regreso a los países de la periferia a esos “desperdicios humanos” como un bagazo que no quiere reciclar.

TEMAS EVITADOS EN LAS “COCINAS”

Esta selección de temas tiene el efecto de bloquear los aspectos políticos y proporcionar otros puntos de vista, empezando por aquellos que pretenden explicar las condiciones socioeconómicas que incentivan las migraciones.

Crecientemente, el acceso al mercado ha sido presentado como una limitación más importante para el desarrollo local que la participación política. Se ha establecido una seductora conexión entre ciudadanía y mercado. “Devenir ciudadano -dice Evelina Dagnino- significa ahora integración individual al mercado, como consumidor y como productor. En un contexto donde el Estado se exime progresivamente de su papel de garantizador de derechos, el mercado es ofrecido a la ciudadanía como una instancia sustituta”.

En contraste, hay un enorme abanico de temas descuidados o deliberadamente evitados. Entre otros, la trata laboral y la explotación de indocumentados por parte de empresarios, el papel de las políticas migratorias en el incremento del riesgo de los migrantes, los derechos humanos de los migrantes indocumentados violados en los centros de detención, los movimientos sociales de migrantes y de los activistas que los apoyan, el boicot contra las empresas que se lucran con la transferencia de remesas -Western Union y Money Gram son intocables-, los vínculos entre políticas neoliberales y migración, las impugnaciones al marco legal que norma el orden migratorio -el derecho de los Estados a deportar y detener a los indocumentados- y todo lo que suponga un desafío político o epistemológico al “sentido común” y a los clichés mil veces repetidos.

CÓMO SON LOS MIGRANTES REALES

Esos clichés están ligados a los temas impuestos y funcionan como frenos automáticos de la imaginación sociológica y esquemas mentales esterilizadores. Un ejemplo de estos marcos infecundos lo constituye la falsa dicotomía entre remesas productivas e improductivas, según la cual las improductivas son las que se destinan al consumo, a la subsistencia o al bienestar familiar. “Improductivas” es un adjetivo que pesa como un estigma infamante del cual ese uso ocioso necesita redimirse. Pero ¿cómo puede un economista serio sostener que la inversión en alimentos y salud no tiene repercusiones sobre la producción? La respuesta es muy simple: si los investigadores desean seguir siendo contratados por estos organismos, deben entonar el estribillo maniqueo de las beatíficas remesas productivas vs. las satánicas remesas improductivas.

En definitiva, esta abulia intelectual es posible debido a que los científicos sociales, en aras de su inserción en el prestigioso mercado de las consultorías de los multilaterales, evitan ser científicamente inteligentes, una condición que, según Bourdieu, exige “colocarse en una situación generadora de verdaderos problemas, de verdaderas dificultades”.

NO SON PASIVOS
NI MERAS ESTADÍSTICAS

Las consecuencias de este modus operandi y su dramatis personae para la producción de conocimiento crítico sobre migraciones pueden ser segmentadas en al menos tres tipos: efectos epistemológicos, efectos políticos y efectos relativos a las restricciones socioeconómicas de los investigadores.

Entre los efectos epistemológicos cabe destacar la reproducción del paradigma de la criminalización de las migraciones: la migración es presentada ante todo como un acto que entraña riesgos y pone en contacto con el crimen organizado. Este paradigma, en términos simples, pivota sobre la distinción entre una migración ordenada (documentada) que produce desarrollo y una migración desordenada (etiquetada como irregular, indocumentada, no autorizada e incluso como ilegal) que cosecha violaciones, SIDA, desintegración familiar, trata, remesas improductivas, cárcel y muerte. Esta migración desordenada también es asociada con el tráfico de drogas, la explosión demográfica, la invasión, la amenaza a las culturas nacionales, la fuga de cerebros y la ingobernabilidad. Este planteamiento induce a la conclusión de que la migración irregular es un problema, una fase perniciosa, un desequilibrio temporal, una pérdida y, en definitiva, una anomalía que puede ser reparada por medios técnicos. Con una ingeniería social.

Este paradigma requiere que los migrantes aparezcan como objetos pasivos -y masivos- que no tienen una palabra que aportar sobre su proceso. Sólo aparecen con un abstracto rostro estadístico. Los migrantes están ahí para ser contados, clasificados, a veces compadecidos y ocasionalmente entrenados mediante una alfabetización financiera para que sepan cómo opera la magia que transforma remesas improductivas en bancarizadas remesas productivas. Esta interesada reducción allana el camino hacia una visión de los migrantes simplificada y manipulable. Exenta de verdaderos problemas y dificultades, diría Bourdieu.

NO SON NI VÍCTIMAS NI HÉROES

La manipulación de la imagen de los migrantes conduce hacia otra dicotomía maniquea: los migrantes son víctimas -de la trata y el tráfico ilegal, del SIDA, de las rupturas familiares- o son villanos, coyotes, parásitos de las remesas, personas que toman malas decisiones y no evitan riesgos. Los manipulados también pueden ser idealizados, presentados como héroes emprendedores a condición de que adquieran las virtudes del capitalista weberiano.

Sobre estas dicotomías se asientan las propuestas de ingeniería social. Cientos de veces, en reuniones de Naciones Unidas, escuché una propuesta que al inicio me sonó atractiva: “Vamos a potenciar los elementos positivos de las migraciones y a mitigar sus factores negativos”, como si tales elementos aparecieran en estado químicamente puro, fueran distinguibles técnicamente y tuvieran docilidad ante las políticas públicas o las llamadas “intervenciones para el desarrollo”. En la práctica, ocurre una reducción de lo pensable a lo susceptible de ser traducido en políticas. Porque esa exigencia de una aplicabilidad inmediata sólo puede asentarse sobre distinciones maniqueas y simplificaciones voluntaristas.

CUANDO LA VERDAD NO ES EL FIN

La demanda de que el conocimiento sea aplicable y expresable en forma de policy briefings tiene consecuencias aún más radicales. Supone que el conocimiento carece de valor en sí mismo. Un nuevo enfoque, un novedoso punto de vista que revela que lo que antes no era visible no es valorado como conocimiento.

Horkheimer sostiene que esa instrumentalización del conocimiento constituye el triunfo del pragmatismo, según cuya visión del mundo, “la verdad no es deseable únicamente por ella misma, sino que es tal en la medida en que funciona mejor. Para probar que es pensado con razón, todo pensamiento tiene que tener una coartada, debe garantizar su utilidad funcional”.

Con frecuencia, el logro del conocimiento es proporcionar un punto de vista diferente, cambiar una percepción -poner bajo otra “luz” lo que no se “ve”-, mostrar que las cosas podrían ser de otra manera.

Pero en la era de la tecnocracia sin utopía, el pensamiento se limita a ser un registro de hechos y un esclarecedor de la cadena de medios y efectos para alcanzar ciertas metas. “Su valor operativo -dice Hokheimer-, el papel que juega en el dominio de los hombres y de la Naturaleza, ha sido finalmente convertido en un criterio único. Por eso, tan pronto como las palabras no son clara y abiertamente usadas para sopesar probabilidades técnicamente relevantes, o están al servicio de otros fines prácticos, corren el peligro de resultar sospechosas de no ser otra cosa que cháchara vacía; porque la verdad no es un fin en sí misma”.

Los términos de referencia, diseñados por los financiadores de las investigaciones sobre migrantes se aseguran de evitar esa cháchara dirigiendo los esfuerzos hacia la investigación aplicada, basada en encuestas que contienen los siempre venerados “datos duros”.

TAMBIÉN HAY TERRORISMO IDEOLÓGICO

Existen otros requerimientos que a veces están en los términos de referencia y que tienen efectos políticos: por ejemplo, adoptar el enfoque anti-trata, que constituye un elemento vital de la criminalización de las migraciones y del nacionalismo metodológico.

Ese enfoque consigue complacer a los gobiernos de turno en su política de control fronterizo y políticas migratorias altamente restrictivas. Puesto que el propósito declarado de la insistencia en los aspectos tenebrosos y criminales de la migración es proteger a las personas, el fin justifica los miedos. Naciones Unidas y la OIM, en contubernio con diversas administraciones gubernamentales, no han tenido reparo en promover el enfoque anti-trata incluso a costa de los derechos humanos de los migrantes, como el derecho a la libre movilidad y a no ser coaccionados con publicidad aterradora, como ha sido destacado por los politólogos alemanes Fabian Georgi y Susanne Schatral.

Existe un ejemplo dramático de esta voluntad de aterrar, que muestra extremos mayores de aquellos a los que se ha llegado en Centroamérica, aunque nacen de una misma voluntad. Se trata de un video difundido en YouTube, a nombre de la OIM y la Federal Office for Migration (FOM) de Berna, que muestra la conversación entre un padre -en algún país africano- y un hijo -en algún país europeo-, salpicada de escenas que muestran al hijo en situaciones que contradicen las palabras que dirige a su padre, en una noche lluviosa, desde una cabina telefónica: hambriento, sin casa, perseguido, etc.

El padre escucha sus embustes piadosos desde una cálida, bien iluminada y lujosa habitación que lo muestra como un profesional exitoso, miembro de la clase media alta, sugiriendo la idea de que la migración opera un brutal descenso en las condiciones de vida, además de arrojar a los migrantes a un calvario inenarrable. El video fue subido al mismo tiempo que un reporte a los medios informaba de la campaña contra la migración ilegal, lanzada en Camerún y Nigeria “para informarles sobre las negativas consecuencias de la migración ilegal”. La Unión Europea se unió a la FOM en ese proyecto piloto. La FOM dice contar con el respaldo de la OIM y, de hecho, el reporte aparece firmado por un oficial de la FOM y otro de la OIM.

El reporte es claro en sus motivos: “No hay casi nadie que no haya visto imágenes que muestran embarcaciones hacinadas y personas arrojadas al mar por despiadados traficantes de personas, fotos de barcos volcados, de personas que mueren ahogadas en el mar. Por falta de perspectiva económica, la gente de África se dirige a los países europeos, como Suiza, en busca de una vida mejor. Son personas que acarician expectativas de un próspero futuro en el extranjero, pero son expectativas condenadas a la decepción porque la vida diaria de los inmigrantes ilegales destruye inevitablemente esas esperanzas.”

Según el investigador danés Thomas Gammeltoft-Hansen, en 2010 la OIM recibió 265 millones para asistir a los gobiernos en procesos de deportación y otras actividades, entre las que se incluyen este tipo de informaciones, la promoción del enfoque securitizador y la bancarización de las remesas.

AGENDAS DEFINIDAS
QUE REPRODUCEN EL “SENTIDO COMÚN”

En Centroamérica, un intento menos explícito, pero con idénticos fines, fue la promoción de la película “El camino”. Difundida por la OIM y obra de una realizadora costarricense, el filme muestra el periplo de una niña y su hermano en su travesía desde un barrio marginal en Managua hacia Costa Rica. El niño queda perdido en la selva fronteriza y la niña termina como esclava sexual de un extranjero pedófilo.

Estas iniciativas de terrorismo ideológico encuentran eco entre los periodistas, artistas y científicos sociales. Asumen la agenda de la securitización y se convierten en intelectuales orgánicos que apuntalan la hegemonía del nacionalismo metodológico.

En el caso de los consultores, puesto que su agenda es definida desde los despachos de los grandes financiadores, bajo la coartada de ofrecer unos servicios científicos y apolíticos, en la práctica están condicionados para producir una investigación orientada a producir los migrantes ideales -que llegan solos, trabajan duro y retornan a sus países de origen cuando termina la cosecha de café o fresas-, a descubrir cómo las remesas están siendo o pueden ser canalizadas hacia usos productivos y a mostrar el riesgo de la migración indocumentada.

A la postre, su agenda es definida por el gran financiador de la OIM en América Latina: USAID. El rol subalterno de la OIM frente a USAID es perceptible en su portafolio de proyectos y en la concomitante clonación de la agenda, fácilmente constatable en un somero chequeo sinóptico de sus páginas web. No cabe aquí una teoría de la conspiración: la OIM abreva en las ánforas que le presentan. Del lado de la OIM se trata de una falta de criterio y de un afán de supervivencia organizacional e individual antes que de una confabulación inspirada en un programa ideológico. Del lado de los investigadores, se trata de una propensión a pensar “con barandillas” -como decía Hannah Arendt-, aceptando y reproduciendo un “sentido común” sobre los migrantes. Pero el relativo automatismo de estas dinámicas sincroni¬zadas refuerza su eficacia.

Los estudiosos son en parte objeto de una cooptación ideológica. El nacionalismo metodológico es un canto de sirena ante el que muchos académicos, de escaso entrenamiento crítico, caen rendidos. Adicionalmente, su sometimiento opera por medio de las constricciones socioeconómicas de su trabajo y la reproducción de sus condiciones de vida. Esas constricciones les impiden impugnar el sentido común difundido por Naciones Unidas y la OIM. Su reproducción implica aceptar los términos propuestos por sus patrones: el marco analítico, la exigencia de aplicabilidad y el cortoplacismo. Pero las investigaciones de corto plazo y aplicadas no pueden penetrar profundamente.

EL TRIPLE JUEGO DE LA DOMINACIÓN

El especialista indio en conocimiento y educación, Jandhyala Tilak apunta que la intervención de la cooperación internacional en investigación toma la forma de consultorías y establece las agendas de investigación, de modo que las necesidades y compulsiones de corto plazo de la cooperación contribuyen a negar el valor de la investigación de largo plazo y no construyen capacidades sostenibles en las universidades y otras instancias de investigación. Los investigadores están sujetos por el corsé de unos términos de referencia que establecen los estrechos límites de lo cuestionable. Sus herencias sí vienen precedidas de un testamento: los términos del contrato. Los investigadores deben complacer a sus patrones si desean ser contratados nuevamente. Con toda razón Bourdieu sostuvo que “los posicionamientos sobre el mundo social quizás se deban en parte a las condiciones en que se producen, a la lógica específica de los aparatos políticos y del “juego” político, de la cooptación, de la circulación de ideas…”

Esta frase expresa el tripe juego de la dominación que mantiene bien ceñida la mordaza sobre el pensamiento crítico: la cooptación por la metodología hegemónica nacionalista, la sombra alargada de USAID sobre la OIM y la imposibilidad financiera de que quienes trabajan en “las cocinas de la ciencia” sobre migraciones diseñen una agenda de investigación autónoma y crítica.

MIEMBRO DEL CONSEJO EDITORIAL DE ENVÍO. INSTITUTO DE SOCIOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD PHILIPS, MARBURG.

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