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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 50 | Agosto 1985

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América Latina

Cardenal Paulo Evaristo Arns: Defensa de Nicaragua y la deuda externa de los países del Sur

Carta del Cardenal brasileño Dom Paulo Evaristo Arns sobre la deuda externa de América Latina.

Paulo Evaristo Arns

El domingo 28 de julio llegó a Nicaragua Mons. Pedro Casaldáliga, obispo de Sao Felix de Araguaia (Mato Grosso, Brasil). Venía convocado por el ayuno y la oración iniciados el 7 de julio por el Canciller de Nicaragua, Padre Miguel D'Escoto, a expresar su solidaridad con el pueblo nicaragüense y a pedir, también en ayuno y oración, la paz para Nicaragua. Dom Pedro Casaldáliga traía la delegación y representación de 23 obispos brasileños y de 200 organizaciones de derechos humanos, sindicales, indígenas y religiosas del Brasil. Con él llegó ese mismo día a Managua el P. Grandmaison, delegado personal del Cardenal Arzobispo de Sao Paulo, Dom Paulo Evaristo Arns, quien era portador de una carta del Cardenal al P. D'Escoto.

El 29 de julio, en conferencia de prensa, Dom Pedro leyó esta carta y la calificó como un documento histórico para la Iglesia de América Latina en este siglo.

El 31 de julio, Frei Betto, sacerdote dominico de la Arquidiócesis de Sao Paulo, tomó la palabra en el Encuentro sobre la Deuda Externa de América Latina y el Caribe, que se celebró en La Habana del 30 de julio al 3 de agosto. Frei Betto participaba en este encuentro como representante personal de Dom Paulo Evaristo Arns y leyó ante los más de 1,200 delegados asistentes la carta que el Cardenal de Sao Paulo dirigía a todos los participantes en el evento.

El 3 de agosto, al clausurar esta importante reunión, el Comandante Fidel Castro volvió a leer nuevamente la carta del Cardenal, y la suscribió en su totalidad, cerrando con ella su discurso de clausura, con el que concluyó solemnemente el encuentro de La Habana.

Envío publica estas dos cartas, convencidos de que estamos ante dos documentos históricos, no sólo para la Iglesia latinoamericana sino, más allá de sus fronteras, para toda la sociedad latinoamericana que en esta hora crítica, espera de la Iglesia del continente, desde sus cardenales hasta sus comunidades de mujeres y hombres empobrecidos y creyentes, un compromiso decisivo.

Dom Paulo Evaristo Arns es el obispo de la ciudad industrial más poblada de América Latina, Sao Paulo, con más de 7 millones de habitantes, en su mayoría pobres y marginados pero con niveles muy sólidos de organizaciones política, sindical y cristiana.

El obispo de la mayor ciudad católica del mundo, en el país con mayor población católica de la tierra, que por su formación social, humanística y teológica es quizá el obispo más prestigiado de toda la Iglesia, ha tocado en estos dos documentos las dos realidades más candentes de nuestro continente: la agresión a Nicaragua y la lucha por la paz en Centroamérica y la agresión al continente por el saqueo de la deuda externa y la lucha por el desarrollo independiente de América Latina. Son dos frentes de una misma lucha en la que todos -y muy particularmente la Iglesia- tienen una gran responsabilidad. Son dos situaciones-límites en las que se pone a prueba la creatividad y la dignidad de los latinoamericanos. Son dos banderas que el Cardenal ha sabido alzar con una palabra histórica. Estamos ante dos documentos de incalculable trascendencia, que por ser respuestas a dos acontecimientos históricos e la vida latinoamericana -el ayuno del Canciller de Nicaragua, el Encuentro de La Habana- se convierten para nuestros pueblos y para nuestros dirigentes eclesiásticos y políticos en una pregunta y un reto.

Carta al P. Miguel Escoto

"Este ayuno alerta la conciencia ética mundial"Escoto

"Sao Paulo, 23 julio de 1985

Querido amigo Miguel:
Paz y Bien

"No sólo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mateo 4,4).

Este mensaje de Jesús después de pasar 40 días ayunando en el desierto, ilumina el acontecimiento del que Ud. es protagonista. Jesús practicó este ayuno para manifestar su abandono, su apertura a la voluntad del Padre, antes de iniciar su misión apostólica liberadora.

El ayuno de Uds., en las circunstancias actuales, alerta la conciencia ética mundial sobre la grave situación vivida por el pueblo de su país. Su gesto es un gesto profético, que denuncia los intentos de matar la semilla de la nueva vida plantada por la Revolución Sandinista.

Respeto mucho su decisión de realizar este ayuno inspirado "por su conciencia sacerdotal ante la realidad de muerte y destrucción, que existe en Nicaragua, como consecuencia de la guerra de agresión que nos declaró el gobierno de los Estados Unidos".

Su país tiene todo el derecho de escoger el mejor camino posible para que el pueblo conozca condiciones de vida más justas sin interferencia de ninguna potencia extranjera. La autodeterminación de su país es esencial para la Paz y la armonía en nuestro continente latinoamericano.

Aprovecho para recordar al gobierno de los Estados Unidos que las aspiraciones del pueblo nicaragüense a la libertad y a la Paz son legítimas y notables; aprovecho también para solidarizarme con su pueblo en la lucha por la construcción de una sociedad nueva donde exista fraternidad, justicia y paz.

Le ruego fraternalmente considerar la posibilidad de interrumpir este gesto en el caso de que sienta que su vida corre peligro, ya que ella es querida para Nos y para su pueblo.

Unidos en Cristo,

PAULO EVARISTO, CARDENAL ARNS
Arzobispo de la Iglesia de Sao Paulo-Brasil"

Carta a los Delegados de La Habana

"Este problema pone en juego la vida de millones de personas"

"Excelentísimo señor Fidel Castro
Dignísimo Presidente del Consejo de Estado y del Gobierno cubano

Estimados señores:

Sensibilizado con la invitación recibida para participar de ese análisis conjunto sobre la deuda externa de América Latina y del Caribe en el contexto de la crisis económica internacional, e imposibilitado de comparecer por innumerables tareas, quiero manifestar mis deseos de que la reunión sea especialmente provechosa para la gran mayoría de los pobres que habitan en nuestros países.

A la luz del Evangelio de Cristo, de la doctrina social de la Iglesia y de las palabras del Papa Juan Pablo II, quiero especificar algunos puntos básicos que me parecen fundamentales en lo que concierne al tema en debate:

1. No hay posibilidades reales de que el pueblo latinoamericano y caribeño se responsabilice por el peso del pago de las deudas colosales contraidas por nuestros gobiernos. Ni siquiera es viable continuar pagando los altos intereses a expensas del sacrificio de nuestro desarrollo y bienestar.

2. El problema de la deuda, antes de ser financiero, es fundamentalmente político, y como tal, debe ser encarado. Lo que está e juego no son las cuentas e los acreedores internacionales, sino la vida de millones de personas que no pueden sufrir la permanente amenaza de medidas recesivas y del desempleo que traen la miseria y la muerte.

3. Los derechos humanos exigen que todos los hombres de buena voluntad del continente y el Caribe, todos los sectores responsables, se unan en la búsqueda urgente de una solución realista para el problema de la deuda externa, como forma de preservar la soberanía de nuestras naciones y resguardar el principio de que el compromiso principal de nuestros gobiernos no es con los acreedores, sino con los pueblos que representan.

4. La defensa intransigente del principio de autodeterminación de nuestros pueblos requiere el fin de la interferencia de organismos internacionales en la administración financiera de nuestras naciones. Considerando que el gobierno es cosa pública, todos los documentos firmados con tales organismos deben ser de inmediato conocimiento de la opinión pública.

5. Es urgente el establecimiento de bases concretas de un nuevo Orden Económico Internacional, en el cual sean suprimidas las relaciones desiguales entre países ricos y pobres y asegurado al tercer mundo el derecho inalienable de regir su propio destino, libre de la injerencia imperialista y de medidas expoliadoras en las relaciones de comercio internacional.

Seguro del éxito de este importante evento, ruego a Dios que infunda en nuestros corazones la bienaventuranza del hambre y de la sed de justicia, para que seamos siempre fieles a las aspiraciones liberadoras de nuestros pueblos.

Reciban mi fraternal saludo,

Paulo Evaristo, CARDENAL ARNS
Arzobispo Metropolitano de Sao Paulo, BRASIL

Sao Paulo, 26 de julio de 1985

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