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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 367 | Octubre 2012

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Nicaragua

El camino que nos lleva a las urnas

Mientras los venezolanos, confiados en su sistema electoral, decidieron mayoritariamente continuar con el proyecto de Chávez y expresar también con masividad su descontento con el rumbo de su país, en Nicaragua vamos de nuevo a elecciones en circunstancias muy diferentes. El camino que nos lleva a las urnas aparece sembrado de minas.

Equipo Envío

En vísperas de las elecciones municipales del domingo 4 de noviembre, dos de los poderes fácticos del país, la élite empresarial y la jerarquía católica, tomaron caminos diametralmente opuestos para hablar del gobierno y para hablarle al gobierno.

POR QUÉ “PELEAMOS”…

Ante el dilema de estas vísperas, que es ir a votar o no ir a votar, participar o abstenerse, representantes de distintos sectores sociales han optado por opinar que la decisión debe dejarse a “la conciencia” de cada persona. Ésta fue finalmente la postura que adoptaron los obispos católicos en su mensaje pastoral de fines de septiembre. Es un documento de importancia en la coyuntura actual. En él describen sintéticamente, con lucidez y contundencia, la crisis del sistema electoral y de todo el sistema político, criticando duramente el autoritarismo abusivo del gobierno y también la falta de conexión con el pueblo de los partidos de oposición. (Ver texto íntegro en este mismo número).

En contraste, la gran empresa privada continúa en muy satisfactoria y satisfecha alianza con el gobierno. En el 40 aniversario del COSEP (Consejo Superior de la Empresa Privada), el máximo representante del gran capital nacional, Carlos Pellas, alabó la “mejoría enorme” que él ve en la situación económica de Nicaragua y defendió la alianza de la élite empresarial con el gobierno: “Si nosotros estuviéramos confrontados permanentemente con el gobierno, ¿Nicaragua podría salir adelante?” Y cuando le preguntaron qué opinaba sobre el cambio de las desprestigiadas autoridades del Consejo Supremo Electoral (CSE) -cambio que es un clamor nacional- afirmó que “la parte institucional es lo que les toca a los políticos pelear, nosotros estamos peleando nuestros derechos económicos”.

Una gran discrepancia con lo que piensa ese otro poder que es la jerarquía católica, que en éste su último mensaje y en muchos de sus anteriores declaraciones, no sólo pelea “lo su¬yo”, lo que serían los derechos de la libertad religiosa, sino que se hace vocera de la ciudadanía que reclama que mejore la institucionalidad democrática y la deteriorada vida política.

LA MAYOR MINA EN EL CAMINO

El triunfo de Chávez no fue objeto de discusión. El sistema electoral venezolano genera una total confianza dentro y fuera de Venezuela. El ex-Presidente Jimmy Carter -que no simpatiza con Chávez- lo calificó como “el mejor del mundo” y el Centro Carter descartó previamente cualquier posibilidad de fraude. Otras instancias auditoras internacionales lo corroboraron.

Ni por asomo sucede lo mismo en Nicaragua. Las elecciones municipales de 2008 y las generales de 2011 han sido severamente cuestionadas en Nicaragua y fuera de Nicaragua -OEA y Unión Europea- por el cúmulo de irregularidades fraudulentas que las caracterizaron. Y lo que es más grave: nada de lo turbio ha sido aclarado ni nada de lo errado se rectificó: el sistema electoral nicaragüense se mantiene funcional a los intereses del partido de gobierno.

El árbitro electoral y la desconfianza que genera es la principal mina sembrada en el camino que lleva a las elecciones. Y por eso, a la permanente polarización política y a la histórica polarización económica, se suma en estas elecciones una polarización electoral inédita: en la acera opuesta al proyecto de Ortega la población está divida entre quienes no votarán, convencidos de que ya no tiene ningún sentido hacerlo, y quienes están decididos a votar y a defender el voto. “Hasta con la vida”, llegan a decir.

DONDE NO HAY APATÍA

La apatía pre-electoral es visible y sin precedentes en las ciudades del Pacífico, donde la población está más informada y donde están muy presentes en la memoria las operaciones de fraude con las que el partido de gobierno “ganó” la capital y varias de las principales ciudades en 2008. Sin embargo, hay zonas del interior del país en donde hay cierto entusiasmo.

Las bases y simpatizantes del PLI -la única oposición al partido de gobierno que decidió participar, no sin controversia y críticas- se expresan determinadas a votar y a defender el voto en el llamado “corredor de la Contra”, una amplia franja de la geografía nacional que atraviesa desde el norte al centro del país, internándose en zonas de las regiones autónomas del Caribe norte y sur, y que abarca lugares en donde se vivió y se sufrió intensamente la guerra de los años 80, en donde la Resistencia Nicaragüense combatió con éxito al Ejército Sandinista, en donde el antisandinismo ha dejado heridas que siguen abiertas y en donde los liberales han ganado tradicionalmente los poderes locales.

Desde mediados de agosto el PLI presentó la que llamó “nueva” estrategia electoral: concentrar sus esfuerzos y sus limitados recursos -afirman que trabajan con las uñas, con austeridad, que no consiguen préstamos- en ese corredor, en donde tienen mayores probabilidades de ganar. Apuntan entonces a conquistar los 6 municipios de Boaco, los 14 de Chontales, los 7 de Jinotega, Siuna, Rosita, un buen número de los de Matagalpa, municipios caribeños... Anuncian que aspiran a ganar por lo menos 70 alcaldías.

Las contradicciones que creó al interior de la Alianza PLI la participación del partido PLI en las elecciones, porque participar los convertía en un factor legitimador de los comicios, no ha cesado. Los dirigentes nacionales y territoriales del PLI siguen respondiendo que no participar es regalarle al FSLN esas alcaldías sin pelearlas, es permitirle al FSLN ganar sin fraude. Dicen que participar será, además de pelear las alcaldías tradicionalmente liberales, crear “otro precedente de la ilegitimidad del sistema electoral”.

¿CUÁNTA ABSTENCIÓN?

Al historial de irregularidades que ha acumulado el CSE desde el año 2008 se suman algunas nuevas en estas elecciones. En al menos 22 de los 153 municipios (algunos, cabeceras departamentales como León, Matagalpa, Jinotepe, Rivas, Puerto Cabezas, Bluefields, San Carlos) el padrón electoral del CSE tiene una población más numerosa que la que aparece en el censo nacional.

Hay bastantes municipios en los que los representantes del PLI -que ocupan por primera vez cargos como autoridades electorales municipales- están siendo sustituidos en las funciones que les asigna la ley por representantes del partido de gobierno, que los mantienen “pintados en la pared”. El CSE ha establecido cambios en la demarcación territorial, con nuevas numeraciones para las juntas receptoras de votos, sin entregar la nueva codificación a los partidos políticos. El CSE decidió, ilegalmente, no publicar el padrón electoral en su página web…

Si el clima de apatía prevalece, es previsible que la abstención resulte mayor de la que viene siendo habitual en elecciones municipales, ya que la gente participa más en elecciones presidenciales. Aunque al FSLN le convendría que la oposición se abstenga y su voto duro vote masivamente para conseguir mejores resultados, en esta ocasión parece convenirle más conseguir esa victoria rotunda en comicios con participación masiva.

Como este año la abstención indicaría también la creciente desconfianza de la población en la vía electoral, una participación importante le serviría al FSLN para legitimar el proceso. Es también por esa razón que el Presidente Ortega invitó a la OEA para que enviara al país una misión de “acompañamiento”, esperando que de ahí le llegue también alguna legitimidad.

IMPORTANTES MUTACIONES

El camino a estos comicios municipales está no sólo minado por la falta de credibilidad que envuelve al árbitro electoral y por la desconfianza que ese árbitro provoca en la población. También hay este año en el camino varias mutaciones legales e ideológicas que hacen más singular e inédito el proceso y más imprevisibles sus consecuencias.

En marzo y en abril el FSLN contó con el respaldo de los diputados del PLI para reformar la Ley de Municipios y establecer, entre otras mutaciones, un considerable aumento en el número de concejales a ser electos en cada municipio del país (6,534) -la mitad deben ser mujeres-, para establecer también que en todos los municipios la fórmula debe ser alcalde-vicealcaldesa o alcaldesa-vicealcalde, y para establecer una considerable cantidad de nuevas reuniones en el funcionamiento de las alcaldías.

El FSLN espera que este importante esfuerzo para alcanzar la paridad de género y la inclusión de un número sustancialmente mayor de concejales traigan novedades positivas en la vida municipal. Algunas y algunos de los seleccionados son gente conocida y prestigiada en sus comunidades. Respecto de la multiplicación de reuniones, el municipalista Silvio Prado teme que lo que se consiga no sea “ampliar las oportunidades de participación ciudadana, sino mantener a la población permanentemente movilizada con el único fin de reunirla masivamente para recibir “líneas” desde arriba”.

Aunque sólo en los próximos cuatro años podrá verificarse lo que ocurrió con estos cambios, tan audaces como problemáticos, son éstas, sin duda, mutaciones que marcarán la evolución de los poderes locales a partir del próximo año.

¿HABRÁ VOTO CASTIGO?

El partido de gobierno presenta a la reelección a un puñado de sus alcaldes. Algunos han realizado una muy buena gestión en sus municipios, lo que reconoce la población. Todos los que repiten son también reconocidos por el poder central del partido como de incondicional fidelidad.

En Managua, el caso de la reelección de la gris periodista Daisy Torres para repetir en la alcaldía sería el caso más evidente. Sin olvidar que su fidelidad no es la única razón. La alcaldía de la capital ha sido la forja de dos de los más importantes liderazgos alternativos a Daniel Ortega en el FSLN, Dionisio Marenco y Herty Lewites, en su momento incondicionales y fieles y después proscritos por hacerle sombra a Ortega. El FSLN no quiere correr riesgos.

Otros de los seleccionados como candidatos por el FSLN ocuparán por primera vez el cargo. Parecen haber sido escogidos igualmente por su “probada” incondicionalidad. Otros han sido impuestos desde la casa presidencial por un procedimiento iniciado en enero y conocido como “dedazo”, a pesar de las opiniones en contra de militantes y simpatizantes del partido. La imposición de 40 de ellos generó desconcierto, descontento y movilizaciones de protesta entre las bases históricas del FSLN en esos municipios.

Algunos de los grupos que, en el municipio o viajando hasta la casa presidencial en Managua, expresaban su rechazo al “dedazo” nunca reclamaron ni un CSE más creíble ni un proceso electoral transparente. Sólo decían que si no eran escuchados y no se cambiaba a los candidatos “de dedo”, responderían con el voto castigo: votarían por otro partido, no irían a votar y no garantizarían, como siempre lo han hecho, el tendido electoral del FSLN trabajando como miembros de mesas, fiscales, jefes de ruta…Hubo oídos sordos a la advertencia. ¿Cumplirán esos sandinistas con lo que dijeron? ¿Podremos medir de alguna forma si lo hicieron?

NO IMPORTA QUIÉNES SEAN…

Para acallar la inconformidad con los “dedazos”, el 15 de agosto se convocó un congreso ad hoc del FSLN. Se esperaba que el propio Daniel Ortega, al anunciar él mismo los nombres de los candidatos definitivos, pusiera con su autoridad indiscutida un punto final a la rebelión en su granja.

Pero ese día no se pronunció ningún nombre. En vez de lo esperado, Ortega lanzó una idea que constituye una especie de mutación ideológica para la teoría electoral: cuando se acude a las urnas ningún nombre importa, las personas individuales son “transitorias” y no importa quiénes sean o qué hayan hecho… ”Aquí se trata de alcanzar la victoria en la mayoría de las alcaldías -dijo Ortega-. ¿Y quién va a alcanzar esa victoria? No va a ser ni Pedro Pérez ni Juan López ni Roberto García, sino que va a ser el Frente Sandinista de Liberación Nacional… Eso es lo que nosotros defendemos: ¡un proyecto! Un proyecto que está mucho más allá de los individuos, de las personas, un proyecto que es mucho más poderoso, mucho más gigantesco…”

Reaparece en esta idea de Ortega la matriz de organización militar, la cultura organizacional militar y jerárquica, y por eso ajena a la cultura democrática -debate, consensos y disen-sos, alternancia- en la que se forjó históricamente el FSLN, un útero ideológico que el actual FSLN se resiste a abandonar porque no sabe hacerlo, no puede hacerlo, o no quiere hacerlo porque no le conviene.

SIN ROSTROS
Y SIN NOMBRES

El 7 de septiembre, el magistrado presidente del CSE, Roberto Rivas, secundó la idea mutante del Presidente y anunció que en estas elecciones la boleta electoral para alcalde no llevará la foto del candidato y la boleta para concejales no llevará los nombres de los candidatos a esos cargos.

Sólo aparecerán los dos nombres de la fórmula para la silla edilicia, las siglas y el color de la bandera del partido que la presenta. Aunque la ley no obliga a imprimir la foto del candidato a alcalde, en las elecciones municipales de 2008 sí se incluyeron para facilitar el voto a la población, especialmente a la rural.

En el contexto político, lo más interesante fue la justificación que dio Rivas: “En Nicaragua no se vota por un candidato en particular, se vota por una bandera, por un partido, ésa es la simple y pura realidad”. La realidad es que la mayoría de la población nicaragüense no está afiliada ni milita en ningún partido y tampoco se identifica con alguno de ellos.

La realidad es que en las elecciones municipales es en las que más importan las personas, sus nombres y rostros concretos, porque, como dice el municipalista Manuel Ortega Hegg, “en los espacios municipales la gente conoce y sabe quién es cada candidato y las elecciones son realmente elecciones entre vecinos”. Piensa Ortega Hegg que suprimir la foto es una forma de minimizar la importancia de las elecciones municipales y de reducir al mínimo el protagonismo de las autoridades locales.

DANIEL ORTEGA:
GANADOR EN CADA ALCALDÍA

La idea de Ortega, que anula nombres, minimiza protagonismos y suprime rostros, no pareció convencer a todos y el 13 de septiembre, una semana después de las declaraciones de Roberto Rivas, en sesión de trabajo con los equipos de la campaña del FSLN en Chinandega -lugar de las más sostenidas protestas contra el “dedazo”- la Coordinadora de Comunicación y Ciudadanía del gobierno, Rosario Murillo, reforzó la misma idea aportándole un nuevo elemento: “Nosotros estamos en campaña ya para el 2016 y cada cosa que hacemos es un mojón que ponemos. ¡Y el Comandante Daniel tiene que ganar las elecciones en el 2016! Y es el pueblo, es el Frente, ¡es Daniel el que va a ganar en cada gobierno municipal!”, dijo Murillo entusiasmada.

La interpretación de la tan anticipada proclamación de Daniel Ortega como candidato del FSLN por séptima vez consecutiva en boca de Murillo es sencilla: trataba de aquietar las contradicciones que hoy atraviesan al partido de gobierno, y en particular las provocadas por ella y por su persistente protagonismo.

ES LA DECADENCIA…

Quien con más agudeza interpretó el discurso de la Primera Dama en Chinandega fue el jurista Julio Icaza, miembro de la Unión Ciudadana por la Democracia, en un texto que tituló “Los dueños del tiempo”: “El sueño absolutista de parar el tiempo y abolir el cambio tiene una herida de muerte, por la que irremediablemente se desangra: la herida de muerte de la sucesión. El absolutismo monárquico responde a este problema con el derecho divino y hereditario de los reyes. La democracia, con las instituciones y el reemplazo periódico de las personas al frente de ellas por medio de elecciones. La dictadura, en cambio, no tiene respuestas…La muerte, la posibilidad real de la muerte en cualquier instante, alienta en cada poro del régimen. Con el aumento de los aparatos de seguridad, el palacio se puebla de espías y conspiradores y, alrededor de la silla presidencial, va creciendo una cada vez más tupida y compleja telaraña de intrigas…La reciente proclamación de Ortega como candidato para las elecciones del 2016, tras una serie de fracasados tanteos de parte de la Coordinadora de Comunicación, es una prueba de que el régimen empieza a enfrentar esa dificultad, propia de las dictaduras. La respuesta ha sido, por el mo¬mento, la ausencia de respuesta. Pero la necesidad de insistir tan temprano, de manera pública, en la continuidad del caudillo, para aplacar las pugnas internas, no delata sino el aumento de la gravedad del problema, el inicio de la decadencia”.

CON LAS DOS SARTENES

El discurso de Chinandega expresa que el camino por el que transita el partido de gobierno hacia las elecciones también está minado. Hay en el FSLN un problema generacional latente y creciente entre los históricos -a los que se les han negado espacios y hasta se les ha vedado el acceso a Ortega- y las juventudes que ha organizado Murillo en torno a su propio liderazgo.

Hay también un problema de género: el FSLN ha sido tradicionalmente un partido de hombres fogueados en la experiencia política y militar y hoy Murillo ha invadido el partido con contingentes de mujeres jóvenes advenedizas, sin mucha experiencia política y que dependen del poder de ella. De momento, todas estas divisiones aumentan el poder de arbitraje de Ortega, que hasta ahora tiene y mantiene “las dos sartenes por el mango” en ambos grupos, el de los históricos y el de los murillistas. De momento.

MANAGUA Y CONDEGA:
DOS SEÑALES

Con la nueva victoria de Chávez en Venezuela, el casi absoluto poder institucional del que hoy goza Ortega y la legitimidad que le dan sectores pobres beneficiarios de los programas sociales, no parecen sencillos de disputar en el corto plazo. No existe aún una oposición cohesionada que lo dispute. Es un poder que seguramente se ampliará en estas elecciones municipales.

Esto no impide el surgimiento de nuevas contradicciones, provocadas por el exceso de control social del modelo y por el creciente poder económico que van adquiriendo Ortega y sus allegados. Entre “los de abajo” surgen protestas, que cuando son firmes, son “resueltas” por el gobierno con cada vez más desproporcionada represión policial.

Los dos casos más recientes los hemos visto en Managua y en Condega. En Managua, en septiembre, los taxistas protestaron contra la competencia desigual de las caponeras y mototaxis -pobres contra pobres- y reclamando un subsidio mayor para la gasolina que alimenta sus taxis, porque ya no sobreviven con las continuas alzas del combustible, a pesar de que Nicaragua la importa de Venezuela a precios preferenciales dentro del convenio de Petrocaribe.

En agosto, los productores de frijol de Condega reclamaron un precio justo y condiciones para poder exportarlos -en este caso, pobres contra un grupo de poder que controla precios y exportación-. 40 taxistas fueron golpeados por antimotines y acusados después en los tribunales como delincuentes. En Condega, a donde no llegan las cámaras de la televisión, la respuesta fue más violenta: el gobierno envió brigadas de antimotines que reprimieron a los productores y los desalojaron de la carretera, con saldo de varios golpeados, heridos y seis productores capturados. Días después, la represión continuó en la ciudad de Condega. Brigadas de antimotines fueron desplegadas en los barrios, decenas de viviendas fueron allanadas, hubo más arrestos y la ciudad se vio inundada de gases lacrimógenos lanzados por la Policía, mientras muchos pobladores huían al campo para escapar de la represión policial.

Es lo que hoy llamamos “criminalización de la protesta social”, respuesta adoptada por los gobiernos autoritarios en todo el mundo para frenar el descontento y sembrar el miedo entre quienes reclaman derechos.

Entre los de “arriba” no parece haber aún problemas mayores. En este mismo número, el experto en Derecho Fiscal Julio Francisco Báez desmenuza elementos que demuestran lo que él llama una alianza “de sello corporativista”, expresada en estos últimos meses en la reforma tributaria que “nos amenaza”.

ESA “TELENOVELA...”

En el deterioro de la institucionalidad y la vida política -paisaje del camino en el que vamos hacia las elecciones-, un elemento nocivo, del que hoy ya tenemos más evidencias, es la penetración del narcotráfico entre los de abajo y los de arriba. Lo hemos ido sabiendo con más detalle siguiendo el caso Cabral-Fariñas-Osuna-Televisa, una poderosa mina que le ha estallado al gobierno en el camino y que nos demuestra hacia dónde podemos estar caminando…

Condenar en Managua a las máximas penas al grupo vinculado a “El Palidejo”, autor intelectual de los disparos que le quitaron la vida por error a Cabral, corta en ese eslabón el caso y cortándolo pretende echar tierra a lo evidente: no tenemos un “muro de contención” del narcotráfico, como repite desde el Presidente al último uniformado del Ejército y de la Policía. Ese muro está agrietado, horadado, resquebrajado.

La aparición de Televisa en el escenario de este caso -la “telenovela Televisa”, como la llamó, minimi-zándola el propio Ortega- nos enseña más sobre las implicaciones de esa penetración, transregional, sobre la que el gobierno de Nicaragua no tiene, por eso mismo, pleno control ni de la información, que fluye de México y de otros países, ni sobre las respuestas que dará para salir airoso de esto.

Reflexiona así sobre este flanco del asunto el periodista Jorge Carrascosa en la revista mexicana “Proceso”: “El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega le debe mucho al viejo PRI, que lo apoyó en su revolución contra el régimen de la familia Somoza. Ahora, con el nombre de Televisa en el centro de una cuantiosa operación internacional de lavado de dinero, tiene una fuerte carta a su favor ante el presidente electo Enrique Peña Nieto. Pero también se encamina hacia una fuerte presión de los poderes formales y de hecho…Ortega sabe muy bien que Peña Nieto es hechura de Televisa y que como presidente tendrá que defender al monopolio televiso en esta operación de narcotráfico descubierta por los nicaragüenses…El gobierno de Daniel Ortega también puede padecer las presiones de los grupos fácticos: de la propia Televisa, que puede desatar una campaña mediática contra él y su gobierno, y de los grupos (narcos) afectados con esta fallida operación de transporte de dinero, que querrán cobrar cuentas”. ¿A qué lado inclinará su balanza el Presidente Ortega? ¿Qué finales esperar de esta telenovela...?

UN RESPIRO PARA ORTEGA

El 7 de octubre Hugo Chávez ganó las elecciones en Venezuela. Su triunfo, aunque no con los arrolladores 10 millones de votos que pidió a sus simpatizantes, no con el nocaut que pronosticó para su contrincante Capriles- era absoluta prioridad en Nicaragua para Daniel Ortega, que tiene cimentado su proyecto de poder en la millonaria cooperación venezolana.

Pero este respiro de alivio no alejará el fantasma de la incertidumbre de la casa presidencial: la evolución que tenga la grave enfermedad de Chávez es el siguiente capítulo tensionante. Y aunque la desaparición física de Chávez no significaría seguramente una suspensión inmediata de la cooperación venezolana, cambios en ella sí pueden depender de cómo se desarrolle la transición en el partido que Chávez cohesionó de forma tan absoluta.

Si en las elecciones que seguirían a su fallecimiento gana la oposición o si gana el candidato heredero de Chávez, pero la transición en el PSUV se desarrolla tensa, si es caótica por las pugnas internas entre fuerzas e intereses tan diversos, se podría terminar, o podrían cambiar los términos, del muy ventajoso acuerdo petrolero que tantas oportunidades le ha abierto a Nicaragua y que hasta ahora aprovecha de forma privilegiada Ortega, su familia y el grupo empresarial del FSLN. Cuesta creerlo pero el ALBA, la gran apuesta de Chávez en Nicaragua, “está desnuda”, como explicamos en páginas de este mismo número.

MIRANDO A VENEZUELA

El camino venezolano a las elecciones fue probado de nuevo el 7 de octubre. El de Nicaragua está minado. El dilema de votar o no votar no es el fundamental. El desafío, el reto, es cómo rescatar de los escombros un sistema electoral que nos permita dirimir los conflictos presentes y los latentes. Un sistema como el venezolano.

Mirando a Venezuela sentimos vergüenza por nuestro sistema, sentimos envidia por el de los venezolanos. En consecutivas elecciones Chávez ha aceptado arriesgar su poder dejando la decisión en manos de la gente. Y en elecciones consecutivas la población venezolana ha caminado hacia las urnas confiando en las autoridades electorales y en la transparencia que le garantizan. Ortega no corre ese riesgo. Y la población nicaragüense ha perdido la confianza en la vía electoral. ¿Hasta cuándo? De esa respuesta depende en gran medida el futuro. De ella dependen que se nos abran otros caminos.

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