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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 366 | Septiembre 2012

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Nicaragua

25 años después de Esquipulas: balas de plata

Se cumplieron este agosto los 25 años de la firma de los acuerdos de Esquipulas 2, que fueron silenciando las balas de las guerras que azotaban a Centroamérica y sembrando el compromiso de construir una región con “paz firme y duradera” ¿Cómo está Nicaragua, a 25 años de aquel acontecimiento?

Equipo Envío

La bala de plata es una munición cargada de simbolismo por el extraordinario poder de destrucción que se le atribuyó a lo largo de la historia. “Balas de plata” es el título de una novela que en 2008 publicó el mexicano sinaloense Élmer Mendoza, quien desde 1999 ya era calificado en su país como “el primer narrador que recoge con acierto el efecto de la cultura del narcotráfico en México”.

Tomamos el título de su novela como símbolo para enmarcar las realidades de nuestro país y de nuestra región -cada vez más penetrada por las destructivas balas de plata del narcotráfico- en las “bodas de plata” de los acuerdos de Esquipulas 2.

EL FIN DE LAS GUERRAS

7 de agosto de 1987. Un redoble de tambores saluda el ingreso de los cinco Presidentes centroamericanos al Palacio Nacional de Guatemala. Tras escuchar los cinco himnos de los países del istmo, el Presidente de Costa Rica, Oscar Arias, lee el texto del Procedimiento para establecer la paz firme y duradera en Centroamérica, que recoge los acuerdos firmados por los cinco gobernantes. Termina la lectura y una ovación de cinco minutos los respalda mientras Arias, Cerezo, Ortega, Duarte y Azcona firman los compromisos.

Eran los acuerdos de Esquipulas 2. Después de varios años de firmados y en medio de presiones, obstáculos y altibajos, tuvieron como resultado más importante el fin de los conflictos militares en Centroamérica. En Nicaragua en 1990 con la derrota en las urnas del FSLN. En El Salvador en 1992 con los acuerdos de paz entre el gobierno de ARENA y el FMLN firmados en México. En Guatemala en 1996 con los acuerdos de paz firmados entre el gobierno y la URNG.

Tras décadas de insurrecciones, guerras y guerrillas en la región, motivadas por las escandalosas desigualdades económicas y sociales y por las violaciones sistemáticas a los derechos civiles y políticos de la población, los acuerdos de Esquipulas no sólo apostaron al cese de las hostilidades armadas. Fueron una propuesta integral, tocaban las raíces de los conflictos al proponer democratización, reconciliación, pluralismo, elecciones limpias, desarrollo con justicia social…Tantos otros sueños que no se han cumplido.

LA PERSISTENCIA
DE LA VIOLENCIA

25 años después de Esquipulas ya no hay guerras en Centroamérica entre gobiernos establecidos y fuerzas irregulares que los confrontan. Pero tampoco hay paz “firme” y la poco firme paz que sí hay no parece será “duradera”. Si bien es cierto que las ejecuciones extrajudiciales y las torturas contra opositores en cárceles clandestinas quedaron atrás, la violencia persiste en la región bajo muy variadas formas. Porque sólo conseguimos democracias electorales frágiles y la democracia económica sigue siendo una utopía que parece inalcanzable. Porque ya han vuelto a hacer su aparición en Centroamérica los golpes de Estado (Honduras) y los fraudes electorales (Nicaragua).

Centroamérica es considerada hoy la región más violenta del mundo. Honduras tiene el récord mundial en homicidios, Guatemala el de femicidios y en El Salvador hay más muertos por asesinatos que los que morían en los años de la guerra. Los índices de violencia sexual y los de violencia de género son escalofriantes.

La palabra “organizado”, con la que en aquellos años se expresaba la opción de gente dispuesta a dar la vida por un cambio en sus países, una palabra que Monseñor Romero elevó en sus homilías a categoría ética, cambió de rumbo y ahora acompaña a otra palabra: “crimen”. El crimen organizado campea organizadamente por todos los países centroamericanos. El narcotráfico va adueñándose de las instituciones que Esquipulas creó y pretendió democratizar. A la par va el tráfico de armas, el tráfico de personas para explotación sexual, el tráfico de madera consumiendo lo que aún nos queda de bosques…No son las propuestas del sistema de integración centroamericano -retórica vacía en la boca de gobiernos sin voluntad política para cumplirlas- quienes han integrado a nuestra región. Son los carteles del narcotráfico los que más rápidamente han superado fronteras, aduanas, ideologías y obsoletos nacionalismos. Las “bodas de plata” de Esquipulas las celebran hoy los narcos con balas de plata…

EL CALDO DE CULTIVO
DE ESTA VIOLENCIA

El lento crecimiento económico de la región, la bajísima calificación educativa de nuestras poblaciones y la insuficiente inversión para mejorarla, la falta de voluntad de gobiernos y grandes empresarios para la siempre postergada reforma fiscal que les haga pagar los impuestos que deben, el estancamiento social en que permanecen las mayorías empobrecidas de la región, es el caldo de cultivo de la enraizada violencia con la que hoy convi-vimos.

La ilusión despertada por Esquipulas de que el fin de los conflictos armados generaría lo que se llamó entonces “el dividendo de la paz” no se ha materializado para la mayoría de los centroamericanos, que hoy ya no son refugiados políticos sino emigrantes económicos en busca de las oportunidades que no encuentran en la tierra en que nacieron.

En este contexto de violencia persistente, Costa Rica -también firmante de Esquipulas- sigue siendo la excepción. Seguramente porque cuarenta años antes de esos acuerdos dejó atrás sus guerras civiles y decidió abolir el ejército y dedicarse a invertir sostenidamente, con visión de largo plazo, en la educación de su gente.

UN HITO HISTÓRICO
EN COYUNTURAS PROPICIAS

Los acuerdos de Esquipulas significaron un hito histórico: Centroamérica se unía para distanciarse de la agresiva política del gobierno de Estados Unidos, que financiaba la guerra de los Contras en Nicaragua: 23 veces votó en aquellos años el Congreso de Estados Unidos presupuestos millonarios para financiar a las fuerzas irregulares que Reagan llamó “paladines de la libertad”. El gobierno de Estados Unidos sostenía militarmente al gobierno de El Salvador enfrentado al FMLN -2 millones de dólares diarios recibía el gobierno para la guerra- y había convertido a Honduras en portaaviones regional y en retaguardia de los Contras. Clarísimo de que los acuerdos legitimaban al gobierno del FSLN en Nicaragua, el Presidente Reagan buscó boicotearlos con distintas iniciativas, pero no lo logró.

La coyuntura continental contribuyó a hacer posible Esquipulas. Desde 1983, México, Colombia, Venezuela y Panamá, unidos en el Grupo de Contadora, se esforzaban por lograr un acuerdo de paz. En 1986 los demócratas triunfaron en las elecciones legislativas de Estados Unidos. El gobierno de Reagan concluía, envuelto en las secuelas del escándalo conocido como Iran-Contras, cuando la CIA fue descubierta dedicada al tráfico de armas y de drogas para financiar a los Contras.

En 1986 En Guatemala fue electo Vinicio Cerezo, primer presidente civil después de sangrientas dictaduras militares. En Costa Rica fue electo Oscar Arias, quien preocupado por lo que la guerra en Nicaragua salpicaba a su país -bases contrarrevolucionarias, éxodo de refugiados, trasiego de armas- se alió con Cerezo para promover lo que un año después sería Esquipulas 2. La coyuntura mundial también ayudaba: la Perestroika hacía tambalear a la URSS y ya cimbreaba el muro de Berlín. La Guerra Fría -marco ideológico que calentó las guerras centroamericanas- estaba llegando a su fin.

EL PRINCIPIO DEL FIN

Sin la Revolución en Nicaragua el dinamismo de unidad centroamericana que desembocó en la propuesta de Esquipulas 2 no hubiera existido. La Revolución sandinista contaba con el respaldo y las simpatías de gobiernos y sociedades de todo el mundo que deseaban que ese proceso revolucionario pudiera desarrollarse en paz, sin guerra, mientras que para otros gobiernos y sociedades del mundo el autoritarismo totalizante del modelo sandinista era visto como un “mal ejemplo” que generaba temores y había que frenar.

El caso Nicaragua -en aquellos años fuimos un cierto ombligo del planeta- explica que los acuerdos de Esquipulas tuvieran un apoyo mundial unánime desde el primer momento: toda América Latina, toda Europa, la URSS y Cuba, el Movimiento de los No Alineados, la OEA, un importante sector de congresistas estadounidenses... Todo el mundo apostó por Esquipulas y en esa apuesta el objetivo central era fundamental, y contradictoriamente, Nicaragua: para unos era poner fin a la guerra, para otros era poner en jaque mate a la Revolución.

Por eso, Nicaragua fue el país centroamericano en el que los efectos de Esquipulas se manifestaron más pronto y con mayor trascendencia. Aunque el discurso oficial del Ejército insistía desde 1986 en el “declive estratégico de la contrarrevolución”, el país estaba devastado económicamente y el gobierno del FSLN vio en los acuerdos de Esquipulas la más rápida y segura vía diplomática para lograr por fin una paz negociada. Lo que no vio fue el grado de agotamiento político que acompañaba el desastre económico. Los acuerdos de Esquipulas 2 marcaron el principio del fin de la Revolución.

LOS DÍAS EN QUE ORTEGA
FUE UN ESTADISTA

A Esquipulas 2 siguió Esquipulas 3 (San José, enero 1988), donde los cinco presidentes volvieron a comprometerse con las medidas por la paz y la democracia acordadas cinco meses antes, haciéndolo de manera “incondicional y unilateral”, “total e inexcusable”. Estaban los cinco, pero era al gobierno de Nicaragua a quien más se presionaba y se le exigían resultados, tanto en el proceso de cese al fuego con las fuerzas contrarrevolucionarias, como en el proceso de diálogo con las fuerzas opositoras al proyecto revolucionario.

En marzo de 1988 la Contra y el Ejército Sandinista firmaron los primeros acuerdos en Sapoá, frontera con Costa Rica. A la par, el gobierno revolucionario y la oposición dialogaban sobre la democratización del escenario político.

Para superar la lentitud con la que se avanzaba en toda la región hacia el anhelado horizonte de Esquipulas, y espoleado por la ruina económica nacional, el gobierno de Nicaragua asumió el protagonismo del proceso y logró, después de cinco posposiciones consecutivas, una nueva cumbre presidencial: Esquipulas 4 (La Paz, El Salvador, febrero 1989).

En aquel encuentro de los cinco mandatarios el Presidente Daniel Ortega, actuando como un estadista preocupado seriamente por la población que representaba, anunció varias medidas, entre ellas un compromiso que desembocaría en lo que nunca imaginó: Nicaragua adelantaba siete meses las elecciones presidenciales, legislativas y municipales y “mediante diversos mecanismos específicos, que incluyen la presencia de observadores de la ONU y la OEA” Nicaragua garantizaba “la pureza de ese proceso electoral” a celebrarse el 25 de febrero de 1990. El “fantasma” de la inesperada derrota que trajo aquel día pervive aún en las mentes de dirigentes del actual gobierno y en las de una generación de militantes del FSLN.

“NOS ESTAMOS ALDEANIZANDO”

De los cinco Presidentes que firmaron los acuerdos de Esquipulas fallecieron en estos años dos -Duarte y Azcona- y sólo Daniel Ortega continúa gobernando. El aniversario de Esquipulas lo encontró en la función de presidente pro-tempore -para un período de seis meses- del Sistema de Integración Centroamericana (SICA), creado en 1993 con retraso, como otro resultado más de las ilusiones despertadas por Esquipulas.

En Managua se conmemoraron los 25 años de Esquipulas en el marco del SICA y en un evento oficial que presidió Ortega acompañado de Vinicio Cerezo. A Oscar Arias no lo invitó para que, cinco lustros después, no quedaran dudas de su histórica animadversión hacia Arias. Acudieron también el Presidente de El Salvador Mauricio Funes y el de Honduras Porfirio Lobo. No acudieron ni el Presidente de Guatemala ni la Presidenta de Costa Rica. Los ausentes enviaron delegaciones diplomáticas. Los temas de esta reunión del SICA fueron cambio climático, seguridad alimentaria, seguridad ciudadana y seguridad democrática. En ninguno de los temas se pasó de las habituales declaraciones retóricas.

En entrevistas internacionales, Cerezo opinó que ya es necesario suscribir “otro Esquipulas”, considerando con cierto optimismo que en Centroamérica “tenemos paz, democracia y desarrollo y lo que nos falta es calidad en esas tres variables”. Quien fuera su vicepresidente en 1987, Roberto Carpio Nicolle, se centró en el importante tema de la integración regional y puso el dedo en esa llaga al señalar la falta de voluntad política de nuestras élites: “Pregonamos integración -dijo-, pero hacemos luchas de aldeas y nos estamos aldeanizando”, descargando de responsabilidad de este proceso disgregador al Parlamento Centroamericano, otra de las criaturas nacidas de los acuerdos de Esquipulas, como “símbolo de libertad e independencia de la reconciliación a la que aspiramos en Centroamérica”, que es actualmente una institución muy costosa y otra expresión más de lo arrumbados que han quedado los ideales de Esquipulas por la desidia de nuestros gobernantes.

LA PAZ Y LA CONSTITUCIÓN

En las conmemoraciones que Nicaragua hizo de Esquipulas resultó interesante la coexistencia y el contraste de los dos actos celebrados en Managua. Mientras Daniel Ortega presidía el encuentro del SICA, sin apenas hacer referencia a los significados profundos de Esquipulas, en otro lugar de la capital, su hermano, el ex-jefe del Ejército, quien firmó con la Contra los acuerdos de Sapoá, también protagonista de aquel proceso, reflexionaba más a fondo sobre la actualidad de Esquipulas, en un evento auspiciado por la Fundación Esquipulas y apoyado por la embajada de Francia, el Instituto Nacional Demócrata de Estados Unidos y los empresarios del COSEP.

Como estila, Humberto Ortega salió de sus silencios y de su retiro para enviarle un mensaje a su hermano el mandatario al enfatizar aspectos de la democratización que propuso Esquipulas como salida a la guerra y que hoy están severamente deteriorados en Nicaragua: “La paz que conquistamos con las armas solamente se puede defender hoy en Estado de Derecho. Las armas nos dieron la independencia y la libertad, pero las leyes son las únicas que nos pueden asegurar que la libertad se mantenga y se sostenga… Frente a las expresiones equivocadas y autoritarias que todo poder tiene, en mayor o menor grado, debemos saber responder…Al poder en cualquier parte del mundo se le enfrenta no sólo con ideas, se le enfrenta con presión, con presión social, en el marco a la no violencia, en el marco del respeto al orden y la ley…”

“Tenemos que exigirle a nuestra clase política y al poder establecido, a través de diferentes formas de presión, que se cumpla nuestra Constitución, que se respete debidamente nuestro Estado de Derecho, que se respeten las libertades por las que fuimos a morir en uno y en otro bando decenas de nicaragüenses…Un gobierno fuerte como el de Daniel le debería dar la debida importancia al problema de la actual polarización política, como se la da a la macroeconomía…Sin una Constitución que se respete, que madure y se fortalezca cada vez más, sin un Estado de Derecho que realmente se respete y se cumpla, vamos a tener serios problemas en darle continuidad a este esfuerzo de paz, porque el logro más grande de Esquipulas es haber logrado la paz y tener una Constitución y tener un Ejército que ha sabido demostrar que no importa su origen sandinista…”

SEÑALES DEL RETROCESO

Entre las 17 reformas a la Constitución que hace 25 años proponía la oposición política de Nicaragua al gobierno revolucionario presidido por Daniel Ortega para hacer efectivos los compromisos democratizadores asumidos en Esquipulas estaban ocho que hoy han vuelto a ser demandas de la oposición a Ortega en este su inconstitucional tercer período de gobierno. Que hayan regresado a la agenda opositora es una clara señal del retroceso experimentado en Nicaragua en materia política.

Hace 25 años se le demandaba al gobierno la no reelección presidencial, la reforma del Poder Electoral, la independencia del Poder Judicial, las garantías al derecho de propiedad, la limitación de las facultades del Presidente de la República, la autonomía universitaria, la autonomía municipal y la separación del Estado del partido FSLN y del Ejército.

25 años después, y a pesar de que la no reelección consecutiva y para un tercer período se convirtió años después en un principio constitucional, éste fue violentado por Ortega a través de una resolución de 2009 que fabricaron para él los magistrados de su partido en la Corte Suprema de Justicia.

“NUNCA ANTES OCURRIERON
ESTAS ANOMALÍAS”

El Poder Judicial, que comenzó a convertirse en un órgano bipartidarizado entre alemanistas y orteguistas a finales de los años 90 está hoy ya bajo control total del FSLN.

A finales de este agosto, quien fuera presidente de la Corte Suprema en los años 80, Roberto Argüello, se lamentaba con amargura al ver lo que ve ahora. Menciona la creación de “estructuras nepóticas” en el Poder Judicial, porque se ha hecho habitual el nombramiento de hijos y parientes de magistrados en los juzgados, actuando así contra ley expresa.

Se refería también a la permanencia de una mayoría de magistrados de la Corte con cargos vencidos que siguen actuando de facto. “En mis cincuenta y cinco años de ejercicio profesional en la Corte y Juzgados, y más aún, siendo Magistrado de la Corte Suprema de Justicia -dice- nunca ocurrieron en el Poder Judicial estas anomalías ni algo parecido. Nos debemos dar cuenta del daño que están causando a la institucionalidad del país y al Estado de Derecho. Nos avergüenzan ante la comunidad internacional”.

DEL ESTADO-PARTIDO
AL ESTADO-FAMILIA

El derecho de propiedad, a diferencia de lo que ocurrió en los años de la Revolución, cuando se desarrolló una política activa de confiscación de propiedades de somocistas, contrarrevolucionarios y opositores, ha entrado nuevamente en crisis en este período presidencial de Ortega. Ya no se trata de confiscaciones legales. Son tomas ilegales de propiedades, especialmente terrenos, algunos de gran valor económico, a menudo con el uso de la fuerza, que quedan en manos de gente cercana al círculo del poder. Algunas de estas arbitrariedades son dadas a conocer en los medios, pero muchas se litigan en sigilo en tribunales parcializados a favor de los intereses del FSLN.

Hace 25 años las facultades del Presidente Ortega eran prácticamente omnímodas. Gobernaba por decretos presidenciales. Fue hasta las reformas constitucionales de 1995 que se le trasladaron al Poder Legislativo un buen número de facultades para equilibrar así la balanza del poder. De regreso al gobierno en 2007, Ortega recurrió nuevamente a los decretos. En éste su nuevo período, iniciado en 2012, contando ya con la mayoría absoluta e incondicional que consiguió de forma fraudulenta en el Legislativo, no necesita ya hacerlo: el Ejecutivo sólo cubre trámites y aunque llama “iniciativas de ley” a lo que envía al Legislativo, en la práctica sigue gobernando por decreto.

La autonomía universitaria, que retornó en 1990, se ha debilitado hoy con el control que el partido de gobierno tiene sobre las organizaciones de estudiantes universitarios en base a prebendas y la cada vez más limitada libertad de cátedra en las universidades públicas. La autonomía municipal, nacida de la Revolución en 1988, en el marco de la democratización propuesta por Esquipulas, está actualmente bajo el asedio del partido de gobierno, que busca debilitar y manipular sus resortes, como explica en páginas siguientes de este mismo número el municipalista Silvio Prado.

La fusión Estado-partido FSLN -identificación que caracterizó el modelo revolucionario- ha adoptado hoy otro diseño. Lo explica así la comandante guerrillera Dora María Téllez, ministra del gobierno revolucionario y dirigente del partido FSLN en aquellos años: “En los años 80 fue cuando tuvimos realmente un Estado-partido. Ahora no, lo de ahora no es eso, lo de ahora es peor: es el Estado-familia”.

EL COLAPSO ELECTORAL

La reforma del Poder Electoral -demanda que la oposición presentó al gobierno revolucionario y que éste aceptó en cumplimiento de Esquipulas- fue tan auténtica que el Poder Electoral de 1990 garantizó la pureza con la que se contaron los votos que desplazaron del poder al FSLN.

Menos de diez años después, aquel Poder Electoral -concebido como abono de la paz firme y duradera- inició su declive con el pacto entre Daniel Ortega y Arnoldo Alemán de finales de los años 90. El pacto atentó contra el pluralismo suprimiendo las candidaturas municipales por suscripción popular y creando una Ley Electoral destinada a eternizar el bipartidismo, estableciendo rigurosas normas que impiden el surgimiento y desarrollo de nuevas opciones políticas.

El definitivo colapso del sistema electoral lo sellaron dos fraudes electorales organizados por el FSLN, que hoy controla todas las estructuras de este Poder del Estado. Y 25 años después vuelve a ser demanda de toda la sociedad -no sólo de la oposición, también de sectores del FSLN- que se hagan cambios en el Poder Electoral para lograr restaurar su credibilidad.

ESTAS EXTRAÑAS ELECCIONES

En este año, cuando se conmemoran los 25 años de Esquipulas, se celebran elecciones municipales en Nicaragua. Participan 16 de 18 partidos, la mayoría en alianza con el FSLN como fórmula para sobrevivir. Y no es mucha suspicacia preguntarse si los 4 que no se aliaron lograron cumplir con esas rigurosas normas de la Ley Electoral o les dieron “el pase” sólo para que el gobierno se garantizara la apariencia de comicios con pluralismo y competencia.

Son elecciones extrañas, que reflejan el colapso del sistema electoral nacional. El FSLN llega a las elecciones, después de meses de protestas organizadas en unos 40 municipios de 11 departamentos del país, donde sus militantes rechazan a los candidatos que la pareja presidencial les ha impuesto, sin consultar con ellos o consultándoles para después no hacerles caso.

Para acallar las inconformidades, en el Congreso del FSLN (15 de agosto), Ortega no dio a conocer los nombres de los seleccionados, declarando que “en el FSLN no importan las personas, lo que importa es el proyecto”, expresando así que, con la victoria asegurada por el control que tiene del Poder Electoral, poco importa a quien postule el partido -corrupto o no, popular o no, con liderazgo o no, da igual-,
a pesar de que es en las elecciones municipales en donde más deberían importar las personas seleccionadas como candidatos, ya que es en el municipio en donde el electorado mejor sabe quién es quién y a quién pedirle cuentas.

¿ELECCIÓN O ASIGNACIÓN?

Los dos organismos de derechos humanos, CENIDH y CPDH, anunciaron que no convocarán a la población a que ejerza su derecho al voto. Igual posición han expresado las organizaciones de la sociedad civil que integraron la Alianza PLI. El partido PLI sí participa. En algunos ambientes se reclama que si votar es un derecho y un deber, no votar lo es también: es un derecho y es también un deber dadas las circunstancias en que se desarrollan estas elecciones.

La Presidenta del CENIDH, Vilma Núñez, declaró por qué considera que no tiene sentido llamar a votar: “Estas elecciones son nulas porque están siendo organizadas y desarrolladas por un organismo nulo, pues los magistrados electorales están en la ilegalidad por tener sus cargos vencidos hace meses. Cometen una ilegalidad por prolongación indebida de funciones”.

El MRS -en la Alianza PLI en las pasadas elecciones generales- insiste en que hay que seguir luchando, pero no hay que votar. “En Nicaragua se ha cerrado la vía electoral. Objetivamente no habrá elecciones, ya que no ganará el que tenga más votos, sino a quién les asignen los votos los funcionarios de facto del Poder Electoral”, afirma el diputado del MRS Víctor Hugo Tinoco.

Nunca un ambiente pre-electoral fue tan extraño y tan desalentador. En este contexto, en donde no hay prácticamente espacio institucional en el que el partido de gobierno no se haya enquistado, y con la conquistada democracia electoral prácticamente perdida, la oposición política nicaragüense aparece débil y dispersa, sin capacidad ni para organizar ni para movilizar, sin un proyecto alternativo que saque del conformismo, la resignación y la pasividad a los cada vez más descontentos con el rumbo del país.

VARIAS GENERACIONES
FRUSTRADAS

En el texto de los acuerdos de Esquipulas 2 se proclamaba solemnemente y se reiteraba “con firmeza que la paz y el desarrollo son inseparables”. Y los acuerdos de paz ovacionados aquel día en Guatemala fueron dedicados “a las juventudes de Centroamérica, cuyas legítimas aspiraciones de paz y justicia social, de libertad y reconciliación, han sido frustradas durante muchas generaciones”.

25 años después, Nicaragua sigue siendo el país más empobrecido de América Latina, sólo superado por Haití. Las legítimas aspiraciones de las dos generaciones que nacieron y crecieron después de los acuerdos de Esquipulas siguen frustradas. Según todas las encuestas, un empleo que garantice un salario fijo y digno, seguridad social y oportunidades de mejorar en la vida, sigue siendo la principal demanda de la población.

7 de cada 10 nicaragüenses no tienen ese trabajo y se autoemplean en la extensa economía informal. Es un problema creciente: en 2009 eran 200 mil personas quienes estaban en esa situación, hoy ya son 500 mil.

Según la última encuesta de M&R, 7 de cada 10 nicaragüenses tienen familiares que decidieron emigrar a buscar esos empleos en Costa Rica, Estados Unidos, España, otros países. Y parte de los salarios que ganan en el extranjero se transforman en las remesas que envían a Nicaragua y que permiten sobrevivir a 7 de cada 10 familias nicaragüenses.

MENOS POBREZA EXTREMA,
MÁS EXTREMA RIQUEZA

Así estamos: aunque el ingreso per cápita es un índice que esconde las diferencias sociales, algo indica. Nos indica que si Nicaragua continuara creciendo al ritmo de los últimos cuatro años (2.8% en promedio anual), los nicaragüenses necesitarían entre 50 y 70 años para igualar el per cápita promedio anual de nuestros vecinos costarricenses, suponiendo que ellos no crecieran nada.

El gobierno habla de que se está reduciendo la pobreza extrema. Puede ser cierto, seguramente lo es, pero también se está incrementando la riqueza extrema: según el Informe Mundial de Ultra Riqueza 2011-2012, que elabora la empresa Wealth-X, en Nicaragua hay 180 “ultra ricos” que poseen fortunas personales de al menos 30 millones de dólares cada uno. Nicaragua supera a los ultra ricos de El Salvador (son 140). Y es superada en Centroamérica por Honduras (185) y Guatemala (310). No aparecen cifras de Costa Rica y Panamá. Así estamos en las “bodas de plata” de Esquipulas.

Esta situación es responsabilidad de toda la clase política nicaragüense, de quienes firmaron los acuerdos de Esquipulas hace 25 años, de quienes empezaron a cumplirlos y después los abandonaron y de quienes les sucedieron. Lo es también de la clase empresarial nacional y de todos los que en la sociedad tuvieron responsabilidades de transformar la situación y no lo hicieron. La juventud a la que se le “dedicaron” aquellos acuerdos, sobre todo la de la última generación, es la que menos responsabilidad tiene.

LA EDUCACIÓN ES EL CAMINO

La Coordinadora Civil y diversas organizaciones sociales vienen señalando el camino que habría que emprender con decisión para modificar el rumbo del país: invertir en capital humano, convertir en prioridad nacional la calidad de la educación pública, aprovechar el bono demográfico que la inversión de la pirámide demográfica le está concediendo ya a Nicaragua, manteniéndoselo en los próximos 25 años. Vivimos la más estratégica etapa poblacional de nuestra historia: con menos niños y ancianos y con una abundante juventud y gente madura trabajando o llegando a la edad de trabajar. Si no se invierte en la educación de niños y jóvenes para que consigan trabajos de calidad, en 25 años Nicaragua entrará en una fase de envejecimiento de su población en el que ya no tendrá retorno. Será más vieja y continuará siendo pobre.

Con los extraordinarios recursos de la cooperación venezolana -500 millones de dólares anuales- el gobierno del FSLN ha tenido en los últimos cinco años -¿por cuánto tiempo más la seguirá teniendo, según sea la transición en Venezuela?- una oportunidad excepcional para enfrentar el desafío histórico de contribuir significativamente a superar la pobreza de Nicaragua. La prioridad debería ser un esfuerzo nacional para mejorar la educación. Hasta ahora, las prioridades del gobierno de Ortega han sido financiar con la ayuda venezolana los gastos del aparato de su partido y privilegiar las inversiones del grupo empresarial del ALBA, vinculado a su familia y a sus allegados.

¿MURO DE CONTENCIÓN
DEL NARCOTRÁFICO?

Los 25 años de Esquipulas encuentran a la región centroamericana invadida, capturada, “integrada” por el narcotráfico internacional. Esta plaga también avanza en Nicaragua, el país considerado más seguro de la región, en donde el discurso oficial de la Presidencia y de las fuerzas de seguridad, Ejército y Policía, reiteran a diario que una eficaz “política de Estado” contra el narcotráfico nos ha convertido en un “muro de contención” regional. Sin embargo, el asesinato fortuito de Facundo Cabral en Guatemala en julio de 2011 y todas las revelaciones que le han seguido nos demostraron otra realidad: la presencia activa, bien organizada y desde hace años asentada y extendida territorial e institucionalmente del narcotráfico en nuestro país.

El 22 de agosto inició en Managua el juicio oral y público contra Henry Fariñas -a él iban dirigidas las balas que mataron a Cabral- y contra otras dos docenas de personas vinculadas a esta trama, acusadas de lavado de dinero, crimen organizado y tráfico de drogas. Lo que se informa públicamente de este juicio, y lo que podemos imaginar sólo teniendo en cuenta informaciones previas y dispersas, nos permiten pensar que en los banquillos de los acusados no están todos los que son… ni son todos los que están.

Para corroborarlo, el 20 de agosto fueron detenidas en la frontera entre Honduras y Nicaragua seis costosas camionetas identificadas con el logo de Televisa, unidades móviles equipadas con magníficos equipos de transmisión, en las que viajaban 17 hombres y una mujer que se identificaban como periodistas de la poderosa cadena mexicana. Traían camuflados en la carrocería 9 millones y medio de dólares. Habían salido de México y cruzaron fronteras pasando por Guatemala, El Salvador y Honduras.

MUCHAS GRIETAS EN EL MURO

Por informaciones de Costa Rica supimos que la misma caravana de Televisa ya había atravesado Nicaragua 16 veces de ida a Costa Rica y a la inversa, 16 veces más con rumbo norte, en los últimos dos años. Circulaba abiertamente por nuestro país y por Centroamérica, “integrándonos”. ¿Trasegando droga, dinero? ¿Para quiénes?

La caravana fue detenida en Nicaragua cuando los Jefes de Policía de toda la región estaban reunidos en Managua coordinando estrategias contra el narcotráfico. La captura fue un momento de gloria para la Policía de Nicaragua. ¿Por qué los detuvieron ahora si debían haber levantado sospechas en otras 32 ocasiones? La Jefa de la Policía dijo que les daban “seguimiento” y que una llamada anónima los alertó esta vez. ¿Fallas y debilidades en los controles fronterizos y migra¬torios o complicidades en las fronteras y en las instituciones?

MUCHO POR SABER

Es difícil de creer que la cadena mexicana Televisa, monopolio televisivo vinculado al PRI y al hoy Presidente Peña Nieto -quien encabezará “un gobierno corrupto con complicidades que están destruyendo a México”, en denuncia reciente de López Obrador-, no tenga nada que ver en esto. Todos sabemos ya que los carteles de la droga centroamericanos vinculados al caso Cabral-Fariñas son filiales de los poderosos carteles mexicanos.

Los próximos meses destaparán con seguridad nuevos elementos, interesantes revelaciones. Lo que dejó claro el caso Televisa, como antes nos lo enseñó el Caso Cabral-Fariñas, es que el “muro de contención” del que se ufana Nicaragua tiene muchas y amplias grietas.

TIEMPOS DE BALAS DE PLATA

A mediados de agosto visitó Managua el mexicano Carlos Barrachina, experto en seguridad y catedrático de la Universidad de Quintana Roo. Escuchar la conferencia que brindó con el auspicio del IEEPP (Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas) no podía provocar más que una honda preocupación. El resumen de su mensaje sobre el lugar que ocupa hoy Centroamérica en el mapa del narcotráfico internacional, publicado por el diario “La Prensa” aflige.

Cuatro fueron sus conclusiones. Primera: La guerra contra el crimen organizado apenas comienza a afectar a Centroamérica y ninguno de los países, ni juntos todos, tienen capacidad para enfrentarla.
Segunda: La ayuda internacional de Estados Unidos y del mundo es insuficiente y combatir el crimen siguiendo lo que nos piden es lanzar a la guerra a la región sin las armas para defenderse.
Tercera: Centroamérica es la región perfecta para que los narcos, ahuyentados de México y Colombia, se fortalezcan. Sacarlos de aquí será mucho más difícil que erradicarlos de México o de Colombia.

Cuarta: Es un mito que Centroamérica es ruta de paso o estación de servicios para los narcos: ya todos somos consumidores. No sólo Estados Unidos consume, consume toda Centroamérica y eso empeora las cosas, porque los carteles ya no sólo pelean rutas, pelean también mercados.

Conclusión final, conclusión nuestra: 25 años después de Esquipulas cesaron las balas de las guerras, pero la paz militar no trajo ni paz social ni desarrollo y hemos entrado de lleno en otra etapa, la de las balas de plata.

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