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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 45 | Marzo 1985

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Nicaragua

El secuestro de campesinos

Desde hace años casi ninguna información militar de Nicaragua deja de mencionar los secuestros efectuados por las fuerzas contrarrevolucionarias. Aparecen éstos junto a otras acciones armadas: emboscadas, ataques, sabotajes a la producción...

Equipo Envío

Son muchas las preguntas que los extranjeros formulan sobre las características de estos secuestros. Para qué los hacen, por qué y como lo hacen... Sus preguntas revelan enseguida que tienen de fondo las connotaciones que la palabra "secuestro" posee en sus países y que no se corresponden con lo que ocurre en Nicaragua. Aquí no hay secuestro de personajes "importantes", no hay rescates, no hay calculada información sobre su paradero, no hay apenas publicidad en los periódicos... En Nicaragua los secuestrados son pobres campesinos anónimos, de los que en muchas ocasiones jamás se vuelve a saber. En secuestro es, en determinadas zonas de Nicaragua, un medio empleado continuamente por la contrarrevolución para reclutar hombre con los que nutrir sus filas, a la vez que para intimar a la población civil.

En el pasado mes de febrero el IHCA desarrolló una breve pero densa encuesta sobre las víctimas civiles de la contrarrevolución en la región noroeste de Nicaragua fronteriza con Honduras, correspondiente al norte del Departamento de Chinandega y a lo que se conoce como Las Segovias Occidentales.

En esta zona, el secuestro es un hecho cotidiano, que casi todos padecen y del que todos saben. Los relatos de decenas de campesinos secuestrados, que han logrado escapar -mientras los llevaban por el camino o de los mismos campamentos contrarrevolucionarios de Honduras- coinciden en una serie de detalles que permiten caracterizar con bastante precisión esta actividad contrarrevolucionaria. A su vez, las especiales características de la zona encuestada explican los objetivos y el sentido de los secuestros.

Una población empobrecida y consciente

Desde los años 50 el avance del capitalismo agro-exportador fue pauperizando más y mas a los campesinos de esta zona, dominada ya por la producción cafetalera desde fines del siglo pasado. La introducción del algodón precipitó la formación y consolidación del latifundio y el posterior abandono del cultivo acentuó más aún el desempleo. La ganadería extensiva, directamente vinculada al grupo económico de Somoza, y la explotación maderera, concebida por las compañías norteamericanas como una saqueo organizado, caracterizan también el avance del capitalismo en la zona.

La tierra fue devorada por los latifundistas. Al triunfo de la revolución fueron confiscados prácticamente todos los latifundios de la zona por la vinculación directa de sus dueños con el somocismo. La extensión de estos latifundios era enrome. 3/4 partes de la tierra confiscada entonces (34.500 manzanas) estaba en manos de apenas 10 terratenientes.

Las enormes desigualdades entre una burguesía agraria cada vez más poderosa y un campesinado cada vez más empobrecido produjeron una situación explosiva. Por otra parte, la mecha que mantenía siempre latente la explosión era la memoria histórica de la gesta de Sandino en estos lugares. El sandinismo puede ser considerado como un componente esencial de la ideología campesina de esta zona.

Loa campesinos que tenían tierra la fueron perdiendo. Los que no tenían vagaban desempleados. Ya en los años 50, el 50% de la población campesina carecía de tierras. Este sector de campesinos pobres pasaba además el 30% de su tiempo hábil sin ninguna forma de empleo.

El desempleo crónico convirtió a algunos municipios de la zona en semilleros de Guardias Nacionales. No por razones ideológicas sino por razón de la miseria muchos campesinos optaban pro sobrevivir empleándose en la guardia somocista antes que emigrar con su familia a las duras tierras centrales de la frontera agrícola. Muchos de estos campesinos, sin cultura y con hambre, fueron entrenados para matar y educados en los cuarteles de la guardia del dictador ene una ideología represiva, que ejercitaron en la zona. SE sintió muy de cerca en esta región el amargo sabor de la represión somocista.

La pauperización fue reduciendo la dieta campesina a la mínima expresión en cuanto a su calidad y cantidad. Son éstas tierras de almuerzo y cenas que no pasaban de tortilla de maíz con sal. Maíz, sorgo, frijoles, arroz: ésa era la única dieta. Y nunca leche, huevos ni carnes. En 1977, según cifras de la OMS, el 70% de los niños estaba desnutrido. (Aun en 1983, después de los grandes esfuerzos desplegados por la revolución, el 45% de los niños seguían desnutridos). La mortalidad infantil alcanzaba las tasas más altas de todo el país: 200 pro 1.000 nacidos vivos (115 por 1.000 en el resto del país). Dos de cada 5 niños moría antes del año y una de cada 20 personas padecían tuberculosis. En todos los parámetros de salud, la región arrojaba los índices más sombríos de Nicaragua.

En la toma de conciencia de los pobres ante esta injusticia estructural jugaron un papel decisivo sacerdotes y religiosos progresistas. El movimiento de Delegados de la Palabra campesinos consolidó Comunidades cristianas con una fe enraizada en el evangelio y en la realidad, capaces de comprometerse en tareas sociales y colectivas. Un enorme potencial de organización y una cantera de lideres recogió la revolución del trabajo que durante años desarrolló la Iglesia de los pobres en esta zona.

La zona en su totalidad quedó fuertemente polarizada entre familias pobres concientizados revolucionariamente y familias arrastradas por el desempleo a la guardia somocista.

Una población que ha sentido los beneficios de la revolución

Desde el momento del triunfo revolucionario se inician proyectos para desarrollar la zona. PRONORTE (Proyecto Norte), con el apoyo del FIDA (Fondo Internacional para el Desarrollo de la Agricultura) de las Naciones Unidas, y CHINORTE (Chinandega Norte), con financiamiento suizo, empiezan a transformar dentro de un plan global las estructuras agrarias, viales y sociales de la zona.

Las tierras confiscadas por la Reforma Agraria pasan a manos campesinas y surgen las cooperativas. La mayoría de las cooperativas de la zona se formaron ya en 1980. Ese año eran 3.500 los productores cooperativizados. En 1982 eran ya 5.368, más de la mitad de todas las familias de las zonas rurales.

Entre 1980 y 1981 el gobierno revolucionarios vuelca sus recursos en esta región del país con créditos, asistencia técnica, canales de acopio y abastecimiento y servicios sociales. En 1980 el crédito otorgado a los campesinos fue 12 veces mayor que el que habían tenido en 1978.

Dos años después de la cruzada de Alfabetización, uno de cada 10 adultos seguía estudiando. En 1982 ya se había logrado que cada persona fuera al menos consultada una vez al año por el médico.

Todo el pasado de represión y miseria, la acumulación de conciencia y la diaria cercanía al proyecto revolucionario en sus beneficios materiales y en su mística fue configurando un campesinado consciente, sandinista, dispuesto a la organización, incondicional a la hora de los sacrificios y, cuando empieza la guerra de agresión, decidido a empuñar las armas para defender la tierra, la cooperativa, la escuela, la revolución, la patria. Un estudio de los resultados de las elecciones de 1984 muestra todo esto en cifras de participación masiva y de apoyo masivo al FSLN.

Una población víctima del terrorismo contrarrevolucionario

La actividad contrarrevolucionaria ha ido variando a lo largo de los años. Desde 1980, cuando ésta se caracterizaba pro hostigamientos típicos de bandas de pillaje, ladrones de ganado y asesinos erráticos, hasta 1984 en que las bandas se transforman en los llamados comandos regionales capaces de "control" y arraigo en zonas montañosas despobladas y aisladas, el accionar se ha ido "especializando". Las emboscadas a civiles, el asesinato selectivo de técnicos, maestros, dirigentes de cooperativas, el sabotaje contra haciendas privadas y unidades de producción estatal han sido tácticas constantes y en aumento. La guerra contrarrevolucionaria tiene ya una historia y la agresión ha ido perfeccionándose en la medida en que la organización y sofisticación del apoyo recibido de los Estados Unidos ha ido creciendo.

Si la guerra contrarrevolucionaria tiene ya su historia, también tiene su geografía. El accionar de los contrarrevolucionarios presenta variaciones de una región a otra del país. Para toda Nicaragua puede decirse sin embargo, que el propósito de los grupos contrarrevolucionarios es uno: ganar no sólo los combates, sino terreno y base social con al que "derrocar las estructuras del actual gobierno". Para lograrlo, estos grupos necesitan de un apoyo campesino que les permite mantener sus enclaves dentro del territorio nicaragüense y necesitan alzar a los campesinos para hacer vendible la idea de que en Nicaragua existe una guerra civil, una guerra de liberación. Desde su punto de vista es lógico que busquen este apoyo y traten de provocar este alzamiento. Lo hacen por distintos medios. Las radios contrarrevolucionarias que operan desde Honduras y Costa Rica son un medio. La información triunfalista y el bombardeo ideológico que difunden están destinados a crear en los campesinos una falsa imagen de la guerra. El manual de la CIA fue escrito fundamentalmente como un medio para orientar a los contrarrevolucionarios en tácticas sicológicas elementales con las que impresionar a los campesinos y ganarlos par la causa contrarrevolucionaria. Tanto en las radios como en los consejos del manual el argumento religioso ocupa un lugar prioritario.

En la zona de la que hablamos el montaje sicológico fracasa, la propaganda radial no funciona. Se concentran entonces en esta región las tácticas de presión y represión más directas. entre ellas está el secuestro,. El secuestro se presenta así como un método de forzar al buscado alzamiento de los campesinos y, en su defecto, de crear temor, zozobra, terror, entre una población que apoyar mayoritariamente el proyecto revolucionario. El terror, a su vez, se traduce en pérdidas económicas -menos siembra, cosechas perdidas- y en desplazamientos masivos de la población, que huye queriendo superar una angustia permanente. Las antiguas conexiones de familias de determinados lugares con ex-guardias somocistas -perdonados en el momento del triunfo o huidos a Honduras también entonces- facilita camino de penetración contrarrevolucionario en esta zona campesina.

Algunos relatos de campesinos secuestrados en la zona

A partir de los relatos obtenidos en la zona, el fenómeno del secuestro se podría describir así en sus grandes rasgos:

-Los secuestrados son llevados forzosamente a Honduras para, lejos de su comunidades, ser trabajados ideológicamente y ser entrenados militarmente u ocupados eventualmente como mano de obra para trabajo forzado. Se pretende siempre que vuelvan a Nicaragua integrados en las fuerzas de la FDN. El secuestro es así un método de reclutamiento forzoso para incrementar las filas contrarrevolucionarias con personas conocedoras de la zona en donde operaran después. La edad y el sexo de la mayoría de los secuestrados confirma este aspecto de reclutamiento.

-A pesar de que los secuestrados son vigilados en el camino y en el campamento hondureño -éstos parecen ser de muy diversas categorías-, gran número de ellos han logrado escapar y regresar a su comunidad. Algunos vuelven a ser secuestrados, siempre con el mismo objetivo. Esta laxitud en los contrarrevolucionarios se explica por la masividad de algunos secuestros, por lo inextricable de la zona y también pro la falta de convicción de una tropa que en estos grupos dedicados al secuestro parece estar compuesta pro campesinos que fueron secuestrados antes y no han logrado huir, por campesinos confundidos o por campesinos vinculados la somocismo o a la misma contrarrevolución a través de familiares.

-Aun cuando los secuestros resultan parcialmente ineficaces -los campesinos no se adhieren a la contrarrevolución, se resisten y muchas veces logran escapar- éstos continúan realizando como un método de continua intimidación y como una forma de desintegración y descomposición de las comunidades campesinas. Como todo acto de presión o de represión los secuestros han provocado una maduración de la conciencia campesina a la vez que provoca también una cierta erosión en ella por agotamiento e impotencia para enfrentar esta persistente agresión.

Después de esta descripción, seleccionamos algunos de los más representativos relatos de secuestrados, que conservamos en la voz de los protagonistas. Los detalles que en ellos aparecen, reiterados muchos de ellos, son comunes a otros relatos recogidos en nuestra investigación.

"Es la misma Guardia de antes"

Constantino Espinoza. 45 años. Campesino de San Francisco del Norte. Después de la masacre que en este pueblo realizó la contrarrevolución en julio de 1982 (14 campesinos asesinados con lujo de crueldad), y en la que mataron a su hijo, a su hermano, a dos sobrinos y a un primo, constantino fue llevado forzosamente a Honduras, a un campamento de Segunda Categoría, en Cacamuyá. El secuestro es, a veces, el acto final con el que culmina un ataque,un hostigamiento o una emboscada contrarrevolucionaria.

"Agarraron a siete compañeros. Y nos llevaron descalzos caminando de las 9 de la mañana a las 7 de la noche. Ellos eran como 200. Amarrados íbamos. Caminamos como 18 kms. y al llegar a Honduras, al campamento, ya mis pies sangraban. En el campamento que fuimos había como 300 hombres bien equipados. El armamento que allí se miraba es de Estados Unidos: las granadas de mano, los morteros, las 50, los Fales. equipos nuevos con la marca americana. Y mochilas impermeables y botas. Con todas esas cuestiones se miraban bien apertrechadas.

Allí yo era prisionero. Pasaba las noches al frío, helado, sin camisa, amarrado hasta que amanecía. Nos daban de comer una sola vez y sólo al mes nos bañamos. Siempre hablaban de que en Nicaragua hay comunismo y de que ellos luchan contra el comunismo . No salen de eso. Pero tienen un trato bien pésimo, es gente sin cultura. Mientan la Biblia, pero de bíblicos nada tienen porque lo que hacen es asesinar, es robar, ésa es su forma. Tienen una consigna que dicen: "Con Dios y patriotismo venceremos el comunismo". Eso repiten siempre.

A los 3 meses de estar allí nos sacaron de ser sus prisioneros y de andar dándonos golpes y amarrados y nos llevaron a un lugar que se llama Danlí, al sur de Honduras. A todos los que habían agarrado nos trasladaron en 9 camiones del mero ejército hondureño. Era a una escuela de entrenamiento a donde nos llevaban. Se ve que ahí el ejército hondureño camina con los americanos en la contrarrevolución. A nosotros nos sacaron para que ya andáramos con ellos, armados, ayudándoles. Nos pusieron el mismo uniforme azul que ellos utilizaban. En Danlí no iban a preparar para los combates. Yo me recuerdo que era el tiempo en el que Reagan visito Honduras, se oía de eso allí. En Danlí nos prepararon como 20 días. Nos armaron y nos mandaron con ellos a Nicaragua. Pero, ¿cómo iba yo a combatir la lado de los que habían asesinado a mi gente de mi pueblo? A los tres días pude escaparme porque conocía el lugar de Nicaragua en donde estábamos. Y de los siete que se llevaron entonces, cuando me agarraron a mí, de a poco cuatro fuimos regresando. Faltan tres que ya nunca regresaron todavía.

Yo digo lo que miré: es la misma guardia de antes, el mismo sistema. La guardia contra el pueblo, contra la humanidad. Esa es gente que no tiene piedad para nadie.

"Yo no me quiero ir de mi lugar"

Lucío Maradiaga. Campesino de El Tizo, comarca entre Ocotal y Santa María. Ha encontrado tres veces a los contrarrevolucionarios y tres veces logró esquivar el secuestro.

El secuestro es, a veces, la culminación de un persistente asedio de los contrarrevolucionarios a determinados campesinos comprometidos con la contrarrevolución.

"Una vez yo venía a trabajar, venia de ver una milpa y ahí, cuando bajé a una zanjita, me di de tope con ellos. Me tuvieron ahí sentado y me empezaron a investigar. Yo andaba con un maicillo en un saco. Iban vestidos de azul. En la zanjita había cuatro y otros más iban zanja arriba. En el uniforme llevaban las letras FDN y andaban bien armados.

Ellos no sabían que yo pertenecía al Comité de Defensa. Me dijeron que por que cuando terminábamos de rezar la Purísima en la comunidad cantábamos el himno del frente y yo les dije que esa era pura mentira. Decían que el Frente iba a ser derrotado. Me ofrecieron dinero para que yo cooperara con ellos, pero yo nunca, porque se que los caminos que andan ellos son caminos perdidos. Me enseñaron el dinero. Andaban dinero de Nicaragua y lempiras de Honduras. Esto fue el 12 de enero de 1983.

Otra vez venia yo de estar cuatro días en Ocotal y estaba en mi casa, recostado en mi cama y divirtiéndome con una guitarrita, cuando miro que me encañonan y me dicen que ya yo iba de viaje. Yo les dije que por que. Nada, va de viaje, nos mandan a llevarlo, dijo el mentado jefe. Y yo que iba a hacer... Les seguí. Para entonces yo era coordinador de educación de adultos.

Al llegar a El Hato me cargaron una mochila pesada. Ahí llevaban balas, por eso era tan pesada. Esas mochilas se mira que son de Estados Unidos. Vi entonces que dos de mis hijos habían salido corriendo detrás de mi y una hija chiquita que tengo, que se llama Fernanda, se les prendía para que me dejaran. Los niños lloraban. A uno lo iban a llevar con ellos pero por fin me lo dejaron. Bueno, allí en El Hato me dejaron también a mí y ellos siguieron su rumbo. Desde entonces quedamos ya intranquilos en mi familia. Que lo anden persiguiendo a uno pro cosas que uno no hace mal a nadie sino bien, es duro. No podemos vivir en paz, ellos nos persiguen. Esto pasó a fines de 1983.

Otra vez estaba yo en mi casa y en la tarde un compañero del Aguacate llega y me dice que venía la contra. Y yo, para no dejarme agarrar otra vez, me fui a Santa María y luego a Ocotal, pero en la Rastra hicieron una emboscada. Nos bajaron a todos del camión, pero sólo a mí me agarraron. Ya me conocían. Allí me cargaron con una de esas mochilas de balas, bien pesadas, con el mismo letrero de Estados Unidos. Caminamos todo el día hasta llegar a la base de Honduras, por la montañuela, por el lado del Yure, en la mera frontera. En aquel grupo iban 50 llevándome preso a mí.

Cuando llegamos comenzaron a investigarme, me amenazaron con un cuchillo y que me iban a matar. Yo les decía que ya me mataran pero que era injustamente lo que hacían. Pero a la par de la amenaza insistían ellos en quererme convenir para que agarraran una arma y me fuera con ellos y yo que no y me seguían investigando y amenazando. Yo pasaba sentado en una piedra. En esa base que estábamos no hay nada. Allí solamente es estar como los animales. No hay casa, no hay nada. Los aguaceros los aguantábamos al raso. Y yo no me les podía escapar porque estaba descalzo. En aquella base había 86 de ellos y no sólo era su preso de ellos. Me tenían una gran desconfianza, como si fueran un gran asesino. Aguantábamos frío, aguantábamos hambre. En veces mataban alguna vaca de unos conectes que tenían ellos y comían. Allí los guardias siempre andan diciendo que los sandinistas son puros comunistas y que ellos sí creen en Dios y que pro eso iban a ganar. Andan con crucifijos colgados.

Por fin un día me llevaban para la mentada Lodoza, un campamento hondureño donde entrenan. Y al pasar el río, que ese día estaba muy lleno, me les fugué. Me persiguieron y yo pasé escondido en una cueva, debajo de unas piedras, oyendo los verbos que decían de mí. Era por la tarde. Esperé hasta la noche para salir de aquellas piedras y al día siguiente llegué a mi casa. Esto pasó el 13 de mayo de 1984.

Mi compañera estaba triste por mi. Me había buscado y nada sabía, pensando que me iban a matar y mi chigüina diciendo diario: a papá lo mataron ya. Entonces, nosotros siempre tenemos temor porque es una amenaza continua y dicen que nos van a matar a todos. Pero yo no me quiero ir de mi lugar. Aquí esta la camita donde uno duerme, aquí tiene uno su casita y lo poquito que uno tienen aquí no lo va encontrar en otra parte. Algunos si se han ido porque les dicen que si no van a Honduras con ellos los matan, los meten en miedo y por eso se van. Pero duele dejar lo que aquí esta plantado, lo nuestro.

"Quedaron con temor"

El 20 de julio de 1983 175 personas del pueblo de Mozonte fueron secuestradas y llevadas a Honduras por la fuerza. Muchas de ellas estuvieron en un campamento del que salieron 18 meses después gracias a los trámites de ACNUR. Reynaldo Gómez, juez de Mozonte y su hija Griselda, de 15 años, recuerdan el primer momento del secuestro masivo.

El secuestro es a veces, colectivo. En estos casos suele existir conexiones entre algunos de los secuestradores y algunos de los secuestrados. Estas explican el que un hecho así pueda producirse.

"La contra entró al pueblo como a las 6 de la tarde con tiroteos. Al que no salía de su casa le tiraban una bomba dentro. Así fue saliendo la gente y así la reunieron para llevarlos a todos a Honduras. Ellos eran como 300 y aquí no había ninguna defensa. Se los llevaron a Honduras, a lo que dicen ellos refugios, peor no son refugios porque hay prisioneros. Allí no tienen salida para ninguna parte y los ponen solamente a trabajar. La mayoría eran niños. A través del ACNUR ya regresaron 120. Y siempre han quedado con temor toda esa gente.

El día que nos llevaron íbamos a una hortaliza que nosotros teníamos de tomates y de repollos y allí nos salieron ellos, los contras. Nos dijeron que los acompañáramos a una ermita y nos obligaron a ir. Pero nos querían llevar mas largo. Nos decían que aquí en Nicaragua las cosas sólo las dan medidas. Iban vestidos de azul y nosotros teníamos miedo. Y nos dieron para que leyéramos unos papeles que andaban, que los teníamos que agarrar. Los folletos decían: "Viva el Papa", "El Papa está con nosotros", "Muerte al Sandinismo". Y nos decían que el Papa es el que los ayudaba a ellos y que ellos ganaban ya con la ayuda del Papa Juan Pablo."

"Quedamos conscientes y tomamos el fusil"

Las cruces es un poblado indígena de apenas 40 casas, pacífico y pintoresco, de hondas tradiciones religiosas, que está situado en el arranque de la carretera que va de Ocotal a Jalapa. El 7 de diciembre de 1984, en plena celebración religiosa, llegó la contrarrevolución a secuestra a los hombres del pueblo. Un miembro de la comunidad reconstruye los hechos de aquel día.

El secuestro es, a veces, el hecho que da conciencia al individuo, a la familia, a la comunidad entera, sobre la necesidad de organizarse para defender la vida y la paz.

"Estábamos nosotros celebrando la Purísisma. Cuando terminamos el rezo quedamos ahí en el brindis repartiendo el café y platicando, cuando miro que se empieza a agrupar gente, pero era noche y se miraba oscuro. Estaban recogiendo gente, era eso. Entonces yo salí huyendo a esconderme porque vi que eran ellos para llevarnos. Otros chavalos, otras señoras, también se escondieron pero ellos cubrieron todo el lugar. Yo oía la bulla, la que hacían ellos y la de la gente. La gente lloraba,, los lamentos de los niños. Yo creo que su operativo tardó diez, quince minutos. Y ya se llevaron a la gente que habían agarrado. Los que nos escondimos salimos a dormir por los montes pro temor de que regresaran.

Yo he platicado con los secuestrados que regresaron porque lograron escapar. En Honduras los tuvieron en un campamento sin comida, donde dormían al raso, con al ropa mojada. La gente cuando regresó venía aniquilada, débil, los pies bien llagados. A los compañeros revolucionarios que se llevaron secuestrados a esos los tuvieron amarrados, desnudos, sin comer, sin agua. Unos lograron huir, de otros no sabemos nada hasta hoy. Ya no los hacemos con vida porque dicen que los iban a fusilar y ya tenían hasta hecha la fosa.

De este pueblo se llevaron 15 y regresaron 11. Van faltando 4. Hasta que no volvieron los que pudieron escapar todo este tiempo fue un dolor grande para todos, porque era una gran perdida. Nos hacían falta tantos compañeros. Nosotros siempre pidiéndole a Dios y a la Virgen que los trajera de regreso porque perderlos era un gran fracaso. Y al ver lo que hicieron y ver que decían que era por cristianismo que lo hacían, ahí tomamos todos la decisión de agarrar los fusiles para defendernos, para que no vuelva a suceder, para que no sufran tanto los niños, que quedan sin sus padres. Antes de que pasara este secuestro, unos querían tomar las armas y otros no. Pero después que se vio cómo eran los contras ya se tomó la decisión general. Ahora ya estamos defendiéndonos."

"No aguanté más y vine a Totogalpa"

Coronado Muñoz Zamora. Unos 40 años. Trabajaba como celador en una escuela del valle de Callantú y ahora vive con su familia en Totogalpa, a donde se fue huyendo de la contrarrevolución, que los secuestró en noviembre de 1984.

El secuestro es, a veces, el motivo que mueve a muchas familias campesinas a desplazarse de sus aliadas comarcas a centros de población más protegidos (Son ya más de 150 mil las personas desplazadas pro consecuencia de la guerra).

"Yo he sufrido bastante. Durante la Alfabetización trabajé como coordinador, ayudé mucho a los brigadistas. Y cuando vine ya para mi valle, ya empezó la contra a buscarme para matarme. Anduve huyendo de ellos muchos días y ya no vivía en el colegio sino que dormía en los montes aguantando lluvias, picado de moscos. Ellos llegaban a mi casa para llevarme pero no me encontraban. Ya después se olvidaron de mi.

Pero el 25 de noviembre de 1984 ya me secuestraron por fin. Llegaron seis de noche a la casa y me empezaron a hablar. Y ya de plano supe que eran ellos. No soy tan tonto y conozco el habla de nuestro ejército y el otro habla, el de la contra. Cuando me las puse opuesto a irme con ellos, me dijeron que hasta a mi chavala me la iban a llevar. Pero luego sólo me llevaron a mí. Iban bien armados. Después se metieron en otra casa para llevarse otro muchacho, pero no estaba allí. Yo vi que ellos andaban bien anotados a quienes se iban a llevar.

Anduvimos caminando tres días con ellos. Caminábamos de noche. Yo enfermo, con un dolor en el cerebro. Llevaban ya 28 secuestrados de Río Abajo, de Yalagüina, de El Jocote, de Terreno Grande... Ellos si comen bien. Compran pan, compran gallinas y se las guisan en unas casas que ellos ya saben. A nosotros nos dan un pedacito de hueso y algún pedacito de tortillas al mediodía y a la cena nada nos dan. También andan siempre con buen radio para hablarse entre ellos.

Nos dijeron que nos llevaban a Honduras a entrenarnos para después venir a atacar aquí mismo. Decían que ya iban a ganar, que ya iban a ganar, que ya nuestro ejército andaba loco, que sólo hacía falta un mes para ganar y que cuando ganara nos iban al dar dinero y que estuviéramos alegres porque en Nicaragua ya ni se comía y en Honduras sí, allí sí había de todo, que en Honduras hasta los impedidos andaban y los ciegos los hacían ver porque tienen doctores. Todo eso nos dijeron. También nos decían que cuidadito nos desertábamos porque si alguien se les zafaba lo mataban. El que se zafe -nos decían-, a ése lo agarramos, lo maniamos y lo dejamos amarrado en un palo degollado. Así lo decían. Mientan siempre a los Estados Unidos, que eso es lo mayor que ellos tienen, que ese es su apoyo, que ahorita tienen poca ayuda pero que pronto la iban a dar de nuevo y que ya les iban a dar el nuevo préstamo par montar el triunfo. Con esa esperanza están. Andan con equipaje de los Estados Unidos, buen pertrecho, buenas mochilas, buenos ponchos para cobijarse.

Cenado ya vinimos a pelear en Nicaragua con ellos, en una emboscada que el ejército nuestro les puso, cinco de nosotros los secuestrados logramos escapar. Cuando fue la balacera de la emboscada nos tiramos a tierra. Yo fui el primero que me zafé. Me aventé a un guindo y desgraciadamente me di de tope con otro de ellos. Yo andaba con una mochila pesada que me habían puesto encima. Pero se me reventó y pude escapar y entonces seguí corriendo en lo oscuro, perdido, sin saber el camino. Y descalzo, porque los zapatos se me habían despegado. Cetro más pudieron zafarse después que yo. Al rato nos fuimos encontrando. Un muchacho se nos cayó desmayado de hambre, pero nada teníamos quedarle. Estuvimos esperando a que se levantara pero sin un peso en la bolsa, ¿cómo comprábamos? Llegamos a una casita y estaba un hombrecito y le digo yo: "Señor, ¿nos puede regalar una taza de café?" Y nos dio el café que su señora había puesto a tibiar y un pedacito de tortilla,. Así fuimos saliendo adelante hasta llegar a nuestro lugar.

Cuando llegué a la casa la chavala se escapó de desmayar de la alegría. Gracias a Dios no me mataron. Después ya no quería dormir más en mi casa. Ahí ya empezó otro martirio. Siempre huyendo por los montes, aguantando frío, aguantando viento, mojado. Sacaba a mi familia a dormir a otras casas y dejaba mi casa sola, los animales botados. Y cuando ya no aguanté mas me trasladé ya aquí a Totogalpa. Ahora tengo miedo de volver al valle porque sé que me persigue esa gente".

"Cuando estábamos cortando café..."

Francisco López. 27 años. De Totogalpa. Fue secuestrado el 16 de enero de 1984 cuando cortaba café como obrero agrícola.

El secuestro es, a veces, una operación destinada a entorpecer la producción agrícola.

"Varios de aquí de Totogalpa nos fuimos a cortar café. Llegamos a la hacienda y en la noche, cuando ya nos íbamos a acostar, cuando apagamos la luz, llegaron ellos. Eran como 30. Nos dijeron que saliéramos, que hiciéramos fila, que ya nos íbamos para Honduras. Agarraron a más de otras haciendas. De la nuestra íbamos 40, de otras como 18. Al siguiente día ya llegamos a Honduras. Sin comer andábamos.

Ibamos para la Lodoza, que es un campamento de ellos. Cuando llegamos ahí, un doctor no dijo que la contra ya iba a agarrar en junio, que eso era seguro. En el campamento quedamos. Nos empleaban para ir a dejar municiones por ahí. Grandes caminatas y nos daban nomás un pedacito de tortilla. Tal vez estabamos acostados, en veces, y en la harta nos levantaban para que les fuéramos a traer agua, que comida, que provisión. Ahí estuvimos como dos meses. En ese campamento tienen sus heridos y los andan curando.

Ahí también era entrenamiento para hacernos como ellos. Eran entrenamientos bien pesados. Yo llegué allí gordo y bien aquí bien flaquito. Eran ejercicios y manejo de armas y había que obedecerlos en todo lo que decían. Decían: "Vaya a besar aquel palo" y uno tenía que ir. O decían: de un grito, péguese una carcajada diabólica y había que obedecer. Si hacíamos cualquier cosa que no le gustaba al instructor lo castigaban a uno y a los que desertaban de ellos, si los agarraban los castigos daban lástima.

Nos pusieron también a componerles unas carreteras para sus vehículos donde traían la comida y las armas. Emparejamos barrancos y hacíamos casas para meter todas sus cuestiones de ellos. A veces miramos extranjeros, que yo creo que eran norteamericanos que llegaban y hablaban con algunos. Las ramas que nos daban eran norteamericanas. Se miraban, ésas se conocen no más mirarlas.

Más luego nos mandaron armados, vestidos de azul, como un ejército a pelara a Nicaragua. Veníamos 260. Cuando ya estabamos como a 3 kms. dentro de Nicaragua los compas pusieron una emboscada y todos huyeron de vuelta a Honduras, pero yo me quede ahí solito. Yo me quería escapar de ellos. Me escapé pues, u estuve andando dos días y dos noches siempre con el miedo de que me iban a agarrar. Llegué a Totogalpa. Ahora ya me acuesto tranquilo y duermo. Las primeras noches no me sentía bien, no salía a ninguna parte, sentía miedo.

Yo la política no la entiendo. YO sólo fui a cortar café para ganarme mis pesos. Ellos me obligaron a ir con ellos a la fuerza. Nos hablaron del día del triunfo que iba a llegar enseguida y ese día no llegó."

"Nos decían que esto era puro comunismo"

José Santos López Bautista. 32 años. Delegado de la Palabra en la comunidad de Santo Domingo, Totogalpa. Ha sido secuestrado dos veces por la contrarrevolución.

"Desde hace 14 años yo trabajo como Delegado de la Palabra. La primera vez que me secuestraron fue el 8 de noviembre de 1983. Yo estaba en el corte de café. Habíamos cortado un día y ya pro la noche llegaron 10 hombres a llevarnos a todos los hombres que estabamos, que éramos 42. Nadie de nosotros andaba armas. Nos dijeron que le que se quedara lo iban a matar, que todo mundo tenía que irse. Nos pusieron en fila y a caminar a las fronteras. Ya en el camino algunos lograron escapar. Al día siguiente ya llegamos a Honduras, a un lugar que se llama Las Dificultades. Allí nos tomaron los datos en un puesto militar hondureño y ahí quedaron escritos todos los nombres de nosotros. Después ya nos llevaron a la base de los contras. Se mira claro que llevan contacto los militares de Honduras con los guardias.

En la base primero nos mandaron a cortar palos para hacer casas de campaña. No había mucha vigilancia y algunos compañeros lograron escapar. Yo cero que se escaparon porque sólo dos cuidaban. Los demás dormían. Estaban bien cansados del secuestro que habían hecho. Un compañero de trabajo de nosotros, un muchacho bien humilde, se escapó y desgraciadamente perdió el camino y lo agarraron otra vez. Entonces lo entregaron a las autoridades máximas de ahí. Y me dio pesar porque el jefe lo mandó a amarrar y allí lo descarnizaron con un puñal.

En el campamento estuve 19 días. Nos decían que teníamos en Nicaragua el puro comunismo. Nos dimos cuenta que en el campamento hay un jefe que es el que se ocupa de eso de andar secuestrando. Cuando uno llega a la base militar siempre dicen que vamos voluntarios, pero la verdad es que vamos secuestrados.

Lo primero que le enfocan a uno es la religión. Antes de empezar las caminatas rezan un padrenuestro o un Avemaría. Todo el equipaje que le dan a uno militarmente es de los Estados Unidos. Uniforme y todo nos dieron.

Yo hablé en la base con uno que le dicen "cuerito". Ese me platicó que antes de la revolución el era guardia y que cuando llegó a Honduras huyendo no sabía lo que era cortar café, lo que era agarrar machete. Y como no tenía que comer busco pro fin le camino de meterse en la base militar de los contras. El no sabía hacer otra cosa.

Ya después nos obligaron a venir aquí a Nicaragua en misiones de ellos. Yo no sabía disparar, porque sólo nos enseñaron a armar y a desarmar. A una misión que me trajeron era para secuestrar más. La otra misión ya era de enfrentarnos con el ejército, pero no tuvimos ningún encuentro sino que caímos en una emboscada. Ahí fue donde escapé. Anduve perdido en Honduras sin saber para donde caminaba, para donde quedaba Nicaragua. Cuatro días y cuatro noches anduve escapando. A veces andaba en las noches porque era clara, había luna. Por fin regresé a mi comunidad.

Fue al año siguiente la otra vez que me secuestraron. Durante la chapeada del café, vinieron 20 contrarrevolucionarios a secuestrarnos a todos los trabajadores. Nos amenazaron con que al que escapara lo rafagueaban. Nos pusieron en fila y nos llevaban. Pero yo aproveche y escape. Yo ya sabia lo que es andar sufriendo y por eso escape.

Este año he seguido cortando café. Es dinero que nos ganamos. Claro que tenemos miedo porque lo pueden secuestrar a uno otra vez. Ahorita acaban de secuestrar a unas muchachas de aquí de la zona de Dipilto. Son amigas mías y me pesar porque no sabemos el paradero. Pero aunque tengamos miedo ahí siempre vamos, porque la revolución es un progreso para el pueblo. Lo que yo pienso es que algún día esto tiene que terminarse, no siempre vamos a vivir así".

Una población dispersa y convocada por la amnistía

Muchos de los campesinos secuestrados no vuelven nunca a su comunidad. No conocemos sus experiencias, nos falta sus relatos. Si los tuviéramos, descubriríamos cómo algunos murieron ya en los campamentos contrarrevolucionarios, cómo toros cayeron en el combate frente al ejército sandinista, uniformados de azul, sirviendo aparentemente a la FDN. Y cómo otros terminan pegándose a las pretensiones contrarrevolucionarias y ya le es difícil escapar del circulo vicioso creado con nuevas presiones y nuevos compromisos.

En diciembre de 1983 se anunció en Nicaragua una amnistía que fue prolongada sucesivamente hasta noviembre de 1984 y que, en el marco de las libertades electorales, se dirigían fundamentalmente a que vinieran a votar los campesinos atraídos por cualquier medio a las filas contrarrevolucionarias. Se calcula que unos 1.500 nicaragüenses -en su mayoría campesinos y en gran proporción mískito- se acogieron a este decreto de amnistía. El 22 de enero de 1985 la recién elegida Asamblea Nacional de Nicaragua inauguró sus trabajos votando una nueva Ley de Amnistía, con un plazo hasta el 19 de julio.

En estos momentos la amnistía es una medida política que se inscribe en la amplia ofensiva de paz del gobierno sandinista. Es también una medida adecuada a la nueva situación militar creada por la importante ofensiva desplegada por el ejército de Nicaragua desde el pasado diciembre. Esta ofensiva ha producido una serie desmoralización en algunos grupos contrarrevolucionarios. Y la amnistía pretende aprovechar esta situación. Es también la amnistía una medida que responde a las características humanas y sociales que ha ido adoptando esta guerra de desgaste.

En cierto sentido la amnistía se dirige privilegiadamente a los secuestrados que no han logrado zafarse, a los que no supieron resistir a las presiones contrarrevolucionarias, a los que nos se deciden a desertar y volver a sus comunidades por temor a represalias, a malinterpretaciones de sus vecinos, a los que imaginan que salir de la contrarrevolución es caer en el desempleo y en la inseguridad permanente, etc.

La Ley de Amnistía es muy breve. Tan sólo 5 artículos que hablan de los límites, de las formas de deposición de las armas y del plazo. El artículo 4, añadido por los diputados al Proyecto enviado por el Ejecutivo a la Asamblea, expresa esa orientación campesina de la Ley: "El gobierno de la República por medio del Ministerio de Desarrollo Agropecuario y de Reforma Agria tomará las medidas pertinentes para incorporar a la producción a los campesinos que se acojan a la presente Ley".

De hecho, este horizonte campesino se ha mostrado ya en los primeros frutos de la ley, en los primeros desalzados -así se les llama- acogidos a la amnistía. Son campesinos y gran parte de ellos hablan del secuestro en sus relatos. El 15 de febrero 143 se desalzaron en Estelí. A los pocos días, otro grupo menos numeroso se desalzó en Wiwilí. El Comandante Christian Pichardo, Delegado del Ministerio del Interior en la Región I, recibió el primero de estos grupos con estas palabras:"Queremos hacer llegar a las filas del enemigo que esta revolución puede acoger a los secuestrados o a quienes quieran desertar..."

Está claro que, aunque la amnistía proclamada en enero de 1985 no tiene ningún límite -como la tenía la del 83-, y a cualquier cabecilla contrarrevolucionario, inclusive Edén Pastora, podía acogerse a la ley y volver a Nicaragua a vivir como cualquier ciudadano -incluso uniéndose a la oposición cívica en alguno de los partidos políticos-, con la única condición de entregar sus armas, los interlocutores de esta ley son fundamentalmente los campesinos anónimos, esos miles de campesinos que conocen de cerca quiénes son y pro que luchan los paladines de Reagan, los campesinos que son secuestrados, asesinados, hostigados, intimidades, confundidos, engañados. Para esos campesino,s las víctimas m directas de esta inmoral guerra de agresión, la revolución tiene un proyecto de perdón y de nueva vida.

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