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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 360 | Marzo 2012

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Honduras

Vivimos en un país homicida y femicida

Según el Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma, Honduras es el país más violento del mundo: 86 homicidios por cada 100 mil habitantes. Según cifras oficiales, cada 18 horas es asesinada una mujer en Honduras. La mayoría de ellas son las más jóvenes, las que andan en las calles…

Alicia Reyes

Honduras es el país más violento del mundo. La vida, al igual que un sinfín de realidades cotidianas, se han vuelto desechables, ante una población víctima de la cultura del miedo.

De acuerdo con el Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), la tasa de homicidios a finales de 2011 fue de 86 por cada 100 mil habitantes, cifra superior a la de algunos países actualmente en guerra. Dentro de esta violencia destacan los atentados contra la vida de las mujeres. Según cifras oficiales, cada 18 horas es asesinada una mujer hondureña. Hasta noviembre de 2011, el Observatorio tenía registradas 392 femicidios. En el mismo informe se señala que el grupo de edad más afectado, son mujeres entre 15 y 34 años (273 de los casos, un 70%). Dentro de ese rango de edad la mayor frecuencia corresponde a 25-29 años de edad (76 víctimas, 19.5 %).

LAS QUE ANDAN EN LAS CALLES

No es casualidad que la mayoría de las mujeres asesinadas sean las más jóvenes. Son ellas las económicamente más activas, las que por trabajo, por estudio y hasta por divertirse salen más al ámbito público. Son ellas las que están en las calles, lugar que la cultura patriarcal reserva a los hombres, mientras destina el doméstico a las mujeres. Teniendo en mente este “mandato cultural”, podemos pensar que muchos hombres se sienten con autoridad para disponer ya no sólo de sus cuerpos sino también de sus vidas, como si se tratara de objetos propios y desechables. El informe del Observatorio revela que los crímenes en espacios abiertos (calles, puentes, fincas, bordos de ríos) son los más frecuentes (260 muertes, 66.6%). Y los ocurridos en espacios cerrados (hogares, lugares de trabajo, bares, vehículos y otros) son más escasos (33 muertes, 8.5%). En transporte público apenas se produjeron 4 muertes (1%).

En el informe lo que parece más revelador es el dato de que el victimario haya o no haya tenido relación con la víctima. Los hombres han aprendido, de generación en generación, que la mujer debe estar en la casa y si anda en la calle, “por algo será”. Esta ideología estuvo presente también en los agentes de la Policía durante el golpe de Estado. Golpeaban y violaban a las mujeres que andaban en las manifestaciones: “Esto te pasa porque andás en la calle”.

NOS VAN ACOSTUMBRANDO

Aunque los femicidios tienen una explicación en razón del sistema patriarcal, que ha construido relaciones de poder desiguales entre hombres y mujeres, sobrevalorándolos a ellos e interiorizándolas a ellas, tampoco se puede perder de vista el enorme grado de impunidad que existe en Honduras, terreno fértil para este delito.

El golpe de Estado de 2009 desnudó aún más problemas que ya se venían arrastrando: impunidad, corrupción de la policía, falta de aplicación de una verdadera justicia. Además, el golpe terminó con la poca institucionalidad que teníamos y de la noche a la mañana mandó al trasto de la basura los pocos derechos a la seguridad conquistados. El resultado actual es un caos en materia de derechos humanos. En gran medida, porque la policía, el Ministerio Público y otras instancias de “seguridad”, creadas para defender y proteger a la población, se han ganado su desconfianza y su repudio, al saberlas vinculadas a la corrupción y al crimen organizado.

En este negativo contexto, fomentar la confusión, el individualismo y la cultura del miedo son las estrategias que el sistema está utilizando para amordazar y paralizar a la población, afectada mayoritariamente por la pobreza, la inseguridad, la violencia, el desempleo y el escaso acceso a una buena salud y a una alimentación digna, carencias que sufren con mayor fuerza las mujeres.

Titulares como: Matan a quinceañera, Asesinan a universitaria porque no andaba celular, Esposo la mata por mensajitos comprometedores, Matan a ejecutiva por robarle el vehículo, Asesinan a operaria al salir de una fiesta, Hallan muerta a mujer dentro de la basura… nos van acostumbrando a qué tan desechable es la vida de las mujeres. Y nos muestran qué tan poco se está haciendo para sentar precedentes de justicia en un país en el que los derechos de las mujeres nunca han sido prioritarios.

A NADIE SE CASTIGA

El informe del Observatorio de la Violencia indica que amerita una investigación el hecho de que el 79.7% de los casos de asesinatos de mujeres estén registrados sin datos. Tal vez sobre sus victimarios no se sabe nada… porque no se quiere saber nada.

Las familias de mujeres asesinadas consideran que esto sucede así porque la Policía está involucrada en muchos de estos hechos, lo que también ocurre en otros muchos asesinatos y masacres de los últimos años. La Policía ha pretendido vincular la muerte de muchas mujeres al narcotráfico. Pero esos casos son contados. Los asesinatos de mujeres se manejan a la ligera, y aunque en muchos casos se presume que antes de ser asesinadas las mujeres fueron abusadas sexualmente, no se cuenta tampoco con información fiable.

Tampoco se observa ningún interés del Estado, quien parece ser cómplice, ya que ninguna instancia estatal responde por estas muertes y siempre se oyen las mismas explicaciones: no hay pistas, los hechores se dieron a la fuga, se fueron sin rumbo desconocido, se continuará con las investigaciones, estamos siguiendo las pistas, es obra del crimen organizado… Pero pasan semanas, meses y años y a nadie se castiga.

Siempre las mujeres, sus problemas y sus aportes han sido invisibles para la mayoría de los medios de comunicación. Las agendas de los medios casi nunca han incluido sus sueños, sus luchas, sus problemas, sus logros. Sin embargo, ahora los femicidios sí ocupan las primeras planas de los diarios y las páginas de la sección de sucesos y los titulares de las emisoras y televisoras.

¿POR QUÉ NOS MATAN?

Lamentablemente, algunos medios, autoridades y parte de la opinión pública justifican estos crueles asesinatos culpabiizando a las mujeres con argumentos que están a flor de piel en la sociedad: ¿Por qué andan en la calle? ¿Por qué salen a esas horas de la noche? ¿Por qué se visten tan provocativamente? ¿Por qué andan solas? Cuestionamientos que nuncase aplican a los hombres cuando son víctimas de delitos.

Escuchando a algunos hombres sus expresiones revelan un odio enfermizo hacia las mujeres. Muchos insisten en que las mujeres son para estar en la casa y no en la calle. Pero no es cierto que nos estén asesinando porque salimos de noche o porque hacemos trabajos exclusivos de los hombres o por problemas pasionales, infidelidad, celos, ajuste de cuentas, venganza o narcotráfico. Lo explica el compositor hondureño José Yeco en su canción, interpretada por Karla Lara: “Nos matan por ser mujeres, nos matan queriendo atarnos, nos matan porque no pueden doblarnos ni amarrarnos, nos matan porque no pueden callarnos”

Sin duda, uno de los enormes desafíos de Honduras en 2012 será no callar para ponerle un alto a la violencia que termina con la vida, a esa violencia que tiene cada día más rostro de mujer.

PERIODISTA Y SOCIÓLOGA.

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