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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 358 | Enero 2012

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Nicaragua

Reestreno con contradicciones adentro y afuera

Aún antes de la ceremonia de reestreno presidencial de Daniel Ortega el 10 de enero comenzaron a aflorar las contradicciones en el FSLN. En su discurso inaugural Ortega reiteró que seguirá haciendo “lo mismo que hicimos en estos cinco años, pero mejor” ¿Podrá resolver las contradicciones de dentro de su partido, y las que comienzan a llegarle de fuera, sólo haciendo mejor “más de lo mismo”?

Equipo Envío

Cuando 2011 terminaba los gobiernos de Europa no habían felicitado a Daniel Ortega y legisladores republicanos en Estados Unidos alzaban la voz contra el fraude electoral. Consciente de la escasa legitimidad internacional con que iniciaría su nuevo mandato, Ortega envió delegaciones a Bruselas y a Washington para “explicar” lo sucedido en las elecciones y asegurar que habría cambios en el sistema electoral, aunque “adaptándolos a la realidad nacional”.

Con un descontento ciudadano sordo, poco visible en Managua -más preocupante en zonas rurales-, y con apenas una manifestación callejera masiva de repudio al fraude el 3 de diciembre, el reestreno de Ortega llegó en un ambiente aparentemente “normalizado”.

“AMBICIONES PERSONALES
Y DESMEDIDAS”

En enero, incluso días antes de la retoma de posesión de Ortega, su operador en las municipalidades, Nelson Artola, se presentó en la alcaldía de León para obligar a renunciar “por órdenes superiores” al alcalde Manuel Calderón, un sandinista con título de Comandante Guerrillero. Las declaraciones del destituido alcalde y las de su hermana, la poeta Estela Calderón, evidenciaron que en el partido de gobierno no están tan “normalizadas” las cosas.

“Fue Rosario Murillo quien me quitó del cargo. Ella fue quien bajó las orientaciones. Fui obligado a renunciar porque no obedecía la línea política que se estaba perfilando a partir de las elecciones nacionales, a favor de ella. La compañera Rosario Murillo aspira a ocupar la Presidencia y actualmente trabaja en acomodar las condiciones a su favor”, dijo Manuel Calderón.

Y su hermana: “La destitución de mi hermano se debe a las ambiciones personales y desmedidas de la Primera Dama Rosario Murillo. Ella es la principal causante de la división interna del Frente Sandinista, poniendo a un lado a hombres revolucionarios que han construido la historia de este país. La respeto como mujer y como poetisa, pero no como líder del Frente. Ese mérito es de Daniel Ortega. Ella ha venido fabricando un montón de candidatos, funcionarios y operadores políticos “rosado chicha”, fieles a ella, que no tienen nada que ver con el liderazgo rojinegro”.

Por primera vez salía a luz pública, y con esta claridad, lo que desde 2007 se percibe como la contradicción central que atraviesa transversalmente el centro del poder y sus pasillos.

“CONTRA “EL DEDAZO”

“Después de los incidentes de León, Artola informó en días posteriores que la selección de los candidatos a alcaldes de las 17 cabeceras departamentales y de otras ciudades importantes del país los decidirían Daniel Ortega y Rosario Murillo. En el resto de localidades los candidatos se seleccionarían por encuestas o en consulta con los secretarios políticos del FSLN en municipios y departamentos, todos prácticamente incondicionales de Murillo.

Pero en los días que siguieron militantes y simpatizantes del FSLN fueron descubriendo que encuestas y consultas eran prácticamente equivalentes a designaciones decididas desde arriba. No había terminado enero y la peregrinación de Artola anunciando e imponiendo candidaturas edilicias había provocado ya en más de 20 municipios importantes contradicciones, protestas públicas, hasta manifestaciones. Reclaman elecciones internas, protestan contra “el dedazo”, exigen encuestas secretas…Unos se bautizaron como “los inconformes” y en algunos municipios segovianos rechazaban en afiches y volantes “la dictadura”. No sólo exigen ser escuchados y tomados en cuenta, también aprovechan el aflorar de estas contradicciones para denunciar las arbitrariedades en el ejercicio del poder de los secretarios políticos de sus localidades.

“PARA EVITAR
“DISPUTAS TERRIBLES”

“Ya en 2011 Rosario Murillo había descartado cualquier elección interna en el partido de gobierno para evitar las “disputas terribles entre nosotros mismos” que dijo habían provocado cuando se celebraron. Está por verse de qué tamaño las causará el método del que es vocero Artola.

La contradicción central en el FSLN se materializó en la organización del fraude electoral. Es la contradicción entre el grupo empresarial -que aspiraba y esperaba un triunfo importante de Ortega, plenamente legitimado y que todos aceptaran, como ocurrió cuando Ortega ganó en 2006- y el otro grupo, el de los “revolucionarios” por el “cambio del sistema”, decididos a fabricar, a cualquier costo, un triunfo contundente. Éstos ganaron y esa victoria ha ampliado sus espacios de influencia.

Otras contradicciones, las derivadas de nombramientos, cargos, prebendas y dádivas son ya inocultables. También el poder absoluto que ahora tiene Ortega creará contradicciones. Con conocimiento de la historia nacional, el ex-Vicepresidente de la República Sergio Ramírez afirmó en vísperas del inicio del nuevo mandato de Ortega que “nadie en la historia de Nicaragua ha tenido tanto poder en su mano”. “¡Vamos por más victorias, vamos por las 153 alcaldías! (hoy el FSLN tiene 109), es la consigna de este año para incrementar poder. En noviembre deben celebrarse elecciones municipales.

“ALGO DISTINTO:
MAYORÍA DE MUJERES

“El partido de gobierno anunció que el 60% de quienes resulten designados para la silla edilicia serán mujeres. Igualmente serán mujeres el 70% de quienes sean seleccionadas para las candidaturas al cargo de concejal en las comunas.

El 60% de los diputados surgidos de las elecciones de noviembre son mujeres, todas ellas seleccionadas para ese cargo por Rosario Murillo. Y el 9 de enero, de los cinco miembros que le tocaban al FSLN en la directiva del Parlamento cuatro son mujeres.

Esta “feminización” del proyecto de Ortega expresa un avance del grupo “revolucionario” dentro del FSLN. Se debe -así lo reconoció Ortega en el reestreno de su segundo quinquenio- al “empeño de Rosario”. Ha sido una lucha cuesta arriba la emprendida por la Primera Dama Rosario Murillo durante muchos años para que a la mujer se le diera su verdadero lugar y peso en nuestra sociedad. Es gracias a esa lucha tenaz emprendida por la Primera Dama, se lee en el portal oficial “El 19”.

Sin duda, uno de los “distintos” dentro del “más de lo mismo” anunciado por Ortega de aquí al 2016 es la designación mayoritaria de mujeres para ocupar cargos de elección popular. Hay un dicho que suena desde hace años en los ambientes feministas, que afirma que “cuando una mujer entra en la política cambia la mujer, pero que cuando las mujeres entren en la política cambiará la política”. Es ésa la utopía que describe con brillantez y humor Gioconda Belli en su reciente novela “El país de las mujeres”. ¿Se cumplirá ese dicho y le veremos algún asomo de realidad a esa utopía en este país, en este gobierno, con esta cultura y con el método por el que tantas mujeres están entrando masivamente a la política?

“CONSENSO:
LA PALABRA DEL MOMENTO

“Para paliar los temores al poder total con que Ortega se reestrena, la palabra “consenso” aparece a menudo en los discursos de los representantes de ambos grupos en tensión en el partido de gobierno. ¿Cuál consenso? Aquí los dos grupos, el empresarial y el “revolucionario”, están unidos en un acuerdo básico: ambos defienden la alianza con la élite empresarial, aunque con distintos énfasis, discursos y metas, mientras en la disputa por espacios de poder al interior del partido se mantienen en continua tensión. Donde coinciden es en la negativa a abrirse a un verdadero consenso con la oposición política, porque esto supondría compartir o arriesgar poder. Si hay diálogo, si hay concertación, será solamente sobre aspectos económicos o sociales, nunca políticos.

Los “revolucionarios” insisten en que el consenso tiene que ser “con la gente”, con “el pueblo presidente”, pero entienden y justifican pragmáticamente la utilidad de la alianza con la élite empresarial, al menos temporalmente, inclinándose preferencialmente a la élite que está creando el capital venezolano y las cada vez más numerosas y poderosas empresas del ALBA en Nicaragua.

“¿A QUIÉNES LE TEME EL COSEP?

“El grupo empresarial del FSLN tiene distintos orígenes y, por tanto, distinta relación con el gran capital nacional. La mayoría de quienes amasaron recursos con la “piñata” de los años 90 quebró. Los que supieron administrarlos y crecieron (Agricorp es un ejemplo) mantienen vínculos con el capital financiero y con el gran capital agrupado en el COSEP desde mucho antes de que Ortega regresara al gobierno. Esos capitales coinciden en visión e intereses. Lo mismo puede decirse de otro grupo de empresarios, la mayoría medianos, que a finales de los años 90 conformaron el “Bloque de Empresarios del FSLN” para actuar como base de apoyo económico del partido y que lograron entonces, y por eso, posiciones importantes en el engranaje partidario.

No es a estos dos grupos a quienes teme la élite empresarial agrupada en el COSEP. Le teme a los grandes capitales surgidos a expensas de los recursos venezolanos desde 2007, entre los que hay que incluir las muchas y variadas empresas de la familia presidencial, recientemente reveladas por el diario “La Pren-sa”. Les teme por su potencial capacidad de desplazarlos valiéndose de todas las maniobras de la competencia desleal que facilita la actual estructura Estado-Partido-Familia.

“LA FUERZA DEL COSEP

“Es a los grupos de capital ALBA a quienes el grupo “revolucionario” se inclina preferencialmente, viéndolos como “capitalistas de izquierda”, mientras los otros, al igual que los del COSEP, serían los “capitalistas burgueses”. En el momento actual los dos grupos en tensión en el partido de gobierno están avanzando. Se afianza el gobierno corporativo del grupo empresarial del FSLN en sólida alianza con el COSEP. Y también avanza el grupo “revolucionario” que, asido al viejo concepto de vanguardia, aspira a ganarles la partida. Es imposible que no se multipliquen las contradicciones en función de cómo avancen unos y otros.

En el ínterin, Ortega mantiene su alianza con el COSEP. El primer y único diálogo de Ortega antes de su reestreno fue con sus representantes, encabezados por Carlos Pellas. De esta reunión salió el acuerdo de aumentar la tarifa de energía eléctrica, disparada por el alza del precio internacional del petróleo, en tan sólo un 9%, manteniendo subsidios generalizados con recursos del ALBA, también para los grandes empresarios, con la justificación de que así no incrementarán sus costos de producción. Antes del acuerdo el pánico cundió porque se habló de que el alza alcanzaría el 24%.

Este año el gobierno tiene que tomar, entre otras, dos decisiones que provocarán un lógico malestar: la reforma de pensiones de la Seguridad Social y la reforma fiscal, ambas exigidas por el FMI para que Nicaragua acceda a un nuevo acuerdo. En el resultado final de ambas reformas los grandes empresarios agrupados en el COSEP esperan jugar un papel protagónico. Para conservar sus privilegiadas exoneraciones fiscales. Y para reducir al mínimo el incremento de sus contribuciones al seguro social para las pensiones de sus trabajadores. Ese consenso parece estarles garantizado.

ENTRE LA COMPETENCIA
Y LA ALIANZA

Ortega apuesta a mantener su alianza con la élite empresarial, sello de su gestión anterior. Y, a pesar de declaraciones retóricas reclamando institucionalidad democrática, los grandes empresarios nacionales no dejan de dar señales de estar dispuestos a seguir legitimando a Ortega con tal de conservar esa alianza.

¿Continuará todo así, sólo con “más de lo mismo” en el nuevo contex¬to del poder absoluto, conseguido a golpe de un fraude que representó una contundente victoria del grupo “revolucionario” sobre el hoy diversificado grupo empresarial del FSLN, que comparte con el gran capital intereses y objetivos, a la vez que compite con él en cada vez más terrenos?

Seguramente veremos surgir contradicciones. Pasada la euforia de la “victoria” electoral, ya en el mes del reestreno, comenzaron a aparecer señales de querer cambiar las reglas del juego que Ortega mantuvo en su anterior gestión. ¿Para ir “cambiando el sistema”? El gobierno apareció invadiendo con la fuerza policial una propiedad estratégica y millonaria disputándola a un consorcio privado. (¿Confiscaciones?). El gobierno apareció intentando intervenir en los precios de la leche, los huevos, el pollo… (¿Control de precios?). El gobierno apareció favoreciendo la exportación de frijoles a empresas ligadas al partido y limitándola a las empresas del COSEP (¿Competencia desigual en el libre mercado?)

“PODER POPULAR”
O “PODER CIUDADANO”

Los precios de los alimentos comenzaron a subir enseguida que se anunció el nuevo precio de la energía, subida postergada por Ortega para no afectar su campaña electoral. La “reformita” fiscal que Ortega propuso a su mayoría parlamentaria a finales del mes para frenar el aumento del precio del arroz, de la leche y de otros productos básicos, consistía en exonerar o rebajar impuestos a los grandes oligopolios industriales que controlan los productos agropecuarios, con ningún beneficio visible para pequeños y medianos productores agrícolas y ganaderos.

¿Cómo concluirá el “teatro” en que se ha convertido la negociación tripartita sobre el salario mínimo entre el gobierno, los sindicatos y los empresarios del COSEP? Probablemente, con un simulacro de arreglo en el que la propuesta del COSEP ganará puntos por sobre el reclamo de los sindicatos afines al gobierno. En éste y en otros escenarios vamos viendo que las voces de gremios históricos del sandinismo -UNAG, ATC, CST, FNT- van dejando de contar poco a poco, que su anterior capacidad de intermediación organizada se va debilitando, que el “poder popular” va desplazándose hacia el “poder ciudadano”, hacia el nuevo rostro del partido, que son los CPC y los secretarios políticos, cuestionados y rechazados ahora por bases del FSLN que reclaman “primarias”, lo que significa reclamar “democracia”.

¿MÁS DE LO MISMO?

Ortega fue muy hábil durante cinco años para hacer indispensable e insustituible su liderazgo para los dos grupos que disputan poder en su partido, tanto para el grupo empresarial pro-mercado, del que él también participa, como para el grupo “revolucionario” y populista pro “cambio del sistema” que Murillo encabeza.

Al equilibrio contribuyó que su gobierno dio continuidad al marco macroeconómico heredado del gobierno neoliberal de Bolaños. También contribuyeron los buenos precios internacionales de nuestros productos de exportación tradicionales. Y naturalmente, contribuyeron en primer lugar los millonarios recursos venezolanos con los que el gobierno pudo financiar programas sociales. Con estas ventajas, Nicaragua atravesó la agudísima crisis internacional con estabilidad, permitiéndole a Ortega un buen margen de maniobra para equilibrar las tensiones entre ambos grupos.

¿El fraude electoral, organizado por el grupo “revolucionario”, que ha manchado de ilegitimidad el reestreno de Ortega alterará esos equilibrios? ¿Acentuará las contradicciones? Las primeras señales del alto precio que Ortega tal vez tenga que pagar por el fraude vinieron de fuera.

A LA ESPERA
DE LOS REPUBLICANOS

Tras el clima de “pasividad diplomática” con que la comunidad internacional reaccionó al fraude electoral del 6 de noviembre, llegaron los idus de enero. Con malos augurios.

Los menos pasivos después del fraude fueron un grupo de congresistas republicanos cubano-americanos. El 1 de diciembre celebraron una audiencia especial en el Congreso, que titularon “Nicaragua: Democracia Secuestrada”. En la audiencia los legisladores escucharon, entre otros, al ex-embajador en Managua, Robert Callahan, a Jennifer McCoy, directora del Centro Carter y al congresista demócrata Howard Berman. Aunque McCoy afirmó que las elecciones del 6 de noviembre “fueron las peores por los obstáculos creados por el Poder Electoral a los ciudadanos”, Callahan dijo que el FSLN “robó miles de votos” y presentó una propuesta de agenda con muy duras sanciones contra Ortega, y Berman avaló estas opiniones, los tres y todos los que participaron compartieron la opinión de mantenerse a la expectativa y dilatar cualquier decisión drástica.

Las resoluciones finales de la audiencia llevaban la marca republicana. En el punto 4 se lee: “Instar al Presidente Barack Obama, y a la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, a que de forma inmediata, adopten medidas significativas para fomentar la restauración del Orden Constitucional en Nicaragua, haciendo oposición a que Instituciones Financieras Internacionales aprueben créditos para el gobierno de Nicaragua”.

El gobierno de Nicaragua restó importancia a este evento, calculando que cualquier sanción dependería de una victoria republicana en las elecciones de noviembre.

CAMBIO DE CLIMA

Muy pronto, hubo un cambio de clima. El 18 de enero, Alemania, anunció el recorte, a partir de 2013, de la cooperación con Nicaragua, iniciada hace 30 años. La razón del recorte fue clara: “El régimen nicaragüense tiene que asumir las consecuencias de su forma cada vez más autocrática de gobernar”, declaró Dirk Niebel, ministro alemán de cooperación.

En Managua, la embajadora de Alemania, Betina Kern, mencionó claramente el fraude del 6 de noviembre como “la gota que derramó el vaso” para decidir el recorte y fue precisa: “Lo que nos interesa no es quién gana las elecciones, sino cómo las gana”. En los últimos años han retirado su cooperación con Nicaragua o la han recortado Suecia, Reino Unido, Dinamarca, Noruega, Holanda y Austria. El recorte de Alemania, país líder en la Unión Europea, resulta el más relevante.

El 24 de enero la OEA entregó al Consejo Permanente de la institución su informe final sobre la observación electoral que una misión de sus expertos desarrolló en Nicaragua. El texto, de más de 70 páginas, reitera las “fallas estructurales” del sistema electoral nicaragüense, las “situaciones preocupantes” observadas durante la visita de la misión. Destaca el nulo acceso que les dio el gobierno al centro de cómputos nacional. Documenta decenas de denuncias concretas recogidas por la misión en el terreno que permiten graficar varias de las maniobras fraudulentas ocurridas en el proceso electoral y presenta una larga lista de recomendaciones que, de implementarse, significarían un cambio profundo, y democratizador, de todo el viciado sistema electoral.

VAIVENES EN LA OEA

Cuando en diciembre de 2011 la OEA presentó su informe preliminar, el gobierno de Ortega afirmó en la sede de la organización que contenía “información falsa” y lo rechazó por ser parte de un plan desestabilizador fraguado entre la embajada de Estados Unidos en Managua y la Alianza PLI, interpretación que nadie tomó en serio. Ahora, coincidiendo con la presentación del informe final, Ortega “consiguió” de Ricardo Seitenfus, nuevo representante de la OEA para Nicaragua, declaraciones que contradijeran el informe, pero de forma más plausible.

En su primera declaración a los medios en Managua, Seitenfus afirmó: “Yo digo que hubo un vencedor: el Presidente Daniel Ortega. Y lo justificó en el conteo rápido de la OEA. Según Seitenfus, Ortega había ganado con el 59.8% de los votos. (El Consejo Supremo Electoral le otorgó el 62.46%). Voceros del gobierno aplaudieron a Seitenfus, pero inmediatamente, el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza lo desautorizó, declarando que el informe entregado al Consejo Permanente “es la única opinión oficial acerca de la elección en Nicaragua”, que la afirmación de Seitenfus era solamente “una opinión verbal personal” y que “la OEA nunca entrega resultados en base a informes parciales o conteos rápidos, ni autoriza su divulgación”.

El incidente demuestra los vaivenes en que se mueven actualmente la OEA e Insulza. Demuestra también las contradicciones que el caso electoral nicaragüense provoca y el ansia de legitimidad que tiene Ortega. Su gobierno prácticamente expulsó al anterior representante de la OEA en Nicaragua, Pedro Vuskovic, por sus simpatías políticas. Ahora dio un rápido placet al diplomático brasileño Seitenfus, conocido por sus duras críticas al capitalismo.

UN “ESCRUTINIO SEVERO”

El mismo 24 de enero, la Secretaria de Estado de Estados Unidos Hillary Clinton, retomando el informe de la OEA emitió una declaración: “Los recientes comicios en Nicaragua no se desarrollaron de manera transparente e imparcial”. Falta de neutralidad y de transparencia fueron precisamente los dos calificativos con que la Unión Europea resumió lo ocurrido en las elecciones en Nicaragua.

Añade Clinton: “Las elecciones marcan un retroceso en la democracia en Nicaragua y socavan la capacidad de los nicaragüenses para exigir rendición de cuentas a su gobierno”. Clinton afirmó que el gobierno de Estados Unidos hacía suyas las recomendaciones contenidas en el informe de la OEA y dijo estar a la espera del informe de la Unión Europea -se espera en Managua para el 20 de febrero- y así trabajar coordinadamente “con sus socios”.

Y aquí la advertencia de cuál será ese trabajo: “Como parte de la evaluación de nuestra asistencia y nuestra política hacia Nicaragua, Estados Unidos continuará ejerciendo un escrutinio severo (“análisis exhaustivo”, tradujeron medios cercanos al gobierno, aggressive scrutiny en el texto original) de los fondos de proyectos brindados por el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial, y se opondrá a cualquier propuesta de préstamos que incumplan los altos estándares establecidos por ambas instituciones, o que no tengan un impacto significativo en el desarrollo del país”.

UNA RESPUESTA CAUTELOSA

La trascendencia de esta advertencia se descubre en la cautelosa y sobria respuesta del gobierno de Nicaragua. En lo sustantivo de la nota con que respondió la Cancillería se lee: “En nuestras relaciones con el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial, en los últimos cinco años el Gobierno de Nicaragua ha preparado sus propuestas de proyectos con la más alta calidad técnica, basada en los altos estándares que requieren las Instituciones Financieras Internacionales para acceder a sus recursos financieros. Todas las operaciones de financiamiento contratadas en el período han sido enfocadas a generar un gran impacto en el desarrollo socioeconómico del país en temas prioritarios como salud, educación, energía, caminos, entre otros. Nicaragua reitera su disposición de continuar desarrollando con los Estados Unidos de América relaciones en el marco del respeto y colaboración en los distintos temas de interés mutuo”.

Ciertamente, los organismos multilaterales no han tenido queja ante las propuestas de proyectos presentados por el gobierno de Ortega en estos cinco años. Y sus representaciones en Managua destacan siempre la capacidad de este gobierno de cumplir adecuadamente con lo acordado y la voluntad de mejorar la calidad de vida de la población más pobre, presente siempre en la agenda que les presenta.

La reducción en unos 6 puntos porcentuales en la pobreza extrema de la población nicaragüense ha animado a la cooperación multilateral -también a alguna cooperación bilateral- durante estos cinco años, comparando este logro con los resultados del gobierno anterior, el del Presidente Bolaños, cuando, como ahora, los índices macroeconómicos se mantenían estables y el producto interno bruto crecía, pero la pobreza de la gente no se reducía nunca.

LA AMISTAD CON IRÁN

La contradicción que parece inaugurar la declaración de Clinton tiene que ver con otra cosa: con los serios déficits de institucionalidad democrática del actual gobierno. Y tiene muchísimo que ver también con los anticuerpos que genera en Estados Unidos la cercanía de Nicaragua con Irán, como comenzó a generarlos el reiterado apoyo de Ortega a su “hermano” Gaddafi durante la crisis libia de 2011.

La reciente y entusiasta acogida en Managua de Mahmud Ahmadineyad en su gira por los países del ALBA en enero fue vista con los peores ojos, tanto en Estados Unidos como en Europa. Y resultó una temeraria irresponsabilidad de Ortega, más injustificable teniendo en cuenta que la cooperación iraní con nuestro país es prácticamente nula, no ha pasado de listas de promesas retóricas y ni siquiera se ha concretado en la condonación de la deuda que tenemos con ese país desde los años 80 por suministros de petróleo. Esa deuda, con sus intereses, asciende ya a 164 millones de dólares.

CON LAS MEJORES
RELACIONES

Las relaciones de Daniel Ortega desde su regreso al gobierno en 2007 con las instituciones financieras internacionales han sido fluidas, muy buenas. En el caso del FMI, después de concluido en 2010 el programa trianual de crédito ampliado, prorrogado hasta diciembre de 2011 por el buen desempeño del gobierno, el equipo económico de Ortega espera para septiembre de 2012 la renovación de un programa similar, confiando en sacar buenas calificaciones en las evaluaciones que el FMI hará durante el año a los índices macroeconómicos. En 2012 el gobierno tiene previsto financiar el 45% del programa de inversión pública (escuelas, hospitales, caminos…) con fondos del BID y del Banco Mundial.

Cuando los países -europeos sobre todo- organizados en el grupo de apoyo presupuestario cortaron su ayuda al presupuesto de Nicaragua por el fraude en las elecciones municipales del 2008 y cuando Estados Unidos suspendió la Cuenta Reto del Milenio por la misma razón, Ortega anunció que esos vacíos serían llenados totalmente por la cooperación venezolana.

En realidad, los subsanaron parcialmente los créditos del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo. La palió también la millonaria cooperación venezolana, que tiene su corazón en el acuerdo petrolero y que va más allá, que no pasa por el presupuesto ni por ningún escrutinio público, ni agresivo ni tímido, y que le deja a Ortega disponibles unos 500 millones de dólares anuales.

AYUDA POSITIVA
Y COLABORACIÓN NEGATIVA

Prescindir de la cooperación multilateral, tanto por su monto, como por la influencia que tienen las buenas notas que otorgan los multilaterales en la economía globalizada, sería un suicidio.

Según el economista Adolfo Acevedo, a pesar de que también una mayor recaudación de impuestos ha solventado la disminución de la cooperación internacional, “Nicaragua muestra aún rezagos enormes en la formación de su capital humano y en su infraestructura básica y cualquier retiro de la cooperación nos priva de recursos para superarlos”.

Pero hay otra cara en esa moneda. Durante estos cinco años no ha dejado de observarse -y de señalarse críticamente- la flexibilidad con que el FMI, el BM y el BID ignoran las dimensiones negativas del déficit democrático del gobierno de Ortega. El prestigioso economista José Luis Medal lo recordaba, no sin indignación, tras el fraude electoral: “La gran empresa privada agrupada en el COSEP junto con el FMI y el BID han sido los mejores propagandistas del éxito económico de este gobierno…Aunque no haya sido ésa su intención, objetivamente el COSEP, el FMI y el BID han colaborado en la destrucción de la institu¬cionalidad democrática”.

¿DE LA FLEXIBILIDAD
A LA SEVERIDAD?

¿Cambiará el clima de tolerancia con el anunciado “escrutinio severo”? Estados Unidos tiene un peso decisivo en el BM y el BID. El actual presidente del Banco Mundial es Robert Zoellick, bien conocido en Nicaragua por su animadversión a Ortega, al que anatematizó públicamente en Managua en 2005, cuando era Vicesecretario de Estado de Estados Unidos.

Estados Unidos, “socio” de la Unión Europea en el directorio del FMI, también influye decisivamente en las decisiones del Fondo. Y las decisiones de estas instituciones financieras multilaterales no sólo influyen en la aprobación o recorte de préstamos. También son un parámetro para las inversiones internacionales.

Una señal en vísperas del reestreno de Ortega indicó un cierto cambio en la política de flexibilidad. Después del fraude electoral, el BID condicionó un préstamo de 45 millones de dólares de apoyo presupuestario y de libre disponibilidad, ya acordados con el gobierno, a la publicación “sin restricciones” y con plazo fijo (19 de diciembre) de las bases de datos que el gobierno empleó en la Encuesta de Nivel de Vida de 2009 y en la Encuesta Continua de Hogares de 2010, las últimas disponibles. El gobierno tuvo que cumplir y sólo por presión externa fue horadado el muro del secretismo oficial, que oculta y reserva información que debe ser del dominio público. El BID requirió esos datos para poder elaborar su estrategia para Nicaragua 2012-2017.

Los datos de las encuestas demostraron que antes de entrar a la campaña electoral sólo el 12% de la población nacional decía haber sido beneficiada por alguno de los varios programas sociales del gobierno y 7 de cada 10 nicaraguenses se ganaban la vida en el precario mercado informal, sin salario fijo y sin seguro social. Dos años después de la encuesta, y con el derroche de dádivas que el gobierno destinó para su campaña, este porcentaje pudo haberse incrementado hasta un 25%, teniendo en cuenta especialmente a los miles de beneficiados con las láminas de zinc que regala el “plan techo”. Lo que no parece haber cambiado en dos años es el alto índice de desempleo, la más importante de las asignaturas pendientes que el gobierno tiene hasta hoy. ¿Conseguirá aprobar esa asignatura con cinco años de “más de lo mismo”?

¿ENTRARÁ POR ESA PUERTA?

Muchas son las contradicciones que dentro de su granja y allende ella Ortega encontró en su reestreno.

¿Se conformarán los republicanos con la advertencia de Clinton o exigirán mayor presión sobre Nicaragua, después de criticar la “flojera” de las posiciones de Obama con los países del ALBA, amistados con Irán? Sus dos más populares pre-candidatos, Romney y Gingrich, ya incluyeron en sus debates la determinación de apretar las tuercas a los países del ALBA. ¿Será la de Clinton sólo una advertencia con timing electoral o irá escalando? ¿Hará alianzas Clinton con sus pares europeos para presionar a Ortega?

Y lo más importante: ¿Cuál será la decisión de Ortega? ¿Cuál de los dos grupos influirá más en su decisión? El sentido común y la responsabilidad con el bien común en un país tan frágil y atrasado como Nicaragua deberían hacer ver a Ortega la advertencia que llega del Norte como una puerta que se le abre para entrar por ella a “comprar” tanto la legitimidad dañada por el fraude como un “escrutinio benévolo”.

El precio sería alto: un cambio sustantivo y significativo en todo el sistema electoral, en la ley electoral y en los magistrados que la administran, recogiendo las recomendaciones de la OEA y las de la Unión Europea. Y la organización en noviembre de unas elecciones municipales justas y transparentes que, por serlo, arriesgarían algo del poder absoluto que ha conseguido el FSLN.

¿Está preparado Ortega para hacer eso? ¿Lo están los grupos en tensión en el partido de gobierno? ¿Y está preparada la oposición para aprovechar esta oportunidad y presionar con habilidad y capacidad al gobierno para forzarlo a que lo haga y a que cambie de rumbo? Las contradicciones son muchas y el año apenas comienza.

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