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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 354 | Septiembre 2011

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Nicaragua

¿Fiesta, competencia, caos?

¿Fiesta cívica, como le suelen llamar a las elecciones? ¿Competencia en situación desventajosa? ¿Escenarios de violencia? Esto sería lo más grave. Lo ha advertido el CENIDH: “El gobierno está tensando demasiado. Quiere que le dejen el camino libre en las elecciones. Y la violencia ha sido el recurso que ha usado Daniel Ortega en su forma de operar casi todo el tiempo”.

Equipo Envío

Las jornadas electorales han sido habitualmente celebradas por muchos con ese lugar común que es llamarlas “fiesta cívica”. A menos de mes y medio de los comicios del domingo 6 de noviembre casi nadie se atreve a ponerles esa etiqueta.

¿Hablamos entonces de “competencia”? En Nicaragua y en Centroamérica la competencia desigual se grafica con la imagen del duelo entre “tigre suelto y burro amarrado”. Son varios los que han empleado esa imagen para describir lo que ocurre hoy en el proceso electoral.

¿Hablaremos de caos? Ante la inminencia del día D y de los días que vengan después no faltan razones, tampoco presagios, para temer que en lugar de una fiesta cívica asistamos a una tragedia ciudadana.

UN CAMINO BIEN EMPEDRADO

El partido de gobierno ha ido preparando minuciosamente el camino hacia la reelección del Presidente Ortega. Dio con mucho tiempo de antelación dos pasos jurídicos. Una resolución de la Corte para permitirle a Ortega su candidatura, a pesar de la doble prohibición constitucional. Y un decreto presidencial para mantener en sus cargos a los magistrados electorales que le son incondicionales a Ortega, pasando por encima del Legislativo y, a pesar de la participación de estos funcionarios en el fraude electoral de 2008.

Los pasos siguientes en el camino fueron decisiones del Poder Electoral favoreciendo siempre al partido de gobierno: entrega gratuita de la cédula de identidad a empleados estatales carnetizados por el FSLN, entrega de cédulas a simpatizantes del FSLN en los municipios mientras se les negaba a adversarios. Más grave: distribución de prácticamente todos los cargos que deciden en los consejos electorales departamentales y municipales a operadores del FSLN o a sus aliados.

El camino ha sido empedrado con propaganda masiva del FSLN en las instituciones del Estado: escuelas, hospitales, ministerios, oficinas están saturados de afiches y banderas del partido de gobierno y celebran actos de campaña a favor de Ortega. El lubricante principal de esta maquinaria es la multiplicación de los programas sociales del gobierno, en este año electoral no sólo beneficiando y mejorando la vida de los simpatizantes del FSLN, sino también la de liberales e independientes: titulación de viviendas y terrenos, becas, láminas de zinc, créditos, buses y taxis a precios favorables, piñatas y ferias en barrios y comarcas, regalos que van desde colchones hasta televisores. Se les suman festivales de música y deportes para atraer a la juventud. Resultado: todas las encuestas dan como ganador a Ortega.

EL “TIGRE SUELTO”

A pesar de todo, el “tigre suelto”, que corre por este camino con la seguridad de vencer, no las tiene todas consigo. La polémica candidatura de Ortega lleva el lastre de la ilegalidad. Las autoridades electorales cargan con el de la falta de credibilidad. Y el “síndrome del 90” recuerda a los activistas del partido de gobierno que, a pesar de tantas encuestas, los resultados no favorecieron al FSLN.

Hay otro fantasma: a diferencia de lo que ocurrió aquel año, desafiando la crónica de la victoria anunciada por Ortega se mueve otra crónica: la del fraude anunciado del que la oposición advierte desde 2008 como el plan B que el gobierno prepara por si las cosas no le salen bien. Un fraude que podría estarse articulando informáticamente.

MANUAL PARA “ACOMPAÑAR”

En esta situación, Ortega debía necesariamente flexibilizar su intransigencia contra la participación de observadores internacionales en los comicios, buscando legitimidad aceptando su presencia. Lo ha hecho tardíamente y no sin contradicciones.

Hasta el 15 de agosto, tal como había anunciado, el Consejo Supremo Electoral (CSE) publicó el manual con la reglamentación para los “acompañantes” electorales, insistiendo en desterrar la palabra “observación”, vinculada a “injerencia” durante meses en todas las declaraciones y actividades del partido de gobierno.

El manual violaba la declaración de principios en temas de observación electoral suscrito por Nicaragua con Naciones Unidas y con la OEA. No reglamentaba los derechos de los “acompañantes”, sólo les establecía deberes. Negaba libertad de movilización y libertad de expresión a los “acompañantes”. Dos medidas fueron las que más escandalizaron: sería el CSE el que “establecería las rutas” por las que circularían los acompañantes y el documento final que emitieran evaluando los comicios debían “consensuarlo” con las autoridades electorales.

“¡NO LOS EXPULSAREMOS!”

Cinco días después, no fue el CSE, sino el candidato y Presidente Ortega quien inauguró la campaña electoral. Una anomalía más. Ortega habló para rectificar las durezas del manual, a la vez que ninguneaba la observación: Vendrán muchos con una actitud respetuosa y lo sabemos. Vendrán otros a provocar. Pero todos tienen las puertas abiertas de nuestro país… Aquí no estamos expulsando a nadie porque vengan a pegar cuatro gritos… Pueden gritar lo que quieran, decir lo que quieran, que vengan a calumniar, a difamar, el pueblo los juzgará, se van a quedar con las ganas de que los expulsemos, declaró exaltado el mandatario.

Fue en este acto y en este ambiente contradictorio -¿destinado a provocar confusión o a demostrar que el titular del Poder Ejecutivo lo es también del Poder Electoral?- que comenzaron a cursarse invitaciones oficiales y a firmarse acuerdos institucionales para la llegada de las misiones de observación internacional.

Ortega anunció que él mismo había invitado a la OEA llamando personalmente por teléfono a su secretario Insulza. También le aseguró al Centro Carter que podía llegar con confianza. La Unión Europea firmó un acuerdo con el CSE, aunque lo hizo especificando que, ateniéndose a los “grandes principios” sobre la materia, sus 80 observadores -llegarán hasta octubre- elegirían las rutas a visitar y redactarían un texto de evaluación propio, informando a las autoridades, pero “no en un comunicado conjunto” ni en consenso con ellas.

El CSE anunció que acreditaría también a los organismos de observación nacional que lo solicitaran, a pesar de negar reiteradamente y durante meses que lo haría. IPADE y Hagamos Democracia solicitaron ser acreditados. El CSE dio la bienvenida a los observadores del CEELA -los únicos que estuvieron en las municipales de 2008 y con su silencio avalaron el fraude- y firmó un convenio con el Consejo Nacional de Universidades -con clara influencia del partido de gobierno-, que anunció que aportará 20 mil “acompañantes” el día de las elecciones.

¿PARA LEGITIMAR MUCHO
Y OBSERVAR POCO?

Aunque muy tardía, la convocatoria a los observadores internacionales, transmite algo de confianza a la población votante, que tanto la ha reclamado al gobierno, empecinado durante todo el año en negarla.

Pero, por tardía, también crea algunas suspicacias. ¿Tendrán capacidad los observadores, en tan poco tiempo y lejanos y ajenos a la atmósfera viciada de este proceso, de captar y valorar el cúmulo de irregularidades previas? ¿Legitimarán mucho observando lo mínimo observable? ¿Servirá su breve presencia sólo para legitimar un proceso, donde hay mucho inobservable por estar ya bien “amarrado”?

¿Esta señal de flexibilidad del partido de gobierno no expresará lo “suelto” y seguro que siente ya el tigre su ineluctable victoria por lo “amarradas” que tiene ya de previo todas las piezas? Este 6 de noviembre la Energía Luminosa del Amor llenará Nicaragua, es seguro…Este 6 de noviembre cada familia nicaragüense votará en su Verdad, votará por Nicaragua, votará 2. Votaremos, ganaremos, seguiremos ganando, Dios lo debe querer, afirma con plena certeza en uno de sus mensajes la jefatura de campaña de Ortega.

ALZADOS POR LA CÉDULA

Si desde arriba, desde el partido de gobierno, el acontecimiento electoral del mes fue la flexibilidad para admitir la observación electoral, desde abajo el acontecimiento más notable ha sido la inflexibilidad tenaz de grupos de ciudadanos reclamando que el CSE les entregue su cédula de identidad.

La negativa, tardanza o negligencia en entregar cédulas a miles de personas en zonas rurales y urbanas donde tradicionalmente no gana el partido de gobierno provocó protestas organizadas en varios municipios del país: El Cuá, El Jícaro, Quilalí, Río Blanco, Ciudad Antigua, Macuelizo, Santa María, Jinotega, Chinandega, El Sauce, San José de Bocay, Ocotal, Jalapa…

En San Fernando (Nueva Segovia) y en Siuna hubo verdaderos alzamientos, con tranques en las carreteras, gente armada de machetes y piedras y una persistencia organizada.

Las cifras de los no cedulados son difíciles de calcular. Según el CSE, 67 mil cédulas están en proceso de fabricación para ser entregadas antes del 6 de noviembre.

Tal vez no exista otro país en el mundo donde el reclamo por algo tan esencial, sencillo y de uso cotidiano como es el documento de identidad se haya convertido en un importante movilizador político.

CUATRO RIVALES:
¿“BURROS AMARRADOS”?

El “tigre suelto” del FSLN tiene delante a cuatro grupos de oposición. ¿Son presas fáciles o difíciles, son “burro amarrado” los cuatro? ¿Amarrados a qué?

Por llevar como candidato presidencial a Arnoldo Alemán, el PLC está “amarrado” al pacto que hizo con Ortega hace más de diez años y que ha ido demoliendo la institucionalidad del país. Alemán sigue siendo socio de Ortega, dentro de la lógica bipartidista de ese pacto.

En el escenario electoral originalmente diseñado por el FSLN, la oposición continuaría fragmentada, pero el voto duro y cautivo del PLC le garantizaría a Alemán el segundo lugar. Así, Alemán llegaría al Parlamento como diputado y tendría en el Legislativo una cuota de diputados dispuestos a negociar con Ortega leyes y nombramientos si el FSLN no conseguía la ansiada mayoría cualificada de 56 votos.

Pero este diseño fue trastornado por la realidad. La oposición permanece dividida, pero no en partes casi iguales como en 2006. Y en todas las encuestas aparece en el segundo lugar la Alianza PLI-UNE, encabezada por el empresario radial Fabio Gadea, oscilando entre siete-doce puntos a distancia de Ortega. En tercer lugar, a bastante trecho, está Alemán.

Otros dos partidos participan en la contienda: ALN y APRE. Ambos apenas si son mencionados por los votantes en las encuestas. “No son participantes reales, sólo participan en la papeleta, son espectadores”, según el gerente general de la empresa encuestadora CID Gallup, Luis Hau.

En un panorama político tan cerrado y ante un proceso electoral tan viciado, el heterogéneo grupo que acompaña a Gadea (liberales de la primera ALN separados del PLC desde hace años, ex-combatientes y simpatizantes de la Resistencia, conservadores separados del PC por su alianza con Alemán, sandinistas del MRS, representantes de movimientos cívicos y sociales) se ha ido perfilando como la opción con mayor respaldo popular, por oponerse tanto a Ortega como a Alemán, tanto al continuismo y la reelección como al pacto bipartidista.

LA ESTRATEGIA DE GADEA

Desde que anunció su candidatura (agosto 2010) y durante las primeras semanas, Gadea y su grupo jugaron con la idea de unir a toda la oposición en torno a su candidatura. “Fabio une” decían insistentemente. Imposible: Alemán mantiene el pacto con Ortega y conserva dirigentes y bases que lo siguen ciegamente. La división del liberalismo antisandinista es una de las razones (matemáticas) de que el tigre tenga “amarrado” al burro.

Descartada esa posibilidad, la Alianza PLI-UNE ha apostado a polarizar la elección, a reducir en la mente de los votantes las cinco opciones a sólo dos: Gadea vs. Ortega. La multicolor alianza apuesta hoy a convencer al electorado de que el “voto útil” -algunos dicen “el mal menor”, otros el “voto castigo” contra Ortega- es el voto en la casilla 13 de el “viejo” Gadea y el “feo Jarquín.

En la estrategia de polarización el primer paso a dar era el de Gadea vs. Alemán. La Alianza ha conseguido restarle bases al PLC, desautorizando a Alemán como opción opositora, forzándolo a limitarse a subsistir pero sin crecer, y contribuyendo a su descrédito explicitando, más que la descarada corrupción de su período de gobierno, las nefastas consecuencias de su pacto con Ortega. Grandes logros, aunque aún no le han permitido quebrar el voto duro que conserva Alemán.

Según el jefe de campaña de Gadea, Eliseo Núñez Morales, la primera etapa fue convencer, recuperar y estructurar a las bases liberales -que han votado siempre contra Ortega y mayoritariamente por el PLC- en territorios del “corredor de la Contra”, en los municipios que van desde Quilalí en Nueva Segovia hasta El Almendro en Río San Juan. Gadea empezó visitando esos municipios, en donde hubo guerra y se concentra el voto duro antisandinista. Después se ha desplazado a zonas más grises del centro, del Occidente y del Pacífico. Esta estrategia ha tenido resultados: Gadea ha desplazado al PLC al tercer lugar en intención de votos, afectando así los “resultados esperados” de Ortega en su proyecto reeleccionista.

MATAGALPA CODICIADA

En los días siguientes al 20 de agosto, fecha de apertura oficial de la campaña, Alemán y Gadea quisieron contrastar su fuerza en Matagalpa. La Alianza PLI solicitó manifestarse en Sébaco el domingo 28 de agosto. El CSE se lo prohibió y Gadea reaccionó con firmeza: ¡Con o sin permiso, Sébaco va!, una consigna que evocaba aquel “Nandaime va!” de julio de 1988. Tal vez esta determinación, que retaba a Ortega, y aquel recuerdo influyó en que unas 75 mil personas se reunieran para apoyar a la Alianza PLI. Pero, a diferencia de la represión desatada por el gobierno del FSLN en Nandaime, en Sébaco no hubo esto. La “paz y amor” de la propaganda del FSLN es necesaria para legitimar a Ortega.

Unos días antes Alemán había convocado a su gente en Matiguás. Llenó un espacio más sencillo de colmar y Matiguás es un reducto de su voto duro. Siendo el departamento de Matagalpa la segunda plaza electoral del país en número de votantes -unos 200 mil-, el partido de gobierno decidió también manifestarse allí, a pesar de que la campaña de Ortega dijo que estos meses no harían manifestaciones masivas. Urgido por participar en el pulso matagalpino, el FSLN improvisó una manifestación en la capital del departamento el 10 de septiembre.

A pesar de que en la celebración del 19 de Julio Ortega dijo que no anunciaría programa de gobierno, porque sería “el que tenemos en práctica hoy”, hizo recuento en Matagalpa de cómo incrementará los programas sociales que hoy ejecuta y anunció algunas novedades. El programa de gobierno presentado por la Alianza PLI-UNE y el presentado por el PLC parecen haberlo obligado a presentar algo que llamara la atención.

¿QUÉ “AMARRA” A GADEA?

Además de las irregularidades consumadas y por consumar, ¿qué “amarra” también al grupo de Gadea? Que su estrategia es muy rural y que la persona del candidato es percibida como muy conservadora por sectores urbanos, por sectores juveniles y por grupos de mujeres organizadas.

La franqueza a rajatabla, no buscando manejarse con lo “políticamente correcto”, con la que Gadea ha hablado en varias ocasiones de la diversidad sexual y del aborto terapéutico y su religiosidad tan tradicional, le han valido caracterizarlo como misógino, homofóbico y clasista. Dirigentes del PLC -con conocidas expresiones homofóbicas- repiten estos adjetivos. También lo difunden mensajes oficialistas, a pesar de la homofobia y la misoginia que destilan a diario las noticias la Nueva Radio Ya, la emisora del partido de gobierno más escuchada.

MANAGUA ES EL DESAFÍO

El desafío de Gadea es Managua, uno de los 25 municipios del país en los que el organismo cívico Ética y Transparencia ha identificado un número importante de juntas que ubica en lo que ha llamado “la ruta del fraude” analizando lo ocurrido en 2008.

Según las encuestas de CID-Gallup, la intención de voto por la Alianza PLI-UNE tiene resultados muy cercanos a los de Ortega en buena parte del país, mientras que en Managua baja sensiblemente y Ortega llega alcanza casi el 60% en algunos sondeos. En Managua alcanzamos niveles de aprobación tan altos como nunca antes en nuestra historia electoral, le ha dicho la jefa de campaña del FSLN a sus activistas, insistiéndoles también en que no podemos darnos el lujo de bajar una sola décima.

En 2006, Ortega consiguió en Managua el 36% de los votos, porcentaje inferior al 38% con el que ganó. Aquel año, la ALN (partido entonces de Montealegre) y el MRS, aunque competían separados, obtuvieron entre ambos el 44.5%. Ambos grupos políticos están ahora con Gadea, pero el panorama en Managua ha cambiado sustancialmente.

La explicación está en el derroche de recursos que el partido de gobierno ha invertido en Managua, en donde la mayoría de la población es pobre y vive en asentamientos pobres, padeciendo miles de carencias. Managua ha sido privilegiada por los programas sociales del gobierno. Las láminas de zinc para techar viviendas precarias, los puestos de ENABAS vendiendo arroz y frijoles a precios subsidiados, el subsidio del transporte urbano sólo en Managua, las brigadas médicas que son más factibles en Managua, la “operación milagro” para problemas oculares que funciona en Managua…han dado su resultado: han cambiado sustancialmente el panorama electoral de la capital.

Los votantes de Managua, más urbanos, más informados, y sólo vinculados por hilos de nostalgia a los cuentos de Pancho Madrigal que escribe Fabio Gadea decidirán la elección. ¿Lograrán “el viejo” y “el feo” seducir a quienes representan casi la tercera parte del electorado nacional y así polarizar verdaderamente las elecciones? Es una de las preguntas electorales más significativas de las varias que están sobre la mesa en esta competencia desigual.

GRANERA: OTRA PIEDRA

Otra de las preguntas tiene que ver con la violencia, con el caos que podría generarse el día de las votaciones por las tensiones acumuladas en un proceso tan lleno de irregularidades.

El re-nombramiento hecho por Ortega de la primera comisionada de la Policía Nacional Aminta Granera, violentando las leyes de sucesión en la institución policial, no deja de tener relación con los presagios peligrosos que flotan en el ambiente pre-electoral.

Granera tiene un prestigio nacional e internacional ganado a pulso y merecido. Pero Granera ha dirigido a la Policía cuando, tras el fraude de 2008, actuó siempre pasivamente ante la agresión de los simpatizantes del FSLN contra la oposición que protestaba. En todas las protestas de aquellos meses, y en las que siguieron, Granera ha justificado esa actuación indolente y partidarizada. No mover ficha en la Policía, y mantener a Granera en el cargo por lo que pueda pasar en noviembre es una piedra crucial en el camino que ha empedrado Daniel Ortega para conseguir ésta y “más victorias”.

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