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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 39 | Septiembre 1984

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Centroamérica

La negociación de Contadora: expectativas y realidades

La "crisis centroamericana" que intenta resolver pacíficamente Contadora está determinada principalmente por el uso que Estados Unidos hace del territorio hondureño como base de ataques de la contrarrevolución, mientras que el problema salvadoreño entra sólo oblicuamente en Contadora.

Equipo Envío

En las semanas previas a la reunión de Vicecanciller centroamericanos en el marco de Contadora (25-28 de agosto), los medios de comunicación reforzaron la impresión de que era inminente la firma de un Tratado de Paz, fruto de los esfuerzos de 20 meses del grupo de Contadora. El tratado -suscitador de tantas expectativas- era el "Acta de Contadora para la Paz y la Cooperación en Centroamérica". Algunos pensaban incluso que este Acta, firmaba, podría ser solemnemente entregada en la 39 Asamblea General de la ONU. Un gran irrealismo alimentaba estas expectativas. Trataremos de mostrar sintéticamente qué factores han contribuido a derrumbarlas, a la vez que a ubicar en estos momentos al negociación de Contadora en un marco de necesario realismo.

El realismo indica que "la crisis centroamericana" - que intenta resolver pacíficamente Contadora - está determinada principalmente por el uso que los Estados Unidos hacen del territorio hondureño como base de ataques de una fuerza contrarrevolucionaria que ellos financian, entrenan y dirigen encubiertamente. El problema salvadoreño entra sólo oblicuamente en Contadora, en cuanto que el gobierno norteamericano intenta justificar su derecho a apoyar a la contrarrevolución nicaragüense acusando al gobierno de Nicaragua de apoyar a la revolución salvadoreña con el tráfico de armas. Pero esta acusación nunca ha sido creíblemente probada. Y así queda patente el problema de fondo en esta crisis : la intolerancia de la política norteamericana frente al fenómeno revolucionario nicaragüense. Desde este realismo se comprende por que el gobierno no de Nicaragua ha apoyado continuamente a Contadora y por qué el grupo de Contadora ha tratado de buscar tanto apoyo internacional y ha intentado completar su gestión con negociaciones bilaterales entre los dos verdaderos contrincantes de la región: Nicaragua y Estados Unidos. Es claro, entonces, que un artículo sobre las expectativas y realidades de contadora tiene que centrarse en el punto de vista del gobierno nicaragüense, cuyo empeño es demostrar que la existencia de la revolución no sumerge a la región centroamericana en el conflicto Este- Oeste, como se empeña en probar la Administración Reagan.

Se esperaba la Firma del "Acta" y se revelaron las diferencias

El "Acta de Contadora para la paz y la Cooperación en Centroamérica" es un proyecto de tratado elaborado por los Cancilleres de los 4 países del grupo de Contadora (México, Venezuela, Colombia y Panamá). Fue entregado en julio de 1984 a los 5 gobiernos centroamericanos par su estudio.

Antes de elaborar este "Acta" se había llegado a acuerdo sobre otros dos documentos: el " Documento de Objetivos" con 21 puntos (septiembre/83) y el llamado "Normas para la Ejecución Inmediata del Documento de Objetivos" (diciembre/83). Entre estos dos textos, Nicaragua fue el único país centroamericano que ofreció propuestas concretas para la aplicación del "Documento de Objetivos" (15 octubre/83).

Los primeros meses de 1984 mostraron con claridad el desfase que se estaba produciendo entre los esfuerzos diplomáticos de Contadora y las realidades militares en la región. Mientras la negociación de Contadora parecía avanzar con cierta eficacia, la realidad mostrada que no se reducía la actividad militar contra Nicaragua. Más bien, ésta se incrementaba. los ataques con armamento cada vez más sofisticado (lanchas rápidas, continuas incursiones aéreas, minado de los puertos) se complementaron en marzo y abril con la mayor y más organizadas ofensivas de la contrarrevolución desde sus bases en Honduras y con una creciente utilización del territorio de Costa Rica para actividades de este tipo. La profundización de la estrategia agresiva de los Estados Unidos contra Nicaragua - sólo encubierta por un apoyo retórico a Contadora - socavaba así cualquier negociación.

Ciertamente, muchas otras negociaciones internacionales se han prolongado durante años a la par que se mantenía la hostilidad armada entre los negociadores. Es el caso de Contadora es distinto. Se trata de cuatro gobiernos que no protagonizan el conflicto que negocian y que tiene un peso diplomático, al actuar en nombre de los intereses latinoamericanos frente a los Estados Unidos, que apenas están ensayando. La diferencia más crucial es que uno de los principales protagonistas del conflicto, los Estados Unidos permanece ausente de la mesa de negociaciones.

A pesar de tan enormes obstáculos, las comisiones de trabajo alcanzaron consensos en algunos puntos y se acercaron al consenso en otros. Todos estos resultados - aunque no abarcaran la totalidad de los 21 puntos del "Documento de Objetividad" - fueron enviados a los Cancilleres de Contadora para que elaboraran el proyecto de tratado, que había de ser, por estas limitaciones, necesariamente parcial.

A juzgar por los serios desacuerdos surgidos en la reunión de Vicecancilleres de agosto en Panamá, puede deducirse que los Cancilleres de Contadora quisieron ir bastante más allá de los resultados alcanzados en las comisiones de trabajo. Y en ese intento se reveló, quizá con más claridad que nunca, cuáles son las verdaderas diferencias entre los protagonistas de esta difícil negociación.

Objetivos contradictorios de una negociación en Centroamérica

Contadora ha funcionado como un filtro para los diferentes y a veces contrapuestos objetivos con los que se busca solucionar el conflicto centroamericano. Con su mediación, Contadora ha buscado fundamentalmente crear condiciones para el respeto al a diversidad ideológica que presentan en la actualidad los gobiernos centroamericanos. Frente a esto, el gobierno norteamericano ha buscado, por todos los medios posibles, hacer reversible el proceso revolucionario de Nicaragua. La mayoría de los diplomáticos centroamericanos consultados informalmente afirma que lo que únicamente parece interesar a la Administración Reagan es, si tras la negociación de Contadora, Centroamérica volverá o no a quedar globalmente bajo control de la hegemonía norteamericana.

Esta profunda contraposición en los objetivos se ha ido reflejando en las etapas por las que ha atravesado la negociación de Contadora. En determinados momentos de la negociación, la posición nicaragüense - que reivindica respeto para la reconstrucción revolucionaria de su país dentro del no-alineamiento - ha sido apoyada por Contadora, que al hacerlo se acoge a los principios universalmente admitidos de autodeterminación y no-intervención en los asuntos internos de cada país. En otros momentos, sobre los países de Contadora los Estados Unidos han ejercido enormes presiones destinadas a que aparezca la sombra injerencistas de Contadora y el énfasis negociador se ponga en la aceptación -jurídicamente vinculante -de un solo modelo de democracia política en el área. Y en que esta aceptación sea la condición para la paz regional. Desde esta óptica, serían los Estados Unidos , por ser Centroamérica su tradicional zona de influencia, quienes definirían lo que es políticamente permisible en el "patio trasero".

La contraposición de objetivos tiene también impacto sobre las formas de negociación que se han ido adoptando en Contadora. Se ha pasado de un laborioso empeño de lograr acuerdos por consenso a una peligrosa cercanía al método de adoptar acuerdos por mayoría, procedimiento que en la actual correlación de fuerzas sólo perjudica a Nicaragua. El método del consenso implica respeto a la heterogeneidad ideológica de los gobiernos que negocian. El método de la mayoría implica el intento de uniformar las diferencias ideológicas por el simple desbalance cuantitativo.

Finalmente, los mismos contenidos sobre los que era la negociación manifiestan una notable divergencia, según se aplique a ellos uno u otro de los objetivos contrapuestos. Cuando en el momento coyuntural tiene mayor peso al influencia norteamericana, Contadora pone énfasis en la necesidad de llegar a acuerdos sobre puntos en los que está en juego la soberanía de los Estados y que tradicionalmente no suelen ser objeto de pactos internacionales. Fundamentalmente, se trata de acuerdos sobre las condiciones políticas internas en cada país. Cuando la influencia norteamericana atraviesa momentos críticos - cuando la invasión a Granada o cuando el minado de los puertos nicaragüense y la consiguiente resolución de la Corte de la Haya -, Contadora pone su énfasis en temas de la seguridad del área o de la cooperación económica y social.

A pesar de tales dificultades, la gestión de Contadora, que ha recibido tanto apoyo internacional, ha contribuido hasta ahora a frenar la intervención masiva directa de los Estados Unidos en región y la generalización de la guerra entre los distintos países. Este es un gran logro. Pero es evidente que la ausencia de Estados Unidos de esta negociación y la decisiva influencia que los intereses norteamericanos tienen sobre cuatro de los cinco países centroamericanos, es un elemento continuamente produce lentitud e incertidumbre en la negociación.

Una negociación global o Una negociación de los problemas más candentes

Es claro que en enero de 1983 la iniciativa de los países de Contadora de ofrecer un foro de mediación para negociar los problemas para negociar los problemas centroamericanos significó un dique inicial a las intenciones intervencionistas de la Administración norteamericana en Nicaragua o en El Salvador.

En abril de 1983, cuando los Estados Unidos intentaron contrarrestar esta iniciativa apelando a la jurisdicción de la OEA - más controlada por los EE.UU. -, una rápida conjunción de esfuerzos logró desmontar la maniobra norteamericana. Y así, la reunión de la OEA duró apenas tres horas y los países de Contadora salieron de allí alentados a jugar su importante papel mediador.

Para septiembre de 1983 la negociación había avanzado tanto que se formuló el "Documento de Objetivos", alrededor del cual se logró el acuerdo de los cinco países centroamericanos. Entre los 21 puntos de este documento y en el apartado político se abordaba el tema de los procesos de democratización interna en cada uno de los países y el de la reconciliación de las fuerzas en conflicto, Es evidente que tales puntos, aceptados en principio y en su formulación genérica por todos los países centroamericanos, estaban recibiendo por parte de cada uno de ellos distintas interpretaciones. El gobierno salvadoreño, por ejemplo, asumía que cumpliría estos acuerdos al celebrar elecciones en las que los grupos revolucionarios podían presentar candidatos si antes deponían las armas. Para el gobierno nicaragüense, la democratización iba cumplirse al poner en marcha el proceso electoral, y la reconciliación tendría en los decretos de amnistía un cauce concreto de implementación. De estas divergencias interpretativas era consciente Contadora, pero en este momento prevaleció una opción de realismo: reconocer las contradicciones - que se corresponden con las diversas realidades políticas - y, por tanto, no forzar prematuramente una mayor concreción de los principios acordados.

En octubre de 1983, cuando aún no existía reglamentos que hicieron operativo el "Documento de Objetivos", Nicaragua intentó mostrar su voluntad política de resolver la crisis centroamericana elaborando cuatro textos concretos: 2 proyectos de Tratados bilaterales de Paz y Cooperación (con Estados Unidos y con Honduras), un proyecto de Acuerdo bilateral con los Estados Unidos para contribuir a la solución del conflicto salvadoreño y un proyecto de Tratado de Paz, Seguridad y Cooperación entre los cinco países centroamericanos. Estos cuatro proyectos hacían énfasis en el tema de la seguridad del área. Fueron entregados al Departamento de Estado de los Estados Unidos y a los países de Contadora. Inmediatamente, portavoces del gobierno norteamericano los declararon "insuficientes" y rechazaron que fuera el Departamento de Estado el lugar adecuado para conocer tales proyectos. Reacción claramente contradictoria, pues el gobierno norteamericano, omnipresente en la región centroamericana por más de un siglo, pretendía de repente mantenerse jurídicamente ausente de cualquier negociación en el área.

Pero la iniciativa Nicaragua tuvo efectos positivos en Contadora. Movió al grupo mediador a señalar el 1 de diciembre de 1983 como fecha tope para que todos los gobiernos centroamericanos intentaran concretar en propuestas el "Documento de Objetivos". El plazo se cumplió y Nicaragua siguió siendo el único país que había presentado propuestas. A las cuatro elaboradas en octubre añadió otros tres documentos que pretendían salir al paso a la calificación de "insuficientes" que les había aplicado el gobierno de Estados Unidos. Se trataba de un proyecto de compromiso sobre asuntos militares, de un proyecto de declaración política y de un acuerdo para promover el desarrollo económico- social en Centroamérica.

Contadora vivía uno de sus momentos más críticos. Estaba marcado por la invasión de Granada, por un incremento cualitativo en la agresión contra Nicaragua y por la urgencia sentida por los Cancilleres de que el proceso de negociación avanzara antes de que hechos consumados lo hicieran hundirse en el fracaso. Al calor de estos hechos se produjo un cambio de procedimientos que tendría considerables trascendencia.

Los cancilleres de Contadora convocaron a una reunión conjunta con los cancilleres centroamericanos para el 14-15 de diciembre. Honduras planteó la imposibilidad de asistir. Ante esta situación, Contadora tenía dos alternativas. Una, prolongar el plazo para que todos los gobiernos centroamericanos presentaran proyectos alternativos a los ya entregados por Nicaragua y, de no hacerlo, solicitarles que tomaran las propuestas nicaragüenses como documento, de trabajo para ser complementado o sustancialmente modificado. Si hubiera decidido esto, Contadora se hubiera mantenido en la ruta de una ardua pero eficaz búsqueda de consensos. Se prefirió, sin embargo, la otra alternativa. Se mantuvo la convocatoria de reunión - para el 20-21 de diciembre -, pero reduciéndola a una reunión de solos los Cancilleres de Contadora. En este encuentro elaboraron las "Normas para la Ejecución inmediata del Documento de Objetivos", siguiendo para ello una antigua proporción hondureña que sugería que las comisiones técnicas de trabajo continuaran elaborando propuestas.

Al optar por esta alternativa, Contadora se aportaba de la búsqueda de propuestas que expresaran los óptimos de negociación de cada gobierno para tratar de conciliarlos concesiones mutuas y se embarcaba en el camino de la decisión por la mayoría y no por consenso. En el fondo, esta vía hacia perder a Nicaragua el camino que había adelantado con sus proyectos de tratados y acuerdos. En diciembre prevaleció la voluntad política de solucionar la crisis centroamericana retrasada enfrentar el problema de fondo, para así forzar al gobierno nicaragüense a aceptar los planteamientos de una negociación global o, de no hacerlo, que apareciera Nicaragua como el país que obstruye las negociaciones.

Entre enero y abril se mostró como nunca el desfase entre el avance de las negociaciones y la profundización de la agresión contra Nicaragua. Con todo, se consiguió llegar, trabajosamente, en las comisiones de trabajo a formular algunos consensos o cuasi-consensos . En lo relativo a la seguridad, los gobiernos centroamericanos acordaron prohibir el tráfico de armas y el uso del propio territorio con fines de subvertir a otros gobiernos de la región, la supresión de bases o instalaciones militares extranjeras y la salida de los asesores militares foráneos. En el Capítulo de la cooperación económico-social, los gobiernos centroamericanos acordaron negociar la cooperación extranjera sin que hubiera trato discriminatorio con ningún países en base a la ideología de sus gobiernos. Y se proponía el reforzamiento de los organismos regionales creados alrededor del Mercado Común Centroamericano.

Desde el punto de vista del gobierno nicaragüense, estos acuerdos, unidos a la aceptación ya acordada de un mecanismos de vigilancia y control supranacional para las cuestiones de seguridad, garantizaban la resolución, de momento , de los problemas más candente. Para Nicaragua esto era más que suficiente. En los círculos negociadores del gobierno nicaragüense la expectativa era, pues, que los Cancilleres de Contadora redactaran, como primer paso, un documento contractual en el que se recogieran estos consensos de las comisiones de trabajo, se formularan los cuasi-consensos hasta que alcanzaran concreciones aceptables y se presentaran estos primeros resultados a la consideración y eventual firma de los Cancilleres centroamericanos.

Pero esta expectativa fue fallida. Entre mayo y junio los Cancilleres de Contadora elaboraron el "Acta para la Paz y la Cooperación en Centroamérica". Y cuando el Acta fue entregada a los gobiernos centroamericanos, el de Nicaragua se encontró con que en vez de la fórmula de conseguir inmediatamente resultados parciales y consensuales en los aspectos más candentes se había optado por la fórmula de una negociación global. Desde la perspectiva nicaragüense dos puntos eran, sobre todo, problemáticos. Uno, la reducción de armamentos y de efectivos militares. Otro, la propuesta de acuerdos vinculantes en cuestiones políticas internas. Al optar por la fórmula de una negociación global, el Acta se encaminaba peligrosamente a profundizar las diferencias entre mayoría y minoría y mantener o incrementar la confrontación armada.

Todo indica que en la coyuntura los Cancilleres de Contadora han optado por la negociación global, rindiéndose a la evidencia de que cualquier propuesta de solución que no recoja suficientemente los intereses del gobierno norteamericano resultaría políticamente inviable. EN los ambientes cercanos a Contadora no se deja de reconocer que un tratado internacional que incluya acuerdos sobre formas de gobierno nacional no tiene precedentes en el derecho internacional y que esto implica cesión de la soberanía de los países. A pesar de ello, han optado por este rumbo.

Las tesis nicaragüenses es que la imposición de determinados tipos de procesos de democratización por acuerdos contractuales va directamente contra el derecho internacional. Si los gobiernos son esencialmente transitorios -dice también Nicaragua- no pueden pasar por encima de la soberanía de sus pueblos. Lo más lejos que Nicaragua llegó en este terreno fue proponer en diciembre de 1983 un Declaración Conjunta en la que cada gobierno centroamericano proclamaría los compromisos contraidos ante su pueblo en el terreno de la democratización de su régimen. Nicaragua se comprometía, así, a la democratización pero no a que otros países le impusieran la forma de esa democracia.

En lo relativo a la reducción de armamentos y a la disminución de los efectivos armados (ejército y milicias), Nicaragua estaría dispuesta a ello, siempre que previamente se establecieran en la región centroamericana las condiciones de seguridad a las que se hacía referencia en los consensos ya alcanzados en este aspecto. No siendo así, el gobierno nicaragüense considera que no puede exponer a la intervención armada de otros gobiernos el actual proyecto de nueva sociedad que responde a las aspiraciones mayoritarias del pueblo. El armamento defensivo se hace indispensable para que Nicaragua garantice ese proyecto, pues es el principal elemento disuasivo para cualquier amenaza interventora.

Estas profundas diferencias en enfoques sustanciales son las que han conducido a Contadora al "impasse" de fin de agosto. Como era de esperar, tanto el Departamento de Estado como algunos portavoces de gobiernos centroamericanos, han culpado a Nicaragua de este impasse por su intransigencia. Sin embargo, no es ésta la evaluación que ha prevalecido. Predomina un mayor realismo. Los cancilleres de Panamá, México y Colombia declararon que la reunión contribuyó a dejar claras las diferencias entre los centroamericanos, a la vez que a reafirmar su confianza en la gestión de Contadora. Igualmente se expresó el canciller costarricense. Es en Costa Rica en donde se han escuchado opiniones más radicales, pues se atribuye al mismo presidente Monge la opinión de que Contadora ya está "agotada" y que sería necesario trasladar pronto la negociación al foro continental de la OEA. El gobierno de Costa Rica sigue siendo así la vitrina más clara en donde pueden verse las presiones contradictorias y los enfoques alternativos del problema, el choque entre la visión norteamericana y la centroamericana y latinoamericana.

La negociación bilateral entre Estados Unidos y Nicaragua

Es en este conflictivo marco en donde se insertan las negociaciones bilaterales entre los gobiernos de Washington y Managua. Propiciada por el Presidente mexicano Miguel de la Madrid, en su visita al Presidente Reagan en mayo, esta iniciativa se materializó con la venida del Secretario de Estado George Shultz a Nicaragua el 1 de junio. Tras este primer encuentro, se ha celebrado ya cinco más, uno en Atlanta y los demás en Manzanillo. México, sin llegar a tener categoría de observadores o mediador, no sólo presta su territorio para las pláticas, sino que su canciller es el que instanla los encuentros, se mantiene cercano al lugar en donde se celebran y recibe informes de ambas partes. Actuando así, claramente su papel de propiciador informal de las conversaciones.

En fuentes nicaragüenses se da importancia a estas negociaciones. Después de haberse alcanzado acuerdos en cuestiones de procedimiento, se habría avanzado ya en propuestas de temas de agenda. Será en la discusión de estos temas en donde se establecerá el verdadero test. Sólo si se avanza en la discusión de los contenidos realmente problemáticos, se demostraría que las pláticas son algo más que un recurso de propaganda electorera para el presidente Reagan. A que esto se produzca realmente podrían cooperar eficazmente los gobiernos de Contadora. En esta coyuntura, de "impasse", presionar inteligentemente sobre estas conversaciones, cuyos resultados son los factores que más pueden influir en el avance de Contadora, es una responsabilidad de los cuatro países comprometidos en esta iniciativa diplomática.

Las conversaciones bilaterales han sentado, por fin, a la mesa de negociaciones a Estados Unidos, "omnipresente" en Centroamérica y "ausente" de Contadora. Es en esa mesa en donde con verdad política y realismo debe verse que la posible instalación de las supuestas bases soviéticas en Nicaragua no es el problema real sino únicamente un eje de la retórica de la Administración Reagan. Es en esa mesa donde también se debe ver que la ayuda militar y financiera que Estados Unidos concede a la contrarrevolución es vital para que éstas actué, mientras que el supuesto tráfico de armas desde Nicaragua a los revolucionarios salvadoreños - si es que existe - es irrelevante para que continúe la guerra en El Salvador.

En la mesa de estas pláticas bilaterales enfrentan desnudamente las verdaderas contradicciones entre el proyecto de cambio revolucionario al que tiene derecho Nicaragua como nación soberana y la pretensión de hegemonía en el área a la que Estados Unidos ha estado acostumbrado por décadas. Esta negociación bilateral es un test y en ella el caso salvadoreño también lo es: sí Estados Unidos considerara realmente crucial para la consolidación del gobierno de El Salvador el cese de todo apoyo de Nicaragua a los revolucionarios salvadoreños, poca razón habría para no trocar ese cese de apoyo a la contrarrevolución nicaragüense , apoyo que el gobierno de Reagan sí considera crucial. A un trueque de esta naturaleza Nicaragua se ha comprometido ya en sus propuestas.

Estas conversaciones bilaterales tienen el potencial de demostrar si lo que Estados Unidos pretende realmente en Nicaragua es conseguir hoy, con la presión militar, lo que no logró en 1979 con la presión político-diplomática: impedir la transformación estructural de un país centroamericano. (Sin estas transformaciones estructurales no parecen posibles las soluciones a largo plazo de las crisis internas de los países centroamericanos. A corto plazo, alguna forma creativa de "finlandización" de Nicaragua no contradiría, de ninguna manera, los intereses razonables de Estados Unidos, como contradijo los intereses de la URSS la ubicación de Finlandia en el marco europeo de la post-guerra. La URSS aceptó en Finlandia,, en su misma frontera, un régimen político de corte occidental con economía de mercado. A cambio, Finlandia se comprometió a mantener una absoluta neutralidad entre la URSS y Estados Unidos).

Por primera vez desde que se inicio el hostigamiento contrarrevolucionario, los principales interlocutores del drama centroamericano están dialogando. Con ello, lo negociación de Contadora adquiere un marco más real.

Más presiones en el futuro cercano

Mientras Contadora intenta salir de su "impasse" y Estados Unidos y Nicaragua dialogan, el juego de las presiones sigue su curso. Es claro que Contadora no alcanzará resultados eficaces sino sólo por el procedimiento del consenso. Es claro que este consenso se puede conseguir libremente o por presiones. En el futuro cercano, varios acontecimientos pueden modificar seriamente la intensidad y la dirección de las presiones.

Por parte de Contadora, estará en juego el deseo de conseguir resultados y mantener la coherencia de las abiertas políticas exteriores tradicionales de estos cuatro países. Mucho se especula, en este sentido, sobre una mayor docilidad de la política exterior mexicana ante los Estados Unidos. En favor de esta hipótesis estaría el giro que en las mismas negociaciones de Contadora ha significado el apoyo de México al "Acta", así como, en otro terreno, la firmeza con que el gobierno mexicano ha comenzado a poner en práctica el traslado de los refugiados guatemaltecos desde Chiapas a Campeche. En contra de esta hipótesis no puede olvidarse que México propició y logró las negociaciones bilaterales de Nicaragua con Estados Unidos, que ha reiterado su enfoque del conflicto salvadoreño tal como lo había fijado en la declaración conjunta con Francia de 1981 y que mantiene un apoyo crucial a Nicaragua, con el suministro de petróleo. Respecto al papel de Venezuela, la larga conversación del Dr. Sergio Ramírez con el Presidente Lusinchi - 4 horas en julio - puede haber supuesto una mayor comprensión en el gobierno venezolano de las posiciones nicaragüense. Por parte de Panamá, el presidente electo se ha comprometido ya a mantener viva la presencia de su gobierno en Contadora.

Otro factor a tener en cuenta es la Conferencia de Cancilleres de la Comunidad Económica Europea con los Cancilleres de Centroamérica, programada para finales de septiembre e inicios de octubre en San José de Costa Rica, ubicada en el marco de la inauguración de la 39 Asamblea General de la ONU (18 de septiembre). La organización de esta Conferencia fue delegada por los gobiernos centroamericanos al Presidente Monge, pero en el viaje de éste por Europa el plan original sufrió una serie de modificaciones, pues se invitó también a los gobiernos de España y Portugal y a los Cancilleres de Contadora. Teniendo en cuenta la postura del Primer Ministro Soares, siempre reticente frente a Nicaragua, y cierta evolución en la evolución en la posición de Felipe González, expresada en la audiencia concedida a Edén Pastora, y considerando el carácter de negociación global en el que se ha situado al actual redacción del Acta de Contadora, no sería extraño que en esta Conferencia se quisieran desviar los iniciales objetivos de cooperación económica entre la CEE y el Mercomún C.A. al tratamiento de asuntos políticos centroamericanos como la democratización interna, condicionando a ellos cualquier posible ayuda económica. Hay que tener en cuenta que la dirección de la CEE ha pasado recientemente de manos del socialista francés Cheysson a las de liberal alemán Genscher, aliado gubernamental de la Democracia Cristiana. Y que el canciller italiano Andreotti - democratacristiano - visitó recientemente en Los Angeles al Presidente Reagan siendo verosímil pensar que intentara tranquilizarlo sobre sus temores de que Nicaragua fuera a recibir apoyos económicos sin hacer a cambio concesiones políticas.

Los gobiernos centroamericanos se encuentran en una encrucijada. El que Guatemala -habitualmente desconfiada de los elementos "injerencistas" que percibía en Contadora haya aceptado el "Acta" en su totalidad es señal de un suave viraje hacia la visión norteamericana del conflicto. El precedente de posibles acuerdos bilaterales entre Nicaragua y Costa Rica, aceptando ambos países una Comisión Mixta encargada de resolver diferendos en el contexto de la crisis regional, no ha sido seguido por Honduras, aun cuando el General Alvarez ya desapareció de la escena. Sin embargo, el cambio en la dirección de las Fuerzas Armadas hondureñas ha llevado a un discurso más moderado en acciones implementadas por el gobierno para despojar de abastecimiento a los grupos contrarrevolucionarios en campos de entrenamiento en el norte del país y de casas de seguridad y de comando en Tegucigalpa. En El Salvador, el gobierno de Duarte, pasado ya sus 100 primeros días, no parece haber logrado controlar totalmente las violaciones de los derechos humanos ni haber contenido la capacidad operativa de la guerrilla. La situación salvadoreña es clave en la evolución del conflicto regional y no presenta aún una consolidación apreciable.

Por otra parte, la acusación que el gobierno de El Salvador ha hecho en la Corte Internacional de La Haya denunciando a Nicaragua por su tráfico de armas al FMLN, puede influir en la sentencia final que la corte pronuncie sobre el caso del minado de los puertos nicaragüenses, ya que en su alegato Nicaragua insistió en que sólo Estados Unidos - y no el propio gobierno afectado, el salvadoreño - le acusaba de este tráfico, que estaría justificando el minado como "defensa propia", arrogándose los Estados Unidos la representación salvadoreña. Ahora, con la acusación hecha por Duarte , es difícil que una sentencia final negativa para los Estados Unidos, se produzca -como se esperaba- antes de las elecciones, con la importancia que podría haber tenido este hecho en los comicios norteamericanos.

Finalmente, el elemento clave en el cuadro de Contadora es la situación política y militar en Nicaragua. En lo militar, a pesar de las continuas agresiones, el gobierno nicaragüense no se siente ni derrotado ni desmoralizado ni con ninguna razón para capitular ante los que le presionan. En lo político¡, a pesar del tremendo desgaste económico y en vidas que causa la guerra de agresión, el proceso electoral mantiene su vitalidad. La abstención de un sector de la oposición -el concentrado en la Coordinadora Democrática Nicaragüense - no ha logrado arrastrar a otros partidos participantes, entres los que el Partido Liberal Independiente, el Partido Conservador Demócrata y el Partido Popular Socialcristiano, se expresan claramente como alternativas opositoras creíbles de centro-derecha y centro-izquierda.

Hasta el momento, las acciones armadas contrarrevolucionarias
-en fase de incremento en estos días- no han tenido la capacidad de frenar el proceso electoral, ni siquiera en una etapa tan clave como fue la de las inscripciones ciudadanas. Una Nicaragua celebrando elecciones libres, observadas internacionalmente, sería la mejor inyección de vitalidad para el proceso negociador de Contadora, en un momento en el que aún estará en plena actividad la Asamblea General de la ONU.

Sobre todo este panorama conflictivo, pero con brechas alentadoras, pesa sombríamente la probable reelección de Reagan y con ella, el inicio de un plazo más amplio para que desencadene toda la prepotencia e irracionalidad en la que se condensan sus metas políticas, reflejadas en la recién aprobada Plataforma de Gobierno Republicana.

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