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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 341 | Agosto 2010

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México

200 años de Independencia, 100 años de Revolución

Los de arriba promueven una celebración ruidosa, demagógica, manipuladora, vacía del contenido del México profundo, apelando a fechas, héroes de bronce y reconstrucciones pétreas que hagan olvidar las rebeliones populares que acompañaron la Independencia y la Revolución. Los de abajo persisten en una conmemoración sigilosa, llena de contenidos y de pequeñas acciones, que rescatan la memoria y apuestan a los cambios que México necesita.

Jorge Alonso

Por su profundo conservadurismo, el gobierno mexicano se muestra incapaz de encarar ni la Independencia ni la Revolución que marcaron la historia mexicana. Cuestionado por su origen antidemocrático, este gobierno, en lugar de modificar un modelo económico agotado, ha intentado profundizar las empobrecedoras políticas neoliberales. Entre sus planes fundamentales ha estado la privatización de sectores estratégicos: energía, minerales, agua, salud, ciencia y tecnología. Ha tratado de revertir las conquistas sociales de la Revolución conculcando derechos de obreros, campesinos e indígenas. Ha sido un gobierno que ha violado persistentemente elementales derechos humanos. Su fallida guerra contra el narcotráfico ha incrementando la violencia prácticamente en todo el territorio nacional, que se ahoga en una inseguridad ensangrentada.

Sometido a los poderes fácticos, económicos y mediáticos, este gobierno está infiltrado por el crimen organizado y en él campea la corrupción y la ineficiencia. La pobreza ha ido en aumento y los recursos públicos se han dilapidado y la desigualdad se ha vuelto intolerable. Mientras el obispo Raúl Vera afirma que el Presidente Calderón está llevando al país a un Estado fallido, y tal como lo hizo el dictador Porfirio Díaz, Calderón ataca a quienes no se le quieren someter y hace grandes gastos suntuarios para celebrar el Centenario y el Bicentenario.

CÁRDENAS:
“NADA QUE CELEBRAR”

Al gobierno panista le incomoda un pasado que apela a una tradición revolucionaria: los movimientos por la Independencia y por la Revolución fueron alzamientos populares contra órdenes conservadoras, como las que hoy desgobiernan el país.

En un principio Cuauhtémoc Cárdenas había aceptado la coordinación de los eventos del Bicentenario, pero pronto se dio cuenta de que no podría trabajar coherentemente con un gobierno panista tan antipopular. Y renunció. Cárdenas declaró que en 2010 los mexicanos no tenemos nada que celebrar, pues México pasa por una de las peores crisis de su historia. En lugar de más trabajo, mayores ingresos y mejores condiciones sociales y económicas en las familias hay menos oportunidades, falta de crecimiento económico y deterioro de las condiciones sociales. “No veo que tengamos que celebrar el desempleo, menos salarios y mesas más vacías”, dijo.

¿QUÉ QUEDA DE TODO AQUELLO?

Hay 50 millones de mexicanos que no cuentan con ingresos suficientes para satisfacer sus necesidades indispensables. De éstos, unos 20 millones no tienen capacidad de adquirir la canasta de alimentos básicos. Cárdenas se lamentó de que un país con recursos y potencial humano sea hoy un país estancado. Recordó que de la Independencia deberíamos defender que la soberanía de la nación reside en el pueblo y que todos somos libres e iguales. Dijo también que habría que recordar que en 1810 Hidalgo convocó a echar abajo el mal gobierno y que miles de mexicanos desencadenaron la primera gran revolución de su historia. Evocó a Morelos, quien sostenía que la buena ley tendría que moderar la opulencia y la indigencia.

En 1906 Ricardo Flores Magón planteaba la abolición de la pena de muerte, la laicidad y obligatoriedad de la enseñanza, la jornada de trabajo de ocho horas, el salario mínimo, la reglamentación del trabajo doméstico, la obligación de proporcionar vivienda a los trabajadores, la obligación de entregar la tierra a quienes la solicitaran para trabajarla, la extensión máxima de la propiedad rural, el establecimiento de lazos de unión con los países latinoamericanos… Como fruto del movimiento revolucionario de 1910 nació la Constitución de 1917. Aquella primera Constitución social delineaba la restitución de las tierras a las comunidades despojadas de ellas, reconoció el derecho de los trabajadores y prohibió los monopolios, salvo los que reconoció como instrumentos del Estado en beneficio colectivo. Cárdenas recordó todo esto e hizo ver que, tanto la Independencia como la Revolución, habían recogido otras luchas libertarias del pueblo mexicano provocando grandes transformaciones en México. Esos movimientos no tuvieron un desarrollo lineal.

La situación actual de México es sumamente precaria y resulta evidente que México necesita cambios profundos en sus condiciones sociales y económicas, pues muchas de las aspiraciones de nuestros grandes movimientos revolucionarios han quedado en aspiraciones no cumplidas.

Cárdenas criticó el entreguismo político, el desmantelamiento de sectores productivos clave -la agricultura y la empresa mediana y pequeña, las mayores generadoras de empleo-, la privatización y la extranjerización de servicios básicos como la banca. Y exhortó a los mexicanos a transformar el presente de degradación y desesperanza con el cumplimiento de los ideales de la Independencia y la Revolución.

¿CÓMO CELEBRAR
AQUELLA REBELDÍA?

El historiador Lorenzo Meyer ha reflexionado que, a dos siglos del inicio de la lucha por la Independencia y a un siglo del inicio de la lucha por destruir una dictadura oligárquica, constatamos que ambos acontecimientos no fructificaron como se esperaba, pues no lograron encauzar a México por la ruta de un desarrollo material y social sólido y justo.

Critica que el gobierno panista pretenda celebrar de manera espectacular dos dramáticos eventos de rebeldía popular cuando lo que corresponde es iniciar una gran reflexión sobre las causas que han llevado a que finalmente la energía colectiva de esos dos momentos históricos no hayan cumplido con las expectativas de quienes los iniciaron ni con sus promesas de largo plazo. Dado el carácter conservador y antipopular del régimen panista esa reflexión no podrá venir del sector oficial, sino de fuera.

Porfirio Muñoz Ledo ha señalado que la Independencia y la Revolución pusieron fin a largos períodos históricos que desembocaron en el derrocamiento de sistemas políticos. Lo que ahora padece México es la lenta agonía de la decadencia y la impotencia gubernamental para revertir la desintegración nacional. Quienes realmente están haciendo una celebración viva de esos dos acontecimientos son los obreros y sectores populares que resisten a la opresión gubernamental y transnacional.

DICEN DESDE ARRIBA

Desde arriba y en las cercanías del régimen se ha levantado la voz de un comunicador que ha medrado de los últimos gobiernos -tanto priístas como panistas- y la de un ex-secretario de relaciones exteriores de Fox, haciendo propuestas para lo que llaman “el futuro de México”.

Su tesis principal es que los mexicanos deberían romper con el pasado, pues se encuentran inmovilizados por el peso de su historia. Argumentan que la historia acumulada obstruye el futuro. Plantean abandonar “el nacionalismo energético” y la defensa de la propiedad de los campesinos y comuneros y proponen construir una sociedad de clase media. Aconsejan acabar con empresas públicas monopólicas -a la cabeza, Petróleos Mexicanos- y privatizarlas. Sostienen que México no está en riesgo de rebeliones, sino que goza de una clara estabilidad. Se pronuncian por concentrar los esfuerzos militares y policíacos en sellar el sur del país, y recomiendan que México deje sus sentimientos latinoamericanos y se aboque a su realidad, que lo coloca de lleno en América del Norte.

DICEN QUE URGE OTRO CAMINO

También desde arriba, pero alternativas al régimen, se han escuchado otras dos voces, las de los economistas Carlos Cordera y Carlos Tello. Han propuesto una reflexión sobre la nueva disputa de la nación. Sostienen que la política económica asumida desde 1982 no ha dato los frutos prometidos y se deben buscar otros caminos. Opinan que la historia es un instrumento fundamental de análisis y de construcción de futuro. Critican la privatización de las empresas públicas, la reducción del gasto público y la reprivatización bancaria, la corrosión del mercado de trabajo y el masivo desempleo juvenil. Muchos jóvenes han emigrado y envían remesas al país, pero su monto, aunque importante, no alcanza para compensar esta fuga de capital humano.

Proponen una reforma social del Estado. La pobreza y la desigualdad abonan las reivindicaciones sociales
sin mediaciones del Estado, lo que consideran puede llevar a una crisis y a una dislocación mayor en las relaciones sociales básicas. Plantean que la creciente insatisfacción social elemental se ha convertido en una tormenta política y provoca una movilización social multiforme. Proponen volver a lo social. Exhortan a nacionalizar la globalización y a ser heterodoxos frente al fundamentalismo del mercado único. Si eso no se hace está en riesgo la convivencia social.

DICEN DESDE ABAJO
Y DESDE LA IZQUIERDA

Todas estas reflexiones ponen lo central en el Estado y en su comportamiento y proponen ajustes para evitar la rebelión desde abajo. No pocas agrupaciones que se ubican abajo y a la izquierda han estado reflexionando de otra forma. Afirman que, tanto en la Independencia como en la Revolución, hubo importantes movimientos de explotados y oprimidos, pero que finalmente quienes los aprovecharon fueron las élites. En el caso de la Revolución, se instauró una nueva dominación con corporativismo y asistencialismo hacia un abajo dominado.

Algunos piensan que el verdadero festejo sería realizar otra revolución. Hay algunos grupos que se han planteado que la llegada del 2010 debería poner en la discusión colectiva las posibilidades de emprender una lucha insurreccional, en lugar de caer en la trampa de los mitos del Bicentenario. Recuerdan que las huelgas de Cananea y Río Blanco, a inicios del siglo 20, fueron episodios golpeados por la dictadura porfirista y que en el México de inicios del siglo 21 también ha habido una férrea represión a movimientos como los de Atenco, Oaxaca, los mineros de Cananea y los obreros electricistas.

Estos grupos ven la crisis capitalista como una buena oportunidad para una insurrección. Plantean que la lucha debe ser clasista, de organización consciente y con una perspectiva mundial. Son pequeños estos grupos, que insisten en que hay que derrocar al Estado y hacerse del poder político con un partido revolucionario para construir “otro mundo”. Mantienen vivos así los dogmas de la izquierda. Pero más allá de sus verbalizaciones, no hay indicios de que tengan posibilidades de impulsar y comandar esa insurrección.

DICEN LOS DE
“LA INSURRECCIÓN EN CURSO”

También hay una gran cantidad de grupos que se han planteado una meta anticapitalista y antiestatista de largo aliento, sin jerarquías, sin jefes ni partidos, no determinada por los calendarios de los de arriba. Son esas expresiones populares de muy diversa índole las que se han identificado en la llamada Otra Campaña.

Son conscientes de que se van educando, en, por y para la resistencia. Circulan entre ellos las experiencias de los diversos y aprenden de ellas. Son respetuosos del conocimiento de los pueblos que estaban antes de la colonización española y que han mantenido un espíritu libertario. Han estado trabajando para configurar una identidad anticapitalista, impulsando proyectos autónomos. Entre ellos se observa un gran espíritu solidario y van recogiendo las propuestas de todos para sistematizarlas y traducirlas en línea de acción, a lo que Gustavo Esteva ha llamado “la insurrección en curso”.

No es la insurrección que viene, sino la que ya se encuentra en muchos puntos del país. No se anuncia con bombo y platillos. No consiste en marchas, plantones, manifiestos, ni en levantamientos armados. Se encuentra donde la gente impulsa con dignidad y coraje sus propias formas de vida desafiando el estado de cosas, el sistema dominante, el régimen económico y político que tiene al país postrado en una situación catastrófica. Es una rebelión de descontentos, pero también de saberes e imaginaciones que se expresan de maneras insólitas y soterradas.

EN ESTE INSTANTE DE PELIGRO

Estos novedosos agrupamientos que van convergiendo enfrentan el Bicentenario y el Centenario siguiendo los consejos de Walter Benjamin: adueñándose de su recuerdo relampagueante en un instante de peligro, con la idea de que los muertos de abajo no estarán a salvo del enemigo capitalista si éste sigue imponiéndose. Saben que la Independencia no pudo haberse dado sólo por la voluntad de unos criollos, si no se hubieran levantado por todo el país miles de indígenas que peleaban por el respeto de sus territorios y de sus formas de ser y decidir.

La Revolución mexicana tampoco fue un movimiento homogéneo ni unitario. Adolfo Gilly la ha definido como una revolución campesina, agraria y democrática-radical, con diversas fuerzas en su composición y con cambiantes alianzas. Gilly ha recalcado que fue una lucha radical de masas, armas en mano, contra la explotación, la humillación y el desprecio, que tuvo en su interior una dinámica anticapitalista. Su espíritu popular todavía inspira muchos movimientos. Entre ellos, el zapatismo, que se levantó contra el despojo de los bienes comunes.

CÓMO CELEBRAN
EN MEZCALA

Un ejemplo de cómo los agrupamientos de la Otra Campaña zapatista viven hoy en día su posición ante el Bicentenario lo podemos encontrar en la comunidad indígena de Mezcala, situada a las orillas del lago de Chapala. Los comuneros tienen una muy firme identidad histórica y la viven como herencia y como inspiración de su lucha actual.

Indígenas de Mezcala participaron con Hidalgo en la lucha por la independencia. Cuando en 1811 Hidalgo fue derrotado por las fuerzas virreinales en la batalla de Puente Calderón, muchos de estos grupos indígenas se dispersaron. Las fuerzas virreinales optaron por sofocar todo rescoldo de rebeldía y lo fueron consiguiendo, pero al llegar a Mezcala -situada entre un gran cerro y la laguna- los indígenas, con sólo sus hondas, derrotaron a un contingente bien armado. Para evitar que las tropas virreinales asentadas en la población más importante de la región tomaran represalias, fueron sobre ellas y también las derrotaron. Después decidieron atrincherarse en la isla que se encuentra frente a su poblado.

ASÍ RECUERDAN LOS INDÍGENAS
SU INDEPENDENCIA

El ejército virreinal consideró que eso le facilitaba las cosas. Mandó traer barcos de la costa del Pacífico y los rearmó frente a la isla de Mezcala. Mientras, los indígenas rodearon con estacas que no sobresalían del agua su isla. Al llegar las embarcaciones se atoraron y quedaron a tiro de piedra. La habilidad del manejo de las hondas dio de nuevo un gran triunfo a los indígenas.

De 1812 a 1816 los insurgentes de Mezcala resistieron el sitio, rompieron varias veces el cerco y atacaron fortificaciones virreinales en la ribera de la laguna. De 25 importantes enfrentamientos sólo sufrieron una pérdida considerable de combatientes en uno. Todos los demás los ganaron.

Los indígenas lograron apropiarse de muchas armas y de cañones que utilizaron. También lograron capturar una de las embarcaciones virreinales de mayor tamaño. Los realistas, al ver que no podían vencer a los indios, les ofrecieron un armisticio.

Después de mucha reflexión, los insurgentes lo aceptaron porque estaban diezmados por la peste y porque los términos implicaban una gran victoria para ellos, pues les devolvían sus tierras, les entregaban semillas, bueyes y alimentos y el ejército virreinal se comprometía a no cobrar impuestos civiles ni religiosos. Nombraron al dirigente indígena José Santana como responsable de la región y de la isla.

Los comuneros de Mezcala celebran anualmente esta lucha, destacando que no fueron vencidos, y que la actual defensa de su territorio es continuación de la lucha de sus antepasados. Y no celebran el 16 de septiembre, como en el resto de México, sino el 25 de noviembre, fecha en que recuperaron su territorio y se respetó su autonomía.

VICTORIOSOS
TRAS CUATRO AÑOS DE SITIO

Un elemento sumamente importante de esta lucha es que resistieron y vencieron estando sitiados durante largos cuatro años.

La historia está llena de relatos de heroicas resistencias de pueblos sitiados que lucharon con dignidad, pero la mayoría fueron derrotados. En la dominación romana, Numancia es memorable porque después de trece meses de estar sitiada prefirió la muerte a la derrota. En el sitio de Constantinopla se rompió toda una época. En España habría que recordar el sitio de Gerona en 1808 por las tropas napoleónicas, derrotada un año después. En el siglo 20 muchas ciudades españolas sufrieron terribles sitios en la guerra civil de los años 30, Zaragoza entre ellas, pero también sucumbieron.

A finales del siglo 20 fuimos testigos del sangriento asedio a Sarajevo. Son pocos los que han salido victoriosos de prolongados sitios, como sucedió en la Segunda Guerra Mundial con Leningrado. La isla de Mezcala resume la resistencia a un largo sitio y enseña que sus defensores salieron victoriosos.

“SE QUERÍAN LLEVAR LA ISLA”

Otra manera original de los comuneros de Mezcala de conmemorar el Bicentenario fue la decisión de que los niños del pueblo realizaran talleres, para que con sus palabras y dibujos hicieran un libro que narrara a otros niños la historia de la defensa de la isla en la época de la Independencia.

Los niños titularon su colorido libro, de 92 páginas, con dibujos y textos, “Mezcala, se querían llevar la isla”. En el libro no sólo dan cuenta de la vida cotidiana del pueblo, sino de la fuerza que le da a sus pobladores sentirse herederos de los defensores de la isla.

Algunas de sus frases ilustradas son: “Los insurgentes llegaron a la isla de Mezcala a luchar contra los españoles porque los españoles decían que la isla era de ellos, pero los insurgentes no permitían que les dijeran esas cosas. Entonces los insurgentes lucharon contra los españoles”. “Los españoles lucharon contra los insurgentes, lucharon porque querían la isla de Mezcala, la querían para derrotar a los insurgentes. Los insurgentes eran de aquí, y la isla era… es de nosotros”. “En el pueblo las mujeres les hacían comida y preparaban bombas y les llevaban”. “Los españoles querían apoderarse de la isla, pero no pudieron”. “Al final los españoles se dieron por vencidos y les dejaron la isla a los indígenas. Y así los indígenas pudieron vivir felices y sembrar sus cosechas para que comieran con libertad”. “Acabó la lucha y ganaron los indígenas y alegres por haber salvado la isla”.

DE ABUELOS A NIETOS

La historiadora Elisa Cárdenas destacó que los niños narraban los hechos en primera persona del plural: “Nosotros defendimos la isla”, porque no hay separación con los antepasados, hay una continuidad histórica de una generación a otra.

Este libro da cuenta de que la historia oral no sólo reside en los ancianos, también puede ser muy vívida entre los niños. El Presidente del comisariado de bienes comunales de Mezcala recalcó que el libro no sólo mostraba el pensamiento de los niños sino el de los jóvenes, el de padres y abuelos, “porque todos hemos crecido con esa herencia y responsabilidad”.
Y en la presentación que hacen del libro los comuneros escribieron: “Queremos decir a todos los niños, niñas, hombres y mujeres, que lean este trabajo, que emprenderán un diálogo con nuestra historia y nuestros antepasados, encontrarán una de las más bellas luchas indígenas de nuestro país, soñarán con el corazón de nuestro pueblo: la isla de Mezcala. Invitamos, pues, a que escuchen el pensamiento de la niñez de nuestra comunidad, que ahora, doscientos años después, recuerdan orgullosamente a nuestros insurgentes, aquellos hombres que nos dieron libertad y nos enseñaron a vivir dignamente”.

DONDE LOS MUERTOS VIVEN

Una joven comunera de Mezcala insiste en que cuando hoy se defiende la tierra comunal y la isla sus muertos vuelven a la vida. El arma para defender su tierra es su propia historia. La isla es el corazón de la comunidad, pues en ella pulsa la sangre de rebeldía de su pueblo. Cuando se pregunta a los viejos comuneros dónde está el cierre de los linderos del territorio de la comunidad, dicen que “a medias aguas”, “atrasito de la isla”, porque ésta es parte de sus tierras, como lo establecía ya el título primordial del siglo 16 y como les reconocen los documentos agrarios de los años 70 del siglo 20.

EN DEFENSA DE LA HISTORIA
Y EL TERRITORIO

Los comuneros de Mezcala están haciendo otras acciones en defensa de su historia y en contra de las imposiciones del gobierno. Se oponen a las reconstrucciones que el gobierno ha estado haciendo en la isla en el marco de la celebración del Bicentenario. Han denunciado que los organizadores de los festejos gubernamentales del bicentenario han intentado ignorar al gobierno tradicional, la asamblea general de comuneros.

La comunidad indígena ha realizado varias declaratorias públicas. Han defendido que cualquier trabajo dentro de la comunidad, que se relacione con el territorio, tiene que estar autorizado directamente por su asamblea. Conociendo muy bien su isla y su historia, han denunciado que los externos que llegaron a remodelar viejas construcciones de la isla no respetaron las piedras de los edificios y reconstruyeron los pisos sin haber rescatado los restos arqueológicos que ahí se encontraban. Cuestionaron por qué no se tomaban en cuenta las condiciones técnicas, históricas, ambientales, arqueológicas y de protección al patrimonio. Se quejaron de que los remodeladores intrusos hubieran destruido las defensas o trincheras de los insurgentes, y los acusaron de no trabajar en los recintos de los insurgentes, como la barda sub-acuática, y las trincheras, priorizando las cárceles, edificios posteriores a la resistencia de los insurgentes.

Hicieron saber públicamente que estaban en desacuerdo con que se convirtiera en una gran explanada el espacio donde existían restos monumentales que formaban parte de la construcción y el sentido histórico para el que fueron creados, en particular las defensas que utilizaron sus antepasados para resguardarse de los ataques de los invasores españoles. Se opusieron al intento de convertir a la isla en un espacio turístico. Le recordaron al gobierno que no podía acabar con un pueblo que desde hacía cientos de años había estado defendiendo con su vida su territorio y su comunidad. Se opusieron a las pretensiones de las autoridades federales y estatales de instalar una caseta de cobro para visitar la isla, considerándolo una privatización del espacio comunal y una mercantilización de su historia.

Consideraron también que las obras de reconstrucción realizadas con el aval del Instituto Nacional de Antropología e Historia habían violado su territorio y habían sido realizadas con errores técnicos, históricos y arqueológicos. Con esta lucha han desenmascarado la ignorancia y mala fe de los remodeladores y han frenado las acciones que el gobierno tenía planeadas para las fiestas del Bicentenario en la isla.

El nuevo Presidente Municipal de la región ha aceptado que en adelante nada se hará sin el consentimiento
de la comunidad. Y los comuneros han anunciado una serie de obras, realizadas por ellos con autonomía, con los recursos y fuerzas del pueblo, sin ligarlas ni a partidos políticos ni a intereses particulares, para beneficio de su pueblo y cuidado de su territorio e historia.

UNA SITUACIÓN
COMO HACE 200 AÑOS

Como el dictador Díaz, el gobierno panista intenta aprovechar los festejos del Centenario para apuntalar un régimen carcomido. Pero el descontento de los de abajo va aumentando. Las élites pugnan por afianzar su dominación, sin lograr ponerse de acuerdo, imperando los que mantienen el caduco proyecto neoliberal. Hay sectores que aspiran a soluciones, pero se encuentran atados solamente a lo que se pueda hacer desde el Estado. El Bicentenario y el Centenario aluden a levantamientos de los de abajo en contra de las malas condiciones de vida y de los malos gobiernos.

La situación actual de agravamiento de la pobreza, la gran inseguridad, los despojos y la insultante desigualdad social es similar, y aún peor que la que desencadenaron los movimientos por la Independencia y por la Revolución. Sin olvidar que en la historia no operan los predeterminismos mecánicos, esa drámatica situación está ahí. Y clama por un cambio drástico.

El gobierno y los poderes fácticos quisieran apelar a la celebración de fechas, héroes de bronce y reconstrucciones pétreas que hagan olvidar los procesos populares. Quieren romper con el verdadero significado de nuestra historia y de nuestros lazos latinoamericanos. Pretenden despojar al pueblo del potencial de una historia que se pudiera hacer pujante protesta actual.

ARRIBA Y ABAJO:
DOS CELEBRACIONES

Uno de los grandes agravios de los de arriba contra los de abajo es intentar perpetrar un despojo de mayores proporciones: el despojo del significado de su historia, de toda su carga simbólica, de su dinamismo y flujo identificante y reactualizante.

No obstante, prosigue desde abajo la defensa de una historia que es memoria actual activa y esto entorpece los planes de las mistificaciones sin interpelaciones. Arriba hay una celebración ruidosa, demagógica, manipuladora, vacía del contenido del México profundo, que intenta hacer de las fiestas patrias una pieza más del statu quo. Abajo persiste la conmemoración sigilosa de los movimientos sociales, llena de contenidos de acción en función de la transformación y la emancipación.

Arriba se quiere imponer lo heterónomo y fetichizar mercantilmente el Bicentenario y el Centenario. Abajo, en rescate de la memoria actuante, se van produciendo los cambios en el silencio de lo autónomo, de lo cotidiano.

INVESTIGADOR DE CIESAS OCCIDENTE. CORRESPONSAL DE ENVÍO EN MÉXICO.

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