Envío Digital
 
Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 34 | Abril 1984

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Nicaragua

Nuevos interrogantes regionales, nueva ofensiva militar, nuevo empuje a Contadora

El puerto de Corinto fue incendiado por los contrarrevolucionarios. La "guerra de los puertos", táctica usada este mes por Estados Unidos en su guerra contra Nicaragua, apunta a desgastar la médula misma de la actividad económica.

Equipo Envío

Nicaragua vivió el último mes una coyuntura fundamentalmente militar. La nueva ofensiva externa, la mayor hasta ahora, prevaleció, en el balance mensual, sobre los esfuerzos internos institucionalizadores. La "guerra de los puertos", táctica predominante en esta ofensiva, apunta a la médula misma de la actividad económica buscando su acelerado desgaste y su correspondiente costo en la base social del proceso. Esta táctica también indica un mayor involucramiento de la Administración norteamericana -ante los límites de la acción contrarrevolucionaria- señalando, además, una cierta "fragilidad defensiva" de Nicaragua ante este avance cualitativo de la guerra de desgaste que soporta.

Esta situación, sumada a las nuevas maniobras militares norteamericanas en la región, impulsó a Nicaragua a una campaña diplomática que buscó dinamizar la gestión de Contadora y renovar el apoyo internacional sin renunciar al derecho, en tanto que país soberano, de pedir a pueblos y gobiernos del mundo los recursos técnicos y militares necesarios para afrontar la agresión.

"Las elecciones son parte de la defensa de la revolución", afirmó la Asamblea Sandinista en un comunicado del 25 de marzo. En efecto, la continuidad del proceso electoral -junto a la campaña internacional y la defensa popular- se convirtió en una respuesta más a las agresiones. Las nuevas instituciones (Asamblea Nacional y Consejo Nacional de Partidos Políticos) que comenzaron a funcionar, así como la constitución del Consejo Supremo Electoral el 4 de abril, convertido en cuanto poder de la República por la recientemente aprobada Ley Electoral, fueron avances importantes. En el 2do. artículo de este envío se analiza en detalle la Ley Electoral. A pesar de la seriedad de este proceso, algunas fuerzas opositoras continuaron amenazando al Gobierno con el fantasma de la abstención.

Las maniobras militares norteamericanas "Alerta-Emergencia" -realizadas en los días de las elecciones salvadoreñas-, "Granadero I" -comenzadas el 1 de abril- y "Ocean Venture"-previstas para fines de mes -ratifican la línea estratégica, guerrerista de la Administración Reagan, que a corto plazo juega una serie de cartas buscando más créditos con menos costos. Las elecciones salvadoreñas se inscriben en este marco, que no deja de contextuar tampoco el sorpresivo recambio de Alvarez Martínez y sus generales de confianza a la cabeza de las fuerzas armadas hondureñas. Dos hechos que pueden influir en Nicaragua y que crean nuevas interrogantes e hipótesis regionales.

La nueva ofensiva militar

A partir de la tercera semana de febrero se comenzó a intensificar una nueva ofensiva militar de los grupos anti-sandinistas que, reorganizados luego de la derrota de diciembre-enero, comenzaron a penetrar al país. En diferentes oportunidades altos jefes militares sandinistas anunciaron esta creciente infiltración contrarrevolucionaria, así como la nueva organización regional de las fuerzas de tarea. Según la prensa nicaragüense, entre el 5 de marzo y el 5 de abril más de 45 nicaragüenses fueron muertos, 25 heridos y 15 secuestrados por las distintas fuerzas atacantes, que si bien lograron en algunas regiones penetrar bastante hacia el interior del país sufrieron (de acuerdo a informes oficiales) no menos de 160 bajas. Las principales zonas de acción fueron cinco: la nor-occidental; la franja norte de Nueva Segovia y Madriz; la franja norte de Matagalpa y Jinotega; Zelaya norte y distintos puntos de la frontera sur.

La anunciada unidad orgánica de FDN y ARDE no se produjo. Por el contrario, hacia fines de febrero aparecieron en diarios costarricenses comunicados de ambas organizaciones con planteamientos un tanto diferenciados. La FDN, llamando a recambiar radicalmente, a corto plazo, al gobierno sandinista. Y ARDE, más cautelosa, intentando no cerrar las posibilidades -al menos retóricas- de participar en la vida política. Las dos coincidieron explícitamente en reivindicar a la Coordinadora Democrática "Ramiro Sacasa" y su comunicado de diciembre de 1983. Esta, por su parte, en la voz de varios de sus componentes, sigue planteando el diálogo nacional con los "alzados en armas" sin condenar las acciones miltiares de éstos. La coincidencia objetiva en las acciones militares de ARDE y FDN se verificó una vez más en esta nueva ofensiva. Por su parte también fue única la respuesta del gobierno nicaragüense, el cual comenzó a abrir juicios a los principales cabecillas contrarrevolucionarios ausentes, que puede significar el pedido de extradición de los mismos y les cierra cualquier posibilidad de diálogo o de participación "civil". Luego de esta respuesta, no es improbable que los esfuerzos unificadores de ARDE y FDN vuelvan a intensificarse.

La "guerra de los puertos"

Como parte de esta ofensiva militar sobresalió una forma operativa que sin ser nueva, ocupó un lugar importante en el último mes en esta guerra de desgaste. El ataque por distintas medios combinados -lanchas rápidas "piraña", helicópteros y aviones, minas acuáticas- a los principales puertos del país. Si bien en la ofensiva de septiembre-octubre se habían producido hechos similares, tenían entonces un objetivo principalmente propagandístico y de preparación de la intervención. La campaña militar actual, tanto por la sistematización de los atentados, los objetivos elegidos y los medios técnicos utilizados es un salto de calidad en la guerra cada vez más abierta que se libra contra el país.

A partir del 24 de febrero y hasta la fecha, varias embarcaciones de distintas banderas -panameñas, japonesa, holandesa, soviética y liberiana- y numerosas nicaragüenses -especialmente pesqueras- fueron averiadas por minas acuáticas -aparentemente de "sonido", es decir que estallan por las ondas acuáticas que produce la embarcación al acercarse-. También se han producido, por ejemplo el 29 de marzo en Corinto ataques combinados. En ese caso actuaron conjuntamente cinco "pirañas" y un avión. Las lanchas "pirañas" -por su escasa autonomía de marcha- deben operar desde un "buque madre". Según anuncios oficiales, desde hace varios meses, un buque norteamericano se encuentra permanentemente a unas 40 millas de las costas nicaragüenses, sumado a otros que circulan continuamente por las aguas pacíficas y atlánticas.

El 29 de marzo, el Ministerio de Defensa informó que los artefactos explosivos utilizados "son minas de alta sofistificación de fabricación industrial, salidas de arsenales del ejército de los Estados Unidos" y que están "siendo colocados por especialistas de la CIA mediante la utilización de moderna técnica naval de superficie y submarina". Si bien las organizaciones antisandinistas asumieron la responsabilidad de los minados, es imposible pensar que organizaciones irregulares puedan producir material tan sofisticado. Este mismo argumento fue esbozado por diarios norteamericanos. El New York Times del 23 de marzo en un editorial titulado "El bloqueo hecho a mano" "criticó el papel de Estados Unidos y de la CIA en el minado de puertos nicaragüenses" (Barricada 24-3-84). Días después, otros medios informativos norteamericanos ratificaron esta denuncia, ofreciendo contundentes elementos de prueba.

La impunidad de estas operaciones refleja, en cierta forma, los límites reales de Nicaragua para responder. En Corinto, por ejemplo han sido utilizados barcos pesqueros y redes de alta mar para "barrer" de minas los canales de acceso. El pedido internacional del gobierno nicaragüense (13-3) de recursos técnicos para enfrentar esta situación y los viajes de varios de sus dirigentes a distintos países -Libia, Irán, URSS, Alemania Democrática, etc.- encuentran en esta fragilidad defensiva su causa última. El ofrecimiento de Francia de participar con otros países en el desmine del puerto de Corinto adquiere una significación incuestionable, no sólo por el valor político-diplomático de tal decisión, sino también porque esto reduciría las consecuencias negativas de la guerra de los puertos para la vida económica de Nicaragua.

¿BLOQUEO MILITAR Y ASFIXIA ECONOMICA?

Entre el 80 y el 90% de todos los productos que entraron y salieron del país en 1983 pasaron por los puertos (Datos de ENAP-Empresa Nacional de Puertos). Cifras que van aumentando con los meses por el estrangulamiento del transporte terrestre producido por la situación militar en las fronteras. Los 600 barcos que aproximadamente pasan cada año por Nicaragua no sólo dejan 18 millones de dólares -divisas- en el país por impuestos portuarios sino que traen productos de importancia decisiva para la salud, alimentación y actividad productiva del país y sacan los productos de exportación, que por el carácter eminentemente agroexportador de Nicaragua reportan la mayor parte de las divisas.

Los puertos hasta ahora más sistemáticamente atacados -Puerto Corinto y Puerto Sandino- son los más importantes-. 1.749.019 toneladas métricas de productos -sobre un total de 1.810.048- pasaron por esos dos puertos en 1983. El movimiento de los representa entonces el 93% del total de actividad de todos los puertos. Puerto Sandino adquiere también una gran importancia porque por allí entra buena parte del petróleo que utiliza Nicaragua, -629,612 toneladas métricas- líquidas en 1983-.

La importancia de la actividad portuaria especialmente en estos meses en que los productos cosechados entre noviembre y marzo salen al extranjero, explica lo estratégico de esta nueva táctica que buscaría, a largo plazo y en caso de multiplicarse, aumentar el desgaste de la economía nicaragüense con las consecuencias correspondientes en la población: desabastecimiento de muchos productos indispensables que hoy llegan comprados o donados del exterior.

El salto cualitativo de la operatividad militar se refleja en la combinación, ya generalizada, de métodos terrestres, marítimos y aéreos en la guerra de desgaste que sufre Nicaragua. Métodos, que en una estrategia cada vez más integral, buscan "minar" internamente el país, no sólo debilitándolo económicamente sino también empalideciendo las mejoras y avances sociales, provocando la escasez de medicamentos, materiales de construcción, materiales educativos, etc.-.

El impulso a Contadora: objetivo principal de la diplomacia revolucionaria

Ante el incremento de la agresividad militar -"contra" y maniobras militares regionales- el gobierno nicaragüense intensificó sus esfuerzos, a distintos niveles, para contrarrestar los ataques. A la consolidación militar del pueblo -incluyendo la incorporación de más jóvenes al Servicio Militar Patriótico, como se viene haciendo desde enero de 1984- se sumó este mes una ofensiva diplomática de significativa repercusión. Además, los avances del proceso electoral, cumpliendo el calendario establecido, también pueden contabilizarse como respuestas políticas a la agresión.

El 13 de marzo, el Coordinador de la JGRN se dirigió a la opinión pública nacional e internacional, explicando una vez más la grave situación que vive la región, rápidamente deteriorada por el nuevo incremento del "terrorismo de estado desencadenado por el Gobierno de Estados Unidos en contra del pueblo y Gobierno de Nicaragua". En ese mensaje, además de demandar recursos militares para defensa, el Cte. Ortega solicitó a los gobiernos e instituciones internacionales -ONU, NOAL, Contadora- que pidieran a Estados Unidos cuatro puntos: 1) el retiro de tropas y medios de guerra de la región; 2) la suspensión de agresiones contra Nicaragua; 3) la búsqueda de soluciones políticas para la crisis salvadoreña y 4) la búsqueda de soluciones a los problemas planteados por Nicaragua. Días después, un nuevo comunicado de la JGRN reiteraba en lo esencial los puntos mencionados adjuntando que "la guerra civil de la hermana nación salvadoreña ha estado desafortunadamente ausente en la agenda del proceso de paz de Contadora, debilitando las posibilidades de esta iniciativa de incidir en el conjunto de la crisis regional". El problema salvadoreño, una vez más, era puesto por Nicaragua en la mesa del debate internacional.

Entre ambos comunicados del Gobierno nicaragüense, el Cte. Ortega viajó el 20 de marzo a México, donde se entrevistó con el presidente De la Madrid. Aunque no confirmado oficialmente, es muy posible que el Cte. Ortega halla llevado a ese encuentro propuestas concretas que permitieran dinamizar la gestión de Contadora, eligiendo a México, nuevamente, como el interlocutor más eficiente. La tensión regional, agravada por la intensificación de los planes guerreristas norteamericanos, desbordaba los esfuerzos de Contadora al diálogo y solución pacífica. Días después el Vicecanciller Víctor Tinoco declaraba: "La demanda de Nicaragua de que Contadora tome iniciativas más concretas en su gestión no significa una pérdida de confianza en su misión", sino que la situación de Centroamérica hace que se pierda "la perspectiva de una solución". La situación de Centroamérica hace que se pierda: "la perspectiva de una solución". Tinoco no negó que "haya un cierto desfasamiento" por la diferencia entre el momento en que Contadora comenzó su gestión y el actual. Diferencia marcada por un cambio geopolítico, que es la creciente militarización de Honduras en este último año. Señaló además que Contadora tiene una falla: "no haberse dirigido a uno de los actores fundamentales de la crisis, Estados Unidos... quien es el gran presente en la práctica y el no presente en las negociaciones..."

A su regreso de México, el Cte. Ortega subrayó "la necesidad de que Contadora haga esfuerzos extraordinarios a fin que se pueda contener la escalada agresiva de Estados Unidos y crear las condiciones apropiadas para continuar el proceso de diálogo y negociación en América Central". Con conceptos similares, el Doctor Sergio Ramírez, miembro también del Gobierno nicaragüense, había solicitado en España que este país coopere con más fuerza con el grupo de Contadora para contener la escalada terrorista del gobierno norteamericano. Paralelamente Nicaragua envió cartas a los primeros líderes europeos y latinoamericanos en la línea señalada anteriormente.

En menos de diez días Nicaragua había desarrollado la primera fase de su ofensiva diplomática con resultados positivos si tenemos en cuenta las primeras reacciones. El Secretario General de la ONU afirmó en México la necesidad de apoyar con hechos -en relación directa a la actitud norteamericana que apoya retóricamente pero torpedea prácticamente- la gestión de Contadora. Por otra parte resultó altamente positivo el viaje del presidente mexicano a los principales países latinoamericanos -Colombia, Argentina, Brasil, Venezuela y Panamá- introduciendo como elemento central de su viaje la problemática centroamericana. El profundo contenido anti-intervencionista y latinoamericanista de esos encuentros -a manera de ejemplo, la recordación del 2do. aniversario de la guerra de Las Malvinas en Argentina, con el encuentro De la Madrid- Alfonsín, es muy posible que se traduzca en un saldo positivo para Contadora y para Nicaragua.

La segunda fase de la ofensiva se centró en la convocatoria de una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU. Luego de varios días de discusión, Estados Unidos se vio obligado a vetar un proyecto de resolución, que en lo esencial condenaba el minado de los puertos y los ataques contra Nicaragua, al mismo tiempo que pedía a todos los países el apoyo a Contadora y les solicitaba abstenerse de ejecutar acciones que entorpecieran su gestión. El proyecto había recibido apoyo de 13 de los 15 miembros del Consejo. Gran Bretaña se abstuvo -cuando en general apoya sin discusión la propuesta de USA y Estados Unidos vetó. A pesar del veto, la discusión, que duró cuatro días con la problemática regional como centro y la soledad total de Estados Unidos en su política de agresión, puede considerarse otra victoria diplomática de Nicaragua. Sin embargo, un día después, la Administración Reagan lograba, al interior de Estados Unidos, un éxito parcial cuando el senado, desastimando una serie de enmiendas, aprobó los 12 millones de dólares solicitados por la Administración para los grupos contrarrevolucionarios y una ayuda de urgencia de 61.7 millones para el régimen salvadoreño.

En el marco de estos esfuerzos diplomáticos de Nicaragua, el documento firmado por los principales líderes social-demócratas europeos -Felipe González, Olof Palme, Willy Brandt y Fred Sinowatz entre otros-, y presentado el 19 de marzo, en apoyo al proceso electoral nicaragüense tiene una enorme importancia, especialmente analizado al interior de Nicaragua. El apoyo y la legitimación de las elecciones nicaragüenses por parte de importantes dirigentes demócratas de Europa quita peso a la línea de sabotaje y abstención electoral que está definiendo la Administración Norteamericana, los grupos contrarrevolucionarios y, hasta el momento, parte de la oposición interna.

Una vez más la iniciativa diplomática de Nicaragua se transforma en arma defensiva contundente. El salto cualitativo solicitado a Contadora fue el punto principal, jugando México, en esa propuesta, un rol decisivo. América Central, nuevamente se convirtió en elemento de preocupación de todo el continente. Este hecho sumado al apoyo de los dirigentes social-demócratas y del gobierno francés -ofreciendo recursos técnicos para desminar Corinto-, permite a Nicaragua ver con optimismo la relación de fuerza internacional.

La batalla en el Consejo de Seguridad es otro elemento destacable. La ratificación del apoyo a Nicaragua -y a Contadora- y la condena internacional a USA -demostrada en su soledad a la hora del veto- son positivas. Aunque es importante preguntarse: ¿hasta donde influye la opinión internacional en la política de la Administración Reagan?

Es por esta razón, y a pesar de la búsqueda de soluciones pacíficas y negociadas, que Nicaragua, sin ocultárselo a nadie, continuó sus esfuerzos para consolidar su defensa militar -viajes a diferentes países- como reaseguro estratégico de una paz regional amenazada.

El avance del proceso electoral

La constitución este mes de la Asamblea Nacional y el Consejo Nacional de Partidos Políticos -organismos pluralistas con representantes de diferentes fuerzas políticas-, así como el inico de las funciones del Consejo Supremo Electoral promulgada este mes, son pasos bien concretos en el camino de la institucionalización de Nicaragua. Los 3 miembros del Consejo Supremo Electoral -cuarto poder de la República y órgano rector del proceso electoral- son: el Dr. Mariano Fiallos Oyanguren- ex Rector de la UNAN (Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua); el Dr. Leonel Argüello Ramírez, de origen empresarial; fue dirigente del COSEP en 1979 y sigue siendo asesor del Consejo de Fundaciones Americanas de Desarrollo; y la Sra. Amada Pineda -campesina con trayectoria antisomocista, miembro actual del Tribunal Agrario-. El inicio del funcionamiento de estas instituciones básicas para el proceso electoral, con un cumplimiento total del calendario previamente establecido, expresa la existencia, a pesar de la ofensiva militar, de una fuerte voluntad política de la dirigencia nicaragüense de concretar el proceso de institucionalización.

La actitud de la Coordinadora Demócratica, sin embargo, sigue siendo de amenaza de abstención electoral. El COSEP, (Consejo Superior de la Empresa Privada) reunido en la Asamblea Nacional convocó abiertamente a la abstención. Las demás fuerzas de la Coordinadora, a pesar de no haber tomado su última decisión, siguen presionando sobre la base de las condiciones incluidas en el documento de diciembre firmado por el COSEP (ver envío No. 31, enero 1984).

La Coordinadora deberá tomar su decisión próximamente, con el condicionante que la intensificación de la agresión contra Nicaragua va reduciendo, cotidianamente, los "espacios grises" y las posturas ambiguas. Participar en las elecciones o abstenerse significará, en términos políticos, optar por el proyecto de una Nicaragua institucionalizada o por el proyecto interventor de la Administración norteamericana.

Por otra parte, la tan anunciada -y esperada- Carta Pastoral de la Conferencia Episcopal Nicaragüense sobre la situación nacional y, especialmente sobre las elecciones, no fue más que un Comunicado en el que los obispos se refieren a éstas acudiendo a principios generales y universalmente válidos, enunciados por la misma Conferencia para las elecciones de 1974, las últimas que convocó el somocismo. Este hecho expresaría tal vez la falta de consenso que existe actualmente entre los obispos para asumir en conjunto las posturas de claro escepticismo y reticencias ante las elecciones que ya han expresado -en diversas declaraciones públicas- Mons. Obando, arzobispo de Managua y el Presidente de la Conferencia, Mons. Vega.

Nuevos interrogantes regionales

Las elecciones en El Salvador y los sorpresivos cambios en la jefatura de las Fuerzas Armadas Hondureñas, nos plantean nuevos interrogantes e hipótesis regionales, sobre todo si lo analizamos desde la perspectiva de su relación con la situación nicaragüense. Antes de entrar a los hechos debemos señalar un contexto regional condicionado por una militarización en aumento. Finalizadas las maniobras "Pino Grande II" queda un remanente de no menos de 1.700 soldados norteamericanos en Honduras. Un mes después -segunda semana de marzo- se anuncia la realización de las maniobras "Alerta-Emergencia", justificadas públicamente como el medio para controlar cualquier posible acción del FMLN en vísperas de elecciones -si bien el FMLN, había anunciado públicamente que no boicotearía las elecciones, aunque continuaría la guerra-. "Alerta-Emergencia" significó el movimiento de la 82 División Aerotransportada -la que intervino en Granada- y los portaaviones New Jersey y América. Este último con capacidad de 79.000 toneladas, capaz de transportar varias decenas de aviones, fue acompañado por un buque tanque y otras embarcaciones medianas. Estas maniobras, objetivamente, fueron una especie de "puente" entre las "Pino Grande II" y las "Granadero I" que comenzaron 2 días después que terminaran las "Alta-Emergencia". En efecto, el 1 de abril -adelantadas en más de un mes sobre el plan original- comenzó la primera fase, que durará dos meses y que consiste en la construcción de dos pistas de aterrisaje para aviones C-130, una en Cucuyagua -cerca de la frontera con El Salvador y Guatemala- y la otra en Jamastrán, región fronteriza con Nicaragua.

Hacia el 20 de abril, comenzarán las maniobras "Ocean Ventura 84" que simularán la ocupación de un país centroamericano -El Salvador o Nicaragua- utilizando como escenario la isla de Vieques en Puerto Rico. Más de 30.000 soldados norteamericanos participarán en ellas, incluyendo a la 82 división, que en las "Ocean Venture 81" simuló la ocupación de Granada- hecho que se concretó en octubre del 83-.

El Salvador: coyuntura electoral prolongada

Hay varios elementos fundamentales importantes para analizar. Alrededor de 1.400.000 personas votaron el 25 de marzo, sobre un total de 2.600.000 votantes potenciales. ¿Qué significa ese caudal electoral? Previo a cualquier interpretación es de notar que este número significa un 20% menos de los que votaron en 1982 para la Constituyente. De todas maneras existen dos interpretaciones diferentes. Desde un primer momento, la Administración norteamericana y lasa fuerzas que comparten su visión regional afirmaron en el número el triunfo del acto electoral, sin tratar de profundizar el significado de esos votos. Visión simplista que evaluaba este resultado como una condena a la guerrilla. Para otros, la interpretación es distinta. Mucha de la gente que votó, vive en zonas controladas por el ejército y en el voto estaba asegurado el evitar posibles represalias. Además de esto, el voto, en situaciones difíciles como la de El Salvador, es un medio para expresar un sentimiento muy profundo: "queremos la paz... basta de guerra... comiencen las negociaciones". El voto salvadoreño, pues, no significa que aquí los votantes estén totalmente convencidos que las elecciones, en medio de una guerra civil, signifiquen una solución de fondo.

Más allá de los resultados, que exigirán una segunda vuelta a comienzos de mayo, la elección misma estuvo plagada de irregularidades: retrasos monumentales en las mesas -y mucho más en conocer los resultados finales que demoraron una semana; muchos electores no se encontraban en los registros; en diferentes mesas el voto no fue secreto, sino en presencia de los representantes partidarios; en muchas de las mesas hacia las cuatro de la tarde se autorizó a votar a cualquiera, no respetándose ya los registros, etc...- Ejemplos todos de un apresuramiento desmedido y de técnicas electorales inadecuadas para la población salvadoreña habían sido reguladas pro una Ley electoral aprobada en plena campaña, escasamente un mes y medio antes del 25 de marzo-.

La segunda vuelta, que se realizará en mayo, definirá esta coyuntura prolongada. Las fuerzas políticas buscan su reacomodo, no descartándose que prospere una propuesta para modificar la Ley electoral autorizando a los dos partidos que van a la segunda vuelta a cambiar a sus candidatos. Esto permitiría incluso que ARENA fuera con un reemplazante de D'Abuisson, personaje irritante para los planes norteamericanos-.

¿Qué pasaría de ganar Duarte, con respecto al FMLN? ¿Qué pasaría si ganara ARENA? Interrogantes claves para ir avanzando en la evaluación de los cursos probables de acción. El informe Kissinger contempla la posibilidad de diálogo con la guerrilla. La victoria de Duarte podría significar el intento de inicio de ese diálogo que, por supuesto, no pondría en riesgo el poder para el régimen salvadoreño, pero que supondría ganar tiempo, tratando de estirar la etapa para llegar a las elecciones norteamericanas de noviembre, habiendo logrado, la Administración Reagan un "éxito diplomático". Poder mostrar en su campaña electoral este "éxito" sería significativamente importante. Sin embargo, la dinámica interna de la guerra popular en El Salvador también tiene su influjo en los pasos futuros y todas estas hipótesis pueden aniquilarse en el caso de un avance cualitativo del FMLN en los próximos meses.

De ganar D'Aubuisson o ARENA cualquier intento de diálogo queda prácticamente descartado, exigiendo a la Administración Reagan una readaptación de su política. Cabe la posibilidad de que el Congreso incluso retirara en este caso toda ayuda militar a El Salvador.

La "sorpresa hondureña"

La "renuncia" o destitución del General Alvarez Martínez y otros cuatro Generales más, surge, aparentemente, como resultado de contradicciones y descontentos existentes al interior de las fuerzas armadas, que habrían comenzado en el momento mismo en que Alvarez llega a la jefatura, desplazando a más de veinte coroneles con mejores antecedentes profesionales. Con el consentimiento de la Administración norteamericana -que lo condecora con la "Legión al Mérito" en el grado de comandante en junio de 1983- y la venia del Embajador Negroponte, fue avanzando en su poder político al interior de Honduras- y regional -intentando desplazar a los militares guatemaltecos en al reactivación de CONDECA-. Para lograr su objetivo interno, participa y es designado presidente de APROH (Asociación para el progreso de Honduras). Esta asociación, ligada a la más reaccionaria de la Empresa Privada centroamericana y panameña, propuso a la comisión Kissinger en noviembre del 83 el comienzo inmediato de la guerra contra Nicaragua, reiterándolo en febrero 84.

Su mando dictatorial al interior de las instituciones militares; su "vocación" de guerra con Nicaragua, fundada en reacciones viscerales y no análisis objetivos; su acercamiento a los militares salvadoreños -contra quienes muchos militares hondureños tienen resentimientos viejos= y la represión creciente e innecesaria (a juicio de los militares hondureños), son algunos de los elementos que determinan el "golpe" contra Alvarez. Golpe que sorprendió a todos, pero que una vez producido, recibió el apoyo entusiasta de los políticos civiles y la luz verde de los Estados Unidos. Las aspiraciones de poder de Alvarez -sea por medio de golpe o de elecciones presidenciales del 85- ponían en riesgo la imagen democrática de Honduras, que es, sin duda alguna, la que más le conviene a la Administración Reagan . A la luz de los esfuerzos electorales salvadoreños, imaginarse a Alvarez presidente de Honduras, no dejaría de ser una gran contradicción.

Por otra parte, desde hace varios meses, ha ido aumentando el cuestionamiento a la Administración Reagan por su apoyo desmedido a Honduras, y por la militarización ilimitada de este país. "Honduras, donde una vez comenzó a florecer la democracia se ha convertido en un campamento armado", afirmaba en una parte el informe del senador James Sasser, luego de haber visitado Honduras. Enfrentarse a Reagan en lo que respecta a la ayuda militar a El Salvador es bastante difícil, como lo demuestra la última discusión del senado nroteamericano. Ante el dilema de apoyar militar y económicamente a El Salvador o la "consolidación del comunismo" es poco el espacio que le queda a los opositores de Reagan. Sin embargo, en Honduras la situación es cualitativamente diferente. La militarización brutal de este país no es precisamente para "salvarlo del comunismo", es para utilizarlo como base del lanzamiento de intervenciones regionales, línea estratégica de la Administración norteamericana. Y esta posición, puede ser más fácilmente refutada por la oposición interna en USA. El cambio de Alvarez le permitiría a Reagan avanzar un paso sobre sus opositores alegando el reforzamiento de la democracia en Honduras y la urgencia de apoyarlo. Mucho más fácil este recambio, si el reemplazante, el general López Reyes, jefe de la aviación hondureña, es también un convencido pro-estadounidense, aunque por sus características personales, menos problemático que el Gral. Alvarez. Para la oposición civil de Honduras se puede abrir un período -lo largo del mismo es difícil a predecir- de mayor espacio político. Para Nicaragua, lo esencial de la política hondureña no cambiará -las maniobras Granadero I siguieron normalmente a pesar del cambio-. Con todo pueden abrirse posibilidades de insistir sobre la propuesta de un diálogo con Honduras.

Conclusiones

Ni la "prolongación electoral" de El Salvador, ni los recambios en Honduras constituyen un retroceso para la Administración Reagan. Esta sigue jugando ciertas cartas, a corto plazo y los dos hechos son parte del juego. Paralelamente, con el reforzamiento militar de la región, la Administración sigue ubicando sus fichas estratégicas en los lugares claves. Desde 1981 hasta ahora las maniobras militares se han sucedido, prácticamente en forma consecutiva.

El año electoral le exige a Reagan decisiones sumamente cuidadosas. Una derrota en El Salvador puede significarle la no reelección. Pero también el empantanamiento en Centroamérica -en caso que decida intervenir si la situación salvadoreña se sigue deteriorando- puede significarle una derrota aún mayor.

Su política global de reforzar económicamente a la "contra" nicaragüense y al régimen salvadoreño, de fortalecerse militarmente con tropas propias en la región, de desgastar a Nicaragua con nuevas formas de atentados militares y de sabotear y deslegitimar las elecciones futuras de Nicaragua -presionando a la Coordinadora para que se abstenga- le presenta también problemas irresolubles. La ofensiva nicaragüense a nivel diplomático condena a Reagan a nivel internacional; el debate sobre Centroamérica, sobre todo en la campaña electoral para seleccionar al candidato demócrata a la presidencia revierte uno de los objetivos prinicipales que se proponía con la Comisión Kissinger -cerrar el debate centroamericano en este año electoral-; el avance del movimiento popular salvadoreño le quita margen de acción y la solidaridad internacional hacia Nicaragua -por ejemplo, Francia- le implica entrar en contradicciones que preferiría no tener.

El pueblo de Nicaragua y el pueblo salvadoreño siguen viviendo entre el riesgo de ser intervenidos y el desafío de construir la libertad.

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