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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 31 | Enero 1984

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Nicaragua

Pantasma: las cooperativas, blanco de la contrarrevolución

Como en los tiempos de Sandino, y para poder expulsar definitivamente los restos del somocismo, las cooperativas son una de las piezas más importantes. En la resistencia de Pantasma se vio que hay campesinos que no abandonaron las cooperativas sino muertos.

Equipo Envío

El día 18 de octubre de 1983 una fuerza de tarea contrarrevolucionaria de más de 500 hombres, dirigida por el somocista Mike Lima, entró en el Valle de Pantasma (Jinotega) y destruyó el poblado campesino, las instalaciones de dos cooperativas, la escuela, el banco... El balance de la desigual lucha de resistencia -tan sólo 20 hombres estaban armados- y de la masacre fue de 47 campesinos muertos.

Un equipo de la revista Envío estuvo en Pantasma dos semanas antes después del ataque y reunió datos con los que poder evaluar el ataque contrarrevolucionario, la significación de esta importante base de cooperativas y las dinámicas sociales de las que se aprovechó la contrarrevolución para actuar.

Se trata de un panorama complejo que revela los límites estructurales que tienen las esperanzas campesinas revolucionarias y a la vez la fortaleza prometedora que va naciendo de esta debilidad.

EL ATAQUE CONTRARREVOLUCIONARIO

"Querían quemarlo todo"

Un montón de escombros a un lado de la carretera es la primera señal del desastre. "Son las cenizas de la escuela", nos dice un muchacho que presenció el ataque. En este local murieron siete maestros. Otros locales comunitarios quedaron también totalmente destruidos.

El poblado de Pantasma -su nombre viene de una de las primitivas tribus indígenas norteñas- está compuesto por unas 35 casas diseminadas a lo largo de un corredor de 5 kms. Con el local del VIMEDA comenzaba el sector de La Pradera, el primero de este corredor urbano. Es como un símbolo de lo que en Nicaragua entera ha ocurrido: con la alfabetización comenzó el proceso de transformación social.

Como la mayoría de las casas del valle, el local era de madera. Allí estaban las oficinas para los técnicos del programa de educación de adultos y allí se guardaba el material necesario para las clases. En minutos el fuego acabó con todo.

Las pérdidas materiales causadas se calculan en 140.000 córdobas. Enfrente, los depósitos de ENABAS -la empresa estatal de acopio y distribución de granos básicos- están agujereados por las balas, pero ya restaurados. Defendiendo estos depósitos, indispensables para el secado de los granos, cayeron dos campesinos. Al lado, en la bodega de ENCAFE, parcialmente destruida, se distinguen las señales que el fuego dejó en puertas y ventanas. "Querían quemarlo todo", decía una campesina, con lágrimas en los ojos.

Las oficinas de la Reforma Agraria y los 8 tractores de que disponía fueron también quemados. Este fue uno de los golpes más duros. Cuando estos tractores llegaron al valle en 1982 los campesinos experimentaron una verdadera revolución: la mecanización de su trabajo y el incremento de la producción. Por primera vez en su historia se veían tractores en Pantasma. Otros instrumentos agrícolas también fueron quemados.

El Banco Nacional de Desarrollo desapareció. "Nosotros miramos cómo entraron a robar al banco antes de quemarlo", recuerda una campesina. El robo fue de 800.000 córdobas. Las pérdidas por la destrucción del edificio son de 2 millones de córdobas. Las instalaciones del Ministerio de Construcción y los equipos (tractores, maquinarias, herramientas) -valorados en 20 millones de córdobas- son hoy un montón de escombros.

A 4 kms. de La Pradera, y siempre en lo que puede llamarse el "casco urbano" del valle, está El Malecón. Allí funcionaba la cooperativa "Juan Castil Blanco" y estaba un asentamiento de familias de la cooperativa. Ahora sólo queda un gran escombro vacío cubierto de cenizas. "Venía fuego de todas partes, unas corrimos a los refugios, otras aguantaron en su casa. Después de una hora nos hicieron salir a todas para pegarles fuego a las casas. Antes las saquearon de todito...". Así hablaba un grupo de mujeres campesinas que perdieron a sus esposos en el ataque. En este lugar cayeron 7 campesinos que resistieron el ataque.

Dos kms. más al norte, en El Charcón, fue destruída otra de las 30 cooperativas que funcionan en el Valle, la "Jacinto Hernández". Defendiéndola murieron 12 campesinos. Un aserradero privado, valorado en 8 millones de cordobas, también fue reducido a escombros.


Cuadro 1


Desde hacía unas semanas, una numerosa "fuerza de tarea" contrarrevolucionaria dirigida por Mike Lima y por otros conocidos somocistas había penetrado en las abruptas montañas jinoteganas. Su objetivo era tomarse Jinotega, la cabecera departamental. Como ha sucedido ya desde hace meses y en distintas zonas de la frontera norte y sur, esta aspiración contrarrevolucionaria de ocupar un lugar estratégico, al menos por un tiempo, se vio nuevamente frustrada por el ejército nicaragüense. La banda hostigada y con bajas, se vio obligada a fragmentarse y a dispersarse. Pero las órdenes de quienes dirigen a estos grupos desde Honduras son claras: no pueden regresar a sus bases de retaguardia sin destruir algo, sin dar un "buen golpe".

Pantasma estaba cercano para la banda de Mike Lima y él es un buen conocedor de esta zona. Golpear las cooperativas del valle se convirtió entonces en el objetivo "a la desesperada" de su banda. La desproporción militar de las fuerzas que se enfrentaron explica la gran destrucción. Los escombros y las cenizas muestran que la infraestructura agraria y las instituciones gubernamentales de apoyo al campesino se convirtieron en el blanco principal del ataque. Los campesinos organizados, que llevaban años resistiendo la inercia de un pasado aún no superado y los límites de un proceso necesariamente lento, supieron también resistir dignamente el ataque, que sembró la muerte al rayar el alba. Los contrarrevolucionarios quisieron destruir la novedad de una población que en su vida diaria comenzaba a sentir los efectos de una revolución que prioriza las reinvindicaciones y las expectativas campesinas. Pero no lograron hacerlo, porque si el poderío militar y la prepotencia estaban aquella madrugada de octubre de su parte, una organización campesina forjada en muchas dificultades les está venciendo ya en el coraje con que se emprende la reconstrucción.

PANTASMA: CENTRO ECONOMICO Y BASE DE COOPERATIVAS

La Reforma Agraria busca romper con los vicios del pasado

El valle de Pantasma tiene tierras riquísimas para la siembra y para la ganadería. Según los planes de la producción, en el valle se cosechará el 8% de todo el maíz nicaragüense. Pantasma es zona productora por excelencia de granos básicos. El orden de importancia de los cultivos es: maíz, frijol, arroz, café. El tabaco, en mínima escala. La cría de ganado no está aun muy desarrollada, aunque en el valle hay condiciones excelentes para la ganadería, tanto lechera como de engorde.

Cuadro 2


Las condiciones geográficas, agrícolas, sociales, de Pantasma hicieron de esta zona una de las más prioritarias para implementar el proyecto nacional de la Reforma Agraria. A la base de este proyecto -plasmado en el decreto del 21 de agosto de 1981 y anunciado en el Segundo aniversario de la revolución nicaragüense- está algo tan sencillo como el principio de que la tierra es para quien la trabaja. La reivindicación del derecho a la tierra tiene profunda raíces en las luchas populares de Nicaragua. Pero el proyecto de la Reforma Agraria no sólo responde a esperanzas acumuladas en el pasado sino que se orienta hacia el futuro, hacia un reordenamiento económico nacional.

El somocismo no ofrecía al campesinado otra alternativa que la proletarización nunca completa y siempre inestable combinada con una precaria y ruinosa actividad agrícola para el propio sustento. En el somocismo el trabajador rural no tenía futuro ni como obrero agrícola integral ni como campesino independiente. La estructura agraria somocista tenía cerradas ambas puertas. La Reforma Agraria busca romper estos vicios abriendo dos caminos de liberación. Para algunos campesinos, la Reforma Agraria es el camino por el que han ido consolidando gradualmente su condición de campesinos y el movimiento cooperativo es el camino por el que se incorporan a un proceso de socialización democrática de la producción. Este sector campesinos es el que vive en Pantasma, agrupado en las 30 cooperativas que funcionan en el valle.

Es claro que el proyecto revolucionario de Reforma Agraria no puede limitarse a reducir las carencias campesinas, manteniendo a este 70% de la población nicaragüense en el papel que históricamente le asignaron los gobiernos no revolucionarios: ser reserva de fuerza de trabajo estacional, a la vez ser rudimentarios productores de excedente. El verdadero desafío de la revolución está en liberar el enorme potencial productivo del campesinado, multiplicando la productividad de un trabajo realizado hasta ahora en condiciones precarias. De este potencial depende, en gran parte, una estructura económica más justa y más racional para toda Nicaragua.

No se trata solamente de que los campesinos reciben más (tierra, insumos, créditos). Se trata también y principalmente de que puedan producir más y conservar una porción mayor de la que producen. Se trata de que su vida sea más digna, de que se produzcan transformaciones de las relaciones agrarias, una reasignación de los recursos de capital, un serio reordenamiento de la producción agrícola y un amplio movimiento organizativo que impulse la cooperativización de los campesinos. Son desafíos parciales de un desafío globalizador y globalizante que constituye el reto número uno de la revolución. Estos son los desafíos que existen en el valle de Pantasma y que inicialmente comenzaron a afrontarse con el reparto de tierras y la cooperativización.

El movimiento cooperativo nace desde abajo

Ya en 1979, después del triunfo revolucionario, se confiscaron la mayor parte de las propiedades de Somoza y de sus socios en todo el país. En total, fueron confiscadas 1.132.553 manzanas, un 23% de la superficie agraria nacional. Con estas tierras se formó lo que se llama Area Propiedad del Pueblo (APP). De las tierras confiscadas, 1.826 manzanas estaban en Pantasma.

El Estado y los campesinos fueron tomando posesión efectiva de las tierras confiscadas de una manera progresiva al elegir a los administradores de las mismas y al comenzar a organizar la producción. Ya en ese año se formaron muchas cooperativas de producción, de diversa naturaleza y tamaño, impulsadas por la Asociación de Trabajadores del Campo (ATC). Los cooperativistas eran, sobre todo, campesinos sin tierra y semiproletarios que utilizaban tierras cedidas por la APP o arrendadas a propietarios privados. En ese momento el apoyo recibido del Estado consistió casi exclusivamente en créditos.

A finales de 1981 se acelera la política agraria dirigida hacia la cooperativización del campesinado. Esto no ocurrió como resultado de orientaciones emanadas desde arriba sino de presiones que desde abajo ejercían los campesinos. En Pantasma concretamente, la estructura y el carácter del movimiento cooperativo es producto de dos años de lucha del campesinado. A principios de 1980 grupos de campesinos iniciaron una serie de gestiones con los organismos del Ministerio de Reforma Agraria (cartas, diálogos, solicitudes...) orientadas a conseguir soluciones con las que sastifacer sus aspiraciones más sentidas. Por esto el movimiento cooperativo tiene grandes posibilidades de seguir creciendo y profundizándose por su enraizamiento en el sentir y querer de los campesinos. Estas luchas por la tierra han permitido que el campesinado asociado haya ido creciendo en conciencia política y en madurez ideológica.

En el valle de Pantasma (12.000 habitantes en un área de 422.5 km²) hay 30 cooperativas que aglutinan a 1.088 socios. De ellos 177 son campesinos medios y ricos, 235 son trabajadores agrícolas y el resto son campesinos pobres.

Cuadro 3


A raíz de la entrega de las fincas de Estancia Cora y El Charcón de Pantasma (9 mayo 1982), creció notablemente la capacidad organizativa de los campesinos beneficiados.

La cooperativa "Jacinto Hernández" de El Charcón, una de las atacadas por la contrarrevolución, tuvo un peculiar proceso de formación. La mayoría de los campesinos que se asociaron eran campesinos sin tierra que habían vivido en pésimas condiciones en distintos lugares del valle. Algunos de ellos ocuparon por la fuerza tierras baldías al comienzo de la revolución. La cooperativa se inició con 25 miembros, que se han ido convirtiendo poco a poco en "la macolla", en la vanguardia, de las milicias, de la organización comunal, de la producción. La emergencia militar -Pantasma es zona crítica en el área de la guerra- hizo evolucionar a la cooperativa hacia la fórmula más reciente de "cooperativa de autodefensa".

"Tenemos que estar armados para defender nuestra tierra y nuestro trabajo. Nunca habíamos tenido nada y ahora tenemos muchas facilidades". Esta tierra es "la patria" que los campesinos de Pantasma defendieron -hasta dar la vida muchos de ellos-.

Muchas cosas han cambiado para estos campesinos. Hasta el momento de la revolución vivían acorralados en los cerros y en las tierras erosionadas y poco fértiles que rodean el fértil valle. Esta situación les empujaba permanentemente a buscar nuevas fronteras agrícolas en donde, por falta de tecnología y capital, los excedentes que producían les eran arrebatados por las altas rentas, la usura, el monopolio comercial, los intermediarios... Ya muchas de estas cosas han cambiado. "Mire, la revolución es una cooperativa. La cooperativa es la primera tarea. Aquí los compañeros de la Reforma Agraria nos han apoyado, han trabajado fuerte para que tengamos técnica, créditos, de todo. Por esta cooperativa moriremos si es necesario". Así resume esta transformación revolucionaria Juan Arana, de la "Jacinto Hernández".

Pantasma: una buena experiencia cooperativa por muchas razones

Sólo dotando a los campesinos organizados de tierras suficientes, fértiles y en zonas en que se pueda aglutinar la población, el movimiento cooperativo podrá cobrar fuerza y desarrollarse, dejando de ser un simple parche en la empobrecida estructura social para convertirse en eje clave para la transformación de esa misma estructura.

En las cooperativas de Pantasma se ha podido avanzar en otros proyectos que trascienden una mera entrega de tierras.

En las CAS (Cooperativas que producen y distribuyen colectivamente sus excedentes y que se constituyen a partir de pequeños y medianos productores que ponen en común sus medios de producción, su fuerza de trabajo y/o aquellos medios cedidos por el Estado)se ha promovido la diversificación de la producción y la combinación de cultivos y de crianzas para aumentar la rentabilidad, disminuir los efectos de la estacionalidad y promover el incremento de empleos. La experiencia de Pantasma ha mostrado la importancia de no limitarse a la producción de granos básicos pudiendo potenciarse la producción de hortalizas, arroz y otros cultivos para el mercado interno y algunos productos agropecuarios para la exportación.

En las CAS se han implementado sistemas de pago en los que los ingresos están en la mayor relación posible con los esfuerzos realizados y los éxitos económicos obtenidos. En las CAS se ha estimulado la incorporación, en la mayor medida posible, del trabajo familiar de los socios a la producción colectiva.

En las CCS (Cooperativas que se forman por la asociación de pequeños y medianos productores que se unen para generar, gestionar, canalizar y utilizar en forma organizada y eficiente los servicios relacionados con la explotación agropecuarias, manteniendo la propiedad, usufructo o asignación individual de sus tierras y otros medios de producción) se han realizado actividades que favorecen la concentración poblacional y el trabajo colectivo con los que erradicar la dispersión campesina (uso comunitario de maquinarias, insumos, almacenes de granos...) En ambas se llevan a cabo actividades que garantizan una ocupación relativamente estable durante gran parte del año y con necesidad de mano de obra no excesivamente estacional (cría de cerdos y aves, huertos...)

Dentro del proyecto de incorporar el trabajo familiar de los socios a la producción colectiva, la mujer juega un papel muy importante. En la actualidad las cooperativas que cuentan con la participación de la mujer son una minoría en el país, pero una constante que en ellas, las mujeres son un elemento determinante en la consolidación política organizativa de las mismas. Así sucede en Pantasma. Son también factor de consolidación de la cooperativa por la estabilidad que representan. En Pantasma, después del ataque contrarrevolucionario, algunas mujeres han asumido el trabajo de sus maridos muertos. "El ánimo es de seguir adelante. Mi esposo era presidente de la cooperativa Juan Castil Blanco -dice María Gadea- José Lino se llamaba. Hizo lo posible porque esto prosperara, por levantar la cosecha. Los "contras" nos dejaron amenazadas con volver para terminarnos. Decían que no iban a dejar que nos volviéramos a organizar, que no querían ninguna mujer relacionada con nadie de las cooperativas, que recibiríamos la misma pena que ellos. Pero con eso no nos vamos atrás. Estamos dispuestos a ayudar".

La mujer fortalece la mano de obra disponible para lograr mayores ingresos, diversificar los rubros productivos y esto facilita la generación de excedentes que permiten capitalizar la cooperativa. La mujer -Pantasma es una buena muestra- es un elemento clave para la producción, para la organización y también para la defensa.

Sin duda alguna para los campesinos de Pantasma, el impulso de las cooperativas (principalmente en el caso de las cooperativas de producción) les permitirá desarrollar áreas compactas donde la mecanización y diversas formas modernas de producción, transformación y mercadeo que beneficien al campesinado sean posibles. Por otra parte la necesida de incentivar la concentración de una población rural dispersa como es el valle, es una tarea prioritaria que ayudará a estimular vínculos de solidaridad y cooperación entre los campesinos, así como la consolidación de esas estructuras comunales, que comienzan a surgir. El valor revolucionario, de profunda transformación, que suponen estas nuevas técnicas y estas nuevas actitudes comunitarias se puede apreciar mejor cuando se analiza la específica dinámica social del valle.

PROBLEMATICA SOCIAL DE PANTASMA
Una situación compleja, particular y reveladora

El inmenso hoyo de unos 300 metros de profundidad que es el valle de Pantasma fue poblado hace unos 40 años por campesinos que no tenían un trozo de tierra propia que cultivar. Durante el somocismo hubo importantes corrientes migratorias que ocuparon tierras entre el Lago de Apanás y zonas fronterizas con Honduras. Al iniciar Somoza el proyecto hidroeléctrico de Apanás, toda la población campesina de la zona fue expulsada de sus tierras. Parte de estos campesinos expulsados pasó a residir en el valle de Pantasma. Dos grandes terratenientes iniciaron entonces un proceso de apropiación de las tierras del valle, desplazando a los campesinos que hubieran podido trabajarlas. El valle es el único fértil y llano en esta área donde la frontera agrícola avanzó por la expansión cafetalera. En el proceso de población del valle algunos campesinos se transformaron en pequeños caficultores que ocuparon las montañas que rodean al valle y que trabajaban fincas familiares aisladas y relativamente autosuficientes por la escasez de tecnología moderna que empleaban en la producción de café y de granos básicos y leche para autoconsumo.

El siguiente cuadro -estructura social actual del valle de Pantasma- es el resultado de ese proceso:

Cuadro 4


* Alquilan sus tierras y no contratan obreros agrícolas.

** Contratan obreros agrícolas.

Los campesinos inmigrantes a Pantasma fueron capitalizando paulatinamente sus fincas a través de la producción y la cría de cerdos. Con el tiempo comenzaron a orientarse hacia la ganadería y el tabaco. El mecanismo social por el que progresaban era la mediería (el terrateniente o el propietario presta un trozo de tierra al campesino pobre y éste ha de entregarle la mitad de lo producido). La mediería es el hecho social que caracteriza la dinámica social de Pantasma. Esta forma de explotación inmisericorde se da también entre campesinos de la misma clase y no sólo entre dos clases con divisiones sociales marcadas.

Los caficultores que han logrado expandir su producción contratan mano de obra entre los campesinos sin tierra y entre otros que viven aislados. A veces tienen en sus fincas, como colonos, a trabajadores permanentes. Estos colonos y los contratados muestran gran dependencia hacia su patrón. Es frecuente que terratenientes opuestos a la revolución conduzcan a sus trabajadores a unirse a las filas de la contrarrevolución y lo consignan con relativa facilidad.

Es importante señalar que aún cuando en Pantasma ha habido y hay obreros agrícolas esto no implica en ellos oposición a sus patrones. Los obreros agrícolas que son un 21% de la población económicamente activa de Pantasma, suelen estar muy influenciados por la opiniones del terrateniente. Estos, grandes cafetaleros de las montañas de Jinotega han logrado introyectar en sus trabajadores el temor que ellos tienen de perder sus tierras por medio de impuestos o confiscaciones progresivas de la revolución. La solidaridad con el terrateniente surge al calor de estos temores y de la relación de dependencia. Los nexos tradicionales que tienen con sus antiguos amos (compadrazgo, deudas fuertes, favores recibidos...) les hacen ver con prevención la llegada de cualquier posible nuevo patrón.

Como se ve en el cuadro posterior, sólo hay un terrateniente en el área y éste tiene su finca cafetalera en la montaña, muy lejos del valle. Así las dos clases sociales más numerosas en Pantasma son: los campesinos independientes (33%) y los medieros sin tierra (42.5%). Estos dos grupos se encuentran en una relación simbiótica, en la que los medieros ofrecen trabajo a los campesinos independientes para recibir de ellos acceso a la tierra y conseguir así los insumos que necesitan para producir maíz y frijoles.

Aunque la ley de Reforma Agraria prohibe la mediería, los medieros y los campesinos han seguido practicándola. El Decreto del Gobierno revolucionario ha contemplado esto con flexibilidad, pues la erradicación de la mediería será sólo fruto de un proceso. Son límites que muestran que la revolución no ha podido ofrecer a los medieros la misma seguridad que va dando a los campesinos independientes.

Sólo 125 de los 1.270 medieros (los campesinos más pobres) han recibido ya tierras de la Reforma Agraria y han sido organizados en cooperativas de producción. Y aunque la mayoría de ellos, al igual que los campesinos independientes, reciben créditos del Banco Nacional de Desarrollo, sus relaciones productivas no han experimentado muchos cambios. Es por eso que entre los medieros la toma de conciencia a lo largo de los años de revolución apenas se ha dado. Las expropiaciones de unos pocos latifundios y la entrega de tierras a través de la Reforma Agraria más bien ha atemorizado a los pequeños patrones y a estos pobrísimos campesinos del valle. La ideología contrarrevolucionaria tiene en estos temores un terreno abonado. Es fácil hacer creer a los que tienen algunas tierras que van a ser expropiadas y es fácil también que éstos contagien con sus medios a los medieros, que necesitan de estas tierras y esos patrones que ya conocen.

El factor religioso influye también poderosamente en la dinámica social del valle. Jinotega es uno de los Departamentos con mayor incremento de sectas evangélicas en el período post-revolucionario. La ideología de estas sectas refuerza los temores, paraliza ante la nueva situación y desvincula al campesino de los compromisos políticos, especialmente de la defensa armada.

En el caso de los pequeños caficultores que viven en las montañas que rodean el valle, es una realidad que ahora producen más que antes de la revolución, pero también las ganancias son menores, debido a la drástica caída de los precios internacionales del café. Este fenómeno crea una situación económica que la contrarrevolución explota hablando de los injustos precios de los sandinistas. Los ganaderos y productores de tabaco del valle influyen sobre los medieros con argumentos parecidos.

A pesar de la expansión de los créditos, del mejoramiento de caminos, de los avances en salud y educación, aún no ha cambiado sustancialmente la situación de muchos campesinos pobres del valle, de aquellos para los que se hizo la revolución.

Los asociados en cooperativas en Pantasma son todavía pocos. Es claro que los campesinos medios y ricos y una parte de los campesinos pobres que viven de ellos necesitan de la cooperativización para mejorar su vida. Pero su camino hacia esta convicción necesita de pasos previos de una organización que favorezca un desarrollo humano y político en la que se superen patrones individualistas. Los pequeños y medianos productores más o menos independientes necesitan también de la asociación, porque sin ella difícilmente podrán mejorar su productividad en la nueva situación revolucionaria. Pero también ellos necesitan consolidar un proceso que les permita abandonar la dinámica pasada en la que se aprovechaban del esfuerzo de los demás apropiándose así de sus excedentes. Los campesinos más acomodados tienen, pues, sólo dos posibilidades: intentar progresar a costa de establecer con los más pobres vínculos de explotación -tendencia que la revolución irá erradicando por muchos medios- o asociarse solidariamente con ellos para progresar juntos.

Mientras esta opción por la solidaridad, por el compartir por el trabajo colectivo, no sea la opción mayoritaria de todos los estamentos campesinos, la contrarrevolución podrá sacar algunas ventajas de la herencia de insolidaridad e injusticia que el somocismo dejó en valles y campos de Nicaragua.

LA RECONSTRUCCION

Paso a paso y con coraje

El temor, la dispersión inicial provocados por el ataque contrarrevolucionario y un cierto pesimismo al ver prácticamente destruido el resultado de dos años de esfuerzo entre tantas dificultades, va dando paso de nuevo a la esperanza en el valle de Pantasma. El esfuerzo de los sectores populares organizados -ingeniosos, constantes, llenos de coraje- unido a la voluntad del gobierno revolucionario, están reconstruyendo esta especie de proyecto piloto.

Al día siguiente al ataque llegaron a la zona representantes de las instituciones estatales afectadas para asegurar la continuidad del proyecto. En una asamblea en que participó la población se tomaron acuerdos por ambas partes. En una semana estaban instalando locales provisionales del VIMEDA, de la Reforma Agraria y del Banco Nacional. Los funcionarios del Banco estudiaron mecanismos para no suspender el financiamiento a los campesinos. La maquinaria indispensable para la preparación de la tierra y la recogida de las cosechas fue respuesta en un 80%. Ya hay en Pantasma 5 nuevos tractores y dos desgranadores de café. Uno de los tractores destruídos fue reconstruido totalmente gracias al ingenio de un grupo de campesinos que tuvieron la iniciativa de desmontar los restantes tractores quemados para con las piezas que quedaron útiles "fabricar" uno. "Fue duro y largo, pero lo logramos", decía orgulloso Pedro Macías, quien dirigió el trabajo.

Al mismo tiempo, se formó una brigada en la que se integraron funcionarios de las distintas instancias estatales que operan en al zona para apoyar a los campesinos en el levantamiento de las cosechas. Al momento de escribir esto, la producción de maíz y frijol ha superado los cálculos estimados y el café está en plena recolección. A pesar de todo, Pantasma vive.

Y vive en la continuidad de los muchos proyectos emprendidos en esta zona. Actualmente se está implementando la campaña de vacunación bovina y el subsidio a los campesinos con cafetales afectados por la roya. A nivel financiero se están tomando medidas para agilizar los mecanismos del crédito para que éste llegue a los campesinos en el momento preciso. Otras medidas que continúan impulsándose están orientadas a mejorar la infraestructura con carreteras y vías de penetración. La falta de caminos ha sido una dificultad tradicional de los campesinos para sacar del valle su productos. También ha obstaculizado una mayor asistencia técnica por parte de la Reforma Agraria y ha influido en un cierto aislamiento y pasividad de sectores de la población ante la dinámica del proceso revolucionario.

Por otra parte, la dispersión de la población limita al aprovechamiento eficaz de los servicios que ya hay. Ultimamente se viene trabajando en lo que se llama un "pueblo base" que se ubicará en un sector del "corredor" de 5 kms. (7.000 habitantes) que es el núcleo más numeroso del valle y fue blanco del ataque contrarrevolucionario. El proyecto reubicará los caseríos más dispersos junto a las oficinas gubernamentales.

El pueblo contará con un centro de capacitación para preparar a los pequeños y medianos productores y ganaderos de la zona con el fin de que sean multiplicadores en sus propias localidades.

Está previsto darle mayor auge a la ganadería, formando como primer paso un hato en la zona. A partir de este hato central se mejorarían las piezas de los pequeños propietarios facilitando sementales y vacas lecheras.

A nivel agrícola se pretende fortalecer las Cooperativas de "Surco Muerto" que responden a una tradición del campesinado nicaragüense por la que varios campesinos se agrupan para alquilar colectivamente tierras a los terratenientes y en lugar de distribuirse las tierras alquiladas, cercándolas, dejan un surco sin sembrar para separar los lotes explotados por las distintas familias. De ahí su nombre de "surco muerto". Ciertas tareas las realizaban en común pero la responsabilidad de cada lote y el reparto del producto era individual. Este mismo principio se aplicará en estas cooperativas en donde ya no habrá terratenientes. Algunas tareas, especialmente las mecanizadas, se realizarán como si se tratara de una sola finca y otras serán individuales, obteniendo cada familia como ingreso el producto de su propia parcela.

Como una consecuencia inmediata al ataque, está el incremento de las milicias campesinas, que asegurarán el que no se repita jamás lo ocurrido el 18 de octubre. 300 nuevos milicianos hay desde entonces en Pantasma.

Igualmente, está la reciente entrega de más títulos de tierra a medianos y pequeños productores y a asociaciones cooperativas. De igual modo, más del 50% de los campesinos de la zona se han beneficiado ya con la condonación de la deuda acumulada desde el somocismo.

Todas estas medidas y un nuevo espíritu de trabajo que va naciendo de las nuevas relaciones sociales que fomenta la revolución aseguran en Pantasma, a pesar de todos los golpes, el fortalecimiento del movimiento cooperativo, clave para el desarrollo de la zona y para la elevación de la conciencia campesina.

A organizar una cooperativa en el Río Coco -germen para un proyecto popular más ampliio- se dedicó Sandino en 1932, después de lograr su increíble victoria sobre las tropas norteamericanas que ocupaban Nicaragua. "Para mí esta cooperativa, después de expulsados los marinos, es lo más importante. Tanto es así que no abandonaré esta cooperativa sino muerto, " decía el General Sandino. Hoy enfrentados a los mismos enemigos, es claro para los nicaragüenses revolucionarios que para poder expulsar definitivamente los restos del somocismo, las cooperativas son una de las piezas más importantes. En la resistencia de Pantasma se vio que hay campesinos que no abandonaron las cooperativas sino muertos.

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