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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 195 | Junio 1998

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El Salvador

Izquierda y derecha en el vendaval pre-electoral

Ya aparecen en la línea del horizonte político las elecciones presidenciales de marzo de 1999. ¿Retirará la derecha a su ya proclamado candidato "de laboratorio"? ¿Por qué fórmula presidencial se decidirá la izquierda? ¿Quién ganará: ARENA o el FMLN? ¿Y qué sería lo más constructivo para el futuro de El Salvador?

Ismael Moreno, SJ

Para los partidos políticos y sus dirigentes el horizonte político tiene un límite preciso: las elecciones presidenciales del 7 de marzo de 1999. El propio Presidente de la República, Armando Calderón Sol, lo dejó claro el 29 de marzo, cuando Francisco Flores fue presentado como el candidato de ARENA a la Presidencia. "De ahora en adelante le dijo usted será el protagonista de todo".

Inevitable dilema

En ese cercano horizonte está también planteado el dilema político que ha de definir la relación de los partidos salvadoreños con la sociedad civil de comienzos de siglo. O la campaña electoral sigue alimentando una perspectiva meramente electorera como ha sido la tendencia dominante en todos los partidos, incluida la izquierda , o los partidos y especialmente la izquierda revierten esa tendencia y convierten las elecciones de marzo 99 en una oportunidad para presentarle al país propuestas de impacto nacional que respondan a los problemas de pobreza, desempleo, violencia, delincuencia, corrupción y deterioro del medio ambiente que son los que despiertan mayor sensibilidad social.

Electoralismo o debate

De confirmarse la tendencia hacia la consolidación de una campaña meramente electorera lo que ya van indicando los primeros pasos pre electorales los partidos, independientemente de quién de entre ellos gane la Presidencia, se alejarán más de lo que ya lo están de la sociedad salvadoreña. Pero, si asumen propuestas serias para enfrentar los problemas que impactan más negativamente a la población, habrán contribuido independientemente de quien gane o pierda a poner en marcha un proceso que enriquezca con el debate la cultura política nacional y que rescate la credibilidad de la ciudadanía en la política y en los políticos.

En El Salvador ha ido aumentando la conciencia de que los actuales partidos políticos no sólo no están siendo catalizadores de los grandes problemas nacionales, sino que, con frecuencia, se constituyen ellos mismos en los obstáculos que impiden que esos problemas se ventilen en las esferas gubernamentales.

Y así como el horizonte de las elecciones de marzo es el imán que mueve a los partidos y a sus dirigentes, la mayoría de la sociedad sigue los debates y las confrontaciones desde lejos o sencillamente los ignora. Así lo demostraron las elecciones para diputados y alcaldes de marzo de 1997, cuando más de la mitad de la población se abstuvo de votar, y así lo indican también las encuestas de los últimos meses que ya hacen sondeos sobre las próximas elecciones.

En febrero, una encuesta del Instituto de Opinión Pública (IUDOP) de la UCA de San Salvador daba cuenta de que casi 6 de cada 10 ciudadanos o no estaban dispuestos a votar o no sabían qué partido o candidato elegir. En esta situación no les sobra tiempo a los partidos para salir de sus reducidos escenarios actuales y abrirse a los reales escenarios en donde lucha y sobrevive la mayoría de la población. De no hacer este esfuerzo, después de la contienda electoral los partidos se descubrirán a sí mismos en un escenario aún más reducido que el que ahora controlan.

Campaña a todo vapor

De cualquier manera, los diversos partidos han puesto en marcha a todo vapor el marketing pre electoral. Está fuera de dudas que sólo tienen oportunidades de acceder a la Presidencia de la República los candidatos de las dos fuerzas que polarizan el espectro político: ARENA y el FMLN. Sin embargo, todos los demás partidos, medianos y pequeños, se afanan en participar para alcanzar cualquier pedazo de la guayaba electoral. "Sabiendo que es imposible que los partidos pequeños enfrentemos a las poderosas maquinarias de ARENA y del FMLN, tenemos que luchar por definir una amplia alianza de centro, quizá no para agotar todas nuestras fuerzas en la contienda del 7 de marzo, sino para lograr una segunda vuelta electoral que asegure a esta alianza una cuota de poder, para con él lograr romper la polarización entre la derecha y la izquierda", plantea la ex guerrillera del FMLN, Ana Guadalupe Martínez.

Candidatos o liderazgos

Una vez que el 29 de marzo ARENA presentara a su candidato a la Presidencia Francisco Flores se desató la lucha para definir la fórmula presidencial del FMLN. Y así como Paco Flores no representa a los sectores más poderosos del gran capital salvadoreño, tampoco el FMLN ha logrado encontrar entre su militancia tradicional a un candidato suficientemente representativo. La preocupación de los dos partidos mayoritarios por elegir candidatos "notables" refleja lo que otra encuesta del IUDOP de la UCA evidencia: la ausencia de liderazgos políticos en El Salvador. Esta encuesta, también de febrero, habla de más de un 53% de los encuestados que se sienten incapaces de identificar a alguien como el mejor candidato para la Presidencia. Más de un 20% de éstos rechaza a cualquiera de quienes en el momento de la encuesta se perfilaban como posibles candidatos de los dos partidos mayoritarios.

La crisis de ARENA

De un oscuro puesto de segunda en el Ministerio de Planificación en el gobierno de Alfredo Cristiani, Paquito Flores pasó a la Presidencia de la Asamblea Legislativa en un período en que la polarización entre la derecha y la izquierda urgía de un mínimo de negociación para no paralizar la labor parlamentaria. Flores cayó allí como anillo al dedo. Conociendo pocas interioridades de ARENA y sin tener compromisos firmes con los grandes personajes políticos de la derecha nacional, su presencia conciliadora le daba seguridad al FMLN. Los mismos diputados del FMLN aseguran que Paquito fue Presidente de la Asamblea "a pesar de ARENA" y porque ante los diputados mafiosos de la derecha presentaba una notable "cara de yo no fui".

Cuando el 21 de septiembre de 1997 la Asamblea de ARENA eligió como Presidente de su Comité Ejecutivo Nacional a Alfredo Cristiani, todos los analistas coincidieron en que el partido de la derecha atravesaba por la peor de sus crisis internas desde su fundación, y aseguraron que decantarse por el ex Presidente de la República para la dirección del partido era expresión de una grave ausencia de liderazgo y de la posición de fuerza ejercida por el sector financiero de ARENA sobre los sectores comerciales del partido. La selección de Cristiani era también señal de un desgaste que obligaba a ARENA a actualizar su discurso, su propuesta y sus métodos. De no haberlo hecho, el partido estaba condenado a una muerte segura. Seis meses después de aquella elección de Cristiani, ARENA parece rectificar su rumbo presentando como candidato a un joven profesional sin ninguna trayectoria en la política nacional.

Un candidato de laboratorio

Como candidato, a Francisco Flores no se le ha visto aún arrancar. En los primeros días después de su designación, los medios escritos llenaron páginas destacando la juventud, los estudios y el ejemplo de buen padre de familia del candidato arenero. Es opinión general que Flores llegó a ser candidato después de encuestas y de cálculos, y no por méritos y liderazgo propios. Un típico candidato de laboratorio.

De una mediocre presencia en la política, Paco Flores fue lanzado a la candidatura presidencial por la necesidad de ARENA de recuperar credibilidad ante la cada vez más amplia clase media urbana salvadoreña, que representa el mayor caudal de votos, que está golpeada por las duras medidas económicas y que expresa su desencanto ante la gestión de los areneros. Ofrecerle a esta población un rostro ligado al gran capital no parecía cuadrar con los objetivos electorales de ARENA. Las encuestas hechas por ARENA señalaban como características necesarias para asegurarle un triunfo al partido un candidato joven, muy bien educado y sin una notable trayectoria política. Así, Francisco Flores surgió en ARENA primero como un precandidato "incómodo", y después como el candidato "ideal", tal como fue publicitado por los voceros internos del partido.

Del laboratorio a la realidad

Una primera lectura de la selección de Flores llevaba a la conclusión de que ARENA ponía punto final a su historia de partido político radicalmente derechista, nacido de la guerra y para la guerra, y dejaba atrás los oscuros tiempos de su fundador Roberto D`Aubuisson. Pero después de dos meses de anunciada la candidatura de Flores, esa primera lectura está muy lejos de confirmarse.

El candidato de laboratorio no parece capaz de pasar la prueba en el terreno de la realidad. El rechazo que padece de parte de los "grandes" de ARENA se evidencia en su ausencia en los medios de comunicación de la derecha, en las críticas cada vez más públicas que recibe de parte de destacados voceros de la derecha y en su limitada capacidad personal para hacerse una imagen pública propia, más allá de la que le conceden los medios. Los rumores llegan incluso a vaticinar que los areneros están tan descontentos y frustrados con su candidato que no sería extraño que un día cualquiera anuncien que Paquito padece una enfermedad que lo incapacita para continuar en la campaña electoral. Flores no parece dar más de sí y los "dueños" de ARENA confiesan que la única salida es quitarlo y poner a otro, aun arriesgándose con ello a avanzar más en el callejón del descrédito en el que han venido metiendo al partido a lo largo de los últimos seis años. Un callejón en el que difícilmente podrán hallar salida.

Atrapada en sus trampas

Después de más de seis años de haber finalizado el conflicto armado, la derecha salvadoreña no logra salir aún de las trampas que construyó en la guerra. Los sectores más duros de la derecha económica y política que a comienzos de los años 80 se agruparon en torno a la figura del Mayor D`Aubuisson para crear ARENA llegan al final del siglo desplazados por el sector de Cristiani, a quien a finales de los 80 los duros le entregaron la dirección de ARENA para poder presentarle a Estados Unidos una cara más moderada que les asegurara un respaldo continuado con el que seguir haciéndole frente al comunismo.

Los fundadores de ARENA acusan hoy al sector de Cristiani al que llaman "los mercantilistas" de usar el poder para enriquecerse, y de conducir al país a las peores condiciones económicas con el único objetivo de consolidar a una nueva élite financiera y a un reducido grupo de grandes comerciantes, que han acabado por reemplazar a la antigua oligarquía cafetalera y terrateniente.

Esta pugna entre los sectores del gran capital se reavivó desde que Cristiani retomó la dirección de ARENA en la Convención de septiembre de 1997. Miembros de la vieja guardia arenera no dudan en afirmar que es Cristiani quien actualmente gobierna el país y que Armando Calderón Sol es sólo una pantalla tras de la cual se mueven quienes, en su afán de aumentar riquezas, se vinculan a todo tipo de negocios legales o ilegales.

Los "negocios" de Cristiani

En un documento de circulación restringida, miembros del sector ultraconsevador de ARENA señalan que Cristiani y compañía supieron capitalizar la paz para consolidar sus negocios y llegan a afirmar que con capital vinculado a los carteles de la droga de Colombia este sector se habría apoderado del Banco Cuscatlán creando mecanismos para controlar desde esta institución el enorme flujo de dólares de las remesas familiares y los fondos de la cooperación internacional vinculados al proceso de pacificación, y para lavar el dinero proveniente del narcotráfico. Esto dio lugar a un boom económico que posibilitó que el país pasara de una economía productiva a una economía basada en la especulación, que elevó a niveles incontrolables el costo de la vida, provocó una recesión que ha golpeado de muerte a los sectores agrícola e industrial, llevó a un 70% de la población a vivir en pobreza extrema y consolidó el capital del sector financiero y del gran comercio.

Este es el contexto que parece estar en el fondo de la decisión de ARENA de presentar un rostro nuevo en la campaña electoral. El fenómeno "Paco Flores" responde a la necesidad de presentar una figura de consenso y no ligada a la línea dura de la reciente historia arenera y que, a la vez, limpie el rostro cada vez más manchado por la corrupción de los políticos tradicionales de la derecha.

A finales de la década anterior fue Cristiani quien jugó con éxito ese papel. Las elecciones presidenciales de marzo de 1989 que él ganó se dieron en el marco del proceso de paz centroamericano de Esquipulas, que propugnaba por salidas negociadas a los conflictos del área. Figuras como D`Aubuisson perjudicaban la necesaria moderación y búsqueda de diálogo que podría poner fin al conflicto salvadoreño. Cristiani, un administrador de empresas graduado en los Estados Unidos y sin "cola" en la represión, representaba una garantía para la derecha y para el ejército y abría espacios de confianza en el gobierno de Estados Unidos.

Izquierda: el debate que no cesa

Aunque conyunturalmente el debate en el FMLN parece concentrado en la elección de una fórmula presidencial que represente a las diversas corrientes que se mueven en el interior del Frente, más de fondo existe una discusión teórica y práctica estratégica: la identidad revolucionaria de la izquierda en El Salvador.

¿Es la socialdemocracia la expresión inevitable de la izquierda salvadoreña de finales de siglo? ¿El objetivo socialista que aparece en los estatutos del FMLN tiene que expresarse en una permanente confrontación con los sectores de la derecha? ¿Qué es lo que define exactamente a la izquierda en El Salvador? ¿Acaso el pragmatismo y, por consiguiente, el privilegiar una negociación con el gran capital, corriendo el riesgo de acabar siendo sólo un instrumento amortiguador del neoliberalismo? ¿Es socialista la membresía aglutinada en el FMLN? Y si así fuera, ¿qué significa ser socialista en tiempos neoliberales? ¿Es este debate una discusión sólo de cúpulas? ¿Cómo participan en este debate los sectores sociales populares vinculados al FMLN?

El "rumbo" del FMLN

El debate necesario no puede ser sólo una pugna entre los dirigentes del FMLN por ganar espacios de poder o una simple expresión de la simple búsqueda por acceder al gobierno creyendo que así se está accediendo al poder. Reducir el debate a intereses coyunturales significaría cerrar los ojos ante la necesidad que tiene la izquierda de definir su nuevo papel en la historia salvadoreña y ante la urgencia que existe por definir nuevos escenarios de la lucha que no pueden reducirse a la lucha por puestos en el gobierno y por formular un proyecto nacional que recoja las principales demandas de los sectores sociales y evite los desgastes que genera la burocracia estatal y la pérdida de credibilidad que nace cuando los dirigentes se separan de los procesos de base, desgaste y falta de credibilidad de los que difícilmente una izquierda en el poder se podría reponer.

El debate interno en el FMLN tuvo su más clara expresión en el documento "Sobre el rumbo actual del FMLN" hecho público por los medios de comunicación a mediados de mayo. En él se cuestiona la línea del sector de Facundo Guardado, que plantea buscar acercamientos con sectores de la derecha para definir eventuales alianzas electorales. El documento apareció sin firma, aunque todos lo atribuyen al sector "ortodoxo" que liderean Schafik Handal dirigente del antiguo Partido Comunista Salvadoreño y separado de las estructuras de coordinación del FMLN y Leonel González (Salvador Sanchéz Cerén) de las ex FPL, desplazado de la coordinación del FMLN por Facundo Guardado en la V Convención Nacional celebrada en diciembre de 1997 .

Ortodoxos y renovadores

El polémico documento fue de inmediato retomado por la derecha y utilizado en el marco pre electoral por los grandes medios para probar la división que estaría carcomiendo al principal partido de oposición. La derecha insistió en poner sobre el tapete nacional una división del FMLN basada en las mismas contradicciones ideológicas del pasado, tratando de exacerbar los ánimos de "renovadores" y "ortodoxos" presentando a unos como socialdemócratas y a los otros como marxistas y violentos.

En el documento se analiza lo sucedido en la V Convención Nacional del FMLN, en donde Handal y González fueron desplazados de la dirección del Frente y, en su lugar, ocuparon posiciones directivas Facundo Guardado, Violeta Menjívar, Ileana Rogel y otros dirigentes, a quienes se les acusa de asumir posiciones pragmáticas que en vez de orientar al FMLN hacia la lucha por un auténtico proyecto histórico de izquierda revolucionaria arrastran al partido hacia un proyecto diferente. Más allá del interés de ARENA y del periodismo a su servicio de maximizar los problemas internos de la izquierda, nadie duda del debate interno en el FMLN, un debate que ha cobrado mayor relieve al tener que decidir la fórmula presidencial.

Buscando la fórmula


Los dirigentes del FMLN reconocen la necesidad de hacer alianzas como condición para enfrentar a ARENA y ya dieron los primeros pasos. El pequeño partido socialcristiano USC no sólo estableció una alianza con el FMLN, sino que oficializó la precandidatura de su dirigente, Abraham Rodríguez, añejo dirigente político y fundador, junto con el extinto Napoleón Duarte, de la Democracia Cristiana. Hay también acercamiento y discusiones del FMLN con partidos como Convergencia Democrática, el naciente partido LIDER (Liga Democrática Republicana) autodefinido como el de "la derecha decente" y hasta con la Democracia Cristiana. El 26 de julio, el FMLN deberá elegir su fórmula presidencial.

Además del ya postulado Abraham Rodríguez, propuesto por la USC, el sector de Handal y González avalan las precandidaturas del economista Salvador Arias y de la ex Procuradora de Derechos Humanos Marina Victoria de Avilés. Han aparecido también los nombres de Héctor Dada analista político y fundador de la Democracia Cristiana, actual concejal en la capital y sin militancia política y de Héctor Silva, actual alcalde de San Salvador y figura de gran relieve político de acuerdo a todas las encuestas realizadas. Silva niega su eventual candidatura con el argumento de que el pueblo le dio un mandato para ser alcalde de la capital y dejar el puesto a medio camino sería una irresponsabilidad y un error político para el presente y para el futuro.

¿Una carta secreta?

Otros nombres son el de Salvador Samayoa, académico y antiguo miembro del FMLN, y el de Violeta Menjívar, diputada del FMLN y actual secretaria de la directiva de la Asamblea Legislativa. En la tómbola de nombres se habla de un fuerte novimiento para postular a Facundo Guardado como candidato a la Presidencia, dejándole a los aliados del FMLN el elegir al candidato a la Vicepresidencia. Si existe un acuerdo en el Consejo Nacional del FMLN de que la fórmula sea un hombre y una mujer, puede pensarse que de ser Facundo Guardado el candidato, su compañera de fórmula sería Marina Victoria de Avilés. Sin embargo, en política pasa como en el fútbol: mientras no se oiga el silbato final no se puede decir quién ganó el partido.

Que Facundo Guardado sea la carta secreta que se maneja detrás de otros muchos nombres ha exacerbado los ánimos y radicalizado posiciones y prejuicios que se arrastran desde los tiempos de la guerra, actualizando debates como el que expresa el documento "Sobre el rumbo del FMLN". De no trasladar este debate a las mayorías donde unicamente se puede definir con honradez el rumbo de la izquierda , el FMLN estaría entrando en el movedizo terreno de las pugnas de poder que, más temprano que tarde, acabarán profundizando sus divisiones y alejándose aún más de las mayorías, únicas aliadas desde donde la izquierda, hoy y siempre, puede seguir teniendo credibilidad.

¿Qué triunfo es el mejor?

Hay quienes opinan que el FMLN no está todavía preparado para gobernar al país. Las elecciones legislativas y municipales de marzo del 97, que le dieron una amplia cuota de poder, encontraron a los dirigentes del partido de izquierda poco preparados para hacer frente a los tremendos desafíos de compartir el poder con la poderosa derecha salvadoreña. Y con mucha tela que cortar al interior del mismo FMLN. Las victorias del 97 fueron también una escuela importante para descubrir errores y valorar capacidades internas. Ganar las elecciones presidenciales y gobernar un Estado hecho al gusto y antojo del gran capital sería un reto descomunal para el FMLN. Desde esta perspectiva, lo mejor que podría ocurrirle a la izquierda sería entrar con toda la fuerza posible al actual proceso electoral para ganar mayores espacios de poder, desde los que ganar en presencia y en experiencia, conservándose cercano de los sectores populares de base.

En estas elecciones el FMLN debería jugar a ganar, pero a ganar a largo plazo. El poder no radica ni en el Estado ni en sus funcionarios. Está en los grandes ejes de una economía que ha estado siempre en manos oligárquicas. Si estas manos pierden las elecciones, estarían dispuestas a todo para mantener el control económico, y para hacerlo pactarían cualquier cosa con toda la izquierda que se les ponga delante. El gran capital, dueño de todos los hilos, podría así devorar a la izquierda ganadora con todo y sus palabras.

En el gobierno, el FMLN puede verse reducido a ser administrador de los intereses del gran capital, manteniendo un lenguaje contestatario. En los hechos, el FMLN estaría condenado a perder su identidad de izquierda, aunque mantuviera a sus antiguos dirigentes. Del triunfo en las elecciones de marzo del 99 a la cooptación no habría mucha distancia que recorrer.

¿Qué izquierda es la mejor?

El FMLN debe seguir jugando a la audacia de ser izquierda fuerte, seria, honesta y conductora de procesos nacionales ¿Tiene actualmente esa capacidad si llegara a ser gobierno? Un triunfo en marzo del 99 podría encontrar al FMLN debilitado internamente, inexperto en asuntos nacionales y desprovisto de todo el poder necesario para hacerle frente al poder del gran capital. Además, el triunfo del FMLN en las elecciones presidenciales daría a los desgastados sectores de la derecha una tregua, en la que tomarían el respiro necesario para volver a tomar las riendas del poder en El Salvador dentro de cuatro años, con fuerza renovada y con el aliciente de que la voz de denuncia de la izquierda habría perdido la altura moral que tiene hoy y que podría incrementar si hace una oposición seria. Por todo esto, son muchos los que piensan que el mayor triunfo para el FMLN en marzo del 99 será el que le dé todos los espacios necesarios para asegurarse el triunfo total en las primeras elecciones que se celebren en el nuevo siglo.

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