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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 192 | Marzo 1998

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Nicaragua

En la muerte del BANADES (R.I.P.)

Muerto y enterrado el BANADES, nace una nueva institución estatal: el Fondo de Crédito Campesino. ¿Reencarnación, resurrección o nueva criatura? ¿A través de quiénes financiará a los pequeños productores, como es su mandato? ¿A través de las ONGs dedicadas al crédito o a través de la banca privada? En el velorio del BANADES conviene empezar a responder a esta pregunta.

José Luis Rocha

El pobre es un desgraciado
por causa de su pobreza.

Si al pobre lo ven postrado
ya dicen que es por pereza.

Si toma un trago es picado
y si no toma, torpeza.

Si lleva pisto es robado,
pero si pide prestado
¡le dicen que es sinvergüenza!

Por los caminos van los campesinos, Pablo Antonio Cuadra

Tras un prolongado harakiri, el Banco Nacional de Desarrollo (BANADES), el más antiguo en el Sistema Financiero Nacional de Nicaragua, con 85 años de exis tencia, expira en mayo. Antes de morir, el BANADES trasladó la totalidad de sus depósitos, estimados en 950 millones de córdobas (50 mil ahorrantes), a sus dueños o, con el consentimiento de éstos, a la banca privada. Sus 327 clientes en mora continuarán atendidos por Cobanicsa y, con la cartera de créditos que venda a la banca privada, habrá llegado su hora de descansar en paz."En 1992 se dijo que el BANADES debía ser cerrado. Con el cierre, se hubiera evitado toda esa piñata", dijo antes del entierro Francisco Lainez.

Desde hace tiempo, el BANADES venía "matándose con su propia mano". Como el colonizador Pedrarias Dávila, se metía anualmente en su sarcófago y se hacía cantar un réquiem. Investigadores, funcionarios públicos, empresarios, políticos y periodistas venían cacareando las razones para su sepelio:

- Sus pérdidas, estimadas en 50 millones de dólares anuales en 1991 96, eran una rémora para las finanzas del Estado.

- El reforzamiento de la cultura de no pago por la impunidad de que disfrutaron sus grandes morosos, tenía efectos adversos sobre todo el sistema financiero. Los favorecidos eran los compadres y la clientela política de los sucesivos administradores del BANADES. Los clientes parecían acudir al BANADES al grito de ¡Pendejo el que presta y más pendejo el que paga! Pero para la intermediación financiera la tolerancia de la mora es una bomba expansiva.

- El ostensible incumplimiento de la misión que se le había asignado el financiamiento a los pequeños y medianos empresarios rurales , lo deslegitimaba ante la opinión pública. La cartera del BANADES, aun en el momento de sus estertores, mostraba una concentración mayor que la de siete de los diez bancos privados que funcionan en Nicaragua.

- El reiterado anuncio de su cierre terminó por hacerlo colapsar. Los anuncios del derrumbe de instituciones financieras provocan lo que proclaman y son el dispositivo más eficaz para que el big crunch se acelere: la evolución porcentual de la mora del BANADES pasó de 6.1% del total de la cartera en julio 96 a 21.2% en abril 97.

¿Un triunfo del neoliberalismo?

En el desplome del BANADES se ha querido ver la confirmación de una de las más rancias tesis neoliberales: el Estado es un pésimo administrador. Pero ni la gestión privada es garantía de probidad y eficiencia ni la ineficiencia y corrupción están ligadas forzosamente a los administradores del Estado. Para muestra, dos recientes escándalos financieros de instituciones privadas: el forzoso saneamiento de las asociaciones de crédito a la construcción de Estados Unidos, tras un período de regulación blanda, que costó a la administración federal más de 100 mil millones de dólares en 1989; y el reciente fraude de FINSEPRO, financiera privada salvadoreña, que costó millones a los depositantes y su cargo al Superintendente de ese país y estuvo a punto de desencadenar un pánico financiero generalizado en El Salvador.

Aquellos que escrutan los acontecimientos económicos en busca de una confirmación de que los funcionarios del Estado son indefectiblemente malos administradores, no encontrarán en el colapso del BANADES un soporte sólido, puesto que aunque uno de los gerentes del BANADES participó de los vicios del clientelismo todo lo que pudo y pudo mucho , su poco satisfactoria gestión como funcionario público no le impidió seguir apoltronado en un sillón de la Junta Directiva del BANEXPO, uno de los bancos privados más accesibles y eficientes del Sistema Financiero Nacional (SFN), el segundo más rentable en 1996, con baja mora y con el 92% de la cartera colocada en clientes de absoluta seguridad de pago.

Una muerte lenta y muchas promesas

La reducción experimentada por el BANADES desde 1990 ha ido dejando en el abandono a muchos productores rurales. De 1990 a 1996 los montos de crédito del SFN al sector agrícola se redujeron de 92.4 a 64.52 millones de dólares y la participación porcentual de 17.36% a 11.7%. Sea por el fracaso de la gestión estatal por ser estatal o sea por el oportunismo de sectores oligarcas que hicieron desde el Estado lo que no toleran desde la administración privada el caso es que la progresiva reducción del BANADES de más de 80 mil productores atendidos en 1990 a menos de 7 mil en 1997 ha tenido un impacto en el sector rural que el crecimiento de la banca privada no subsana ni con toda su cartera, aun en el supuesto de que todos sus créditos los dirigiera al sector agropecuario. La herencia del BANADES es magra. Como de hecho había venido muriendo desde hace tiempo, lo que ahora enterramos es ya muy poco.

El gobierno liberal apostó a una "reencarnación". 1997 fue un año pródigo en promesas de proporcionar recursos al agro. Entre otras muchas, estuvieron las ofertas del gobierno de financiar a más de 34 mil familias la siembra de maíz y frijoles; el Programa de Certificados agropecuarios (Certiagro) de BANCENTRO y el compromiso de que la banca privada dirigiría 900 millones de córdobas en créditos al sector agropecuario. Sin contar la promesa mayor, el eje de la campaña electoral de Arnoldo Alemán: hacer de nuevo de Nicaragua "el granero de Centroamérica". Pero tantas promesas de financiamiento al agro parecían querer operar bajo la misma presunción de la novela de Huxley Un mundo feliz: a base de repetir una afirmación miles de veces, ésta creaba la realidad que pretendía describir. Así se pretendió con el bombardeo de promesas de financiamiento, pero fue más el ruido que las nueces...

Los protagonistas del "granero"

No está de más repetir la importancia que tiene financiar al sector agropecuario nicaragüense. Los productores agropecuarios aportan el 26% del PIB nacional, generan un 40% del empleo total del país y representan el 25% de la población económicamente activa a nivel nacional. La producción exportada del sector agropecuario representa más del 60% de las exportaciones totales de Nicaragua. A pesar de estas cifras contundentes, quienes residen en áreas urbanas obtienen siete veces más inversión pública per cápita que los que viven en áreas rurales.

La producción de granos básicos sigue siendo la actividad agrícola de mayor importancia y dinamismo en el país, presentando una tendencia generalizada de crecimiento. Representó en 1996 97 el 73.7% del área total cosechada y creció en los últimos cuatro años a una tasa promedio anual del 4.33%. Si se quiere conocer el comportamiento de la pequeña y mediana empresa rural, con éste lente es con el que hay que mirar. Sin embargo, mientras en 1990 fueron habilitadas con crédito de la banca estatal 57 mil manzanas de frijol y 150 mil 200 de maíz, en 1997 sólo se habilitó 1 mil 300 de frijol y 9 mil 800 de maíz. Para empezar a reconvertirnos en "el granero de Centroamérica", el nuevo gobierno anunció un plan de crédito de 100 millones de córdobas para 70 mil productores de 130 mil manzanas de granos básicos. En esa cantidad, el BANADES pondría 42 millones. ¿En qué quedó?

Y el nuevo ESAF trae malas noticias: "Las políticas de crédito dirigidas en favor de la agricultura recientemente fueron eliminadas y no serán reintroducidas." Detrás de esta decisión anida el mal concepto en el que se tiene a la banca estatal de desarrollo, aunque la mala gestión no sea patrimonio exclusivo de la banca estatal ni sus funcionarios sean siempre ineptos.

Fondo de Crédito Campesino: el relevo

Muere el BANADES y nace una nueva institución estatal, el Fondo de Crédito Campesino. Creado por el Ministerio de Agricultura, se espera de este Fondo que supla la demanda de crédito de las pequeñas y medianas empresas rurales. Según el nuevo ESAF: "Para satisfacer las necesidades de crédito de los pequeños agricultores, el gobierno establecerá un fondo que operará como una institución de segundo piso, contando con la ayuda de las sucursales bancarias, cooperativas y ONGs especializadas con las mejores prácticas en finanzas rurales, para que el crédito llegue directo a los agricultores pobres".

Para que naciera esta criatura, el gobierno lanzó este diagnóstico: la mayor parte de la cartera del BANADES fue acaparada por 500 clientes, esos pocos favorecidos hicieron quebrar la institución y ahora pagan justos por pecadores porque los créditos para el campo deben constreñirse. La banca privada tiene plata para prestarles, pero necesita garantías sólidas garantías hipotecarias porque sólo de esa forma recuperará el dinero en caso de que no le paguen, pero los pequeños productores por lo general carecen de esas garantías. Realmente, la banca privada ha hecho un esfuerzo y, entre 1996 y 1997, incrementó en un 168% los préstamos agrícolas, incursionando en nuevos nichos de mercado: productos no tradicionales de microempresas que producen mayor valor agregado. Conclusión del diagnóstico: hay esperanza en la banca privada, pero muchos agricultores pobres no son sujetos de crédito y requieren todavía de apoyos estatales.

Después de diagnosticar, el gobierno lanzó su propuesta: retirar al Estado de la banca en general y de la banca rural en particular. ¿Cómo? Cerrando el BANADES y privatizando el BANIC, fomentando la entrada de servicios financieros privados en el sector rural, cambiando el marco regulador para que sean admitidos como garantías otros bienes no hipotecarios, promoviendo programas de titulación y decisión estelar fomentando el crédito no subsidiado a través del nuevo Fondo de Crédito Campesino, entidad financiera de segundo piso no presta directamente al productor , que prestará no a bancos comerciales, pero sí a ONGs financieras que actúan como bancos rurales o a cooperativas, siempre y cuando modifiquen sus estatutos y reciban la capacitación requerida para cumplir con ciertos requisitos. Por añadidura, se reducirá el exceso de ONGs trabajando en un mismo territorio por la falta de coordinación entre ellas. Los recursos del Fondo de Crédito Campesino provendrán de la cooperación internacional y serán orientados por regiones y por prioridades. Y el Fondo será parte de un proyecto más amplio de desarrollo rural que comprende asistencia técnica y obras de infraestructura.

Dudo, luego existo

Aunque es evidente que la iniciativa de crear el Fondo de Crédito Campesino es muy plausible y es prematuro juzgar esta nueva institución estatal, no está de más curar nos en salud introduciendo algunas dudas razonables. En principio, no se entiende por qué razón esta nueva instancia estatal será inevitablemente más eficaz que las anteriores. Si el BANADES fracasó por ser un órgano del Estado y por su orientación hacia el fomento del desarrollo para muchos sinónimo de condonaciones y subsidios , ¿qué garantiza ahora una gestión honesta, eficiente y adaptada al sector? ¿Qué hará que la supervisión sea en este caso efectiva?

Aparentemente, la gran novedad y diferencia de la institución consiste en ser de "segundo piso", en que no efectuará intermediación directa. Los riesgos y costos serán asumidos por las ONGs o cooperativas elegidas, previa calificación, que prestarán directamente. Pero ¿cuáles serán los criterios para verificar si la ONG tiene el pedigrí requerido? ¿El color político? Es de dominio público que en Nicaragua predominan las ONGs rojinegras y de izquierda, o en todo caso de colores no afines al rojo liberal. Lo mismo vale para las cooperativas. ¿Serán consideradas aptas, financiera o ideológicamente?

Es obvio que intermediar crédito a los productores rurales constituye una privilegiada plataforma política. ¿Será posible que no se exploten los créditos para hacer inversión electoral? ¿Empezarán a brotar, como por generación espontánea, una buena cantidad de ONGs pro gubernamentales? Si durante el primer año de gobierno liberal la UNAG, por ser de origen sandinista, no ha obtenido recursos del Programa Nacional de Desarrollo Rural que creó el gobierno Chamorro e incluso ha tenido dificultades para que le sean desembolsados los créditos que contrató antes del cambio de gobierno, ¿calificará CARUNA, afín a la UNAG , ante el Fondo de Crédito Campesino?

Tantas piedras hay en el camino

Habrá que estar alerta con el clientelismo y con el prurito de salir en la foto. Pero también con las transformaciones que el gobierno exigirá a las entidades que intermediarán los créditos. La intención de coordinar a las ONGs puede ser bienintencionada, pero puede esconder el propósito de controlarlas desde determinado color político. Son muy pocas las instituciones que realizan operaciones financieras en el campo con la suficiente solvencia como para pasar la prueba y calificar. La tecnología financiera adecuada el famoso know how no se improvisa. ¿Pensarán cargar sobre unas pocas ONGs todos los recursos hasta sobreendeudarlas?

Lo cierto es que, entre las que quieran evitar ser controladas y las que sean descalificadas independientemente del motivo , no se divisan en el panorama muchos intermediarios. Y como se habla de millones de dólares, la alternativa es que quienes pasen el examen del nuevo Fondo de Crédito tengan que ampliar su base de operaciones. Pero una expansión muy acelerada de sus servicios sería nefasta: crecimiento rápido significa desembolsos rápidos e indiscriminados y enseguida, sig nifica incapacidad de recuperar el dinero prestado.

La otra posibilidad es que sean aprobadas multitud de cooperativas, lo que supondría darle un seguimiento muy minucioso a su profesionalismo financiero y a su concentración de cartera. Monitorear a las cooperativas, naturalmente, aumentaría los costos. En este panorama es claro que el Fondo de Crédito Campesino se enfrentará a varios dilemas. ¿Tendrá o no capacidad de supervisión? ¿Superará la tendencia a calificar a las ONGs por su color político? ¿Seguirá un lento período de gestación mientras el campo languidece sin dinero u optará por la expansión acelerada con el peligro de no recuperar los créditos por haberlos colocado a lo loco? Las encomiables intenciones del Ministerio de Agricultura y Ganadería deberán sortear no pocos baches para materializarse.

Sin ánimo de defender al BANADES, su cierre y su sustitución ponen en evidencia, una vez más, los inconvenientes de que cada nuevo gobierno sustituya instituciones. La economía de Nicaragua paga un alto precio por esta tendencia: el costo de manejar inadecuadamente una institución estatal, el costo de su quiebra, el costo de desmantelarla cumpliendo las obligaciones que contrajo y el costo de instalar su sustituta. Entre otras bases, el subdesarrollo tiene ésta: esa incapacidad de acumular experiencia, ese continuo volver a empezar, sin aprender de las lecciones del pasado.

Todas las dificultades señaladas apuntan a que, si los fondos que el gobierno va a destinar a la producción rural son realmente respetables, o permanecerán ociosos o serán colocados en buena medida a través de la banca privada. El plan de financiamiento a "los pequeños y pobres agricultores" incluye el allanar el camino para que la banca privada los atienda. En este caso, no habrá dilemas: las cargas se arreglarán sobre la marcha incrementando el papel de la banca privada.

Retrato de la banca privada

La banca privada nicaragüense ha crecido tanto desde 1990 que hoy tiene el 76% de todos los activos, el 75% de todos los depósitos y el 74% de todos los créditos del SFN. Con el cambio de paradigma, que estigmatiza a las tradicionales bancas de desarrollo estatal por su ineptitud y corrupción, la banca privada se ha entronizado, en todo el mundo y también en Nicaragua, como modelo de financiamiento: la poderosa mano invisible del mercado, obrando por su mediación, asignará los recursos a quienes sean capaces de emplearlos con mayor eficiencia.

Uno de los argumentos esgrimidos para mostrar el potencial de los bancos privados para financiar a los pequeños productores agrícolas es el que describe su tendencia a dirigirse hacia los clientes menos capitalizados: entre diciembre 93 y junio 97, la banca privada en conjunto redujo sus montos promedio de cartera: de 17 mil 730 a 3 mil 380 córdobas para la cartera en córdobas y de 34 mil 330 a 15 mil 810 córdobas para la cartera en dólares.

Salvo el BAMER, todos los bancos privados redujeron sus montos promedio, algunos de forma muy significativa. Entre ellos destaca el BANPRO. El informe de la Superintendencia de Bancos (SIB) incluye también cifras de los créditos entregados por estratos según sus montos. En su estrato menor, el BANPRO, por ejemplo, atiende a 9 mil 956 clientes con créditos promedio de sólo 8 mil 460 córdobas, y a 9 mil 889 clientes con créditos promedio de sólo 450 dólares, montos perfectamente accesibles al pequeño empresario y despreciables incluso para el mediano. En su estrato menor, el BANEXPO tiene un monto promedio de crédito de 2 mil 700 córdobas.

La banca privada ha crecido en clientes. La caída de clientes de la banca estatal de 61 mil 935 clientes a 26 mil 606 para la cartera en córdobas fue salvada por el incremento de clientes de la banca privada: de 3 mil 787 a 37 mil 530. Todos los bancos privados tuvieron un notable crecimiento en clientes entre diciembre de 1993 y junio de 1997.

El BANPRO, por ejemplo, pasó de tener 836 clientes a tener 10 mil 97 para sus créditos en córdobas y para sus créditos en dólares, de sólo 18 clientes a 10 mil 101. Y el BANEXPO saltó de 476 a 12 mil 564 clientes para la cartera en moneda nacional.

La banca privada no financia al agro

Del crecimiento y expansión de la banca privada poco se han beneficiado los pequeños productores agrícolas. Las versiones gubernamentales, excesivamente optimistas, sobre la responsabilidad de los bancos privados con los productores agrícolas del país, deben ser cuestionadas.

- Porque el crédito agropecuario de la banca privada representa porcentajes mínimos en la cartera de la mayoría de los bancos. En ocho de los bancos privados no llega al 17% de su cartera en dólares y en cuatro no supera el 10% de su cartera en córdobas.

- Porque sólo el BANPRO, presenta a la vez montos promedio accesibles a las pequeñas empresas y una cartera en dólares dedicada en un 30% al financiamiento agropecuario. Además, entrevistas a banqueros revelan que los créditos se ubican en los rubros menos riesgosos: café, maní, ganado y con una hipoteca como garantía. De donde se deduce que los montos de créditos pequeños no van al agro.

- Porque en el contexto de 300 mil productores sin financiamiento, la concentración de cartera de toda la banca privada y su reducido número de clientes convierten su aporte al agro en general, y a los pequeños y medianos productores rurales en particular, en algo menos que simbólico.

Pensar que esta situación la resuelve la titulación y un cambio en la regulación bancaria es ilusorio. El costo de los honorarios de los leguleyos y del registro, los pasajes y el tiempo, encarecen el crédito. En los montos pequeños de crédito que son los que solicitan los pequeños productores todos estos costos suponen un significativo porcentaje, especialmente si se trata de los que viven en zonas más remotas. Tampoco la solución es facilitarles la presentación de una garantía hipotecaria. En la práctica, éste no ha sido el obstáculo para que la banca privada se vuelque hacia los pequeños productores rurales. Para justificar el haber descuidado a los pequeños, la banca privada invoca frecuentemente tres falacias: "los pobres no pagan", "hay voluntad pero falta dinero", "las tasas de interés deben ser forzosamente altas y las decreta el mercado".

¿Los pobres no pagan?

La Superintendencia de Bancos (SIB) debe velar por la solvencia de las instituciones financieras para garantizar los depósitos del público. Con este fin, la SIB ha diseñado normas prudenciales para que las instituciones financieras efectúen permanentemente la evaluación de la calidad de sus préstamos, clasificándolos en cinco categorías de riesgo: el atraso en las cuotas, la capacidad global de pago, el historial crediticio y la calidad legal de las garantías en cuanto éstas cubran las obligaciones del deudor. La situación que crean estos criterios la condensó en una frase un comediante: "¡O sea que para conseguir un préstamo, encima tiene uno que demostrar que no lo necesita!" Y así es. De hecho, la garantía por excelencia es la hipoteca, que tiene que cumplir un sinfín de requisitos: valoración positiva de la SIB, tener un precio superior a la deuda, estar registrada legalmente, etc., etc. Porque para el banco vale más saber que podrá vender a buen precio los bienes hipotecados del posible moroso que su honestidad.

Según la Superintendencia de Bancos, "los sectores submarginales, en cuanto a su capacidad crediticia, son fácilmente identificables como grupo, por el tamaño de la empresa, la baja productividad física, y la desorganización de los mercados, que no permiten el apropiado control de la fuente de pago". Y añade: "Por lo general, la supervisión bancaria se hace difícil, si no imposible, por la falta de elementos de análisis para determinar la recuperabilidad de los préstamos individuales".



Elaboración en base al infome anual de 1993 y al informe semestral de 1997 de la Superintendencia de Bancos y de otras instituciones.

¿No pagan o no se les permite deber?

Las normas prudenciales cumplen una vez más el proverbio que dice: "Las leyes son como las culebras: muerden al que va descalzo". Porque es un hecho que tanta previsión y provisión no evitaron la quiebra del BECA y el total desahucio del BANADES. ¿Por qué? Las normas son insuficientes. Garantías sólidas pueden encubrir a una cuadrilla de ladrones, incluido a un Viceministro de Agricultura, y pedir esas mismas garantías es lo que impide el acceso al crédito de los pequeños empresarios del campo. Entonces, no es tanto que los pobres no paguen, sino que no se les da la oportunidad de deber.

En un seminario del BID, se reconoció que las regulaciones bancarias han sido por lo general concebidas teniendo en cuenta los tamaños de los préstamos que otorgan los grandes bancos comerciales. Pero ya hay países con prácticas más progresistas. En Bolivia y desde febrero 94, si los préstamos son menores a los cinco mil dólares, la única condición que cuenta es si el cliente se atrasó en sus pagos. Es cuestión de actualizarse. O como dice Gary Becker, Premio Nobel de Economía de 1992, "los mercados financieros se mueven a la velocidad de la luz mientras los organismos gubernamentales encargados de controlarlos aún están en la era de la máquina de escribir manual".

Las normas prudenciales de la SIB son un indicador de cuán lentamente avanzará el crédito hacia los sectores tenidos por riesgosos. Y aunque las normas no excluyen por sí mismas a los pequeños y medianos empresarios, sí le dan un espaldarazo a su exclusión. La SIB también debe impedir la concentración del crédito en pocos clientes. Pero en este punto sus normas son menos severas. Como la finalidad es repartir el riesgo y no el servicio, basta con que los préstamos no excedan de un cierto porcentaje del patrimonio del banco. Con esto se logra una concentración no riesgosa. Pero excluyente. En conjunto, el SFN presenta una llamativa concentración: en la cartera en córdobas, el 94.54% de los clientes recibe el 24.08% del crédito, mientras que sólo el restante 5.45% de los usuarios recibe nada menos que el 75.92% del crédito.

En el BAC, por ejemplo, sólo 10 clientes el 1.68% del total absorben 71 millones 757 mil 880 córdobas, el 39.63% de la cartera. En la cartera en dólares la situación es más notoria: 9 clientes (5.14% del total) absorbe el 68.14% de la cartera, equivalente a 13 millones 351 mil 200. Para la cartera en dólares, el monto promedio de los créditos es nada menos que 111 mil 970 dólares. ¿Quién dijo democracia?

Bien decía el ex Presidente del Banco Central de Nicaragua en los años 60, Francisco Lainez: "Los bancos públicos los manipulan los políticos. Los bancos privados los manipulan los negociantes. Ambos son manipulados, unos con fines políticos, otros con fines económicos. Sólo que en el banco público los periodistas denuncian, mientras que en los bancos privados rige el sigilo bancario, aunque en ambos se reparten pasteles".

La concentración de cartera, como bien señala la SIB, concentra el riesgo financiero. Pero también reduce los costos operativos. Esta será, pues, la tentación permanente del SFN. La situación actual de la banca privada ratifica la tesis: no es que los pobres sean malos pagadores, sino que no se les permite deber.

¿Hay voluntad, pero falta dinero?

En diciembre de 1991 los depósitos del SFN eran inferiores a los créditos: 1,069.5 contra 1,846.1 millones de córdobas. La banca se alimentaba de los redescuentos del Banco Central y de préstamos concesionales del exterior. Gradualmente, la situación se fue invirtiendo. Las atractivas tasas de interés pasivas las que el banco paga a los depositantes provocaron una avalancha de ahorros, y en junio de 1997 los depósitos sumaban 9,572.4 millones de córdobas, mientras que los créditos apenas llegaban a 5,355.7 millones.

Dicen los expertos que el excedente de liquidez en la banca no es sostenible por tiempo indefinido. La sobreliquidez mina la rentabilidad. La banca tiene distintas oportunidades para colocar sus activos bonos nacionales o extranjeros, depósitos, reportes, etc. . Ninguna actividad tan rentable ni tan riesgosa como la concesión de créditos. Puesto que el número de clientes grandes es limitado, el exceso de dinero debería presionar a la banca a colocar su créditos en los pequeños y medianos.

Pero más restrictiva que las normas prudenciales de la SIB ha resultado ser la cautela de los banqueros. La brecha entre depósitos y créditos lo demuestra. Incluso hay bancos que sobreprovisionan como una forma de ocultar utilidades y disminuir los impuestos. En la provisión exigida por la SIB, durante el primer semestre de 1997, la banca privada acumuló el 79% de sus ganancias netas. Hecha la ley, hecha la trampa: las normas prudenciales caen como anillo al dedo del banquero para evadir impuestos.

Aun cuando los redescuentos el crédito del Banco Central a la banca comercial fueron eliminados de acuerdo a lo estipulado en el primer ESAF, los fondos concesionales que otorgan los organismos multilaterales, dirigidos a las pequeñas y medianas empresas, ha crecido. Interbank colocó, por medio de Servicréditos, fondos provenientes del Banco Mundial y del BID. El representante del BID en Nicaragua mencionó al BAMER como uno de sus intermediarios. El Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) y BANCENTRO firmaron en octubre 97 tres convenios por un monto total de 4.7 millones de dólares con destino a la producción y a la exportación. El BID comprometió 5.7 millones de dólares para crédito a la pequeña y mediana empresa rural y oficializó una promesa de financiamiento por 130 millones de dólares, en parte para créditos. El Banco Mundial ha ofrecido a la banca privada 7 mil 500 dólares para instalación y 22 mil para gastos operativos y fondos concesionales para que asistan al pequeño productor en bancos que abran servicios en poblaciones rurales con menos de 20 mil habitantes y varios bancos han aplicado para estos fondos. La banca privada está de fiesta: primer lugar en el top ten de los organismos financieros internacionales. Está demostrado que, tanto por la captación de depósitos del público como por los recursos que les han entregado los organismos multilaterales, los banqueros tienen dinero. No es válida su excusa: hay dinero, lo que falta es voluntad.

¿A dónde ha ido a parar tanto dinero?

Los banqueros privados han colocado en la bolsa de valores los fondos no prestados. De 1994 a 1997 la cartera de créditos pasó de representar el 60% de los activos a ser sólo el 45%, mientras que las inversiones en bonos en la bolsa pasaron de representar el 7% a representar el 18.5% del total de activos. La inversión en títulos valores se ha hecho a costa de la cartera de crédito. Triste realidad, porque a la bolsa no acuden los pequeños inversores ni los inversores que acuden a la bolsa suelen tener fines productivos. La producción requiere de fondos a largo plazo, y en la bolsa sólo un 10% de los títulos valores tiene un vencimiento superior al año. La bolsa es extremadamente atractiva. En la bolsa, las inversiones son seguras y de menores costos operativos para los bancos, aunque tengan una tasa de interés menor. Para el pequeño productor, la bolsa es "otra" realidad. En su caso, se trata de "la bolsa o la vida."




Elaboración en base al informe anual de 1993 y al informe semestral de 1997 de la Superintendencia de Bancos y a los informes de otras instituciones.

¿Por qué tan altas las tasas de interés?

El dinero tiene un precio: la tasa de interés. Si el precio es demasiado alto, ocurre lo mismo que con cualquier otro bien: el pobre no lo puede adquirir. Ante la pregunta de si las tasas de interés tienen que ser necesariamente tan altas, los banqueros al unísono dicen que en las circunstancias actuales tienen que serlo:

- Porque implican la alta tasa de devaluación: las tasas activas incluyen el deslizamiento de un centavo diario que padece la moneda nacional porque los depósitos y préstamos están indexados al dólar estadounidense.

- Por el alto costo de los recursos: se necesitan tasas pasivas altas para atraer recursos en un sistema financiero aún raquítico. La necesaria oferta de tasas elevadas de interés a los depósitos especialmente a los certificados a plazo limita la capacidad de ofrecer tasas activas bajas.

- Porque la banca nicaragüense posee un patrimonio relativamente pequeño en comparación con los bancos de la región, lo que disminuye sus ganancias.

- Por los altos niveles de riesgo del país. La inestabilidad macroeconómica y la baja credibilidad de la política cambiaria los entornos inflacionarios tienen un efecto corrosivo en los sistemas financieros , la precaria gobernabilidad, la cultura de no pago y la infraestructura legal insuficiente hacen aún más ardua y cara la captación de depósitos y elevan los costos operativos de los bancos.

- Por la baja rentabilidad de la banca privada, que obliga a mantener una amplia brecha entre tasas activas y tasas pasivas, lo que se llama margen financiero. Este margen sigue siendo alto porque los bancos son pequeños y los costos operativos son altos en relación a su volumen de operaciones. Se calcula que el nivel de activos que un banco debe alcanzar para que su escala de operaciones sea óptima debe ser 100 200 millones de dólares. En ese rango se sitúan únicamente, aunque sin superarlo, tres bancos privados: BAMER , BAC y BANCENTRO.

No son enteramente satisfactorios estos argumentos de los banqueros. Es necesario complementarlos con otros. El primero de ellos, la constatación de la estructura oligopólica que la banca y los servicios financieros en general tienen en Nicaragua. Esto no es una novedad. En un seminario celebrado en la UCA este oligopolio fue denunciado abiertamente por Francisco "el Che" Lainez: "Ahora lo que hay es una mezcla de instituciones financieras. Ahora la estructura oligopólica ha logrado redondear el negocio: te doy crédito si guardás en mi almacén de depósitos y te asegurás en mi compañía de seguros. ¡Y se habla de libertad!" Hace más de quince años, cuando la revolución nacionalizó la banca, Jaime Wheelock sentenció: "Aquí la burguesía financiera (que tenía dominio sobre el resto de la estructura económica) fue cortada de raíz". Tal vez. El tiempo ha demostrado que la burguesía financiera es como cola de perro zompopo: la arrancan y retoña.

Quién es quién en la banca privada

Con una formidable capacidad de recuperación, los grupos de poder existentes en tiempo de Somoza, los mismos que huyeron despavoridos al ruido de los caites sandinistas y algunos que trataron de medrar a la sombra de su régimen, han reconstruido su concentración de poder económico. Los apellidos de los gerentes y principales accionistas de la banca privada tienen el don de la ubicuidad. Los Montealegre, los Lacayo, los Terán, los Gurdián, los Mántica, los Argüello, los Holmann nutrían entonces y nutren nuevamente las juntas directivas y gerencias de los principales bancos privados del país y negocios adyacentes. Estos grupos participan en todos los ámbitos de la economía comercio, producción, medios de comunicación y aparato estatal , lo que confiere mayor cohesión a su control. Estas son algunas de las más conocidas y públicas cadenas oligopólicas:

Banco Mercantil La Tribuna Canal 8 Ministerio de Finanzas (Esteban Duquestrada)

BANCENTRO La Prensa Centros Comerciales Nejapa, Bolonia y Lindavista FINARCA Ministerio de la Presidencia (Eduardo Montealegre).

BAC La Prensa clan de los Pellas Ingenio San Antonio Cervecería Nacional Flor de Caña Corporación Terán Didatsa MIL Embotelladora MILCA Almacenadora del Pacífico Julio Martínez,S.A. Agroquímicos Gurdián Supermercados La Colonia.

Los grupos de poder que compitieron con Somoza y se articularon alrededor de las instituciones financieras Banco de América, BANIC, CAPSA, Calley Dagnall y FRANCOFIN , hoy se han remozado como BAC, BANEXPO aparentemente desvinculado ahora del clan Pellas , BAMER, BANCENTRO e Interbank. A ellos se ha sumado, alrededor del Banco de Finanzas, el nuevo grupo de los "dados cargados".

"La revolución de las oportunidades", como Somoza llamó al terremoto de 1972, tuvo una muy breve interrupción para estos grupos, comensales y contertulios del dictador y protegidos suyos, por cuanto recurrían a la Guardia Nacional cuando las huelgas de sus empleados cobraban virulencia, según quedó registrado en el diario político de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, amigo de todos ellos y víctima de sus ambivalencias políticas.

Aunque cada banquero se queja de que sus colegas no ponen las cartas sobre la mesa y negocian con sus clientes las tasas de interés en conciliábulos privados, la estructura oligopólica no permite competencia. Nada, ni siquiera el exceso de liquidez, los obliga a reducir sus tasas activas en busca de clientes. Los que controlan el oligopolio establecen unas tasas que reciben el nombre de "precios de mercado" y quedan automáticamente consagradas. Y aunque quizás se fijen términos más favorables en las negociaciones particulares, a éstas sólo acceden los grandes depositantes y prestatarios. Los pequeños y medianos usuarios subsidian esas concesiones y así se refuerza la desigual distribución de los recursos. No sería sorprendente que el BAC tenga líneas de crédito especial para financiar a "productores amigos" con fondos captados al 4% y provenientes de sus sucursales en las islas Bahamas o en Miami.

¿Baja rentabilidad en la banca privada?

La segunda gran falacia en el argumento de los banqueros es la de la baja rentabilidad. Justifican el amplio margen financiero que establecen en esa supuesta baja rentabilidad. En Bélgica, la tasa activa es de 7.5% y de 4% la tasa pasiva. Nada que ver con el 18% y el 7% de Nicaragua. Por más diferencia que haya entre el desarrollo de Bélgica y el de Nicaragua, ¿once puntos porcentuales no son suficientes para cubrir los costos de un banco y generar pingües ganancias?

Para explicarse lo que ocurre, hay que volver a la sobreliquidez, al exceso de dinero, a esa capacidad ociosa que tiene en Nicaragua la banca privada. José D. Gómez, colaborador del diario La Prensa afirma que "el 74% del capital propio de la banca privada se encuentra invertido en bienes de uso (28%) y en otros activos (46%) que no generan ingresos". Asegura que si la banca privada destinara todos sus activos productivos, excluyendo el encaje legal, a la cartera de préstamos y se reservara un 50% de las disponibilidades actuales, la tasa de interés activa podría disminuirse en un 2.4% anual y la rentabilidad del capital propio promedio el patrimonio se les incrementaría. Pero la banca privada no lo ha hecho así. Ha optado por colocar una ínfima parte de su cartera en los pequeños empresarios y la mayor parte en los grandes, y ha decidido invertir en operaciones especulativas el resto de sus activos.

"La banca del futuro moviliza bites de información en vez de dinero en efectivo", dijo el banquero y hoy Ministro de la Presidencia, Eduardo Montealegre, de donde resulta que la rentabilidad no ha sido mayor por un exceso de cautela, por falta de tecnología financiera apropiada para atender a los pequeños empresarios, y por la opción que la banca privada ha tomado: las actividades especulativas seguras. Es cierto que las colocaciones crediticias precipitadas le pasarían su factura a todo el sistema financiero nacional. Pero la cautela de los banqueros y sus límites tecnológicos ya se la están pasando a toda la sociedad nicaragüense.

¿A quién engañan los banqueros?

Los costos son otro rubro que explica la baja rentabilidad. Los gastos administrativos de la banca privada representan hasta el 36.3% de sus ingresos totales y nada menos que el 95% de los ingresos por intereses de la cartera de préstamos. ¿Cómo se explica esto sabiendo que un buen porcentaje de los activos son colocados en inversiones que tienen costos operativos mínimos? Este es un terreno donde reinan las hipótesis.

Es un hecho comprobado que en los bancos privados los miembros de las juntas directivas y sus principales accionistas ocupan además los cargos de gerencia, donde reciben salarios. La imposición fiscal puede ser menos onerosa si las ganancias se disfrazan de costos y aparecen en forma de elevados salarios las personas naturales tienen una carga tributaria menor que las personas jurídicas , en forma de viáticos, de gastos de representación, de compra de servicios profesionales los socios mayoritarios suelen ser abogados, administradores y economistas que venden sus servicios a los bancos y de compra de otros servicios, por ejemplo alquiler de edificios. Así, lo que los banqueros no perciben como utilidades lo obtienen bajo otras modalidades menos gravadas por el fisco. ¿Engañarán a los accionistas minoritarios, si los tienen? Todos saben que el que tiene más galillo siempre traga más pinol.

El difícil y costoso "saber hacer"

En la vela del BANADES habría mucho más de qué seguir hablando sobre bancos y banqueros. Sin embargo, el tema principal es su posible "reencarnación" en el nuevo Fondo de Crédito Campesino, que nace para sustituir al difunto BANADES y cumplir con la misión que a éste le había sido encomendada y no cumplió en vida.

Los planes del Fondo de colocar de forma indirecta el dinero evitarán algunas fallas que tuvo el BANADES , pero pueden provocar otras. La más evidente la puede causar la escasez de posibles intermediarios. Capacitar a nuevos será un proceso lento y muy probablemente erosionará los recursos, como le ocurrió en sus inicios a las instituciones que hoy ya son diestras en tecnología crediticia. Estas instituciones son una solución, pero sólo de corto alcance. Ante estos límites, podría ocurrir que una parte del dinero para créditos del Fondo se quede simplemente congelada en el exterior, como ha sucedido con otros aportes de la cooperación internacional. O podría ocurrir que el gobierno recurriera a la banca privada, una vez removidos los obstáculos que erizan el camino entre ella y los pequeños productores.

No será fácil: la banca privada ha demostrado alergia a los pequeños y al campo. Le sobran recursos, le falta voluntad y tecnología apropiada para esos sectores. La tecnología financiera el famoso know how que se requiere para valorar la capacidad de pago en las pequeñas empresas agrícolas no se improvisa. Javier Bone, economista y banquero, lo reconoce: "Ir a supervisar a un productor de maíz, sorgo o arroz es costoso. Los bancos no disponen de elementos para hacerlo".

¿Están dispuestos a enlodar sus zapatos de fino cuero los inspectores de crédito de la banca comercial? ¿Pueden preparar a los campesinos, y a las campesinas también, para que hagan la valoración de la capacidad de pago y las visitas de seguimiento? Atender a este sector minimizando los riesgos y los costos es parte del saber hacer. No se consigue en un día.

En el informe elaborado por una consultoría para medir el impacto de un programa de crédito del BID para las pequeñas empresas, se señalaba que "uno de los obstáculos más importantes en la ampliación de las actividades crediticias de los bancos comerciales en beneficio del micro y pequeño empresario es, en primer lugar, la falta de un know how adecuado y en segundo lugar, la carencia de recursos de refinanciamiento". Los recursos existen. Hay un exceso de liquidez en el sistema financiero nacional y hay muchos fondos de organismos multilaterales que, en condiciones concesionales, han provisto a la banca privada y estatal para que atiendan al sector de la pequeña empresa.

Pero, ¿y el know how, el saber hacer? Don Simeón, directivo de uno de los "banquitos" con 0% de mora que promueve Nitlapán, un banquito de pelados, opina: "No pensemos que sólo por ser profesionales lo pueden ellos hacer mejor". Es cierto. La corbata y la informática no hacen al banquero. Más allá de una visión tecnócrata, el crédito es un problema de relaciones humanas: inversión en la gente, capacitación de agentes locales que aporten en la conducción, conozcan el entorno y el historial de sus vecinos. En esto la Superintendencia no se equivoca: es difícil otorgar crédito a sectores de bajos ingresos. Por algo la banca privada les teme y mantiene el exceso de liquidez.

Al menos con tres condiciones

Algunas ONGs que otorgan crédito han adquirido ya una experiencia en este sector. Por ejemplo, aceptan como garantías cartas de venta y marcan las vacas ofrecidas como garantía con el fierro del banco, evitando trámites engorrosos que encarecen el servicio. Aunque esta práctica no es tan herética sino cercana al arrendamiento financiero, requiere de la confianza del usuario en la institución, y viceversa. Esa confianza posibilita que el banco reduzca sus costos de promoción, porque son sus mismos usuarios quienes la realizan. Si finalmente es la banca privada quien trabajará con el nuevo Fondo de Crédito Campesino debe dedicar tiempo a conocer el historial crediticio construido por las ONGs. Estas podrían trasladar clientes a la banca privada para avanzar con mayor velocidad y eficiencia. En este caso, se tendrían que dar tres condiciones.

Primera condición: que el Fondo de Crédito Campesino subsidiara parte de los costos de estas ONGs, pagando por los costos de creación de historial crediticio, dado el beneficio económico que esto representa para todo el país. A cambio, las ONGs se convertirían, en roturadoras que abrirían terreno al crédito. Saber quiénes son los mejores clientes siempre tiene un costo. Porque, como decía un promotor de crédito en un taller en Somotillo, "todos quieren quedarse con los 'clientes manjar', el reto está en financiar también a los más riesgosos".

Segunda condición: el Estado debe establecer una instancia donde las ONGs y sus representantes participen en el diseño de los criterios con los que calificar a quienes van a intermediar los recursos del Fondo.

Tercera condición: en caso de que a la banca privada le sean concedidos los recursos del Fondo para los pequeños productores rurales, ésta debería estar sometida a regulación para que cumpla con estas líneas de crédito y para que lo haga con una ganancia mínima ya que le están siendo donados historiales crediticios. Se trataría de una regulación no habitual en el sistema financiero del país, pero también necesaria. Hasta ahora, la SIB cumple su función: cuidar los depósitos del público. ¿Por qué no empezar a cuidar más al público, dándole acceso a los depósitos? ¿A quién ponemos primero: al dinero o a la gente que necesita el dinero?

Si estas tres condiciones se cumplen, tal vez empezaríamos a lograr un sistema financiero que ya no esté orientado a decirles a los pobres que piden prestado que son "sinvergüenzas".

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