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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 296 | Noviembre 2006

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Nicaragua

Una caracterización de los votantes sandinistas del 5-N

¿Se puede caracterizar a los votantes del FSLN que llevaron de nuevo al gobierno a Daniel Ortega? ¿Es posible una aproximación al “alma política” del votante sandinista de hoy? ¿Cabe una tipología de los comparsas que acompañan esta Marcha Triunfal? Intentémoslo, empezando la exploración de la mano de Darío.

José Luis Rocha

La alborozada batahola del Frente Sandinista empezó antes del primer conteo. ¡Ya viene el cortejo, ya viene el cortejo, ya se oyen los claros clarines…! Un tendido de bien adiestrados fiscales había enviado sus reportes, las actas de escrutinio. Los cóndores llegan. ¡Llegó la victoria! Las urnas apenas iban camino al estadio nacional -centro nacional de cómputos del Consejo Supremo Electoral- cuando camiones y buses, disco-móvil, un exultante séquito de fanáticos y la pirotecnia se congregaban ya en jubiloso tropel. Una pólvora tres lustros embodegada. Una fiesta pospuesta por casi 17 años. Ya viene, oro y hierro, el cortejo de los paladines… Nuevamente al bate, después de ser ponchado con tres strikes, Daniel Ortega triunfó en las elecciones y se verá instalado en la silla presidencial que ha codiciado con ininterrumpida obsesión. Los áureos sonidos anuncian el advenimiento triunfal de la Gloria.

QUIÉN FRAGUÓ ESTE TRIUNFO

Cada miembro de la cúpula del FSLN mascullará para su capote qué parte le cupo en la gestación del triunfo. Concibiéndose a sí mismo como el predestinado de los ojos azabache, Daniel Ortega supondrá que su magnética personalidad, mesiánico karma y encendido verbo -y no ese maquillaje publicitario que ha mantenido durante casi ya tres décadas y que haría las delicias de un sicólogo de masas- arrastraron a los menesterosos y los indujeron a premiarlo con su voto. ¡Honor al que trae cautiva la extraña bandera! Rosario Murillo, la esposa del predestinado, dirá que la clave del triunfo está en la sicodélica mezcla de magia blanca, negra, rojinegra y rosa chicha que hizo de Managua un gigantesco cuadro de Pollock... Y la más hermosa sonríe al más fiero de los vencedores. Lenín Cerna, responsable de los intimidantes Comandos Electorales, sabrá que es invalorable su trabajo en la sombra para producir una oportuna cohorte de manipulados, absorbidos y neutralizados.

Dionisio Marenco sacará pecho con su anodina gestión como alcalde de Managua. El “líder” estudiantil y ahora di¬putado Jasser Martínez dirá que sus mercenarios camu¬fla¬dos de universitarios dieron las batallas decisivas. Honor al héroe que guía su grupo de jóvenes fieros. El nuevo Vicepresidente Jaime Morales Carazo sostendrá que sólo él pudo dar credibilidad al discurso de la reconciliación. ¿Fueron ellos la clave de la victoria? ¿O lo fue la proeza olímpica de un Tomás Borge, que a sus 76 años cruzó en 35 minutos la pútrida laguna de Tiscapa? …La gloria solemne de los estandartes, llevados por manos robustas de heroicos atletas. ¿O lo fue el soporte ideológico de Orlando Núñez, publicando “La oligarquía en Nicaragua”, un libro escrito en una hora y en plena campaña? ¿O sería la bendición cardenalicia? ¿O fue la criminal oposición al aborto terapéutico? ¿O en definitiva se debió a la intervención de la Divina Providencia, cuyos designios son más inescrutables que las urnas?

NUMERITOS HABLAN

Los politólogos, encuestólogos y analistas políticos, especies que sobreabundan en períodos electorales, se rascarán la mollera hasta hacerse una zanja preguntándose a quién le salió el Güegüense o por qué no salió. En realidad, el triunfo del FSLN no fue tan aparatoso y en modo alguno abrumador. El comportamiento del electorado no fue inusitado en su dimensión cuantitativa. El FSLN obtuvo 930 mil 862 votos, el 25.4% del padrón electoral. En las elecciones de 1996, acopió 551 mil 979 votos. En las de 2001, 915 mil 417 votos. Esto implica un aumento de 15 mil 445 votos con respecto a las elecciones de 2001. Y como entre las dos últimas elecciones, el padrón electoral se incrementó en 667 mil 913 inscritos, esto indica que el FSLN apenas creció en cinco años un 1.69%, mientras el padrón lo hizo en 22.28 puntos porcentuales.

Para que su captación de votos hubiera sido proporcionalmente semejante a la de 2001, el FSLN hubiera necesitado 188 mil 510 votos más de los que obtuvo. Ni siquiera sumándose los 154 mil 224 votos que conquistó el MRS hubiera alcanzado esa meta. En estas elecciones, el FSLN captó al 25.4% de los empadronados y en las anteriores logró el 30.54%. Su triunfo se basa en la aplicación simple y llana del “Divide y vencerás”. La familia liberal, ahora dividida muy a pesar de las intrigas, extorsiones y ominosos mensajes de los heraldos del imperio, consiguió, igual que en los comicios de 1996 y 2001, la mayoría de los votos. Entre el PLC y la ALN sumaron 1 millón 357 mil 616 votos, 426 mil 754 por encima del FSLN. En 1996, la ventaja del liberalismo sobre el FSLN fue de 134 mil 463 votos, y en 2001 de 301 mil 446 votos. El liberalismo continúa sacándole más y más ventaja al FSLN.






LAS CALIDADES DE UN VOTO NADA MONOLÍTICO

Daniel Ortega no sólo gobernará con la mayoría de la población en su contra -o, al menos, no a su favor-, sino con distintas formas de estar “a su favor”. Dentro del voto por el FSLN, hay distintas calidades, que suponen diversos grados de incondicionalidad, disposición al sacrificio por el partido, simpatía, confianza y concesión del beneficio de la duda.

El arco iris de votantes por Ortega va desde quienes le dan un cheque en blanco hasta quienes tienen curiosidad por ver el experimento: cómo se comportarán los sandinistas gobernando en paz y en la actualidad. Las distintas calidades de los votos quedan camufladas por unas cifras que presentan un agregado de opción en un universo político que sólo por una simplificación perversa -que atenta contra la buena política- llegó a planteamientos dilemáticos del tipo “Ortega o no Ortega”. El problema de las cantidades en un saco o en una urna es que se lanzan al anonimato las biografías políticas de los individuos y nos arrojan un agregado que aparece como una voluntad compacta, monolítica, uniforme. La urna es un horno donde la pluralidad de opiniones y motivaciones se funde en un espaldarazo falsamente unánime.

Y hay manantiales de muy diverso contenido en ese mar de votos sandinistas. En el cortejo de la marcha triunfal, hay distintos comparsas: lúcidos, oportunistas, ciegos, abnegadas, obcecados, fieles, venales, accidentales… Importa conocerlos porque reaccionarán de distintas formas ante las medidas que vaya tomando el gobierno Ortega-Murillo y porque pueden irse por distintos caminos en las próximas elecciones. Son el germen de una reconfiguración de la distribución de los votos. No existen los votantes puros. En muchos votantes se mezclan, con distinto peso, varias de estas motivaciones, que se expresan en imaginaciones de lo que es y debe ser.

LOS FIELES, LAS INCONDICIONALES

Muy bullicioso y visible es el grupo de los incondicionales y siempre fieles. Haciendo la vista gorda ante los desmanes del FSLN -su transformación en una banda de empresarios new rich que deberíamos pintar con grandes cadenas de oro y que hicieron de la revolución una nueva forma de piratería, culminando en el pacto con el PLC-, estos votantes emitieron un cheque en blanco que jamás anularán. Éste es el núcleo del voto súper duro.

La vertiente opulenta abre sus fauces esperando el bocado enjundioso: ministerios y viceministerios, direcciones, coordinaciones, cancillerías, embajadas, consulados, asesorías y consultorías. Anhelan la ubre estatal que una larga fila de tecnócratas ha exprimido ya hasta dejar como uva pasa. Piensan: “Ya basta de amigos de Alemán, sobrinos y primas de Bolaños, amigos del primo del conocido de Noel Ramírez. Ahora es nuestro turno”. La vertiente popular espera algunos puestos de menor monta que le permitan tomar un respiro del desempleo y de los salarios miserables. Si es preciso, si los adversarios se ponen un poco levantiscos, con gusto harán una reedición de las “turbas divinas”.

Un importante número en este grupo de incondicionales lo componen los eternos agradecidos, que recibieron grandes prebendas o insignificantes migajas del FSLN durante los años 80. El virus de la fidelidad se les inoculó a través de una micro o macro regalía. Van desde el ex-teniente del Ejército Sandinista que hace dos meses pudo ir a Cuba a ser atendido de una ciática insufrible porque Tomás Borge habló con la persona adecuada hasta quien en los 80 viajó a estudiar estadística a la extinta Unión Soviética. Estos beneficiados generan un voto de abolengo: la hija del becado, el nieto del ex-capitán que fue condecorado, la sobrina de la secretaria del asistente del Comandante Arce. Todos tienen que agradecer las briznas de resplandor que el Estado-partido derramó sobre sus deudos y, por tanto, sobre el historial familiar. Más de la mitad de los votantes por el FSLN no conocieron la reforma agraria, el servicio militar, los cortes de café, la alfabetización… Pero la sombra alargada de los años 80, en una dirección u otra -sea por la leyenda glorificadora o por la leyenda tenebrosa- ejerce influencia a través del voto de abolengo.

En este grupo también están muchos “sombreritos”, “cachorros”, combatientes del Servicio Militar Patriótico. Y aunque es el FSLN -como organización que ganó fuerza y prestigio a su costa- y sus dirigentes -como principales beneficiarios de la revolución- quienes están en deuda con ellos por ser carne de cañón, masa en manifestaciones y brazos que empuñaron los fusiles que muchos de sus dirigentes jamás supieron manipular, ellos -y ellas, porque también hay muchas ellas que combatieron o apoyaron la logística de los combates- se sienten en deuda y deseosos de recuperar dos elementos vitales que el curso de la historia les arrebató de cuajo, inmisericordemente y sin pedir permiso: el estatus de defensores de un proyecto revolucionario y el sentido de su juventud. Sólo un nuevo giro de la historia, otra vuelta de tuerca, puede devolverles el sentido que la “mano invisible” del mercado ideológico les conculcó y liberar sus sacrificios del calificativo de “vanos”.

Por eso este grupo tiene un elemento clave en común con el siguiente: el deseo de un retorno, la nostalgia de una identidad perdida. Pero mientras en este grupo el retorno del FSLN basta, porque es sinónimo de retorno de la revolución, en el siguiente sólo ciertos rasgos serán tomados como genuinos signos de un retorno de la revolución. Un FSLN en el poder es sólo una condición necesaria, pero no suficiente.

LOS SIEMPRE REVOLUCIONARIOS:
EN VERSIÓN PRIMITIVA O ACTUALIZADA

Este segundo grupo lo engrosan quienes establecen un vínculo entre biografía política e historia nacional: su proyecto individual está vinculado a un proyecto político. Aquí se ubican quienes, con una visión que en otros contextos ha sido calificada de profética, proponen el retorno a un tiempo primigenio donde se busque la justicia, se den sus derechos al oprimido, se haga justicia al huérfano y se defienda a la viuda, como proclama el Isaías bíblico. Los años 80 son lo más parecido a ese tiempo idílico.

Estos comparsas de la marcha triunfal esperan que los niños no tengan que pedir limosna, que el analfabetismo se vuelva a reducir, que se distribuya o incluso se redistribuya la tierra, que haya jornadas populares de salud… que llueva café en el campo. Como canta Mercedes Sosa: “Volver a los 17, después de vivir un siglo”. Quieren recrear la revolución a los casi 17 años de la derrota electoral del FSLN y después de vivir lo que han sentido como un siglo de neoliberalismo, privatizaciones, empobrecimiento, desempleo, desnutrición, lujo ostentoso de unos cuantos.

Este grupo de entusiastas olvidan a veces los episodios traumáticos de los 80, o los interpretan bajo una luz soteriológica, o los minimizan. Esa amnesia selectiva no es tan grave, porque las circunstancias han cambiado. El problema es que olvidan a veces que también los circunstantes han cambiado más aún, y que los dirigentes de aquella utopía tienen otros proyectos en mente y muchas propiedades en mano. En este grupo el olvido no necesariamente se transforma en tolerancia con las desviaciones del proyecto. Aquí no hay cheque en blanco.

En este grupo se distinguen los revolucionarios actualizados de los revolucionarios primitivos. Los actualizados quieren una reedición de la revolución a la medida y ritmo de los tiempos, incorporando las nuevas causas: de las minorías indígenas, los derechos sexuales y reproductivos, el manejo sostenible del medio ambiente... Los primitivos aspi¬ran a una reedición facsímil, a un calco fiel de ciertos rasgos del ensayo de socialismo de los 80: confiscaciones, condonaciones de deudas bancarias, subsidios a cantaradas, un aparato estatal gigantesco, guerra al imperialismo yankee, paquete AFA (arroz, frijoles y azúcar) como complemento salarial, exhibiciones de poder en forma de marchas periódicas, nacionalización de empresas transnacionales. Éstos son los que sueñan con bañarse siempre en las aguas del mismo río, aunque para ello tengan que correr río abajo o dejarse arrastrar por el río.

Los actualizados, más que los primitivos, han tenido dificultad para digerir el cuento de que el pacto con el PLC fue una estrategia genial y temporal para reinstaurar la revolución. Por eso, muchos de estos migraron hacia la anaranjada Alianza MRS, bajo el sombrero de Sandino. Ésta fue la cantera de la que el MRS pudo haber obtenido más adeptos de raíces sandinistas. Pero su influjo sobre este sector fue pobre, en parte por el difícil equilibrio que tuvo que mantener el MRS para captar también a votantes no sandinistas; y en parte también porque el MRS no dio, al final de la campaña, un golpe escénico para sacudirse el visto bueno del gobierno estadounidense, políticamente conveniente pero electoralmente inoportuno.

LOS DE LA NUEVA CAMADA DE IZQUIERDA

Más de la mitad de los electores del FSLN son tan jóvenes que no vivieron ni la Cruzada Nacional de Alfabetización ni el Servicio Militar Patriótico, las dos movilizaciones masivas juveniles de los años 80, emblemáticas ambas, aunque con muy distinto signo en la valoración popular.

Si el padrón electoral guarda las mismas proporciones que la población registrada en el censo de 2005, el 22% de los inscritos nació en 1985 o después: los más viejos de este grupo tenían apenas cinco años cuando Violeta Barrios derrotó al FSLN. El 53% tenía no más de seis años durante la alfabetización y los mayores de entre ellos votaron por primera vez en 1990, escapando por un pelo al servicio militar. Estos votantes neófitos sólo conocen el sandinismo actual y el sandinismo viejo por algunas referencias buceadas en el caudal de vivencias familiares.

Ningún partido se sostiene si no conquista muchos votos de este segmento electoral. A este sector, el FSLN lo capta, en parte por el voto de abolengo y en parte porque los izquierdistas de entre estos jóvenes ven a este partido emparentado con una corriente de fuerzas políticas que ahora parece estar en auge en América Latina y que retoma las banderas del anti-imperialismo -Castro y Chávez-, de los derechos de los trabajadores -Lula-, de la lucha de los pueblos indígenas -Evo Morales- y de la expansión del estado de bienestar -Bachelet-.

Muchos jóvenes con sueños de izquierda pergeñados con distintos trazos y formulaciones, jóvenes con hambre de cambio y de empleo, emitieron un voto favorable al FSLN, algunos cruzándolo con votos por las listas de diputados del MRS. En la nebulosa y poco confiable maquila de cifras del Consejo Supremo Electoral, al pasar de las boletas de Presidente a las de Diputados, el FSLN perdió alrededor de 40 mil votantes y el MRS ganó 50 mil. Muchos de estos jóvenes se ubicaron ahí, cavilando que Daniel Ortega no era el candidato idóneo, pero sí aquel cuya sola victoria era una bofetada a los abusos del embajador estadounidense Trivelli y el líder de la única fuerza política capaz de derrotar al candidato de los banqueros que sangran al país, ese Eduardo Montealegre, al que perciben en las antípodas de sus estereotipos de lo que debe ser un político popular. Ante estos jóvenes, de nada le sirvió a Montealegre exhibir su torpeza de bailarín restregándose contra obesas costeñas en aspavientos epilépticos que buscaban imitar un Palo de Mayo.

Este grupo quiere una Nicaragua más justa y que les abra oportunidades. ¿Se las dará Daniel Ortega? El proyecto¬ personal de estos votantes los conducirá por distintas trayectorias políticas, según las oportunidades que se les vayan abriendo en el Estado-bipartido, la empresa privada o la ya muy tirante cobija de las ONG. Esta nueva generación ha producido esperpentos políticos como Jasser Martínez, remedo de sí mismo en sus peores facetas. Superando a los revolucionarios de cafetín, Martínez inauguró la nueva generación de “revolucionarios de casino”, agitador de día-tahúr de noche. Por fortuna, aunque Martínez ha sido representante de cierto grupo, no es representativo de su generación y a la mayoría de estos jóvenes de la nueva camada de izquierda no se les allanarán estas jugosas y tortuosas trayectorias.

LOS DEL ENSAYO Y ERROR

Otro grupo, cuyas dimensiones también es imposible mensurar, es el de quienes se animaron a hacer el experimento y concederle al FSLN la oportunidad de gobernar en paz, complaciendo la petición más reiterada en los últimos días de la campaña por el irremediablemente reiterativo Daniel Ortega. Probemos, se dijeron y se dicen: a base de ensayo y error algo se sacará. Cambiemos, sueñan: ya tuvimos bastante liberalismo y estamos mal, ningún cambio puede dejarnos peor. No se tragan la leyenda de terror diseminada profusamente por la derecha y por Washington y son marcadamente escépticos ante los cambios milagrosos, pero la posibilidad de un cambio les resulta bastante atractiva. Algunos han recibido más o menos vagas ofertas de empleo. Otros sólo quieren el experimento, sin saber muy bien qué hacer con ese instrumento de poder que el sistema democrático ha pues¬to en sus manos. Y es que, en una sociedad con escasa con¬ciencia de lo que es un acto político, los votos no escapan a las decisiones poco razonadas.

Y LOS DEMÁS...

Hay muchos más tipos. Algunos se cruzan con éstos, otros son una mezcla y otros deberían ser descritos con muy distintos parámetros. Como toda tipología, ésta construye un promedio injusto y abusivo. La especialista en Ciencias Políticas Evelina Dagnino habla de tres grandes proyectos políticos latinoamericanos: el neoliberal, el autoritario y el participativo. El FSLN tuvo votantes entre quienes se identifican -aunque no lo sepan- con esos tres proyectos. También los tuvo pensando en otros, como el proyecto apocalíptico de algunos grupos evangélicos. Pero incluso con lo injusto de las tipologías y la mixtura de proyectos, dos conclusiones se derivan de estas reflexiones. La primera es que en esta marcha triunfal no todos los comparsas son séquito fiel. La segunda es que esta diversidad producirá distintas reacciones ante el rumbo que tome la nueva administración sandinista.

¿QUÉ PODEMOS ESPERAR?

Existe un inevitable nivel de incertidumbre en relación a las decisiones que el nuevo gobierno del FSLN querrá adoptar y a las que las circunstancias le harán adoptar. ¿Logrará buenas relaciones con Estados Unidos? ¿Habrá una alfabetización masiva? ¿Resucitará una banca de fomento? ¿Castigará a las micro-financieras? ¿Renegociará el pago de la deuda interna? ¿Incrementará el gasto social vía endeudamiento externo? Aunque algunas incógnitas requieren bola mágica, porque el FSLN no puede determinar todas las oportunidades y condicionamientos, existe un amplio margen para predicciones verosímiles. Por la víspera se conoce el día… y el olmo no da peras.

Es previsible que el FSLN haga algunos intentos de expandir la inversión social. Necesita al menos un simulacro de política social. Y eso puede ser bueno. No sabemos si la política social se reducirá a Rosario Murillo repartiendo víveres, pelotas de fútbol y banderines rosa-chicha, intentando ser la reencarnación de Evita Perón. No sabemos si habrá una inversión sustantiva en educación y salud. Tampoco sabemos de dónde sal¬drá el dinero para hacerla. ¿Cuba, Venezuela? Aunque sí sabemos de dónde no saldrá. No saldrá de una reducción de los mega-salarios que los mega-capos de la cúpula del FSLN están deseando trincar. Y no saldrá de una reforma tributaria que haga pagar a los grandes evasores o a los maquiladores extranjeros con quienes los dirigentes del sandinismo quieren mantener las mejores relaciones.

En algunos rubros los más pobres pueden ganar. La pregunta es ¿a qué precio? Quizás la documentación a los migrantes se agilice y abarate. ¿Porque ésa es una vía por la cual cocinar a fuego lento un fraude para las próximas elecciones? Ciertamente, algunos militantes del FSLN logran -mejor y más que ningún otro partido- captar las necesidades sociales y trocarlas en oportunidades políticas.

Habrá más inversión social también porque eso garantiza la realización del verdadero somocismo sin Somoza: los dirigentes del FSLN tienen las propiedades que pertenecieron a Somoza y a los somocistas, han copiado muchos de sus métodos y estilos, de modo que también les sentaría bien tener cierto nivel de inversión social como lo tuvo Somoza. Y dado que se ha puesto de moda una revaloración positiva de Somoza -en parte comprensible porque incluso bajo su mandato la inequidad era más moderada-, Daniel Ortega, en inusitado amor fraternal con el Chigüín -cuyo helicóptero¬ usó en la campaña electoral- querrá imitar a su padre en la invers¬ión social clientelista, aunque ahora sesgada y moderada por el FMI.

UNA RETAHÍLA
DE GRANDES CONTRADICCIONES

El problema de la gestión que enfrentará el FSLN son las ineluctables contradicciones. El FSLN tiene muchas bocas que satisfacer. Como premio a su perseverancia en las buenas y en las malas, los fieles de siempre esperan mucho, y son muchos. A éstos se suma una ingente cohorte de conversos o re-conversos, que se habían distanciado del FSLN y del danielismo, pero que desde el 5 de noviembre lo encuentran enormemente apuesto, brillante y con insuperables posibilidades de transformar el país. Y así como hubo sandinistas del 19 de julio, habrá ahora danielistas del 5 de noviembre.

A la cabeza de estos gozosos comparsas están varios economistas que tuvieron altos cargos durante los 80 y que pasaron los últimos años deslindando responsabilidades de la gestión sandinista, pero que ahora se unirán gustosos al monarca reinstaurado. Hay sociólogos, agrónomos, abogados, profesores... Son legiones y están hambrientas. Y a medida que nos aproximemos al 10 de enero del 2007, las conversiones se multiplicarán. Son muchos cargos y muy abultados salarios. Pero, como cualquier otro partido, el FSLN tiene comparsas en la tarima y comparsas de a pie. Y son éstos los que definen con sus votos. Ellos son una gran masa de votantes soñadores que quieren calles pavimentadas, títulos de propiedad, educación gratis, medicinas baratas o gratuitas...Y “no hay cama pa’tanta gente”. El FSLN no puede mantener muchos mega-salarios y satisfacer las necesidades de las grandes mayorías, que pueden terminar diciendo: “Tíralos pa’abajo, que son un peligro arriba”. Ésta es la primera contradicción: las mega-premiaciones no empalman bien con las mega-esperanzas de muchos.

La segunda contradicción tiene que ver con el manejo del gasto fiscal. Si quieren gobernar por muchos años -y no hay duda de que el hueso presidencial no lo soltarán fácilmente- no pueden pensar en transferir el problema a futuros gobernantes emitiendo bonos o contrayendo onerosos préstamos. Por otro lado, tienen que portarse bien con el FMI y emitir prontas señales de credibilidad manteniendo en sus puestos a los funcionarios que han sido ojos y oídos de la banca multilateral. ¿Dónde acudir? No pueden importunar a sus amigos Pellas y a otros empresarios con reclamos de mal gusto sobre impuestos no declarados o supresión de exoneraciones.

Quizás algunos chelines se pueden destinar a la inversión social creando algunos fondos de contravalor si el chavismo facilita petróleo. ¿Se espera algo más de Chávez? ¿Ajustará con eso la parca cobija? No es posible portarse bien con el FMI, ser amigo de los Pellas y no molestar a los banqueros con reclamos de impuestos o revisión de la deuda pública y, a la vez, hacer inversión social.¬

YA SIN MÁSCARAS: ¿CONVERSOS, COOPTADOS, COMPRADOS, AMORDAZADOS?

Hay amistades que no se digieren entre sí y posiciones incompatibles con ciertas amistades. No se puede ser propietario de haciendas y satisfacer a los sedientos de reforma agraria. No se puede tener amigos que buscan condonación de deudas y ser banquero y amigo de los banqueros. No se pue¬de promover “estas” maquilas y los derechos de los trabajadores. ¿Las organizaciones y gremios terminarán operando como muros de contención de los reclamos? No es posible presentarse como un paladín del medio ambiente, los derechos de las minorías indígenas y los gobiernos locales si se for¬ma parte de las mafias madereras.

Todos aquellos que desean la revolución retornada, en versión primitiva o actualizada, y quienes esperan asomos de reformas sociales, se verán decepcionados o insuficientemente satisfechos. Y aquellos que votaron simplemente por un cambio experimental, se quedarán boquiabiertos al ver la continuidad del neoliberalismo y las sucesivas reformas para nuevas redistribuciones del poder. La pregunta del millón es: ¿Podrá el FSLN complacer tantos intereses dispersos que sintieron distintos niveles de coincidencia entre su proyecto personal y político y las promesas del partido?

La máscara de reconciliación se caerá y empezarán los castigos selectivos: plata a los vacilantes, palo a los irreverentes, plomo a los insumisos. El primer síntoma de esta coerción será el intento de expandir el poder sobre los medios de comunicación, una pieza clave para producir-inducir “consenso” e intentar mantener y engrosar a la masa de votantes que lo llevó al poder.

¿Habrá conversos, cooptados o amordazados dentro del MRS? Este período funcionará como un test para medir la entereza de sus dirigentes. La estrategia de socavar un partido a base de comprar a sus dirigentes no es novedosa. Aunque debemos reconocer que Arnoldo Alemán la llevó a sus cotas máximas al convertir a su micro-PLC en un gran partido succionando a dirigentes de partidos con larga trayectoria y prestigio, como ocurrió con Wilfredo Navarro y otros del PLI, desleales al honesto Virgilio Godoy, con quien no avizoraban oportunidades de llenar la bolsa.

Sin embargo, esta estrategia tiene sentido cuando el electorado queda constreñido a planteamientos dilemáticos: PLC o FSLN, sandinismo o antisandinismo… Pero a medida que se reconfigura el escenario político -con otro liberalismo de arrastre masivo y una bancada de centro-izquierda de escasos votos pero mucha presencia mediática- las coordenadas cambian, el sistema se complejiza y las cooptaciones no tienen el mismo efecto. No sabemos cómo reaccionará el nuevo electorado… No sabemos si, buscando mantener el poder, el FSLN esté engendrando su Némesis: una coalición plural anti-pacto.

¿CAUDILLISMO AYER,
DANIELISMO HOY, CORRUPCIÓN SIEMPRE?

El nicaragüense promedio, con una esperanza de vida de casi 70 años, podrá participar en cerca de once elecciones presidenciales a lo largo de su existencia. Si ingresó al mercado electoral en 1979, ya ha gastado la mitad de su vida como votante teniendo ante sí la persistente oferta caudillista de Daniel Ortega como una de las más importantes en su abanico de opciones. Como sandinista disciplinado o como fu¬ribundo opositor al orteguismo, habrá votado por Daniel o contra Daniel, pero nunca al margen de su propuesta. De acuerdo a la pirámide poblacional, casi el 30% de los electores se encuentran en esta triste situación.

Dada la longevidad de los políticos, los nicaragüenses invertimos la mayor parte de nuestra vida como población electoralmente activa en una oferta enjuta y repetitiva. Existe una larga tradición en este sentido. La carrera caudillista del conservador Emiliano Chamorro y los períodos en el po¬der del liberal Anastasio Somoza García y Anastasio Somoza De¬bayle fueron dilatados. La carrera caudillista de Daniel Ortega ha durado 27 años, y no parece estar en su ocaso. La de Arnoldo Alemán apenas va por los más de 16 años y, a no ser que se vea truncada por manu militari externa, podría reactivarse con mayor visibilidad en cualquier momento, como ha hecho Alan García y se propone hacer Alberto Fujimori en Perú. Las deficiencias morales y probada corrupción no han sido un obstáculo. La amnesia electoral latinoamericana lava, pule, blanquea y da esplendor a expedientes políticos infumables en otras latitudes.

Daniel Ortega está convencido de ser imprescindible y los que medran a su sombra le refuerzan consuetudi¬nariamente esa convicción. En Historias del señor Keuner, Bertold Brecht cuenta que Keuner sintió viva curiosidad cuando alguien le presentó a un funcionario que llevaba ya muchos años desempeñando su cargo, como el funcionario imprescindible: “¿Y por qué es imprescindible?”, preguntó Keuner, malhumorado. Le respondieron que la oficina no funcionaría sin él. “¿Cómo puede ser buen funcionario si la oficina no funciona sin él? -alegó el señor Keuner-; ya ha tenido tiempo suficiente para organizarla de modo que sus funciones sean prescindibles. ¿A qué se dedica realmente? Os lo voy a decir: ¡a la extorsión!”

¿QUIÉN SE EQUIVOCÓ?

El triunfo de un partido que mantiene a un mismo líder a costa de la democracia interna no parece muy prometedor para la democracia nacional. Daniel Ortega se impuso descabezando al FSLN y privándolo de otros liderazgos. Votar por un partido que no cree en la democracia no es una buena inversión en la democracia. Pero, como en cualquier otro mercado, en el mercado electoral no vende más quien ofrece mercancías más útiles, más ecológicas o más saludables, sino quien sabe -y tiene dinero para- publicitarlas mejor y más persistentemente. La publicidad más efectiva es la que toca fibras sicológicas sensibles: el pánico al sandinismo, la utopía revolucionaria, la fidelidad a un líder o a un aparato… No importa si se trata de ilusiones, siempre que se trate de ilusiones que arrastren.

¿Se equivocaron los 930 mil 862 que votaron por el FSLN? ¿Ellos son la expresión de una voluntad general? Hay muchos puntos intermedios entre el Vox populi, vox Dei y aquel aforismo de Winston Churchill que dice que el mejor argumento contra la democracia es una conversación de cinco minutos con el votante promedio. En un extremo está el populismo puro, que venera toda emanación del pueblo: si viene del pueblo es bueno. En otro extremo, el elitismo que desprecia al pueblo y lo tiene por bruto e incapaz de elegir. Pre¬fiero la posición del filósofo italiano Norberto Bobbio: Más que una falsa promesa, el estancamiento de la educación¬ de la ciudadanía, según la cual el ciudadano investido del po¬der de elegir a sus gobernantes habría seleccionado a los más sabios, honestos e ilustrados de entre sus conciudadanos,¬ se puede considerar como el efecto de una ilusión derivada de una concepción excesivamente optimista del hombre como animal político: el hombre persigue el propio interés, lo mismo en el mercado económico que en el mercado político.

DONDE TERMINA LA MARCHA TRIUNFAL
Y EMPIEZA LA REALIDAD

Rousseau decía que el único soberano es el pueblo, que quiere el bien, pero no siempre sabe lo que le conviene. Pero si el pueblo se equivoca y no sabe lo que le conviene, también nos equivocamos los analistas. Horacio decía que Homero también dormita, refiriéndose a aquel griego apenas conocido entre algunos apolillados eruditos, y no al célebre Homero Simpson. En comparación con las minúsculas siestas de Homero, los analistas dormimos a pierna suelta las 24 horas al día.

Para saber qué sentido tiene este triunfo del FSLN para el destino de Nicaragua nos falta la perspectiva de largo plazo. Y ese largo plazo se construye en Sikilta, con lo que ocurre a los pueblos indígenas y sus demandas; se juega en las queserías de Matiguás, donde se reconfiguran las redes comerciales y las oportunidades para los productores de leche; se transforma en Laguna de Perlas, donde todas las inversiones privadas y colectivas, incluyendo el transporte, las viviendas, el crédito y los caminos son obra y gracia del narcotráfico; se cincela en el seno de los hogares donde persiste una desigual distribución del trabajo doméstico y el telégrafo de las trompadas masculinas es el principal medio de comunicación...

Se apuesta, en buena medida -aunque no totalmente-, ahí donde ese Estado -cuyo poder ahora detenta el FSLN- apenas significa una gorra roja sin mancha y un banderín rosa chicha en período de elecciones. ¿Qué significa el Estado en Bartola, comarca a la vera de un afluente del río San Juan, una comunidad donde no hay energía eléctrica ni agua potable ni centro de salud y donde la maestra es una muchacha recién alfabetizada que imparte todos los grados de primaria los días que no siembra yuca?

INVESTIGADOR DEL SERVICIO JESUITA PARA MIGRANTES DE CENTROAMÉRICA (SJM). MIEMBRO DEL CONSEJO EDITORIAL DE ENVÍO.

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