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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 290 | Mayo 2006

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Nicaragua

¿Tenemos la Policía que nos merecemos?

El asesinato del “rey del bajo mundo” Jerónimo Polanco sacó a flote aspectos turbios y escondidos que comprometen a la institución policial. El esclarecimiento total de ese crimen es imprescindible para limpiar la imagen de la Policía. Pero no es suficiente.

William Grigsby

Dos hechos sangrientos pusieron nuevamente en la picota de la opinión pública nicaragüense a la Policía Nacional. El 15 de febrero de 2006 se evidenciaron las debilidades del entrenamiento que reciben agentes y oficiales, cuando un campesino iracundo asesinó en Juigalpa a un capitán e hirió a otros dos policías que intentaban desarmarlo. El 30 de marzo, el conductor privado del jefe de la Policía de Managua, Comisionado Mayor Carlos Bendaña apareció vinculado a un horrendo asesinato. La identidad del asesinado agigantó la conmoción.


Ambos casos dejan lecciones e interrogantes. Y una certeza: la Policía Nacional atraviesa por una difícil situación interna y, aunque aún está a tiempo de superarla, puede convertirse en el corto plazo en la próxima víctima del sistema de corrupción que invade las instituciones del país. De hecho, no son pocos los oficiales y agentes -incluyendo los de más alto nivel- que ya se han convertido en ejemplos de perversa consecuencia del neoliberalismo.

PERSUADIR, ANTES DE DISPARAR

La tragedia de Juigalpa evidenció no sólo debilidades. Reveló también la nobleza de muchos de los oficiales de la Policía. El primer oficial de Asuntos Internos en Chontales, teniente Pablo Antonio Bonilla, 31 años, estaba queriendo persuadir con el diálogo al campesino Carlos Antonio Dávila, 29 años, para que entregara el filoso cuchillo que portaba y se entregara pacíficamente. Dávila había llegado furioso y armado con la intención de agredir a su mujer, que había acudido a la Policía para denunciarlo por su violencia contra ella.

Cuando el teniente Bonilla se le acercó, convencido del efecto de su labor de persuasión, recibió una certera puñalada que le mató en minutos. La escena fue filmada por el equipo periodístico de un canal local de televisión. Dávila tuvo tiempo para herir también con el cuchillo al inspector y al suboficial mayor asignados a la Dirección de Auxilio Judicial de la Policía. Hasta que fue abatido por dos disparos de fusil que hizo otro oficial que acudió en defensa de sus compañeros.

La escena fue una y otra y otra vez transmitida por los canales de la televisión nacional. La mayoría de la población y algunos especialistas cuestionaron la conducta de los policías “porque se dejaron matar como babosos”. Seguramente, en cualquier otro país de América Latina el agresor hubiese sido abatido desde que sacó su puñal. Pero la formación profesional del teniente Bonilla era otra: persuadir, antes de disparar.

El otro caso, el del asesinato de Jerónimo Polanco, ocurrido a finales de marzo, es diametralmente opuesto. No sólo por las circunstancias vulgares del personaje, sino por las características del episodio y por sus consecuencias políticas.

EL INDETENIBLE ASCENSO
DE JERÓNIMO POLANCO

La mayoría de los capitalinos -sobre todo varones- habían oído hablar de los bares, cantinas y clubes nocturnos con espectáculos de mujeres desnudas, propiedad de Jerónimo Polanco y de su esposa Victoria Ríos, en donde con demasiada frecuencia ocurrían hechos de sangre de distinta naturaleza. También era muy conocido que en sólo trece años Polanco había logrado acumular una mediana fortuna. El local más famoso era “Aquí Polanco”, un centro nocturno en la zona oriental de la ciudad, muy cerca del Mercado de Mayoreo. También era dueño de otro, “El Muelle”, ubicado en El Malecón de Managua, cuyo permiso de construcción logró en 2001 gracias a sus generosas donaciones a la campaña electoral de su amigo de muchos años, el entonces vicealcalde sandinista de Managua Evert Cárcamo.

Años de éxito le permitían a Polanco repartir dádivas entre sus familiares, vecinos, amigos, policías y políticos, como el propio Cárcamo o como el mismo Daniel Ortega, secretario general del Frente Sandinista. Ortega lo definió como solidario con los niños y la juventud y, aunque aseguró que nunca visitó el establecimiento de Polanco -un lugar de esparcimiento, a su juicio- declaró que Polanco sí lo visitaba a él: Posiblemente participó en algunas de las actividades que teníamos allá en la Secretaría, tal vez el día de mi cumpleaños, que a veces hacíamos algunos convivios y él estuvo por allá. Yo sí tenía una amistad con él y con su familia. Era un hombre trabajador, un hombre muy solidario. Él cooperaba con el Frente con todo lo que se podía cooperar.

Como miles de capitalinos, Polanco llegó del campo a Managua. Muy joven salió de su natal Teustepe, en Boaco, en busca del éxito. Cárcamo cuenta que lo conoció en Jalapa en los años 80, vendiendo colchones. Con el oficio de reparación de los colchones que su mujer zurcía se trasladó a Managua. También vendía lubricantes y ofrecía mantenimiento a vehículos en una modesta “champa” o enramada. Solía narrar sus peripecias y aseguraba que inició sus negocios cuando prestó dinero para comprar una botella de licor y venderla a un cliente de lubricantes. En 1993 se le ocurrió colocar allí mesas y sillas y ofrecía cerveza, ron y la comida que su mujer preparaba. En un año, el negocio ya requería meseros. Dos años después, había levantado en ese mismo lugar un centro nocturno de dos pisos, con varios espectáculos donde mujeres de todas las edades se desnudaban al ritmo de música contagiosa. Muchos aseguran que las bailarinas son también trabajadoras sexuales. Tengo entendido que fue un policía, el teniente Chavarría, el que le dio la idea de que hiciera un night club, relata Nemesia González, sobrina de Polanco, que le administró sus negocios durante doce años. El teniente trabajaba entonces en la estación del distrito 6 de Managua, la zona donde está ubicado “Aquí Polanco”. Nemesia dice que el mismo Chavarría le enseñó a Polanco -prácticamente analfabeta- a escribir su firma.

Jerónimo Polanco fue asesinado de cuatro balazos calibre 38 el 28 de marzo. Tenía 53 años. Su cuerpo semique¬mado fue encontrado 24 horas después en el Puente Seco, carretera Vieja a León, y al día siguiente fue identificado por su viuda.

COMISIONADO BENDAÑA:
“NO TENGO NADA QUE VER”

¿Por qué el crimen de un personaje de estas características ha colocado en jaque a la Policía Nacional? Porque los dos autores materiales del crimen están directamente vinculados al jefe de la Policía de Managua, el comisionado Bendaña: su chofer personal, Byron Centeno, 21 años; y Lenín Calderón, hijo de William Calderón, un oscuro personaje vinculado amistosa y profesionalmente al jefe policial. Porque Centeno asesinó a Polanco con un revólver propiedad de Bendaña. Y porque la víctima tenía estrechas relaciones con la dirigencia del FSLN y con los altos mandos de la Policía. Algunos lo citan como uno de tantos “amigos” que “ayudaba” a los jefes policiales con dinero, a cambio de protección especial para sus cantinas y para él mismo.

El crimen fue parcialmente esclarecido porque el propio Bendaña entregó a su chofer. Un compadre de Polanco, el comisionado Francisco Díaz, le pidió a Bendaña atender a Victoria Ríos. Llegaba a denunciar la desaparición de su marido. Relata Bendaña: Vino la esposa de Polanco, le dije que no había estado con él y que tampoco lo había llamado. Ella me entregó el número telefónico del que le habían hecho la última llamada, y luego de una investigación salió que era el número de mi conductor. Según Bendaña, al constatar esto, llamó inmediatamente a sus autoridades superiores, informó del hallazgo y entregó a su chofer. Admitió que el arma se la habían regalado en “El Cazador”, una armería propiedad del ex-dirigente sandinista Carlos Zamora, aunque dijo que nunca la había registrado y la mantenía en la guantera del vehículo que manejaba su chofer. Tengan la plena seguridad de que no tengo nada que ver -declaró Ben¬daña-. Este señor Polanco vino a poner un poco de suciedad a mi carrera de policía, que siempre he tratado de hacerla de la mejor forma posible.

Según Bendaña, fueron sus “credenciales” las que le convencieron de contratar a Byron Centeno como su chofer personal. El joven es un frustrado oficial del Ejército. Ingresó a la Academia de Policía gracias a sus vínculos con un jefe de la institución, pero no logró completar sus estudios, entre otras razones por la violencia de su carácter y su inveterada indisciplina. Además, era muy amigo de Lenín, el hijo de William Calderón, quien no dudó en recomendarlo a Bendaña. Y por si algo faltara, Centeno es también pariente de un comisionado de la Policía Nacional a quien nadie quiere identificar.

AMISTADES, PRÉSTAMOS, VÍNCULOS...

Bendaña no reconoce amistad con Polanco. Amigo-amigo no, conocido. Una vez estuvo aquí donando un zinc para el proyecto de las casitas para los policías. Aunque admitió que alguna vez salieron a almorzar, entre otras citas sociales.

El abogado y apoderado de Polanco, Danilo Guido confirma esta versión. Dice que Polanco y Bendaña, se conocían hace menos de un año en circunstancias que resultan elocuentes: Polanco le solicitó a Bendaña reconsiderar una decisión de la subcomisionada Roxana Rocha, jefa de la estación 2 de Managua -y hermana del antecesor de Bendaña en Managua, el comisionado Horacio Rocha-, quien había mandado a suspender por 15 días el permiso de operación de la cantina “El Muelle”.

A cambio, Bendaña habría pedido a Polanco que le “apoyara” con la reparación de algunos vehículos patrullas. Sin embargo, Guido no cree que esto fuese una condición para reabrir el negocio, porque cuando acudieron a la delegación policial ya habían dictado una resolución a su favor.

La subcomisionada Rocha, a sabiendas o no, había recibido dinero prestado de Polanco en por lo menos tres oportunidades. Según la comisionada Aminta Granera, Inspectora General de la Policía, el cierre del local de Polanco ocurrió después que Rocha había pagado ya dos préstamos y el tercero lo devolvió cuando se enteró quién era la persona que se los había prestado.

A Polanco lo conocía una amiga del padre de la secretaria de Rocha, una oficial de la Policía. Cuando Rocha fue a pagar el último préstamo, Polanco les dice: “Se los regalo”, asegura Granera, sobre la base del testimonio de las dos oficiales involucradas. El dinero “regalado” se lo repartieron la mujer vinculada a Polanco y la subcomisionada Rocha. Cuando Rocha cerró “El Muelle”, Granera asegura que Polanco exclamó: “¡Qué barbaridad!, ¿cómo me puede hacer esto la comisionada Rocha, cuando yo he sido tan bueno con ella?”. Y continúa Granera: Cuando la Roxana se da cuenta que a quien le han ido a prestar el dinero es a Polanco, se arrecha y le dice a la chavala: ‘Andá devolvele el dinero ya’. Y se lo van a devolver. Entonces, en vez de denigrar a la comisionada Rocha, ella debería ser un ejemplo para los otros policías de cómo ella prestaba y pagaba cada vez que recibía su salario. Y de cómo cuando se da cuenta de que es Polanco, los devuelve.

FAVORES, AYUDAS, CHANTAJES...

La Policía tenía una vieja relación de “favores” con Polanco. Una investigación publicada por el semanario “Confidencial” explica que Polanco estuvo involucrado en accidentes de tránsito, pleitos en sus bares, explotación sexual de menores de edad, ampliación de horarios en sus centros nocturnos. Y la Policía nunca lo investigó, a pesar de que en muchos casos las pruebas eran evidente

Y agrega: Polanco guardaba estrecha relación con una amplia gama de uniformados, desde patrulleros, miembros de las Brigadas Especiales y policías de Distrito, hasta subcomi¬sionados y comisionados, a cambio de favores y tratos preferenciales en actividades vinculadas a centros nocturnos de su propiedad y su vida personal. El vínculo que guardaban policías con el propietario de centros nocturnos en algunos casos era sorprendente. Por ejemplo, el Comisionado Mayor Carlos Palacios, jefe de Inteligencia de la Policía Nacional, organizó el año pasado en el Night Club “Aquí Polanco” un convivio a los jefes de Inteligencia de las Policías de Centroamérica.

Polanco tenía su propia manera de resolver los problemas derivados de administrar las cantinas de su propiedad. Precisamente por eso, en otra oportunidad buscó al comisionado Bendaña y éste le presentó a William Calderón, según relató él mismo: Conocí a Polanco en circunstancias fortuitas. Él tenía un problema, y en ese momento el comisionado Bendaña asumió la jefatura de la Policía en el departamento de Managua. Recuerdo bien que andaba con su abogado y hablamos por él. Había una campaña de mejoramiento de casas de los policías más pobres, y se le pidió -el comisionado creo que fue el que le pidió- si él podía ayudar. Y el comisionado me preguntó si yo tenía la voluntad de darle seguimiento. Gustosamente accedí, porque creo que eso no es nada malo.

Según parece, Calderón halló la manera de sacar partido en este encuentro. Según la administradora de los negocios de Polanco, en el último año Calderón visitaba una o dos veces por semana “Aquí Polanco”, consumía abundante licor y alimentos y no pagaba alegando que era comisionado de la Policía. Por esa razón, tipificada como chantaje, Calderón fue detenido por un par de días, pero fue puesto en libertad por “falta de pruebas”.

CENTENO Y CALDERÓN:
CURRICULUMS DE LOS ASESINOS

William Calderón es, sin duda un pájaro de alto vuelo. También su hijo Lenín. El 5 de noviembre de 2004, “El Nuevo Diario” publicó una foto donde este Lenín aparece como uno de los matones armados con fusiles AK plegables, contratados para desalojar a los ocupantes de un lote costero ubicado en Playa Guasacate, en Tola. Un mes después, Calderón visitó en Managua a los familiares del corresponsal que dio la noticia con este mensaje: Dígale que se cuide por lo que ha publicado y por la foto que me tomó. No sabe con quién se está metiendo.

Otras fuentes confirman la naturaleza “profesional” del sujeto. Una ex-novia de Calderón asegura que debió separarse del individuo después que confirmó el “oficio” al cual se dedicaba. La gente buscaba a William, pero él siempre mandaba a realizar los trabajos a Lenín (su hijo) y a otros muchachos que llegaban a la casa, asegura esta mujer cuyo nombre reservamos. Entre esos muchachos, la muchacha identifica a Centeno, el otro asesino de Polanco.

Sus vínculos políticos y sociales también se habían diver¬si¬ficado, en parte gracias a su amistad con Bendaña. Por ejemplo, “El Nuevo Diario” asegura que Calderón logró un trabajo en la Empresa Nacional de Puertos con un salario de 30 mil córdobas con funciones que son un misterio. Fue recomendado expresamente por el comisionado Bendaña, quien en esa época era jefe de la Dirección de Investigaciones Económicas, cuyo trabajo es perseguir los delitos “de cuello blanco”.

Un incidente, ocurrido a principios de febrero, evidencia la naturaleza violenta de Centeno y la confianza de la cual gozaba de parte del jefe de la Policía de Managua. Según Miguel Mendoza, un reconocido cronista deportivo de Radio La Primerísima, Centeno averió su vehículo durante un altercado en el estacionamiento de un casino que reproduce peleas de boxeo en pantallas gigantes de televisión.

El chofer de Bendaña -a quien Mendoza jamás había visto- se enfureció tanto que sacó una pistola y amenazó al cronista y a sus familiares. Otras personas intervinieron y calmaron a Centeno. Inmediatamente, Mendoza puso la denuncia en la Policía, que prometió investigar. Pero al día siguiente, el oficial encargado le informó que la placa señalada no correspondía con la descripción del vehículo, en una maniobra de evidente encubrimiento. El caso hubiese terminado ahí, de no ser que testigos del caso contactaron a Mendoza y le revelaron la identidad de su agresor. El cronista se quejó ante Bendaña, quien prometió asumir los costos de la reparación del vehículo y reconvenir a su chofer. Aunque el incidente debió ser suficiente para despedirlo, Bendaña no lo hizo.

El propio comisionado también ocupa procedimientos oscuros para resolver problemas de su familia. Por ejemplo, a principios de abril dos oficiales de la Estación Cuatro de la Policía de Managua denunciaron presiones y persecución por haber fallado contra un sobrino de Bendaña, involucrado en un accidente de tránsito. Según los suboficiales Luis Felipe Mendoza y Roberto Cruz, el comisionado Bendaña los acusa por corrupción en un caso que ya había sido sobreseído por la Dirección de Asuntos Internos.

Todos estos detalles son importantes simplemente para ilustrar de qué manera se ha pervertido la relación entre una autoridad de la Policía y su entorno social. Muestran que la situación del comisionado Bendaña es, por lo menos, embarazosa. Es difícil creer que ignoraba el tipo de “trabajos” a los cuales se dedicaba su amigo y chofer y los vínculos que, por ellos, podía tener con Centeno. Pero más allá de su situación personal -en fin de cuentas, su carrera en la Policía ha quedado sin futuro-, la verdadera preocupación es por la Policía Nacional. ¿Es todo esto un mal generalizado o es un caso aislado? ¿Revela el caso Bendaña una tendencia institucional?

COMISIONADO CORDERO: “INVESTIGAREMOS
A OTROS OFICIALES AMIGOS DE POLANCO”

El director general de la Policía, Primer Comisionado Edwin Cordero, le ofreció a Bendaña todo su respaldo. Aunque calificó como un absurdo que Bendaña tuviera un chofer privado y no uno de la Policía, dijo que nada se lo prohibía. Él no ha sido involucrado. Al contrario, creo que la actitud de él fue muy positiva en este caso, porque fue a través de él que se identifica el número de teléfono celular de su chofer. Hasta que las investigaciones demuestren lo contrario, nosotros confiamos en Bendaña y por eso se mantiene en su cargo, declaró Cordero. Según él, la Policía sigue investigando cuál fue el móvil del asesinato de Polanco porque no están seguros que la causa del crimen haya sido sólo el robo.

No podemos hablar de pureza en esta institución, porque son valores que se han venido deteriorando. Pero no somos corruptos y luchamos contra eso. No vamos a negar que haya coimas y corrupción en la policía, pero no vamos a seguir permitiendo una situación de este tipo. Hay que establecer mecanismos fuertes para evitar que esto siga ocurriendo, expresó Cordero durante una conferencia de prensa en la que por primera vez en mucho tiempo se mostró ecuánime¬ y cuidadoso en sus declaraciones. Tenemos que investigar no solamente al comisionado Bendaña. Tenemos que in¬ves¬tigar a otros oficiales que han salido mencionados, amigos de Polanco. Tenemos que ver hasta qué punto esa amistad ya pasó a otro límite, sostuvo Cordero. Y confirmó que la Policía recibe contribuciones de manera desinteresada de parte de empresas, y que hay gente que cree que porque nos dieron 10 galones de gasolina, tenemos la responsabilidad de convertirnos en policías de ellos, y los que creen eso están equivocados.

COMISIONADA GRANERA: “LOS PAÍSES
TIENEN LAS POLICÍAS QUE SE MERECEN”

La comisionada Aminta Granera, a quien se le menciona como una de las candidatas con mayores posibilidades para suceder a Cordero en septiembre, cree que los hechos están siendo distorsionados con la pretensión de abarcar a toda la Policía. Con cierta candidez, Granera pregunta ¿Cuántos cristianos hay en el mundo, y decime cuántos viven el Evangelio? Con diez que hubiera en el mundo, tal vez fuese diferente. Entonces, podemos tener cien mil reglamentos de ética y cien mil doctrinas policiales y siempre está el problema. Continuamente se están violando las leyes, la Constitución. Ésa es una lucha constante y permanente. Yo creo que los países y las sociedades tienen las Policías que se merecen. Esto es una lucha de la sociedad y de ustedes los medios de comunicación. Realmente, hagan una crítica constructiva.¬

Lo más difícil -opina Granera- es prevenir, porque la corrupción por las regalías es un problema de dos caras: tan corrupto es el policía que te lo acepta, como la gente que te las da. Entonces, mientras no terminés con la corrupción afuera, va a ser muy difícil que terminés con la corrupción adentro. O mejor dicho, imposible, esto es un trabajo permanente, sistemático, que nos obliga a ir perfeccionando los mecanismos de control interno, de prevención, de fortalecer una serie de valores en los compañeros y compañeras. Y de saber también poner los pies en la tierra: no somos ángeles los que tenemos aquí adentro. Hay ocho mil y pico de compañeros y compañeras con los mismos vicios y debilidades que afuera, y también con muchos méritos y enormes sacrificios. El problema está en cómo potenciar lo positivo e ir depurando y limpiando todos los vicios negativos. Es un trabajo bien difícil.

NO SÓLO SOBORNOS FINANCIEROS,
TAMBIÉN INFLUENCIAS POLÍTICAS Y ABUSOS

Aunque el comisionado Cordero sostiene que están equivocados quienes creen que por una donación la Policía debe ponerse a su servicio, es harto difícil trazar la línea. Y muchas veces, no sólo se trata de donaciones materiales o financieras, sino de influencias políticas o de relaciones públicas. Como aquel caso ocurrido hace tres años, en el que un reconocido empresario, socio de un banco y de un diario, mató a una persona en un accidente de tránsito, y no sólo no fue procesado como manda la ley, sino que ni siquiera fue detenido.

O en el más reciente caso, en el que murieron Carlos Roiz y Ernesto Cantillano, 26 y 28 años, víctimas de un horrendo accidente de tráfico en diciembre de 2005. El propio Bendaña admite que media hora después de ocurrido el accidente, pidió al jefe de la Estación 5 de la Policía de Managua, comisionado Javier Obando, que se ocupara personalmente del caso. Una solicitud, sin duda, inusual. En la escena del accidente se aparecieron dos personajes muy conocidos en la política nacional: el tesorero y jefe del bloque de empresarios del Frente Sandinista, Francisco López, y el fiscal electoral de ese partido, Juan José Úbeda.

Todos los testigos aseguran que el conductor de uno de los dos vehículos -propiedad de la Secretaría del Frente Sandinista¬¬- que aplastaron el auto en el que iban Roiz y Cantillano, matándolos en el acto, abandonó la escena del choque. Cuatro horas después del accidente, López entregó personalmente a la Policía a otro conductor, un empleado del noticiero del FSLN en el Canal 4. Sin embargo, testigos del accidente aseguran que no era ése el conductor y señalan a Rafael Orte¬ga Murillo -hijo de Daniel Ortega y Rosario Murillo- como el verdadero chofer que manejaba la camioneta que causó la muerte de los dos jóvenes y que escapó al ver lo que había hecho. El falso conductor presentado por López y el otro chofer causante de la tragedia fueron condenados a tres años de prisión por homicidio impru¬dencial, pero se les permitió cumplir la pena en sus casas.

También hay casos de abuso policial que no son debidamente castigados. Reciente es el de un joven matagalpino de 15 años, Melvin Elmer Vega, a quien dos oficiales antimotines lo toparon la noche del 22 de febrero en una calle de Matagalpa cuando buscaban a los asesinos de un joven universitario. Lo capturaron a punta de golpes, lo lanzaron brutalmente contra las barandas de la camioneta y cuando no pudo descender por sus propios pies en la estación policial, lo bajaron a punta de culatazos. Como resultado, los médicos le extirparon uno de sus riñones.

La madre de Melvin denunció que el jefe local de la Policía, comisionado mayor Carlos Espinoza, si bien le ayudó con los gastos de los exámenes y de la operación, ahora que su hijo necesita tratamiento para sobrevivir le manifestó que la Policía ya no tiene dinero para seguirle ayudando. Espinoza dijo después a los medios que aunque hubo abuso policial, la institución no tiene ninguna responsabilidad porque se trató de una actitud individual de los involucrados. Los dos oficiales, Antonio Ochoa y Oscar Danilo Centeno, de los Grupos de Intervención Rápida (GIR), están siendo investigados y aún no se conoce el resultado.

“UN ROSTRO QUE DÉ SEGURIDAD
A LA CIUDADANÍA”

Así como ocurren este tipo de incidentes -con cada vez mayor frecuencia- también hay virtudes evidentes en la Policía Nacional de Nicaragua, que sigue siendo la más eficiente y la menos corrupta de Centroamérica. En Guatemala, El Salvador y Honduras, los cuerpos policiales compiten por el primer lugar regional en corrupción.

Otra virtud de la Policía nicaragüense es que la mayor parte de sus mandos medios y superiores han logrado superar una formación meramente policíaca y han trascendido a valores ciudadanos. Eso explica, por ejemplo, la creación y desarrollo de los Comités de Prevención Social del Delito, integrando en ellos a los líderes de las comunidades. Su trabajo ha sido fun¬damental para hacer descender drásticamente los índices delictivos en distintas zonas del país.

Según un informe de la revista oficial de la Policía, la labor de los miembros de los Comités fue determinante en esa combinación policía-comunidad, donde los jefes de sectores son informados sobre algún hecho delictivo de forma inmediata o alguna persona que está ilegalmente armada en el sector. Actualmente trabajan en diversidad de temáticas, como el enfrentamiento a la delincuencia juvenil realizando visitas a las casas de los familiares de jóvenes en riesgo que están en pandillas o en grupos juveniles, dándoles charlas para que se preocupen y ocupen sobre la problemática de los jóvenes. Así, mientras en Guatemala y El Salvador las pandillas o maras constituyen el principal problema de orden público, en Nicaragua siguen siendo un problema marginal, excepto en Managua, donde se registra un preocupante incremento en los últimos doce meses.

Los Comités nacieron hace unos tres años con la creación de los jefes de sector, siendo pioneros en Centroamérica. Según la revista de la Policía, ubican cerca de la ciudadanía un rostro que les brinde seguridad, poniendo a un líder en relación con la población, creando confianza para que la gente tenga el interés y la preocupación de plantearle los problemas de seguridad de su zona. Posteriormente, con el financiamiento de Naciones Unidas, se creó en 2002 la Política Policía-Comunidad, bajo el principio de que ninguna policía del mundo puede trabajar por sí sola, sin apoyo de la ciudadanía, por mucho presupuesto que ésta tenga. Hasta diciembre de 2005, estaban organizados en todo el país 1 mil 500 Comités, agrupando a más de 11 mil miembros.

El comisionado mayor Ramón Avellán, quien acaba de dejar su puesto como jefe de Seguridad Pública y asumió la Dirección de Tránsito, cree que la Policía hace labores que no son policiales realmente. Las hacemos porque no hay nadie que las haga y es necesario hacerlo. Por ejemplo, el trabajo con los jóvenes. La policía ha organizado junto a las Alcaldías una cantidad de eventos deportivos. No es labor policial, pero lo hacemos para brindar un espacio de recreación sana a los jóvenes. Sin embargo, en el futuro debemos de ir descargando estas responsabilidades en otras instancias y los Comités pueden pasar a jugar un papel importante en ese sentido.

LA IMPRESCINDIBLE AYUDA INTERNACIONAL

La colaboración internacional con la Policía ha sido clave para lograr estos resultados. Desde hace muchos años, organismos como GTZ de Alemania, ASDI de Suecia, AECI de España, han financiado programas con distintos énfasis: desde fortalecer los mandos y propiciar en la institución un enfoque de género, hasta la construcción de edificios adecuados en varios municipios del país.

Recientemente se inau¬gu¬raron las nuevas instalaciones policiales de los municipios de El Coral y Villa Sandino, en el departamento de Chontales, con un costo de 223,500 dólares donados por la cooperación sueca, lo que incluye el levantamiento topográfico, la construcción, la dotación de equipos de radioco¬mu¬nicación, una camioneta y una motocicleta destinadas al quehacer policial. Hace unos meses, la Fundación Helping Hand (Manos Solidarias) de Kansas, Estados Unidos, entregó 20 mil dólares en medicamentos y equipos para el Hospital de la Policía. Y la Primera Dama, Lila T. de Bolaños, hizo una de sus obras de caridad al obsequiar a 120 mujeres policías exámenes para la detección de cáncer de mama.

Como resultado de la cooperación alemana, y según un informe de la GTZ, el número de mujeres en la Policía ha crecido. Entre 1998 y 2005 pasó en el personal de dirección del 14 al 23.7%, en el personal administrativo del 8 al 19.2%, en el sector administrativo del 54 al 58% y en los servicios del 59.5 al 64.9%.

UN PRESUPUESTO INSUFICIENTE
Y LA MANO TENDIDA

La Policía requiere de la colaboración financiera internacional porque no cuenta con un presupuesto suficiente. A sabiendas de las crecientes demandas sociales para mejorar la seguridad ciudadana y el orden público, el gobierno se ha negado a incrementarle el presupuesto. También en este terreno predomina el abandono del Estado.

En 2006, la Policía Nacional no pudo incrementar el salario de sus miembros a un promedio de 250 dólares ni tampoco mejorar su alimentación ni aumentar el número de nuevas plazas. Menos, adquirir más pistolas y evitar el uso de fusiles de guerra. Para todo esto, la institución había pedido un presupuesto de 1 mil 200 millones de córdobas, pero le aprobaron solamente 735 millones. La Policía recibió el 71% del total del presupuesto del Ministerio de Gobernación.

Pese a todo, la Policía logró una partida de 29.3 millones de córdobas para aplicar a sus miembros un reajuste salarial del 12%. Los policías de base tienen en 2006 un salario promedio equivalente a 150 dólares. También obtuvo la Policía autorización para que el Instituto de Seguridad Social y Desarrollo Humano (ISSDHU) financie la construcción de estaciones de Policía de Ocotal, Ciudad Sandino, Tipitapa y Bluefields.

Y también, según la Ley de Presupuesto de 2006, la Policía recibirá otros fondos: el 50% de las sumas que ingrese por multas y el 75% de las sumas que ingrese por aranceles y servicios de tránsito, liquidación de mercadería y medios decomisados, pagos por servicios, permisos y licencias policiales y demás resultantes de la actividad de la Policía Nacional. En la práctica, eso significa más de 70 millones de córdobas. En qué se gastarán específicamente no ha sido divulgado.

Por esta insuficiencia de recursos, en cada fiesta patronal de cada uno de los municipios del país, la jefatura local de la Policía debe solicitar a la Alcaldía correspondiente, o a los propietarios de bares, que le suministren recursos -en dinero o en especie- para garantizar combustible y viáticos de alimentación a los oficiales que garantizarán el orden en la fiesta.

Si esto es así para que la institución cumpla con sus obli¬¬gaciones, es aún peor con las condiciones laborales de agentes y oficiales. Aunque el salario ha sido mejorado en los dos últimos años -el sueldo mínimo de un policía de base es bastante más alto que el de un maestro, no ocurre lo mismo con los beneficios sociales: vivienda, becas, recreación, atención sicológica. Aunque sus mandos se resistan a admitirlo, la precaria situación de los policías los hace víctimas de los política o económicamente poderosos.

LOS “COMITÉS DE AMIGOS DE LA POLICÍA”

Un ejemplo de la “cooperación privada” con la Policía son los famosos “comités de amigos”, integrados casi exclusivamente por los empresarios o hacendados de un municipio o de un sector del país. Hace poco, representantes de estos “asociaciones de amigos” de la Policía de 18 municipios del país se reunieron en Boaco para realizar el Segundo Encuentro Nacional. En él afirmaron su respaldo al trabajo de la Policía Nacional, defendiendo el fortalecimiento en la relación Policía-Comunidad. La sede del tercer encuentro fue Muy Muy el 22 de abril.

El presidente de esos “amigos” es el empresario conservador Walter Zavala. No deja ser cínica su declaración sobre la presunta sana intención con la cual trabajan. Según Zavala, nosotros no sabíamos ni de coimas ni de regalías, porque nuestro interés es ayudar a la Policía y que le llegue esa ayuda a los oficiales. Me asombra todo lo que se ha dicho, dijo en referencia al escándalo tras el asesinato de Polanco. Dice también que su labor es pública, transparente y legítima, porque lo que recaudan a través de sorteos y actividades se entrega con recibos y de manera ordenada a la Policía. Lo que hacemos es ayudar a la Policía, pero sobre todo nos interesa que nuestra ayuda llegue a los oficiales que tienen menos oportunidades, dice Zavala, para quien las circunstancias del crimen de Polanco merecen este análisis: Generan desconfianza en la población sobre la seguridad ciudadana del país. Nicaragua ha sido un país libre de delincuencia, y nos sorprende este asesinato, porque la verdad es que sucesos como estos no deberían darse en Nicaragua.

Un ejemplo típico de las donaciones que hacen estos grupos es una que hizo la Asociación de Amigos de la Policía del distrito 3 de Managua, cuyo presidente es el Ingeniero Arturo Yanguas, directivo de la Cámara de Comercio y propietario de una empresa distribuidora de vehículos. A finales del año pasado, “regaló” a la Policía tres compu¬tadoras y dos motocicletas valoradas en 6 mil dólares.

¿SERÁ SUFICIENTE SACUDIR?

Entre limitaciones presupuestarias, salarios insuficientes, entorno político corrupto, abandono del gobierno central y limitaciones de su propia naturaleza, la Policía Nacional ha navegado azotada por no pocos “huracanes” y hasta ahora ha sabido sobrevivir. ¿Por cuánto tiempo?

A raíz del caso Polanco, el comisionado Cordero instruyó a la inspectora Granera a que realizara un recorrido por todas las delegaciones departamentales del país y se reuniera con todos los policías, incluso los ubicados en los más apartados municipios. Estamos hablando de los problemas, estamos buscando cómo sacudirnos, ser cada vez mejores, cómo aplicar mejor nuestra doctrina y nuestro reglamento, pero hay que dar a cada caso de corrupción o mal proceder, el verdadero peso que tiene, porque no es justo que por uno, dos, tres casos se hable de la Policía Nacional. Creo que los medios tienen una responsabilidad enorme de educar, de fortalecer la institución, que es vital para la gobernabilidad en el país, pidió Granera. ¿Será suficiente “sacudir”? Después del crimen de Polanco parece que no. El esclarecimiento total de este asesinato es imprescindible para limpiar la imagen de la institución. Y tampoco es suficiente.

REVISAR LA ACADEMIA DE POLICÍA,
TOMAR MEDIDAS CON LOS DE ALTA GRADUACIÓN

Una de las tantas medidas necesarias, será revisar a fondo el funcionamiento de la Academia de Policía, tan venida a menos al ritmo del estrangulamiento presupuestario y de la falta de personal docente adecuado.
Primero, hay que optimizar la formación física, técnica, académica y profesional de los nuevos y los veteranos. Y sobre todo, hay que mejorar sustancialmente los criterios de selección para el ingreso a la Policía: son abundantes las quejas sobre el comportamiento de los muchachos egresados después del año 2000, tanto en su trato a la ciudadanía, como en su procedimiento para capturar a los presuntos delincuentes y en su tendencia a pedir descaradamente o a recibir alegremente sobornos en dinero o en especies.

Todavía los casos de corrupción son sólo eso, casos. Y todavía no se puede afirmar que la Policía como tal esté totalmente contaminada. Esto es cierto. Pero no menos cierto es que para la institución resulta ya impostergable tomar medidas no sólo con los “chapiollos”, oficiales de mediana o baja graduación, sino con los subcomisonados, comisionados y hasta comisionados mayores de quienes se sabe desde hace mucho tiempo que están involucrados en distintas actividades por lo menos dudosas, cuando no delictivas: tráfico de drogas, de maderas preciosas y de personas, entre otras muchas.

CASO POLANCO: ¿UN CASO NO FORTUITO?

Para la Policía el caso Polanco no pudo caer en peor momento. ¿O será que el crimen no fue fortuito? ¿Cuán víctima habría sido Bendaña de una “noche de cuchillos largos” entre los oficiales que aspiran a integrar la jefatura de la Policía?

El Presidente Enrique Bolaños tiene en su agenda la sucesión en la jefatura nacional de la Policía. No sólo se trata de elegir al nuevo Director, que asumirá en septiembre, sino de decidir el destino de al menos otros nueve cuadros de primer nivel entre los cuales estaba, y sigue estando, el comisionado Bendaña, considerado hasta ahora un fuerte candidato para ocupar uno de los cuatro cargos en el equipo de subdirectores que acompañará al nuevo director.

De acuerdo con la ley, el nuevo Director será escogido de entre los actuales cuatro subdirectores. Automá¬ticamen¬te, los otros tres pasarán a retiro. El nuevo director seleccionará de entre los oficiales de mayor rango a cuatro de su mayor confianza para asumir las respectivas subdirecciones. Hay una excepción: el comisionado Horacio Rocha. Porque aún le faltan nueve años de servicio para alcanzar la edad de jubilación. Y porque llegó al cargo como “bateador emergente”, cuando Cordero y un puñado de sus aliados internos obligó a retiro anticipado al comisionado Francisco Bautista -quien aparecía como su natural sucesor, después que la Corte Suprema de Justicia anuló el despido que decidió contra él el Presidente Bolaños y ordenó su reintegro. Cordero no acató esa orden.

AMINTA GRANERA O ANA JULIA GUIDO:
AL FRENTE DE LA POLICÍA

Los mandos de la Policía están divididos en dos bandos alrededor de dos comisionadas: Aminta Granera y Ana Julia Guido. Ambas tienen una sólida hoja de servicios. Ambas son destacadas por su valentía, capacidad y don de mando. Pero entre los oficiales más antiguos la preferida es Ana Julia, con quien ha tejido estrechos vínculos de lealtad política e institucional. La consideran una de los suyos, una de la vieja guardia.

A Granera, sus adversarios le reprochan su origen social -hija de una familia leonesa de mucho abolengo-. Aunque ese “defecto” nadie lo tuvo en cuenta cuando se involucró en la lucha antisomocista, se destacó en la guerrilla sandinista y ejerció la jefatura de distintas especialidades de la Policía. También se quejan de su presunta tendencia a actuar individualmente, aunque todos le reconocen eficacia en todas las tareas que ha ejercido. A la comisionada Guido se le achaca que no sabe manejar las relaciones políticas y las públicas, porque tiende a tratar a todos como militares.

Cualquiera de las dos será una excelente jefa policial. Y por supuesto, será mucho mejor que Edwin Cordero, cuyas indecisiones, tendencia a quedar bien con los poderosos sacrificando a cualquiera, y mediocre comportamiento profesional, han contribuido a que su administración haya abonado al problema integral que sufre la institución. Lo mejor que le podría pasar ahora a la Policía es que el Presidente Bolaños nombre cuanto antes a la nueva dirección, para que el período de transición ocurra antes del traspaso de mando. Para que cuando el nuevo Director -o Directora- tome posesión pueda desde el primer día tomar las drásticas decisiones que se necesitan. La crisis es reversible. Todavía.

PERIODISTA.


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