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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 290 | Mayo 2006

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Nicaragua

¿Entre Trivelli y Chávez?

El cuadro electoral quedó casi rayado en la medianoche del 11 de mayo al inscribirse oficialmente los partidos y alianzas que participarán en las elecciones del 5 de noviembre. La presión de Estados Unidos fracasó: la derecha competirá dividida. Liberales arnoldistas del PLC con sus aliados y neoliberales de la ALN con los suyos enfrentarán al FSLN de Daniel Ortega, respaldado por Hugo Chávez y a la opción, de izquierda e independiente, del sandinista Herty Lewites.

Equipo Nitlápan-Envío

Claro ya Estados Unidos de que Arnoldo Alemán conserva el control del PLC porque mantiene liderazgo entre dirigentes y bases­ liberales y por ser un político hábil para manejar los hilos de la corrupta política nicaragüense, y claro tam­bién de que la ma­quinaria del PLC le da más garantías de derrotar a Daniel Ortega en las elec­cio­­nes que las que le ofrece el nuevo pro­yecto liberal-no ar­nol­dista de Eduar­do Montealegre, candidato de la Alianza Liberal (ALN), el embajador Paul Trivelli se lanzó este mes a una frenética carrera para lograr la uni­dad de la derecha bajo la fórmula ideal para Esta­dos­ Unidos: Monte­alegre de candidato presidencial, pero mon­­­tado en la ma­qui­naria del PLC, a la que se subirían tam­bién las otras “fuer­­zas democráticas” (léase antisan­di­nistas): Conservadores, Resistencia, Camino Cris­tiano y el APRE, nacido del seno del gobierno Bolaños.

PRESIONES CONTRA RELOJ

Después de luchar durante muchos meses para hacer prevalecer el proyecto Montealegre por sobre el de Alemán, desprestigiando en público a Alemán, quitándole la visa de entrada­ a Estados Unidos a sus familiares y a los políticos más cercanos a él, des­pués­ de declara­cio­­­nes sobre caudillos obsoletos y pac­tos­­­­ perversos, después de financiar gru­­pos cívicos que repitieran esos men­sajes, y consumada la elección de Jo­sé Rizo como candidato presidencial del PLC, Trivelli trabajó hasta el 11 de mayo, contra el reloj del calendario electoral, para persuadir a Mon­te­alegre a unirse al PLC y para presio­nar a Alemán a ceder poder dentro del PLC y a retirarse de la política a cambio de olvidar los juicios que, por actos de corrupción, tiene pen­dientes en Estados Unidos y en Pa­na­má.

El 5 de abril, Trivelli lanzó su más descarada propuesta: organizar elecciones primarias entre todos los partidos de la derecha para elegir a un único candidato que garantizara la derrota de Ortega. Estados Unidos financiaría esas elecciones y enviaría a un equipo técnico para llevarlas a cabo. También establecía las condiciones de su desarrollo: lugar, participantes, número de votantes, observadores. Dijo Trivelli que con este plan respondía a pedidos formales e informales, públicos y privados de los políticos nacionales.

Montealegre aceptó de inmediato. Sabiéndose el favorito de Estados Unidos, estaba convencido de los resultados. El PLC rechazó la propuesta. Pero los esfuerzos continuaron.

La propuesta estadounidense generó justificadas voces de protesta contra la injerencia de Estados Unidos en el proceso electoral. El gobierno la justificó, afirmando, por ejemplo, el Can­ci­ller Caldera que si Nicaragua recibía coo­peración internacional por 500 millones de dólares, los países que se la daban pueden pronunciarse y decir bajo qué condiciones la dan. Lo que no dijo es que la Unión Europea está a la cabeza de esa cooperación bilateral y que ninguno de los embajadores de ninguno de los países de la UE hace, di­ce o propone lo que propone, dice o ha­ce el embajador de Estados Unidos, país que no ocupa ni el segundo ni el tercero ni el cuarto lugar entre los que cooperan con Nicaragua.

LA DERECHA NO SE UNE

El 17 de abril, al cumplirse el ultimátum que estableció para activar su pro­pues­ta, Trivelli se reunió, por primera vez públicamente -fotos incluidas- con la cúpula del PLC y con el propio Ar­nol­­do Alemán, ya que en la mesa de ese­ diálogo estaba su esposa y vocera. El PLC le planteó a Trivelli que la candidatura de Rizo era intangible, incuestionable e innego­cia­ble. Al día siguiente, Trivelli se reunió con Montealegre expresándole implícitamente su apoyo al llamarlo el candidato anti-pacto.

Los días previos al 11 de mayo, plazo fatal del calendario electoral pa­ra inscribir las alianzas, continuaron presiones y negociaciones. Monte­alegre no cedió: no quería menos que la candidatura presi­dencial y el control de las listas de di­pu­tados de una eventual alianza ALN-PLC. Y Alemán tampoco cedió: aspira a su libertad y a mantener control so­bre­ buen número de diputados y así, controlar la Asamblea Nacional. Monte­alegre está convencido -Estados Unidos y las encuestas lo convencen- de que será el próximo Presidente de Nicaragua. Y Alemán espera seguir controlando el PLC para aspirar a la Presidencia en las elecciones de 2011, convencido también de que regresará al gobierno.

ESTADOS UNIDOS POLARIZA

Además de fracasar en su objetivo unificador, las presiones y declaraciones de Trivelli polarizan el escenario electoral nicaragüense. Y la polarización favorece siempre al FSLN controlado por Ortega y al PLC controlado por Alemán. Polarizar al electorado encor­se­­­­tán­dolo en un bipar­tidismo legal -y emocional- fue uno de los objetivos con los que arrancó el pacto FSLN-PLC en 1998. Ese objetivo no ha variado. Mientras mantienen al electo­rado entrampado emo­cional­mente en la rivalidad sandi­nismo-antisandinismo, los dos jefes del pacto se entienden entre ellos, comparten negocios y se reparten cargos en las instituciones. Las declaraciones de Trivelli acercan hacia el polo Ortega a sectores del sandinismo, en nombre del anti-imperialismo aprendido y en el de una defensa retórica de la soberanía. Y acercan hacia el polo Alemán a sectores del liberalismo, en nombre de la lealtad al líder, ofendido y manoseado por soberbios extranjeros.

UN NACIONALISMO EMOCIONAL

Se nutre así un nacionalismo y una defensa superficial y emotiva de la soberanía, que no conducen a pensar, por ejemplo, que aún no somos soberanos si la Costa Caribe está como está, o que no lo seremos si el río San Juan “es nuestro”, pero el río Coco no lo es, porque es de las ratas, de las inundaciones y del abandono. Un nacionalismo que no conduce a pensar que aún no somos una nación si, por ejemplo, en un mismo territorio habitamos 500 mil personas que vivimos bien y casi 5 millones que carecen de lo básico.

Ser soberano implica un territorio común compartido y bien comunicado. Y ser una nación implica que quienes compartimos el territorio nacional compartimos también aspiraciones y sentires, una interpretación común de nuestra propia historia, y un mínimo consenso social que hace funcionar al Estado y a la sociedad orien­tán­dolos hacia una equidad básica. Nada de eso hay en la Nicaragua de hoy. ¿Lo ha habido alguna vez?

CHÁVEZ: POR LA PUERTA GRANDE

Alemán ha dividido a la derecha durante estos años. Y Trivelli no logró unificarla, al menos en este primer round. Esa división es, desde que Alemán cayó preso, la pieza crucial de la estrategia electoral de Daniel Ortega. Es la que puede garantizarle un triunfo en la primera vuelta de los comicios de noviembre. Es opinión generalizada que en una elección como la que quedó perfilada el 11 de mayo, con cuatro opciones (Rizo-Ortega-Lewites-Montealegre), Daniel Ortega sólo podría ganar en la primera ronda, no en la segunda.

Pero, como la derecha dividida no es suficiente garantía para Ortega, el FSLN ha encontrado un equilibrio para la balanza de la intervención externa estadounidense en el apoyo del Presidente venezolano Hugo Chávez.

Chávez entró por la puerta grande. Donó todos los materiales necesarios para iniciar desde hace unos meses en las alcaldías donde gobierna el FSLN la campaña de alfabetización “Yo sí puedo”, que emplea metodología cubana. Chávez incluyó a los nicaragüenses en su proyecto “Operación Milagro”, que librará de ceguera reversible a tres millones de latinoamericanos pobres en los próximos años. En abril, 75 nicas ya pudieron ver, gracias a cirugías gratuitas que les realizaron en Venezuela. En 2006 llegarán a mil los nicaragüenses beneficiados. Chávez envió a Nicaragua 10 mil toneladas de urea para abono, que será vendida muy barata a pequeños productores y cooperativas a través de una empresa sandi­nista. Chávez creó con las 153 alcaldías de Nicaragua -86 y Managua en manos del FSLN- una empresa para venderles a precios muy favorables 10 millones de ba­rriles de petróleo anuales, cantidad que nuestro país consume en un año y que Venezuela produce en dos días y do­ce horas.

El “paquete” de Chá­vez responde­ a necesidades muy concretas. Es atractivo. Y la contraparte de ese pa­que­te es el FSLN y Daniel Ortega. ¿Pu­­­do haber sido contraparte el gobierno? Ni las magníficas relaciones de Bolaños con el gobierno de Estados Unidos se lo hubieran permitido. Ni las intenciones de Chá­vez lo hubieran procurado.

“DANIEL, QUIERO QUE GANES TU”

Hugo Chávez es un caudillo talla “extra-large” por su arrolladora persona­li­dad y por gobernar un país sentado sobre la mayor reserva petrolera del mundo. Chávez es un poder que desa­fía­ hoy a Estados Unidos. Con palabras­ siempre provocativas, impropias a veces, justas a veces. Lo desafía con el pe­­tróleo y con iniciativas en busca de la soñada y necesaria integración latinoamerica­na.­

El 23 de abril en Caracas, con Da­niel Ortega enfrente, Chávez hizo ex­pl­í­­­cito quién es su favorito en las ele­c­ciones de Nicaragua: Daniel, no voy a decir que quiero que ganes tú, porque van a decir que me estoy metiendo en los asuntos internos de Nicaragua, pero quiero que ganes tú. Y añadió razones estratégicas: Nicaragua tiene una gran importancia: su proyección hacia el Pacífico y hacia el Caribe, su tamaño, su capacidad de impacto en Centro­américa, su historia, Sandino, su ideología. Vayamos preparándonos porque Nicaragua es parte del avance del ALBA. (El ALBA, Alternativa Boliva­riana de las Américas, fue lanzada por Chávez frente a la propuesta de Estados Unidos, ALCA, Área de Libre Comercio de las Américas).

El 25 de abril, en una solemne ceremonia en el Palacio de Miraflores de Caracas, transmitida por varios canales de televisión nicaragüenses, la empresa petrolera de Venezuela PDVSA y la Asociación de Municipios de Nicaragua (AMUNIC), representada en Caracas por 53 alcaldes sandinistas -una do­ce­na eran del PLC- firmaron en presencia de Chávez y Ortega un convenio que crea la empresa ALBANIC para la comercialización y venta en Nicaragua del petróleo venezolano.

Días después, en La Habana, Daniel Ortega anunció que en su programa de gobierno estará incluir a Nicaragua en el ALBA. Y días después, ya en Nicaragua, abultó el “paquete” venezolano afirmando que de los réditos del crudo venezolano surgirá el capital semilla para crear un banco de fomento que financiará a los pequeños productores.

¿QUIÉN PESARÁ MÁS?

No hay duda de que Chávez está queriendo influir en el imaginario del electorado nicaragüense, proyectando, con petróleo, urea, cirugías y todo lo demás que podría venir, un futuro promisorio, aun cuando Ortega tuviera problemas con Estados Unidos si llegara a la Presidencia. El embajador Trivelli trata de hacer lo contrario, proyectando en el imaginario del electorado la crisis en la que, de llegar Ortega al gobierno, entraría Nicaragua, por el ya aprobado TLC con Estados Unidos, o por los fondos de la Cuenta del Milenio ya prometidos o hasta por las remesas de las decenas de miles de nicaragüenses trabajando y residiendo en Estados Unidos que podrían desaparecer...

¿El golpe de efecto logrado por el FSLN con el “paquete” venezolano -especialmente con el acuerdo petrolero, aun cuando no se concrete en el corto plazo- tendrá el efecto coyuntural que buscan Ortega y Chávez: atraer votos hacia el FSLN? ¿Quién pesará más? ¿La intervención estadounidense, comprobada su determinante influencia en la historia de Nicaragua, o esta novedosa intervención venezolana? Sólo los próximos meses permitirán responder. Desde ahora, lo que ya es cierto es que las elecciones nicaragüenses estarán super-intervenidas por acciones, presiones, opiniones e imágenes de actores externos.

La intervención de Chávez también polarizará el escenario. Y en la di­námica política vigente la polarización favorece a ambos caudillos, no sólo a uno de ellos. Ortega hará del recha­zo a la intervención de Estados Uni­dos un eje de su campaña. Y Monte­ale­gre y el PLC harán del temor a Chá­vez uno de sus ejes. Apelarán ambos al nacionalismo emocional.

PODERES EXTERNOS Y MIEDOS

Hay mucho poder externo en el escenario electoral, generando esperanzas en unos, miedo en otros. Esperanzas petroleras que vienen de afuera, miedo a represalias que también se amasan afuera.

Hay mucho miedo en el escenario electoral. Miedo a “lo bueno por conocer” prefiriendo “lo malo conocido”. Miedo a equivocarse de nuevo. Doña Violeta llama a los nicaragüenses a vencer el miedo, a derrotarlo, in­ter­­pretando lo que sucedió en 1990, cuando ella ganó las elecciones. ¿A qué miedo se refiere? ¿A quién habría que temer más en estas elecciones? ¿A la enemistad de Estados Unidos hacia Daniel Ortega y al poder derivado de esa enemistad, porque “algo le harán a Nicaragua si gana Daniel”? Pero, ¿quién no teme hoy los desatinos ya comprobados del gobernante al que Trivelli representa en Managua? ¿O habría que temer más el regreso de Ortega, afianzado ahora por el combustible electoral de Chávez?

Montealegre afirma que el miedo a Ortega no es razón suficiente para montarse en el carro del PLC. Y tanto Rizo como Monte­alegre tratan de introducir en el electorado el miedo a la amenaza regional y hemisférica que supondría el triunfo de Ortega y el eje Chávez-Castro-Ortega tendido sobre el mar Caribe, mientras el eje Chávez-Evo avanza por el sur.

Por su parte, las alcaldías en manos del FSLN se van convirtiendo en má­quinas de intimidación y chantaje con­tra quienes ven acercarse a la op­ción­­ que se está agrupando en torno al ex-alcalde de Managua, el sandi­nista Herty Lewites.

La Alianza Herty 2006-MRS se presenta como la única opción políti­ca y electoral independiente del pode­río­ de Estados Unidos. Trivelli ni la men­ciona. La única libre del amparo de Chávez, que no ignora la traición de Daniel Ortega a los ideales­ de San­di­no. Y también la única ajena al financia­miento del gran capital nacional y el gran capital centroamericano, que a partir del 11 de mayo -y enfrentando también las presiones de Estados Unidos- se debaten entre apoyar a Monte­alegre, su favorito, o a Rizo, aun­que el timón del PLC lo controle Alemán.

COSTUMBRE Y DESLUMBRE

En “La Odisea”, Homero recreó los miedos de quienes se aventuraban en ma­res desconocidos, dando vida literaria a dos monstruos marinos, Escila y Ca­ribdis. Ambos asustaban a los nave­gantes que se acercaban a sus horri­pi­lan­tes fauces. Desde entonces, “estar en­tre Escila y Caribdis” será sinó­ni­mo de estar “entre la espada y la pa­red”, “entre gua­te­mala y guate­peor”, atra­pa­dos en una situación difícil, riesg­osa, peligrosa. ¿Entre Trivelli y Chávez? La influencia determinante que los poderes extranjeros -a la cabeza, el de Estados Unidos- han tenido en la historia­ de Nicaragua explica la cultura po­lí­tica que acepta, y hasta solicita, las pre­­siones de Trivelli-Bush para ganar con el poder de los de afuera lo que no se gana dentro con el propio es­fuer­zo.

Esa influencia externa permanente -representada hoy también por la cooperación internacional en su conjunto, por más generosa que sea o diga ser- también explica la resignación ante los poderes externos y el deslumbramiento que producen en la población iniciativas y “paquetes” como los que hoy ofrece Chávez. Estamos demasiado acostumbrados por la historia pasada, por la historia reciente, por la realidad actual, a sentir y a creer que no podemos solos, que el poder para poder tiene que venir de afuera.

ROCAS, NO MONSTRUOS

Pero aquellos dos monstruos espeluznantes no eran más que dos escollos rocosos en el estrecho de Me­si­na, el que separa la punta de Italia de la­ isla de Sicilia. Obstáculos naturales que podían sortearse, siempre que no se los imaginara con varias cabezas, horrendas bocas y aullidos intimidantes. Entendiéndolos como lo que eran en la realidad, pedazos de roca hundidos en el mar, y no agigantándolos por el mito y el miedo, perdían su aura amenazante. Podían ser superados.

Cuando Nicaragua se entienda a sí misma como lo que es y entienda lo que puede llegar a ser navegando en los mares globalizados del mundo actual, cuando aprenda que el control de su historia está en sus manos y no en las de los dioses, la fortuna, el imperio o los poderes extranjeros, cuando la población rompa con la cultura de la resignación y el fatalismo, cuando navegando así, por esa ruta y apropiados del timón, aprendamos ciudadanía, votaremos sin miedos y sobe­ra­na­mente. ¿Será en esta ocasión, será ya así el 5 de noviembre?

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