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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 284 | Noviembre 2005

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México

En marcha “la otra campaña”, la de “los de abajo”

El zapatismo inició su nueva etapa. ¿Quiénes y con qué ideas y propuestas han respondido a su convocatoria para iniciar y desarrollar “la otra campaña”? Con esta iniciativa ha nacido en México otra dinámica política. Heterodoxa e irreverente. Aunque también hay riesgos de que desemboque en una nueva ortodoxia.

Jorge Alonso

En los últimos días de junio 2005 los zapatistas dieron a conocer la Sexta Declaración de la Selva Lacandona: planteaban dónde estaba ahora el zapatismo, cómo percibían el mundo, cómo veían a México, lo que pensaban hacer y cómo lo realizarían. Invitaban a los muchos “de abajo” a que, de manera individual o colectiva, participaran con los zapatistas en una campaña nacional que se distinguiría de las campañas de “los de arriba”, concentradas hasta 2006 en lo electoral.

REUNIONES PREPARATORIAS

En agosto y septiembre, los zapatistas convocaron a sus tierras a lo más plural y diverso de las fragmentadas luchas contra el neoliberalismo. Organizaron así seis reuniones sectoriales y una plenaria. Entre los pueblos zapatistas se sortearon los sitios donde tendrían lugar las sesiones. Sus habitantes prepararon albergues, comida y lugares de trabajo. El Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas -los zapatistas- le llaman “el Frayba”- apoyó con mapas para que los que acudieran llegaran a su destino. En cada reunión los zapatistas dieron las palabras de bienvenida y de despedida y procuraron hacer un resumen de lo tratado. Las comandantas zapatistas aprovecharon sus iniciales intervenciones para defender los derechos de las mujeres. Quien quería intervenir no tenía límite de tiempo. Además de las participaciones en directo, hubo lecturas de escritos que enviaron quienes no pudieron acudir. Los zapatistas organizaron un equipo que grabó todo e hizo resúmenes, enviados después a los participantes para que, una vez corregidos, se difundieran en la web de la Revista “Rebeldía”. Las reuniones fueron acumulativas. Lo que se avanzaba se compartía en la siguiente sesión.

EZLN: RECHAZO AL PAN,
AL PRI Y TAMBIÉN AL PRD

Una constante en todas estas reuniones fue el énfasis en diferenciar lo que se estaba formando con el ser y el actuar de la clase política. El EZLN remarcó que se opone a toda esa clase y planteó claramente que “la otra campaña” no tiene que ver con la campaña electoral en marcha ni trata de apoyar candidaturas. Explicó que actualmente la élite económica impone tanto las políticas económicas como las políticas-políticas y que el papel de la clase política consiste sólo en administrar la imposición de los poderes fácticos. Así, los políticos son gerentes, no de la reconstrucción de las relaciones sociales, sino de su destrucción.

El EZLN analizó que el PAN, que el año 2000 ganó la Presidencia de la República, había igualado en cinco años lo que el PRI había hecho en 70 años. El panismo dejaría un país sumido en crisis económica y con un descontento que rebasaba el que heredó del PRI. El PRI apostaba a la desmemoria. Tras ser los iniciadores de la pesadilla de fraudes, matanzas y control corporativo, representa hoy las aspiraciones del crimen organizado para consolidar su poder institucionalizado. El plan del PRI es volver a encumbrar la corrupción. Se le puede definir como el crimen hecho gobierno. El PRD estaba queriendo limarle los filos al neoliberalismo. Por las duras y reiteradas críticas del EZLN al PRD, se acusa al zapatismo de estarle haciendo el juego a la derecha para impedir que López Obrador llegue a la Presidencia de la República, lo que permitiría el regreso del PRI.

DUROS CONTRA EL PRD

El EZLN ironizó y preguntó: ¿Cuándo se fue el PRI, que sigue teniendo el control de la mayoría de los Estados, de los municipios y de las Cámaras de Diputados y Senadores? Y aclaró que no era lo mismo esperar que ganara el político “menos malo” a albergar la esperanza de que existiera y triunfara un proyecto de transformación profunda. Hizo historia recordando que, cuando irrumpió en 1994, el EZLN vio la fuerza del cardenismo. Era aquella una coyuntura electoral. Pero el proceso de descomposición acelerado de la clase política alcanzó al PRD, un partido que se había comprometido a impulsar los derechos del EZLN y de los pueblos indios y que al final no cumplió, traicionó a los zapatistas y se burló de ellos.
En sus cálculos estrechos, el PRD prefirió que los zapatistas quedaran confinados en su territorio. A Andrés Manuel López Obrador, el EZLN le acusa de haber destruido el movimiento popular de la capital y de rodearse de asesores provenientes del salinismo.

En todas las reuniones el EZLN mantuvo estas críticas al PRD, tanto a su dirección como a sus bases. Y como había sido muy claro advirtiendo que no quería contactos con el PRD, se quejó de que a las reuniones acudieran agazapados militantes perredistas, sorprendiendo la buena fe de los anfitriones para aprovechar algún resquicio e invalidar las descalificaciones al PRD. Los militantes de partidos políticos con registro no fueron invitados a las reuniones.

Otra constante durante todas las reuniones fueron los reclamos de muchas agrupaciones a los zapatistas, y la actitud humilde de éstos para examinar esas críticas y, en lo que tenían razón, hacer una dura autocrítica con clara promesa de enmienda futura. El EZLN aceptó que la relación con muchas agrupaciones había sido mala por su propia torpeza. Se avergonzaron de no haber sido solidarios con muchas luchas que la necesitaban. Se les echó en cara también haber dado más atención a lo internacional que a lo nacional.

REUNIONES DE 16 HORAS

Otra característica de las reuniones fue que los zapatistas se dieron a la tarea de escuchar pacientemente a todos los que quisieron hablar para saber qué pensaba la gente, sus problemas, sus experiencias de lucha. Las sesiones duraban unas 16 horas diarias. Los zapatistas que estuvieron en estas sesiones vivieron una nueva experiencia al tener contacto directo con muchas y variadas luchas e inquietudes de todos los rincones de México. El EZLN tranquilizó a los organismos participantes: ninguno debía temer que el EZLN les fuera a quitar a sus agremiados, a nadie le iban a pedir que entrara a engrosar las filas el EZLN. No se trata de promover el crecimiento de una organización, sino de que aparezcan nuevos sujetos sociales, nuevas agrupaciones y nuevas formas de organización. El EZLN quiere unir su lucha a otras luchas y si los zapatistas invitaban ahora, en la siguiente fase serían sólo uno más.

CON ORGANIZACIONES POLÍTICAS

La primera reunión no fue muy numerosa. Asistieron representantes de organismos de izquierda sin registro electoral. Hubo 26 participaciones públicas. Los zapatistas hicieron un reconocimiento al trabajo de base de estas agrupaciones. Algunos de los participantes plantearon que había que darle un voto crítico a López Obrador, otros invitaron a lanzar una candidatura independiente, pero la mayoría se expresó por hacer surgir un movimiento de otro tipo, no electoral, organizado en torno a una lucha anticapitalista, contra el neoliberalismo y por una sociedad distinta. No construir un nuevo partido de izquierda ni fusiones que concluyeran en escisiones. En el intento de hacer un gran frente contra el neoliberalismo algunos opinaron que había que entrarle a lo que ya estaba constituido. Otros decían que mejor era hacer algo nuevo. Unos pugnaban por una organización bien estructurada, y otros por evitar lo rígido y hacer surgir espacios horizontales. El consenso fue llegar entre todos a un acuerdo, con respeto y trato igual a todos los participantes de este esfuerzo.

CON PUEBLOS INDÍGENAS

La segunda reunión, con las organizaciones indígenas, fue más concurrida. Asistieron 300 delegados de medio centenar de agrupaciones. Hubo 31 participaciones públicas. Se reconoció que las luchas indígenas son fundamentales para la transformación del país. Los zapatistas prometieron estar con los indígenas en la defensa de su diferencia y especificidad. Explicaron que nadie respetaría el lugar de los pueblos indios si éstos no lo hacían respetar, exhortaron a los pueblos indios a avanzar “en la otra campaña” y a crear un colectivo de colectivos. Iba quedando claro que “la otra campaña” será un esfuerzo que llevará años. Quedó también en evidencia que el movimiento indígena mexicano sigue siendo fuerte y mantiene un gran aprecio por el zapatismo.

CON MOVIMIENTOS SOCIALES

La tercera reunión superó las expectativas de los zapatistas. La habían planeado para medio millar de asistentes y llegaron mil 400 delegados de un centenar de organizaciones, más periodistas y observadores. Hubo 76 participaciones públicas. Acudieron organismos de obreros, de campesinos, de cooperativistas, de pescadores, de comerciantes, de braceros, de comités civiles, de pobladores urbano populares, de maestros, de estudiantes, de no aceptados para proseguir sus estudios, de mujeres, de lesbianas, de artistas... Pululaba una pluralidad en busca de convergencias.

En esta reunión se expresó que no se quería ni mando ni subordinación. Cada organismo aportaría su historia,
su experiencia y su forma organizativa y cada uno conservaría lo que ya tenía o lo enriquecería por el contacto con los demás. Entre todos definirían los qués y los cómos, los fines y los pasos. Se volvieron a clarificar los principios: no hacer acuerdos arriba para imponer abajo, sino hacer acuerdos para ir juntos a escuchar y a organizar la indignación; no se levantarían movimientos que después se negociaran a espaldas de sus integrantes; no se trataba de buscar posiciones, ventajas, puestos públicos, sino ir más lejos de los calendarios electorales...

Como existía mucha inquietud entre varias organizaciones por el voto en el 2006, el EZLN aclaró de nuevo que no estaba invitando a votar por uno u otro candidato, partido, ni llamaba a votar o a abstenerse, sino que respetaba la decisión de cada grupo. Acotó también que las campañas electorales iniciarían y culminarían, pero “la otra campaña” seguiría.

Entre las propuestas se planteó examinar si se impulsaba la Promotora contra el Neoliberalismo, un frente amplio de muchas organizaciones, al que por tener un nombre tan largo se le llamó “el frentote”. Como en las reuniones anteriores, los zapatistas exhortaron a los asistentes a acudir donde sus compañeros para informarles de lo tratado y para discutirlo. Insistieron en que “la otra campaña” no tiene que ver con lo electoral. Y que cuando los zapatistas recorrieran todo el país dialogarían y debatirían sobre proyectos, programas, caracterizaciones, definiciones, planes a corto, mediano y largo alcance, no presentándose como un nuevo rival, sino como un nuevo compañero de lucha.

CON ONG Y OTROS COLECTIVOS

En la cuarta reunión hubo 650 delegados de 220 organismos no gubernamentales y otros colectivos, representación de un amplio abanico de diversidades, más 258 observadores. Entre éstos se colaron enviados del gobierno y de los empresarios, que querían detectar qué se estaba fraguando en la selva chiapaneca. Hubo 149 participaciones. Dado el carácter tan heterogéneo de los participantes y la amplia concurrencia de jóvenes, se aclaró que quienes quisieran comunicarse podrían hacerlo no sólo con los medios habituales, sino también con canciones, poesías, bailes y obras de teatro. La sesión se prolongó. Un problema que detectaron los zapatistas fue el de la escucha sectorizada: los artistas estaban atentos a otros artistas, las feministas a otras feministas, los grupos anarcos a otros anarcos, los medios alternativos a sus semejantes. Los zapatistas percibieron poco interés hacia las historias que se referían a realidades distintas y hasta opuestas como si, aun en la diversidad convocada, cada quien buscara encerrarse en su lugar y en su modo de lucha.

Los zapatistas aclararon que escuchar y respetar no implica subordinarse y obedecer, menos callar. Invitaron a todos a escucharse y a respetarse para construir un “nosotros grande y colectivo”, transformando radicalmente las relaciones de género y las de las generaciones.

CON FAMILIAS E INDIVIDUOS

La quinta reunión, con comunidades, familias e individuos aumentó la diversidad y la complejidad, pues tomaba en cuenta hasta a “quien apenas se representa a sí mismo”. Un joven comentó que aquel era el encuentro de “nuestras soledades”. Hubo unos 300 participantes más unos 200 observadores. Se escucharon 113 participaciones públicas. Acudieron defensores de bosques y opositores a la construcción de presas que inundarían sus pueblos. Abundaron los testimonios autobiográficos. Proliferaron los jóvenes que se acercaban con cierta desconfianza al zapatismo buscando encontrar su lugar. Fue una reunión fragmentaria, dispersa, que mostraba las inconformidades marginadas. Para esta reunión ya se habían acumulado muchas propuestas acerca de las etapas que debía tener “la otra campaña”.

CON LOS DEMÁS

En la sexta y última reunión -“con los que no habían podido acudir antes”- estuvieron organizaciones indígenas, magisteriales, estudiantiles, sociales, culturales y contraculturales. Predominaron grupos colectivos y redes con expresa voluntad de convergencia. Hubo 110 participaciones públicas. Fue la reunión más política. Como en las anteriores, hubo búsqueda de soluciones, pero predominó la exposición de la problemática local y nacional. Se pusieron en común las discusiones de las otras reuniones. Todo estuvo a debate: definiciones, consignas, tiempos y lugares de “la otra campaña”. Se opinó que, al coincidir ésta con las campañas políticas de los partidos, se podría destacar
su diferencia con las campañas de simulación que se hacían arriba, donde los candidatos se promocionan como artículos comerciales, reflejando un profundo desprecio por la dignidad e inteligencia de la gente.

PLENARIA: REUNIÓN CON TODOS

Todos los participantes en las reuniones sectoriales fueron invitados a la sesión plenaria, que se realizó en el fin de semana en que se celebra la independencia mexicana. Por lo festivo, se advirtió a los concurrentes que en tierras zapatistas no se permiten ni el alcohol ni las drogas y como muchos de los asistentes a las reuniones previas no podrían acudir a la sesión plenaria, se pudo dar seguimiento por internet a los trabajos. Si en las reuniones previas no hubo límite de tiempo ni temática específica para las intervenciones, en la plenaria, por economía de tiempo y para hacerla productiva, se pidió que las intervenciones no pasaran de cinco minutos y que se ciñeran al punto que se estuviera tratando.

Asistieron muchos jóvenes, pero también viejos militantes. Miembros de organizaciones indígenas. Sindicalistas que antes no habían buscado a los zapatistas. Miembros de renovados movimientos urbano populares. Intelectuales, maestros, estudiantes. Integrantes de los movimientos sociales de nuevo tipo: defensores de derechos humanos y cívicos, feministas, homosexuales, lesbianas, artistas, pacifistas y ambientalistas. Había organismos y brigadas con nombre y también anónimos, talleres y colectivos de todo tipo, anarquistas y abstencionistas, artesanos, uniones de crédito, subcontratados y desplazados. La novedad fue la participación de individuos como tales.

Las organizaciones políticas de izquierda que se habían adherido a “la otra campaña” a principios de agosto eran 30. A mediados de septiembre llegaron a 55. En ese mismo lapso de tiempo, de 32 organizaciones indígenas y pueblos indios de México se pasó a 103; de 42 organizaciones sociales, a 162; de 210 organizaciones no gubernamentales, colectivos y grupos, a 453; de 690 adherentes a título individual, familias, barrios y comunidades, a 1,624.

En esta plenaria, los asistentes fueron 2,069, dejando de lado a los periodistas, e incluyendo a observadores nacionales e internacionales. Acudieron 196 personas a título individual; y delegados de 26 organizaciones indígenas, de 91 organizaciones sociales, de 36 organizaciones políticas y de 129 organizaciones no gubernamentales y grupos colectivos. Para el EZLN, la asistencia fue nutrida pero aún no representaba a la mayoría.

SIETE PUNTOS A DEBATE

La discusión versó sobre los siete puntos propuestos. El primero correspondía a la ratificación, ampliación o modificación de las características de “la otra campaña” (civil y pacífica, anticapitalista, de izquierda, con otra forma de hacer política, hacia un programa nacional de lucha y una nueva Constitución, conociendo las luchas y resistencias que se dan en todo el país, solidarizándose con ellas, apoyándolas, y aprendiendo de ellas, respetando a las organizaciones, grupos, colectivos e individuos en sus modos de trabajo, toma de decisiones, demandas, estrategias y tácticas; basándose siempre en el respeto mutuo, buscando enlazar las luchas y organizaciones; conociendo y apoyando las luchas por la humanidad y contra el neoliberalismo que se dan en todo el mundo).

El segundo punto abordó quiénes eran los convocados y quiénes no. El tercero tuvo que ver con la estructura organizativa de “la otra campaña”. El cuarto trató el lugar especial que en ella ocuparán las diferencias. El quinto examinó su posición frente a otros esfuerzos organizativos. El sexto tenía que ver con las tareas. Y el último con lo que se considerara que faltaba.

A la plenaria acudió toda la comandancia zapatista, con lo que los rumores de división quedó conjurado. Los zapatistas anunciaron que Marcos encabezaría la primera etapa del recorrido por todo el país desde el 1 de enero hasta el 24 de junio del 2006. Los zapatistas harían este recorrido sin armas, y se encomendaba su seguridad a los integrantes de “la otra campaña”. Los recorridos se financiarían con lo que la gente fuera aportando y de todo se haría un detallado informe. Parafraseando una estrofa de “La Internacional” y con alusiones al precandidato presidencial por el PRD Andrés Manuel López Obradory al Subcomandante Marcos, se cantó: “No más dictadores, ni salvadores supremos, ni César, ni burgués, ni Dios ni Andrés ni Marcos. ¡Nadie será su propia redención!”.

La segunda salida sería encabezada por otra delegación zapatista, que se movería por todo el país y por delegaciones estatales y regionales que se implantarían en los estados y regiones, entre septiembre del 2006 y abril del 2007. Ese mes habría otro relevo, otro equipo.

Para los zapatistas, quienes ponen literalmente la vida en este proyecto, “la otra campaña” trata de sacudir al país desde abajo para que se muestren todos los despojos, desprecios y explotaciones. Las tribunas serían secundarias y lo principal estaría en el contacto abajo, lugar por lugar.

QUÉ SERÁ Y CÓMO SERÁ
“LA OTRA CAMPAÑA”

En el primer punto se apuntaron 63 participantes. Hubo quienes propusieron que a la definición de las características de “la otra campaña” se agregaran varios puntos. Se planteó que donde decía “de izquierda” se añadiera antijerárquica y antiautoritaria. Otros dijeron que no quedaba claro lo de “por la humanidad y contra el neoliberalismo”. Hubo quienes insistieron en que hubiera mayores definiciones: la lucha internacional como anticapitalista, antiimperialista y en oposición a la guerra. Se dijo que el nuevo movimiento debería ser social, político y nacional. Para otros se requería que hubiera propuestas concretas de nación. Hubo quienes pensaban que resultaba básico agregar el rechazo a las reformas estructurales, la defensa de la soberanía y recalcar la democracia sindical. Surgieron voces que apuntaron que la definición debía incluir que se trataba de una campaña cultural, contrahegemónica y contra el capitalismo. Para un buen número era importante dejar en claro que la otra campaña era en sí misma un proceso educativo, de conocimiento compartido. Se querían definiciones contundentes, como que sería la acumulación de resistencias y de la rebeldía de cientos de años y de miles de mexicanos que habían dicho “basta” al capitalismo. Había grupos que consideraban que debía incluir una definición contra el feminicidio.

La novedosa experiencia de la relación de tantos grupos e individuos había abierto muchas pistas. Hubo sugerencias que tenían que ver más con puntos de un programa de lucha: el boicot a los productos capitalistas; la defensa de los derechos de vivienda, salud, educación, abasto, servicios, trabajo; la lucha contra la privatización del agua y por una reforma urbana integral y popular; el énfasis en la cultura, el arte, la ciencia y la tecnología. Finalmente, se acordó que la revista “Rebeldía” redactara un texto en el que se viera lo que había propuesto inicialmente el EZLN y los puntos que
se habían añadido.

QUIÉNES SÍ ENTRAN
Y QUIÉNES NO

En el segundo punto la fórmula inicial decía que los convocados eran personas, organizaciones y grupos colectivos, que se rebelaban y luchaban; que se declaraban anticapitalistas, y que no pertenecían a los partidos políticos institucionales. Entre las nuevas propuestas destacaba la que quería que se dijera claramente que la clase política no estaba convocada. Otros planteaban que no debían ser convocados ni los partidos políticos ni las organizaciones que buscan el poder. Algunos preferían que se recalcara que no podían participar quienes tuvieran algún candidato.

Si se excluía a los militantes, se preguntó qué hacer con los simpatizantes del PRD. La discusión no pudo dejar de lado el tema de que, mientras hay grupos que no quieren saber nada del voto, otros -sin ser militantes ni simpatizantes del PRD- están a favor de votar por López Obrador. Era un punto que requería de ulteriores discusiones. Como en la plenaria apareció un grupo con una foto de Stalin, hubo varios que se molestaron y propusieron dejar fuera a quienes se proclamaran estalinistas. Se fue ampliando la lista de los que no se quería participaran en “la otra campaña”: patrones, líderes sindicales espurios y corruptos -llamados coloquialmente “líderes charros”-, los oportunistas, los que tuvieran historial de corrupción y fraudes, los sexistas, los homofóbicos y los que hubieran ejercido cualquier tipo de violencia contra las mujeres. A quienes se dijo que sí había que convocar era los millones de profesionales víctimas del sistema y pertenecientes a las clases medias. Unos grupos señalaron la conveniencia de hacer un llamado especial a los cristianos de las comunidades eclesiales de base. Este punto se resolvió, como el anterior: enlistar las propuestas
y mandarlas a todos para que fueran discutidas.

En la discusión sobre la estructura, la disyuntiva era, si para evitar un movimiento amorfo se necesitaba una estructura con una configuración muy orgánica, o si se buscaba algo reticular y horizontal. Se expresó la necesidad de que la estructura adoptada permitiera la pluralidad y las iniciativas múltiples. La discusión dejó en claro que “la otra campaña” no se reducía a los recorridos de los zapatistas por el país. En cuanto a la infraestructura para la salida de los zapatistas, se rechazó el constituir un fondo económico y se prefirió que los zapatistas viajeros se movieran y vivieran de lo que las comunidades que los invitaran les proporcionaran para subsistir y actuar. Esto se podría parangonar con el movimiento medieval de los frailes mendicantes.

INTENSOS DEBATES,
DECISIONES PENDIENTES

El cuarto punto, sobre las diferencias, se optó por dejarlo abierto para mayores discusiones. El quinto punto examinaba la relación de “la otra campaña” con otros esfuerzos organizativos: el Frente Sindical Campesino, Indígena, Social y Popular, la Promotora Nacional de Unidad contra el Neoliberalismo y por la paz. La disyuntiva era incorporarse a esas estructuras o mantener la especificidad e independencia. Las posturas de las reuniones preparatorias abrían un amplio abanico: sumarse a esos esfuerzos, dado que estas iniciativas se encontraban algo adormiladas y el ingreso de “la otra campaña” las levantaría; no sumarse al conjunto sino examinar con cuáles de esas expresiones hacer alianzas y con cuáles no; preferir que la otra campaña marchara por su cuenta.

Uno de los graves problemas que se examinó fue que en las iniciativas de organización existentes participaban políticos del PRI y del PRD, incluso con dirección de “líderes charros”. Los zapatistas expresaron su firme determinación de no aliarse con estos personajes, y pidieron a las organizaciones de “la otra campaña” que les respetaran esa opción.
Este punto también quedó pendiente de discusión.

Finalmente, se trató lo relativo a las tareas que seguirían en el corto plazo. Se llamó a solidarizarse con las luchas populares. Propuestas: la creación de un frente clasista, de un frente nacional de lucha por el empleo, de una red de tianguis de productos orgánicos, de comercio justo entre las comunidades. Se destacó la importancia de apoyar un encuentro nacional de jóvenes, de hacer una mesa nacional de las izquierdas, de solidarizarse con los presos políticos, de defender a los defensores de los derechos humanos. Algunos insistieron en tener en cuenta a los olvidados y a los que nada tienen que defender porque nada tienen. Otros propusieron promover la abstención masiva. También se decidió que este punto se siguiera discutiendo entre todos los que se habían adherido a “la otra campaña”.

Para tener una idea del número de quienes siguieron por Internet estas discusiones del zapatismo hay que consultar la dirección electrónica de la revista “Rebeldía”. A principios de octubre de 2005 el texto de la Sexta Declaración llevaba 1,715 visitas; las palabras finales de Marcos en la primera plenaria 1,753 visitas; y la página que registraba las adhesiones y oposiciones a “la otra campaña” contabilizaba 12,433 visitas.

Al finalizar la plenaria Marcos declaró que él era el vocero del EZLN y que no aceptaría ser el vocero de “la otra campaña”, la cual debía definir si necesitaba un vocero, nombrarlo, u optar por dejar que cada organización o adherente se expresara como quisiera. Lo que resultaba fundamental era la práctica con la que iniciaban: consultar a todos para que nadie quedara excluido, tomar en cuenta el parecer de todos, que no imperara quien fuera más grande, supiera más o hablara mucho. Todos debían decidir y marcar el rumbo, quedando pendientes tareas urgentes.

Se previó que los integrantes de “la otra campaña” empezarían a experimentar amenazas y aun represiones y se decidió responder con movilizaciones por todos los medios civiles y pacíficos para apoyar y defender a quien resultara agredido.

El EZLN se comprometió a enviar una carta a todos los adherentes con la información de las opciones en cada uno de los puntos abordados, y con la petición de hacer las discusiones y pronunciamientos correspondientes. Pidió realizar esto lo más pronto posible, pero exhortó a tener la paciencia que requiere garantizar la participación de todos. Sólo esta dinámica aseguraría que “la otra campaña” agarrara su rumbo y se diera forma.

EL LIDERAZGO DE MARCOS:
AGRAVIOS E INTOLERANCIA

Cuando el zapatismo se concentró en la construcción de municipios y regiones autónomas, consiguió avances importantes, pero en su encerramiento se fueron enfriando y aun rompiendo relaciones con antiguos aliados. Si el EZLN quería desatar un amplio movimiento nacional tenía que restañar algunas heridas. Eso ha hecho ahora, en un proceso de autocrítica y diálogo, para restablecer esos lazos y para recomponer antiguos puentes con varios movimientos sociales.

Sin embargo, no es posible pasar por alto serios problemas y evidentes contradicciones en la dinámica de “la otra campaña”. Se ha destacado que, a pesar de que se dice que el subcomandante Marcos tiene un papel subordinado ante la dirección zapatista, que cumple un papel de vocero y que todo se consulta, su sobreactuación y sus respuestas inmediatas lo hacen aparecer como un líder indiscutible que impone sus puntos de vista, que son acatados sin mayores discusiones internas, y que ha fraguado un personalismo tal que traduce como afrentas no pocos señalamientos críticos.

Ha resultado muy cuestionable, por ejemplo, que se trate de hacer avanzar “la otra campaña” con grandes insultos. El zapatismo aduce que propugna una visión más allá de lo coyuntural, pero asume lo coyuntural electoral de forma muy oportunista. Por ejemplo, el recorrido encabezado por Marcos coincide exactamente con el tiempo de la campaña electoral. El hacer coincidir “la otra campaña” con el año electoral va a influir en lo electoral. Ahora, hay autocrítica ante antiguos agravios, pero se realizan nuevos agravios y sin ponderaciones. Así, la autocrítica se hace selectiva.

El zapatismo argumenta que está en contra de toda la clase política, pero han sido más las veces que se ha referido únicamente al PRD -al que le ha endilgado un sinnúmero de enormes descalificaciones- que al resto de esa clase. El tono desmesurado de los insultos, improperios y amenazas en contra del PRD y de su precandidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador, ha sido señalado como una expresión de gran intolerancia.

No hay que olvidar que tonos similares ya había adoptado Marcos en contra de personas que, habiendo tenido actitudes cercanas al zapatismo se atrevieron a discrepar en algunos puntos y a manifestar sus críticas. Antes de entablar cualquier discusión, Marcos ha respondido con airados insultos y sumarias descalificaciones. Mientras en su discurso el zapatismo habla de crear un mundo donde quepan otros mundos, ha mostrado visiones estrechas y sectarias, deudoras de la tradición de la vieja izquierda. El zapatismo trata de agrupar a una parte de la izquierda,
a la que está fuera del PRD, pero en esta lógica obliga a los que quieran seguirlo a hacer una opción.

Ante el obsesivo y desproporcionado ataque del EZLN al PRD, se hace ver que por una parte Marcos acusa al perredismo de ser un conglomerado de tribus en pugna, y por otra le achaca actuaciones como si fuera un cuerpo homogéneo de arriba abajo. Marcos va contra un precandidato a la Presidencia de la República que ha mantenido las preferencias electorales y esto tiene repercusiones políticas.

Sus virulentos ataques suscitan preguntas: ¿qué pretende el zapatismo, quitarle votos al perredismo para que opciones claramente de derecha triunfen y así agudizar las contradicciones? Marcos hace una campaña electoral negativa sin otra opción que la abstención. ¿Piensa el zapatismo que es mejor abandonar lo electoral y los derechos de los ciudadanos a quienes dominan hoy el poder? Se ha acusado también a Marcos de haber caído en la tentación de las guerras sucias mediáticas.

Resulta algo indispensable que, de una manera no coyuntural ni limitada a los comicios del 2006, el EZLN defina con claridad sus posiciones no negociables y sus posiciones de consenso. Si triunfara el PRI, con su candidato Madrazo, encumbrado por un voto duro en un mar de abstencionistas, se acabaría con la pluralidad del Estado y se cerniría una amenaza mayor sobre el zapatismo. Aceptando que el triunfo de López Obrador no implicaría el ideal de un movimiento de izquierda, ni se lograría la transformación radical del país, no habría que descartar que su victoria implicaría ventajas por su conciencia de las necesidades de los pobres y los excluidos y por su lucha en contra de la desigualdad.

El zapatismo parece haber perdido de vista dónde se encuentra el enemigo principal, al poner a López Obrador como el principal rival a vencer. La más reciente postura del zapatismo divide de hecho a la izquierda y hay muchos que no aceptan que la disyuntiva tenga que ser: o con el zapatismo o con López Obrador. La excesiva crítica al perredismo ha molestado a muchos que respaldan al PRD y también apoyan las demandas zapatistas. Un frente amplio, un programa anticapitalista y una nueva Constitución implican propiciar la construcción de una fuerza política que pueda hacer viables las demandas de las mayorías, pero sin divisiones abajo.

¿POR QUÉ TAN DUROS
ATAQUES AL PRD?

En la pertinaz crítica al perredismo hay una interpretación en conflicto. Podría entenderse como un cierto afán destructivo de lo viejo, aspirando con ello a poder generar algo nuevo que supere la partidocracia caduca y lesiva de los intereses de las mayorías. La crítica de procesos electorales vacíos, sumidos en un marketing derrochador
y cínico pretende liberar a la gente de esos ciclos que repiten lo electoral identificándolo con lo efímero, lo burdo y lo grotesco de los multimillonarios spots.

Puede también leerse el deslinde del perredismo como una versión de la izquierda de finales del siglo XX e inicios del siglo XXI. No estando ya en discusión los sueños de aquella izquierda concebida como grupo iluminado que toma el poder por la vía armada para hacer las transformaciones que anhelan las masas explotadas -lo que desembocó en el enorme fracaso del denominado socialismo real-, lo que se cuestiona ahora es el camino electoral, adoptado por varias izquierdas latinoamericanas, sometidas hoy a la lógica de los poderes fácticos y en un contexto que ha propiciado una gran corrupción, como ha sucedido en Centroamérica y en Brasil. Ante esto, el zapatismo estaría proponiendo otra cosa. Su énfasis contra lo electoral podría leerse desde esas pistas.

Evidentemente, sería deseable que se pudiera fortalecer una izquierda que no se acomode, sino que responda a su papel transformador. También puede ubicarse el deslinde zapatista en un afán confrontador para evitar confusiones
en los grandes sectores afligidos por la pobreza y la exclusión. La convocatoria de “la nueva campaña” nada tiene que ver con los históricos intentos de la izquierda para fraguar fusiones que hicieron nacer un nuevo partido. La nueva confluencia convergente está en las antípodas de los intentos de los partidos llamados de izquierda y con registro, que andan tras un frente constituido por élites partidistas y que en el fondo mantienen un interés electoral con el posterior reparto de cargos y privilegios. Las interpelaciones del zapatismo a bases perredistas para que se liberen de sus élites y abandonen ese partido, se ubicaría así en la imperiosa necesidad de hacer ver que se debe construir otra cosa y no remozar partidos.

EL TESORO
DE LOS PERREDISTAS DE BASE

Sea cual sea la lectura, permanecen dudas. Se tendrían que establecer con claridad fronteras para distinguir lo culpable de lo falible. ¿No se estará cometiendo una injusticia al atribuir la misma culpabilidad a perredistas agresores de comunidades zapatistas y a la dirección regional y nacional de ese partido -que obviamente deberían responder, castigar delitos de militantes y subsanar a los ofendidos- que a cualquier perredista del país? ¿No estará el zapatismo incurriendo en una generalización simplificadora, esquemática y por lo tanto injusta? ¿No sería conveniente que en lugar de repetir apodícticas condenas, se examinara con mayor cuidado este asunto? Adolfo Gilly, quien siendo un prestigiado izquierdista participó en la fundación del PRD, difundió en un diario nacional un escrito titulado “El triángulo
y las campañas”. Explica que el triángulo en que se sustenta la presente dominación capitalista es el despojo,
la explotación y el desprecio. Criticó el asalto de políticos salinistas que se han apoderado del PRD. Fustigó a muchos personajes de mala fama política, que han llegado a ser importantes candidatos y dirigentes del PRD. A la propuesta de López Obrador la calificó de “desarrollismo asistencialista de estabilización de las reformas neoliberales ya realizadas”. Mostró su total desacuerdo con el hecho de que los políticos perredistas se hayan convertido en cazadores de cargos.

En todo esto, Gilly concuerda con los zapatistas. No obstante, advierte que quien se proponga organizar algo,
y salga a los caminos, a los pueblos, a las colonias, a los barrios y a los lugares de trabajo, se encontraría con muchos perredistas de base cuyo tesoro más preciado es su experiencia de lucha, de la cual nadie les puede despojar. Si se prescinde de lo vivido y sabido en sus luchas, incluido su paso por el PRD, a la “otra campaña” le faltará mucho. Concluye Gilly que éste sería uno de los grandes desafíos que tiene por delante, no la campaña electoral -que continuará con sus spots y sus trampas- sino “la otra campaña”, que se pretende organizar para luchar contra ese triángulo infernal.

Otras críticas al diseño de “la otra campaña” van en el sentido de que no es factible ir simplemente a escuchar pasivamente lo que digan localmente muchos grupos. Se requiere construir lazos en torno a determinados objetivos. Al dejar fuera a quienes participan en partidos con registro, y al propiciar que no se sientan bien los que quieran votar en el 2006, existe el peligro de excluir a grandes sectores populares combativos, necesarios para enfrentar a los enemigos de los afanes populares. Un temor mayor es que los tonos atrabiliarios de las críticas de Marcos propicien la hegemonía de los grupos más sectarios, con lo que se reproducirían agrupaciones que privilegien lo testimonial y no incidan en un cambio en la actual correlación de fuerzas.

ES ALGO NUEVO,
POSITIVO Y PROMETEDOR

Nada de esto nubla los aspectos positivos que se pueden descubrir en “la otra campaña”. Surge con ella una iniciativa política, de carácter nacional e internacional para encontrar una alternativa programática y política al neoliberalismo. Es un movimiento social que quiere hacer un nuevo movimiento político pedagógico de organización y de acción. Es algo positivo que el zapatismo se redefina, ya no sólo como rebelde y antineoliberal, sino como parte de la izquierda anticapitalista, que ante un mundo donde predomina el tener, intenta hacer surgir el mundo del ser.

Se atisba una búsqueda orgánica donde se intenta dejar de lado la tradicional forma de los partidos y las viejas formas de los frentes y las coordinadoras de masas. Destacando la crisis de los partidos, y de manera especial la crisis de los partidos llamados de izquierda, sometidos a las lógicas de sus élites, “la otra campaña” ha repudiado toda partidocracia, manipulada por los poderes fácticos del dinero, de los grandes medios y del crimen organizado y está tratando de crear “otra cosa”. Ante el desprestigio de la democracia electoral, “la otra campaña” rescata como meta y como práctica cotidiana las potencialidades de una democracia más integral. Aunque no habría que perder de vista que una democracia integral comprende, implicadas, la democracia civil, la política, la electoral y la social. No es posible borrar del horizonte lo electoral, aunque sí hay que transformarlo. Esto no queda claro en “la otra campaña”.

CIUDADANÍA INFORMADA
EN UN COLECTIVO DE NUEVO TIPO

Se puede percibir que “la otra campaña”, impulsando la reflexión deliberativa ha abierto una amplia experiencia de democracia participativa. Ha insistido en que las decisiones se deben tomar entre todos y no por las capas directivas de los agrupamientos. Invoca el poder del diálogo, de la discusión, de la persuasión, de la deliberación informada. Quiere que la base mande y que haya ciudadanía integral para no sólo reformar al Estado, sino para transformarlo.

Esta larga tarea trasciende las fechas electorales. Ante el marketing político que atiborra de mensajes vacíos a una ciudadanía a la que sólo se le concede el papel de espectador, “la otra campaña” obliga a sus constructores a tener que oír a la gente que padece el capitalismo y lo resiste con sus pequeñas luchas cotidianas. Es el espacio para la palabra no de las dirigencias, sino de las bases de las organizaciones y de los individuos a quienes se les relega por no ostentar un membrete o credencial de pertenencia. En la iniciativa se pueden atisbar capacidades innovadoras que intentan que lo que se construya no quede preso de la rutinización. Se quiere conformar una gran asamblea virtual que debata, discuta y tome decisiones verdaderamente colectivas. Se quiere garantizar el lugar y el habla para todos
y se está tratando de impedir que los expertos en discursos públicos avasallen. Emerge así un colectivo de nuevo tipo que da lugar a lo individual, un colectivo de organismos e individuos en paridad. También hay una importante innovación en una matriz donde lo múltiple es potenciado por lo grupal y por lo personal. Así, las personas que no se sienten atraídas por los moldes grupales tradicionales podrían participar en un amplio y nuevo colectivo de nuevo tipo.

La autoridad moral acumulada por el zapatismo posibilitó que pudiera convocar tantas convergencias. Pero sigue siendo un reto que estas convergencias alcancen un nivel donde haya capacidad de romper los círculos viciosos de la dispersión y de la fragmentación. Para liberar una potencialidad atada, y cuando predomina un gran descrédito de las instituciones, se requiere de una voz inspiradora y creíble. Si muchas de las contradicciones señaladas se resuelven, podrían entrelazarse dinámicas y flexibles convergencias esperanzadas y esperanzadoras, y podría surgir un movimiento que, además de una propuesta, alcance a remediar de fondo el lamentable estado de cosas actual. Ante la vorágine alienadora, la impronta del tiempo indígena ha ido introduciendo la temporalidad amplia y sin prisas de la larga construcción. Pacientemente debe tejerse un entramado alternativo.

CON LA SOCIEDAD CIVIL,
CON LA “DE ABAJO”

Hay una verdadera preocupación porque esta nueva construcción surja de abajo, sea de los de abajo y con los de abajo. Y se percibe la posibilidad de una animación de la nación, con la construcción de una fuerza que se nutra de objetivos y de fuerzas éticas.

Si hasta ahora el zapatismo invocaba vagamente a la sociedad civil, ahora ha discernido claramente que existe una sociedad civil de abajo frente a una sociedad civil de arriba. La mecánica propuesta en “la otra campaña” contrasta con el Acuerdo Nacional propuesto y firmado por el multimillonario Slim el 29 de septiembre ante una agrupación que, incluyendo a los empresarios más ricos de México, a los líderes sindicales antidemocráticos, a los dueños de los principales medios de comunicación, se presentaba como la “sociedad civil”. En el terreno del poder, “la otra campaña” se aleja de la concepción weberiana del poder como suma cero -lo que gana uno lo pierde otro-, y propone el empoderamiento de los de abajo en la configuración de ese poder que no se disputa sino que, al compartirse, se acrecienta. Rechazando la concepción de democracia cerrada a las élites, pretende una democracia creadora de poder compartible.

“La otra campaña” ya no es sólo el zapatismo, pero se ufana de tener en él su inspiración y su dinamismo. Ha nacido la dinámica de una heterodoxia irreverente. Ojalá no devenga en una nueva ortodoxia.


INVESTIGADOR DE CIESAS OCCIDENTE. CORRESPONSAL DE ENVÍO EN MÉXICO.

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