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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 283 | Octubre 2005

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Nicaragua

¿Cuál final para el conflicto sin fin?

Todo el mundo en Nicaragua, con las mejores -y con las peores- intenciones trata de construir un puente entre el hoy conflictivo y el día de las elecciones. Si el puente nos debe llevar a un escenario democrático y justo será necesario construirlo con soberanía nacional.

Equipo Nitlápan-Envío

El Secretario General de la OEA José Miguel Insulza -que estrenó su cargo asomándose a la crisis institucional de Nicaragua y salió del país desconcertado y sin resolver nada- la calificó este mes como un conflicto sin fin, considerándola la situación más frustrante de toda América Latina.

¿Hasta dónde puede llegar esta crisis? ¿Cuál será su final? Daniel Ortega, uno de sus protagonistas, prometió este mes resolverla en 24 horas, lo que no deja de causar estupor a quienes la hemos soportado diariamente desde hace tanto. Y lo que prueba cuántos de los hilos de esta maraña jurídica y política maneja directamente Ortega. Con realismo y honestidad hay que prepararse para muchísimas más horas, días, semanas y meses. ¿Hasta la fecha de las elecciones? ¿Será entonces el final?

22 SEPTIEMBRE: OTRO CLÍMAX

Como corresponde a un conflicto interminable, la guerra entre el Ejecutivo y el Legislativo tuvo nuevos altibajos y nuevos clímax. El punto álgido del pasado mes fue la resolución de la Corte Suprema de Justicia del 30 de agosto, ratificando las reformas constitucionales. Llegó el mismo día que otra resolución, de la Sala Constitucional de la Corte, ratificando el régimen de convivencia familiar -equivalente a la libertad condicional- para el reo Arnoldo Alemán. El Presidente Bolaños se negó a acatar lo dispuesto por la Corte. Continuó alegando que las reformas han sido declaradas inviables por la Corte Centroamericana y mantuvo a Alemán aislado en un cuarto de su hacienda, custodiada por unos 30 policías, y sin recibir visitas. Se abrió así un compás de espera del PLC-FSLN para que Bolaños reflexionara y obedeciera a la Corte Suprema. Estos “compases” siempre incluyen nuevas negociaciones bajo las mismas mesas.

Como Bolaños no cedió, llegamos a un nuevo punto álgido, el correspondiente a este mes. El 22 de septiembre los 43 diputados liberales y los 38 diputados sandinistas retomaron en el Parlamento los procesos de desaforación de los ministros de Bolaños acusados de delitos electorales. Los dos primeros a quienes se les retiró la inmunidad fueron el Ministro de Gobernación Julio Vega y el Viceministro de Agricultura Mario Salvo, estrechos colaboradores del Presidente.

Casi a la misma hora, y por una resolución de magistrados liberales del Tribunal de Apelaciones de Managua se le ordenó al Sistema Penitenciario retirar la custodia con la que Bolaños mantenía aislado a Alemán. El Tribunal le ratificaba al reo la libertad condicional: podría circular libremente por toda Managua. Y como su sentencia a 20 años de cárcel por delitos de corrupción no ha pasado aún de la primera instancia -no es “firme”-, Alemán circularía con todos sus derechos políticos vigentes: podría participar en actividades políticas y hacer declaraciones. Libre y circulante podrá también ejercer con suficiente tiempo sus influencias en la selección del candidato presidencial y de los diputados del PLC. Y lo que es más triste, en la definición del rumbo de la nación.

“PRINCIPIOS OLIGÁRQUICOS”

El primer mensaje político de Alemán se escuchó el 24 de septiembre. Alemán atacó a Bolaños, le advirtió que “las pagaría” cuando el PLC volviera al poder y defendió el pacto con el FSLN con los mismos argumentos anti-oligárquicos y en pro de la reconciliación nacional con que lo justifican hoy los “ideólogos” del FSLN. Clamó Alemán contra Bolaños, el ingrato y traidor que pretendió apoderarse del partido y tener al liberalismo sujeto a pensamientos retrógados y oligárquicos. Hay necios y necias que dicen que yo entregué el partido. No, señores, la causa de la libertad y de la democracia es inclaudicable. El liberalismo lo que ha hecho es llevar a la máxima exponencia la convivencia, el progreso, el desarrollo y buscar una estabilidad nacional, luchando contra principios oligárquicos y aristocráticos que quieren ver destruida a Nicaragua. Quiero decirles que de ustedes, las bases, depende el triunfo total, completo y arrollador, mismo que desperdiciamos en 2001 al elegir, y yo al equivocarme, para escoger a esta persona que hoy desgobierna Nicaragua y nos ha llevado a una serie de fracasos. Pero para los comicios nacionales del 2006 sabremos escoger a los mejores… Después de este exabrupto, Alemán bajó su perfil.

EXTRANJEROS Y ENCUESTAS

El gobierno de Enrique Bolaños ha colapsado. La estrategia de Bolaños para poner “fin” al conflicto tiene dos componentes. Delegar el manejo de la crisis en manos extranjeras con una insistente búsqueda de apoyo internacional que le garantice terminar su mandato en 2007 y que le suministre declaraciones y resoluciones -desde fuera o in situ, in Managua- de mandatarios, embajadores o donantes que repitan ante los medios de comunicación la interpretación presidencial de la crisis.

El otro componente de la estrategia de Bolaños es la insistente realización de encuestas y sondeos de opinión pública que publican los medios y que repiten que la población comparte su versión: que la mayoría está contra el pacto, contra los caudillos, contra las reformas constitucionales contra la Corte Suprema…

La debilidad de esta estrategia es que revela lo que cualquiera percibe: Bolaños ha perdido aceleradamente el apoyo nacional y la confianza que logró captar en las elecciones de 2001. En este último año, porque ya va de salida. Y porque desde hace bastante es percibido terco, arrogante y sin humildad, sin control de la situación, y sin habilidad política frente a sus habilísimos adversarios. La debilidad de la estrategia de encuestas es que llaman a engaño: están empleando preguntas cada vez más inducidas, en busca de respuestas cada vez más previsibles.

LA BANDERA DEL VICTIMISMO

Esta estrategia de Bolaños confirma la mayor de sus debilidades como gobernante: ha sido incapaz de movilizar a la población para apoyar su causa. Confirma su limitada visión gerencial de la función de gobierno y su tendencia a rodearse de tecnócratas incapaces de relacionarse con el pueblo, para entenderlo, para aprender de él, para apoyarse en su fuerza.

Con una cultura política tradicional y mayoritariamente poco basada en la legalidad o en la institucionalidad y alimentada por las pasiones y sentimientos que desatan las virtudes y defectos personales de los políticos, Bolaños sólo podría recuperar algún prestigio si, por ejemplo, renunciara a su inmunidad y se arriesgara a presentarse ante los tribunales. Daría así una muestra de arrojo plausible, nos permitiría conocer más a fondo el origen de los recursos que usó en su campaña electoral y tal vez, resultaría más convincente en su denuncia del pacto, de los pactistas y de las reformas constitucionales.

¿Lo haría? Al Presidente Bolaños no parece interesarle resolver el conflicto. Hacerlo interminable le brinda la bandera de víctima con la que embozar su incapacidad hasta el fin de su administración. También puede que esté apostando a que ese hacerse la víctima -“no me dejaron gobernar”- le facilitará el triunfo electoral a un sucesor de sus políticas y de sus magníficas relaciones con Estados Unidos. A otro gerente. A un Montealegre.

EXTRAÑA MISIÓN ESPECIAL

Bolaños recibió apoyo internacional el 6 de septiembre de los presidentes centroamericanos. El 9 de septiembre fue nuevamente la OEA la que en una resolución aprobada por aclamación llamó al PLC, al FSLN y al Gobierno de Nicaragua a sentarse en un diálogo amplio y constructivo, libre de presiones y amenazas. El 11 de septiembre Bolaños y Daniel Ortega se reunieron privadamente. Resultado público: Ortega anunció que, para facilitar que el gobierno retornara al diálogo, los procesos de desaforación del Presidente y de seis de sus ministros acusados desde 2003 de delitos electorales quedaban suspendidos. Al día siguiente, en Costa Rica Bolaños se ufanaba de su sagacidad: Voy ganando, los pactistas están en desbandada, declaró. Dos días después llamó garrapatas a los sandinistas. Y la función volvió a empezar en el deprimente teatro político nicaragüense, tan necesitado de líderes con la capacidad política y la estatura moral que demanda el momento que vive nuestro país.

A nombre de la OEA, el delegado del organismo regional para la crisis interminable, Dante Caputo, pidió entonces que se detuvieran las próximas cuatro desaforaciones para no echar más gasolina al incendio. Y se reunió con Arnoldo Alemán para parar el incendio en el patio liberal. De nada sirvió. El 28 de septiembre, liberales y sandinistas desaforaban en la Asamblea Nacional a los otros cuatro ministros.

La Presidencia lo consideró un golpe de Estado y, antes de que los ministros desaforados fueran notificados por el juez, Bolaños tomó una decisión extraña: anunció con solemnidad que los enviaba a Washington con la “misión especial” de poner una denuncia por violación a sus derechos humanos ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), instancia de la OEA. Extraña misión, porque en la CIDH son los ciudadanos los que denuncian a los Estados -en este caso, los demandantes eran ministros de Estado- y lo hacen sólo cuando han agotado todas las instancias de justicia nacionales, y en este caso ni siquiera se habían iniciado.

SOLUCIONES SALOMÓNICAS

La estrategia de la OEA para poner “fin” al conflicto ha ido perfilándose tras continuas frustraciones que la diplomacia no se cuida de ocultar. En carta del 29 de septiembre, enviada por Insulza a Bolaños y a los Presidentes de los Poderes Legislativo, Judicial y Electoral, a los que les presenta un conjunto de ideas para detener la escalada.

Sugiere que el gobierno de Bolaños pueda concluir su mandato, que la aplicación de las reformas constitucionales -piedra de escándalo en la disputa- queden en suspenso hasta el nuevo período presidencial y que se alcancen acuerdos de reconciliación política, que incluyan, por lo pronto, no innovar ni agravar la situación procesal y penitenciaria de funcionarios o dirigentes políticos.

La OEA sí parece estar interesada en colaborar a poner fin a la crisis. Sería un trofeo importante para el organismo regional. Su propuesta suena a salomónica: que Bolaños termine su mandato, que no le afecten las reformas y que no le toquen a sus funcionarios.

Y por otro lado, que las reformas se mantengan si corresponden a una expresión de la voluntad popular, avalada por la votación de las distintas fuerzas políticas. No insiste la OEA en un referéndum sobre las reformas, reclamo persistente de Bolaños. Y propone que no se toque más a Alemán, al decir que no se innove ni agrave la situación penitenciaria de dirigentes políticos, una directa alusión a Alemán, único dirigente en “situación penitenciaria”. La “reconciliación” que sugiere Insulza ¿alude implícitamente a que se le otorgue a Alemán una amnistía?

¿Tiene sentido que Nicaragua busque en el extranjero soluciones para esta crisis? Las agendas institucionales de organismos como la OEA no son necesariamente congruentes con las de un país como Nicaragua y lo que para la OEA puede ser una solución, para Nicaragua podría ser la reafirmación y la complicación de los problemas que originaron el conflicto.

DANIEL ORTEGA: AQUÍ MANDO YO

Durante la crisis sin fin, Daniel Ortega ha exhibido un cada vez mayor control de sus continuos vaivenes. En la calle se escucha: “Es él quien manda en el país”. Un día, Ortega aparece “perdonándole la vida” a Bolaños y asegurando que no le va a ser retirada la inmunidad. Y al siguiente, lo amenaza con que será desaforado.

En el caso de los delitos electorales -por los que se investiga a Bolaños- fueron 32 los liberales o aliados del PLC en las elecciones de 2001, que resultaron señalados. De ellos, 18 -a la cabeza Bolaños- como “autores”, otros 9 como “encubridores” y otros 5 como “cómplices”. Este mes, a todos ellos, con nombres y apellidos, y hasta mostrando sus fotos, los amenazó públicamente Ortega. Una forma de advertirles que aunque el pacto FSLN-PLC seleccionó sólo a 7 para investigar, es en definitiva Ortega quien controla este caso en los tribunales.

Ortega continúa exhibiéndose como carcelero de Alemán. Este mes propició que se le facilitara la libertad condicional, para así quitarle algo de la presión que sobre el reo ejerce Estados Unidos y facilitarle el mover más libremente las teclas del PLC. Pero, al día siguiente le recordó -a través de sus magistrados- que podría volver a ser encarcelado en su hacienda en cualquier momento. Mientras la sentencia de Alemán no esté firme -y eso depende de magistrados sandinistas- Ortega tiene la llave de su cárcel. Sólo una amnistía podría quitarle de las manos esa llave.

DESGASTAR DESGASTA

Daniel Ortega aparece seguro y triunfante. Su estrategia no es destituir a Bolaños, es mantenerlo a la defensiva, cometiendo errores que evidencien sus limitaciones. Es aparecer ante la opinión pública nacional y ante sus bases como el estadista que ofrece soluciones -al problema del transporte, al abastecimiento del petróleo, al diálogo nacional-, el hombre con el que hay que contar. Y efectivamente, hay que contar con él porque las estructuras del FSLN y las conciencias de muchos sandinistas aún le pertenecen.

Su estrategia es pre-electoral, es ir configurando, desde esta imagen de omnipotencia, su próxima victoria en las urnas. En tres ocasiones ha propuesto Ortega adelantar las elecciones de noviembre 2006.

Este mes propuso adelantarlas ocho meses, para juntarlas con las elecciones regionales del Caribe (5 marzo 2006). La maquinaria del FSLN es, ciertamente, la única que hoy ya está lista para los comicios.

La debilidad de esta estrategia es que esa maquinaria puede empezar a tener desperfectos, precisamente porque tan constante exhibición de poder para afirmarse desgastando a otros, puede terminar desgastando al estratega. Más y más sectores la sienten como una provocación, una burla y una amenaza.

Hay un hastío. Un empacho: así llama a este sentimiento Herty Lewites. También lo está desgastando el protagonismo creciente y la influencia político-esotérica que sobre todas las estructuras del FSLN ejerce ya su esposa Rosario Murillo. Lo que más desgasta esta estrategia es que en cada uno de los pasos que da DanielOrtega se evidencia el pacto, la oprobiosa y estrecha relación con Alemán y los suyos, vínculo al que es muy sensible la base sandinista.

A Daniel Ortega no le interesa ponerle fin al conflicto. Hacerlo interminable le permite la promoción de su candidatura y le posibilita variadas negociaciones con el PLC, y también con Bolaños, siempre al borde de los abismos que él mismo ha construido y no deja de profundizar.

VUELA GARZA, HABLA TRIVELLI, CABILDEA BURTON

Durante la crisis sin fin, el Presidente Bolaños ha solicitado el apoyo continuo del gobierno de Estados Unidos. Y lo ha recibido con creces. Tras la fracasada “misión especial” de Oliver Garza para hacerle ofertas a Alemán, presionar al PLC a deshacer el pacto con el FSLN y unificar electoralmente al antisandinismo, la escalada de intervenciones estadounidenses no ha cesado.

Hitos públicos de la escalada: el 9 de septiembre presentó sus credenciales el nuevo embajador, Paul Trivelli. Sus primeras declaraciones fueron para advertir que la desaforación del Presidente Bolaños sería un desastre internacional y para recordar las dudosas credenciales democráticas de Daniel Ortega. Consumadas las desaforaciones, Trivelli manejó, con un pésimo español, un lenguaje nada diplomático: El sinvergüenzómetro político -dijo, refiriéndose a las decisiones del Parlamento y de la Corte Suprema- ha subido a alturas nunca vistas.

Días antes de las desaforaciones, visitó Nicaragua el congresista republicano Dan Burton con tres objetivos: cabildear a favor de la destrucción de los misiles Sam-7 y del TLC, presionar nuevamente al PLC y criticar nuevamente a Ortega: Sería difícil tener una relación de cooperación con su gobierno. El 28 de septiembre, un panel de la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó una resolución pidiendo al gobierno Bush apoyar activamente la democracia en Nicaragua.

CADENA DE TORPEZAS

Estados Unidos está impaciente. Mezclada la impaciencia con su arrogancia imperial, Nicaragua es ofendida con torpeza y descaro. La estrategia de Estados Unidos en Nicaragua es desde 1990 la destrucción del FSLN. No lo consiguen. Tras la visita a Managua en 2003 de Colin Powell -que aconsejó a Bolaños romper cualquier alianza con el FSLN y ser el artífice de ese aniquilamiento-, dándole también la misión de des-arnoldizar el PLC, Bolaños ha ido de fracaso en fracaso y la crisis institucional ha ido de escalada en escalada.

Desde entonces, Estados Unidos ha apostado a denostar a Ortega y a Alemán como piezas de un “pasado obsoleto”, en el supuesto de que el lenguaje de la descalificación resolvería la crisis. Pero sólo la ha agudizado y ha reforzado el pacto entre los dos caudillos ofendidos. El rechazo a Daniel Ortega es histórico, ideológico, una reliquia de la guerra de los 80, que hoy revive ante el terror de que Ortega vuelva al gobierno.

Con Alemán han sido diferentes: Estados Unidos y Bolaños han intentado una y otra vez en estos años llegar a arreglos con él, garantizándole perdón y olvido y un exilio dorado, a cambio de que se aparte del PLC y de la política. Esto sólo ha agudizado la crisis.

ZOELLICK:
NOTHING WITH ALEMÁN

Este mes Estados Unidos se redefinió. El 5 de octubre llegó a Managua el Subsecretario de Estado de Estados Unidos, Robert Zoellick. El alto funcionario vino, como Bolaños se lo solicitó, a respaldar la interpretación que el gobierno tiene de la crisis institucional. Vino también a amenazar: si el conflicto continuaba, Nicaragua perdería unos 170 millones de dólares que el gobierno Bush le asignó en su proyecto “Cuenta del Milenio”.

Lo fundamental de la misión de Zoellick fue explicitar crudamente la estrategia del gobierno Bush para resolver electoralmente el conflicto: apoyo político, y también financiero, a lo que llamó la tercera vía -así etiquetó el proyecto de los pre-candidatos liberales no-alemanistas Eduardo Montealegre y José Antonio Alvarado. Y, lo más significativo: rechazo absoluto a Arnoldo Alemán.

Palabras centrales de Zoellick: No hay transacción, no hay acuerdo con Alemán. Él es un delincuente, hay corrupción en su pasado. Su familia y él no son bienvenidos a Estados Unidos y vamos a asegurarnos de que no sean bienvenidos a ninguna otra parte. Quiero que no le quede duda alguna a ninguna persona: los Estados Unidos no van a llegar a ningún arreglo con el corrupto señor Alemán. Traducimos, en las palabras de Zoellick, delincuente y no criminal como calificativo con el que este personaje tachó a Alemán, aun cuando “criminal” fue la palabra que se escuchó en la conferencia de prensa y la que apareció en los titulares de los diarios.

No hay duda de que Alemán es un delincuente: robó, le robó al pueblo, se apropió de recursos públicos para beneficio personal. Y eso es un crimen. Pero la traductora que acompañaba a Zoellick agudizó las cosas al traducir el adjetivo criminal -que en inglés se aplica indistintamente a cualquier delito o violación de la ley, aunque sea el robo de un monedero-, por el adjetivo criminal, que entre nosotros y en nuestro idioma huele a sangre. Es un error en el que se cae muy frecuentemente al traducir del inglés al español. Ese error hizo aún más crudo el lenguaje de Zoellick y más gruesa la ofensa a Alemán.

El PLC respondió en un comunicado cargado de retórica: Zoellick faltó a todo derecho y a las más triviales nociones de cortesía internacional y nos ha inferido a los nicaragüenses un ultraje, un hecho escandaloso e inaudito. Denuncian al Presidente Bolaños por las intrigas que han desfigurado los verdaderos hechos para que el Gobierno de Washington vea las cosas a través del prisma de la pasión. En conclusión, piden que caiga sobre esos traidores el baldón de la Historia y el anatema de los pueblos libres.

TERRITORIO BIEN MARCADO

Baldones y anatemas aparte, traducciones más exactas que otras, la realidad es que Robert Zoellick vino a marcar territorio. Fue una cruda advertencia a todos los políticos liberales que estaban volviendo a coquetear con Alemán. Y muy especialmente a la gran empresa privada nicaragüense, que permanece aún indecisa ante el escenario electoral “a cuatro bandas” que se presenta como el más previsible en este país de imprevisibles.

No sabe aún la gran empresa a qué número apostar. Les interesa que Herty Lewites compita, pero sólo porque su popularidad les garantiza la división del voto sandinista. No lo respaldan. Saben que Lewites es sandinista. ¿Temen a lo que de justicia social y soberanía nacional podría estar anunciando este “rescate del sandinismo”, acomodados ya a lo que de corrupción y falta de principios representa el danielismo, que no los cuestiona y con quien también negocian?

Y aunque les interesaría la unidad del voto antisandinista, como vía segura para derrotar a Daniel Ortega, han entendido durante este interminable conflicto que no es fácil sustituir el liderazgo de Alemán en el PLC y reconocen también que el PLC cuenta con una maquinaria electoral fogueada, organizada y con probada experiencia.

La gran empresa privada venía abogando públicamente en las últimas semanas por la amnistía para Alemán, en nombre de “la reconciliación nacional”. Y estaban ya listos para negociar con el reo listas de candidatos a diputados y carteras ministeriales. Ahora, con rostro de “serial killer” y con palabras descarnadas, Zoellick les advierte que no se les ocurra enrumbarse por ese camino. Tras la cruda advertencia de Zoellick, y con unos treinta funcionarios, dirigentes políticos, familiares y allegados de Alemán castigados por Estados Unidos con la cancelación de la visa de entrada a ese país, el PLC va a empezar a desgranarse y la única estrategia que le quedará a Alemán y a sus más cercanos será mantenerse unido al FSLN. ¿Hasta cuándo?

El pacto con Ortega le garantiza a Alemán la libertad definitiva “por falta de pruebas” -mucho más apetecible que la amnistía- y la supervivencia de aquí a las elecciones. Y lo principal: le garantiza que, con el número de diputados que obtendrá el PLC en las elecciones, sumado a los que Ortega consiga, puedan, juntas las bancadas de ambas bandas, seguir haciendo mayoría en la Asamblea y así, seguir gobernando desde el Parlamento como hasta ahora, con las reformas constitucionales pactadas y sea quien sea el que gane la Presidencia.

LO QUE MÁS DUELE

Tal como pinta el rumbo de la crisis, este conflicto sin fin no tendrá fin antes de las elecciones de noviembre 2006. También podría suceder que no lo tenga después de las elecciones. Hay que contar con esa eventualidad.

Mucha gente hoy en Nicaragua imagina el fin de esta crisis con soluciones drásticas, entre ellas una intervención del Ejército de Nicaragua -la institución que en este desbarajuste parece la más sólida y la más independiente-, que clausure las instituciones y haga “que se vayan todos”. Un final surrealista.

Otros aseguran que el fin del conflicto lo pondrá el propio pueblo, harto del desorden, manifestándose masivamente en las calles. Así lo expresó, por ejemplo, el representante de Nicaragua ante la OEA, en un exceso de voluntarismo retórico cuando propuso: La ciudadanía puede movilizarse y cerrar la Asamblea Nacional. Un final muy poco verosímil. Porque la realidad más real es que el conflicto institucional y el pacto no son sentidos como los problemas que más preocupan, ocupan y duelen a la población. Los problemas que más duelen en Nicaragua son el desempleo, el hambre y -el más oculto de todos- la violencia y el desamor en los hogares.

ES HORA DE APRENDER

El puente que todos queremos construir desde hoy hasta las elecciones de noviembre del próximo año luce frágil y la composición partidaria del juego electoral lo anuncia incierto y quebradizo. La posibilidad de que los candidatos que pueden poner en peligro el pacto PLC-FSLN sean inhibidos crea inestabilidad a quienes construimos el puente.

Sin embargo, la principal inestabilidad la aporta el gobierno de Estados Unidos interviniendo ya desde ahora en esa construcción con el único objetivo de evitar la llegada al gobierno de Daniel Ortega. No van a cejar en la promoción de una “gran alianza nacional” contra Ortega. Y no se puede descartar que intenten desvirtuar la naturaleza del movimiento que encabeza Lewites para asegurarse el trofeo de esa derrota. Todo se puede esperar de un país que bien se merece el nombre con el que Gore Vidal lo bautizó: Estados Unidos de Amnesia.

Estados Unidos no aprende de sus errores porque desprecia la historia. Su fe en la fuerza de su poder los hace empezar siempre de nuevo cada vez que se enfrentan a un problema. Nicaragua ha pagado un costo inmenso por haber estado siempre dentro del radar de la atención estadounidense y por la incapacidad de Washington de entender que las intervenciones extranjeras -armadas o políticas- en los asuntos internos de otras naciones sólo provocan más inestabilidad.

UN PUENTE DE SOBERANÍA

Si ellos no aprenden, aprendamos nosotros una lección básica en la construcción de cualquier puente que nos garantice algún final a esta crisis: no habrá democracia sin soberanía. La soberanía es un contenedor que permite que las fuerzas políticas que luchan por el poder alcancen dentro de él un balance. Este balance es pre-condición para la consolidación de la democracia.

La soberanía limita los recursos a los que pueden acceder los actores políticos que se disputan el control del Estado. Este límite los obliga a buscar acuerdos y negociaciones nacionales. Pero cuando un actor internacional como Estados Unidos irrumpe en el escenario político de un país como Nicaragua elimina la posibilidad del consenso nacional necesario para que se consolide un orden democrático. Sólo genera inestabilidad y sólo reafirma la cultura política, que ha empujado históricamente a nuestros líderes a hacer política en Nicaragua pero con los ojos en la embajada estadounidense y con la esperanza en Washington.

Si las irrespetuosas e irresponsables actuaciones de los representantes estadounidenses continúan en escalada durante el año electoral, y si la clase política y la población no reacciona adecuadamente ante ellas, será muy difícil que el puente que nos lleve de hoy hasta las elecciones tenga un mínimo de solidez para que lo transitemos.

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