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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 282 | Septiembre 2005

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Nicaragua

¿Más de lo mismo? ¿O en el fondo del abismo?

El pacto PLC-FSLN sigue fortaleciéndose. Entre las decisiones políticas del actual gobierno y el diseño institucional del pacto bipartidista, el futuro de Nicaragua parece ya escrito. El sistema ha colapsado. Y la definición electoral está aún muy lejana.

Equipo Nitlápan-Envío

La guerra institucional que tiene desde comienzos del año al Presidente de la República entre la espada del pacto bipartidista y la pared legal, construida, golpe a golpe, por el PLC-FSLN desde los Poderes Legislativo y Judicial, se agrava. El abismo entre lo legal y lo real ha alcanzado dimensiones insostenibles. ¿Podrá mantenerse Nicaragua en el borde de ese abismo hasta la definición electoral de noviembre 2006?

CON UN PAPEL POR ESCUDO

Desde que las reformas constitucionales -que trasladan importantes cuotas de poder al Legislativo restándoselas al Ejecutivo- fueron aprobadas en el mes de enero, el Presidente Bolaños ha venido defendiéndose de ellas política y legalmente. Acudió a todas las instancias internacionales para que lo respaldaran. Lo hicieron, pero esto no cambió el rumbo de la crisis. Consiguió una sentencia de la Corte Centroamericana de Justicia (CCJ) que declaró “inaplicables” las reformas. Y convocó a sus funcionarios y allegados a que introdujeran decenas de recursos contra las reformas ante la Corte Suprema de Justicia (CSJ).

La sentencia de la CCJ fue desestimada en sólo unas horas por la CSJ. Pero el Presidente siguió escudándose en ese fallo para no acatar las reformas. Frágil blindaje: la CCJ es una instancia de dudosa legitimidad, que opera con una lógica ajena a los principios legales que utilizó en su polémica sentencia.

Así con “dos Constituciones”, el país siguió funcionando, aunque con las contradicciones derivadas de las nuevas instituciones de servicios públicos surgidas de las reformas y en un compás de espera -compás de esperanza para el mandatario-, aguardando lo que la CSJ decidiría sobre los recursos interpuestos contra las reformas constitucionales.

Durante semanas, especulaciones y rumores iban y venían: ¿qué decidiría la CSJ? Muchos apostaban a que emitiría una sentencia de compromiso que aliviara la tensión entre el Presidente y el PLC-FSLN.

Los mediadores interamericanos de la crisis, el Secretario General de la OEA, José Miguel Insulza primero, y después su sucesor en el oficio de “puente” el ex-canciller argentino Dante Caputo, recomendaron a la CSJ que contribuyera a destrabar la crisis con una resolución que tuviera una de cal y otra de arena. Las largas semanas que la CSJ esperó para decidir confirmaban que el fallo era una carta de negociación muy compleja.

GARZA NO PUDO
ROMPER EL NUDO GORDIANO

Mientras se prolonga la expectativa sobre la decisión de la Corte, la publicitada gestión de Insulza resultó un fracaso. Y la mucho más discreta gestión de Caputo quedó estancada. El PLC-FSLN y Bolaños no cedían en sus posiciones. Llegó también Oliver Garza, en nombre del gobierno Bush, a solicitud de Bolaños, y confiando en su amistad con Alemán cuando fue embajador de Estados Unidos durante su gobierno, a deshacer el nudo del pacto.

No lo consiguió. Lo reforzó aún más. Con el objetivo de apartar a Alemán de la política y lograr que cediera el protagonismo y el control del PLC para formar bajo sus siglas un único bloque antisandinista con un candidato capaz de derrotar a Ortega en las próximas elecciones, ¿qué le ofreció Garza a Alemán? ¿Una amnistía, un indulto, exonerarlo de los juicios que por lavado de dinero tiene pendientes en Panamá y en Estados Unidos? Algo grande, a cambio de que Alemán cediera. Los vuelos de Garza sobre la crisis nacional sucedieron con mucha reserva y sigilo. Pero todo lo que se filtró indicó tensiones muy fuertes con Alemán, con su familia, con la cúpula del PLC y con sus diputados.

Garza fracasó. Alemán no cedió. Después de más de un mes de reuniones, injerencias y presiones, Garza se fue del país el 2 de septiembre aceptando, en un comunicado, que la única lealtad del PLC es hacia el fortalecimiento y atrincheramiento con la cúpula del FSLN.

POR LAS BUENAS...
O A LA FUERZA

En vísperas de la partida de Garza, la Corte Suprema emitió finalmente su fallo. No fue una coincidencia. Manteniéndose Alemán firme en su pacto con Ortega, la Corte podía ya refrendar lo que es el centro legal de ese pacto: las reformas constitucionales. El 30 de agosto, la CSJ resolvió que las reformas se hicieron legalmente, están vigentes y deben ser acatadas por todos y en toda la República.

Este fallo, que pone su sello al pacto, expresa la solidez de los acuerdos entre Ortega y Alemán, que hasta ahora ninguna presión nacional, estadounidense o internacional han logrado debilitar. Las reformas constitucionales expresan el plan de futuro del pacto: gobernar desde el Legislativo a dos bandas, sea quien sea quien ocupe el Ejecutivo.

El Presidente Bolaños se negó a acatar la sentencia de la Corte Suprema de Justicia. El 2 de septiembre, en la celebración anual del Día del Ejército, lo reafirmó en un discurso muy agresivo, en el que acusó de corrupción al Poder Judicial, anunció en tono desafiante que seguirá luchando contra la dictadura, y llamó al Ejército a que lo acompañara en esa lucha para evitar derramamientos de sangre.

Desde hace meses, el Ejército ha mantenido una prudencia extrema. Y el Jefe del Ejército, Omar Halleslevens ha repetido de varias formas a la población que debe sentirse segura porque cuenta con un ejército profesional, apartidista, apolítico, obediente y no deliberante.

La sentencia de la CSJ le dio al PLC-FSLN la victoria legal más relevante en la guerra institucional. Horas después del provocador discurso de Bolaños al Ejército, los magistrados de la Corte advirtieron que Bolaños tendrá que acatar las reformas por las buenas… o a la fuerza.

ALEMÁN EN LIBERTAD

El mismo 30 de agosto, además de la resolución que valida las reformas constitucionales, la Corte Suprema de Justicia resolvió restituirle a Alemán el “régimen de convivencia familiar” que a finales de julio le había otorgado una jueza en una polémica resolución administrativa basada en las once enfermedades crónicas que padece Alemán. La convivencia familiar es equivalente a la libertad condicional previa a la libertad total.

Cuando a fines de julio la jueza Roxana Zapata otorgó a Alemán este privilegio, dejó perplejo a Ortega, quien tiene desde diciembre de 2002 la llave de la cárcel de Alemán por su influencia en el tribunal que lleva el caso. Para demostrar quién tiene el control, Ortega ordenó a este tribunal emitir una sentencia que anulara la de Zapata. En 48 horas Alemán fue encarcelado de nuevo en su hacienda “El Chile”.

Bolaños también se negó a acatar la orden de la CSJ de dar libertad condicional a Alemán.

ALEMÁN ENJAULADO

Desde el 9 de agosto -¿para facilitarle el trabajo a Garza propiciando que Alemán se rindiera por el síndrome del león enjaulado?-, Bolaños había ordenado un estricto dispositivo de seguridad en “El Chile” con restricciones que Alemán nunca había padecido. El reo quedó confinado en su cuarto, con sólo una hora diaria para tomar el sol.

Se duplicó el número de efectivos del Sistema Penitenciario controlando las entradas y salidas de la hacienda y no permitiendo entrar ningún vehículo. Y las visitas a Alemán se redujeron a encuentros de apenas 10 minutos, de uno en uno, cada quince días y sólo durante las tres primeras horas de la mañana.

Antes de esto, Alemán recibía decenas de visitas y realizaba reuniones políticas en su “cárcel”. Bolaños justificó las medidas de control: pondrían fin a las conspiraciones que todos los días hacen ahí diez, veinte, treinta personas para botar al gobierno.

MEJOR LIBRE
QUE ENJAULADO

¿Quién no sabe que, aunque la resolución otorgándole a Alemán el privilegio de la libertad condicional y su circulación libre por Managua fue firmada sólo por magistrados liberales de la CSJ, los magistrados sandinistas también la apoyaron? A estas alturas, a Daniel Ortega poco le importa pagar el costo político que implica aparecer como el liberador de Alemán. ¿Quién no sabe que Alemán está preso porque cometió graves delitos, pero que el hecho de que entre o salga de sus diversas “cárceles” o al final termine libre -amnistiado o por “falta de pruebas”- será producto de negociaciones políticas entre todos los que hoy libran la guerra institucional que mantiene al país en tanta zozobra?

En un escenario como el de este septiembre -Garza fracasado, las reformas constitucionales validadas por la Corte, el pacto consolidado y el Presidente Bolaños aislado y débil-, a Daniel Ortega le interesaba compensar a Alemán tras las presiones de Garza, darle aire y sacarlo de la “jaula” donde Bolaños lo había colocado. ¿Por cuánto tiempo? Arnoldo Alemán libre y activo mantiene dividido al liberalismo y consolida a sus diputados para las nuevas batallas del pacto.

¿DESTITUIR A BOLAÑOS?

La nueva batalla del PLC-FSLN contra Bolaños podría ser su desaforación, su enjuiciamiento y su destitución. Es ésta una “bomba de relojería” que Daniel Ortega dejó armada desde 2002 dentro de la sentencia con que la jueza sandinista Juana Méndez sentenció a Alemán a 20 años de cárcel.

En la guerra institucional, esta bomba se ha mantenido siempre a punto de estallar. El FSLN-PLC la activa o desactiva según las circunstancias.

Antes del receso de medio año del Parlamento, los diputados del PLC-FSLN la dejaron lista. Dos comisiones parlamentarias fueron conformadas en julio para investigar los delitos electorales que habría cometido el Presidente y siete de sus altos funcionarios durante la campaña electoral del año 2001, ocultando el origen de cheques y donaciones por valor de 8 millones de dólares y unos 25 millones de córdobas, empleados por Bolaños en su campaña. Las comisiones debían determinar si había méritos para retirarles su inmunidad y llevarlos a los tribunales. El 8 y 9 de agosto, ambas comisiones resolvieron: encontraron méritos.

Ahora, el PLC-FSLN podría hacer estallar la “bomba” y poner fin al gobierno de Bolaños, conformando un gobierno de transición que desembocara en las elecciones de noviembre 2006. El clima nacional les resulta tentador. El anuncio de Bolaños de que no acatará las resoluciones de la Corte Suprema de Justicia es un desafío extremo sin sustento legal, sin apoyo de la población -más allá del que aparece en las costosas encuestas que hacen algunos medios- y sólo respaldado por gobiernos extranjeros.

LEGALIDAD Y LEGITIMIDAD, OPOSICIÓN Y RESPALDO

La oposición generalizada al pacto no es equivalente a respaldo a Bolaños, un gobernante cada día mas impopular y ya de salida. “Que se vayan todos” es el sentir de una mayoría.

La insistencia de Bolaños en desacatar las resoluciones de la Corte da a Ortega y a Alemán una buena excusa “política” para echar a andar la iniciativa de la desaforación. El panorama es propicio. Las presiones internacionales -las de embajadores europeos, presidentes centroamericanos, mediadores interamericanos y agentes estadounidenses- se han mostrado ineficaces y sin fuerza real para detener uno solo de los acuerdos del pacto.

Son acuerdos sin legitimidad democrática ni ética, pero no puede negarse que todos tienen vestidura legal. Ese abismo entre legalidad y legitimidad es precisamente el problema. Los mecanismos que emplea Bolaños para sortear ese abismo no tienen tampoco legitimidad ni respaldo nacional.

El ambiente es propicio. En varios países de América Latina, en crisis tanto o más complejas que la de Nicaragua, varios presidentes han sido destituidos y sustituidos por convulsiones políticas internas y las presiones externas no han podido evitarlo.

Por otro lado, los diputados del PLC y del FSLN que acosan a Bolaños han ido aprobando, una a una, todas las leyes que el Fondo Monetario Internacional demanda de Nicaragua como condiciones para firmar un nuevo acuerdo con el país y por eso, tienen un correcto expediente ante los organismos internacionales, lo que es una carta muy importante a su favor.

UN ESCENARIO TENTADOR

El escenario latinoamericano le resulta especialmente tentador al FSLN. La insistencia de Daniel Ortega, del alcalde sandinista de Managua Dionisio Marenco y de varios alcaldes sandinistas del resto del país en mostrar sus magníficas relaciones con el Presidente Hugo Chávez para conseguir que Venezuela le asegure a Nicaragua un suministro de petróleo a precios favorables pretenden atraer la atención de la dirigencia del PLC, de la gran empresa privada y de la población hacia una importante “ventaja comparativa” que posee el FSLN.

Ningún recurso de mayor valor hoy que el petróleo. En este momento de alza imparable de los precios internacionales del crudo, voces de diversas ideologías -incluido “The Wall Street Journal”- no dejan de destacar positivamente las iniciativas petroleras de Chávez en el área del Caribe, dentro de su audaz proyecto ALBA (Alternativa Bolivariana de las Américas).

El escenario internacional no resulta tan preocupante a las fuerzas del FSLN-PLC. Nicaragua no es prioridad para nadie. En estos momentos, ni para el gobierno de Estados Unidos, que ha entrado brusca e inesperadamente en una compleja crisis con el apocalíptico escenario creado por el huracán “Katrina”, más dantesco por las inhumanas omisiones de un pésimo gobierno. Las consecuencias que en Estados Unidos tenga para el gobierno Bush este “Katrinagate” son imprevisibles.

DESFILE EN PASARELA

También es posible que la desaforación-destitución de Bolaños no llegue a materializarse y se mantenga, como espada amenazante sobre el Presidente durante semanas o meses. También es posible que en ese diálogo entre los tres en guerra que se ha llamado diálogo “nacional”, esa espada pierda su filo y se la quiten de la cabeza a Bolaños. No por ello concluiría la guerra institucional.

¿Podrá ser la definición electoral, el resultado de las elecciones generales de noviembre 2006 una salida a esta guerra? Es difícil, dado lo firmemente anudado que está el pacto.

Si las presiones de Estados Unidos sobre Alemán se mantienen, pero sin éxito, el antisandinismo acudirá dividido a las elecciones. Por un lado, el PLC controlado por Alemán, aliado a una espesa sopa de letras -el PLC ha hecho ya alianzas con todos estos grupos: PLF1913, GUL, PLIUN, PALI, ALCON, ANC, APC, PUCA, CAUS, CUS, BCD, PSN, PSD Y PSC- y con un candidato presidencial aún desconocido, que los convencionales que controla Alemán elegirán en abril 2006. Y por el otro lado, el liberalismo no alemanista, aliado a los conservadores y a otros partidos, con un candidato que hasta el momento parece será el banquero Eduardo Montealegre.

Si Garza no consiguió hacer que Alemán se rindiera, sí logró llevar a desfilar en la “pasarela política” a una fila de candidatos, todos aspirando a ser los elegidos para abanderar al antisandinismo en la fórmula unitaria a la que Estados Unidos no ha renunciado. En el desfile destacaron Eduardo Montealegre, José Antonio Alvarado, José Rizo y Ramiro Sacasa, cada uno con su peculiar estilo de hacerse autopropaganda y de demostrar su admiración por el poder del Norte.

DERECHA DIVIDIDA,
IZQUIERDA DIVIDIDA

La estrategia política de Daniel Ortega para ganar la Presidencia el próximo año ha tenido siempre en la división del PLC y del antisandinismo su eje central. Alemán le ha ayudado. Alemán desaforado, Alemán en los tribunales, Alemán preso, Alemán semi-preso, Alemán no cediendo a las presiones gringas, Alemán socio en el pacto, Alemán en libertad condicional...

Alemán le ha servido a Ortega, según momentos y circunstancias, a mantener viva esa división. Pero, si la división de la derecha antisandinista es, de momento, un hecho tras el fracaso de Garza, también es un hecho la división del sandinismo.

Si las evidencias de corrupción han debilitado el liderazgo de Alemán, las evidencias del pacto con la corrupción de Alemán han debilitado el liderazgo de Ortega. Ha sido altísimo el costo político que ha pagado Daniel Ortega tras siete años de un pacto con Alemán que ha dado como resultado un dramático empobrecimiento de la población, la desmovilización del pueblo sandinista y el enriquecimiento de la dirigencia del partido que él controla autoritariamente.

A CUATRO BANDAS

Desde ahora, todas las especulaciones sobre los resultados electorales en 2006 se hacen ya sobre la real posibilidad de una elección a cuatro bandas: alemanismo – antisandinismo sin Alemán – danielismo – sandinismo sin Daniel.

El caudillismo es una cosa que no podemos hacerla desaparecer de las mentes de nuestros compatriotas de la noche a la mañana. Desgraciadamente, no ha salido otro Alemán, como no ha salido en el FSLN otro como Ortega: así le dijo a Garza el presidente del PLC, Jorge Castillo Quant. ¿Contribuirán las cuatro bandas a iniciar el camino de superación del caudillismo? ¿Contribuirán a poner fin a la polarización a dos bandas, sandinismo-antisandinismo en la que el país ha vivido durante más de 25 años?

UN POLO SANDINISTA

Este mes, el ex-alcalde de Managua Herty Lewites dio por concluidos sus esfuerzos para ser el candidato presidencial del FSLN y buscando acogida en otras familias políticas, recibió el respaldo de dos partidos que tienen casilla electoral y que lo proclamaron su candidato. El 14 de agosto, el partido Alternativa Cristiana -una escisión de Camino Cristiano-, dirigido por Orlando Tardencilla, héroe de los jóvenes sandinistas en los años 80, y con membresía evangélica, acogió a Lewites.

El 21 de agosto, el Movimiento Renovador Sandinista, dirigido por Dora María Téllez, heroína de la lucha antisomocista, y con membresía sandinista, rompió su alianza con el FSLN en la Convergencia Nacional y le ofreció a Lewites su casilla electoral, sus estructuras, la experiencia organizativa y la “mística rojinegra” de sus militantes en todo el país para tejer en torno a la popularidad de Lewites una alternativa que desafíe el monopolio que del sandinismo y de la izquierda ha mantenido Ortega durante tantos años y -mayor desafío aún- para construir un proyecto nacional que contribuya a cambiar el rumbo del país.

Ortega y los dirigentes del FSLN silenciaron o minimizaron la ruptura del MRS con la Convergencia y el estímulo que el sandinismo amplio recibe con esa ruptura. No hay duda de que el movimiento de Lewites, respaldado por una docena de dirigentes históricos del FSLN y de personalidades que en los años 80 representaron internacionalmente a la Revolución, ha dado con la alianza, con el MRS un salto de calidad. Ortega y su grupo calculan ahora con cuál decisión tendrán que pagar mayor costo político: si dejando participar a Lewites o si impidiéndole participar, inhibiéndolo con disposiciones que podrían fabricar desde el Poder Judicial y el Poder Electoral.

UN RUMOR Y UNA OPINIÓN

Mientras maquinan, desde el FSLN se ha echado a rodar un rumor -también lo esparce el antisandinismo- que dice que “al final, Herty y Daniel van a hacer las paces y se van a arreglar”.
Es un rumor con una intención muy concreta: neutralizar la inspiración que provoca la posibilidad real de renovar el sandinismo y de rescatarlo de donde permanece encerrado; inmovilizar la reflexión y desmovilizar a la gente sandinista para que no piensen, ni siquiera imaginen, como una novedad esta opción electoral, y también política. Para que nadie haga nada, para que nadie respalde. ¿Para qué, si al final ellos se “arreglan” y nos vamos a quedar “colgados de la brocha”?

Por un lado, este rumor desmotivador. Por otro lado, la opinión de quienes promueven que Herty Lewites y Eduardo Montealegre -candidatos punteros en todas las encuestas en cuestión de popularidad- hagan fórmula en una gran alianza antipacto para derrotar en primera vuelta a “los dos caudillos”. Un triunfo antipacto no lo resolverá todo en Nicaragua.

Esta fórmula forzada sería un “chacuatol” de imprecisos objetivos y contradictorios intereses, incapaz de vertebrar un programa en torno al cual construir una salida para todos.

Dora María Téllez ha sido clara: Yo no confundiría las aspiraciones generales de un movimiento que está encontrando consenso sobre el sistema político con lo que es un movimiento electoral, porque son fuerzas distintas. Yo me siento con una gran distancia con Eduardo Montealegre. Porque Montealegre representa a los ricos y eso no es malo. Lo malo es que no represente a los pobres. Orlando Tardencilla ha sido tajante: Le planteamos a Herty que bajo ninguna circunstancia queremos vincularnos a ningún integrante de la BOA, esa serpiente de tres cabezas representada por Bolaños, Ortega y Alemán. Montealegre ha sido desde hace tiempo el “delfín” de Bolaños.

QUEDA MUCHO QUE HACER

Queda aún mucho camino por recorrer hasta llegar a las elecciones. Mucho camino también hasta que este nuevo polo sandinista sea atractivo y resulte convincente.

El movimiento que lleva como candidato a Lewites debe definir pronto sus prioridades sociales y su candidato debe aprender a hablar diciendo las verdades que Nicaragua necesita escuchar, dejando ya de insistir en el trillado y sin contenido discurso del “pacto de los caudillos” o abandonando ese pugilato verbal propio de los “zorros del mismo piñal”. Nicaragua necesita mucho más. Nicaragua merece mucho más.

ENERGÍAS DORMIDAS

Quince años de democracia electoral sin consenso social han ido poniendo en evidencia la necesidad que Nicaragua tiene de las energías de aquel sandinismo que hace 25 años logró movilizar a 100 mil jóvenes para derrotar el analfabetismo, energías que han estado manipuladas, adormecidas y secuestradas durante años por el FSLN y por el grupo de Ortega. ¿Se podrán renovar y rescatar esas energías? ¿Serán capaces de atraer a otras energías nacionales, hartas de la corrupción alemanista, del autoritarismo orteguista y de la insensibilidad social bolañista?

Desde 1990, Nicaragua ha visto cómo se erosiona su soberanía y cómo los tres gobiernos que siguieron al gobierno revolucionario abandonaron todo esfuerzo de justicia social para que las leyes del mercado resolvieran nuestras escandalosas desigualdades. Resultado: hambre, desempleo, emigración masiva, un millón de niños y niñas fuera de la escuela, una población enferma. El futuro hipotecado.

¿UNA ALTERNATIVA NACIONAL?

Soberanía nacional y justicia social fueron las banderas del General Sandino. Ya sabemos que no habrá ni soberanía ni justicia sin democracia. Y que no bastará la democracia electoral si no logramos un consenso nacional sobre los indispensables e impostergables niveles de soberanía y de justicia que Nicaragua requiere para poder avanzar.

¿Logrará representar todo esto el Movimiento de Rescate del Sandinismo iniciado por Lewites y ahora acuerpado por otros grupos sandinistas? ¿Logrará Lewites traducir en votos la popularidad que le reconocen las encuestas, aun compitiendo en otra casilla que no es la rojinegra tradicional?

¿Hasta dónde podrá llegar esta opción electoral? ¿Hasta la Presidencia? ¿Hasta un número mayoritario de diputados? ¿Hasta un número suficiente de diputados que establezca una diferencia con los que hoy legislan, pactan y se enriquecen? Antes de llegar a algún resultado, ¿logrará vencer las dificultades que en su camino les pondrá el pacto, que controla todo el proceso electoral? ¿Y hasta dónde llegará este esfuerzo, no sólo electoral, sino político? ¿Logrará romper el monopolio mental que Ortega mantiene aún sobre buena parte de la población nicaragüense?

Es muy pronto para responder. Pero no es pronto para percibir que hay algo nuevo y bueno sobre la mesa. No es un “un mal menor”. Pudiera ser un “bien mayor”. O mediano. O pequeño. El tamaño que pueda alcanzar está por construir.

TODO ES IMPREDECIBLE

Ya el país en el fondo del abismo o aún sin llegar a él, en el diario soportar “más de lo mismo” de esta insoportable guerra institucional, son muchos los interrogantes pendientes de respuesta.

¿Han perdido ya los caciques políticos del país su capacidad para controlar el conjunto de fuerzas y de tendencias que se han desatado, que ellos mismos han provocado? ¿Podrá Bolaños terminar su gobierno? ¿A costa de qué? ¿Mantendrá Alemán su resistencia a ceder, si avanzan los procesos judiciales en su contra que tiene abiertos en Panamá y en Miami? ¿Qué hará Ortega ante el movimiento sandinista de Lewites?

El gobierno de Enrique Bolaños no ha logrado, porque no tiene respaldo nacional y porque actúa separado de la gente, siguiendo las señas del gobierno de Estados Unidos y al servicio exclusivo de los grupos económicos más poderosos, hacer frente a esta crisis. Las marchas contra el pacto -en Managua, en Granada, la última el 28 de agosto en Chinandega- son novedosas expresiones de desahogo colectivo cubiertas profusamente por algunos medios de comunicación, pero aún con imprecisos resultados políticos.

¿La definición electoral de 2006, tan lejana aún en el tiempo, podrá modificar el rumbo que al país le ha impreso ya el pacto PLC-FSLN? ¿En qué medida? ¿Bastará que partidos políticos diferentes a los del pacto o candidatos nuevos, diferentes al binomio Alemán-Ortega, lleguen al gobierno para que Nicaragua camine en otra dirección? Antes de la definición electoral, ¿asistiremos a un giro inesperado?

¿Decretará, por fin, el Presidente un estado de emergencia, al que siempre aspira? Y si lo decreta, ¿que significaría exactamente esa “emergencia”? ¿Qué hará el Ejército si se profundiza la crisis?

¿Se consolidará el pacto o perderá capacidad de legitimarse e institucionalizarse? Si se consolida, habrá que aceptar que hemos arribado a una dictadura y habrá que partir de esa verdad como premisa para cualquier identificación de futuros escenarios. Si el pacto pierde capacidad, todo es posible. Y todo impredecible.

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