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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 281 | Agosto 2005

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Nicaragua

25 años de la Cruzada de Alfabetización: “El país entero fue una gran escuela”

Se cumplen 25 años de la gesta de la Revolución Sandinista que más respeto, admiración y consenso ha cosechado en Nicaragua y en el mundo entero: la Cruzada Nacional de Alfabetización. Fernando Cardenal fue el Coordinador de esta aventura cultural. Hablamos con él.

Fernando Cardenal

Durante cinco meses, la mitad de la población nicaragüense vivió para la Cruzada de Alfabetización. 60 mil jóvenes, muchachas y muchachos, se regaron por los rincones más remotos del campo y más de 40 mil personas, por todas las ciudades para enseñar a leer y a escribir a más de 400 mil compatriotas. El analfabetismo, calculado en aquel 1980 en, por lo menos un 51% de la población adulta del país, se redujo al 12.9%. La proeza recibió el premio Nadeshda Krupskaya de la UNESCO.

El sacerdote jesuita Fernando Cardenal tenía 46 años cuando asumió la Coordinación Nacional de la Cruzada. Al concluirla, pensó que “ya podía morirse”, tanta fue su satisfacción. 25 años después aún se le humedecen los ojos cuando recuerda aquellas jornadas históricas. Envío habló con él. Sus palabras son el memorial con el que queremos honrar aquel acontecimiento estelar de la historia de Nicaragua.

“FUE UN TREMENDO SUSTO”

Envío – El nombramiento para dirigir la Cruzada, ¿lo esperabas? ¿Cómo lo recibiste? Fernando Cardenal – En los primeros días después del triunfo de la revolución yo iba un día manejando por Managua cuando escuché por radio que me habían nombrado embajador en Washington. Sin consultar conmigo. Aquellas locuritas de la revolución. Me asusté. Me tuve que parquear para respirar hondo. Y me dije: No lo voy a aceptar. Al llegar a la casa le escribí una carta a Sergio Ramírez y otra a Miguel D’Escoto diciéndoles: Hasta ahora yo he sido un militante disciplinado, pero esto no lo puedo aceptar, busquen cómo hablar con la Dirección Nacional o con quién sea, pero yo no soy para eso, no quiero estar en el imperio, ésa no es mi vocación ni mi forma de ser, mi carácter y mi vocación religiosa no son para eso, y mientras ustedes rectifican, yo vuelvo a la “vida clandestina” y no salgo de mi casa mientras eso no se arregle. Todos los días llamaba a Miguel D’Escoto: ¿Qué has sabido? Y así seguí clandestino hasta que me dijo: Tranquilo, ya nombraron como embajador a Payo Solís.

Dos semanas después me encargaron de organizar la campaña de alfabetización. Fue otra tremenda sorpresa, pero esta vez agradabilísima. No me lo esperaba, nunca lo hubiera imaginado. Como jesuita yo me orienté siempre hacia la educación y hacia la juventud y siempre vi el sacerdocio como un instrumento para educar a la gente joven. La formación de la juventud llegó a ser la meta de mis estudios y de mi preparación como sacerdote. Antes de pasar a la clandestinidad, y desde que dejé el trabajo en la UCA, mi tarea había sido la de profesor de Filosofía en la UNAN. Llegué a la UNAN más interesado por tener contacto con la juventud que por la filosofía. Con la tarea que me encomendaba la revolución, de estar hablándole a los jóvenes de Aristóteles y de Platón pasaba a trabajar con jóvenes que enseñarían a campesinos y a trabajadores analfabetos… Me pareció maravilloso. Pero también fue un gran susto: yo nunca había enseñado a leer a nadie, no sabía cómo se hacía eso…

E – Y en tu niñez, ¿nunca conviviste con gente analfabeta?
FC – Pues sí, con mucha gente. Pero yo no tenía sensibilidad para interesarme. La china mía no sabía leer, pero yo nunca le pregunté si sabía o no… Lo supe hasta después. Realmente, era la primera vez que me interesaba por el analfabetismo en Nicaragua, que tomaba conciencia de este problema.

“EN CUBA SENTIMOS LO BELLO DE ALFABETIZAR”

E – Como otras iniciativas de la revolución, ésta también tuvo mucho de aventura, de utopía, también de improvisación... ¿Cómo empezaron, cuáles fueron los primeros pasos?
FC – Como todo era nuevo para mí, la primera decisión fue rodearme de gente que sí sabía de esto. Yo no sabía nada y tenía que buscar gente que completara mis carencias. Al primero que le dije fue a Roberto Sáenz, el “Pollo” Sáenz, que era jesuita entonces y que yo sabía había alfabetizado en El Salvador en una de las comunidades del padre Rutilio Grande en Aguilares y después había estado alfabetizando con Pikín Guerrero por la zona de Carazo durante la lucha contra Somoza. ¿Querés trabajar conmigo?, le dije. Y Roberto encantado. Ahí mismo me dijo: Mirá, acaba de venir de Canadá una amiga que viene con el título de Educación, Katherine Grigsby. La sumamos. Y también a Ana Sáenz, la hermana de Roberto, como secretaria. Y así, uno por uno, fuimos creando el equipo de coordinación hasta que llegamos a ser siete.

Cuando fuimos siete viajamos a Cuba. Yo le pedí a la Junta de Gobierno ir a conocer de cerca la campaña de alfabetización de Cuba, que era la única que conocíamos. Lo primero que visitamos en Cuba fue el Museo de la Alfabetización. Viendo aquello tuve dos primeras impresiones muy fuertes. Una de mayor susto. Me di cuenta de la organización que nuestra Cruzada iba a requerir. Y yo, la mayor organización en la que me había visto hasta entonces era la del pequeño equipo de profesores de filosofía de la UNAN. De repente, tomé conciencia de que tendría que organizar algo gigantesco. La otra impresión fue positiva: sentí, sentimos, la belleza que encerraba la acción de alfabetizar. Viendo la película cubana, “El brigadista” nos emocionaban aquellas imágenes de los muchachos y las muchachas regresando a La Habana y la gente saliendo a las calles a abrazar a sus brigadistas alfabetizadores. No nos cansamos de verla una y otra vez soñando que eso íbamos a hacer también en Nicaragua.

También me impresionaron mucho las diferencias. La revolución cubana había hecho su campaña de alfabetización en un país con un nivel educativo muy alto, con miles de maestros preparados, con una infraestructura lista. Y pudieron hacer su campaña poco a poco, por oleadas. Como tenían, por ejemplo, una infraestructura hotelera en Varadero, allí iban enviando por oleadas a los brigadistas para capacitarse, y cuando se capacitaba una oleada la enviaban a alfabetizar y venía otra… ¿Y nosotros, con qué contábamos? ¿Dónde estaban en Nicaragua esos hoteles para capacitar a los brigadistas en oleadas?

Sentimos todo el apoyo de los cubanos, fue una visita muy importante. Regresamos a Nicaragua muy motivados. Yo le pedí al Ministro de Educación cubano que para más adelante me prestara a unos dos o tres de los suyos, los que me parecieron como las personas más capaces, con más mística. También nos prestaron y tuvimos la oportunidad de tener entre nosotros, aunque más adelante, a Raúl Ferrer, quien había dirigido la campaña cubana.

“ALFABETIZAR Y TAMBIÉN CONCIENTIZAR”

E – ¿Cómo influyó Paulo Freire en nuestra Cruzada de Alfabetización? ¿Estuvo presente? ¿Conocías ya a Freire y su método?
FC – En mis clases en la Universidad, yo daba en primer año Historia de la Filosofía. Y en el cuarto y quinto año de la carrera de Educación, daba Filosofía de la Educación. Ya yo había metido en las clases a Paulo Freire como uno de los grandes filósofos de la educación en América Latina. Conocía bien la filosofía en la que se basa su método. Ese concepto que él tan bien explica: la concientización, que es el proceso de toma de conciencia en la mente de las personas para hacerlas pasar de una conciencia mágica a una conciencia crítica. Lo que no conocía era cómo alfabetizar, con qué metodología se hace eso.

En realidad, durante la Cruzada yo no aprendí cómo se enseña a leer y a escribir. Y es hoy y no sabría hacerlo. En aquellos meses no tenía ni tiempo para aprenderlo ni era ése mi trabajo. Pero sí me tocó tomar la decisión, y eso fue importantísimo, que nuestra Cruzada adoptara el método de Paulo Freire. Fue una decisión clarísima desde el comienzo: no sólo íbamos a enseñar las letras y lo que esas letras significan, también íbamos a hacer que el campesino y la campesina, el trabajador y la trabajadora conocieran su propia realidad y el contexto económico, social y político en que vivían. Les íbamos a enseñar a contestar a preguntas como ésta: ¿por qué soy pobre? Queríamos que aprendieran a distinguir entre una tragedia como una sequía o un terremoto y una tragedia como la pobreza. Queríamos que entendieran que la Naturaleza provoca los huracanes y que la pobreza la provocan los seres humanos. Hacer esta distinción es concientizar.

PAULO FREIRE:
“LA REVOLUCIÓN ES UNA NIÑA”

FC – Yo había oído que Paulo Freire, una vez terminado el régimen militar en el Brasil, regresaría a su país. En 1980, Freire estaba exiliado y estaba trabajando en Africa vinculado al Consejo Mundial de Iglesias. Me conecté con el Consejo y con Paulo Freire a través del jesuita que lo sabía todo en mi comunidad, Xabier Gorostiaga. Llamé a Freire y lo invité para que pasara por Nicaragua cuando regresara a Brasil . Y él aceptó.

El Ministro de Educación Carlos Tünnerman nos había dado como oficinas de la Cruzada varios de los edificios del Ministerio, unos que habían sido ocupados por un comando sandinista para combatir a la Guardia. Cuando llegamos allí, estaban todavía los adoquines que habían servido de trinchera para dispararle a la Guardia. No teníamos mesas, ni casi sillas. Fue en esos primeros momentos cuando nos visitó Paulo Freire. No recuerdo la fecha exacta, pero sí recuerdo estar conversando con él en aquella oficina desordenada y sin amueblar. Le explicamos las líneas generales de nuestro plan, basadas en su método. Nos dio confianza, nos dio seguridad, nos dijo: “Con lo que van haciendo y con este método enseñarán a leer en cinco meses, lo van a conseguir.”

Cuando Paulo Freire conoció de nuestra boca todo lo que quería hacer la revolución y lo que queríamos hacer con la Cruzada, se entusiasmó. Aún recuerdo sus palabras: “Esta revolución es una niña, linda, pura y bella, y hay que apoyarla”. Ahí mismo agarró el teléfono. No teníamos ni una mesita para ponerlo. Aún veo a Paulo Freire de rodillas en el suelo, llamando al Consejo Mundial de Iglesias pidiendo apoyo para la Cruzada. Y con la llamada de aquel día nos consiguió la donación más grande que tuvimos en toda la Cruzada. Ningún gobierno nos dio un apoyo mayor. No recuerdo cuánto fue, pero fueron más de cien mil dólares. Paulo Freire volvió varias veces a Nicaragua, pero ya después que habíamos terminado la Cruzada. Se sentía muy satisfecho con lo que habíamos logrado.

“LA CRUZADA SÍ FUE POLÍTICA,
NO HAY EDUCACIÓN NEUTRA”

E – Hasta el día de hoy, los críticos de la Cruzada consideran que la Alfabetización fue una campaña de adoctrinamiento político, porque las cartillas usaban el lenguaje de la revolución, porque hacía propaganda al sandinismo, porque se enseñaba a sumar y a restar con fusiles y con granadas…
FC – Las líneas generales de la metodología que empleamos las tomamos del método de Paulo Freire. Pero partiendo del vocabulario y de los temas de la realidad de Nicaragua. Y también de la realidad del momento. Freire dice que hay que alfabetizar partiendo de las “palabras generadoras”. Y que hay que hacer una encuesta entre el pueblo que va a ser alfabetizado para hallar las palabras que el pueblo está manejando en ese momento. Nosotros detectamos que esas palabras eran entonces: revolución, Sandino, Carlos Fonseca, reforma agraria, FSLN…Era un momento de gran politización nacional. Hacía sólo unos meses que Somoza había sido derrocado.

No es que nosotros lleváramos esas palabras al pueblo, sino que fueron las palabras que el pueblo nos devolvió, las que trajo hasta nosotros. Las palabras que están presentes en un momento de la historia van cambiando con el tiempo. En 1990, después de que terminé mi trabajo en el Ministerio de Educación, formamos con varios compañeros el Instituto Nicaragüense de Investigación y Educación Popular, el INIEP. Hicimos una campaña de alfabetización de adultos y repetimos ese mismo proceso de buscar las palabras generadoras. Las palabras que más salieron entonces eran: salud y medio ambiente. Hubiera sido absurdo que en 1980 hiciéramos una campaña partiendo de las palabras salud y medio ambiente, como hubiera sido absurdo que en 1990 hiciéramos una campaña con Sandino, Carlos Fonseca o reforma agraria.

La única crítica que se le hace a la Cruzada es que fue “política”. Sólo eso, porque, ¿quién puede criticar la mística, la entrega, la generosidad, el heroísmo, que fue masivo y que fue lo más maravilloso, lo fundamental? Realmente, la Cruzada fue política. Paulo Freire dice que toda concientización es política, que toda alfabetización es eminentemente política. Nunca ha habido ni habrá una educación neutra. Ni siquiera en la familia. Nunca nadie ha educado a nadie en forma neutra.

Dicen los más críticos que fue un indoctrinamiento, un “lavado de cerebro”. Ahí sí discrepo totalmente. Un lavado de cerebro es una acción inhumana, una falta de respeto. Es agarrar a alguien del pescuezo y meterle obligatoriamente una ideología. Nunca hicimos esto. Lo que hicimos fue partir de lo que ellos querían conocer sin obligarles a aceptarlo. La gente tenía curiosidad sobre la revolución. Lo que hicimos fue satisfacer toda esa curiosidad y ponerles frente al agua y al fuego y decirles: escogé. ¿Vos querés esto o querés lo otro?

“LA MÍSTICA DE AQUEL MOMENTO ERA MILITAR”

E – También se cuestiona todo el lenguaje militar que se empleó en la Cruzada, en las cartillas. Hasta el nombre de Cruzada. Todo era muy militar… ¿A eso qué respondes?
FC – Ciertamente, en la Cruzada usamos un lenguaje militar. Formamos el EPA, el Ejército Popular de la Alfabetización. Organizamos a los muchachos en escuadras, en columnas y en brigadas… Y los distribuimos por todo el país en frentes de guerra: el Frente Norte Carlos Fonseca Amador, el Frente Sur Benjamín Zeledón… Y todas las escuadras llevaban los nombres de héroes y mártires caídos durante la insurrección contra Somoza. Los informes que nos llegaban tenían siempre el lenguaje de los partes de guerra: “El enemigo va retrocediendo”... “Hemos tenido batallas triunfadoras…” El enemigo era el analfabetismo y la ignorancia. Las batallas eran las clases, los logros de más y más gente que aprendía a leer y a escribir, los “territorios liberados” eran las comarcas donde se iba erradicando el analfabetismo. El himno de la Cruzada, que compuso Carlos Mejía Godoy, es una marcha militar: Avancemos brigadistas, guerrilleros de la alfabetización...

Para entender todo este lenguaje militar hay que trasladarse a aquellos momentos. Hacía sólo unos meses que Nicaragua acababa de derrocar a una dictadura militar haciendo un esfuerzo militar masivo, en el que participó, de una forma o de otra, todo mundo. Los más jóvenes habían visto con gran admiración cómo la juventud guerrillera, un poco mayor que ellos, había combatido contra la dictadura somocista en forma heroica y con eficacia hasta lograr sacar del país al dictador y a su Guardia Nacional, a la que también habían visto matar a muchísimos jóvenes, compañeros suyos.

La mística de aquel momento era militar. Los más jóvenes eran todavía muy chiquitos para combatir el somocismo, para poder participar en la guerra, y ahora sentían ganas de hacer algo por el país. De repente, surgía algo, una Cruzada, que les daba la oportunidad de hacerlo. Ya no era tomar las armas como sus hermanos mayores o sus primos o sus padres o sus tíos. Era otra cosa, era un trabajo social, era un trabajo por el desarrollo del país, pero el lenguaje con el que ese trabajo se emprendió tenía que ser militar, siguió siendo militar porque era ese lenguaje el que había acompañado a toda la nación en las vísperas de la Cruzada. La historia de ayer no podemos verla con los ojos de hoy. La historia es la historia y la mística de hace 25 años era así.

E – ¿Basta esa mística para explicar la incorporación masiva de la juventud? ¿Cómo se logró convencer a tanta juventud para que se enrolara en esta aventura? ¿Cómo la juventud se entusiasmó tan masivamente para algo que era tan novedoso como arriesgado?
FC – Para explicar la masividad que logramos hay que tener en cuenta un elemento clave. Ya estaba fundada la Juventud Sandinista 19 de Julio. Carlos Carrión era el secretario general, había sido uno de sus fundadores. Yo ya había trabajado con él en la lucha contra la dictadura somocista en el Movimiento Cristiano Revolucionario. Éramos amigos. La Juventud Sandinista estaba naciendo. Con la Cruzada se le presentaba una oportunidad fantástica de crecimiento y de darle un contenido concreto de trabajo. Nosotros prepararíamos el método y la logística de la alfabetización, nos encargaríamos de su financiamiento y la Juventud se encargaría de toda la organización de los muchachos y muchachas.

E – Pero no todos los alfabetizadores y alfabetizadoras pertenecían a la Juventud Sandinista, ni siquiera eran sandinistas o simpatizaban con el sandinismo…
FC – Así es. No era necesario pertenecer a la Juventud ni siquiera ser sandinista. Nunca se hicieron distinciones. Pero fue la Juventud Sandinista la que comenzó a captar a toda la juventud nicaragüense. Aquí hay que volver a tener en cuenta la mística de aquel año, una mística irrepetible, un momento irrepetible. Hay que trasladarse en el tiempo para entender los deseos que tenían los más jóvenes de “hacer algo”. A la alfabetización podían ir chavalos y chavalas de 13, de 14 años. Hubo muchos de esa edad. Los hubo hasta de 12 años. La mayoría tenían 15, 16 y 17 años. Fue la juventud de secundaria y de la universidad. Fue esa generación la que se sumó a esta aventura.

“FUE LA CAMPAÑA DE PUBLICIDAD
MÁS GRANDE DE CENTROAMÉRICA”

FC – Hicimos también una campaña de publicidad muy grande. La dirigió un primo hermano mío, Carlos Cuadra Cardenal, dueño de una agencia de publicidad. La hizo con mucho corazón y con gran inteligencia. Cuando le pedí ayuda me dijo: “Mirá, aquí no hay dinero para pagarle a los medios la campaña de publicidad que necesitamos. Además, publicitar la Cruzada para motivar a todos los jóvenes de la ciudad para que vayan a alfabetizar es una campaña. Publicitar la Cruzada a todos los campesinos que quieran alfabetizarse es otra campaña. Y publicitar fuera de Managua que todos los que sepan leer y escribir y tengan un poco de conocimiento quieran alfabetizar es otra campaña. Son tres campañas diferentes. Imposible, no hay dinero suficiente para eso”. Ante esto, la clave que él propuso fue la de convertir cada paso que diéramos en una noticia para que los periodistas estuvieran todo el tiempo buscando información sobre la Cruzada. Ésa sería una publicidad constante, la mejor publicidad.

Y eso hicimos. Y funcionó. Antes de iniciar la Cruzada cada paso que dábamos los convertíamos en una noticia. Los periodistas llegaban buscando información. Y esa información se convertía en la publicidad que motivaba a la juventud y a sus familias a participar. Nunca tuvimos que gastar ningún dinero con los medios. Ya durante la Cruzada llegó un momento en que yo daba todos los días una rueda de prensa. Los periodistas llegaban diario buscando la noticia del día. Yo creo que, con esta simple idea, Carlos logró la campaña de publicidad más grande que se ha hecho en la historia de Centroamérica sobre un acontecimiento.

E – ¿Se puede afirmar que toda la sociedad nicaragüense vivió pendiente de esa aventura?
FC – Hay que ver los periódicos de entonces para entender que así fue, que la Cruzada de Alfabetización era una noticia diaria. En su libro “La revolución perdida”, mi hermano Ernesto dice que la Cruzada fue una monomanía nacional.

“HUBO MUCHO DE VALOR, DE CORAJE”

E – Conociste a miles de jóvenes que participaron en esta aventura… ¿Cómo la vivieron, por compromiso, por sacrificio? ¿Por qué se fueron a alfabetizar?
FC – Hubo de todo. Y todo lo que hubo fue muy hermoso. Había mucho de amor a Nicaragua. Había mucho de la ilusión de hacer algo importante por el país. Había también, indudablemente, el deseo de correr una aventura. Para muchos era la primera vez que salían de sus casas. Había también de desafío, de aceptar un reto enorme. Se requieren análisis históricos, sociológicos y sicológicos para explicar lo que movió a nuestra juventud. Todo se mezcló. Hubo también mucho de valor, de arrojo, de coraje. El hecho de que estos jóvenes se fueran a alfabetizar, a pesar de las amenazas que les estaban haciendo ya los primeros grupos contrarrevolucionarios y que ellos conocían perfectamente, es un elemento muy digno de considerar.

Ya había grupos contrarrevolucionarios en la frontera. Amenazaban a los muchachos por sus radios, les decían que con los lápices les iban a sacar los ojos si iban a alfabetizar. Y a pesar de eso se fueron. Corrieron ese riesgo. Y cuando ya estaban alfabetizando los amenazaban con que los iban a matar si no se regresaban. Y no se regresaron. Entonces, comenzaron a cumplir sus amenazas para que vieran que las amenazas iban en serio. En el norte de Yalí, departamento de Jinotega, en una comarca fronteriza con Honduras, dos muchachas de Managua, del barrio Altagracia, iban un día por un camino con sus uniformes de alfabetizadoras cuando les salió un grupo de un movimiento que se llamó MILPAS, que era ya parte de la contrarrevolución, y les gritaron: “¡Ustedes no entienden! ¡Para que vean que va en serio, aquí cae la primera! ¡Y si no se regresan, los vamos a matar a todos!” Y mataron a una de las dos, a Martha Lorena Vargas. Le pegaron un tiro.

“NICARAGUA FUE UNA GRAN ESCUELA,
VIVIMOS UNA ETAPA DE HEROÍSMO COLECTIVO”

FC – Yo me fui inmediatamente al lugar del crimen en uno de los cinco helicópteros que nos había dado el Presidente de México, José López Portillo, con sus pilotos y su combustible, para todo el tiempo de la Cruzada. Iba lleno de tristeza, de furia, de dolor. Y también de temor: aquello podía ser el comienzo de una desbandada.

Cuando llegué, me esperaban las 29 muchachas de aquella escuadra en posición de firmes con esta consigna: ¡Ni a balazos ni a patadas nos sacarán de la Cruzada! Y con esta otra: La patria no será totalmente liberada mientras no esté totalmente alfabetizada. Y todas se quedaron alfabetizando en aquel mismo lugar. Sólo una, que sabía que sus papás pasarían mucho miedo, me pidió que la trasladara. Y la trasladamos cerca de Managua, a Tipitapa.

Y así los contrarrevolucionarios fueron matando hasta siete brigadistas. La familia de Martha Lorena no me reclamó nada. Las otras familias tampoco. El heroísmo no sólo fue de las chavalas y de los chavalos que se quedaban en sus puestos, sino también de sus familias. Las mamás y los papás también fueron héroes. Ningún padre ni ninguna madre fue a buscar a sus hijos o a sus hijas para que se regresaran. Ninguno. Y así hasta el final. En aquellos cinco meses murieron también otros 59 brigadistas en distintos accidentes. Y tampoco ningún padre ni ninguna madre fue a retirar a sus hijos por miedo a que les pasara algo. Fue un compromiso increíble. Vivimos una etapa de heroísmo colectivo. El país se convirtió en una escuela. Y los padres y madres de familia, junto a los chavalos y a las chavalas brigadistas, se convirtieron en héroes nacionales.

“QUEREMOS CONTAGIAR DE AQUEL ESPÍRITU
A LA JUVENTUD ACTUAL”

E – ¿Qué puede enseñar a la juventud nicaragüense esta historia?
FC – La juventud actual de Nicaragua tiene hoy un gran peligro: pueden ir creciendo pensando que lo natural en el ser humano es la corrupción, el yoquepierdismo, el egoísmo, el consumismo… Es eso lo que ven por todos lados. Al recordar la Cruzada, lo que pretendemos con el Movimiento 25 Aniversario es que la juventud vea que hay otra forma de ser humano, otra forma de ser nicaragüense, otra forma de ser joven. No les brindamos el ejemplo de un país lejano, les estamos hablando de Nicaragua, de que esto ocurrió en Nicaragua, que lo protagonizó la juventud de Nicaragua. Queremos contagiarlos con ese buen ejemplo, que entiendan que comiendo gallopinto y naciendo en este país se puede ser joven de otra forma.

Al celebrar el 25 Aniversario de la Cruzada queremos traer a la memoria esa otra forma de ser joven. Recordar lo que entonces movió a la juventud. Y contagiar con eso. Que no crean los jóvenes que todo es corrupción, mediocridad y porquería. Ya hemos iniciado una exposición, habrá un museo itinerante que recorrerá Nicaragua, hemos elaborado un CD con los vídeos, las canciones, los afiches y las fotos de entonces. Vamos a promover que en toda comarca donde hubo alfabetización haya una fiesta para celebrar y recordar lo que sucedió. Aunque con grandes limitaciones económicas, con todas estas actividades queremos contagiar a los jóvenes de un espíritu.

E – En este año, aniversario 25 de la Cruzada, también se han lanzado dos iniciativas de alfabetización: una oficial desde el Ministerio de Educación y otra desde las alcaldías donde gobierna el FSLN. ¿Qué piensas de ellas?
FC – Lo primero es que yo felicito a quienes están queriendo alfabetizar y a quienes quieren poner la alfabetización en el tapete de la agenda nacional. En este país eso es muy necesario. Después de esta felicitación, yo creo que no se puede alfabetizar por decreto. Después de afirmar en varios medios nacionales la importancia que tiene la voluntariedad, varias personas del Ministerio de Educación me han invitado a dar charlas a los estudiantes que van a alfabetizar para motivarlos a hacer esta tarea por convicción y no por obligación. También el Ministerio ha promovido que los estudiantes alfabetizadores visiten la exposición que sobre la Cruzada hemos iniciado en la Universidad Politécnica. Yo considero que la voluntariedad es fundamental. Paulo Freire dice que todo acto educativo es un acto de amor. Y nunca se ama por obligación. No se puede ordenar por decreto el amor. Además, lo que no se hace de corazón no se va a poder controlar y evaluar adecudamente.

En la iniciativa de las alcaldías sandinistas no he tomado parte ni me han pedido ninguna sugerencia. No conozco el método, tampoco conozco cómo se ha motivado a los universitarios de las universidades estatales para participar como alfabetizadores. Aunque creo que ellos tienen las capacidades necesarias, encuentro que la tarea será muy difícil porque actualmente, y me consta, la juventud universitaria nicaragüense está muy desligada de toda actividad social. Es muy indiferente. Y habrá que hacer grandes esfuerzos para motivarlos a hacer este trabajo social. Y sólo motivados lo harán bien. A ambas iniciativas yo les deseo el mayor de los éxitos. Me parecería una traición a mi país no desearles éxito.

“POR QUÉ QUERÍAMOS HACER UNA REVOLUCIÓN”

E – Después de 25 años, ¿cómo valoras aquella gesta, quiénes crees que ganaron más, los alfabetizadores o los alfabetizados?
FC – Cada uno ganó cosas diferentes y en Nicaragua todos salimos ganando. Son muchos los alfabetizadores y alfabetizadoras de entonces que viven hasta hoy con gran mística un compromiso social y un compromiso con Nicaragua por lo que experimentaron en la Cruzada. En el Movimiento 25 Aniversario queremos revivir todo aquello de alguna forma. Queremos que los alfabetizados y alfabetizadores se reencuentren, queremos promover que este año vuelvan otra vez a la casa donde alfabetizaron, que vuelvan donde su “papá” y su “mamá” de la Cruzada y conozcan qué ha pasado en ese lugar en todos estos años.

Yo creo que para la juventud de las ciudades, para los 60 mil muchachos y muchachas que alfabetizaron en el campo la gran ganancia fue conocer y comprender la vida de los campesinos. Fue un proceso de concientización muy profundo. Mucho del proyecto de la revolución hubiera quedado en el aire sin que nuestra juventud hubiera visto con sus propios ojos por qué queríamos cambiar el país. Al ver la inhumana vida de campesinas y campesinos, ahí estaba la razón de la revolución. Esta toma de conciencia le inyectó una energía muy grande al movimiento revolucionario cuando estaba en sus comienzos.

Recuerdo que muchos papás y mamás de los brigadistas llegaban a mi oficina en los primeros días a decirme: Me mandó un telegrama, una carta, mi muchachito, mi muchachita, y me dice que sólo están comiendo bananos y tortilla… Muy afligidos. Y yo les decía: Tranquilos, ya lo vamos a resolver, pero no crea usted que ésa es la comida de la Cruzada, los campesinos han vivido quinientos años comiendo eso. Y tal vez ahora usted comprenderá por qué es que queremos hacer una revolución en Nicaragua, porque eso que a usted le duele ahorita, es lo que les está pasando desde hace quinientos años a la gente en el campo. Para que esto cambie se hizo la revolución. Les costaba aceptarlo. Pero lo pensaban. El grado de conciencia que la juventud adquirió y lo que esto aportó a la revolución que estaba comenzando fue lo más profundo que la Cruzada dejó.

Los alfabetizados también ganaron. Aprendieron a leer y a escribir y aprendieron lo elemental de las matemáticas. Yo creo que la Cruzada también les ayudó a comprender qué era lo que quería la revolución. La revolución les envió una señal muy clara, les mandó lo mejor que tenía, les mandó a sus jóvenes. Fue un mensaje: ahí van, es lo mejor que tenemos, este muchacho, esta joven, va a vivir en su casa, va a compartir la comida con ustedes, va a pasar peligros… Ésa es la revolución. Ése era el mensaje.

“LOS GASTOS FUERON ENORMES”

E – A la distancia de los años, ¿qué sientes que fue lo más difícil?
FC – Siempre lo más difícil fueron las muertes, los crímenes. Hubo también muchas dificultades económicas. Nosotros vivíamos al día, pasamos muchos momentos difíciles, con deudas. Como era el Año de la Alfabetización, ésa era la prioridad nacional y teníamos una cuenta abierta en el Banco Central. Pero los gastos eran muchos. Más de los que imaginamos al comienzo. Los gastos de oficina no eran importantes, lo grueso era el gasto en materiales para apoyar a los brigadistas. Continuamente teníamos que estar haciendo compras para enviarlas al campo: lápices, cuadernos, pizarrones, botas… Porque todo se gastaba, todo se destruía.

Las medicinas fueron uno de los mayores gastos. Porque al comienzo nosotros diseñamos un botiquín modelo para cada escuadra, donde pusimos las medicinas fundamentales para que cada escuadra, que eran 30, tuviera medicinas durante los cinco meses que iba a durar la Cruzada. Pero a los quince días de haber empezado, ya nos mandaron a pedir más medicinas… ¿Y qué es lo que pasa? Pasaba lo lógico: los brigadistas estaban viviendo en la casa de los campesinos, y cuando a la niña del campesino le daba diarrea, no le podían decir: No, esta medicina es nuestra. Entonces, se la daban a la niña, y le daban al papá y le daban a toda la familia… Entonces, ya no era un botiquín para 30 brigadistas, era un botiquín para 30 familias. Eran medicinas para 60 mil familias, no para 60 mil brigadistas. ¡Eran medicinas para todo el país! El gasto en medicinas fue enorme. También teníamos que mandarles materiales a los 40 mil que alfabetizaban en las ciudades. Era un gasto continuo y enorme.

“NO QUEDAMOS EN DEUDA CON NADIE”


FC – No pagábamos nada inmediatamente porque no siempre teníamos el dinero a mano. Y de la cuenta que nos abrieron en el Banco Central prestábamos, íbamos pagando las deudas, así. Un día el doctor Arturo Cruz, que había sido del Grupo de los 12 y era Presidente del Banco Central, me llama y me dice: No puedo sacar ya más dinero sin fondos, por más que sea el año de la alfabetización, no puedo sacar más, ya no tenés fondos…

Yo me afligí, teníamos todavía pendientes gastos importantísimos para poder seguir trabajando en los días siguientes. Las cuentas me estaban viniendo continuamente. Ese día llegué a la casa con cara de tragedia. Y otra vez Xabier Gorostiaga, que siempre miraba al futuro, me dijo: Tengo la solución. Vamos a esperar que amanezca en Ginebra y llamamos al Consejo Mundial de Iglesias. No, le dije, ya el Consejo nos ha dado demasiado. No, no vamos a pedirles dinero. Ya vas a ver. Cuando calculamos que ya había amanecido, habló con uno de sus amigos allí y le dijo: No te llamo para que nos manden más dinero, sino para que le manden un telex a Fernando ahora mismo -no había correo electrónico entonces-. Y Xabier le dictó lo que debía decir ese telex: “Hay gran entusiasmo en Europa y en las agencias europeas para financiar la Cruzada Nacional de Alfabetización. Muy pronto les haremos llegar una gran cantidad de dinero. Saludos...” Y la firma y el sello del Consejo. Ya estuvo, me dijo. Nos acostamos y cuando llegué a mi oficina, ya estaba el telex allí. Con él fui donde el doctor Arturo Cruz y se lo enseñé: Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?, le dije Cuando vio el telex, quedó convencido: Está bien, con esa promesa de fondos ya tengo cubiertas las espaldas. Y me dio más dinero.

Después de aquel éxito me dijo Xabier: Ahora, andá a hacer que se haga verdad ese “gran entusiasmo”. Xabier le había dicho a su amigo que anunciara lo que iba a suceder, pero a mí me tocaba hacer que aquello sucediera. Entonces, con el dinero que me dieron a cuenta de los fondos que iban a llegar de Europa, envié a Europa a tres compañeros que fueron “peinando” varios países. Y recogieron mucho dinero. Afortunadamente, no quedamos en deuda con nadie. Ni nunca pasamos una necesidad extrema. Yo dejé las cuentas completamente cerradas. Ya no recuerdo cuánto nos costó la Cruzada. Y como soy malo para las cuentas, y tenía que firmar muchos cheques, le pedí al Contralor General de la República, don Emilio Baltodano, que nos prestara dos contralores para toda la Cruzada, no para hacer al final una auditoría, sino para que cualquier cheque que yo fuera a firmar, ellos me lo justificaran antes. Y así lo hicimos.

E – ¿Pero fue una Cruzada austera, nadie sacó ventaja económica de ella?
FC – Todos los gastos que hicimos fueron fundamentalmente para los brigadistas. Y nadie hizo “negocio” con la Cruzada. Es de estos tiempos el hacer “negocio personal” con proyectos del Estado. Durante la Cruzada, yo ganaba el sueldo máximo que se ganaba entonces en el Estado, 10 mil córdobas, que eran 200-300 dólares al cambio paralelo autorizado, y los donaba totalmente para la Cruzada. Los otros salarios eran similares o menores.

“SENTÍ QUE YA ME PODÍA MORIR”

E – En lo personal, ¿la Cruzada fue lo más importante que te ha tocado vivir?
FC – Yo he tenido dos momentos en mi vida en que he sentido que ya me podía morir. El primero fue el 17 de julio, cuando triunfó la revolución. Cuando yo supe por radio que ya se había ido Somoza, estaba en mi casa de seguridad, en Managua, y como no tenía cohetes, salí disparando al aire un M-16. Era tanta la alegría que sentí que ya me podía morir. Porque en todos los años en que había estado trabajando contra la dictadura somocista, nunca me imaginé que vería a Somoza irse de Nicaragua.

Y el otro momento fue el 23 de agosto de 1980, cuando concluyó la Cruzada. Aquel acto de clausura de la Cruzada fue algo inolvidable. Vinieron casi todas las escuadras alfabetizadoras de todo el país. La Plaza 19 de Julio, que era inmensa, estaba llena de jóvenes. Eran miles y miles y miles los muchachos, las muchachas y sus familias. Inolvidable. El momento culminante fue cuando me tocó a mí leer el “parte de guerra”. Le anuncié al gobierno, a la Dirección Nacional, al pueblo de Nicaragua y al mundo entero que Nicaragua era “territorio victorioso sobre el analfabetismo”. Icé después la bandera de Nicaragua con un círculo rojinegro que decía eso: habíamos ganado una gran batalla al analfabetismo. Fue un acto bellísimo. Cuando todo acabó, me quedé un buen rato en la tarima, viendo irse a todas las brigadas…Todo había terminado. Tantos momentos en que pensé que no lo íbamos a lograr... Y lo habíamos logrado. Me quedé allí solo y sentí que ya me podía morir.


Alfabetización 2005: dos iniciativas
A 25 años de la Cruzada Nacional de Alfabetización, surgieron dos iniciativas destinadas a reducir el alto nivel de analfabetismo que existe hoy en Nicaragua. Los cálculos más conservadores lo sitúan en un 20%, los más pesimistas en más del 30%, alcanzando en las zonas rurales más del 40%.
En junio, el Ministerio de Educación emitió un decreto que ordena que, para obtener el título de bachillerato, todos los estudiantes de las escuelas públicas y privadas del país deberán haber alfabetizado, por lo menos, a una persona mayor de 15 años, vecina, cercana o conocida. A partir del año 2006 deberán alfabetizar a tres personas. El Ministerio estima que unos 95 mil estudiantes de los dos últimos años de secundaria participarán anualmente en este esfuerzo y que, con éste y otros programas oficiales, el analfabetismo será erradicado del país en cuatro años. Los estudiantes han cuestionado la obligatoriedad del proyecto, los padres y madres los “peligros” que pueden correr sus hijos y algunos técnicos la improvisación en la capacitación de los alfabetizadores.
El FSLN, que gobierna en 87 alcaldías desde noviembre 2004, lanzó una campaña de alfabetización en todos esos municipios. La llevarán a cabo 80 mil estudiantes de las diferentes universidades estatales del país, captados por el FSLN para esa tarea. Después de realizar un censo en cada municipio, aplicarán el método cubano llamado “Yo sí puedo”, que ha tenido gran éxito en Haití, Venezuela y otros países, y que alfabetiza en sólo 12 semanas utilizando vídeos, además de cartillas. Aspiran a alfabetizar en un año a 300 mil personas. El Ministerio cuestiona la falta de coordinación con el proyecto oficial. También se cuestiona su sesgo partidario, especialmente porque se realiza en vísperas electorales y desde las estructuras del partido.


FERNANDO CARDENAL ES HOY DIRECTOR DE “FE Y ALEGRÍA” EN NICARAGUA.

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