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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 175 | Octubre 1996

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Nicaragua

"Acepté porque es una elección crucial"

En agosto, el FSLN nominó como próximo Canciller, si ganaba las elecciones, a un hombre excepcional: Mariano Fiallos, durante 12 años Presidente del Consejo Supremo Electoral, cargo al que renunció en febrero del 96. En víspera de las elecciones, Fiallos compartió con la revista Envío estas reflexiones, en una charla que transcribimos.

Mariano Fiallos Oyanguren

La cercanía de las elecciones hace que tanto los políticos como los ciudadanos interesados como los funcionarios electorales se pongan en una situación de tensión que va en aumento. Y los medios de comunicación, porque ése es su estilo, recogen principalmente los aspectos conflictivos del proceso, los que representan o podrían representar un desastre. En situaciones así, lo posible se presenta como probable. Y lo probable, como altamente probable. Naturalmente, es posible que fracase totalmente el proceso electoral. También pueden ocurrir otras miles de cosas desagradables. Son posibles. Pero los hombres y mujeres normales, no paranoicos, no deben trabajar con lo posible sino con lo probable. Con lo que es probable que suceda y no con lo que es posible que suceda. Porque todo es posible, hasta que mañana sea el fin del mundo, aunque no es probable que lo sea y tenemos que seguir trabajando como si no lo fuera. Lo probable es que el proceso electoral llegue a su término, las votaciones del 20 de octubre, con éxito.

* Son muchos los problemas que ha tenido que enfrentar el proceso electoral. Durante muchos meses, la Asamblea Nacional actuó en base a una serie de arreglos políticos que no tenían por fin, necesariamente, mejorar este proceso. Las reformas a la Constitución -que serían el punto de partida de muchos de los problemas que hoy enfrenta el proceso- tuvieron fines muy específicos.

* El proceso de reformas constitucionales hay que entenderlo partiendo de sus orígenes. A partir del cambio de gobierno del 90, no existió en este país una oposición propiamente dicha, ni tampoco existió la realidad oposición vs. gobierno. Lo que hubo fue oposición entre las distintas oposiciones. Y esto se fue reflejando cada vez con más fuerza al interior de la Asamblea Nacional. Cada reforma constitucional se lograba después de una compleja transacción de unos grupos con otros. Al final, el conjunto de las reformas resultó una sumatoria de los intereses, a veces contradictorios, de los distintos grupos.

* Las reformas a la Constitución tardaron mucho en ser discutidas y aprobadas y no fueron efectivas hasta el 4 de julio de 1995, causando un grave conflicto entre el Poder Legislativo y el Poder Ejecutivo. Ciertamente, en la mira de la Asamblea en su conjunto estaba el Ejecutivo, y en particular el Ministro de la Presidencia, Antonio Lacayo.

* Entender el por qué de esto requiere también el ir a los orígenes. Desde 1990 y a lo largo de los años siguientes no funcionó en Nicaragua un sistema presidencial. En realidad, lo que existió fue una especie mixta de sistema parlamentario y sistema presidencial, en el cual la Presidenta de la República jugaba el papel de Jefe de Estado - el papel que tiene el Rey en una monarquía constitucional, el papel del Rey de España o de la Reina de Inglaterra - y Antonio Lacayo jugaba el papel de Jefe de Gobierno - en España, el papel de Aznar ahora, de Felipe González antes -. Con la diferencia de que en un sistema así, quien juega el papel que tuvo Lacayo, el de Primer Ministro, el de Presidente de Gobierno, responde ante el Parlamento. Y en Nicaragua no respondía ante nadie.

* Con las reformas, el Parlamento se dirigió al Presidente del Gobierno, a Lacayo. No le podía hacer un juicio político. En el sistema parlamentario, una interpelación tan seria del Parlamento en contra del Primer Ministro obliga a su renuncia y a nuevas elecciones. Pero, como eso en Nicaragua no se podía hacer, se optó por hacer reformas constitucionales, algunas de ellas -como la de inhibirlo como candidato a la Presidencia- directamente dirigida a él.

* A esta peculiaridad política hay que añadir otra: que el grupo en el gobierno no tenía partido al que la Asamblea se dirigiera. Nunca tuvo el gobierno partido y hasta el momento no lo tiene. En etapas históricas anteriores todo era bien claro. Contra Somoza estaban los conservadores y otros más. Contra los sandinistas, estaba la UNO y otros más. Pero, ¿quién estaba contra el gobierno? En realidad estaban todos. ¿Y quien estaba en este conflicto en favor del gobierno? No podemos decir quién.

* Todo este conflicto de fondo favoreció que las reformas salieran con gran retraso y provocó que se atrasaran también las Reformas a la Ley Electoral, con grave perjuicio para el proceso electoral. Las reformas constitucionales -por buenas que hayan sido, o por acuerdo o desacuerdo que podamos tener con ellas- afectaron las elecciones, porque cambiaron las reglas del juego electoral muy poco antes de la elección. A mi juicio, esto afectó también las reformas que se hicieron a la Ley Electoral, proceso que también fue prolongado y concluyó con gran retraso.

* Un proceso electoral tiene dos grandes actores que se colocan frente a la nación, actores que hay que identificar con toda certeza. Los candidatos, que son los votados. Y los ciudadanos, que son los votantes. Ambos procesos, la identificación de votados y de votantes, se fueron retrasando. Hace apenas dos meses, algunos candidatos dejaron de serlo, a pesar de que ya estaban inscritos. Y no ocurrió esto sólo con los candidatos a la Presidencia. También con los candidatos a Alcalde. Aun pasando por encima de la disposición constitucional, hubo que prorrogar el plazo para que renunciaran al cargo de alcalde quienes se postulaban para ser elegidos.

* Ha habido muchos retrasos. Le terminó de poner sal al asunto el que la Ley Electoral reformada saliera publicada en la Gaceta el 22 de enero, pero con fecha del 9 de enero, sin que se sepa aún por qué razón o misterio estuvo retenida todos esos días en manos del Ministerio de la Presidencia.

* El otro proceso, el de la identificación de los votantes, ha enfrentado también serios obstáculos. Es necesario saber quiénes tienen derecho a votar y es necesario hacer con ellos una lista: esto es confeccionar el padrón electoral. Después, es necesario dividir a esos ciudadanos en juntas receptoras de votos. El primer obstáculo con que tropezamos aquí era extremadamente grave. Porque el censo de 1995 fue diminuto, se quedó corto. Dijo que habíamos 4 millones 300 mil nicaragüenses, en números redondos. Pero en la realidad somos muchos más. ¿Cuáles hayan sido los motivos para esta diferencia de cifras? No lo sabemos.

* Cálculos anteriores -los de la propia Oficina del Censo- hablaban de 4 millones 500 y pico mil habitantes. Y ésa es la cantidad que la gente del Consejo Supremo Electoral (CSE) o la gente del Ministerio de Salud se han encontrado realmente en el terreno.

* La Asamblea Nacional estableció que cada 400 votantes había que crear una Junta Receptora de Votos. Y todavía en las mismas vísperas de las elecciones ha habido que estar organizando nuevas Juntas. Cada una de ellas significa tres propietarios y tres suplentes y con las reformas a la ley electoral, esto significa que a estas personas ya no las nombra directamente el CSE, sino que tiene que pedir listas a los partidos políticos para elegir de esas listas. Esta decisión -tomada por la Asamblea, y reflejada en las reformas a la Ley Electoral, que también aumentaron de 9 a 17 los Consejos Electorales Departamentales -lo que obligó al CSE a nombrar a 102 funcionarios nuevos a partir de las listas presentadas por los partidos políticos- ocasionó otro grave problema. Todo esto ocurría en abril. A la par, corría el proceso de cedulación, que ya venía muy atrasado.

* Estando tan cercanas las elecciones, y siendo tantos los obstáculos, para poder enfrentarlos el CSE decidió acertadamente mantener en activo a muchos de sus funcionarios, que son técnicos con gran experiencia en estos asuntos, para que trabajaran a la par de quienes llegaron a integrar las nuevas estructuras, sin ninguna experiencia en técnica electoral. Sólo así ha podido caminar el proceso de cedulación, que es una tarea muy compleja y estrictamente técnica.

* La situación que ha tenido que enfrentar el Consejo Supremo Electoral ha sido verdaderamente difícil. Y creo -y lo digo de todo corazón-, que ha hecho una labor extraordinaria. Y que sabrá concluirla. Y no sólo el Consejo como órgano colegiado -los cinco magistrados y sus cinco suplentes- sino el Consejo como órgano ejecutivo, en el que existe una gran cantidad de técnicos, que se logró mantener en activo para garantizar estas elecciones. Aunque la intención primera de un sector de la Asamblea era barrer con todos y cada uno de esos técnicos, porque estaban "contaminados de sandinismo". Así lo expresaron, y así lo escuché, porque yo estuve presente, como un diputado más, el diputado número 93, en todas las discusiones que hubo en la Asamblea sobre las reformas a la Ley Electoral.

* Creo sinceramente que, a pesar de tantas dificultades -que en su momento se advirtieron y previeron y que finalmente se cumplieron-, la elección del 20 de octubre va a resultar exitosa. La cercanía de las elecciones ha ido aclarando cada vez más el campo político. Un campo, que hace sólo unos meses aparecía extremadamente complejo, aparece ya totalmente despejado.

* Se han despejado las opciones políticas. En Nicaragua, desde 1923, cuando se aprobó la llamada Ley Dodd -una ley electoral que pusieron en ejecución en 1928 las fuerzas de infantería de marina de los Estados Unidos, con el General McCoy de Presidente del Consejo Supremo Electoral, 14 Coroneles norteamericanos a cargo de los consejos departamentales y un número mayor de Sargentos a cargo de las mesas electorales-, hasta 1978 jamás participó en una elección ningún partido que no fuera el Liberal o el Conservador. O una fracción del uno y una fracción del otro, pero jamás compitió ningún otro partido.

* A partir de 1979, hubo una reacción pendular. En las elecciones de 1984 participaron 10 partidos. En 1990 fueron 21 partidos. En 1994, en las elecciones de la Costa, ya había unos 26. Y ahora, en 1996, 35. Al final quedaron vigentes 33 y después de hechas las alianzas, quedaron finalmente 24 candidatos a la Presidencia.

* En la medida en que empezaron a realizarse, una tras otra, las encuestas, comenzó a despejarse más y más el campo. Las encuestas tienen un grado de credibilidad relativamente bajo en un país como el nuestro. Y no porque tras cada encuestado se esconda un güegüense. Eso me parece más un recurso literario que un elemento de análisis. Sino por la sencilla razón de que no existen datos del censo. La escogencia de una buena muestra se basa en la existencia de datos correctos y exactos del censo: dónde vive la gente, quiénes viven, cuántos viven... Nuestras encuestas, por bien hechas que estén, sufren de ese problema: la falta de datos del censo. Pero la probabilidad de error que esto provoca disminuye a medida en que la diferencia entre las dos realidades que se quieren predecir se alejan. Si queremos predecir dos resultados que están en 50% el uno y en 50% el otro, la probabilidad de acertar es muy baja. Pero si el contraste es entre 90% frente a 10%, la probabilidad de error es muchísimo menor. Si intentamos medir la intención de voto entre liberales y sandinistas hay mayor probabilidad de no acertar, que si lo que intentamos medir es la distancia entre estos dos candidatos y los de los restantes 22 partidos. En este caso el margen de error es mínimo: debe andar alrededor de un 4-5%.

* El tiempo y las encuestas han ido dejando clarísimo, sin margen de error, que los 22 partidos que no son la Alianza Liberal y el FSLN no tienen ninguna probabilidad de ganar la Presidencia. Y en un país de cultura política presidencialista, la Presidencia es importante. Salvo que suceda algo totalmente inesperado, no hay más que dos alternativas: Alianza Liberal y Frente Sandinista.

* Hasta el final se trató de formar alianzas que despolarizaran la situación. Pero no se pudo. En las actuales circunstancias, el centro como entidad, en números significativos, en números suficientes, no existe para los votantes. Desafortunadamente -para otros será afortunadamente-, no hay en Nicaragua un centro con representación significativa. Nuestros votantes se han ido polarizando y la intención de voto por ese teórico "centro" ha venido bajando. Sin olvidar que los 22 candidatos que no son Arnoldo o Daniel no representan un centro ni político ni ideológico, porque entre ellos los hay de todas las tendencias.

* Realmente, sólo han quedado dos alternativas. El ciudadano nicaragüense se enfrenta a dos programas, a dos personas, a dos grupos. Mira a un lado y se encuentra con la Alianza Liberal, que -para ponerlo en términos literarios- amenaza con infierno, azufre y fuego. Mira al otro lado y se encuentra con el Frente Sandinista, que habla de un gobierno de todos y que da señales en ese sentido.

* ¿Qué señales da el Frente Sandinista? Dice oficialmente que no va a nombrar Ministro de Defensa al General Humberto Ortega, que no va a nombrar Ministro del Interior a Tomás Borge, que no va a nombrar Ministro de Reforma Agraria a Jaime Wheelock. Pone como candidato a Vicepresidente a un productor que no es sandinista y que fue expropiado. Afirma que va a consultar con el Cardenal Obando y con el CEPAD y con otras organizaciones el nombramiento de algunos ministros.

* Por cierto, yo estuve presente -como nominado ya al cargo de Canciller- en la reunión con el Cardenal Obando y con los dirigentes del CEPAD. Algunos han dicho que el Comandante Ortega le dijo al Cardenal que nombraría como Ministros a quienes el Cardenal dijera. Eso no es cierto. Lo que le dijo Daniel al Cardenal fue: Para ciertos Ministerios -como el del doctor Fiallos- no consulté con nadie, pero hay otros Ministerios para los que creo que debo consultar, uno de ellos es Educación; y voy a consultar con las Iglesias y con otros organismos. No mencionó cuáles. Dos días después estuvimos en una reunión similar con el CEPAD y con varias asociaciones de Iglesias evangélicas y con líderes evangélicos. Y a ellos les dijo lo mismo. Se trata de una consulta y no de poner en manos de nadie estos nombramientos.

* Hay más señales. Está la alianza firmada con una representación de más de 4 mil ex-combatientes de la Contra, como pieza de una política de reconciliación. Una política de reconciliación con los amigos es fácil, pero es con los enemigos con los que uno se tiene que reconciliar. Y los ex-contras son la gente que ha sufrido más profundamente por la guerra, en ellos mismos y en sus familias. La única manera de que no retorne esta guerra es reconciliarnos. A mí me parece que esta alianza, que también ha sido criticada -entre otras cosas por la presencia en ella del Comandante "Mack"- fue una decisión acertada porque va en pro de la paz y de la reconciliación.

* ¿Qué puede hacer un ciudadano ante lo que ve en la campaña? ¿Le cree a la Alianza Liberal? ¿Cree sus amenazas, cree que va a ajustar cuentas, como dice? Hay votantes a los que les gusta eso: ¡bien duro! ¡acabar con el sandinismo! Y de hecho, en las primeras encuestas, Alemán bajaba cuando dejaba de hablar así, duro. Pero las simpatías que logra con esto tienen un tope. Hay otros votantes que no le creen las amenazas y dicen: No, eso es pura retórica electoral, yo conozco a Arnoldo... Y deciden votar por él. Y hay otros que le creen lo que dice, se asustan y no votarán por él.

* También en el caso de Daniel, más allá del voto fijo que tiene el FSLN, la cuestión es de credibilidad. ¿Le creemos? ¿Creemos que todas estas señales que estamos viendo anuncian un gobierno de todos? Como ciudadano nicaragüense yo me vi ante estas dos opciones y decidí creer al FSLN.

* Hay quien dice que una victoria de Daniel alejaría la inversión extranjera y que sería lo contrario con una victoria de Alemán. Igualmente, se dice que el capital nacional huiría del país con la victoria del FSLN y con Alemán no, que con él incluso regresarían al país muchos capitales nacionales. Lo de la entrada de capitales en Nicaragua fue un argumento que se manejó muchísimo en la campaña electoral de 1990. Pero la verdad es que después de la victoria de la UNO ni los capitales nicaragüenses regresaron ni los capitales extranjeros vinieron en la cantidad esperada ni mucho menos. Los nicas que vinieron de fuera regresaron a recuperar sus propiedades, a ver cómo las vendían y a conseguir indemnizaciones, para después regresarse a donde estaban viviendo.

* Tampoco vino la ayuda masiva de los Estados Unidos que se esperaba. Y la demanda que tenía planteada Nicaragua en la Corte Internacional de La Haya, por 17 mil millones de dólares, no se negoció. A esas alturas, la Corte ya había dictado sentencia: los Estados Unidos tienen que indemnizar a Nicaragua. Y había dicho: negocien entre ambos cuánto debe ser el monto de esa indemnización, les doy seis meses y si dentro de esos seis meses, no han negociado, la Corte misma, con un procedimiento especial, fijaría ese monto. Nicaragua abandonó la demanda en aras de expresar buena voluntad a Estados Unidos, que a cambio ayudó mucho, pero nunca en proporción a la cantidad que hubiera representado esa indemnización.

* Me parece que la tendencia actual del capital nicaragüense que está en Nicaragua es a desconfiar tanto de Arnoldo como de Daniel. Han querido promover a otros candidatos de otros partidos que sí les inspiran confianza y se han esforzado en fraguar ese "centro" mítico que nunca apareció. La actitud que prevalece entre ellos es la desconfianza. Pero en estos últimos momentos, hay muchos capitales nacionales que se la están pensando con un gobierno de Alianza Liberal, aunque tampoco tengan confianza en el gobierno de todos.

* Hay muchas desconfianzas. Pero debemos elegir. ¿Votamos o no votamos? ¿Y por cuál de las dos alternativas lo hacemos? Yo tomé la decisión y aquí me tienen. Sería el Canciller de Nicaragua si el gobierno de todos gana las elecciones.

* En ese gobierno de todos y frente a los Estados Unidos, el Frente Sandinista plantea una política de no confrontación. Eso significa una política de no crear problemas que no existen actualmente, de tratar de resolver los que existen y de no confrontar. Esa será la política a partir del próximo 10 de enero. Falta por saber cuál será la política de los Estados Unidos hacia Nicaragua. También en Estados Unidos hay elecciones. Si Clinton gana las elecciones y los demócratas recuperan la mayoría en ambas Cámaras, eso significa para Nicaragua si no una excelente noticia, sí una buena noticia, ya que en los últimos años nos ha ido peor con los gobiernos republicanos.

* Con mi nombramiento, la idea fue enviar una señal que mostrara al gobierno de Estados Unidos que vamos a evitar confrontaciones y contradicciones. Después de conversar extensamente con Daniel sobre esto, llegamos a la conclusión de que era importante enviar un mensaje en este sentido a los Estados Unidos. Y Daniel dijo que yo era la persona apropiada como señal. Y acepté. En el ajedrez político en el que estamos, una semana después, Arnoldo nombró para ese cargo de Canciller al doctor Emilio Alvarez Montalván, una persona muy apreciable. A un gambito que hizo Daniel, Arnoldo respondió con otro gambito. Espero que el nuestro haya sido una señal más fuerte.

* La prioridad de la política exterior del gobierno de todos será el evitar la confrontación, el respeto al derecho internacional, el uso del diálogo para la solución de cualquier problema que se presente, el estrechar relaciones con todos los países del mundo, el examinar pragmáticamente los problemas actualmente existentes para darles una solución y el no proceder ex-abrupto en ningún caso, para evitar cualquier choque o confrontación. Esa es la línea fundamental de lo que sería nuestra política exterior.

* Con respecto a ciertos países -Irak, Libia-, con los que Nicaragua tiene actualmente relaciones diplomáticas, la política será no romper esas relaciones, pero tampoco hacer nada que pueda interpretarse como una provocación para los Estados Unidos. En este caso y en otros -como el de las dos Chinas, la continental y la insular-, la política tendrá que ser pragmática. Sería absurdo pedirle al gobierno de todos que rompa relaciones con Libia o Irak, siendo así que el gobierno de doña Violeta ha mantenido relaciones diplomáticas con estos países. En el caso de Cuba, Nicaragua conserva sus relaciones, pero es evidente que este gobierno las ha enfriado. El gobierno de todos estrechará con Cuba las relaciones de tipo cultural, de tipo social y de todo tipo, pero nunca -ésa es la intención- las de tipo militar o de seguridad.

* A partir del 10 de enero de 1997 el nuevo gobierno de Nicaragua se enfrentará a grandísimos problemas, que no han sido resueltos, sino que se han agravado en estos años. La capacidad de maniobra del nuevo gobierno va a ser muy pequeña. La deuda externa; un presupuesto ya aprobado por este gobierno -más exactamente, presentado por don Emilio Pereira a esta Asamblea-; el Fondo Monetario y las instituciones financieras internacionales, que ya nos han impuesto una serie de compromisos; la globalización -que es una realidad- y que hace muy difícil actuar independientemente, y que en nuestro caso nos orienta hacia los Estados Unidos...

* ¿Qué va a pasar si gana la Alianza Liberal y pone en práctica su programa? A mi juicio, eso le traería al país un alto grado de intranquilidad, de desestabilización. Y todo lo que ha hecho el gobierno actual -principalmente la Presidenta-, en lo que se refiere a reconciliación, se perdería. Todo eso va a desaparecer con un Presidente, que ahora sí sería a la vez Jefe de Estado y Jefe de Gobierno y que tiene un programa de ataque. Y un programa de ataque en el que se van dirigentes sandinistas, pero también se va una gran parte de la población que recibió beneficios de la revolución. Es fácil decir en la campaña electoral: vamos a respetar esos beneficios. Pero, ni este gobierno los ha respetado.

* Y eso viene. El "cambio" que anuncia Arnoldo va a significarle al país un tercer recambio. ¿Otro más? Cuántos problemas no hemos tenido en los últimos 25 años... El terremoto, la corrupción que se generó después del terremoto con todas las donaciones que llegaron; la insurrección popular que fue destructora -toda guerra lo es-; la revolución, que fue un recambio a un nuevo sistema con nuevos gerentes y dirigentes en todos los campos; en 1990 un recambio al revés, más la corrupción que significó la piñata sandinista y la corrupción de la piñata del gobierno actual, que no se llama piñata porque se llama privatización... Ahora, ¿otro recambio más? ¿Un retorno a los años 70? Creo que sería desastroso.

* Frente a esta alternativa está la que nos presenta el Frente Sandinista con un gobierno de todos, que ofrece reconciliación, paz, no sorpresas, no confrontación. Ante esta disyuntiva crucial, algunos de nosotros sentimos un deber ciudadano: ¿Qué voy a hacer? ¿Voy a quedarme ahora callado, no voy a hacer nada y voy a empezar a llorar a partir del 10 de enero? ¿O mejor veo qué hago para que no ocurra lo que a mí me parece que no debe de ocurrir? Esas fueron las reflexiones que me hice.

* Me parecía -y eso lo empecé a decir desde julio y en muchas reuniones- que había que ver cómo se evitaba un desastre. Cómo se evitaba que tuviéramos el año próximo al candidato de la Alianza Liberal en el poder. Y cómo procurábamos tener en el poder a un gobierno de todos.

* ¿Qué riesgo corremos? Yo creo que en la vida corremos riesgos en todo. Si alguno me pregunta: y usted, ¿me da la garantía de que el FSLN es completamente sincero? le respondo que yo he decidido actuando bajo fe. Pero hay que acordarse que la fe mueve montañas. Y ya en el plano político, hay que recordar que si uno quiere influir sobre los hechos debe participar en ellos. Si uno quiere cambiar los fines debe participar en los actos que conducen a esos fines. Ese es mi punto de vista. Y creo que hoy, y ante las dos alternativas que se le presentan a Nicaragua, son muchos los ciudadanos nicaragüenses que comparten este mismo punto de vista. Y que, en esta hora crucial, decidirán de idéntica manera.

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