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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 270 | Septiembre 2004

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México

Caracoles y Juntas de Buen Gobierno ¡Feliz cumpleaños!

“Si el mal gobierno no nos hace caso, ahí que se quede con su pendejada”. Así se expresó la Comandanta Rosalinda el 9 agosto de 2003, al iniciarse la experiencia de los Caracoles y las Juntas de Buen Gobierno en tierras chiapanecas y zapatistas. Un año después, en su primer cumpleaños, el mundo sí les ha hecho caso. “Las sociedades civiles de México y del mundo -dice el Subcomandante Marcos- han trabajado por, para y con nosotros”.

Ximena Antillón

El Primero de Enero de 2004 se celebró en Chiapas y alrededor del mundo el décimo aniversario del levantamiento zapatista y los 20 años de la fundación del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Este movimiento armado, caracterizado desde su aparición pública por la búsqueda del diálogo con la sociedad civil mexicana e internacional, por la búsqueda de una salida política al conflicto -cuyo momento cúspide fueron los diálogos de San Andrés Sakamch’en de los Pobres- y por su negativa a buscar el poder político -al menos como lo conocemos, en el sistema de democracia representativa- tuvo mucho que celebrar.

Tras la primera Declaración de la Selva Lacandona, con sus demandas -trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, democracia, libertad, justicia y paz-, los zapatistas han enarbolado la autonomía como el marco político para ser y desarrollarse como una cultura diferente a la occidental y, desde el respeto a su especificidad cultural como pueblos indígenas, alcanzar estas demandas.

LA “LEY” Y LOS ZOPILOTES

En febrero de 1996 se firmaron los Acuerdos de San Andrés sobre Derechos y Cultura Indígena, como resultado del proceso de diálogo entre el gobierno y el EZLN, al que fueron invitados por los zapatistas pueblos indígenas de todo México. Estos acuerdos fueron traducidos a iniciativa de ley por la COCOPA -Comisión de Concordia y Pacificación, formada por legisladores representantes de los partidos políticos-, pero el gobierno mexicano incumplió su compromiso de elevar a rango constitucional los derechos colectivos de los pueblos indígenas plasmados en la iniciativa de ley. En su lugar, fue aprobada en el año 2001, una “ley indígena”, medida propagandística ante la marcha de la comandancia del EZLN a la capital de México. Esta ley, llena de ambigüedades, desconoce a los pueblos indígenas como sujetos de derecho y niega a las comunidades indígenas el derecho a ejercer control sobre su territorio y recursos naturales, como si el autogobierno que les concede pudieran practicarlo en el aire. ¿Cómo explicarlo? Sobre territorio chiapaneco sobrevuelan como zopilotes las empresas transnacionales, en busca de recursos estratégicos que las comunidades indígenas han preservado hasta ahora. Entre ellos, el agua y la biodiversidad.

Las comunidades indígenas zapatistas han buscado que sus derechos colectivos se plasmen en la Constitución Mexicana. Pero no se han quedado esperando el reconocimiento oficial para ejercerlos. Desde hace unos ocho años se vienen construyendo y consolidando los Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas, cada uno con un Consejo Autónomo conformado por autoridades elegidas en asamblea por cada comunidad del municipio, y en muchos casos con el apoyo de la sociedad civil, que se encarga de promover salud, educación, vivienda, alimentación, cultura, información -medios de comunicación autónomos-, y de la administración de justicia. Lo original es que todo esto se hace en “resistencia”. Y esto significa: sin aceptar recursos del gobierno.

LA AUTONOMÍA Y LOS CARACOLES

A fines de julio del 2003 el Ejército Zapatista de Liberación Nacional anunció cambios en su estructura organizativa: canceló los cinco Aguascalientes que durante nueve años funcionaron como centros políticos y culturales, así llamados en honor a la Convención de Aguscalientes de 1914, en la que se reunieron las principales facciones revolucionarias, zapatistas, villistas y carrancistas, para discutir quién y cómo gobernaría México.

Los Aguascalientes murieron y nacieron los Caracoles, nueva estructura de gobierno y organización Caracoles: retoman este símbolo del imaginario colectivo maya. Representan una doble ventana. Por ella, los zapatistas se asoman al exterior, al proceso de resistencia a la actual globalización, del que forman parte. Y por esa misma ventana, miran hacia adentro, hacia las comunidades bases de apoyo zapatistas, para encontrar formas de organizarse y de tomar decisiones.

Al mismo tiempo que el EZLN anunciaba el nacimiento de estos nuevos puntos de convergencia, hizo públicas también las Juntas de Buen Gobierno, instancias de coordinación de los municipios autónomos en cada zona, cuyas instalaciones se encuentran en los Caracoles, junto con otras instalaciones administrativas autónomas, oficinas de cooperativas productivas, clínicas, escuelas.

Este nuevo nivel en la organización autónoma de las comunidades indígenas no culmina la demanda de independencia de los pueblos indígenas de México, como han querido manipular los sectores políticos que ven en el reconocimiento de los derechos indígenas una amenaza a sus intereses. Es sólo el ejercicio de la autonomía en el marco del Estado. “Para nosotros la autonomía no es fragmentación del país o separatismo, sino el ejercicio del derecho a gobernar y gobernarnos, según establece el artículo 39 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos”, en palabras del Subcomandante Marcos de julio 2003.

LAS JUNTAS Y LA DEMOCRACIA

Las Juntas de Buen Gobierno -así llamadas, en palabras de Marcos, “no porque ya sean buenas, sino para diferenciarlas claramente del mal gobierno”- tienen su sede en cada uno de los cinco Caracoles. Existe una Junta para cada una de las zonas rebeldes y están formadas por uno o dos delegados de cada uno de los Consejos Autónomos de la zona. Estos delegados tienen un cargo rotativo y se turnan por períodos de una semana.

Las Juntas son un paso más en la construcción del autogobierno, el nivel más alto -hasta ahora- de organización autónoma. Reúnen alrededor de 30 municipios autónomos zapatistas. También significan la autonomía de las autoridades civiles, bases de apoyo zapatistas, de la estructura militar del EZLN, reconociendo Marcos que “la estructura militar del EZLN ‘contaminaba’ de alguna forma una tradición de democracia y autogobierno. El EZLN era, por así decirlo, uno de los elementos ‘antidemocráticos’ en una relación de democracia directa comunitaria”.

LAS TAREAS Y LOS DESAFÍOS

En un comunicado difundido el 29 de julio de 2003, Marcos señala los propósitos de estas Juntas: contrarrestar el desequilibrio en el desarrollo de los municipios autónomos y de las comunidades y mediar en los conflictos que pudieran presentarse entre municipios autónomos y entre municipios autónomos y municipios gubernamentales. Y reconoce que, de momento, el sistema normativo autónomo basado en los usos y costumbres de las comunidades indígenas debe convivir con el sistema normativo occidental.

Otro reconocimiento importante es que las autoridades autónomas pueden incurrir en violaciones a los derechos humanos, por lo que las Juntas también atenderán las denuncias contra los Consejos Autónomos por violaciones a los derechos humanos, las protestas y las inconformidades.

Otras tareas serán vigilar y promover la realización de proyectos y tareas comunitarias en los Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas; vigilar el cumplimiento de las leyes que, de común acuerdo con las comunidades, funcionen en los Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas; y atender y guiar a la sociedad civil nacional e internacional para visitar las comunidades, llevar adelante proyectos productivos, instalar campamentos de paz, realizar investigaciones y cualquier actividad permitida en las comunidades rebeldes. Existen disposiciones para que las Juntas equilibren el desarrollo económico de las comunidades zapatistas y para controlar los proyectos que en ellas se realicen.

EL ESTRENO Y LA PACIENCIA

Era octubre del 2003. Y en la pared de la oficina del Comité de Vigilancia de La Garrucha, Caracol Resistencia hacia un nuevo amanecer, podía leerse: “Compañeros y compañeras, favor de no escupir, que la oficina ya tiene piso”. Una pequeña muestra de grandes avances.

El primer paso para acercarse a una Junta de Buen Gobierno es hablar con el Comité de Vigilancia, integrado por hombres y mujeres, autoridades autónomas que recogen las identificaciones de los visitantes, y escuchan pacientemente el asunto que quieren tratar con la Junta. Pacientemente, porque deben escuchar a cualquier cantidad de personas con cualquier tipo de ideas cualquier día de la semana. Después, el Comité gira instrucciones prácticas a los recién llegados hasta que son recibidos por la Junta.

Las Juntas van dando cauce a las peticiones y propuestas que llegan desde la sociedad civil local, nacional e internacional. La Junta debe evaluar cada planteamiento y suele indicar que se regrese más tarde. Y como los turnos son rotativos, puede suceder que, al regresar, las autoridades en turno no estén informadas del asunto en cuestión, lo que a veces retrasa los trámites y pone a prueba la paciencia de la gente que llega. Gajes del oficio de ejercer el autogobierno en un territorio tan amplio y de llevar a un nivel de mayor complejidad la idea zapatista del “mandar obedeciendo”.

LA SALUD Y LA EDUCACIÓN

En su primer año de funcionamiento, las Juntas han enfrentado otro tipo de dificultades. Tienen que ver con que ejercen la autonomía en un contexto de guerra y de hostigamiento gubernamental. Han emitido una serie de denuncias por violaciones a los derechos humanos cometidas en contra de personas o comunidades bases de apoyo del EZLN bajo su jurisdicción.

El caso más importante fue el de las comunidades de Jechvó y Elambó Alto y Bajo, en el municipio de Zinacantán, en los Altos de Chiapas. Decenas de familias zapatistas fueron privadas de agua potable durante meses por militantes del Partido de la Revolución Democrática y esta situación culminó en abril 2004 con el ataque con piedras, palos y armas de fuego en contra de una marcha de zapatistas de la zona en apoyo al reclamo de estas comunidades y en conmemoración del aniversario de Emiliano Zapata. Hubo unos treinta heridos, dos de gravedad.

Entre los logros más evidentes de la organización autónoma está el garantizar atención en salud de calidad y sin discriminación a la población indígena, zapatista o no, que acude a las clínicas. Asimismo ha habido importantes avances en la educación bicultural. Unos días antes de la celebración del primer aniversario de las Juntas se celebró, con un baile de tres días en la remota comunidad de La Culebra, en el Municipio Autónomo Ricardo Flores Magón, la inauguración de una escuela autónoma, producto de la cooperación greco-tseltal. Los tseltales son uno de los principales grupos étnicos de Chiapas.

Ante el descrédito y la corrupción de las instancias oficiales de administración de justicia, que ignoran los usos y costumbres indígenas en la resolución de conflictos, decenas de personas, zapatistas o no, han acudido a las Juntas de Buen Gobierno con una amplia gama de problemas por resolver. Y los han resuelto.

LA RADIO Y LAS MUJERES

Los medios de comunicación autónomos ya funcionan y en todo el territorio chiapaneco se escucha la Radio Insurgente, “la escurridiza del dial”. Existen también diferentes proyectos de comunicación comunitaria, con la participación de las comunidades indígenas y con promotoras y promotores capacitados en cada una de las áreas.

Los derechos de las mujeres son “obligatoriamente obligatorios”, han dicho y han repetido en diferentes ocasiones dirigentes masculinos y dirigentas femeninas zapatistas. Y aunque la zapatista Ley Revolucionaria de Mujeres está aún lejos de cumplirse a cabalidad, se perciben los esfuerzos por promoverla y garantizar su cumplimiento.

En la Radio Insurgente se escucha una voz femenina: “Hermano, no tienes derecho a controlar los movimientos de tu mujer o a limitarla… Necesitamos un mundo con mujeres con cargos y responsabilidades. Un mundo donde sólo los hombres toman decisiones no es un mundo justo”, Y a continuación se escucha una “seña” -como se le llama aquí a los “sociodramas”- sobre el derecho de las mujeres a organizarse y a participar en cooperativas. Al final, remata la misma voz de mujer: “Si todavía no sabes cómo hacerlo, ahí vas a aprender poco a poco”.

EL BAILE Y LA FIESTA

El 9 de agosto, mientras en la residencia oficial de Los Pinos el presidente Vicente Fox celebraba el Día Mundial de las Poblaciones Indígenas con un patético parafraseado “¡Nunca más un México sin los pueblos indígenas!” -la frase original, acuñada por el EZLN y retomada por el Congreso Nacional Indígena reza “Nunca más un México sin nosotros”-, a miles de kilómetros de la prefabricada celebración con sus acartonados indígenas oficiales, en el sureste mexicano, miles de bases de apoyo zapatistas bailaban bajo la lluvia y entre el lodo celebrando el primer aniversario de su Buen Gobierno, en los cinco Caracoles que caminan a paso lento por la autonomía en Chiapas.

En el Caracol Resistencia y rebeldía por la humanidad de Oventic, a pesar de la lluvia y los intermitentes cortes de energía eléctrica la fiesta fue muy alegre y al amanecer no faltó la marimba tocando “Las mañanitas” afuera de la oficina de la Junta.

La fiesta de los Caracoles en Oventic fue transmitida en FM y onda corta por Radio Insurgente y a través de Internet por el Centro de Medios Independientes de Chiapas. Las bases de apoyo zapatistas no se inmutaron ante este prodigio tecnológico, y para sorpresa de quienes los visitábamos, que esperábamos un solemne “informe de gobierno”, no hubo más que fiesta.

Nadie se preocupaba por darnos entrevistas para presumir ante micrófonos y cámaras por los logros de este primer año de autonomía: la clínica autónoma remodelada y ampliada, la Escuela Secundaria Rebelde Autónoma Zapatista, las oficinas de las cooperativas de café, las oficinas de las cooperativas de artesanas, ¡y hasta un cibercafé! Sólo festejaban. Como si con su indiferencia nos dijeran: “Acostúmbrese, está usted en territorio autónomo. Aquí el pueblo manda y el gobierno obedece”.

LAS PALABRAS Y LA ALEGRÍA

Esta misma actitud se vio también en el contenido y brevedad de los discursos de las autoridades de varios municipios autónomos y de la Junta de Buen Gobierno Corazón céntrico de los zapatistas delante del mundo durante la ceremonia oficial, en la que fue notoria la ausencia de los mandos militares del EZLN.

Después de saludar a una larga lista de cargos autónomos, desde bases de apoyo zapatistas, autoridades municipales autónomas, responsables locales, regionales, insurgentes, milicianos, autoridades educativas, autoridades culturales y religiosas, hasta la sociedad civil nacional e internacional, la Junta de Buen Gobierno inició así su mensaje: “Hoy 9 de agosto de 2004 estamos reunidos para celebrar el primer aniversario de la formación de las Juntas de Buen Gobierno y de los Caracoles que ahora existen en las diferentes zonas del estado de Chiapas y de México”.

“Por eso, la Junta de Buen Gobierno Corazón céntrico de los zapatistas delante del mundo, al cumplir hoy un año de su humilde servicio con el fin de gobernar a los pueblos zapatistas y no zapatistas que habitan en el territorio del Caracol Resistencia y Rebeldía por la humanidad quiere compartir con ustedes su alegría pero también su preocupación por la situación de los pueblos en resistencia”.

Y continuaron: “Esto es una muestra de que los pueblos y municipios autónomos pueden gobernarse solos como pueblos. Por eso, este aniversario no lo podemos olvidar, sino que los pueblos deben celebrar cada año. Queremos decirle a todos los pueblos zapatistas que no tengamos miedo de seguir construyendo nuestra autonomía. Los pueblos indígenas deben organizarse y gobernarse solos de acuerdo a su forma de pensar, de entender, y de acuerdo a sus intereses como pueblos, tomando en cuenta sus culturas y sus costumbres, y todo esto es un derecho que todos debemos tener”.

LAS LUCHAS Y EL SERVICIO

Después, más que un balance, hicieron un reconocimiento a la resistencia de los pueblos bases de apoyo zapatistas: “Compañeros y compañeras: conocemos bien nuestra situación y el sufrimiento en que nos encontramos como pueblos zapatistas, porque estamos luchando en la forma de resistencia y de rebeldía, porque tenemos que aguantar todos los golpes de los malos gobernantes de nuestro país, que han traído a nuestros pueblos más hambre y miseria, más enfermedades y muerte para nuestros niños, más inseguridad y miedo para nuestros pueblos con los miles de soldados federales, policías, paramilitares y judiciales que siguen amenazando y persiguiendo a los pueblos que luchan por defender sus derechos”.

“Los integrantes de la Junta de Buen Gobierno trataremos de seguir cumpliendo nuestro deber al servicio de nuestros pueblos, pero también ustedes deben seguir organizándose para avanzar juntos para la construcción de nuestra autonomía”.

Finalmente, agradecieron el acompañamiento de la sociedad civil nacional e internacional y nos invitaron a organizarnos en nuestros estados y países “para que luchemos todos juntos”. Y terminaron con un formal “Es toda nuestra palabra. Atentamente, la Junta de Buen Gobierno”.

LOS DOS ERRORES Y “EL TERCER HOMBRO”

Al valorar, en una serie de comunicados, el primer año de funcionamiento de las Juntas de Buen Gobierno, el subcomandante Marcos reconoció que eran “islas de resistencia” e identificó dos fallos que aún se perciben y que contradicen los principios del EZLN. Uno, el lugar de las mujeres, ya que el respeto a sus derechos sigue siendo, en muchos casos, una declaración en el papel. Y otro, la injerencia de la estructura político-militar zapatista en las Juntas.

Se refirió al carácter rotativo de las autoridades de las Juntas como “un error a propósito”, explicando así el objetivo que tuvieron al decidir cometer este error: “Se trata de que la tarea de gobierno no sea exclusiva de un grupo, que no haya gobernantes “profesionales”, que el aprendizaje sea para los más posibles y que se deseche la idea de que el gobierno sólo puede ser desempeñado por “gente especial”... Este método dificulta la realización de algunos proyectos, pero a cambio tenemos una escuela de gobierno que, a la larga, dará frutos en una nueva forma de hacer política”.

Al referirse al apoyo de la sociedad civil internacional, informó que en el primer año de gobierno autónomo de las Juntas llegaron hasta ellas personas y organizaciones de más de 43 países, con proyectos productivos y donaciones. Llamó a esta solidaridad “el tercer hombro”, y dijo que en el primer año las Juntas administraron 1 millón 100 mil dólares aproximadamente.

LAS MÚLTIPLES TAREAS DEL PRIMER AÑO

En uno de sus comunicados, Marcos resume las múltiples tareas desarrolladas por las cinco Juntas de Buen Gobierno en este primer año: recibir visitantes de la sociedad civil nacional e internacional, investigar presuntas siembras de marihuana, investigar sobre presuntos robos, actividades de los promotores de educación, seguimiento de proyectos productivos, canalización de casos a organizaciones de derechos humanos, charlas sobre cómo se ejercita el principio de “mandar obedeciendo” mediación en disputas agrarias, en conflictos entre zapatistas y organizaciones sociales y entre particulares y funcionarios públicos.

Llama la atención cómo relata la mediación efectuada por la Junta de La Garrucha tras la detención de un taxi por agentes de vialidad del municipio de Ocosingo: “La JBG envió otro oficio al coordinador y al delegado de gobierno del Estado para que liberara inmediatamente al taxista. Porque si no respetan el trabajo honrado, entonces la gente se va a hacer delincuente o político. O la gente pobre se juntará y se levantará en armas como los zapatistas el primer día de enero de 94. Y entonces, que respeten su trabajo de taxista”.

LA EXPERIENCIA Y LA ESPERANZA

Así, sin aspavientos, los zapatistas y las zapatistas celebraron el primer aniversario de las Juntas de Buen Gobierno, una experiencia de resistencia y de construcción de alternativas entre tantas otras que conforman la resistencia de la humanidad al reinado de las empresas transnacionales. Se trata de una respuesta local ante la pérdida de soberanía nacional, que está dejando desprotegidas a millones de personas, que ven desvanecerse derechos sociales y políticos ganados por los pueblos a lo largo de la historia.

Es también la auto-afirmación de un pueblo frente al paternalismo de ONG y agencias financiadoras internacionales, que les niegan el protagonismo y los convierten en “beneficiarios” y objetos de asistencia. Es también una propuesta organizativa que ve en el acceso a los cargos públicos un servicio a la comunidad y no una oportunidad para enriquecerse.

Aunque la experiencia zapatista no es la única ni la primera experiencia de autonomía indígena en México,
su “peligroso” ejemplo empieza a cundir en otros estados del país y hasta en lejanas localidades fuera de las fronteras mexicanas, que hoy se hermanan con los municipios autónomos rebeldes buscando echar a andar su propia autonomía. Es un camino que, como se dice por acá, sólo toma forma al caminarlo. Caminan los Caracoles. Lentos pero seguros.

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