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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 174 | Septiembre 1996

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Nicaragua

FSLN-Liberales: empate técnico

Hablan las encuestas, se afinan las estrategias, avanza la campaña, faltan aún definiciones, la gente empieza a reflexionar. Serán unas elecciones cruciales.

Equipo Nitlápan-Envío

Mes y medio antes de la fecha de las elecciones, la última de las encuestas realizada, la de cid-gallup, perfilaba así la situación: 7 de cada 10 nicaragüenses ya tiene definido su voto y afirma que no lo cambiará. En la elección presidencial y a nivel nacional, el 34% de éstos votará por Arnoldo Alemán y el 30% por Daniel Ortega. Un lejano tercer lugar es para el conservador Noel Vidaurre (2.4%). Los 22 partidos que no son los dos punteros tienen, todos juntos, un 13% de intención de voto.

Cuarenta y cinco días antes, la misma empresa y con una encuesta similar, presentaba a Arnoldo con un 36% de intención de voto y a Daniel con un 26%. Las distancias se están acortando. La Alianza Liberal parece estar estancada o en descenso y el FSLN en ascenso. Teniendo en cuenta el margen de error de este tipo de encuesta, a finales de agosto Alemán y Daniel estaban ya en lo que los expertos llaman un empate técnico.

Yo tengo mi propia agenda

El 13 de agosto, varios dirigentes políticos declararon rotundamente: Alemán perdió ayer las elecciones. El día anterior, 21 de los 22 candidatos presidenciales habían firmado solemnemente ante el Cardenal Obando, el cuerpo diplomático y altos representantes de los cuatro Poderes del Estado -encabezados por la Vicepresidenta Julia Mena- el llamado Compromiso de Nicaragua con una Agenda Mínima Nacional. Alemán no llegó al acto, no firmó el documento, y para justificar su ausencia, dio entre otras estas razones: yo tengo ya mi propia agenda, yo no soy borrego para ir en manada y ése es un documento de los sandinistas, porque su artífice es Martínez Cuenca, que destruyó la economía de este país y por eso debía ser llevado a juicio". A un partido serio -remató- no tiene que venir nadie a dictarle qué procedimiento seguir en un plan de gobierno.

La Agenda Mínima (ver texto en artículo siguiente) es un diagnóstico general -y dramático- sobre la situación del país, en el que se sugieren, de forma también general, prioridades y vías de solución. Al refrendarlo hace unos meses, más de cien organismos de la sociedad civil instaban a los políticos a presentar propuestas concretas para la solución de los problemas aquí planteados. Es decir, los instaban a elaborar su propia agenda, aunque teniendo en cuenta ese diagnóstico. Los políticos firmaron el 12 de agosto como una señal de que responderán, si llegan al gobierno, a estas demandas básicas -mínimas- de la sociedad. Y sobre todo, firmaron como un símbolo del mínimo consenso nacional que hoy necesita Nicaragua para empezar a resolver su crisis.

Un salto de agresividad

La ausencia de Alemán y sus declaraciones confrontativas lo dejaron aislado ante el resto de la clase política y lo enfrentaron con los sectores sociales que estuvieron involucrados durante meses en la elaboración de la Agenda Mínima. Casi nadie perdió la ocasión para criticar la actitud de Alemán. Pero ni él ni su jefe de campaña ni los medios que lo apoyan dieron un solo paso atrás. Insistieron en menospreciar la importancia de la Agenda Mínima y en resaltar el valor de la libre decisión de Alemán que, como seguro vencedor, puede darse el lujo de diferenciarse de los demás. Tres semanas después de no firmar, y a pesar de que no cesaban de llover críticas, Alemán reafirmaba su posición en un seminario que la Internacional Liberal celebró en Managua para respaldar su candidatura. La agenda máxima de la nación -dijo Alemán- es la que los liberales firmaremos. Y ésa no es agenda mínima de partidos e individuos frustrados que pretenden imponer de nuevo a la nación una suma de incompetencias y delitos en documentos que reeditan los protocolos de la traición de 1990.

Desde un poco antes, pero especialmente a partir de estos hechos, el lenguaje de Alemán en sus concentraciones y la propaganda que le hace durante todo el día Radio Corporación venía dando un claro salto de agresividad. El discurso del candidato de la Alianza Liberal se ha ido transformando en una mezcla de triunfalismo retador con desesperadas advertencias a no creer en el sandinismo, en clara actitud defensiva. Su campaña no comenzó así. Algo está pasando.

Alianza Liberal: su base electoral

La base electoral de la Alianza Liberal, y especialmente la base del liderazgo de Alemán -ese 36% de la última encuesta, que en otras encuestas sube hasta el 38-40%-, tiene tres cementos básicos.

El antisandinismo. Hacia Alemán confluyen las fuerzas más visceralmente antisandinistas del país, las que quisieran borrar toda huella de lo que fue la revolución: nombres, hombres y fechas, organizaciones, instituciones y leyes. Todo. Ven en Alemán al único político capaz de cumplir la misión histórica de poner en su sitio a los sandinistas, tarea que por lucidez histórica, por realismo, por espíritu de reconciliación, nunca asumió el gobierno de Violeta Chamorro.

El antichamorrismo. Hacia Alemán miran pequeños y medianos productores del campo y la ciudad, comerciantes, técnicos y profesionales de clases medias que se han empobrecido y se han quedado sin oportunidades y llenos de incertidumbres a causa de las políticas económicas lacayistas. Ven en Alemán el cambio: ni la escasez de los 80 ni la exclusión de estos 90.

El antioligarquismo. En Alemán, y en su discurso y estilo directo, grosero a veces, simple y popular siempre, miles de pobres, de miserables, de marginados, recuperan la imagen de un político creíble y a la medida de su cultura política, que para muchos de ellos, por tradición familiar, es liberal. Ese político que roba pero hace, que garantiza mano dura, que es cercano y pleitisto, les resulta atractivo. Y en él ven el cambio, porque ese dirigente es lo más lejano de los actuales y fríos tecnócratas neoliberales.

De estos tres cementos, el más espeso y cohesionante es el del antisandinismo. Ofertas alternativas que creen en los empobrecidos de cualquier clase social esperanzas más creíbles de que su vida puede mejorar, están destinadas a resquebrajar los otros dos cementos. Especialmente, si los empobrecidos perciben que la victoria de Alemán podría ser peligrosa y traería conflictos. Esto es lo que parece estar pasando entre los más pobres, que en Nicaragua son la mayoría. La última encuesta de CID-Gallup muestra que el crecimiento en intención de voto por Daniel Ortega se nutre de los sectores más pobres.

El consenso mayor de los nicaragüenses no es ideológico. Es pan pero en paz. Es una vida mejor y nunca más guerra. Es por eso que en su mensaje el FSLN habla insistentemente de que la guerra es ya un periódico de ayer, que ya no volverá y que jamás habrá servicio militar. Y es por eso que los liberales de Alemán recuerdan con la misma insistencia los dolores de la guerra y el reclutamiento de los años sandinistas.

El proyecto de Alemán

Aunque por varios caminos y razones se llegue a ser base electoral de Alemán, el proyecto del liberalismo alemanista no es prioritariamente el servir a los pobres ni a los productores nacionales, pequeños y medianos. La prioridad es otra. Es provocar una ruptura brusca y definitiva del mundo creado con la revolución social de los años 80, y que aún está vivo, a pesar de todas las ambigüedades y reacomodos de estos años. Con esta ruptura se le devolverían privilegiados espacios económicos, políticos, también culturales e ideológicos, a quienes fueron desplazados del poder por la revolución y no reencontraron nunca su lugar con el gobierno Chamorro. En este sentido, no hay ninguna duda: el proyecto es liberal-somocista.

Por vía económica, política, legal, cultural, internacional, por todas las vías, el proyecto de Alemán es desgastar, hasta su extinción, los espacios que conserva el sandinismo piñatero y no piñatero, ortodoxo o renovador. Las organizaciones populares, los sindicatos, las empresas, las ONGs, los medios de comunicación... Esa es la meta. Alemán niega, naturalmente, cualquier vínculo, tendencia o proyecto con el somocismo. Pero...

Cábala y realidades

Cuando se rifaron los lugares que cada partido ocupará en la boleta electoral, y a la Alianza Liberal le tocó el número 21, funcionó de inmediato la cabalística popular. El número 21 revelaba el oculto somocismo de los liberales alemanistas: 21 son las letras del nombre y dos apellidos del primer Somoza, la 21" era el nombre de la cárcel más tenebrosa del somocismo en León, un 21 de febrero el Somoza de las 21 letras asesinó a Sandino y un 21 de septiembre, Rigoberto López Pérez ajustició a ese Somoza en León. Demasiadas coincidencias. Pero no son sólo cábalas. Hay siempre en el discurso de los principales voceros del alemanismo una no disimulada nostalgia de los lados positivos del somocismo (orden, empleo, Nicaragua granero de Centroamérica, instituciones sólidas). En el discurso privado, la nostalgia da paso a una definida decisión de reconstruir ese ayer.

Son muchos los candidatos a alcaldes y diputados en las listas de la Alianza Liberal que pertenecieron al PLN de Somoza o que son hijos o nietos de conocidos dirigentes de estructuras somocistas locales o nacionales. El exilio somocista de Miami ha recibido durante estos años a Alemán como quien les representa en Managua. Los nexos económicos y los compromisos de Alemán con el poderoso y violento sector del exilio cubano de Florida, el que forzó la ley Helms-Burton -siempre vinculado al exilio somocista-, respaldan a la Alianza Liberal.

Y la hacen temible para el gran capital no-somocista de Nicaragua. Alemán no es el candidato de la burguesía nicaragüense. Lo es sólo de la fracción somocista de la burguesía. Arnoldo Alemán no parece ser tampoco el candidato de Estados Unidos, porque su plan de ruptura brusca representa un serio peligro de inestabilidad. Y estabilidad es lo único que le interesa a Clinton en Nicaragua. El asunto que está por ver es cómo maniobraría el gran capital nicaragüense o el gobierno de Estados Unidos si Alemán ganara la Presidencia.

¿Vuelve el Chigüín?

Con estos claros signos de identidad somocista, iba a ser creíble, aunque no fuera cierta, la noticia que el penúltimo día de agosto dio a conocer con gran despliegue el diario sandinista Barricada: en un programa de TV del Show de Cristina, transmitido en Francia, Anastasio Somoza Portocarrero, el Chigüín, habría dicho que Arnoldo Alemán le había ofrecido la jefatura del Ejército de Nicaragua cuando ganara las elecciones. La noticia, falsa o verdadera, actuó como detonante. Le dieron continuidad imprecisiones de los denunciantes y des- mentidos rotundos del denunciado Alemán, que aprovechó para comparar: Aquí no sólo hay Somozas, hay Ortegas, Borges y Lacayos, que tienen la misma actitud, dijo.

El 2 de septiembre, en la solemne celebración del Día del Ejército, el Jefe del Ejército de Nicaragua, Joaquín Cuadra, dio la respuesta para la que tal vez se dio la noticia: Quiero dejar muy claro, para que nadie alimente falsas expectativas, que ningún ex-miembro de la extinta Guardia Nacional, independientemente del rango o cargo que haya ocupado, puede ingresar al Ejército de Nicaragua ni hacer carrera militar. La ley no lo permite y la historia lo reprueba... Es muy importante que se entienda, sin dobleces, que el ingreso a sus filas no está ni podrá estar determinado por preferencias políticas o por afinidades ideológicas... La sola nostalgia de tiempos ya idos, de cualquier color que éstos hayan sido, es una insensatez que enturbia el presente, nubla el futuro y pone en grave riesgo la paz y estabilidad de la nación.

Un proyecto de restauración del somocismo tendría en el pueblo de Nicaragua, en el sistema menos presidencialista de la historia de este país -fruto de las reformas constitucionales -, en la autonomía municipal, y también en el nuevo ejército de Nicaragua, muchos y serios obstáculos. La noticia del Chigüín, falsa o verdadera, contribuyó a recordar a quien se cree ganador algunos de sus límites.

¿Puede crecer la Alianza Liberal?

La Alianza Liberal, que empezó a gestarse en 1994, tiene su núcleo más sólido y real en el PLC, partido que en estos años se organizó y creció en la fórmula llamada con acierto de Alcaldía-Partido. Otros grupos liberales dentro de la Alianza cuentan poco. Desde la Alcaldía de Managua, Alemán construyó consistentemente estructuras, adeptos e imagen, iniciando ya desde 1990 la campaña electoral que culmina ahora. Sin embargo, las encuestas indican que en Managua es donde es más débil el porcentaje de intención de voto que favorece a Alemán. ¿Porque en Managua se acumulan los más empobrecidos? ¿Porque tenía más fuerza la imagen de Alemán Alcalde que la de Alemán candidato presidencial?

Desde 1995 se quiso aprovechar el indiscutido liderazgo que se había labrado Arnoldo para promover el Triángulo Azul y Blanco (liberales + conservadores + ex-contras), una especie de alianza nacional antisandinista. El PLC lo consiguió en parte. Una fracción de los conservadores -que representan sobre todo votos rurales- y otra fracción aún menor del Partido de la Resistencia se aliaron a Alemán, aliando así a su candidatura a la Radio Corporación.

La base política de la Alianza Liberal no puede crecer más. Nunca será una alianza nacional. En la medida en que acentúa el componente somocista se reduce su base electoral. Y en la medida en que enfatiza el componente antisandinista también, porque para los no-sandinistas (no es lo mismo que antisandinistas) esta agresividad prefigura para el futuro un horizonte de confrontaciones e inestabilidad.

Los liberales alemanistas proyectan en sus declaraciones un excesivo triunfalismo. Se proclaman ganadores. En la cúpula de la Alianza el objetivo es ganar la Presidencia en primera vuelta. Porque la agenda mínima de los liberales ya está cerrada: todos los cargos ejecutivos, y hasta la última embajada, están ya repartidos. Una segunda vuelta supondría abrir a negociaciones esa agenda. Un mes antes de las elecciones, la marcha de los acontecimientos permite prever una segunda vuelta presidencial que enfrentaría a la Alianza Liberal con una alianza nacional contra el somocismo que vive en su médula.

Juan Manuel Caldera

El FSLN fue el último partido en entrar realmente en campaña electoral. Hasta el 19 de julio. Para entonces, la Alianza Liberal se había movido mucho. Y el resto de partidos trataban infructuosamente de presentarse a los electores como el necesario y ansiado centro entre dos extremas confrontativas, liberales y sandinistas.

En su estrategia electoral, y con gran habilidad, el FSLN no ha cesado de dar pasos para borrar en su imagen cualquier trazo de extremismo y para posicionarse del centro. Lo está logrando y eso es lo que puede explicar las insistentes declaraciones de Alemán, que busca cohesionar su base electoral y ampliarla desde el antisandinismo, no cesando de dar advertencias, que suenan a amenazas: La mona, aunque se vista de seda, ¡mona se queda! (Porque Daniel se viste de blanco en la campaña). O con más sabor nica: Gallina que come huevo, ¡ni aunque le quemen el pico!. El mensaje central de la Alianza ha pasado a ser no que Alemán sea el cambio sino que el FSLN no cambia.

Pero el FSLN ha dado muchas señales en la dirección del cambio y eso está ampliando su base electoral entre los no-sandinistas que vieron una esperanza en Alemán. La designación de Juan Manuel Caldera para la candidatura a la Vicepresidencia por el FSLN fue criticada al principio por los sandinistas como una salida de baño, un recurso extremo al no encontrar ningún aliado mejor. La realidad está demostrando que ese ganadero espontáneo y poco político que es Caldera puede terminar siendo una pieza clave.

Se presenta siempre como no-sandinista, pero nunca como antisandinista. Por eso, resulta creíble para muchos. Se dirige especialmente a los pequeños y medianos productores rurales, muchos de ellos ex-comandos de la Resistencia, y lo hace como un confiscado por la política económica de los 80 y como un excluido por la política económica de los 90. Representa a muchos. Tiene siempre declaraciones que huelen a sinceridad. Cuando veo a Jaime Wheelock se me sube la sangre como una olla de frijoles hirviendo y me dan ganas de matarlo, pero creo que no hay que echar más leña al fuego, dijo en una rueda de prensa.

Caldera ha viajado a Estados Unidos y ha hablado con congresistas, políticos y hacedores de políticas en los organismos financieros internacionales con esos mismos mensajes e idéntica transparencia. Y ha tenido impacto -cuentan quienes le acompañaron en esa gira-. Porque suena a verdadero, y sobre todo porque aparece como alguien interesado no en el futuro de un partido, sino preocupado por el futuro de una nación.

Triángulo vs. Triple Alianza

Caldera ha insistido en que el FSLN le ha prometido la coordinación, desde la Vicepresidencia, de un gabinete de producción, que incluirá nada menos que siete ministerios: Finanzas, Cooperación Externa, Economía y Desarrollo, Agricultura y Ganadería, Construcción y Transporte, Ambiente y Recursos Naturales, Acción Social, más la coordinación del Banco Central, del Banco Nacional de Desarrollo y del Instituto de Reforma Agraria. Y ha reiterado que si no le cumplen esto, deja al FSLN en la estacada y abandona el gobierno.

Es evidente que todos los elementos que rodean a esta nueva personalidad que es Juan Manuel Caldera pueden reducir la base electoral de Alemán en el campo, y entre los medianos y pequeños productores. Esta novedad se complementa con la designación de Alvaro Fiallos como jefe de campaña del FSLN. Fiallos es un especialista, técnico más que político, en cuestiones de tecnología agropecuaria y reforma agraria, últimamente dedicado a la compleja tarea de la titulación masiva de propiedades rurales. Sirvió en el gobierno sandinista y en el gobierno Chamorro hasta su nombramiento. Al aceptar la jefatura de campaña del FSLN dio su porqué: Porque el FSLN es el único partido que puede garantizar la estabilidad de la propiedad en el campo y en todo el país.

Al Triángulo Azul y Blanco antisandinista, el FSLN ha respondido con lo que llama la Triple Alianza (FSLN + Productores + Resistencia), respaldada con su influencia por la dirigencia de la UNAG. El Triángulo y la Triple Alianza tienen múltiples diferencias. La principal, la solución con que intentarán cerrar por fin el espinoso tema de la propiedad. En el caso del Triángulo, con devoluciones a los somocistas y ajuste de cuentas a los más connotados piñateros. En el caso de la Triple Alianza, no dando paso a los somocistas y con tolerancia con las piñatas.

A mediados de septiembre, dos mil ex-comandos de la Resistencia firmaron en solemne acto de campaña un acuerdo con "el gobierno de todos que ofrece el FSLN. Juan Manuel Caldera es nuestro garante, dijo en las vísperas el ex-Comandante Mack, el finquero José Benito Bravo, que declaró que en tres de los siete ministerios que coordinará Caldera la Resistencia tendrá presencia y poder de decisión.

Consulta con Iglesias

Hay otros sectores y hay mensajes en otras direcciones. Con representantes de un desigual conjunto de organizaciones juveniles, cercanas más, menos o nada, a las estructuras sandinistas, el FSLN firmó el 28 de agosto compromisos también significativos: jamás habrá servicio militar, en el primer año se crearán 50 mil empleos productivos para jóvenes, habrá un 25% de jóvenes en las estructuras de los gobiernos municipales y en todas las estructuras estatales, y serán jóvenes los que estén al frente de los Viceministerios de Educación, Acción Social y Ambiente y del Instituto de Cultura y de la Mujer.

Con la Iglesia católica y con las Iglesias evangélicas representadas en el CEPAD, CNPEN y CIEETS, Daniel Ortega llegó también a un compromiso general: el respeto total a la libertad religiosa. Y a otro más específico: consultar con el Cardenal Obando, y también con los dirigentes evangélicos de estos grupos, tres nombramientos que el FSLN considera sensibles: los Ministros de Educación, Defensa y Gobernación.

Fiallos: una sorpresa

Mención especial merece otra de las señales emitidas a la nación por el FSLN: el anuncio de que el Canciller del gobierno que presida Daniel Ortega será Mariano Fiallos. Fiallos dijo que aceptó tras reflexionar y analizar la situación de Nicaragua y mis deberes como ciudadano nicaragüense, convencido de que el FSLN es la única opción que garantiza estabilidad interna.

Fiallos se refirió a su futura tarea como Canciller: Desarrollar una política internacional distinta a la del gobierno de la década de los 80, en el sentido de que será una política no confrontativa, principalmente con los Estados Unidos. Este sería el eje fundamental y primero.

Desde el momento de su nombramiento, Fiallos inició contactos con los embajadores de distintos países en Nicaragua y giras a Centroamérica y a Estados Unidos. Uno de los objetivos es, según sus propias palabras, ir gestionando los fondos de inversión para poner en práctica los planes de fomento de la producción.

La decisión de Fiallos es una señal. No es sorpresa que el FSLN le haya ofrecido este cargo. En 1995 le ofreció la candidatura a la Presidencia de la República. Lo sorprendente e iluminador es que Fiallos haya aceptado. Nadie en Nicaragua se atrevería a afirmar que Mariano Fiallos es un extremista o que apuesta a la confrontación. El prestigio acumulado durante toda una vida, y el que se ganó a pulso como solitario y lúcido profeta en los tensos meses que precedieron a su renuncia a la Presidencia del Consejo Supremo Electoral, convierten la aceptación de Mariano Fiallos en un dato esclarecedor. Fiallos ha repetido estos días que las elecciones de octubre son cruciales. Ahora, él apuesta en uno de los puntos de ese cruce de opciones. Por algo será.

El centro y sus definiciones

Todos los partidos que se presentan al electorado como el centro alejado de lo que ellos llaman las dos extremas -prácticamente todo el resto de partidos- están contra la pared. Los candidatos de estos partidos centristas evitan definirse sobre lo que harían en el caso de una previsible segunda vuelta presidencial entre Alemán y Daniel. La definición más decisiva en cuanto a votos, y la más difícil por muchas razones, es la que corresponderá a Sergio Ramírez y a los sandinistas del MRS. Pero, aún sin definiciones, estas terceras fuerzas ya han empezado a hacer comentarios, que si no son favorables al FSLN sí son desfavorables a la Alianza Liberal. El escándalo alrededor de la Agenda Mínima fue aprovechado por todos para sumar rechazos a Alemán.

Hay otros liberales en la contienda. Ausberto Narváez -que sustituyó al inhibido Haroldo Montealegre como candidato presidencial del PUL- afirma que el proyecto económico de Alemán no es liberal y que en el poder lo que ejecutaría sería un proteccionismo para un grupo reducido de sus seguidores. Virgilio Godoy, candidato del PLI, advierte que Alemán no ganará muchas alcaldías ni diputaciones porque ha escogido como candidatos a gente que no goza de la simpatía popular, o que tiene un historial demasiado comprometido con el régimen de los años 60 y 70, que son conocidos somocistas.

Mientras el conservador Noel Vidaurre (PNC) insiste en su propaganda que su partido verde no ha hecho alianza con los liberales ni con los sandinistas, afirma en un acto de campaña que los nicaragüenses no pueden permitir el regreso del somocismo y que ese sistema puede volver con la Alianza Liberal.

El pueblo no es extremista

El panorama electoral no se dibuja como una contienda entre dos extremas. Si fuera cierto lo que dice la propaganda de los partidos de centro, habría que concluir que el pueblo nicaragüense sería mayoritariamente extremista y confrontativo, casi suicida. Y no lo es. El pueblo es mayoritariamente pacífico y no quiere más conflictos. Pero está mayoritariamente empobrecido, anhela un cambio y espera que las elecciones traigan ese cambio y su vida mejore.

La tecnocracia chamorrista -y pésimos ejemplos de la dirigencia sandinista- han empujado a muchos al extremo de visualizar ese cambio en Alemán. Sin un marco claro de política internacional, son muchos los que temen que con el FSLN podría volver la agresividad de Estados Unidos y con ella, la guerra o el servicio militar. Ese mismo pueblo no ha perdido la memoria y recuerda que, aún con guerra, durante el gobierno de Daniel Ortega comía, tenía trabajo y salud y sus hijos estudiaban. Hoy, ve indicios de que el FSLN estaría dispuesto a cambiar.

La mayoría del pueblo de Nicaragua se debate entre estas dos opciones y parte de estas dos percepciones. Eso no es apostar a las extremas. La mayoría no ha percibido un liderazgo real en el resto de candidatos o de partidos. El centro controla la Asamblea Nacional, pero es casi nada en la calle.

Espacios para el centro

Sin embargo, los importantes y positivos cambios hechos a la Ley Electoral podrían dar espacios a los candidatos de varios partidos de centro a nivel local y departamental. Como en estas elecciones lo que pesan no son ni los programas ni las lealtades partidarias, sino las personas y su liderazgo, que el centro capture estos espacios dependerá del liderazgo que tengan los candidatos elegidos para cargos locales y departamentales frente a los electores locales y departamentales. También va a depender de que los electores opten o no por el voto cruzado. Por primera vez, los nicaragüenses podrán votar más allá de la lealtad partidaria, por liderazgos personales. Porque votan en seis boletas diferenciadas, donde sus opciones pueden ser diferentes.

¿Habrá voto cruzado?

Hasta ahora los nicaragüenses votaban por un partido y automáticamente, quedaban elegidas todas las autoridades que llevaba en todas sus listas ese partido. Ahora votarán en una boleta por Presidente y Vicepresidente, en otra por diputados nacionales, en otra por diputados departamentales, en otra por diputados al Parlamento Centroamericano, en otra por su alcalde y en la sexta, por los concejales que trabajarán con ese alcalde. Nunca las opciones podían ser tan diversificadas.

Ahora no. Ahora, Alemán podría ser Presidente, pero con un alcalde en Managua sandinista, muchísimas alcaldías no-alemanistas y una Asamblea con mayoría anti-alemanista (sandinistas + centristas). Ese es un escenario muy posible, muy probable. Un escenario que puede desembocar en la confrontación, pero que también puede abocar a la negociación, obligando al entendimiento y actuando como un eficaz freno al autoritarismo.

Los partidos de centro, las terceras fuerzas, que no tienen realmente ninguna posibilidad para las elecciones presidenciales -aunque algunos de sus dirigentes sí podrían ocupar cargos ministeriales, especialmente si hay segunda vuelta- podrían tener una buena representación en las alcaldías y entre los 70 diputados que llegan al Parlamento desde los territorios, otra de las novedades de la Ley Electoral.

¿Habrá voto cruzado o predominará el voto chorreado o el voto en cascada, como le llaman sandinistas y alemanistas al voto disciplinado y uniforme? La respuesta a esta pregunta es crucial. Dependiendo de la respuesta, el país puede ser más o menos gobernable, más o menos pluralista, más o menos democrático.

FSLN: renovación desde adentro

El avance del FSLN en las encuestas ha acentuado el triunfalismo y la agresividad antisandinista entre los liberales de la Alianza. Esto los cohesiona, pero los puede perjudicar. En el FSLN, este baja y sube que se ha observado en el panorama electoral, que anuncia la posibilidad de una victoria en el Ejecutivo, más probable en una segunda vuelta, debería generar reflexión. La probabilidad de una victoria electoral ha reavivado las contradicciones internas en el FSLN, que son muy complejas y difíciles de evaluar desde afuera.

Para contribuir a la reflexión del FSLN desde adentro y llamando a cerrar filas ante el somocismo representado en la Alianza Liberal, un importante grupo de sandinistas -por su significación histórica, por su juventud y por su decisión- se reunió el 31 de agosto en Managua para iniciar una Jornada de Reactivación Sandinista, que pretende recuperar lo más grande y lo más hermoso que el sandinismo ha tenido, nuestro capital moral, que se inicia con el voto por el FSLN en las elecciones y que tendría continuidad en la lucha por importantes cambios dentro del partido.

En su documento de presentación, la generación de los 7O, los de Pancasán se expresan así:

Queremos:

La unidad del sandinismo y no su atomización.
Volver a juntar a sandinistas honestos, capaces y responsables, a aquellos que tienen verdaderamente una vocación de servicio y no de lucro.
Reencontrarnos entre nosotros y con la fuerza de nuestras raíces, de los valores ideológicos de nuestro origen y con nuestra identidad política.
Con nuestra participación beligerante, influir en la corrección y rectificación de errores cometidos, propiciando el recambio generacional, transformando a los militantes mas honestos y de manos limpias en los nuevos líderes, para que puedan proyectarse hacia las nuevas generaciones con la misma fuerza y pureza con que nosotros recibimos el ejemplo de innumerables héroes y mártires.
Contribuir mediante el debate en el seno del Frente Sandinista a la preservación de la identidad de izquierda que nos señaló Carlos Fonseca.
Transformar las estructuras del Frente Sandinista hacia una práctica sana y verdaderamente democrática en su forma y en su fondo.
Impedir que nuevas fuerzas emergentes atraídas por el capital y las ambiciones personales enrumben a nuestra organización hacia otros derroteros para los que no fue concebida".


El reto del FSLN y el de la Nación

Las cúpulas del FSLN tienen que resolver sus propias contradicciones. Desde abajo, son muchos los que ubican así la principal contradicción que existe hoy en el FSLN: dirigentes opulentos de las estructuras del FSLN que dicen representar a bases sandinistas empobrecidas, muchas de las cuales aún creen y esperan en ellos, mientras muchas más se han desengañado y desmovilizado por una falta de conducción coherente y por el escándalo aún vivo de la piñata, en el que los máximos dirigentes del FSLN -incluido Daniel Ortega- tienen una responsabilidad pendiente.

Un mes antes de las elecciones, todo indica que el FSLN puede ganar bastantes alcaldías, tendrá la bancada más numerosa en la Asamblea Nacional y puede ganar la Presidencia. Su desafío es prepararse para esa eventualidad empezando a resolver esta contradicción tan de fondo con una ética que genere honestidad en los nuevos gobernantes y que devuelva a las bases la esperanza. Sólo así podrá renovarse la capacidad de movilización de la gente y unirse tantos vigores dispersos.

También es verdad que los mismos datos indican que los liberales podrían obtener suficientes alcaldías, una bancada parlamentaria numerosa -aunque nunca mayoritaria-, y ganar la Presidencia.

En este caso, el reto es dramático y lo es para toda Nicaragua. Excepto para quienes van a querer volver a empezar la historia donde la interrumpió la revolución de 1979.

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