Envío Digital
 
Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 171 | Junio 1996

Anuncio

Honduras

Clases medias: violentas y organizadas

Los problemas crecen y los precios suben. Pero "el enemigo" que causa todo esto permanece invisible y su fuerza parece imparable. Ante él, la organización de los pobres se muestra débil, mientras las capas medias actúan cada día más agresivas y más organizadas.

Ramiro Martínez y Ricardo Falla

Desde otros países se maneja el estereotipo de que Honduras, como portaaviones que fue para la intervención norteamericana en Centroamérica, es un país anodino, pasivo, sin personalidad definida. La imagen crece si se contrasta a Honduras con El Salvador, Nicaragua y Guatemala, sus vecinos revolucionarios.

Un atento examen muestra que esta imagen es falsa. Existe un dinamismo cultural pujante - cultura en sentido amplio - y una fuerza - ubicada actualmente en las capas medias - que está llevando a la nación a cambios radicales, de los que aún no sabemos su término y sólo nos salpica su sangre.

Vendettas familiares

En abril y mayo, las masacres familiares han sido el ejemplo típico de una nueva modalidad de violencia. Escribimos cuando todavía el estupor, el miedo y la desolación que deja el paso de la muerte, siguen enrareciendo el ambiente de Buenos Aires, una pequeña aldea ubicada en las faldas de las montañas que rodean el Valle de Sula en la costa norte hondureña. A fines de mayo, en esta aldea cercana a El Progreso - la cuarta ciudad más poblada de Honduras - una terrible masacre acabó con la vida de siete personas pertenecientes a una misma familia.

No fue un caso excepcional. En días recientes se habían cometido otras dos masacres que podrían llamarse genocidas, porque incluyeron a niños y tendían a hacer desaparecer al grupo familiar. La primera, a finales de marzo, en una aldea de la Yaruca, cerca de La Ceiba, con seis muertos. La segunda, en otra aldea cerca de Comayagua a finales de abril, con siete muertos.

En este tipo de masacres, los asesinos van equipados con armas de guerra, operan en organizados grupos de hasta diez gentes, se mueven en vehículos pick-up o polarizados y responden a autores intelectuales, que son medianos agricultores o ganaderos o comerciantes o jefes de bandas de robacarros y probablemente, aunque no se ha evidenciado claramente aún, jefes de bandas de narcotraficantes. Las matanzas se dan en aldeas rurales pero cercanas a ciudades importantes.

En la cultura tradicional, la masacre ha sido siempre una vendetta con la que resolver el control político y económico de un municipio en un territorio lejano. Estas vendettas, de todos conocidas y afiliadas a azules o a rojos - los partidos tradicionales - han tenido expresiones famosas. Un ejemplo es el enfrentamiento por más de diez años entre dos familias de ganaderos y caficultores olanchanos, los Turcios y los Nájera, que, después de causarse más de 40 muertos, acaban de firmar las paces frente a autoridades políticas, militares y religiosas del departamento.

Aunque el conflicto entre las nuevas bandas se enraíza en este esquema tradicional, lo rebasa. Hoy, la masacre dirime el control de recursos no sólo locales y rurales - compra de café de la zona, por ejemplo - sino el control de recursos nacionales e internacionales, como son el robo de ganado o el de vehículos.

Venganza: nuevo modelo

El nuevo esquema se parece a la vendetta tradicional porque es precedido por una serie de asesinatos individuales, recíprocos y motivados por la venganza, pero el conflicto sangriento tiene causas recientes, y es más acelerado y más acumulativo. El nivel de la acción sube rápidamente dentro de la lógica de aplastar al adversario antes de que él me aplaste a mí, y el golpe pretende ser tan contundente como para desarticular a la banda enemiga y poner en fuga a los sobrevivientes, que incluso huyen al extranjero.

La masacre de Buenos Aires conmocionó al país, especialmente a la zona norte, y los medios siguen la pista a los asesinos, presionando a la Dirección de Investigación Criminal (DIC) y a la policía. Hay pistas que vinculan al autor intelectual de la masacre con el sonado y aún sin esclarecer asesinato, hace un año, del jefe regional de la INTERPOL, teniente Gustavo Domínguez, atribuido a las bandas de robacarros que operan en el municipio de La Entrada, Copán, fronterizo con Guatemala, en connivencia con militares. Aunque ya se apresó a los autores materiales de la masacre de Buenos Aires, difícilmente el autor intelectual será llevado a juicio. Este paso supondría arrancar de cuajo una muy enmarañada raíz de relaciones delictivas.


Robabancos y robacarros

Las páginas de los periódicos están llenas de otro tipo de violencia: asalto a establecimientos, especialmente bancos ubicados en lugares donde corre mucho dinero, como los de las zonas maquiladoras de la costa norte. San Pedro Sula es la ciudad donde se producen más asaltos. Entre marzo y mayo hubo más de 15 asaltos peliculescos, protagonizados por bandas, integradas no por gente pobre, sino por miembros de una clase media emergente que, en la crisis económica, busca su parte del pastel de la riqueza a través de actividades que podrían clasificarse como "informales". Estas bandas operan en carros o pick-ups, van fuertemente armadas, se componen de jóvenes ágiles y aparentemente bien entrenados, sus operativos suponen el manejo de mucha información y una esmerada planificación, y entre sus jefes se cuentan oficiales de la policía.

Otra modalidad constante de violencia es el robo de carros. Según recientes declaraciones del director de la DIC, en Honduras son robados un promedio de 10 carros diarios. Hay bandas de robacarros de poca capacidad, que roban vehículos de los años 80 para venderlos desguazados a los negocios de repuestos que pululan por todas partes. Y hay bandas de más capacidad que roban vehículos lujosos, para venderlos en otros países centroamericanos, una vez borrado el número de serie y lograda una tarjeta de circulación falsificada. A finales de mayo fue detenido en Guatemala un hondureño, supuesto jefe de una banda de robacarros de La Entrada, Copán, apodado Mama Licha, a quien se le sindica de ser autor intelectual del asesinato del jefe de la INTERPOL.

Todas estas bandas, las masacradoras, las de asaltantes de establecimientos y bancos y las de robacarros, deben su auge a los arsenales de armas que han quedado en Honduras después de terminados los conflictos internos en los países vecinos y especialmente después de la disolución de la contra. Todas estas bandas deben estar relacionadas, pero se desconoce exactamente cuáles son los vínculos. Todas son una expresión de la clase media del bajo mundo.

Pandillas de pobres

Existe también la violencia de los pobres en las ciudades, donde la gente - también pobre - vive atemorizada de noche por los atracos en las calles o por la posible irrupción de los cacos en sus casas. Hay muchos tipos diferentes de bandas - o maras - de barrio. Desde la que está jefeada por un adulto experimentado, mejor armado, conocido por la policía y conocedor de la policía, con relaciones en los Estados Unidos y temido y respetado en el barrio, hasta bandas formadas exclusivamente por niños que merodean en la noche tratando de conseguir alguna bicicleta y que son peligrosas por la falta de criterio de sus miembros y fácilmente desarticulables por la presión social.

Los niveles del bajo mundo se interconexionan y las bandas más poderosas sirven de modelo a las débiles. Así se va formando una subcultura que algunos llaman "de la muerte", pero que para las pandillas es "de la vida". Se oponen al mundo formal, legal y abierto de la comunidad, pero a la vez se relacionan con él en un acuerdo tácito de mutua protección. Por eso es difícil desarticularlas judicialmente, pues nadie se atreve a declarar públicamente contra los cabecillas. Cuando esta relación se rompe por algún extremo, la mara puede operar contra la comunidad en bloque, como sucedió a mediados de mayo en una colonia popular de Tegucigalpa, donde los pandilleros se tomaron la escuela para presionar por la liberación de su jefe, apodado El Tunco, apresado una semana antes por la policía.

¿Ligados a la droga?

No es claro cómo todas estas formas de violencia estén vinculadas con el narcotráfico. A la oscuridad contribuye que la Dirección Nacional Antidrogas (DNA) no persigue los delitos, sino sólo "el cuerpo del delito" - la cocaína sobre todo - para obtener información sobre las redes. Se debe también a que la DNA no suele dar información sobre las redes, sino únicamente sobre los decomisos, que usa como argumento para hacer propaganda a su "eficiencia".

Según la DEA y su Buró Internacional en Asuntos de Narcotráficos (INMB), en la actualidad Colombia es el mayor productor de cocaína del mundo, Estados Unidos el mayor consumidor y Guatemala el mayor intermediario, llegando a pasar por este país rumbo a México, entre 60 y 80 toneladas métricas anuales. En lo que va de 1996, los hechos están demostrando que Honduras se encuentra conectada a esta red y que incluso el territorio hondureño es usado independientemente del de Guatemala.

Narcotráfico: tres rutas

Hasta abril, se habían incautado 3 toneladas métricas de cocaína, evidenciándose, por el lugar de los decomisos, que existen tres principales tipos de vías. La terrestre, cruzando la frontera del Guasaule hacia El Salvador. La aérea, utilizando líneas como American Airlines hacia Miami. Y la marítima, por las costas de la Mosquitia en lanchas que posiblemente no tocan tierra en Guatemala, sino que se dirigen más al norte, a juzgar por la ubicación del principal decomiso de 2 toneladas, en aguas casi internacionales del Caribe. De las tres vías, por la que parecen circular mayores volúmenes es por la marítima, que sería independiente de Guatemala.

El equivalente en dólares de la droga incautada es de 90 millones de dólares, a razón de unos 25 mil dólares el kilo. Aunque esta cifra no supone, como en otros países, un beneficio directo para el Estado - por ejemplo, en términos de condonación de deuda externa a cambio del decomiso -, el paso de la droga - decomisada o no - deja beneficios a los grupos que antes, durante y después de su paso reparten dinero a los que facilitan el tránsito, desde abogados y militares hasta transportistas, aduaneros, custodios, etc., por no mencionar el beneficio de los pequeños intermediarios que venden la droga al por menor, sea para consumo interno o en el exterior. Algunos de estos intermediarios han sido capturados con 2, 5 y hasta 10 kilos de cocaína.

El secretario de la Comisión de Lucha contra el Narcotráfico del Congreso Nacional declaró que se investiga a 30 empresarios que radican en San Pedro Sula y La Ceiba por el delito de lavado de dólares. Algunos de ellos, ricos emergentes sin reconocida trayectoria empresarial en Honduras, están construyendo un complejo comercial en Guatemala. Otros - denunció el diputado - compran bienes a precios exagerados en Honduras.

Lavado de dólares

A estos "empresarios" no se les puede acusar ante los tribunales de lavado de dólares, porque este delito no está tipificado en la legislación penal hondureña, lo cual favorece que los negocios "informales" de las clases medias arriesgadas hayan crecido hasta formar un emporio que compite con el de las tradicionales clases adineradas del país, que basan su riqueza en negocios "formales".

El éxito de la DNA contrasta con el fracaso de la policía en la lucha contra las diversas formas de violencia delincuencial. Se acusa, por eso, a la policía - incluida la DNA - de ser "candil de la calle y oscuridad de la casa", ya que se esmera en la lucha antidrogas y descuida la seguridad ciudadana. La mayor parte del presupuesto de la policía, una partida millonaria, está destinada a la DNA. Un ejemplo: los diez perros amaestrados para detectar drogas han costado a la policía casi medio millón de dólares. Actualmente, la DNA es parte de la Policía (FUSEP: Fuerza de Seguridad Pública), pero dentro del Ministerio Público - creado el año pasado - debe existir una Dirección de Lucha contra el Narcotráfico, la cual todavía no funciona. A principios de junio se espera sea nombrado su director y que la DNA de la Policía pase al Ministerio Público. Por encima, existe una Comisión Nacional de Lucha contra el Narcotráfico, integrada por el Presidente de la República, ministros y otros. La Policía (FUSEP) también debe pasar del poder militar al civil.

La principal razón de la actividad relativamente intensa de la DNA se corresponde con los intereses norteamericanos. Pero también las clases dominantes hondureñas - que no tienen este negocio bajo su control - parecen estar interesadas en limitar el poder de grupos emergentes que pueden poner en cuestión su hegemonía económica y política en el país.

Con la apertura de las campañas políticas, el tema del narcotráfico ha vuelto a aparecer, ya que la penetración del capital procedente de la droga en la política es algo cada vez más frecuente en América Latina y no sería extraño que algunos candidatos hondureños cayeran en la tentación de derrochar fondos que no poseen a cambio de servicios futuros, una vez que estén en el poder. Esto es posible porque la actual ley electoral no establece controles sobre el origen y la cantidad de los fondos destinados a las movilizaciones, concentraciones y campañas de propaganda.

Inicia campaña política

A mediados de marzo, el Presidente Reina dio el banderazo de salida dentro del Partido Liberal, su partido, para que se iniciara la campaña política, dando así por terminada la "tregua" que los mismos liberales le habían dado al Presidente y abriendo el paso a fuerzas internas que se oponen a las fuerzas que lo llevaron al poder. La actividad de los liberales activó al Partido Nacional. Y así, cambió la coyuntura nacional. Aunque las elecciones generales se encuentran todavía distantes -noviembre/97- los precandidatos ya se están tirando al ruedo y se han dado ya los primeros pasos para la preparación de las elecciones internas en los dos partidos tradicionales, a realizarse el 1 de diciembre. Esa fecha es la que aparece más cercana en el horizonte como momento para la definición de los competidores.

Adversario: la abstención

En Honduras el bipartidismo es una realidad muy arraigada en la conciencia del pueblo, y se dice que, ya desde el vientre de la madre, los niños o son rojos (PL) o son azules (PN). La Virgen de Suyapa, patrona de Honduras, está vestida de ambos colores para contentar y hermanar a todos sus hijos. Hay otros dos partidos minoritarios, el Partido Demócrata Cristiano de Honduras (PDCH) y el Partido Innovación y Unidad Social Demócrata (PINU-SD), pero nunca han levantado cabeza. Los dos partidos tradicionales no tienen un adversario de categoría, pero recientemente está apareciendo ante ellos un contrincante formidable que los derrotó en la contienda de 1993: el abstencionismo. Un millón de personas censadas no votaron entonces, mientras el PL obtenía 860 mil votos y el PN 670 mil.

También a nivel político se da una oposición entre el mundo formal y el informal, que no llega a ser captado por las estructuras, ni políticas ni económicas, y que amenaza con estallar no se sabe cuándo. Los partidos no ofrecen programas con credibilidad popular. Sin embargo, desde mediados de marzo las organizaciones populares, las comunidades representadas por los patronatos, la nube de activistas desempleados y muchos otros sectores están atentos al espacio político que se abre para lograr una tajada, o al menos una migaja, del pastel con la que resolver problemas inmediatos y personales.

Por no estar en el poder, el Partido Nacional ha debido adelantar su contienda interna, que ha estado caliente. A principios de mayo, sus movimientos internos presentaron planillas de inscritos como precandidatos a presidente, diputados y alcaldes para disputarse las candidaturas del partido el 1 de diciembre en las elecciones internas. El partido ha querido dar muestras de democracia siguiendo un proceso que nunca antes había desarrollado.

Sin embargo, el Comité Central del partido, presidido por Oswaldo Ramos Soto -candidato presidencial en el 93 y precandidato actual- eliminó a fines de mayo a cinco de los movimientos internos, causando la airada protesta de sus líderes, que responsabilizaron a "la argolla" del partido de ser la causante de un futuro desastre electoral.

Débora De Moss

Uno de los eliminados - que aspiraba a la Presidencia de la República - es un coronel retirado, Héctor René Fonseca. Su esposa es Débora De Moss, una millonaria norteamericana que ha sido muy cercana asesora del senador Jesse Helms. Indignada la mujer por las movidas de la política criolla, amenazó públicamente con denunciar al Comité Central del PN ante sus "contactos" en el Senado norteamericano, lo que provocó críticas de todos los sectores: si esto hace cuando es sólo esposa del precandidato, qué no haría como primera dama...

Los dirigentes corruptos y antidemocráticos del PN actuaron con astucia al poner esta zancadilla a uno de los precandidatos más peligrosos para ellos, por su influencia y dinero. Y aunque la mejor táctica no era la exclusión - que podría ser revisada por el Tribunal Nacional de Elecciones - sí sirvió ésta como provocación para que la señora se fuera de bruces con sus declaraciones imperialistas, que molestaron tanto a nacionalistas como a liberales e hicieron reír a los que desde las gradas contemplan el circo.

Como doña Violeta

Con la imagen de la mujer se está jugando en la actual campaña política. Entre los otros cuatro precandidatos del PN está Nora de Melgar, ex-alcaldesa de Tegucigalpa y viuda - como doña Violeta de Chamorro - de un personaje importante en la vida política del país, aunque con trayectoria distinta a la de Pedro Joaquín Chamorro. El esposo de doña Nora fue un militar golpista, el General Melgar Castro (1975-78). Ella se viste de blanco en sus afiches- como doña Violeta - con un fondo azul, como el de la bandera nacional. Pretende destellar una aurora de paz y reconciliación en una fotografía embellecida que no corresponde a la dureza de su fisonomía cuando sube a las tribunas. Su campaña deja traslucir el machismo del equipo político que está detrás.

Candidatos liberales

Por el lado de los rojos, destacan dos precandidatos principales: el actual Presidente del Congreso, Carlos Flores Facussé, y el dueño del diario Tiempo, Jaime Rosenthal Oliva. Facussé no ha lanzado su candidatura oficialmente y está aprovechando su puesto para capitalizar simpatías promoviendo leyes, como una que ha exonerado del pago del impuesto sobre la renta a los que tienen rentas anuales menores de 50 mil lempiras y otra sobre un fondo de producción de 500 millones de lempiras para estímulo de la producción agrícola no campesina.

Rosenthal ya está en campaña, movilizándose por todo el país, especialmente en la costa norte, y se ha destacado por la oposición al gobierno liberal de Reina, criticándolo desde su periódico. Intenta salvarse así de la erosión de popularidad que los liberales han sufrido al no resolver la crisis económica, cada vez más aguda.

El Presidente Reina todavía no se ha decantado a favor de ninguno de los cuatro precandidatos liberales, Facussé, Rosenthal y otros dos de menor categoría. Probablemente no lo hará sino hasta el 1 de diciembre. Lo que está claro es que a Rosenthal no lo está apoyando.

Tres oleadas de huelgas

Si de los políticos se espera poco, de las organizaciones populares no se espera mucho más para la solución de los problemas nacionales que padecen las grandes mayorías empobrecidas.

Durante estos meses se han sucedido, una tras otra, las luchas de tres diversos sectores de trabajadores estatales, que incluyen a unos 70 mil trabajadores pertenecientes a las capas medias. Los primeros y hasta mediados de abril, fueron los 28 mil empleados públicos que integran el servicio civil. Después, los 40 mil maestros, que terminaron sus acciones de presión a finales de abril. En tercer lugar, los 1 mil 500 médicos del Seguro Social, no incluidos en el servicio civil, que consiguieron un alza salarial a mediados de mayo.

Han sido tres fuertes oleadas contra el Estado-patrono, representado especialmente por el Ministerio de Hacienda. Cuando la negociación ya estaba madura entró a jugar el mismo Presidente de la República.

Sólo alzas salariales

El único objetivo de estas tres luchas fue el alza de los salarios. Las negociaciones, en general, se cerraron con la aprobación de un aumento del 20%, que resulta poco si se lo compara con una inflación anual del 29%. Durante esos mismos días el Congreso aprobó la Ley de Equidad Tributaria e Incentivos al Empleo, que exoneró de impuestos las rentas netas gravables menores de 50 mil lempiras al año.

Con esta exoneración - antes de la ley, el techo era de 20 mil lempiras - se beneficiaron los que sobrepasaron ese techo, pero no los peor pagados, como los maestros de primaria. Un maestro de primaria, por ejemplo, ganaba 1,459 al mes y al recibir un aumento del 20% ganará 1.750 ($160). Así, el maestro de primaria no recibió prácticamente ningún beneficio de la exoneración, pues su salario anual es de alrededor de 21 mil.

El principal mecanismo de los trabajadores del Estado en estas luchas ha sido el paro en las instituciones públicas, especialmente en los hospitales y centros de salud y en las escuelas. Como el paro es ilegal dentro del servicio civil, hicieron "asambleas informativas". El sector magisterial, en cambio, preferenció el mecanismo de las manifestaciones por las calles de las principales cabeceras departamentales y ciudades, como Tegucigalpa y San Pedro Sula, llegando a penetrar en el palacio legislativo. No hubo ningún estallido de violencia en todo el conflicto.

Mejor organizados

Quedó patente cómo el sector salud dañaba directamente a los pobres, cuando los enfermos no atendidos debían regresarse a sus casas. La opinión pública censuró a los trabajadores de la salud, especialmente a los médicos, calificándolos como insensibles al dolor, acostumbrados a la muerte de los pacientes y ambiciosos de salario, ya que tienen frecuentemente dos plazas y dos sueldos.

Ha quedado claro cómo la clase media emergente, especialmente la de los empleados estatales, está mejor organizada que los pobres y ante la crisis logra un reajuste quitándolo a los pobres en términos de servicios (con los paros hospitalarios), de mengua del presupuesto social (se afirma que para aumentar el salario de los médicos el seguro usó la partida de maternidad y enfermedad) y de disminución de los impuestos (15 millones de lempiras). Las capas medias pelean por su tajada en el pastel de la riqueza nacional y al no poder quitarle a la clase dominante la creciente porción que se lleva, se la quitan a los de abajo.

El mínimo salario

Aunque un maestro de primaria recibe un salario bajo - 160 dólares - no se encuentra al mismo nivel que los pobres, que reciben el salario mínimo: 600 lempiras al mes ($54), casi tres veces menos. El salario mínimo fue definido el 1 de marzo por decreto ejecutivo para quitarle fuerza a la confrontación de los trabajadores con el capital. Las dirigencias de las organizaciones protestaron inmediatamente contra esa alza considerándola insuficiente y amenazaron con una huelga general, abogando por un reajuste general de los salarios, pero el gobierno las ha mantenido entretenidas. Las dirigencias muestran su debilidad al no enfrentarse directamente al capital, que debería ser su interlocutor, pues no es el Estado el último responsable en los salarios de los trabajadores de la empresa privada.

Luchas de los pobres

En contraste con la actividad reivindicativa de las capas medias que trabajan en el Estado, los trabajadores y campesinos independientes - los más golpeados por la crisis - han protagonizado pocas luchas. De ellas, hay algunas que tienen un carácter simbólico y han sido muy destacadas por los medios nacionales. La invasión a mediados de marzo en el norte del país de los campesinos de Guaymas en tierras regadas por la sangre de sus hermanos el año pasado. La cuarta peregrinación de los indígenas lencas a la capital para exigir el cumplimiento de las promesas del gobierno. Y la toma que los ex-campeños de la hacienda Tacamiche hicieron de la alcaldía de La Lima, cerca del aeropuerto internacional de San Pedro Sula, a mediados de mayo, para presionar por la construcción de sus viviendas.

Detrás de estos grupos en lucha hay organizaciones que son regionales (los lencas) o que son la expresión regional más combativa de una organización nacional estancada (Guaymas) o que son una alianza solidaria y temporal de muchas fuerzas que mantienen la lucha del grupo, conscientes de ser un símbolo sobre el que están puestos muchos ojos de la nación y del mundo (Tacamiche). Todos son grupos potencialmente peligrosos y el Estado les responde rápidamente para quitárselos de encima, promoviendo en ciertos casos la negociación con la empresa privada. El Estado funciona así como colchón protector de los privados, subvencionando incluso con sus fondos algunas necesidades de los que más le presionan, a costa de la mayoría del pueblo.

A diferencia de estos tres grupos, más combativos, más simbólicos, más nacionales - aunque locales - y más desinteresados por el dinero, en la mitad de mayo se produjo una huelga de los trabajadores de la Standard Fruit Co., que tiene sus cultivos de banano en el área alta del río alto Aguán. No se trataba de un grupo, sino de todo un sindicato (SUTRAFSCO). El paro afectó a La Ceiba, donde están los oficinas de la compañía, y también a Puerto Castilla, deteniendo no sólo el corte de la fruta sino el traslado de los contenedores y su embarque. Los sindicatos bananeros son poderosos y bastaría uno de ellos para encender la chispa de una huelga general. Pero su dinámica, semejante a la de los empleados estatales, centrada fundamental- mente en la demanda salarial, impide la solidaridad. El conflicto se solucionó después de cuatro días, dada la urgencia de la compañía gringa de detener sus pérdidas millonarias.

¿Y los campesinos?

También se han dado movimientos rurales menores, de los que se informa en las páginas interiores de los diarios, conducidos por campesinos que a mediados de marzo invadieron tierras de ganaderos en Ocotepeque y por trabajadores de la azucarera Yojoa en Río Lindo, Cortés.

Llama la atención las escasas tomas de tierras que protagonizan los campesinos en estos meses de preparación de la siembra y el debilitamiento de sus organizaciones. O el campesinado está buscando nuevas y espontáneas soluciones al problema agrario del país, como la emigración a la todavía existente frontera agrícola, la emigración a Estados Unidos, la siembra de estupefacientes (marihuana). O está siguiendo soluciones inducidas, como la agricultura sostenible o semejantes, fórmulas patrocinadas por las ONGs en el occidente del país - sólo en Gracias, departamento Lempira, funcionan 200 ONGs -. O está sufriendo resignadamente. El desalojo de Tacamiche en febrero parece haber surtido el efecto de "castigo ejemplar", comunicándole al campesinado el mensaje de que las tomas de tierras no van a ser soluciones existosas.

Si el muro con el que están chocando los campesinos los induce a aumentar la migración a las ciudades, deberían darse en las urbes estas invasiones de tierras. Pero no parece que éste sea el caso. Sólo se han registrado movimientos menores de este tipo, como la invasión a mediados de marzo - repetida por sexta vez - de los pobladores de Las Delicias en La Ceiba. O la manifestación en Tegucigalpa a mediados de abril por la legalización de los terrenos, y alguna otra.

También son escasas las movilizaciones contra el alto costo de la vida. Fuera de las marchas ritualizadas del Primero de Mayo, donde las dirigencias denunciaron al Estado por su política neoliberal con discursos estereotipados, apenas ha habido algún movimiento menor: la marcha de las cacerolas vacías organizada por el Comité de Protección al Consumidor de Honduras a mediados de marzo en Tegucigalpa y la protesta de una colonia de Tegucigalpa, Canaan, contra los cobros de la electricidad.

Pobres contra pobres

La gasolina sube, el transporte sube, el pan y los huevos suben... pero "el enemigo" que hace que los precios trepen permanece invisible y su fuerza es aparentemente imparable. Ante él la organización se muestra débil.

Frente a esta debilidad, es notable la agresividad que van demostrando las clases medias en lo que podríamos llamar luchas colectivas parecidas a las populares. Los hacendados locales de Ocotepeque se tomaron la carretera. Los productores de granos básicos organizados en PROGRANO amenazaron a mediados de abril con tomarse las carreteras del norte para que el gobierno les diera créditos y fertilizantes y no importara maíz. Y los caficultores de Santa Bárbara se tomaron la carretera de occidente a mediados de abril para demandar mayor atención del gobierno. Como en el caso de los empleados estatales, se trata de capas medias que se levantan contra el Estado o directamente contra los pobres.

La violencia entre los mismos pobres - especialmente en las ciudades -se correlaciona con la ausencia de sus luchas colectivas. Según la policía, en 1995 hubo 2 mil 185 homicidios. Al endurecerse o hacerse invisible el adversario común, se intensifica entre los pobres el conflicto de unos contra otros, se fomenta la opción de medios desesperados y se generaliza la actitud de desvalorización de la vida.

Si a este panorama se añade el ejemplo de violencia que dan las capas medias - relativamente exitosas en la apropiación de recursos por la vía "informal" -, el caldo de cultivo para la agresividad de las masas desposeídas se espesa: más robos, más tiros, más tragos, más droga... Todo un paquete cultural del bajo mundo de la pobreza.

Imprimir texto   

Enviar texto

Arriba
 
 
<< Nro. anterior   Nro. siguiente >>

En este mismo numero:

Nicaragua
¿Ya está rayado el cuadro?

Nicaragua
La piñata: algunas reflexiones

Nicaragua
Campesinos-finqueros: hay que contar con ellos

Guatemala
Caras ocultas del nuevo gobierno

Honduras
Clases medias: violentas y organizadas

Internacional
¿Ha cambiado la política de Estados Unidos?

Nicaragua
Noticias del mes
Envío Revista mensual de análisis de Nicaragua y Centroamérica
GüeGüe: Hospedaje y Desarrollo Web