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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 165 | Noviembre 1995

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México

Diálogo en medio de tormentas y sismos

No hay ni euforia ni ninguna prisa por alcanzar con el diálogo la reforma política que el país demanda. El contexto inmediato invita al realismo. O al marasmo. México sigue sacudido por un prolongado sismo político.

Raúl H. Mora Lomelí

Tierra, aire y agua golpearon duro a México en el mes de octubre. No menos fuertes fueron los temblores y los ciclones de la política, mientras la inseguridad económica seguía reduciendo el empleo y aumentando los precios de la canasta básica, a pesar o gracias a los pactos y nuevas alianzas para la recuperación, cuya única intención es privatizar lo poco que ya queda de nacional. El nuevo peso mexicano llegó a 7.40 por dólar en el convulso mes de octubre. A comienzos de noviembre, llegó a estar a ocho por uno.

Entre sismos, ciclones y marejadas

El lunes 9, a las 9.36 de la mañana, un sismo de 7.5 grados en la escala Richter sacudió los Estados de Colima, Jalisco, Michoacán, Nayarit, Guerrero, Oaxaca, Morelos, San Luis Potosí, Veracruz y el Distrito Federal. Lo más doloroso fue la muerte de al menos 50 personas en el derrumbe total del hotel Costa Real en el turístico puerto de Manzanillo, y en otro derrumbe casi total del hotel Casa Grande en Melaque. El poblado de Cihuatlán y otros cinco municipios perdieron un tercio de sus viviendas y construcciones. El sismo dejó no menos de 10 mil damnificados sólo en el Estado de Jalisco.

Segundos después del temblor, el mar se retiró unos 600 metros y después de unos minutos, convertido en gran marejada, se abatió sobre la población de La Manzanilla. No hubo mayores desgracias personales porque los habitantes, conocedores de las aguas, habían huido al cerro y permanecieron a la intemperie durante horas, contemplando cómo la inundación subía hasta casi dos metros por las calles. En los días y semanas siguientes y por todas partes se repitieron las sacudidas. De 6.1 grados en Colima y Jalisco el 12 de octubre. De 6.5 en el Estado de Chiapas, el día 20. La zozobra y el recuerdo de otras tragedias sísmicas mantienen en tensión a miles de mexicanos.

Mientras la tierra amenazaba en la zona del Pacífico, hacia el centro y el sur del país, los huracanes Opal y Roxana se encargaron durante la primera quincena del mes de provocar desastres semejantes desde el Golfo de México en los Estados del sureste: Yucatán, Campeche, Tabasco y Quintana Roo. Los daños suman más de 33 mil 500 millones de pesos. Los pescadores perdieron 500 embarcaciones, quedaron destruidas 225 mil hectáreas de tierra cultivable e intransitable el 60% de las carreteras y caminos. Los damnificados fueron 50 mil. Para que el noroeste no se sintiera olvidado, el ciclón Ismael hizo también su parte, aunque con menos gravedad, en el Estado de Sinaloa.

La solidaridad de otros mexicanos alivió algo las necesidades de las víctimas, pero en un grado menor de lo esperado y muy inferior a lo necesario. La crisis económica no permitía mayores apoyos. No poco resentimiento dejó el hecho de que el Presidente Ernesto Zedillo no acudiera a las zonas tan duramente golpeadas. No pudo retrasar ni unas horas sus conversaciones con el Presidente Clinton, iniciadas el 9 de octubre.

Como en otras ocasiones, sólo después del desastre se señaló que la corrupción de los constructores, con la connivencia de las autoridades, acentuó la desgracia: los hoteles y miles de viviendas no se habían levantado conforme a los requerimientos de ley. "Esto es por las pruebas nucleares de Francia", repite el pueblo, mientras el Presidente Jacques Chirac niega que sus ensayos puedan hacernos daño alguno y asegura que sólo le faltan otras siete explosiones.

Se inicia el Diálogo

El martes 24 de octubre se reinició el Diálogo Político Nacional, entre el Secretario de Gobierno Emilio Chauyffet, y los presidentes y representantes de los cuatro partidos políticos más importantes de México: PRI, PAN, PRD y PT. La reforma político electoral y el equilibrio entre los poderes y el nuevo federalismo son los temas centrales del diálogo, que busca superar el centralismo con que ha vivido el país bajo el mando del PRI por más de 65 años, pendiente del Presidente de turno al que, de hecho, se han subordinado siempre las Cámaras, el Poder Judicial y todos los Gobernadores Estatales y Alcaldes.

"La democracia no puede ser impuesta por un gobierno, por un partido o por una corriente ideológica", proclamó el Presidente Zedillo cuando estos cuatro partidos firmaron el 17 de enero el Compromiso para el Acuerdo Político Nacional con el entonces Secretario de Gobernación, Esteban Moctezuma. Pero aquel proyecto se resquebrajó el 8 de febrero, cuando el PAN propuso que se esperara hasta que se resolvieran los conflictos post electorales en Chiapas y Tabasco. El 26 de junio, el PRD se retiró de la mesa de conversaciones porque Ernesto Zedillo no quiso recibir a una comisión de ese partido. El 18 de junio, el PAN había hecho otro tanto, desconfiando de que el gobierno cumpliera sus compromisos. Este estancamiento y otros factores hicieron que Emilio Chauyffet sustituyera a Moctezuma el 3 de julio.

Después de estos contratiempos, se ha retomado ahora el diálogo con más de 150 propuestas "de consenso" se dijo y 10 puntos fundamentales con los que, unificados esta vez, el PAN y el PRD se proponen dar una batalla por la reforma electoral. Sin embargo, las declaraciones iniciales mostraron la diversidad de puntos de vista: "Refundar las instituciones, no demoler", dice Chauyffet. "Afirmamos la primacía de lo político sobre lo económico", sostiene el PAN. "Todas las reformas estarán sujetas a normas de consenso", postula el PRD. "La estabilización económica complica el proceso de transición democrática", puntualiza el PT. "Es hoy exigencia social aprovechar el acuerdo para lograr el tránsito hacia la reforma del Estado", urge el PRI.

No hay ninguna euforia ni al parecer ninguna prisa por alcanzar la necesaria reforma política. El contexto inmediato invita al realismo. O al marasmo. Cuatro acontecimientos concretos fundamentan una actitud de reserva frente a quienes piensen en un pronto éxito del diálogo: un conflicto universitario, una carta, una renuncia y lo que sigue significando Chiapas.

Conflicto en la UNAM

El rechazo, por parte de las autoridades de la Universidad Nacional Autónoma de México, de 152 mil aspirantes a bachillerato y licenciatura por falta de cupo, provocó primero una larga huelga de hambre estudiantil y después un temor generalizado a que estallara la violencia y la policía interviniera en el conflicto. Los partidos políticos y la sociedad seguían aún con mayor prevención los acontecimientos por la cercanía de un nuevo aniversario de la matanza de estudiantes en Tlatelolco el 2 de octubre de 1968.

No faltaron quienes creyeron que el Presidente Zedillo tomaría cartas en el asunto. Porque las autoridades de la Universidad presentaron una denuncia formal ante la Procuraduría de la capital al ocupar los estudiantes las instalaciones. Desde el 22 de septiembre los rechazados tomaron la Rectoría, de donde "una persona desconocida" les hizo llegar una caja con documentos que probaban un injustificado tráfico de influencias encaminado a admitir a alumnos que no habían presentado o aprobado el examen de admisión.

Dividido, el personal docente y de servicio se manifestó en contra de los alumnos, porque al tener ocupada la Rectoría les impedían cobrar su paga mensual, aunque de hecho no pocos cobraron en otras dependencias. Obligados, según algunos, dieron su firma para publicar un desplegado en los diarios de la capital en contra de los estudiantes rechazados. Todo indica que lo del "cupo" no depende del dinero, sino de la apuesta tecnológica por "los mejores" que caracteriza y exige el programa neoliberal.

El Rector de la UNAM, sin aceptar la pedida y ofrecida mediación de Cuauhtémoc Cárdenas, ex candidato a la Presidencia por el PRD, supo convencer a los alumnos para que se retiraran, con la promesa de buscarles acomodo en escuelas o universidades incorporadas a la UNAM con el 50 o 100% de becas. Con esta grave tensión comenzó el mes de los sismos y del diálogo.

Carta reveladora

El 3 de octubre, el diario Reforma publicó la carta que el Presidente Ernesto Zedillo escribió a Luis Donaldo Colosio el 19 de marzo de 1994, cuatro días antes de que el candidato presidencial del PRI fuera asesinado. Zedillo era desde hacía cuatro meses coordinador de la campaña de Colosio. En la carta supuestamente a título personal y privadamente Zedillo hace un balance de la primera gira que el candidato Colosio había hecho por el país.

Asumiendo que el levantamiento en armas del EZLN el 1 de enero de 1994 y el nombramiento de Manuel Camacho como Comisionado para la paz el 10 del mismo mes limitaban los "amplios grados de libertad que tuvimos en diciembre (93)", Zedillo le advierte a Colosio que "se está dando una influencia muy tenaz para desacreditar el valor de tus capacidades y de tu lealtad". En consecuencia, le recomienda una clara alianza política con el Presidente Carlos Salinas para que concluya con gran dignidad su mandato. Le alerta sobre Manuel Camacho, en quien muchos veían al candidato del PRI para la Presidencia. Debe tenerlo como un abierto opositor, que no debe ganar más puntos y que debe ser forzado a optar a candidato de algún partido de la oposición. Sobre el PRD, "fuerza que va al desorden", sugiere Zedillo que sea neutralizado. Finalmente, propone corregir la insuficiencia de recursos humanos y la falta de coordinación del equipo de campaña del PRI que, tal como va, acentúa el distanciamiento entre Salinas y Colosio y alienta las esperanzas de Camacho.

¿Quién mató a Colosio?

El 4 de octubre, el Presidente Zedillo, en carta dirigida al director del diario Reforma manifestó su más profunda inconformidad con la publicación de la carta, estrictamente privada. Según él, se había violado la ética del periodismo. Zedillo reprobó también las conjeturas hechas a partir de su carta sobre la autoría intelectual del asesinato de Colosio e insinuó que la carta debió haber sido sustraida dolosamente de los archivos de Colosio.

Alfonso Durazo durante seis años Secretario Particular de Colosio fue quien más abiertamente vio en la polémica carta de Zedillo una "prueba de la ruptura entre el Presidente (Salinas) y el candidato, base de la hipótesis de que la autoría intelectual (del asesinato) está en Salinas y Córdoba". Así lo declaró públicamente, aclarando que él había entregado, no a Reforma sino a la Fiscalía Especial del asesinato de Colosio, la carta que fue publicada más cinco cajas de documentos.

Los diputados del PRI y los demás miembros de la Comisión Legislativa que sigue el caso Colosio pidieron al Procurador General de la República que sean citados a declarar el ex Presidente Salinas y José Córdoba Montoya. Córdoba fue "el Richelieu" del gobierno de Salinas y su nombre es el que todos leen en la carta de Zedillo cuando menciona que hay "una influencia muy tenaz" por desacreditar a Colosio. El Procurador sin dar nombres ha afirmado que la Procuraduría General de la República y la Comisión que investiga el asesinato están convencidas de que el atentado no lo realizó un hombre en solitario sino que se trató de una acción concertada, insinuando que se estaría ya tras la pista del autor intelectual del crimen. La carta ha hecho público el contexto político en el que se produjo el asesinato de Colosio. Y su publicación es parte del contexto en el que se retoma ahora el diálogo político nacional: desconfianza mutua y confusión, especialmente dentro del PRI.

Renuncia Camacho

"Quizá la existencia de esta clase política sea una de las mejores herencias de la Revolución, en tanto que impide que nuestro sistema se transforme en un régimen tecnocrático, burocrático, militar". Así se expresó Manuel Camacho Solís en 1977, elogiando al PRI por la calidad de sus cuadros y desconociendo que ya entonces el país vivía los vicios por los que ahora, el 13 de octubre, rompió Camacho con el Partido que lo encumbró y al que sirvió durante 30 años. "No hay voluntad para hacer ni un cambio de régimen ni la reforma verdadera del PRI", argumentó Camacho en su carta de renuncia al PRI.

Rompe con el partido que, paso a paso, fue colocándolo en ruta directa a la Presidencia. En 1987 el Presidente Miguel de La Madrid lo nombró Secretario de Desarrollo Humano y Ecología. Luego, Secretario General del PRI, mientras Carlos Salinas estaba en su campaña electoral. Fue nombrado por Salinas Jefe del Departamento del Distrito Federal. Fiel a su patrón, en 1989 salió en su defensa cuando se le acusaba de haber abandonado los principios de la Revolución con sus programas económicos y sus propuestas de reformas a la Constitución. Como Regente de la capital de la República, intervino en grandes conflictos, con lo que se ganó aún más el apoyo de Salinas. Cuando Colosio contra lo esperado fue anunciado como candidato sucesor del Presidente, Camacho dolido pero fiel se disciplinó y aceptó sin rupturas el cargo de Secretario de Relaciones Exteriores. Parecía que su carrera terminaba, pero cobró mayor fuerza cuando el 10 de enero de 1994 fue nombrado Comisionado para la Paz y la Reconciliación en Chiapas. Tras el asesinato de Colosio y el fracaso de la primera ronda de conversaciones de paz con el EZLN, renunció a su puesto de Comisionado el 16 de junio de 1994, molesto y aludido con la pregunta que el día 12 de ese mismo mes lanzó el candidato Zedillo, entonces en plena campaña electoral: "¿Por qué fracasaron las negociaciones?"

La confrontación de Manuel Camacho con el Presidente Zedillo se hizo total con ocasión de la carta dirigida a Colosio que publicó el diario Reforma. El día 13 anunció simplemente: "Estoy fuera del PRI". La renuncia de Camacho ha avivado la sensación de que el Partido por tantas décadas en el poder se desgaja internamente. A partir de 1987 han roto con él Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Rodolfo Guevara, Demetrio Sodi, Federico Reyes Heroles hijo y muchos otros de sus cuadros.

Chiapas: siempre clave

El 22 de octubre concluyeron en Tuxtla Gutiérrez y en San Andrés Larráinzar, Chiapas, las mesas de negociación sobre cultura y derechos de los indígenas. Es el primer tema en el que, más allá de las formas y las condiciones del diálogo que han llenado meses , se asume un legítimo reclamo del EZLN. Los dialogantes de uno y otro bando mostraron cierta satisfacción.

Descontando el temblor sentido en Chiapas esos mismos días, tres acontecimientos hicieron difíciles y frágiles las conversaciones. En primer lugar, las elecciones que para Diputados y Alcaldes tuvieron lugar en Chiapas el 15 de octubre. Miembros del EZLN y de la CONAI con el obispo Samuel Ruiz a la cabeza advirtieron en vísperas de los comicios que no había condiciones para un sufragio sin enfrentamientos incluso armados en varios municipios. Miembros del EZLN recomendaron la abstención. El resultado dio el triunfo al PRI en 83 municipios, también en zonas en donde el triunfo del PRD parecía cierto.

Dos días después de las votaciones, el Subcomandante Marcos, por largo tiempo silencioso, reiteró lo que ya desde 1994 había dicho: no tienen los zapatistas confianza alguna en ningún partido y si existe otro camino, será el de la sociedad civil. Yendo más allá, Marcos valoró en esta ocasión el papel de los tres grandes partidos políticos. Sobre el PRI dijo que su derrota en Tuxtla Gutiérrez muestra su incapacidad de reformarse. Tomó distancia del PRD a pesar de que varias veces se ha entrevistado con su líder real, Cuauhtémoc Cárdenas señalando que los indígenas no se levantaron en armas para llevar a este partido al poder, sino para defender sus propios derechos. Y, sorpresivamente, afirmó que el PAN, ganador de sólo ocho alcaldías en el Estado de Chiapas, es la única fuerza de oposición que "puede ofrecer una alternativa de poder, no de país". Estas afirmaciones provocaron una fuerte polémica entre los dirigentes de los partidos y entre toda la ciudadanía. Y medios de comunicación que le han dado amplia cobertura al proceso chiapaneco, con simpatía por su causa y admiración por Marcos, buscaron tomar distancia: ¿cómo el PAN, tenido por Marcos como "la derecha fascista" en agosto pasado, puede ser "alternativa de poder"?

Germán: la chispa

Más grave que estas palabras resultó la noticia, hecha pública el día 23, de que el sábado anterior había sido encarcelado Fernando Yáñez Muñoz, declarado en febrero de este año como el Comandante Germán, jefe máximo del EZLN. Se le acusó de portar armas de uso exclusivo del ejército. La sospecha de que quienes lo detuvieron habrían colocado en su automóvil un fusil AK 47 y balas provocó una protesta generalizada. De ser en realidad Germán, Yáñez no podía ser detenido, en virtud de la ley de amnistía del 11 de marzo. El EZLN decretó de inmediato la "alerta roja" ante un previsible ataque del ejército, cada vez más numeroso y presente en Chiapas. Los miembros de las Comisiones de Mediación y de las Cámaras acudieron al Secretario de Gobernación para que se corrigiera la orden de detención contra Yáñez, porque con ella se ponía en riesgo todo el esfuerzo por la paz con justicia y respeto a los derechos indígenas. El Presidente Zedillo, que estaba durante el arresto en Nueva York en las celebraciones por el 50 aniversario de la ONU, guardó silencio sobre este tema a su regreso al país. La Procuraduría General de la República fue acusada de violar la ley y la seguridad civil y tras sólo cinco días de detención, Fernando Yáñez salió de la cárcel sin que se aclarara quién ordenó o permitió su detención.

La detención de Yáñez y las circunstancias en que ésta se produjo pueden interpretarse como una chispa provocada para hacer estallar con ella una desestabilización generalizada.

¿Favorecería esta provocación a zedillistas o a antizedillistas? Lo único claro es que fue una muestra más de las tormentas y sismos políticos que arrecian dentro del Partido. Y en contra de todo lo demás.

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