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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 261 | Diciembre 2003

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Nicaragua

Elección presidencial en el aire: lo que dejó la primera vuelta

Un NO rotundo al General Ríos Montt. Una disminución del abstencionismo que revela el rechazo de la gente al pasado militarista y autoritario y al pasado oligárquico. Y un Congreso pluralista, con fuerzas políticas dispersas. Son los tres resultados más notables de la primera vuelta electoral.

Juan Hernández Pico, SJ

El 9 de noviembre de 2003 el 80% de los votantes en Guatemala dijeron un rotundo NO al General Efraín Ríos Montt y por eso esa fecha ha pasado ya a la historia. Por los recuerdos del sangriento pasado del que fue institucionalmente responsable, por su implicación y responsabilidad en el actual gobierno corrupto, o por la repetición durante su campaña electoral, de su vacuo discurso moralista, el General fue desplazado de la escena política y quedará desde el próximo 14 de enero sin ninguna cobertura de inmunidad frente a los procesos que ya están iniciados contra él o que puedan iniciarse en el futuro. Es ése un resultado notable de la primera vuelta de las elecciones generales guatemaltecas.

AUNQUE RÍOS MONTT PERDIÓ...

Ante la derrota de Ríos Montt, no es posible olvidar, sin embargo, que casi uno de cada cinco votantes (19%) le dio su voto. Y que en el parlamento nacional, de 158 diputados, su partido, el FRG, tendrá 43, el 27%. Y que de 331 alcaldías, los candidatos del FRG habían conseguido hasta el último día de noviembre 118, casi el 36%. El poder del FRG se mantuvo mucho más a nivel local que a nivel nacional. Y en el nivel nacional, más en el Congreso que en la lucha por la Presidencia.

UNA ELECCIÓN INDECISA

La elección presidencial quedó en el aire. La Gran Alianza Nacional (GANA), con su candidato Oscar Berger, terminó la primera vuelta en primer lugar con un poco más del 34% de los votos válidos (más de 900 mil). Por Berger se inclinó casi uno de cada tres votantes. Berger ganó en la capital, en el departamento de Guatemala, en el oriente, en el norte con la excepción de Petén, y en parte del sur.

En segundo lugar quedó la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), con Alvaro Colom como candidato, que ganó poco más del 26% de los votos válidos (más de 700 mil). Un poco más de uno de cada cuatro votantes se inclinó por Colom. Colom ganó en parte del occidente y del sur.

Ríos Montt ganó dos departamentos de occidente, Quiché y Huehuetenango. No se puede afirmar que el mundo indígena maya se dividió parejamente, porque Colom y Ríos Montt se dividieron el occidente y Berger ganó las Verapaces en el norte.
Un 8% fue la diferencia entre las dos opciones presidenciales que quedaron en primero y en segundo lugar, una diferencia poco contundente. En la segunda vuelta, la elección quedó en las manos de ese 40% que votó por opciones políticas diferentes a las de Berger y Colom.

UN CONGRESO DISPERSO

La incertidumbre en la elección presidencial se reflejó también en el reparto del Congreso. En un Congreso de 158 representantes, la GANA de Berger obtuvo 47 diputaciones (29.74%). El FRG de Ríos Montt quedó en segundo lugar con 43 (27.21%). En tercer lugar la UNE de Colom con 32 (20.25%). Y en cuarto lugar, el PAN de López Rodas con 17 (10.76%).
Después, los partidos más pequeños. El PU de Fritz García Gallont (en realidad, de Alvaro Arzú) con 7 (4.43%). La ANN de Nineth Montenegro con 6 (3.80%). La UD de Rodolfo Páiz con 2 (1.26 %), la URNG de Rodrigo Asturias con 2 (1.26 %), la DCG de Jacobo Arbenz (en realidad, de Vinicio Cerezo) con 1 (0.63%), y el DIA de Eduardo Suger con 1 (0.63%).

Al contrario de lo sucedido en tres de los cuatro gobiernos anteriores de la “transición”, en éste no contará el nuevo Presidente con una mayoría absoluta o “aplanadora” en el Congreso. Con los resultados obtenidos, ningún partido
posee la mayoría absoluta en el Congreso (79 representantes) y mucho menos la mayoría cualificada para iniciativas de ley o para lograr impulsar reformas constitucionales (105 representantes).

OPCIONES PARTIDARIAS POCO DEFINIDAS

La Gran Alianza Nacional (GANA) de Berger es percibida generalizadamente como una agrupación de derecha, si bien su autodenominación intenta soslayar esa categoría y presentarse como una agrupación que apuesta por unificar a muchas fuerzas sociales. Dos de los tres partidos que la forman -todos ellos nuevos y sin tradición- han sido liderados por dos empresarios: el Reformador por Jorge Briz, miembro recurrente del CACIF; y el Partido Solidaridad Nacional por Ricardo Castillo Sinibaldi, miembro de prominentes familias industriales y constructor de un gran Parque de Diversiones para patrones y obreros sindicalizados. El tercer partido de la GANA es el Partido Patriota, liderado por el general en retiro Otto Pérez Molina. Con la percepción de derecha no concuerda mucho la candidatura vicepresidencial en la GANA de Eduardo Stein, ministro de relaciones exteriores con el gobierno panista de Alvaro Arzú y visto generalmente como un hombre de izquierda.

La Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), también partido nuevo y sin tradición, es una amalgama de gente proveniente de la izquierda, de grupos étnicos mayas y de profesionales con cierto renombre, a los que también se unió algún militar de fama proveniente de la comunidad de inteligencia. En la percepción general, la UNE está más al centro que la GANA. Ellos se autodenominan como de centro-izquierda. En la UNE también hay una disonancia: la candidatura vicepresidencial de Fernando Andrade Díaz Durán, ministro de relaciones exteriores con el gobierno militar de facto del general Oscar Mejía Víctores, relacionado siempre con el Ejército de Guatemala.

El FRG es percibido- y es- un partido autoritario de derecha que usa un lenguaje populista extremadamente demagógico, que ha dado cabida en puestos prominentes a no pocos representantes de las etnias mayas.

El PAN y el PU siguen estando a la derecha. Lo mismo que la UD y la actual DCG. En este espectro, sólo la ANN y la URNG son generalmente percibidos como de izquierda. Entre los dos tienen un 5% de representantes en el Congreso.

¿OPCIONES DIVERSAS
EN LA SEGUNDA VUELTA?

¿Existen realmente opciones diversas para la segunda vuelta de las elecciones? Es difícil definirlas en términos ideológicos. En términos de las percepciones generalizadas, existiría la opción entre una derecha empresarial e incluso oligárquica, representada por Oscar Berger, y un centro-izquierda socioétnico representado por Alvaro Colom. Pero esta “diversidad” saltará probablemente en pedazos en cuanto haya un nuevo Presidente electo.

En términos personales existiría la opción entre dos figuras públicas. Oscar Berger, finquero exitoso, dos veces alcalde de la capital -la segunda reelecto con muchos más votos en la capital que el mismo Presidente Arzú-, experto en la organización y dirección de agrupaciones municipales nacionales y regionales, candidato presidencial derrotado en 1999, fundamentalmente honrado, de inteligencia común, y con un atractivo basado en su simpatía y campechanidad. Ante él, Alvaro Colom, empresario creativo, funcionario público honrado y exitoso desde FONAPAZ y el viceministerio de Economía, vicedecano de economía en la Universidad Rafael Landívar de los jesuitas, aspirante a la Presidencia por la izquierda en 1999, de inteligencia chispeante, con un atractivo basado en su amplio conocimiento del país y en su cercanía a los pueblos mayas y a su cosmovisión.

Ambos candidatos están estigmatizados en algunos segmentos de la opinión pública: Oscar Berger como poco inteligente e inestable y Álvaro Colom como igualmente inestable y excesivamente pachanguero y, para alguna gente aún cerrada a la interculturalidad, como medio brujo.

LA DIFERENCIA ESTARÁ
EN LOS EQUIPOS DE GOBIERNO

Tal vez todos estos contrastes no sean suficientes para marcar opciones muy diferentes. Lo que verdaderamente puede hacer la diferencia es lo que por desgracia, no suele ser muy visible en las campañas presidenciales: la diferente calidad -si la hubiere- de los equipos que acompañarán ya en el gobierno a ambos candidatos y el diferente grado de confianza que inspiren sus trayectorias privadas y públicas. En cualquier gobierno tienen mucha importancia los equipos que rodean al líder como parte de su gobierno. En esta coyuntura la importancia de estos equipos parece ser mucho mayor. ¿Por qué? La dispersión de los grupos ya electos para el Congreso de la República no permite augurar negociaciones ágiles para sustentar en nuevas leyes los programas políticos de ninguno de los dos candidatos.

Si ganara Alvaro Colom, es previsible que la bancada de la GANA no se mantendrá unida por mucho tiempo y tendrá que negociar los votos de varios grupitos. El FRG, aunque ahora parece estar, sin anunciarlo, queriendo orientar a sus seguidores a votar por Alvaro Colom, una vez electo Colom, le presentará una oposición férrea para contribuir a su fracaso y preparar su vuelta al poder en 2008. Los diputados panistas, que ahora también se agrupan tras su directiva en la indicación pública de votar por Alvaro Colom, serán, una vez electo éste, tan difíciles de seducir como el FRG.



Peor aún se le presentarán las cosas a Oscar Berger si fuera electo. Tanto el FRG como el PAN tratarían de hacerle la vida imposible en el Congreso. Y, aunque en teoría una alianza de la GANA con la UNE no se podría descartar, dada la madurez política de no pocos de sus representantes electos al Congreso y del mismo Alvaro Colom, difícilmente sería tan estable y disciplinada esta alianza como para asegurar los 80 votos que entre estas dos fuerzas se lograrían y que representarían sólo un voto más que la mayoría absoluta, es decir, un frágil bloque.

Dada la probabilidad de representantes tránsfugas, siempre seguirían dependiendo de los votos de otras bancadas más pequeñas como el PU o la ANN. Lo que para cualquiera de ambos posibles Presidentes se presentaría casi inalcanzable, tanto o más de lo que lo fue incluso para las “aplanadoras” amarilla (panista) en 1996-2000 y azul (eferregista) en 2000-2004, sería el conseguir aglutinar mayorías cualificadas para proyectos de ley que las necesiten o para votar reformas constitucionales que luego se presenten a reféndum.



¿NUEVAS ALIANZAS CREATIVAS?

Ante este escenario, habría que pensar en modos creativos de tejer alianzas dentro del Congreso. Por ejemplo, tratando de trabajar esas alianzas entre las bancadas en forma mucho más transparente, disminuyendo el hábito del chantaje y del soborno. O logrando construir una presión popular de organizaciones de masas e instituciones cívicas que incidan sobre el Congreso y obliguen a sus miembros a reconsiderar posiciones intolerantes y posturas sistemáticamente bloqueadoras.

Lo que se hace evidente es que el próximo presidente no tendrá más remedio que pensar modos de gobernar al país sin depender excesivamente del Congreso, con las leyes ya existentes y en el espíritu de los Acuerdos de Paz como programa nacional orientador, tratando de convocar al pueblo de Guatemala a una auditoría social y política mucho más activa. En una palabra, tendrá que gobernar fortaleciendo al Estado y al Estado de derecho con una democracia más participativa y no únicamente representativa.

EL EQUIPO DE BERGER

Para este tipo de acción política más democrática resultará crucial el equipo con que cuenten los dos posibles Presidentes. En El Periódico del 2 de noviembre se hizo un esfuerzo importante por dar a conocer estos posibles equipos. En el caso de Berger, se habló en primer lugar de su esposa Wendy Widmann, percibida como inteligente y sensible a las realidades sociales del país. Se mencionó a Eduardo Stein, candidato a vicepresidente, experto en seguridad alimentaria y en relaciones exteriores, un hombre que durante la campaña, en lugar de arengar en mitines, ha estado escuchando a líderes de diversas poblaciones en todo el país para detectar necesidades, en vez de imaginarlas o de especular con ellas sobre los papeles de un programa salido de un escritorio.



También se habló de Miguel “Miki” Fernández, antiguo gerente general de Pantaleón, S.A. -uno de los complejos industriales, basado en el azúcar, más fuertes del país- y hoy empresario por su cuenta de la maquiladora Koramsa, la que con 13 mil obreras y obreros es la más importante de Centroamérica. Stein y Fernández fueron compañeros de estudios de Berger en la secundaria del Liceo Javier. Se mencionó también a Eduardo González, que dejó la presidencia del Banco del Café, fundado por su padre desde orígenes humildes, para entrar en la política y cedió a Berger la opción a disputar con Leonel López Rodas la candidatura del PAN. Cuando Berger la ganó abrumadoramente, González se convirtió en conductor de la campaña de Berger hacia la presidencia. Presente en el equipo de Berger está también Richard Aitkenhead, quien fue ministro de finanzas con los gobiernos de Serrano y de Ramiro de León Carpio; hoy es socio de Miguel Fernández en un centro de análisis y proyección política. Tienen un peso en el equipo de Berger los ya mencionados Briz y Sinibaldi.

Pero también ocupa un puesto en el equipo de Berger el general Otto Pérez Molina, quien dirigió el D-2 o Inteligencia del Ejército y fue uno de los últimos negociadores de los Acuerdos de Paz. Apartado del Ejército por el presidente Arzú, emprendió la fundación del Partido Patriota y sufrió varios atentados en su propia persona o en miembros de su familia, lo que llevó a ciertos analistas a preguntarse sobre su posible implicación en la trama de “los poderes ocultos”.

EL EQUIPO DE COLOM

En el caso de Alvaro Colom, se habló también en primer lugar de su esposa, Sandra Torres, empresaria de maquila, al parecer dotada de notables cualidades organizativas. Se mencionó a Fernando Andrade Díaz Durán, de quien Colom ha afirmado que ha sido quien ha conseguido hasta el 10% del financiamiento de la UNE, hombre capaz, con gran experiencia en relaciones exteriores y con dominio de la realpolitik. También se habló de Rolando Morales, ex-militante de la ORPA y antiguo secretario político del partido Desarrollo Integral Auténtico (DIA). Cuando el DIA fue a las elecciones de 1999 en alianza con la ANN -dentro de la alianza estaba entonces la URNG-, Morales llegó a hacerse muy amigo con el entonces candidato de la alianza, Colom, hasta el punto de ser hoy uno de los integrantes de su círculo más cercano y su apoyo para el diseño de la reforma del Estado.

Se habló de Fernando Luna, empresario propietario de una distribuidora de licores, reconocido por su capacidad para levantar fondos y para promover proyectos en cabildeo. Sin anterior experiencia política, se unió al proyecto de Colom hace un año. Otro de los citados es Fernando Monroy, empresario de pisos de cerámica, con dotes financieras, actual secretario general adjunto de la UNE. Su llegada a la política data también de fecha reciente y coincide con su incorporación hace dos años a la UNE. Aparece en la lista Hugo Peña, publicista que coordinó la estrategia televisiva en la campaña electoral de 1999 del entonces candidato Portillo, y luego la estrategia para apoderarse del PAN de Leonel López Rodas. Peña parece tener también una fuerte influencia en la actual campaña de Colom. Como columna y apoyo espiritual de Colom aparece el sacerdote maya Cirilo Pérez Oxjal, quien lo introdujo en la cosmovisión maya y en el proceso de llegar a convertirse él mismo en sacerdote maya.

Pero en las filas de la UNE se encuentra también el coronel en retiro Mario Mérida, también antiguo director del D-2, la Inteligencia del Ejército, quien no ha logrado obtener la diputación a la que aspiró.

“DESTAPAR” LOS EQUIPOS

La excepcional importancia del equipo que acompaña en sus candidaturas a Berger y a Colom la han recalcado ellos mismos cuando hablan de debates entre estos mismos equipos en la campaña hacia la segunda vuelta. Así las cosas, es necesario que los candidatos se atrevan a dar un paso audaz: nombrar ya a algunos de los principales miembros de su futuro gabinete de gobierno, “destapar los gallos tapados”. Anunciar, por ejemplo, a las personas que ocuparían el liderazgo en temas sociales, fiscalidad y otros asuntos económicos, seguridad interna, y comercio exterior.

Entonces, el electorado podría darse cuenta si la intención de los candidatos presidenciales es presidir un “gobierno político”, en el que se le den los “huesos” habituales a miembros prominentes de sus partidos e incluso a representantes en el Congreso -burlando así la voluntad popular que los eligió para el Congreso y no para el Ejecutivo- o si van a presidir un gobierno de unidad nacional que reúna a las personas más competentes en cada ramo sin importar a qué partido pertenecen o aun si no pertenecen a ninguno. Así mostrarían los candidatos si buscan ante todo la competencia o si se van a contentar con la habilidad política aunque vaya acompañada de esa incompetencia que es la madre de todas las corrupciones.

DISMINUYÓ EL ABSTENCIONISMO

Los resultados de la primera vuelta electoral han mostrado varias situaciones novedosas en Guatemala. La primera concierne a la asistencia a las urnas. Optaron a la ciudadanía electoral empadronándose 5 millones 73 mil 290 personas. De ellas, casi 3 millones (2.937,636) fueron a las urnas, casi el 58%. Se abstuvieron muy poco más del 42% (2.135,654). Se trata de la asistencia mayor y del abstencionismo menor desde 1985, año de la primera elección presidencial en la transición de los regímenes militares de facto a los gobierno civiles de iure. En aquella primera elección de la transición la asistencia a las urnas alcanzó el 69% y el abstencionismo sólo el 31%. Desde entonces las cosas fueron empeorando durante dos elecciones (1990 y 1995) para mejorar en 1999. Ahora, el llamado al voto consciente que hicieron la oposición partidaria, las organizaciones de la sociedad civil, y entre ellas la Conferencia Episcopal de Guatemala, y la misma convicción popular de lo que estaba en juego, logró cuatro puntos porcentuales más de asistencia en 2003.

El abstencionismo lleva aún la marca de la decepción política. Es evidente que en Guatemala no se ha logrado superar aún el enorme desaliento y la frustración con la democracia que dejó la presidencia de Vinicio Cerezo (1986-1991), cargada de promesas no cumplidas, mientras crecía la convicción de que el poder seguía estando a la sombra del Ejército y de la gran corrupción. Hasta entonces, la Democracia Cristiana Guatemalteca había encarnado -sobre todo para la población rural e indígena- una gran esperanza. Esta población no se ha repuesto aún del golpe sufrido con la frustración de su esperanza. Después, en 1995 el electorado guatemalteco vuelve a reflejar su desconfianza en una democracia en la que aún son posibles intentos de golpe de Estado como el protagonizado por Serrano. De 1985 a 1995 la participación electoral decae 27 puntos porcentuales. El presidente Portillo, con su elocuencia articulada, fogosa y llena de confrontación con la oligarquía, logró un ascenso de doce puntos porcentuales en la asistencia a las urnas. Ahora, el rápido final de la corta luna de miel de la que pudo gozar Portillo, la cólera contra la corrupción en numerosas instituciones gubernamentales -incluido el Congreso dominado por el FRG-, el temor al autoritarismo del general Ríos Montt, y también por el otro lado, el temor de quienes se han sentido favorecidos por el FRG y ven que esto podría desaparecer en un gobierno inclinado hacia el gran capital guatemalteco, han confluido para elevar la participación electoral. La gente no quiere regresar al pasado: ni al pasado militarista o autoritario paternalista ni tampoco al pasado oligárquico.

EL PESO DE LOS MUNICIPIOS

Camino hacia la segunda vuelta (28 de diciembre), Alvaro Colom intentó reforzar sus posibilidades en el occidente maya y aumentarlas en la capital. Fundándose en su experiencia como alcalde de Guatemala y como presidente de la Asociación de Municipalidades, Oscar Berger apostó a la estrategia de alcanzar directamente a los alcaldes electos pasando por encima de militancias y lealtades de partido. Aunque el FRG fue el partido que consiguió mayor número de alcaldías en todo el país, no tuvo mucho éxito en ninguno de los grandes municipios (Guatemala, Mixco, Villanueva, Cobán, San Pedro Carchá, Quetzaltenango, Escuintla, etc.). El FRG sólo consiguió el triunfo en tres cabeceras departamentales (Santa Cruz del Quiché, San Miguel Totonicapán y Jalapa).

En la capital ganó el PU, con el ex-presidente Alvaro Arzú, quien no apoya a Berger abiertamente, aunque tampoco Berger necesita de su apoyo en la capital. En cambio, el alcalde electo de Mixco, el segundo municipio más poblado del país, del PAN, se pasó al campo de Berger, y lo mismo hizo el alcalde electo del PAN en Quetzaltenango, con toda la dirigencia del partido en esa ciudad.

La GANA ganó la alcaldía en siete cabeceras departamentales (Chimaltenango, Cuilapa, San Marcos, Salamá, Cobán, Flores y Chiquimula). El PAN ganó la alcaldía en seis cabeceras departamentales (Antigua, Guastatoya, Quetzaltenango, Retalhulehu, Puerto Barrios y Jutiapa). La UNE ganó sólo en Escuintla. La UD ganó en Huehuetenango. Tres cabeceras departamentales fueron ganadas por Comités Cívicos (Sololá, Mazatenango y Zacapa).

¿CÓMO EXPLICAR ALGUNOS TRIUNFOS DEL FRG?

En las elecciones municipales se dieron algunos resultados sorprendentes. A pesar de la barrida del FRG en Quiché, fue la UNE quien ganó San Bartolomé Jocotenango, ejemplo paradigmático, estudiado por AVANCSO, de la perpetuación del poder de los comisionados militares y de las Patrullas de Autodefensa Civil. Dos de las ocho alcaldías ganadas por la URNG están también ubicadas en Quiché, entre ellas la de Ixcán, donde el alcalde fue reelecto, no obstante los desmanes provocados miembros de la oposición para impedirlo.

Gran ironía hubo en el hecho de que los tres municipios de Chiquimula, Camotán, Jocotán y Olopa -publicitados por la prensa como lugares de hambruna y sobre los que se volcó con ayuda la empresa privada- fueron ganados
por el FRG.

Por demás impresionante resultó que, a pesar del apedreamiento que sufrió en Rabinal el General Ríos Montt durante su mitin de campaña a manos de los sobrevivientes de las masacres que inhumaban a las víctimas, el FRG ganó esa alcaldía. Impresionante también que Ríos Montt sólo ganó en dos departamentos, Quiché y Huehuetenango, donde sucedieron algunas de las más horrendas masacres del Ejército. ¿Cómo explicarlo? El mayor trabajo del FRG en esos lugares, el peso de la división étnica forzada por la introducción de las Patrullas de Autodefensa Civil, el miedo que hizo que en esos dos departamentos el abstencionismo fuera bastante mayor que el promedio del país. Todo ello condujo a estos resultados que, sin embargo, han de ser investigados más a fondo para encontrar sus claves determinantes. Contrasta el hecho de que en el vecino Totonicapán, baluarte aparente del gobierno durante estos cuatro años y espacio donde Ríos Montt inició su campaña electoral, el General fue derrotado, a pesar de que dos de las cuatro diputaciones y cinco de las ocho alcaldías fueron ganadas por el FRG.

LA PRIMERA ENCUESTA POST-ELECTORAL

El 28 de noviembre se publicó la primera encuesta de Vox Latina. Según ella, si en ese momento se llevara a cabo la elección presidencial, la ganaría Oscar Berger con el 58.6% de los votos válidos. Colom lograría el 41.4%. Berger aventajó a Colom en todos los parámetros por los cuales la encuesta intentó medir las expectativas de buen gobierno del electorado. Un 16.3% de las personas consultadas afirmó que aún podría cambiar su voto antes del 28 de diciembre.

Un mes después de la primera vuelta electoral del 9 de noviembre el panorama parecía estar más definido que al día siguiente de esa jornada. Sin embargo, quedan aún en el aire muchos hilos importantes para adivinar cómo se articulará la trama del futuro.

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