Envío Digital
 
Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 243 | Junio 2002

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Nicaragua

El tiempo digital en la cultura nacional: subdesarrollo.com.ni

¿Somos los seres humanos más humanos gracias a las nuevas tecnologías? ¿Y cómo vivimos los nicaragüenses, propensos a vagar y a divagar, en el tiempo digital, en esta hora en que la revolución no está en la política sino en la comunicación?

José Luis Rocha

Internet llegó a Nicaragua a finales de los 80. Los primeros cibernautas fueron los funcionarios estatales de TELCOR
-Telecomunicaciones y Correos, la empresa estatal de telecomunicaciones. Las primeras computadoras-enormes aparatos que funcionaban a base de una serie de tarjetas perforadas- habían llegado al país a fines de los 60. Desde entonces se han realizado visibles progresos para introducirnos a la Galaxia Digital.


Proveedores, host y dominios: cifras mínimas

La historia de la informática en Nicaragua tiene su página rosa y su leyenda negra, en ocasiones teñidas ambas por los avatares de la política nacional. FASTEX fue la primera empresa que distribuyó masivamente en Nicaragua computadoras, cuando muchas instituciones y profesionales empezaron a adquirirlas frenéticamente so pena de quedar rezagados si no se "posicionaban" en la corriente del vendaval desatado por la era cibernética. La empresa operó a principios de los 90 y pronto fue parcialmente absorbida por MERINCO, compañía actualmente en crisis porque su principal cliente -el Estado de Nicaragua- compra ahora a otros distribuidores. También en crisis porque resiente el embargo judicial que pesa sobre los bienes del encarcelado Byron Jerez, uno de sus accionistas más poderosos, a quien Daniel Ortega, quizás por afinidad moral o nexo más que virtual, calificó de prominente ciudadano a escasas semanas de que dicho embargo le fuera aplicado.

Después de las computadoras llegó Internet. El pionero en la prestación de este servicio fue Telematix. Actualmente, los principales proveedores del servicio de navegación por el ciberespacio en Nicaragua son IBW, Cablenet, Ideay, Telematix, Nicarao, Alianza, IFX, Datatex, Teranet, GBNet, Netport, Interlink, Güegüe y Alfanumeric. Estos proveedores son los que tienen la conexión satelital y vinculan a los servidores nacionales con todos los eslabones de la gran red planetaria. En Nicaragua existen 18 proveedores. En un rango menor de la jerarquía digital se ubican los host, servidores que pueden tener conectados a muchos usuarios, dependiendo de su capacidad. Son los anfitriones de los cibernautas. En Nicaragua hay 2.76 host por cada 10 mil habitantes y apenas 19.1 usuarios por cada host. Un escalón más abajo se sitúan los dominios. Tener un dominio es tener una identificación en la red. Con el dominio se adquiere la ciudadanía virtual. Un dominio es, por ejemplo, www.ns.uca.edu.ni, donde se alojan varias páginas web. Hay 1,756 dominios en Nicaragua, 69 de los cuales pertenecen a organizaciones gubernamentales. Muchos de estos dominios no funcionan, según un estudio de la Universidad de Harvard.


¿Cuántos acceden a Internet? ¿Cuánto se socializa la conexión a la Red?

Aunque para muchos el acceso a Internet ya forma parte irrenunciable de su fenotipo extendido, también el acceso o no acceso a la red se ha convertido en un indicador del grado de desarrollo, al sumarse a las formas de inclusión o de exclusión. En 1999 el Informe de la ONU sobre Desarrollo Humano señalaba que el 20% más pudiente de la población mundial controlaba el 93% de los accesos a Internet. El 80% de la población mundial no tenía acceso a las nuevas tecnologías de la información. Y aunque uno de los efectos más significativos de estas tecnologías puede ser la planetarización del conocimiento, no viene dado esto de forma automática con el despliegue de la tecnología. En el mundo globalizado, por cada persona con acceso a Internet hay cinco personas que no pueden leer ni escribir.

En el año 2000 y de acuerdo a las estimaciones de la Central de Inteligencia Americana (CIA) disponibles en Internet, unos 20 mil nicaragüenses estaban conectados a Internet. Dos investigadores de la Universidad de Harvard -Tariq Mohammed y Carlos Osorio- calcularon en el 2001 que Nicaragua no llegaba a ocho computadoras por cada mil habitantes, sólo el 2.62% de ellas conectadas a Internet. También calcularon un total de cuatro usuarios de Internet por cada mil habitantes, cifra que coincide con las estadísticas de la CIA. Basándonos en el número de suscriptores que en el 2001 tenían los 18 proveedores, contamos con 25 mil conexiones, lo que significaría un 0.5% del total de la población nicaragüense. El cálculo que hacen los proveedores puede no ser muy preciso, porque algunos de ellos asumen a cada host como un cliente y los host prestan su servicio a varios usuarios.

Aún así, con aproximadamente 26 mil 538 computadoras conectadas a los host, se podría suponer que la cobertura de Internet no llega más allá del 0.53% de los nicaragüenses. Probablemente, éste sólo es el dato de computadoras conectadas a Internet y, sin duda, no es el número de los internautas nacionales. Entre los muy esporádicos y los ocasionales usuarios, entre quienes comparten esta tecnología con amigos o familiares y contando a quienes acuden a los cibercafés y otros establecimientos que comercializan el servicio, el número debe multiplicarse considerablemente. Sin duda, los estudiantes universitarios disparan esta cifra. Sólo la Universidad Centroamericana tiene más de 5 mil alumnos, y todos ellos tienen acceso regular a Internet, con varias visitas mensuales a la red electrónica, siempre y cuando paguen la tarifa establecida. Obtener un número aproximado de usuarios reales implicaría multiplicar el número de conexiones a Internet por un factor hasta ahora desconocido: el promedio de socialización de esas conexiones.

Obviando la evidente modestia de los cálculos anteriores, podemos utilizarlos para efectos comparativos y confrontar a los 20 mil usuarios que Nicaragua tenía en el año 2000 con los datos que la misma fuente, con idéntica forma de cálculo, proporciona en relación a otras naciones. Excepto en el caso de Cuba -donde Internet está bajo control estatal- los datos poblacionales del cuadro de la página siguiente fueron tomados del Informe sobre el desarrollo mundial 2000/2001 del Banco Mundial. Las cifras sobre usuarios de Internet son las que facilita The World Factbook 2001, el manual geográfico más completo editado por el gobierno de Estados Unidos y gentilmente puesto a nuestra disposición en Internet.


Enchufados, desenchufados, subenchufados y en vías de enchufe

Las significativas diferencias entre nuestros países ponen de relieve una novedosísima faceta del subdesarrollo. Ya se habla de los ciudadanos enchufados y de los desenchufados. También se podría hablar de los países enchufados, de los medio enchufar y de los subenchufados. Otros dirán "en vías de enchufe". También se habla, en consencuencia, de la brecha entre "infopobres" e "inforricos" Para estos eventos sobran los comentaristas y las parodias. En el cuadro se puede apreciar que sólo Honduras se encuentra menos enchufada que Nicaragua y que nuestra vecina inmediata, Costa Rica, está nueve veces más enchufada que nosotros. Además de la situación en lo que se refiere al número de usuarios, otro indicador del grado de enchufamiento es el número de dominios, determinante para conocer de la existencia digital de gremios, partidos políticos, empresas, organismos gubernamentales y no gubernamentales, instituciones académicas, etc.

En su muy complexivo informe al Club de Roma sobre el impacto de la revolución informática, posteriormente publicado como libro con el título La red, el periodista español Juan Luis Cebrián comenta que las potencialidades democratizadoras de Internet se ven minadas por las muchas facetas de exclusión de ese instrumento, puestas de manifiesto por el hecho de que más de la mitad de las computadoras conectadas al sistema se encuentran en hogares norteamericanos, más de la mitad de la población del mundo no ha usado jamás un teléfono y las líneas instaladas en todo el África negra son menos de las que existen en la ciudad de Tokio.

El teléfono es el culpable

Hay límites para la infraestructura que hace posible Internet y los seguirá habiendo mientras esa tecnología dependa de las líneas telefónicas o de otras redes de baja cobertura. No obstante el bombardeo publicitario en torno a la universalidad del boom de Internet, ¿quién creería que en Estados Unidos existen cerca de seis millones de personas que no tienen teléfono? Nicaragua padece aún más los límites debido al insuficiente tendido de la infraestructura telefónica. De acuerdo a los datos que el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC) dio a conocer en su informe de septiembre 2001, en 1998 existían en Nicaragua 141 mil 233 líneas telefónicas, lo que arroja una densidad de 29.4 líneas por cada mil habitantes.

Esta cifra promedio -como tantas otras- oculta enormes desigualdades. La llamada Región III, el departamento de Managua, tiene una densidad de 71.24 líneas. En el otro extremo se ubica la siempre olvidada Costa Atlántica con 5.36. Pese al más que notable crecimiento del tendido telefónico nacional -en 1998 se incrementó el 32% con respecto a 1995 y el 67% con respecto a 1990-, si consideramos una densidad promedio de seis habitantes por vivienda, la cobertura telefónica en Nicaragua únicamente estaría llegando al 18% de los hogares. Además, este cálculo asume que todas las líneas telefónicas están instaladas en viviendas particulares y que ninguna vivienda tiene más de una línea. Y esto no es así.Un elevado porcentaje de las líneas telefónicas lo absorben instituciones públicas y también privadas y existe concentración de líneas en algunos usuarios de alto nivel económico.Es consistente, pues, sostener que la cobertura es aún menor. Existe así un límite material al avance de Internet, que como tantos otros atractivos de la modernidad se constituye en incentivo adicional de la migración hacia las ciudades, mejor dotadas de servicios telefónicos y concentradoras del acceso a la mágica red digital.



Límites materiales, límites educativos

El límite material, el que impone la actual infraestructura básica para las operaciones de Internet, no es superior al límite que podríamos llamar cognitivo. Es evidente que el nivel educativo es determinante del provecho que se puede sacar de esta herramienta tecnológica. ¿Qué provecho puede sacar de Internet el gobierno en un país donde según el BID casi el 9% de los empleados municipales son analfabetos? Un país al que algunos le calculan no menos del 60% de analfabetismo funcional está pésimamente "posicionado" para explotar tan sólo una fracción razonable de las potencialidades de Internet. Incluso para muchos usuarios habituales de Internet, las computadores son apenas poco más que máquinas de escribir un poco más sofisticadas. La mayoría maneja sólo el procesador de palabras, del que aprovecha a lo sumo el 10% de sus virtudes. Si incluso en los países muy desarrollados se aprecian claramente las limitaciones del talante democratizador de Internet, en un país como Nicaragua resulta más que evidente su tendencia a agudizar las desigualdades estructurales y a mostrar las debilidades de nuestra superestructura.

Internet es un instrumento de comunicación, también una herramienta para hacer negocios, exportar imágenes, ideas, procesar conocimiento, entretener el tiempo libre, estudiar, investigar, establecer vínculos comerciales. Sin embargo, para el equipaje cultural nicaragüense, Internet es todavía un objeto más bien decorativo. Se parece a esas industrias que funcionan muy por debajo de su capacidad instalada. Un hecho notable a este respecto es que en Nicaragua las cibercompras han ido incrementando su peso y su eficiencia, aunque en éste, como en todos los otros campos que ofrece la red, corren con ventaja los ya establecidos, los que ya tienen la infraestructura y los activos intangibles, las marcas que venden.


El sello cultural es estadounidense: en la Red se habla en inglés

Existen proyectos de los organismos multilaterales orientados a difundir el uso de Internet entre los países subdesarrollados. Se estima que las particularidades culturales pueden aportar elementos positivos a esta tecnología. Algunos calculan, por ejemplo, que el hecho de que la cultura en África se orienta a actividades que se realizan en común, a tareas colectivas, tendrá un efecto multiplicador sobre el empleo comunitario de las nuevas tecnologías, mientras que para la mayor parte de los usuarios del resto del globo la navegación digital es todo lo contrario: una labor en solitario. Esta expectativa sobre las particularidades culturales no borra el hecho más contundente: Internet es una herramienta con un sello cultural estadounidense. La Galaxia Digital no es ajena a su origen.

De acuerdo a los estudios de Altavista, uno de los buscadores de Internet, el inglés ocupa el 89% de la web. El alemán o el francés no llegan al 3% cada uno, y el español está aún menos presente. La era digital entroniza el idioma inglés. Su carácter, cada vez más universal recibió un espaldarazo definitivo desde el reino de la computación. Surgen y se universalizan términos que para todos los internautas son familiares y que no entenderían mejor si estuvieran escritos en otra lengua, incluida la materna, en caso de que ésta no fuera el inglés: file, cpu, pc, bites, www (World Wide Web), web site, chips, software, hardware, email, zoom, zip, bookmarks, attachment, forward, messenger, on line, inbox, sign in, sign out, host... Muchos hispanoparlantes ignoran y seguirán ignorando por el resto de sus vidas el significado de adjuntar y lo que es un anexo, pero desde temprana edad serán consumados virtuosos del arte de enviar attachments. Internet también ha generado una cohorte de verbos hispanizados: cliquear, chatear, sorfear, atachar, forwardear... son algunos de los que desfilan ya por nuestra lengua, y muchos otros hacen cola esperando la venia de la Real Academia de la Lengua Española. Algo semejante, pero de menores consecuencias culturales ocurrió en su momento en Nicaragua con el béisbol.


De la Galaxia Gutemberg a la Galaxia Digital

Lo cierto es que nuestra gradual, a veces abrupta, inmersión en la Galaxia Digital comporta unos cambios bastante más significativos que la adopción de unos cuantos términos. El mundo de la letra impresa, la Galaxia Gutemberg, rompió el monopolio de la información que tenían eclesiásticos y nobles y democratizó el saber, multiplicó los libros y bibliotecas, abarató sus costos, preparó el camino para el reto a la tradición que supuso la Ilustración con su atrévete a pensar y posibilitó otras jerarquías. Ahora, la revolución de la informática pone aún más la información en la palestra y, según algunos, amenaza con borrar las jerarquías. Nos introduce en otra realidad, la realidad virtual, que, según Juan Luis Cebrián, es la que se encuentra fuera de nuestra realidad vigente: No es que no exista, y tampoco existe sólo porque la imaginemos, sino que integra a la vez el mundo de la imaginación con el real, eliminando entre ambos las distancias físicas y aun las temporales, ya que transporta la información a la velocidad de la luz.

Las más actualizadas versiones de la biografía de la informática quedan pronto obsoletas. La "ley de Moore" postula la rápida multiplicación de los rendimientos de los microchips, lo que a su vez propicia un acelerado declive de los costos y precios. El precio medio de un circuito integrado cayó de 50 dólares en 1962 a sólo un dólar en 1971. Los más significativos peldaños que, según el sociólogo catalán Manuel Castells, nos condujeron a un nuevo paradigma socio-técnico, se recorrieron durante la Segunda Guerra Mundial y el período subsiguiente con el ensamblaje de la primera computadora programable y el transistor, fuente de la microelectrónica y núcleo de la Revolución de la tecnología de la información en el siglo XX. Pero no fue sino hasta en la década de los 60 que se pudo difundir esta tecnología, una vez que confluyeron sinergéticamente los avances de tres campos tecnológicos estrechamente relacionados: la microelectrónica, las computadoras y las telecomunicaciones. En la actualidad, las universidades que no incluyen carreras de ingeniería en computación, al menos ofrecen breves cursos de capacitación en determinado software. La lectura del genoma humano es sólo una de las aplicaciones de la informática, tal vez la más justamente aclamada. Operaciones que antes hubieran tomado milenios se realizan ahora en segundos.


La Generación de la Red: curiosa, innovadora, adaptable

Un escritor me repite a diario: No abandonaré mi Underwood; ésa no me falla. Mientras los mayores siguen evadiendo o enfrentándose con renuencia y temores a las nuevas tecnologías, los jóvenes se mueven al compás de los impulsos electrónicos y en ningún sitio se sienten mejor que en un charco de bites. En la Galaxia Digital, la Net Generation es joven. Jóvenes han sido sus creadores y jóvenes son sus principales consumidores. La primera computadora comercializada con éxito, la Apple I, fue construida en el garaje de las casas paternas de Steve Wozniak y Steve Jobs, dos jóvenes que habían abandonado sus estudios. En 1976 lanzaron al mercado la Apple Computers, con apenas tres socios y 91 mil dólares como capital. En 1992 habían alcanzado los 583 millones en ventas. Más aplastante fue el éxito de otros dos jóvenes, Bill Gates y Paul Allen, quienes tras haber abandonado sus estudios en Harvard y lograr avances que mejoraron sustancialmente las posibilidades de los microprocesadores existentes, fundaron Microsoft, ese gigante del software que extendió su imperio del sistema operativo al mercado de las computadoras en su conjunto.

Muchos jóvenes emprendedores consideran que el acercamiento a la informática de las generaciones que los preceden no pasa de unos retoques cosméticos: usan la computadora como una supermáquina de escribir, explotando al mínimo las potencialidades del software. Se espera un mayor dinamismo de la asimilación profunda que harán las generaciones jóvenes. Estas predicciones han generado un optimismo que comparte Don Tapscott, Presidente de la Alianza para las Tecnologías Convergentes y una autoridad mundial en el tema del impacto de los medios digitales en las empresas y en la sociedad. Tapscott anuncia que la mentalidad de la Generación de la Red transformará la naturaleza de la empresa y la forma de crear riqueza, a medida que su cultura se convierta en cultura de trabajo: La mentalidad de la Generación de la Red es la ideal para la creación de riqueza en la nueva economía. Esta generación es excepcionalmente curiosa, independiente, desafiante, inteligente, motivada, capaz de adaptarse, con gran amor propio, y tiene una orientación global. Les encanta colaborar y muchos consideran el concepto de jefe como algo estrafalario. Su primer punto de referencia es la red. Se ven impulsados a innovar y tienen una idea de la inmediatez que exige resultados rápidos.


¿Cibernautas o pandilleros?

Sin renunciar enteramente a esta positiva caracterización de la Generación de la Red, cabe ponerla entre signos de interrogación frente a la realidad de cientos de miles de jóvenes europeos desempleados que viven del subsidio del paro, en un letargo laboral que embota muchas de sus iniciativas. En Nicaragua la situación es aún más dramática. La mayor parte de la población nicaragüense es joven. Más del 65% es menor de 25 años y entre los 13-24 años se ubica el 25% del total, según el último censo nacional realizado en 1995. Los jóvenes, candidatos a ser los más audaces cibernautas, son los más afectados en Nicaragua por el desempleo. La motivación, independencia, curiosidad, amor propio y colaboración que, según Tapscott, caracterizan a esta generación no están siendo canalizadas hacia la navegación en Internet sino hacia la violencia en las pandillas.

¿Qué ocurrirá en un país donde los jóvenes son los más afectados por el desempleo? ¿A largo plazo, las habilidades que logren en el mundo de la computación los acabarán colocando en una posición ventajosa respecto de los trabajadores de mayor edad, renuentes a sumergirse en los bites? No es muy verosímil este panorama en un país donde los oficios que demandan destreza computacional aún son muy limitados. Aun así, podemos esperar que un reto eclosione sobre esta ruta. Quizás en el futuro los candidatos a alcaldes ya no propondrán construir canchas deportivas, la promesa más trillada de los políticos, y no es descabellado concebir que la propuesta sea multiplicar las ciberbibliotecas y cibercafés para los jóvenes en ciudades y comarcas. Ya Enrique Bolaños, siendo candidato presidencial, hizo de la promesa de llenar de "kioskos tecnológicos" los barrios marginales de Managua una bandera juvenil de su campaña. Aunque como sucede habitualmente, también con estos kioskos, las promesas no garantizan realidades y del dicho al hecho ha habido mucho trecho.


Un riesgo: la interactividad del cibercretinismo

Anthony Giddens recuerda en su libro Modernidad e identidad del yo la tesis de Innis y McLuhan en relación a que el grado en que un medio sirve para modificar las relaciones espaciotemporales no depende primordialmente del contenido de los mensajes que transmite, sino de su forma y sus modos de reproducción. El medio es el mensaje. ¿Cómo incide Internet en la transformación de las relaciones sociales? En positivo, se multiplica la frecuencia de las comunicaciones, se facilitan las relaciones a bajo costo con miembros de otras culturas, se facilita la interactividad. En negativo, se produce una conversación lite para una cultura lite. Y ni siquiera una conversación, sino un chat. Puede producirse y reproducirse así, como señaló Ignacio Ramonet, la interactividad del cibercretinismo.

De hecho se abre la era de lo sucinto y lo directo. Nunca fue tan obsesivamente aplicado ni tan masivamente aceptado el principio de Baltasar Gracián en el Siglo de Oro de la literarura española de que lo bueno, si breve, dos veces bueno. Aunque con frecuencia se pasa por alto que no todo lo breve es bueno y que muchas veces de algo breve acaban con la brevedad y todas sus bondades. La literatura electrónica atraviesa el espacio con mayor celeridad que la letra impresa, pero buena parte de ella tiene escasa permanencia en el tiempo. Los mensajes electrónicos son más efímeros que las tradicionales cartas. También son más frecuentes, pero suelen ser más breves y optar por un tono más desenfadado y ligero.


Tono, formas y contenidos de la comunicación están cambiando

Algunos han denunciado el peligro de que los mensajes se conviertan en un sustituto de la cartas. ¿O será que los vertiginosos mensajes electrónicos son los únicos adecuados para una era de velocidad electrónica? El tono, la forma, el contenido están siendo afectados. Se trata de un desplazamiento semejante a la sustitución de la alfarería artesanal por la gran producción industrial de vasijas plásticas que Saramago pinta y lamenta en su última novela, La Caverna.

Y así como el protagonista de La Caverna, Cipriano Algor, por su nombre y por su oficio perteneciente a una especie en extinción, ponía su alma en la vajilla que elaboraba manualmente, en épocas nada remotas existieron verdaderos virtuosos de las epístolas que plasmaron en ese género algunas de sus más exquisitas producciones. Sigue siendo motivo de regocijo literario disponer de la correspondencia de Freud, Van Gogh o Madame Sevigné. La fabulosa novela de Choderlos de Laclos Relaciones peligrosas fue construida mediante un entretejido de cartas, reflejo literario de la astuta urdimbre de intrigas confeccionada por los protagonistas. ¿Las relaciones serán ahora más superficiales? No necesariamente. Sin embargo, una señal de alerta en este sentido no está de más aunque parezca pariente de la típica nostalgia de la tradición que viejitos y viejitas han hecho cuajar en el estribillo que reza que cualquier tiempo pasado fue mejor.


La onda de lo rápido, de lo fresco, de lo "cool"

La velocidad demanda inmediatez, y esa inmediatez cambia la noción de obsolescencia. Todo envejece más rápidamente. La información circula a espasmos de vértigo. Se encomia lo nuevo y fresco, lo que es y está cool. Se contrae el virus del prurito de la agilidad y de una mejor administración del tiempo. De ahí los artículos cuya lectura está calculada en lapsos mínimos, los aceptables al consumidor apresurado, los textos capaces de retener lo mejor de su atención y culminar cuando ésta decae.

El problema es que se corre el riesgo de padecer el síndrome del periodista: se busca el dato e importa la precisión de tiempos y lugares, pero apenas hay tiempo para reflexionar, hilvanar acontecimientos, sistematizar y cotejar con teorías. En los países subdesarrollados, donde olvidamos lo que ocurrió ayer y no hay medios para ordenar lo que ocurrió anteayer, esta tendencia es muy peligrosa. Aunque, sin duda, más peligroso es el anquilosamiento que padecen las instituciones nicaragüenses a las que mucho convendría contagiarse de la onda de lo rápido y lo fresco.


Las web institucionales de Nicaragua se mueven a ritmo tropical

La lentitud es sólo una de las debilidades con que cargan nuestras instituciones, la que aparece doblemente subrayada cuando éstas se enfrentan a la Era Digital. Existe una pereza histórica para mantener actualizadas las páginas web de muchas de nuestras instituciones.

Veamos una muestra de web institucionales de nuestro país. A la altura de junio 2002, el último Boletín Económico que el Banco Central de Nicaragua tiene disponible en Internet es el de julio-septiembre 2001. La última de las llamadas Cartas económicas del Banco Central tiene fecha de agosto de 1996.

En la sección de noticias de la página web del Consejo Supremo Electoral, la más reciente información versa sobre el Plan Mochileros que impulsaron el CSE y USAID en las pasadas elecciones y data del 3 de octubre de 2001. En la sección Calendario, de esta misma entidad, la más reciente actividad consignada fue la toma de posesión de los diputados al PARLACEN, ocurrida entre el 15 de enero y el 15 de febrero de 2002. Su sección de Publicaciones es aún más lamentable. No sorprende tanto el hecho de que la "noticia" más inmediata sea un discurso de Roberto Rivas del 4 de septiembre de 2001, como el hecho de que aún permanezca visible, en caracteres destacados, la notificación de que el CSE aceptó la candidatura a la presidencia de Noel Vidaurre y que no exista en esa página ningún dato actualizado sobre cuáles fueron los candidatos que finalmente presentó el Partido Conservador en unas elecciones realizadas hace ya siete meses.

En la página web de la Superintendencia de Bancos aún persevera -¿o ya lo tenemos?- el Informe de gestión del año 2000, con fecha 9 de mayo de 2001, sin que venga a reemplazarlo el muy deseado informe de la gestión del 2001. Los investigadores no encontrarán en los dominios gubernamentales una mina de información actualizada sobre Nicaragua. Aun en Internet se mantiene el ritmo tropical, el mismo que impera en balnearios, comedores, restaurantes y demás entidades recreativas donde año tras año suenan las mismas canciones. Son los ojos vueltos hacia el pasado, anclados en la parálisis que produce la nostalgia. O la impotencia. O la desidia. O el calor.


La vida real no está en la caverna virtual

Juan Luis Cebrián compara a los cibernautas con los habitantes de la caverna de Platón, unos prisioneros encadenados desde su nacimiento y que en el fondo de la pared de una caverna pueden contemplar únicamente las sombras de las personas y objetos situados en el exterior, quienes a su vez, dispuestas a engañarlos, se mueven haciéndoles creer que esas sombras son la única realidad. Mayor es el problema de los cibernautas, que desempeñan el papel de engañados y engañadores y que viven enteramente para el espectáculo que se representa en la realidad virtual, donde se saben observados y observadores.

El cibernauta es un solitario y esa condición puede exacerbar su individualismo y distorsionar su visión de la realidad. Puede que al retornar nuevamente a la realidad, una vez acostumbrado al mundo de las sombras, se aferre a éstas como única visión fidedigna: Si después se le saca de la caverna y se le lleva por el sendero áspero y escarpado hasta encontrar la claridad del sol, ¿qué suplicio sería para él verse arrastrado de esa manera? ¡Cómo se enfurecería! Y si se le obligase a mirar al fuego, ¿no sentiría molestia en los ojos? ¿No volvería la vista para mirar a las sombras, en las que se fija sin esfuerzo? ¿No creería hallar en éstas más distinción y claridad que en todo lo que ahora se le muestra? Sumergidos en los bites, los navegantes del ciberespacio corren el riesgo de ignorar lo que ocurre a su alrededor. La inmersión absoluta en la red puede convertirse en la absorción de la realidad virtual.

Entre los que viajan en bus y los que tienen mejores medios de transporte existe una enorme gama de experiencias divergentes que moldean su percepción sobre Nicaragua. Mayor diferencia hay entre quienes jamás han ido al campo y quienes viven en él, o entre quienes a diario necesitan cruzar un río a nado para llegar a su escuela y quienes sólo ven los ríos en la pantalla de su computadora o su televisor. Tiene que haber en este abanico de vacíos un límite epistemológico y emocional para comprender y sentir ciertas realidades. Ésa es la base para las distintas concepciones que se tienen de riesgo, de confianza, de desafío, de éxito, categorías básicas de la sociología que aborda los problemas de la modernidad.


País de dos velocidades: analfabetos conviven con internautas

Esa carencia de experiencias vitales tiene otro filo en una sociedad nicaragüense que tiende a separar grupos sociales para cegar. En una sociedad en muchos aspectos tan tradicional como la nuestra, Internet viene a tener el efecto de un enclave. Nunca seremos una nación con dos países, sino un país a dos velocidades, donde un 26% de analfabetos convive a la par, muro con muro, con un 0.5% que goza de lo último en tecnología. En esta clase de país no hay dos clases sociales que eventualmente pueden enfrentarse para disputarse el pastel, sino sectores económicos de consumo y producción que apenas entran en contacto. Frente a uno de ellos se abren múltiples posibilidades de abordar uno de los vagones más confortables en el tren de la globalización, produciendo para o consumiendo de los mercados internacionales. Es ése el "sector enchufado" que ignora lo que ocurre más allá de los semáforos, en los barrios y en las comarcas.

Internet también puede contribuir a que estos dos sectores no se toquen y a que, mientras uno de ellos está diariamente en contacto con la muerte, el otro apenas tenga poco más que asépticas experiencias electrónicas de esa realidad. Internet es sólo uno de los dispositivos que señalan la separación. También la nueva configuración de Managua -con grandes avenidas que conectan los residenciales a los shopping centers y lugares de diversión- es complemento ideal para que los internautas no padezcan la más mínima exposición al peligro. Donde el máximo riesgo es adquirir un virus electrónico, los retos vitales se reprograman y tienen también dimensiones electrónicas.


Saber producir y saber vivir

Internet es un instrumento y no puede sustituir experiencias vitales. Es necesario que el medio no se convierta en fin. Aristóteles distinguió entre tres tipos de saberes: saber productivo, saber práctico y saber contemplativo. El saber productivo se identifica con la técnica, porque es el saber hacer, producir o fabricar según reglas o principios. La medicina, la arquitectura y la zapatería son técnicas. Es técnica todo lo que se ajusta a reglas explícitas y no sea mera rutina empírica. Internet, desde luego, es una técnica y se basa en técnicas.

El saber práctico es el saber actuar, el saber comportarse de modo óptimo y adecuado. Este saber no está orientado a producir un objeto externo, es un fin en sí mismo. No trata de producir algo bueno, sino de actuar bien. La phrónesis, que algunos traducen por prudencia y otros por racionalidad, es un saber práctico. Millones de bites de saber técnico, un avance descomunal de las telecomunicaciones, un incremento sustancial del ancho de banda y de las virtudes de los software no hacen avanzar automáticamente la prudencia necesaria para un sabio empleo de las tecnologías, mucho menos para desenvolverse en la vida.

Los test de inteligencia miden cada vez más las habilidades relacionadas con la tecnología digital. Y hacen bien, porque ponderan las habilidades necesarias para alcanzar el éxito en los nuevos tiempos. Afortunadamente, también adquiere cada vez más peso otra corriente, la de la inteligencia emocional, que busca medir más los rasgos que hacen referencia a la phrónesis. La phrónesis tiene que ver con la forma de utilizar el Internet y con los contenidos que se están diseminando por sus venas. Internet se puede llenar de contenidos que aumenten nuestra prudencia, pero esa situación no viene dada por la mera utilización de la técnica. Además, no sólo a Internet le compete esa labor. En principio, porque no es el único ámbito de desenvolvimiento de los seres humanos. Y además, porque se necesitan criterios formados previamente para que la avalancha de información disponible en la red no produzca un caos mental o fomente el cibercretinismo. En este aspecto, la Galaxia Digital no se distingue de la Galaxia Gutemberg: sin una orientación previa, los adultos de hoy podrían haberse quedado satisfechos con lecturas del Reader’s Digest o de Cosmopolitan, como a muchos y a muchas ya les ocurrió. En ambas galaxias, el best seller siempre ha sido y será el más ofrecido, publicitado y el que más satisfaga la natural tendencia de los seres humanos a pensar lo menos posible.


Una cultura empresarial aún con el modelo del capataz

Mucha prudencia necesitaremos en Nicaragua para extraer todo el provecho posible de las nuevas tecnologías. Salvo pocas excepciones, se les extrae un mínimo beneficio. No sólo se trata de poder comprar la tecnología, sino de desplegar todos sus dispositivos, incluso los que impactan la cultura profesional y empresarial imprimiéndole mayor agilidad y eficiencia. La economía digital también contribuye a subrayar los contrastes en la asimilación tecnológica: mientras se multiplican los cajeros automáticos y las compras por Internet, la mayor parte de los departamentos de contabilidad de las empresas privadas y estatales demoran semanas en emitir un cheque y requieren llenar varios formularios para su emisión.

Mientras unos se sienten a sus anchas en el SPSS, otros siguen aferrados a su ábaco. En una institución para la que laboré se necesitan cuatro firmas para autorizar un pago de viáticos que supere los 50 dólares y tres firmas si el monto solicitado es inferior a esa cifra. Si los viáticos a cobrar reflejan los gastos de un solo día, lo más probable es que el empleado invertirá en el trámite de reembolso un lapso de su jornada laboral que en términos monetarios será superior al importe de los viáticos. A esa situación de las cuatro firmas se llegó mediante un proceso donde se cambió sucesivamente de administrador o contador y cada nuevo ocupante de esos cargos decidió poner su "sello personal" al proceso de tramitación exigiendo más firmas o nuevos y más minuciosos formularios. A ninguno se le ocurrió que simplificar el proceso podría ser una magnífica contribución al progreso institucional.

En esa misma institución, cuando debido a dificultades con su proveedor habitual se perdió la conexión de Internet por tres semanas, la administración decidió comunicar a todas sus contrapartes que por ese período retornaríamos al primitivo fax, imponiéndose e imponiéndoles un gasto adicional. A nadie se le ocurrió que un documento de veinte páginas enviado por fax a Europa tiene un costo semejante al de un mes de una cuenta de correo electrónico. La nula imaginación empresarial no la suplen todos los avances tecnológicos.

En un país donde una de las herencias del sistema agroexportador consiste en que el modelo de gerente es el capataz, no existe aún ese empresario innovador que supuestamente introducirá las mejoras que la revolución de la informática promete. Los burócratas construyen y viven de unas estructuras cuya pesadez desalienta la creatividad. En Nicaragua estamos a años luz de la descentralización que propugna la nueva cultura empresarial. Todas las decisiones se concentran en "el Jefe". La dirección basada en la dependencia mantiene un anquilosamiento que sólo beneficia a los burócratas que ofician de intermediarios entre los empleados y la dirección, entre los empleados y los libros de contabilidad, entre los empleados y los usuarios de los servicios o consumidores de los productos. En algunos países Internet está eliminando intermediarios y permite que localidades remotas ofrezcan sus productos a los consumidores de las grandes urbes. ¿Llegaremos nosotros a esa situación antes de la tarde del Juicio Final?


El tríptico del atraso: picaresca, desconfianza y controles

En muchos países, Internet permite que ciertos empleados trabajen a cientos de millas de sus supervisores inmediatos, ahorrando enormes cantidades en alquiler o construcción y mantenimiento de oficinas. La compañía de seguros holandesa Interpolis asegura haberse ahorrado 25 millones de dólares evitando la construcción de nuevos edificios. En una dinámica opuesta, en la institución "alternativa" para la que trabajo se multiplican los controles y el reloj marcador de tarjeta se convierte en el corazón institucional. La presencia física es imprescindible para que los directores se convenzan de que los empleados están cumpliendo con las tareas encomendadas. La confianza, desgastada por múltiples trapacerías, es un bien escaso en los activos intangibles de la empresa nicaragüense. Un incremento de la confianza aligeraría las operaciones y reduciría los costos de transacción. La confianza es básica para que la empresa nicaragüense saque mejor provecho de Internet.

Las limitaciones en esta área ya fueron reseñadas por el ingeniero y escritor Cornelio Hoppmann: Internet es un medio de comunicación en base a la confianza mutua como punto de partida, confianza en instituciones públicas y privadas, confianza en personas, que no se conocen cara a cara ni mucho menos se han encontrado físicamente algunas vez. En cambio, la comunicación que cuenta en Nicaragua es personal, verbal y directa. Lo más importante es quién dijo, antes de qué dijo.

Requerir la presencia física prolonga los tiempos de ejecución e impide la contratación de muchos profesionales que, por ejemplo, en virtud de sus particulares capacidades son más idóneos para determinados trabajos. Muchas colaboraciones no se llevan a efecto por ese afán de establecer y mantener la relación en base a la presencia física. Desafortunadamente como en Nicaragua aún estamos en la época en que, con frecuencia, los consultores no entregan los trabajos en la fecha ni con la calidad bajo convenio, se impone la necesidad de presionarlo cara a cara, de mandarlo a llamar, de tenerlos cerca. Mientras estemos en el reino de la picaresca, los controles estarán a la vuelta de cada esquina y muchas oportunidades de las nuevas tecnologías permanecerán guardadas en el cajón de los sueños irrealizables.


¿Cómo manejamos la información? Como manejamos el poder

La información es la fuente de riqueza de la Galaxia Digital. Internet es una oportunidad para democratizar el acceso a la información. Pero, ¿qué chance de desarrollar esta potencialidad tiene una sociedad donde las cúpulas de cada institución acaparan la información clave? Ni los ministros del gobierno ni los directores de ONG permiten que sus subordinados o sus beneficiarios estén al corriente de los presupuestos institucionales. La estructura de costos es información que se escamotea. La institución para la que laboro necesitó cuatro días para decidirse a reparar un aire acondicionado porque carecía de información sobre la disponibilidad de dinero. Gracias a Internet, un gerente en Nicaragua puede saber cuánto dinero se está moviendo en cada momento en la bolsa de Japón, y a la vez ignora datos elementales acerca de las finanzas de la compañía que administra.

Parte de la crisis del café fue debida a la desidia para informarse sobre lo que ocurría en los mercados internacionales, sobre la expansión del cultivo con variedades de alto rendimiento en Vietnam e Indonesia. También en Nicaragua, los deficientes sistemas de información y la calidad y capacidad de análisis de esa información por las Juntas Directivas de los bancos allanaron el camino para las maniobras fraudulentas que finalmente llevaron a la quiebra a tres bancos en menos de un año.

¿Cómo se maneja en Nicaragua la información? Como se maneja el poder. Jerárquicamente, arbitrariamente y sin precisión, y más en el género literario del chisme que en el debate provisto de argumentos consistentes. Es posible que, a largo plazo, Internet contribuya a democratizar la información, pero ¿entre quiénes? Cuando la información realmente circule habrá más democracia.


Un nuevo vicio nacional: vagar por la Red

Hay muchos otros tópicos que se podrían abordar en relación al uso de Internet. Uno es cómo nuestras universidades no aprovechan las ventajas educativas de Internet y adolecen de una nociva dependencia de académicos mediocres, cuando en la red podrían acceder a recursos pedagógicos -cursos, libros, documentos, grupos de discusión- de primera categoría. Otro es la conocida propensión de los nicaragüenses a vagar y a divagar, a ser generosos en el derroche del tiempo, lo que de hecho ya está pasando, teniendo el nefasto efecto de decenas de horas semanales de ocio, de vida familiar, quizás sobre todo de horas laborales, invertidas en vagar sin oficio ni beneficio por los atractivos meandros de la red.

Muchas preguntas quedan flotando en todas las galaxias. La que más quema fue formulada por Juan Luis Cebrián: Todavía es temprano para respondernos a la cuestión fundamental, pero no lo es para que nos atrevamos a plantearla: ¿Somos más humanos gracias a las tecnologías de vanguardia?

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