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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 240 | Marzo 2002

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Guatemala

Militarización en el Ixcán: delgadas líneas rojas

Ha terminado la guerra para siempre. Pero en muchas zonas de Guatemala sigue presente el Ejército. Son territorios atravesados por las delgadas líneas rojas de la lógica militar.

Francisco Iznardo

El trauma de la guerra y la militarización caracterizan todavía muchas zonas de la Guatemala rural y de la Guatemala indígena. Entre ellas, el Ixcán, una región de más de 1,500 kilómetros cuadrados, conformada administrativamente como municipio en 1985, situada en la parte noroccidental del departamento del Quiché. Después del fin del conflicto armado y de la firma oficial de la paz, la normalización de la vida es muy lenta y son aún muy grandes las necesidades a las que debemos responder para asegurar la salud mental, tanto individual como comunitaria.

Con la excusa de que el Ixcán es una zona fronteriza -con México-, el Ejército no ha dejado el área, y mantiene una presencia indirecta a través de una nutrida red de informantes y de sucesivas "campañas cívicas": construcción de carreteras, jornadas médicas o de entretenimiento para los niños, fiestas comunitarias... Su presencia directa es mayor en las antiguas áreas de retornados y en las antiguas cooperativas de Ixcán Grande.

El fortalecimiento de la sociedad civil y la consolidación de una autoridad municipal autónoma se hacen muy difíciles porque el poder militar no quiere perder el control absoluto de la región y está acostumbrado a tener sometida servilmente a la población y a todas las autoridades civiles locales. La presencia sutil -aunque todopoderosa- de los militares dificulta la reconciliación y la normalización emocional de estas comunidades.

Desplazamientos y violencia

El territorio de Ixcán fue configurado a partir de desplazamientos poblacionales y de una dinámica de diáspora forzada. Han sido varias las etapas. Colonización dirigida desde el Altiplano a partir de la década de los 60. Éxodo masivo y refugio urgente en México y otras partes del territorio nacional durante el conflicto armado, principalmente en 1982. Readjudicaciones y poblamiento auspiciado gubernamentalmente durante la década de los 80. Repatriamiento entre 1987 y 1989. Y retorno organizado entre 1993 y 1995.

El Ixcán fue escenario del conflicto armado y, por esto, se convirtió en territorio geoestratégico para la contrainsurgencia desde la perspectiva militar de la seguridad nacional. Fue también territorio de nucleamiento foquista del Ejército Guerrillero de los Pobres, desde donde en la década de los 70 la guerrilla se desplegó hacia Huehuetenango, el Quiché y las Verapaces. Y fue también un área de arraigo para la población civil que durante la guerra tuvo como refugio interno y espacio de resistencia "la montaña".

Otra característica del Ixcán es su carácter multiétnico. Como resultado de tantos desplazamientos, el Ixcán acoge a unos doce grupos étnico-lingüísticos mayas. Un 90% de la población es indígena y un 10% es ladina de la casi totalidad del resto de departamentos del país. En las aldeas y caseríos del municipio estos grupos comparten un mismo nicho ecológico y social tras un convulso proceso histórico que ha durado unas tres décadas.

La selva desaparece

La tierra fue el foco de atracción de todas las colonizaciones hacia el Ixcán y el centro de la problemática económica en la región. Sin embargo, solamente un 16.7% de la superficie del Ixcán es de vocación agrícola. El 83.3% son tierras de vocación forestal: bosque tropical húmedo con un frágil equilibrio ecológico. A pesar de esto, casi la totalidad de la población del Ixcán, excepto algunos comerciantes y profesionales de la cabecera municipal, se dedican total o parcialmente a actividades agrícolas. Lo hacen desde hace mucho tiempo y sin tomar en cuenta técnicas que posibiliten un desarrollo sostenible. Así, la selva va desapareciendo por los incendios, por el creciente consumo de árboles como combustible para diferentes actividades y por el comercio desmedido -legal e ilegal- de madera.

Una familia de ocho miembros que usa leña como combustible necesita cortar cuatro árboles grandes por año. Una horneada de cal consume tres-cuatro árboles grandes. Secar 60 quintales de cardamomo necesita uno-dos árboles grandes. En el año 2000 fueron reducidas a ceniza unas 5 mil hectáreas de bosque y ese mismo año se reforestaron apenas 50 hectáreas. El empobrecimiento de las tierras es acelerado por la tradicional técnica de quema y roza. La frontera agrícola y ganadera avanza cada día. Como consecuencia, el Ixcán vive continuas alteraciones climáticas con largas sequías e inundaciones. La región está enfrentada a una auténtica destrucción ecológica.


Petróleo, madera, contrabando, narcotráfico

La tierra, fuente de identidad y raigambre cultural y religiosa para el pueblo maya, es foco de tensiones por el desorden legal en la titulación de casi todas las propiedades.

El Ixcán vio florecer un campesinado de clase media antes de los años de la violencia, pero actualmente la productividad ha disminuido y las posibilidades de comercialización de los productos son más complejas. No hay facilidad para acceder a créditos. Los "coyotes" o intermediarios abusivos se aprovechan de la desconfianza que tienen los campesinos para organizarse y comercializar sus productos. Los precios del maíz, el frijol y el arroz han descendido brutalmente en los últimos años. El café ha caído en picada y aunque el cardamomo ha mantenido precios razonables, la sequía de hace tres años arruinó la mayor parte de los cardamomales. Los comerciantes logran mayores beneficios económicos que los agricultores y encarecen abusivamente los productos con la excusa de las malas condiciones de las carreteras.

Otros factores, latentes o manifestos, que influyen en la economía del Ixcán son la potencialidad de la explotación petrolífera, la venta legal e ilegal de madera, el contrabando desde México, la presencia de innumerables ONGs y de algunas agencias gubernamentales dedicadas a proyectos de desarrollo y al cumplimiento de los compromisos emanados de los Acuerdos de Paz, aunque sólo sea formalmente. Otro factor latente es el narcotráfico, cada vez más evidente y más peligroso en un área jurídica y socialmente muy vulnerable.

La cercanía de la frontera mexicana es factor decisivo y en el futuro marcará mucho más la economía ixcaneca. Actualmente, México atrae migraciones económicas temporales o definitivas que se quedan allí o siguen viaje a Estados Unidos.

"Comités de la Amistad": agentes de los militares

Resulta difícil fortalecer el Estado de Derecho en un área marcada históricamente por el poder militar absoluto, tanto el que ejerció el Ejército como el de las fuerzas guerrilleras de la URNG.

Hoy, la autoridad militar no tiene ninguna voluntad de fortalecer ni el poder civil ni la autonomía del poder judicial. Frente a la débil presencia y desarrollo de las instituciones de carácter civil y de las instituciones del Estado, la Misión de Naciones Unidas (MINUGUA) es referente y facilitador para las diferentes fuerzas vivas del Ixcán.

La gobernabilidad en el Ixcán está condicionada por la militarización de las comunidades, expresada hoy en la creación de grupos protopolíticos afines al poder militar, como los llamados "comités de la amistad", grupos organizados de gente aliada al Ejército que promocionan la imagen "limpia y bondadosa" de los militares y que se encargan de generar divisiones entre la población para imposibilitar cualquier intento de organización civil. En cada instancia civil hay uno o dos miembros de estos comités que mantienen informados del trabajo que se realiza en las comunidades.

No existe sistema judicial

Con una descomposición social importante, una gestión gubernamental muy frágil y guiada todavía por la lógica militar, el Ixcán se ha convertido en un corredor para el tráfico de drogas, propiciado por la cercanía de la frontera mexicana. ¿Cuáles son los intereses y poderes fácticos que hay detrás del narcotráfico en Ixcán? ¿Cuál ha de ser el papel de la sociedad civil y del poder civil para contrarrestar tan peligroso negocio?

Sin un sistema de justicia más eficiente y cercano es difícil enfrentar problemas mucho más sencillos. Ixcán no tiene un sistema de justicia confiable. Realmente, no tiene un sistema de justicia. Contamos con un Juzgado de Paz, pero no hay Juzgado de Instancia, lo que impide así una aplicación pronta y cumplida de la justicia.

El Juez de Paz traslada sus casos al Juzgado de Instancia ubicado en Cobán, cabecera departamental de Alta Verapaz, a donde los querellantes no acuden por la distancia y por los gastos. Se crea así un terreno propicio para aplicar la justicia "por propia mano" o para abandonar amplios territorios a las bandas de delincuentes. Ante cualquier conflicto comunitario o intercomunitario, y habiendo esta deficiencia, lo primero que proponen muchas instancias es la intervención del Ejército, pues la Policía no tiene efectivos suficientes para cubrir el amplio territorio municipal. La debilidad de la justicia fortalece la militarización.

¿Un nuevo modo de ser maya?

La multietnicidad es el principal rasgo cultural del Ixcán. Este rasgo está forjando nuevas relaciones y nuevos modos culturales entre los diferentes grupos étcnicos. Algunos contenidos culturales tradicionales se mantienen y otros se pierden, aunque siempre se conserva una identidad maya, ya impregnada de importantes influencias: las recibidas en los refugios, en la resistencia y el desplazamiento interno durante la guerra, en las importantes migraciones económicas a México y Estados Unidos y las que impone la cultura occidental dominante. Es posible que se esté forjando un "nuevo modo de ser maya".

A excepción de la región q’eqchi’, es evidente la pérdida de las costumbres sociales mayas, de la autoridad comunitaria, de la organización comunitaria del trabajo, de las formas de espiritualidad mayas. No así de la lengua y del vestido, que se siguen manteniendo con intensidad desigual según las áreas y los grupos lingüísticos.

Aunque la identificación en lengua y vestido por los pueblos de procedencia sigue funcionando, entre la población juvenil se debilita cada vez más. Las causas son múltiples: la modalidad educativa existente, el desarraigo y las expectativas que genera la migración, y los diferentes quiebres de la cosmovisión de sus padres por efecto de las diferentes migraciones.

Mal en salud, mejor en educación

La salud pública deja mucho que desear en el Ixcán. En casos delicados, la gente debe viajar hasta Cobán o Barillas, a cuatro-cinco horas de distancia cuando no llueve. La cooperación cubana ha enviado médicos que atienden nueve puestos de salud en el municipio, mientras los médicos guatemaltecos brillan por su ausencia. Existe un centro de salud materno-infantil, pero no hay médico que asuma a tiempo completo la atención.

Las experiencias traumáticas individuales y colectivas que provocó la guerra se manifiestan en enfermedades sicosomáticas y sicosociales que necesitan tratamiento. La Pastoral Social de la Iglesia católica se esfuerza por avanzar en el trabajo de salud mental, con un equipo de cinco promotores y una sicóloga. Ninguna otra institución atiende estos problemas.

La vida de las mujeres se limita a las tareas tradicionales. La violencia política, social y doméstica las expone a agresiones físicas y sicológicas. Existieron organizaciones que han trabajado por la superación de las mujeres, pero hoy han disminuido mucho su incidencia y tienen un perfil muy bajo por falta de orientación y de recursos económicos.

Aunque aún falta mucho por hacer, en el campo educativo los avances han sido sustanciales en la educación formal y la respuesta a las ofertas educativas es masiva. Además de esta educación formal, existen multitud de capacitaciones agrícolas, en asuntos legales y en acuerdos de paz, en salud y en educación para el desarrollo comunitario.

Ya no estamos aislados

En carreteras y caminos ha habido una gran mejora. Aun cuando las carreteras no sean de buena calidad y haya grandes irregularidades en la administración de los fondos de estos proyectos, el Ixcán está pasando de ser una zona aislada a ser una región cruzada por caminos. Hoy, ya hay acceso a la mayoría de las comunidades con vehículo. La obra cumbre ha sido la construcción del puente sobre el río Ixcán, el puente La Campana de la Paz, de 320 metros, que comunica al Ixcán con el municipio de Barillas hacia Huehuetenengo, cerrándose así la Franja Transversal del Norte.

La red de caminos genera más posibilidades de intercambios de productos, pero al mismo tiempo facilita el tráfico de madera y de droga y el contrabando. Todos los proyectos de red vial se presentan con el rostro social de conectar a las comunidades, pero también sirven a los intereses de grupos económicos nacionales y transnacionales que apuestan, entre otros grandes negocios, a las operaciones petroleras.

Evangélicos y militarización

Como el resto de Guatemala, el Ixcán está fragmentado religiosamente. La proliferación de denominaciones protestantes, su fundamentalismo moralizante y su enfrentamiento con la Iglesia católica tipifican también esta región.

Al interior de la Iglesia católica ha proliferado el fenómeno carismático, muy influenciado por el carismatismo de los protestantes y con dos resultados: quienes se coordinan con la parroquia y quienes definitivamente se han desvinculado de la Iglesia. Estos tienen estructuras muy parecidas a las de las sectas fundamentalistas y promueven la confusión, la división y el fanatismo.

La credibilidad de la Iglesia católica sigue siendo grande a pesar de esto y de todo el trabajo ideológico hecho desde el Estado durante la guerra. Aún hoy, muchos pastores protestantes que se mueven por el Ixcán tienen jornadas de orientación ideológica en la zona militar y su consigna es desarticular el trabajo de organización que se promueve en las comunidades. No puede olvidarse que la repoblación del Ixcán coordinada por el Ejército se hizo fundamentalmente con población evangélica.

Recuperar la memoria histórica

Durante los últimos dos años la Pastoral Social de la Iglesia católica ha dado seguimiento al proyecto Recuperación de la Memoria Histórica (REMHI), que ha consistido en la devolución a la población del contenido de tres informes elaborados en el ámbito nacional y regional: "Guatemala: Nunca Más", a su versión popular "Memoria, Verdad y Esperanza", y al informe "Tierra, Guerra y Esperanza: Memoria del Ixcán".

Actualmente, una comisión trabaja en materiales pastorales para una mejor devolución de estos tres informes a las comunidades. Los animadores de la reconciliación se reúnen para analizar la realidad y capacitarse en la devolución, y los asistentes legales han dado pláticas sobre los informes y la historia reciente de Guatemala.

Exhumar cadáveres para cerrar el duelo

El seguimiento del REMHI ha sido también un programa dentro del proyecto de Salud Mental. El equipo de cinco promotores y la sicóloga han acompañado a las comunidades, ayudando a detectar las heridas aún no cerradas causadas por los sufrimientos de la guerra.

Dentro del seguimiento al proyecto REMHI ha sido fundamental el proceso de exhumaciones que la Pastoral Social ha llevado adelante con el apoyo de la oficina del Quiché "Paz y Reconciliación" y un equipo de forenses de la capital.

Desde hace dos años se inició una nueva etapa de exhumaciones, después de la gran exhumación de Cuarto Pueblo en 1995. Las exhumaciones se iniciaron a petición de muchas comunidades, familias y personas que querían dar cristiana sepultura a sus familiares, para así "cerrar el proceso de duelo".

Trámites que impiden sanar heridas

Ningún gobierno ha demostrado hasta hoy voluntad política para colaborar a esta necesaria tarea, pues nunca han dado facilidades para que las familias puedan trasladar a sus familiares al cementerio de su comunidad, velarlo, rezarle y enterrarlo de nuevo en un lugar donde respetarlo y visitarlo.

La ley exige demasiados requisitos: localizar el área, elaborar un documento que explique el caso para presentarlo al Ministerio Público (MP): denunciando el caso con lenguaje jurídico y en base a leyes que deben ser conocidas en detalle. Después, hay que llevar este documento a Cobán, donde está el MP más cercano y esperar a que llamen a la persona denunciante, a la que se hace cargo del difunto o al dueño de la parcela donde están los restos. Hasta unas semanas después el MP da permiso para hacer la indagación sobre el terreno y para comenzar la exhumación. Al llegar este momento ya se han tenido que realizar varios viajes a Cobán y muchas llamadas para preguntar por el caso.

Terminada la exhumación el equipo forense lleva los restos a la capital para investigarlos y mandar los restos y los resultados al MP. Después, el MP da permiso para recoger los restos y llevarlos a la comunidad para velarlos y enterrarlos según las costumbres de cada pueblo. Este proceso legal dura varios meses y no hay nadie en las comunidades que tenga recursos para tantos viajes y para pagar los servicios de un equipo forense. Con requisitos legales tan complicados, es imposible llevar a cabo el proceso de exhumación-inhumación individualmente.

El organismo judicial debería contar con suficientes equipos forenses pero no los tiene. Y el Ministerio Público no siempre facilita las cosas, demostrando que no están interesados en que se develen las atrocidades que hicieron en el pasado. Hace unos meses, un funcionario del MP maltrató al promotor jurídico de nuestra parroquia: "¿A qué tanto interés en estar removiendo huesos?", le dijo molesto.

Miles quedarán sin cristiana sepultura

El cierre del duelo no es sólo un procedimiento legal. Supone también un proceso personal, familiar y comunitario de reconciliación consigo mismo, con la realidad, con la historia, con los difuntos y con Dios. El respeto a los difuntos es central en la cultura maya. Cuando se impide cerrar con normalidad los procesos de duelo quedan heridas y dolores que no permiten construir ni el presente ni el futuro en paz.

Aún con los medios de la Iglesia católica, es imposible exhumar todos los difuntos con tantas dificultades legales, con la falta de voluntad de las autoridades y con una ley anticuada e injusta dada la realidad del país. En Ixcán serán miles los difuntos que quedarán sin cristiana sepultura y será por responsabilidad de los gobiernos y del sistema judicial.

Acabó la guerra, prevalece la lógica militar

La presencia del Ejército en el Ixcán es aún un factor determinante que hace difícil potenciar el poder civil y la sociedad democrática con libertad de expresión y de movimientos. En un área donde el Ejército fue dueño absoluto no se podrá hablar de reconciliación mientras las comunidades sigan plagadas de informantes del Ejército que aprovechan cualquier oportunidad para generar desconfianza e inestabilidad.

Bajo dominio militar durante más de 20 años, por el enfrentamiento armado entre el Ejército y la URNG, la sociedad civil del Ixcán tiene ante sí un gran reto. Son muchas, sutiles pero muy presentes, las delgadas líneas rojas de la militarización que aún atraviesan este territorio. Si la sociedad civil no pone de su parte seguirán predominando las actitudes militares en todo el tejido social. La amenaza de remilitarización del Ixcán no significa el regreso de otra guerra.

La guerra terminó para siempre. Pero si la sociedad civil no ocupa los espacios militarizados que dejó la guerra y los cambia por espacios de participación ciudadana y de lucha por los derechos civiles, el Ixcán seguirá dominado por la lógica militar.

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