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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 235 | Octubre 2001

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Nicaragua

La última prueba: el efecto Armagedón

Nueva York hora cero. ¿Nicaragua hora cero? ¿Cómo influirá el "nuevo mundo" iniciado el 11 de septiembre en nuestro país?

Equipo Nitlápan-Envío

Con nuestra palabra, casi inaudible en esta hora de la historia humana, con la voz de Nicaragua, la de Centroamérica, y con otras voces amigas que acompañaron nuestras recientes luchas por la paz, queremos:

-Llorar a los muertos
-Desautorizar la venganza
-Repudiar la guerra decretada por Estados Unidos contra cualquier país o pueblo de nuestro planeta
-Recordar que no habrá paz sin justicia y no hay justicia sin equidad
-Rechazar toda violencia, desde la que comienza entre las cuatro paredes de los hogares hasta la que concluye en los campos de batalla
-Condenar el terrorismo, también el empleado por los Estados
-Clamar por la tolerancia
-Proponer la humildad como herramienta política eficaz
-Convocar a la búsqueda de alternativas no militares
-Apostar por la biodiversidad cultural
-Expresar respeto y admiración al Islam
-Señalar con preocupación que son casi exclusivamente varones quienes dominan Y deciden en los escenarios de este conflicto
-Abogar por una política internacional y por políticas nacionales en las que las mujeres participen masivamente
-Seguir trabajando por la construcción de un mundo donde quepan todas y todos
-Seguir luchando por una civilización no controlada por ninguna potencia ni por el dios dinero
-Seguir soñando con el bien y creyendo que el destino de los seres humanos no es elegir el menor de dos males
-Invocar el espíritu de compasión y cooperación de Jesús de Nazaret
-Orar a Dios, Padre y Madre de la humanidad, para que nos regale sabiduría con la que construir la paz.

Cuando el proceso electoral llegaba a su fin, al ritmo de las efímeras sorpresas que proporciona la coyuntura nacional y de la insoportable levedad de nuestros particulares fantasmas, un nuevo factor entró a jugar inesperadamente en las elecciones nicaragüenses. El despiadado e insólito ataque terrorista del 11 de septiembre contra las Torres Gemelas en New York y contra el Pentágono en Washington, y la guerra iniciada por el gobierno de Estados Unidos contra Afganistán en la noche del 7 de octubre, tendrá diversas y prolongadas repercusiones en todo el planeta, en América Latina, en Centroamérica, en Nicaragua. ¿También en los resultados electorales? ¿La tensa situación mundial nos pondrá por fin de rodillas, no precisamente ante la herida potencia del Norte, sino ante Nicaragua, para aceptar con humildad que nos necesitamos todas y todos para poder salir adelante?


El "fin del mundo"

ARMAGEDÓN fue el gigantesco titular del diario La Prensa el 12 de septiembre. Como un fin del mundo imprevisto e inminente fue percibida por muchas conciencias humanas la tragedia del 11 de septiembre. Para Nicaragua, sumida en sus acuciantes problemas y alienada en el espectáculo de la campaña electoral, este titular resultaba demasiado ancho, demasiado ajeno. El mundo se acaba en Nicaragua casi todos los días para volver a empezar al día siguiente, y es difícil que fructifique el temor a la muerte por una guerra química o bacteriológica cuando es otra muerte la que devasta a la vuelta de cada esquina, la muerte con la que mata la desnutrición y su terrorista cortejo de males.

Casi nulas fueron las plumas y las voces nacionales que analizaron el acontecimiento, y más allá de las condolencias obligadas al pueblo y gobierno de Estados Unidos y del reconocimiento del obvio estupor que provocó, ningún gremio, movimiento social, organización o institución aportó ideas constructivas para pensar en él alternativamente, dada su complejidad. Inaudible fue la voz de Nicaragua a la hora de este "fin de un mundo".

Las encuestas previas

Analizar los hechos del 11 de septiembre a fondo y con voz propia era un reto casi imposible para la Nicaragua pre-electoral. Sin embargo, como la población fue espectadora masiva y pasiva de los hechos ante sus televisores, tomarlos como referencia, para manipularlos o ignorarlos en la campaña electoral, era obligado.

Cinco encuestas hechas entre fines de agosto e inicios de septiembre, antes del ataque contra Estados Unidos, confirmaban, numeritos más, numeritos menos, todas las tendencias de meses anteriores. Empate técnico entre el FSLN y el PLC. El candidato sandinista Daniel Ortega a la cabeza, seguido a escasa distancia por el candidato liberal Enrique Bolaños. El incremento en la intención de voto para ambos candidatos cada vez más limitado. Después de un brusco descenso en la intención de voto por el Partido Conservador, el PC estancado en porcentajes insignificantes. Abstención e indecisión casi consolidadas en un porcentaje "normal": 15-20%. En la encuesta realizada entre el 1-4 de septiembre por IDESO-UCA, el "empate técnico" se expresó así: 39.2% vs 36.8% a favor de Daniel Ortega. Abstencionistas indecisos y quienes no respondieron sumaron un 19%.

La etiqueta de "terrorismo"

No existe ninguna duda de que la nueva situación geopolítica a nivel planetario que se va a derivar del ataque a Estados Unidos afectará el futuro de Nicaragua. En una reacción airada y fundamentalista -explicable tal vez en los momentos iniciales de sorpresa y consternación, peligrosísima después- el gobierno de Estados Unidos, dominado por el complejo militar-industrial, declaró la guerra contra el terrorismo, erigiéndose así la víctima de un acto terrorista en el árbitro que decidirá quiénes son terroristas y cómo serán castigados por serlo.

Más allá de las percepciones que las poblaciones nacionales de cualquier país del mundo tengan sobre qué es el terrorismo y quiénes son terroristas -percepciones nacidas de su propia experiencia histórica y de su cultura-, los ataques han abierto en el mundo una etapa -¿cuán larga y cruel será?- en que serán las percepciones estadounidenses sobre esta cuestión las que se impondrán, tenderán a imponerse o terminarán imponiéndose. Mientras más débil sea la economía de cualquier país, mientras más dependiente sea de la cooperación internacional, mientras menos signifique en el mapa de la globalización, mientras más complaciente -o servil- busque ser su gobierno y los grupos de poder con la potencia hegemónica del Norte, hoy asustada y humillada -aunque no humilde-, más prevalecerán los criterios estadounidenses acerca de qué es terrorismo y quién es terrorista.

La etiqueta de "comunismo"

Desde hace años, Nicaragua aparece en una lista de 60 países sospechosos de ser albergue de terroristas, elaborada por el gobierno estadounidense. De esa lista hablaron altos funcionarios del gobierno de Estados Unidos en las horas que siguieron a los atentados. De esa lista habló Bush junior en su fundamentalista mensaje al Congreso de su nación.

Nicaragua fue incluida en esa lista como consecuencia de hechos, personajes y símbolos sandinistas de los revolucionarios años 80, cuando en Nicaragua se cantaba ¡Luchamos contra el yanke, enemigo de la humanidad! y Estados Unidos financiaba una "guerra de baja intensidad" contra el gobierno de Nicaragua y llamaba a los combatientes de la Resistencia freedom fighters, el mismo calificativo que daba en aquellos mismos años a Osama bin Laden y a los mujahidines a quienes también financiaba para que combatieran en las áridas y montañosas tierras de Afganistán contra la URSS.

En aquella tan reciente etapa geopolítica del mundo la guerra de Estados Unidos era contra el "comunismo" y la categoría de quién era tal la imponía, como árbitro de todo Occidente, Estados Unidos, decidiendo cómo castigar a quien así resultara clasificado. Mucha fue la sangre derramada y muchos los desaparecidos en América Latina en los últimos treinta años de la Guerra Fría por conflictos en los que el gobierno de Estados Unidos jugó un papel protagónico y en los que alentar el terrorismo de Estado practicado por los gobiernos latinoamericanos -y entrenar para él- fue una de las piezas básicas que usó Estados Unidos para derrotar al "comunismo".

Los difíciles años 90

Nicaragua siguió en la lista después de la derrota electoral del Frente Sandinista en 1990, porque los dirigentes de la revolución, aunque en aquella fecha perdieron el gobierno nunca perdieron el poder, ni fueron aniquilados, deportados o excluidos de la historia de Nicaragua, tal como hubiera sido el deseo de "los halcones" que maniobraban en los gobiernos Reagan y Bush -algunos de ellos con altos cargos hoy en el gobierno de Bush junior-.

Después del 90, los dirigentes sandinistas mantuvieron poder económico, espacios institucionales y vínculos internacionales, todo un arsenal de herramientas de poder. Lógico. El Frente Sandinista -también el sandinismo, que ya no son la misma cosa-, son realidades -con poder, con poderes- que no pueden ser eliminadas de la historia presente de Nicaragua. Ni de su historia futura. Varios hechos ocurridos en los convulsos y difíciles años 90 asentaron la percepción estadounidense de que, aunque Nicaragua no tenía ya un gobierno comunista, continuaba siendo albergue de terroristas. El fantasma del comunismo se desvanecía en el mundo tras la desintegración de la URSS, y hoy Bush junior ni siquiera mencionó al comunismo al referirse en su discurso al Congreso a las ideologías asesinas del siglo XX.

La "conexión Nicaragua"

La presencia comprobada en la Nicaragua de los 90 de simpatizantes y activistas de las Brigadas Rojas italianas, de la ETA vasca, de distintos grupos guerrilleros latinoamericanos o de sus remanentes, y las escaramuzas institucionales en torno a la deportación, nacionalización o a la presencia y declaraciones públicas de estas gentes en nuestro país mantenían a Nicaragua en la famosa lista.

Uno de los más sonados hechos "sospechosos" de aquellos años fue precisamente "la conexión Nicaragua" descubierta tras la explosión de un carro bomba en los sótanos del World Trade Center en 1993, hoy en escombros. Al investigar aquel acto terrorista -atribuido ya a seguidores de Bin Laden-, el FBI encontró en la casa de un fundamentalista egipcio cinco pasaportes nicaragüenses falsificados a nombre de cinco árabes, descubriéndose después que uno de ellos estaba vinculado directamente al atentado.

El gobierno Chamorro fue presionado por el gobierno estadounidense con el corte de la ayuda económica para que la trama fuera investigada a fondo. En Nicaragua fueron procesados y encarcelados tres gestores de una agencia de viajes que falsificaron firmas para confeccionar los pasaportes y a partir de entonces, se estableció la norma de que cualquier extranjero que quisiera nacionalizarse nicaragüense debía ser previamente investigado por la Interpol. ¿Se cumplió estrictamente esta norma? Es dudoso, por el comercio de pasaportes que se siguió practicando. El nombre de Nicaragua siguió en la lista.

Los "amigos peligrosos"

Las relaciones internacionales del gobierno sandinista de los años 80, mantenidas después de la derrota electoral del 90 por varias razones y por varios de los más altos dirigentes del FSLN -especialmente por el ex-Presidente Daniel Ortega- también eran vistas por el gobierno estadounidense como suficiente motivo para que Nicaragua continuara en la lista.

Tan vigente estaba el argumento de "los amigos de los sandinistas" que tres meses antes del fatídico 11 de septiembre, a comienzos de junio 2001, Lino Gutiérrez, hoy nada menos que Subsecretario de Estado adjunto para el Hemisferio Occidental, y hasta hace apenas dos años embajador de Estados Unidos en Nicaragua, viajó a Managua para dar una charla a empresarios, donde hizo crudas advertencias sobre el proceso electoral nicaragüense.
En aquella ocasión, Gutiérrez afirmó que Estados Unidos tendría relaciones excelentes con el próximo gobierno de Nicaragua sí cumplía seis condiciones. La última que citó fue ésta: Si evita el contacto con Estados que constituyen una amenaza para el mundo y que apoyan el terrorismo, o que en otros aspectos no comparten los valores de la comunidad mundial.

Y añadió a continuación: Permítanme detallar este último punto. En el mundo de hoy, me sorprende que alguien que diga ser demócrata pueda todavía mirar a Fidel Castro como "luz resplandeciente en el hemisferio". ¿Cómo puede creer alguien en la libertad y a la vez ir a rendir homenaje a Gadaffi, quien tiene un récord de apoyo a terroristas internacionales que han matado a tanta gente? Nadie que viva, respire y piense en democracia podría de alguna forma sostener estas creencias.

El poco diplomático discurso de Gutiérrez, en el que sólo le faltó mencionar por su nombre al candidato Daniel Ortega sólo convenció a los ya convencidos, fue ampliamente cuestionado por un buen sector de los medios nacionales a causa de su obvio injerencismo, y de hecho actuó como un bumerang, pues enardeció a los sandinistas, incluyendo a los críticos de Ortega. Algunos hasta se decidieron a votar por el FSLN.

Las buenas relaciones

El gobierno de Estados Unidos ha apuntado su dedo y sus armas contra Osama bin Laden y su red de apoyo La Base. Gadaffi -quien afirmó en un comunicado que es deber presentar condolencias al pueblo norteamericano a pesar de la lucha política con los Estados Unidos- no ha sido mencionado en esta ocasión. Mucho menos, por mucho más absurdo, Fidel Castro.

Al margen de quiénes sean señalados como culpables, quiénes lo son realmente y quiénes sean involucrados oportunistamente por el gobierno de Estados Unidos o por otros gobiernos aliados como responsables de la tragedia del 11 de septiembre, en todas las encuestas que antes de esa fecha indagaron cuál de los dos partidos, FSLN y PLC, percibe la población nicaragüense como garante de mejores relaciones con Estados Unidos, el PLC siempre salió con un porcentaje mucho más alto. Todas las encuestas han señalado también que unas buenas relaciones entre Estados Unidos y Nicaragua son una aspiración mayoritaria de la población nicaragüense, que no olvida la guerra de los 80 ni el papel determinante que Estados Unidos jugó en ella.

El nuevo miedo

Era totalmente previsible que el ataque a Estados Unidos -evidentemente, no fue un ataque a "la civilización"- fuera instrumentalizado en la campaña electoral nicaragüense por el partido de gobierno. Los liberales se frotaron las manos con el argumento que saltaba inesperadamente hasta sus cuarteles de campaña desde las desplomadas Torres newyorkinas. A partir del ataque, Bolaños, Rizo, los candidatos a diputados y, cómo no, el Presidente Alemán, decidieron sumar -con mayor o menor acierto- a su insistente campaña basada en el miedo al pasado sandinista, a la guerra de los 80 y al regreso del servicio militar, otro miedo, el miedo al futuro sandinista, o más exactamente el miedo a las consecuencias que tendría para Nicaragua un gobierno "amigo de terroristas". O más exactamente, el miedo a las represalias que decidiera tomar Estados Unidos contra una Nicaragua de nuevo en manos de "sandinistas-terroristas".

El mismo 11 de septiembre y durante horas, simpatizantes liberales mantuvieron en una rotonda de la capital una gran manta con esta leyenda: Nicaragua no quiere un presidente amigo de terroristas. En los días siguientes, los discursos electoreros de los candidatos asustaban a los votantes diciéndoles que de ganar Ortega los nicaragüenses no tendrán visas para viajar a Miami o a Los Angeles a ver a sus familias, las remesas familiares se suspenderán y las inversiones extranjeras ya no querrán llegar a Nicaragua. El Presidente Alemán recordaba gozoso cómo Daniel Ortega sin ningún tapujo se vanagloría de su amistad con Gadaffi y Saddam Hussein. En noticieros radiales, escritos y televisados aparecían como propaganda fotos de Ortega con Gadaffi. En un colmo de simpleza oportunista, Enrique Bolaños propuso, aun habiendo tantos urgentes temas nacionales, que el tema principal de un debate televisado con Ortega -no se produjo, ¿se llegará a producir?- fuera el terrorismo internacional.

Las condolencias

El equipo de campaña del FSLN recibió perplejo el pesadísimo escombro que caía en sus manos desde las destruidas Torres Gemelas. Es un ‘issue’ inmanejable, confiesa preocupado un activista sandinista. Daniel Ortega estaba en México y de camino a España el 11 de septiembre. Su equipo de campaña le elaboró un texto, el primer mensaje de condolencia que apareció en los diarios nicaragüenses. Carente de reflexiones vinculadas a la realidad geopolítica actual y a la propia historia nacional, el texto tenía el inconfundible y evasivo toque rosado chicha de toda la campaña del FSLN: apelaba a la ciudadanía planetaria y planteaba como meta la evolución de cada uno de nosotros hacia la comprensión de una realidad mundial integradora.

El sospechoso

Cuando se supo el nombre del sospechoso de ser cerebro de los ataques, el millonario saudí Osama bin Laden, medios y dirigentes sandinistas mezclaron atropelladamente los datos para contraatacar a los liberales afirmando que bin Laden era un contra y estaba vinculado al financiamiento dado a la cúpula de la Resistencia en los tiempos del escándalo Irangate. Enseguida, Adolfo Calero dirigente de la Contra y aliado de Bolaños negó cualquier vínculo con el saudí, aclarando que el apoyo les llegaba de otro lugar, del Sultanato de Brunei.
Ignorando cómo se construyen los patronímicos y gentilicios de los nombres árabes -lo que facilita la abundancia de homónimos- el PLC llegó a afirmar en su propaganda escrita que uno de los secuestradores del avión que impactó una de las Torres, Mohamed Atta, había sido nacionalizado nicaragüense durante el gobierno sandinista. Después de saberse que se trataba de un homónimo, no rectificaron nada. En el torbellino de información, qué más daba un Atta más o uno menos.

Cuando Ortega regresó al país reafirmó que Bin Laden estaba vinculado a la Contra -sin reparar, tal vez, que hay "contras" que son aliados electorales del FSLN-, dijo no conocerlo, y señaló que el equipo de campaña del FSLN había organizado un focus group y había descubierto que el ataque terrorista en Estados Unidos no afectaba en nada la intención de voto de los nicaragüenses, mucho menos de quienes habían decidido votar sandinista. El FSLN acusó al Presidente Alemán ante el Consejo Supremo Electoral, exigiéndole que se retractara de sus reiteradas declaraciones en las que vinculaba a Daniel Ortega con el terrorismo internacional. No se retractó, continuó repitiendo sus insinuaciones.

De esta forma, los provincianos políticos nicaragüenses trataron aceleradamente de estudiar el mapa para sacar el mejor partido de las conexiones de unos o de otros con ese vasto y para ellos ignoto mundo árabe donde viven mil millones de musulmanes, a quienes, sin excepción, la cultura nica ha llamado toda la vida, simple y llanamente turcos.

La "conexión Libia"

Entre todas las relaciones "sospechosas" del candidato sandinista, la más conocida y comentada desde hace muchos años en Nicaragua es el vínculo personal -más que diplomático o institucional- que le une al dirigente libio Moammar Gadaffi. Se conoce también de la pertenencia de Ortega y del FSLN a la organización-hermandad libia Mathaba Mundial, que lucha contra el imperialismo americano. Son públicos y anunciados año tras año por el propio FSLN los viajes de Ortega a Libia para encontrarse con Gadaffi. Se ha comentado ampliamente, tanto en 1996 como ahora, que es dinero de Libia el que financia la campaña electoral del FSLN. Y no se olvida aquella declaración hecha en el año 2000 por Ortega cuando afirmó satisfecho ante las cámaras de un noticiero de TV que él sobrevive con las remesas que le envía este amigo.

Libia estableció relaciones con Nicaragua en 1972, cuando un terremoto destruyó Managua y Libia decidió prestar ayuda a la reconstrucción de la capital. Las relaciones diplomáticas y comerciales entre ambos gobiernos se han mantenido desde los tiempos de Somoza hasta hoy. Como en el rastreo de sospechosos que a nivel universal conduce el gobierno de Estados Unidos no ha aparecido Gadaffi, esta circunstancia resta bastante fuerza a la manipulación liberal, a la vez que la amistad Ortega-Gadaffi impone silencios evasivos al FSLN. Así, mientras a partir del 11 de septiembre, a los liberales les conviene "hacer olas" con el tema del terrorismo internacional, a los sandinistas les conviene no permitir ni la más leve brisa sobre éste ni sobre ningún otro tema de política internacional.

El coyote y su lista

Para equilibrar la balanza de la burda manipulación liberal era necesaria una maniobra burda. Efectos especiales contra efectos especiales. Siete días después del ataque en Estados Unidos, los medios sandinistas destacaron las declaraciones de un hombre de identidad confusa -nunca dejó que fotografiaran su rostro- que dijo conocer, y hasta aceptó haber participado, en una muy organizada red de tráfico ilegal de emigrantes instalada en Nicaragua, que habría otorgado pasaportes nicaragüenses a por lo menos 600 árabes, a quienes después trasladaba ilegalmente hacia territorio de Estados Unidos. El "coyote" contó que quien dirigía la red era José Rivas, ex-Director de Migración del gobierno Alemán-meses antes fue destituido de su cargo por presiones del cónsul de Estados Unidos en Managua, quien también lo señaló por tráfico de inmigrantes, aunque no dio pruebas-.
Relatando todo tipo de detalles -precios de los pasaportes, lugares del "trabajo", nacionalidades más costosas-, el "coyote" contó también que la red tenía ramificaciones en varias instituciones del gobierno Alemán. Rivas denunció al "coyote" sin rostro -que desapareció de la escena- por injurias y calumnias y el gobierno abrió una investigación, mientras un juez ordenaba detener a Rivas, que también desapareció, mientras sus abogados alegaban su inmunidad.

Es casi seguro que esta trama, como tantas otras que implican a altos funcionarios del gobierno y -permiten imaginar relaciones con actores de otro color político- nunca será aclarada por las instituciones nacionales. ¿Logrará el FBI -que ya actúa en el país- descifrarla?

El candidato y su lista

Efectos especiales contra efectos especiales. En respuesta al "coyote", nada menos que el propio candidato liberal, Enrique Bolaños, compareció ante los medios llevando en la mano la lista de los 894 extranjeros nacionalizados tras la derrota electoral del FSLN en el período de transición al gobierno Chamorro: febrero-abril 90. Bolaños llamó a aquel procedimiento piñata de nacionalizaciones y anunció que investigaría a todos los que aparecían en la lista buscando descubrir a los terroristas que se agazaparon entre ellos. Con la institucionalidad del país deshecha por la corrupción y el pacto, pueden preverse muchas arbitrariedades en una investigación anunciada atropelladamente y como propaganda electoral y electorera.

Antes aún que el Presidente Bush diera al mundo su arrogante y perentoria orden -Todas las naciones en todas las regiones deben tomar ahora una decisión: o están con nosotros o están con los terroristas-, los gobiernos centroamericanos, débiles, dependientes de la cooperación internacional, con arraigadas tendencias a mirar al coloso del Norte para tomar decisiones, se reunieron en una precipitada "cumbre" para alinearse en la nueva guerra que comandará Estados Unidos. Los mandatarios ofrecieron tropas para tareas humanitarias y dispusieron ocho medidas coordinadas de control y vigilancia que, según cómo se implementen, podrían influir nada positivamente en la vida de los centroamericanos. Con instituciones tan frágiles y con tantas tendencias autoritarias y excluyentes como vemos rebrotar en nuestra región, estas medidas podrían dar lugar a violaciones de derechos humanos y a recortes en las libertades civiles y políticas por las que los nicaragüenses y los centroamericanos hemos pagado tan altísimo precio en sangre en años tan recientes.

El pensamiento único

En su Declaración, los mandatarios centroamericanos le exigen a todas aquellas organizaciones políticas que mantienen relaciones con estructuras terroristas que las suspendan inmediatamente. Estas relaciones pretenden legitimar el terrorismo internacional y pueden llevar al uso del territorio centroamericano como punto de apoyo de acciones terroristas. Fue evidente en las declaraciones que dieron posteriormente a los periodistas el Presidente de El Salvador, y especialmente el de Nicaragua, la satisfacción que les producía el haber podido incluir esta alusión "con firma" para descalificar así al FMLN y al FSLN por simples razones electoreras.

Todo lo que va ocurriendo y lo previsible permite adivinar la interpretación que, a partir del vuelco histórico del 11 de septiembre, pretenderá hacer el pensamiento único -en su subdesarrollada versión centroamericana- de nuestra reciente historia: quienes en los tiempos en que el terrorismo de Estado mataba, torturaba, desaparecía y cerraba todos los espacios políticos decidieron empuñar las armas, fueron revolucionarios ¿serán hoy clasificados como terroristas?
Lamentablemente, la crisis mundial generada tras los ataques terroristas en Estados Unidos no puso -al menos, en las primeras tres semanas tras el ataque- sabiduría ni mucha sensatez en el patio político nacional. Los dirigentes sandinistas se camuflaron en discursos genéricos, hablando sin decir nada sobre lo ocurrido, temerosos de cualquier desliz si usaban el discurso alternativo y consistente que hoy debemos emplear para dar cuenta de la complejidad del mundo ante las simplezas peligrosísimas del pensamiento único. Y los dirigentes liberales polarizaron aún más groseramente su discurso antisandinista, abusando de la ignorancia geopolítica -vacío de mapamundi y de historia- que sufre la mayoría de la población nicaragüense.

La guerra y las remesas

En las Torres Gemelas murieron -según los escasos datos que los medios y no nuestros ineficientes consulados manejan- sólo dos nicaragüenses. En el ámbito económico, es evidente que Nicaragua -como todos los países del área- sufrirá severamente por la declarada guerra contra el terrorismo, anunciada por Bush como una larga campaña como no hemos visto jamás ninguna otra. Según cifras del Comité de Nicaragüenses Pobres en el Exilio, de Miami, en esa larga campaña, podrían combatir, y morir, hasta unos mil quinientos compatriotas, llamados a las filas del Ejército estadounidense. En esa larga campaña puede aumentar el precio del petróleo o mantenerse inestable, afectando así toda nuestra economía. Cuatrocientos mil nicaragüenses viven y trabajan en Estados Unidos y muchos de ellos sostienen, con sus remesas mensuales, a sus familias en Nicaragua. (El principal ingreso en divisas de Nicaragua son las remesas familiares provenientes de Estados Unidos y Costa Rica, sumando unos 800 millones de dólares anuales. Ya en las primeras tres semanas tras el ataque, el Banco Central observó una reducción del 40%).

Según la última encuesta de IDESO-UCA -que ratifica resultados de varias encuestas previas- el principal problema que debe resolver en Nicaragua el Presidente que resulte electo es el del desempleo. Casi la mitad de los encuestados (47%) así lo consideró. El desempleo ha tocado a Estados Unidos. La recesión es un hecho en ese país, y con ella aumentarán los despidos, disminuirán los ingresos de los emigrantes y podría escasear agudamente ese oxígeno de nuestra economía que son las remesas.

El turismo, la cooperación

También pueden verse limitadas o afectadas las relaciones entre los nicas de aquí y los de allá (permisos de residencia, visas, becas). 45 mil nicaragüenses -en su mayoría mujeres- trabajan en empresas maquiladoras que envían su producción, fundamentalmente textil, a los Estados Unidos, donde los pedidos han decaído. Se han producido ya despidos -se dice que temporales- en la maquila de Sébaco.
Más de la tercera parte de las exportaciones nicaragüenses va a Estados Unidos. Podrían aumentar o disminuir dependiendo del tipo de productos. El turismo está gravemente afectado a nivel mundial y en la aún incipiente industria turística nicaragüense -tan sólo 130 millones de dólares anuales en ingresos- ya hay síntomas de crisis, por la disminución de visitantes de Estados Unidos. La cooperación internacional de la que depende totalmente Nicaragua, y que ya iba en declive se dirigirá hacia otras depauperadas y conflictivas zonas del mundo, seguramente va a disminuir y se nos pueden imponer nuevas condiciones.

Las encuestas posteriores

Al cierre de este número de envío, se habían realizado dos encuestas nacionales sobre intención de voto, en fechas posteriores a los atentados en Estados Unidos, aunque previas al inicio de la guerra contra Afganistán. En una de ellas la ventaja era para Daniel Ortega por 0.7 puntos, en otra la ventaja la tenía Bolaños por 2.6 puntos. Otra encuesta posterior al ataque terrorista midió la intención de voto sólo en Managua -donde vive la población más y mejor informada- y reveló una ventaja de 6.3 puntos para Ortega.

Las únicas señales en las que se podría apreciar -en la encuesta nacional que dio ventaja de 0.7 puntos a Ortega- el "miedo" que pudo haber surgido entre la población votante tras las repetidas imágenes de la tragedia y las escasas reflexiones constructivas sobre las mismas, fue la respuesta a esta pregunta: ¿Cree usted que de ganar las elecciones (Daniel Ortega o Enrique Bolaños) habría en Nicaragua una crisis? Un 42.6% dijo que sí la habría con Ortega y un 28.5% dijo que la habría con Bolaños. Otra señal para esta hipótesis: la percepción, aunque con leve diferencia, de que quien ganará las elecciones será Bolaños y no Ortega (42% vs 40.2%). ¿Que las ganará Enrique Bolaños porque Estados Unidos no permitirá que las gane Daniel Ortega? Los hechos del 11 de septiembre pusieron en evidencia otro de los costos políticos que paga el FSLN por llevar como candidato a Daniel Ortega.

La voz del poder

Un mes antes de las elecciones, y en vísperas de iniciar la guerra en Afganistán, observando que Ortega continuaba a la cabeza de las encuestas, altos funcionarios del gobierno Bush externaron su preocupación ante un triunfo de Ortega, a quien perciben como generador de inestabilidad en la región centroamericana. Reconociendo naturalmente -la más elemental formalidad impediría lo contrario- que aceptará los resultados de las elecciones en Nicaragua, el gobierno Bush expresó, en contundentes declaraciones, por qué tenía serias reservas ante el triunfo de Ortega.

En una primera reacción, Daniel Ortega desestimó las declaraciones, achacándolas a una solicitud hecha al gobierno Bush por el gobierno Alemán, a través del Canciller en su viaje a Washington. En un segundo momento dijo: No deben meterse. Somos nicaragüenses, estamos votando en Nicaragua, no estamos votando en Estados Unidos. En un tercer momento, afirmó: Pienso que estas reservas se van a superar cuando ganemos las elecciones, lleguemos al gobierno y se ponga a prueba la voluntad de ambos gobiernos, el de Estados Unidos y el de Nicaragua, de trabajar por la paz y el desarrollo del país. Es previsible que declaraciones de este tono, de un lado y de otro, no serán ni las únicas ni las últimas en lo que resta de campaña electoral, que hasta el final estará salpicada por los ensangretados desechos de las Torres desplomadas.

La voz del miedo

El poder y la voz poderosa de la potencia hegemónica, hoy en una guerra universal contra un enemigo sin rostro que puede estar en todas partes, no puede dejar de inspirar preocupación, ansiedad, prudencia y miedo, una gama de sentimientos que podría tener traducción electoral en las urnas y en el último momento favorecer al PLC. ¿Será el efecto Armagedón el que decidirá el empate técnico el 4 de noviembre? Si así fuera, sería una prueba más de cuánto determina el poder de Estados Unidos la historia de Nicaragua.

Sin que estuviera previsto en el guión electoral que empezó a escribirse en diciembre 2000, las elecciones nicaragüenses tendrán lugar en un clima de guerra mundial, con los muy justificados temores que toda guerra genera. En diciembre de 1989, también unas semanas antes de las históricas elecciones del 90, el miedo que inspiró el cruento ataque -¿no fue aquello terrorismo de Estado?- del gobierno de Bush padre contra Panamá, en una operación militar en la que se bombardeó y mató a miles de panameños para dar con el paradero de un solo hombre, Noriega, decidió muchos votos nicaragüenses en contra del FSLN.

¿Qué pesarán más, doce años después en un electorado mayoritariamente joven que poco sabe de guerras y geopolíticas, los miedos nacionales o los internacionales? ¿El temor a la continuación del hambre y el desgobierno nacionales o el temor al inicio de nuevas presiones internacionales? Al igual que el escenario internacional -en el que se nos quiere forzar a decidir, por miedo, entre dos males, la guerra y el terrorismo-, estas elecciones estaban ya muy permeadas por el miedo -al continuismo de la corrupción arnoldista y a la reedición del totalizante sandinismo de los 80- y el pacto nos forzó a elegir entre dos males.

La voz de una mujer

El mejor de los escenarios, en medio de tanta incertidumbre internacional y de tanto desgaste nacional sería algo así como que los tres partidos ganaran las elecciones. O que no las ganara ninguno. O que los honestos en campaña en los tres partidos y los honestos en abstención fuera de los tres partidos se reunieran, se unieran, se entendieran... Plena utopía.

Bordeándola y por si acaso, la ex-Presidenta de Nicaragua lanzó el 8 de octubre un Mensaje a la Nación, a la vez que el Presidente de Estados Unidos lanzaba bombas sobre las míseras ciudades afganas. Algo que asusta mucho en el conflicto mundial iniciado con el desplome del World Trade Center es el exceso de políticos varones en todos y cada uno de los escenarios del conflicto decidiendo, con la riesgosa arrogancia masculina, quién es Dios, de parte de quién está y cuál será el destino de la humanidad.

Dicen que cuando una mujer entra en la política cambia la mujer, pero cuando las mujeres entren en la política cambiará la política. Esperemos que esto suceda, porque de seguro habría menos guerras, más respeto a la vida, y menos muertes de inocentes. Entre tanto, el mensaje de esa mujer tan poderosa por tan popular que es doña Violeta, parece muy adaptado a la cerrada realidad de Nicaragua y trae ese conservadurismo que es necesario para que la vida continúe. Porque analiza compasivamente nuestra situación nacional y porque propone lo único que en este momento parece ya lo único posible y sensato, lo reproducimos ampliamente, como antesala de nuestra próxima crónica, la que dará cuenta del resultado de las elecciones.

La única estrategia

Consciente de los momentos dramáticos que vive el mundo desde el ataque terrorista a Estados Unidos el once de septiembre, de las operaciones militares ya iniciadas en Afganistán, y de la enorme importancia de las próximas elecciones para el futuro de nuestro país, les hago llegar estas palabras con mi cariño de siempre para todos ustedes. Yo no estoy contenta con las cosas que hemos estado viendo estos últimos años. Ustedes conocen mi modo de pensar. La democracia que tanto nos costó construir se ha debilitado por las consecuencias del pacto que se hizo sin pensar en la Patria, y por la corrupción promovida desde la propia Presidencia de la República.

Es tan profundo el abismo en que hemos caído que siento que no podemos ahora aceptar la afirmación que la democracia la representa el partido que está en el gobierno, y menos aún el triste argumento de que, si no lo apoyamos, vendrá otro más malo. Tampoco estoy de acuerdo con lo que se hizo en los años ochenta. Por eso me retiré de la Junta de Gobierno, y por eso mismo acepté ser candidata de la UNO, diez años después, para volver a intentar la construcción de la democracia con la que tanto soñó mi esposo Pedro Joaquín.

En estos precisos momentos, además, es tan incierta la estabilidad del mundo, tan dura la situación del café, tan profunda la crisis moral, y tan frágil la condición de las reservas internacionales, que ninguno de los tres partidos puede presumir de su capacidad de sacar adelante al país con sólo sus fuerzas y sus propias ideas.

Sólo unidos, como una sola Nación, podremos salir adelante. Sólo aceptando que tanto derecho a ganar tienen los conservadores, como los sandinistas o los liberales, vamos a poder aceptar los resultados de estas elecciones con la tranquilidad necesaria para dedicarnos a trabajar después con esperanza en nuestro futuro. Debemos confiar en nuestra vocación democrática. La Reconciliación Nacional que se logró forjar durante mi gobierno, cuya plena vigencia es hoy evidente, debe ahora convertirse en Unidad de Nación y en Patria Común.

El próximo gobierno, el que gane las elecciones, debe gobernar para todos, basado en las ideas que nos unen y en las Políticas de Estado. Y debe hacerlo apegado a un Programa de Gobierno que surja de la búsqueda sincera de una Visión de Nación compartida por ganadores y perdedores, y de un gran Plan Nacional o Proyecto de Nación para el futuro de nuestro país. El próximo gobierno debe dejar a un lado los intereses partidistas y buscar la integración de ciudadanos capaces y honrados, aunque sean de otras corrientes políticas, para ser lo más representativo posible.

Sólo así, con una única estrategia, un acuerdo nacional, un programa de todos, y un gobierno representativo, vamos a poder enderezar nuestra democracia, fortalecer las instituciones, reafirmar el Estado de Derecho, atraer inversiones importantes, generar empleos productivos, levantar nuestra producción, y vivir como hermanos en una reconciliación sostenible.

Los tres compromisos

Queriendo aportar un grano de arena, doña Violeta invitó a los tres candidatos a la Presidencia a adquirir ante ella un triple compromiso: abstenerse de celebraciones de victoria antes de que se conozcan los resultados; que tras conocerse quién es el ganador, éste haga un llamado formal a los otros dos candidatos y a los nuevos diputados para concertar antes de Navidad una Estrategia Nacional a largo plazo y como parte de esa estrategia el nuevo Programa de Gobierno que regirá en este período presidencial. Por último, sugiere que el candidato ganador inicie el período de transición enviando una carta al Presidente de Estados Unidos expresándole que el nuevo gobierno de Nicaragua estará junto con su país, con las democracias del mundo y con todos los gobiernos que quieran ayudar, en la lucha contra el terrorismo y contra el narcotráfico internacional.

Termina el Mensaje diciendo: Escuchar de los candidatos estos tres compromisos nos llenará de ánimo para ejercer nuestro derecho a votar porque sabremos que así, gane quien gane, habrá patria y prosperidad para todos, un gobierno amistoso, y un mundo más seguro para la humanidad.

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