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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 230 | Mayo 2001

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Internacional

Foro de Porto Alegre: la fuerza de estar juntos

Marta Harnecker, chilena y cubana, conocida y reconocida intelectual de la izquierda, estuvo en el Foro Mundial Social de Porto Alegre. Éstas son sus impresiones.

Marta Harnecker

Movidos por un gran objetivo común: el repudio al actual modelo neoliberal y el convencimiento de que "otro mundo es posible", nos reunimos del 25 al 30 de enero en Porto Alegre, Brasil, miles de personas provenientes de distintos lugares del planeta. Una Internacional de la Resistencia.

Representábamos al más amplio espectro de la izquierda. Allí estaban desde aquellos que quieren transformar gradualmente al capitalismo hasta aquellos que están convencidos que sólo mediante una lucha revolucionaria se podrá poner fin a este régimen opresor; desde los que están por priorizar la vía de la negociación hasta los que ponen en práctica métodos de "acción directa" como los campesinos franceses representados por José Bové o los Sin Tierra brasileños. Se trataba del "embrión de una verdadera internacional rebelde" al decir de Bernard Cassen, uno de los organizadores del Foro, presidente de ATTAC y director de Le Monde Diplomatique.

Durante cuatro días intercambiaron ideas las más variadas tendencias dentro de la izquierda: libertarias, comunistas, socialistas, anarquistas, demócratas progresistas, demostrando ante el mundo que una nueva cultura de la izquierda está comenzando a emerger, una cultura pluralista y tolerante, que pone por encima lo que la une y deja en segundo plano lo que la divide; que se unifica en torno a valores comunes: la solidaridad, el humanismo, la defensa de la Naturaleza, y que rechaza el afán de lucro y las leyes del mercado como principios rectores de la actividad humana. La propuesta de crear un Foro Social Mundial surgió a partir de las exitosas movilizaciones realizadas en Europa contra el Acuerdo Multilateral de Inversiones (AMI) en 1998, y luego, en Seattle, Estados Unidos, contra la Organización Mundial de Comercio (OMC) en noviembre de 1999, seguidas de varias otras manifestaciones en otros lugares del mundo. Estas movilizaciones nos demostraron que habían aparecido en el escenario político nuevos actores dispuestos a luchar en forma decidida por impedir que el neoliberalismo continúe su avance exterminador, que impone al mundo reglas de juego que producen resultados cada vez más excluyentes y que sólo favorecen a los grandes consorcios transnacionales.

Ante la claudicación frente al neoliberalismo de muchos partidos autodenominados de izquierda, y ante la inercia de otros, nuevos protagonistas han asumido la crítica y la movilización activa contra la globalización neoliberal. La Internet y el correo eletrónico son sus armas organizativas fundamentales, demostrando una vez más que los avances tecnológicos sí pueden servir para liberar al hombre cuando son usados con otros fines que el lucro. Cuatro días de intensos trabajos fueron precedidos por una apertura en la que los habituales discursos políticos fueron reemplazados por música autóctona y una sencilla escenificación donde se representó a un pueblo doblegado que poco a poco recupera su dignidad y se levanta para luchar. Siguió una masiva y festiva caminata de más de 10 mil personas, cuyo recorrido fue modificado a última hora para evitar que la presencia en la ruta de bancos y Mac Donalds provocase reacciones descontroladas que habrían sido muy bien aprovechadas por la prensa conservadora para atacar tanto al Foro como al gobierno anfitrión, el de Porto Alegre, liderado por al Partido de los Trabajadores de Brasil, que tras su notable avance en las elecciones de alcaldes, despunta como ganador en las elecciones presidenciales del 2002.

En los días siguientes un mar de gente inundó durante la mañana los cuatro grandes anfiteatros y los pasillos del Centro de Convenciones de la PUC, donde tuvieron lugar cuatro mesas redondas simultáneas con personalidades de reconocimiento mundial. Entre ellas, Samir Amin (Egipto), Danielle Mitterand, Ignacio Ramonet y Bernard Cassen (Francia), Hillary Wainright (Inglaterra), Aníbal Quijano (Perú), François Houtart (Bélgica), Atilio Borón (Argentina), Lula, Emir Sader, Frei Betto, Michael Lowy y Raúl Pont (Brasil), Ricardo Alarcón y Alfredo Guevara (Cuba); Ahmed Ben Bella (Argelia), Diane Matte (Canadá), Roberto Sabio (Italia), Manuel Monereo (España), Norman Solomon (Estados Unidos), y muchos otros.

Después del almuerzo y hasta la noche miles de participantes se dispersaron por las salas de diversos tamaños en las que se realizaban centenares de reuniones. Se inscribieron 4 mil delegados de 122 países (se esperaban de 50-60) y circularon por los recintos del foro entre 10 y15 mil personas, el grueso de Brasil. Seguían de Argentina y de Uruguay. Hubo también una amplia delegación francesa. En las tardes estaban previstos los talleres. Cualquier organización o entidad que se adhiriera al Foro podía inscribir un tema, asumiendo la responsabilidad por el tema que eligiera y por la forma de realizarlo.

La organización local debía garantizar la sala de acuerdo a un cálculo aproximado del público interesado en el tema. Ardua tarea para el equipo organizador, ya que se preveían 150 talleres y se inscribieron vía correo electrónico alrededor de 400 y sobre los más diversos temas. Las salas de la PUC no dieron abasto, y hubo que recurrir a la Universidad Federal y a otros recintos. Si algún tema no estuvo presente en el Foro no se debió a la censura de los organizadores, sino a la falta de iniciativa de los interesados en esas temáticas.

En las noches hubo intervenciones-testimonio realizadas por varios personajes de fama mundial. Entre ellos, Luíz Inácio da Silva, más conocido como Lula, líder del Partido de los Trabajadores y Joao Pedro Stedile, de Brasil; Hebé de Bonafini, madre de la Plaza de Mayo, de Argentina; José Bovè de Francia; y Eduardo Galeano, escritor uruguayo. En varios casos los espacios asignados fueron desbordados por el público asistente. Así ocurrió con Galeano: su sala fue calculada para 700 participantes y asistieron más de 3 mil, llegándose a producir verdaderas manifestaciones de repudio a los organizadores por parte de algunos de los frustrados asistentes. Las actividades del día terminaban con un show cultural al aire libre en el Anfiteatro Por do Sol. Uno de los grupos más aclamados fue el cubano Buena Vista Social Club.

Se dieron también algunas actividades paralelas dentro del contexto del Foro: una reunión mundial de alcaldes y un Foro Parlamentario Mundial que reunió a 500 senadores y diputados federales y estaduales; un seminario de tres días cuyo tema era "La resistencia a la globalización neoliberal" organizado por el CEDESP y los sindicatos, que contó con una asistencia de 300 a 400 personas; un campamento de la juventud que reunió alrededor de 4 mil jóvenes -se esperaban 2 mil- y un campamento indígena. Todas las actividades del Foro fueron cubiertas por 1 mil 300 periodistas nacionales y extranjeros -se esperaban solo 400-.

Los productores de tan magno evento fueron ocho organizaciones de la sociedad civil brasileña: ABONG (Asociación Brasileña de Organizaciones No Gubernamentales); ATTAC (Asociación por la Tributación de las Transacciones Financieras en Apoyo al Ciudadano); CBJS (Comisión Brasileña de Justicia y Paz), de la Conferencia de Obispos Brasileños; CIVES (Asociación Brasileña de Empresarios por la Ciudadanía); CUT (Central Única de Trabajadores); IBASE (Instituto Brasileño de Análisis Sociales y Económicos); CJG (Centro de Justicia Global); y MST (Movimiento de los Sin Tierra), junto a organizaciones internacionales, entre las que destacan ATTAC, de Francia. Un papel muy importante jugaron tanto el Gobierno de Rio Grande do Sul como el del Municipio de Porto Alegre, conformados por una coalición política de izquierda a cuya cabeza está el PT de Brasil. Antes que se iniciara el Foro, la Gobernación había recibido duras críticas de la prensa de derecha por haber destinado una suma importante de dinero a la organización de este gran encuentro contra la globalización neoliberal.

El Foro Social Mundial rompió con los cánones de los eventos internacionales organizados por la izquierda: no fue un evento partidario ni un evento de parlamentarios ni de gobernantes, fue un encuentro de la sociedad civil internacional organizada, lo que no quiere decir que no hubiera presencia de gobernantes y de políticos, pero éstos asistieron como un ciudadano más. No hubo arengas ni discursos, hubo exposiciones. Se dio tiempo suficiente a los ponentes y también al público para que pudiese participar. No pretendió ser un evento deliberativo y por eso no hubo una declaración final. Y aunque no hubo esa declaración final, se pudo detectar un amplio consenso en tres luchas: para anular la deuda externa, para terminar con los paraísos fiscales, y para aplicar un impuesto al capital financiero, la llamada Tasa Tobin: impuesto de un 0.1% a las transacciones financieras, propuesta del Nobel de Economía 1972 James Tobin. Las representaciones de los movimientos sociales más fuertes no perdieron el tiempo: convocaron a varias reuniones con el resto de las representaciones de los movimientos presentes -alrededor de 900- y redactaron un pronunciamiento que refleja su madurez.

Entre sus planteamientos están: la anulación de la deuda pública externa y la reparación de la deudas históricas, sociales y ecológicas; el cierre de los paraísos fiscales y la introducción de impuestos a las transacciones financieras; el reconocimiento genuino del derecho de los sindicatos a organizarse, negociar y alcanzar nuevos derechos para los trabajadores; la reivindicación de un sistema de comercio justo que garantice pleno empleo, soberanía alimentaria y términos de intercambio equitativos, y la convocatoria a realizar movilizaciones masivas contra el Acuerdo de Libre Comercio de la Américas (ALCA); el cese de la interferencia del FMI y del BM en las políticas nacionales, y la organización de protestas contra sus medidas; la realización de una Reforma Agraria Democrática con usufructo por el campesinado de la tierra, el agua y las semillas, y la lucha por una agricultura sustentable y libre de transgénicos. Manifestaron también su postura contra la guerra, el armamentismo y el comercio de armas. Exigieron poner fin a la represión y criminalización de la protesta social y condenaron la intervención militar extranjera en los asuntos internos de sus países, rechazando firmemente el Plan Colombia, considerándolo un pretexto para la intervención militar de los Estados Unidos en América Latina.

El pronunciamiento termina con un llamamiento a reforzar la alianza en torno a estas propuestas y a movilizarse en torno a ellas durante todo el año 2001, señalándose. El mensaje reconoce que el Foro Social Mundial de Porto Alegre representa un camino hacia un mundo más justo en el que los pueblos sean soberanos, y considera que el evento ha servido para enriquecer las luchas de cada uno de los movimientos sociales presentes. Y que salen del Foro más fortalecidos y con una mayor disposición para enfrentar la batalla por construir un futuro mejor. ¿Qué hizo posible un evento tan significativo? Por una parte, la incapacidad que han demostrado las políticas neoliberales aplicadas ya hace algo más de una década para resolver los problemas más acuciantes de la humanidad. Estas políticas no sólo no han resuelto los problemas sino que han aumentado vertiginosamente la miseria y la exclusión social, mientras un grupo cada vez menor de personas concentra en sus manos cada vez mayores riquezas. Por otra, el que la izquierda haya superado el síndrome depresivo en el que había caído luego de la derrota del socialismo en Europa del Este y la URSS.

En los últimos tiempos ha crecido su capacidad crítica y analítica. Ha comenzado también a recuperar la iniciativa, no sólo se limita a desenmascarar la retórica neoliberal y a denunciar sus nefastas consecuencias sobre gran parte de la humanidad, sino que propone medidas alternativas y empieza a demostrar, tanto a partir de iniciativas de movimientos sociales organizados como de gobiernos locales, que no sólo dice ser mejor sino que en la práctica es mejor. Sin dudas, el factor más importante fue el éxito alcanzado por las luchas de resistencia contra la implantación de medidas neoliberales en diversas partes del mundo. En este sentido, Seattle ha pasado a ser un símbolo. Aunque en la mayor parte de las ponencias presentadas por los panelistas primó el diagnóstico sobre la terapéutica, y las denuncias sobre las propuestas, existe una creciente conciencia de que hay que superar esta debilidad.

En su intervención, Samir Amin nos dio luces de cómo hacerlo. Además de una profunda crítica teórica del actual sistema capitalista neoliberal, es necesario estudiar los proyectos de lucha y de acción que se enfrentan al sistema y que van construyendo en la práctica propuestas alternativas y, sobre todo, creando los sujetos o protagonistas que la nueva sociedad requiere. De ahí que nos pareció tan interesante la idea de crear un sitio web, por iniciativa del Foro Mundial de las Alternativas y apoyado técnicamente por la ONG canadiense Alternatives. Este sitio estará dedicado a recoger todas las experiencias alternativas que vayan surgiendo en los distintos países sin importar su dimensión. Ésa será la vía de socializarlas y para que se multipliquen en diversas partes del mundo.

Entre los principales logros del Foro Social Mundial señalo los siguientes: Primero: se logró romper el bloqueo informativo que las transnacionales de la comunicación han tendido en torno a la izquierda. Lo ocurrido en Porto Alegre ocupó un espacio mediático muy destacado -en algunos países logró conquistar tanto espacio como el Foro de Davos-. "Se habló mucho y lo que se habló fue oído en el mundo entero," expresó el actor brasileño Luis Fernando Veríssimo al cierre del evento, en el texto "Otro mundo es posible". Segundo: se consiguió reunir en una misma actividad, gracias a la nueva cultura de la izquierda, a dos de sus grandes corrientes: la que apuesta a acumular fuerzas a partir del uso transformador de las instituciones, y la que busca acumularlas a partir de la construcción de movimientos sociales autónomos. Estoy convencida que sólo la unión de los esfuerzos militantes de ambas corrientes permitirá crear la correlación de fuerzas que se necesita para poder vencer al poderoso enemigo que tenemos por delante. Tercero: se demostró que una práctica democrática ayuda enormemente a sumar fuerzas. Soy testigo del carácter democrático y pluralista que reinó en el Foro.

Cuatro días antes de que se cerraran la inscripciones de los talleres, Alternatives y MEPLA (Memoria Popular Latinoamericana), la ONG que yo dirijo en Cuba, inscribimos el tema "Juventud y Política", e invitamos a los panelistas: los presidentes de la Federación de Estudiantes de Brasil y de la Federación de Estudiantes de la Universidad Austral de Chile, y un representante del Movimiento Patria Joven de Venezuela. Decidimos dividir la reunión en cuatro temas: ¿A qué se debe el escepticismo de la juventud frente a la política?, ¿Cómo ve la juventud los cambios que ha sufrido el mundo y concretamente la revolución tecnológica?, ¿Se puede prescindir de los partidos?, ¿Qué hacer hoy?. Logramos reunir a unos 200 jóvenes, que intercambiaron opiniones durante más de dos horas y media. Cada tema fue abordado durante 5 minutos por cada panelista, luego los participantes intervenían. Por cuestión de tiempo hacían sus preguntas por escrito. Como moderadora, sólo intervine cuando fue necesario agregar o clarificar algo.Ése fue el estilo de los debates.

Considero que el primer Foro Social Mundial de Porto Alegre ha sido el acontecimiento más radical de la izquierda mundial durante los últimos tiempos. La radicalidad no está en levantar las consignas más radicales -que solo unos pocos siguen porque asustan a la mayoría-, sino en ser capaces de crear espacios de encuentro y de lucha para amplios sectores. Constatar que somos muchos los que estamos en la misma lucha es lo que nos hace fuertes, lo que nos radicaliza.

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